En cada tradición literaria hay autores que alcanzan un sitial raramente disputable. Si hablamos del Perú uno de esos lugares, sin duda, lo ocupa el poeta César Vallejo. ¿Cómo explicar la poderosa atracción que sigue ejerciendo Vallejo o la torrencial producción crítica e interpretativa sobre su escritura si no es por sus méritos estéticos, la rotundidad de sus mensajes vitales, solidarios, profundamente humanos y la trascendencia que tiene su obra en el contexto universal? Vallejo ha dejado la vida terrena para instalarse en una suerte de esfera mítica, donde solo nombrarlo ya es una invitación a la lectura devota de sus textos

Miguel Pachas Almeyda, biólogo y educador de profesión y vallejista por convicción, ha dedicado varios años de su vida a reconstruir la experiencia vital del poeta, como muestra su ambiciosa biografía ¡Yo que tan solo he nacido! (2019) o los volúmenes César Vallejo y su América hispana (2014) y Georgette Vallejo al fin de la batalla (2008). Cada uno de estos libros supone un enorme esfuerzo investigativo particular, pero los une irremediablemente la pasión por Vallejo.

Hoy Pachas Almeyda nos entrega Anécdotas y curiosidades de César Vallejo (2020). Como su título permite deducir, se trata de una colección de breves relatos cotidiano-literarios protagonizados por el mayor de nuestros poetas. ¿Y por qué es importante un anecdotario? El poeta Luis Eduardo García nos da la clave en su breve prólogo: porque permite establecer la conexión entre la experiencia vital y la escritura y no por un afán biografista sino porque en el caso de Vallejo resulta muy difícil, a veces, separar estas la dimensión del hombre y la del artista.

“Las anécdotas –dice García– cobran más importancia porque desentrañan la relación misteriosa de Vallejo con el lenguaje, en la que siempre se mostró como un superdotado. Por un lado, está el creador que a fuerza de inventiva y audacia hizo añicos la sintaxis y la semántica del español (…) y, por otro lado, la del profundo degustador de la oralidad, del sonido y del ritmo de las palabras” (p.9-10).

Estas historias cotidianas, además de reflejar el aspecto vital y humorístico del temperamento de Vallejo, nos ponen también en horizontalidad con él, humano, finalmente humano. Uno de estos textos habla, por ejemplo, de la memoria prodigiosa del poeta. En cierta ocasión, Vallejo y su grupo de amigos habían quedado en encontrarse en la Plaza de Armas de Trujillo para ir a almorzar. Pero faltaba uno: Óscar Imaña. A Vallejo le encomendaron que lo buscara y así lo hizo. Al llegar encontró a Imaña a segundos de haber culminado un poema que Vallejo leyó de inmediato. Ya en el almuerzo, Vallejo le pide a Imaña declamar el poema. Imaña dijo que no lo recordaba. Entonces, para sorpresa de su autor, Vallejo lo declamó sin olvidar un respiro. Una de muy variadas perlas que el lector degustará en un libro que, en su brevedad, es capaz de devolvernos a Vallejo vivo en sus palabras y en sus actos.

Anécdotas y curiosidades de César Vallejo. Editorial Infolectura. Trujillo, 2020.

Desde que se hizo república, el Perú tiene una muy deficiente oferta política. Casi siempre pobres de espíritu, y ladrones o cómplices, nuestros políticos son grandes responsables del subdesarrollo nacional. Los partidos, en paralelo inevitable, son incapaces de dialogar con la ciudadanía, y de ofrecer narrativas que aglutinen mayorías, de modo que haya un adecuado ejercicio de gobierno.

Visto con un lente económico, todo sistema de partidos y sus actores conforman una suerte de oligopolio civil regulado por el Estado. No se trata de una habitual posición de dominio de algunas pocas empresas sobre muchas otras, sino de una estructura donde sólo unos cuantos ofrecen el producto requerido. A partir de regulaciones legales, el Estado determina, en gran parte, el número de sus agrupaciones políticas, así como los patrones organizacionales y calidades de éstas. ¿Cómo hacer para que los partidos produzcan buenos y decentes políticos, y obtengan el mínimo de confianza que requieren para favorecer la conducción del país?

Los científicos sociales peruanos han respondido a esta interrogante planteando sistemas de incentivos y esquemas regulatorios que – con cargo a explicarlo con detalle si fuese requerido y oportuno – aparecen como insuficientes. Propensos, en mayor o menor grado, a mitificar la realidad organizacional de los partidos políticos y la racionalidad del votante, nuestros reformistas no conocen del todo bien a los oferentes actuales del oligopolio partidario local, por lo que sus propuestas carecen de la suficiente fuerza estructural para generar cambios relevantes.

Es indispensable entender la naturaleza organizacional de los partidos políticos para intentar modificar su desempeño. Se trata de grupos humanos conformados por buscadores de poder individual, cuya posibilidad de expulsión por desempeño es casi nula según sus propios reglamentos. Por ello, su margen de actos personalistas y colectivamente contraproducentes es muy grande, casi ilimitado. Sus conflictos están a flor de piel, porque no todos los militantes pueden ser dirigentes ni candidatos a elección popular. Estas pugnas se vuelven definitivas y crecientes en poco tiempo, lo que impide congregar y optimizar todos los recursos partidarios para desarrollar las labores de servicio ciudadano y cohesión interna que, en teoría, se hacen fuera del tiempo electoral. En el extremo, ante la derrota final, el faccioso partidario complota contra sus pares, y hasta lo traiciona públicamente.

Los partidos tienden naturalmente a las argollas, y éstas generalmente responden a los grupos fundacionales y sus líderes, que buscan el máximo y más duradero poder posible, para lo que confeccionan estatutos que impiden la aparición de nuevas figuras. Cuando los partidos son de largo plazo, los únicos revulsivos son las jubilaciones y los nuevos liderazgos exitosos, siempre temporales frente al inevitable deterioro organizacional de toda agrupación política formal. Cada argolla tiene un porcentaje mínimo de militantes relativamente activos, lo que explica la casi vegetativa vida de los partidos fuera de los periodos electorales.

Salvo cuando son gobierno y sus cuadros reciben importantes sueldos del sector público, los partidos tienen poco o nulo financiamiento para sus labores fuera de procesos electorales. Por esta razón, no están preparados para proyectos formativos serios y trascendentes, pues éstos tendrían que ser asumidos por los militantes, que casi siempre están lejos de poder responsabilizarse de una tarea de este calibre. Desde luego, la militancia tiene el orgullo suficiente para intentar cerrarse frente a cualquier influencia positiva externa, de contenidos o liderazgos. Así, cuando las personas más prominentes o valiosas del colectivo gozan de algún tiempo libre, no encuentran atractivo entregarlo a los partidos políticos.

El gran momento partidario son finalmente las elecciones, y ese contexto sólo les exige cierto grado mínimo de profundidad, coherencia y sinceridad, que a veces producen los grupos que alcanzan la victoria electoral. El resto del tiempo, los partidos parecen estar casi incapacitados para realizar aportes sociales significativos.

Este apretado cuadro organizacional se reproduce en cualquier partido, y se manifiesta, en mayor o menor medida, según la historia y realidad social de cada nación. En un país como el Perú, de tan alta precariedad, es fácil deducir lo que sucede en las internas partidarias. Y todo esto se suma a una cada vez más consolidada realidad mundial: la transparencia de la sociedad digital. Hoy cualquiera tiene acceso a un celular conectado a internet, con el que se informa desde miles de fuentes: la gente ve las cosas más crudamente, y es más consciente de sus derechos. Y frente a una realidad de políticos generalmente angurrientos y básicos, obviamente la confianza hacia las organizaciones partidarias erosiona. Ya nadie, además, necesita grandes mediadores (partidos o prensa) para manifestarse: todo ciudadano tiene capacidad de influencia viral desde su celular, lo que puede llegar a provocar manifestaciones colectivas que ningún grupo político puede convocar por si solo. La militancia partidaria no es atractiva, ni rendidora, y por eso es una institución en franco declive. Más aun con el relativismo moral y la consciencia de incertidumbre de las generaciones contemporáneas.

¿Qué hacemos con un oligopolio cuyos oferentes tienen una enorme tendencia al deterioro, nunca funcionaron bien, y pasan por una gravísima crisis de confianza? Obviamente dinamizarlo. Diría que con tres detonantes: permitir que todo oferente sea reemplazado con facilidad, hacer muy exigente la permanencia dentro del grupo de partidos, y asegurar la calidad de los aspirantes a tomar los espacios dejados. Lo primero pasa por disminuir radicalmente los dos grandes impedimentos que todo ciudadano encuentra cuando quiere hacer política: imposibles requisitos para conformar un partido (exigencias irreales en el número de firmas ciudadanas o militantes) y altísimo costo de campañas. Debe volverse sencillo fundar un partido, debe costar el esfuerzo grande pero razonable de unas cuantas decenas de convocantes interesados en dedicar su tiempo a crear una institución representativa con fines electorales. Y todas las campañas tendrían que ser financiadas por el Estado de modo muy austero. Lo segundo implica poner altos umbrales de voto para que un partido siga vigente. Y lo tercero darse cuenta de que los mejores políticos están en la sociedad civil y en los gremios profesionales, porque la buena acción política no requiere otra cosa que sabiduría, liderazgo, capacidad organizativa y vocación de servicio. Eso lo tienen miles de valiosos peruanos, muchos dispuestos a competir por un cargo público, pero se desaniman cuando se enteran que deben pasar por el pantanoso filtro de nuestras organizaciones partidarias, y gastar millones en fundar un partido y financiarse una campaña. En realidad, la propuesta no es otra cosa que hacer extensivo y más real el derecho universal a ser elegido.

No tengo la menor duda de que esta dinamización del oligopolio partidario peruano traería muy interesantes apariciones personales y colectivas. Como experiencia y fuente de aprendizaje para la transformación, una vida socialmente comprometida y proactiva supera por mucho a la militancia en cualquier institución partidaria. Las políticas públicas específicas, que tanto preocupan a algunos opinantes, se consiguen o deducen con un poco de esfuerzo, y están en las redes, archivos y bibliotecas. El apoyo tecnocrático se obtiene, al menos el indispensable para demostrar factibilidad de concretar los valores que se promueven. Los grandes y detallados planeamientos florecen en los servicios civiles, la dirección política es otra cosa, más coloquial y al mismo tiempo más histriónica.

Es común deducir que esto traería un número excesivo de partidos en competencia electoral, pero la verdad es que ya tenemos dicho excedente, y al final son pocos los que llaman la atención de los votantes, y los que se reparten los escaños congresales. Por cierto, no cualquiera tiene los insumos y certezas suficientes para liderar una convocatoria política, que es lo que se requiere para crear una nueva opción partidaria. Así que también ahí hay límites a la expansión de la oferta en mención. Habrían sí, los partidos mafiosos y lobistas de siempre, y ahora con mayores facilidades, pero surgirían alternativas de verdad transformadoras, y acaso revolucionarias. Seguramente aparecerían muchos competidores distintos en cada proceso electoral, pero también algunas organizaciones de relativo largo aliento. Pienso que los riesgos de este camino son aparentes, y en todo caso manejables, pero el potencial de salto hacia el desarrollo es enorme, el mayor posible desde la institucionalidad política.

Desde luego, varias de las propuestas reformistas que circulan en la discusión son razonables: elecciones internas abiertas, simultáneas y obligatorias para toda la ciudadanía como único mecanismo de selección de candidatos; rediseño de circunscripciones y aumento de congresistas para tener volúmenes manejables de representado por congresista. Los sueldos del político elegido deben ser los de un clasemediero, con las protecciones y apoyos del caso, de tal forma que disminuya el interés frívolo por la vida política. Pero todo eso es complemento de lo principal: dinamizar nuestra oferta política y facilitar la participación electoral de los peruanos más virtuosos y comprometidos. Es obvio que hay muchos comunes con capacidad de representarnos, sin ninguna duda mejor que los usualmente elegidos.

Se trata de un tipo de organización jurídica con un máximo de 20 socios, y la que más crecimiento ha tenido en el último periodo.

Por Samanta Alva

Según el último informe técnico “Demografía empresarial en el Perú” por el Instituto Nacional de Estadística e Informática (INEI), al 30 de septiembre de 2020, más de 78 mil empresas fueron constituidas. Estas son ahora parte del universo de más de 2,7 millones de empresas en el Perú.

Las organizaciones jurídicas que presentaron mayor número de altas fueron las personas naturales (60,3%), seguido de las sociedades anónimas (18,8%). Esta última organización jurídica fue la que presentó mayor variación positiva respecto del periodo similar del año anterior. Es decir, ahora más personas están apostando por constituir sus empresas como sociedad anónima.

¿Qué es una Sociedad Anónima?

Como explica el INEI, se trata de una “sociedad mercantil, con personería jurídica de derecho privado en la cual el capital está representado por acciones y se integra por aportes de los socios, quienes no responden personalmente por las deudas sociales”. Dentro de este tipo de organización jurídica existen dos sociedades:

  1. Sociedad Anónima Abierta: Este tipo de empresa suele tener un solo administrador, una junta directiva y un administrador socioeconómico. El número de socios mínimo es de 2 y máximo de 750.
  2. Sociedad Anónima Cerrada: Esta suele ser adoptada por los pequeños negocios en los que no existirá mayor complejidad en sus órganos administrativos. Este tipo de empresa estará conformada con un mínimo de dos y un máximo de 20 socios. Sus acciones no están inscritas en el Registro Público. Una Sociedad Anónima Cerrada cuenta con un directorio, junta de accionistas, gerencia y sub gerencia.

Constituir una Sociedad Anónima Cerrada

Para empezar con el proceso, lo recomendable es hacer la reserva de registro del nombre de la empresa.  Elegir a los gerentes generales, directores y representantes legales. Declarar explícitamente que si se desea o no contar con una junta directiva. A partir de ello se elabora la minuta de constitución que deberá ser presentada ante un notario.

En la notaría se debe presentar las actas firmadas por todos los fundadores de la empresa y sus identificaciones. Consignar y realizar los aportes, sean en dinero o bienes inmuebles. En el caso de este último aporte, se deberá insertar la escritura pública del bien. La notaría puede redactar el protocolo correspondiente a su escritura pública, con las correspondientes partes notariales que se presentarán ante la SUNARP.

Finalmente se deberá realizar la inscripción en el Registro Único de Contribuyentes. Para ello se presentan los formularios Nº 2054 y 2119, una copia de recibo de agua o teléfono con no más de dos meses de antigüedad. Luego se realiza la legalización de los libros de la empresa, y en caso cuenten con un local comercial, tramitar la licencia municipal de las instalaciones de la empresa.

Más allá de lo económico, el compromiso con la sociedad y los valores éticos son algunos de los factores que le ayudarán a tu negocio a sostenerse en el mercado, respaldado por los consumidores.

No existen fórmulas mágicas para lograr que una empresa pueda trascender en el tiempo. Sin embargo, existen herramientas -que van más allá de lo económico- que ayudan a lograr organizaciones sólidas al representar principios éticos que comprometen a la empresa, a su entorno con la sociedad y a sus colaboradores, como, por ejemplo: todas las empresas deben operar con integridad, responsabilizándose por los derechos humanos, laborales, ambientales y la lucha contra la corrupción, tanto en su propia operación como en la cadena de abastecimiento.

Para David Lao, socio de Lao y consultores, las empresas que logran ser sostenibles en el tiempo, son compañías que ven más allá del riesgo, encontrando valor real en ser pro-activos en todos los temas internos y con sus stakholders. Estas son algunas herramientas que el experto destaca para lograr que una organización trascienda.

Fortalecimiento de la sociedad: Aportar al desarrollo de la sociedad y el país en donde se interrelaciona. Esto se convierte en un factor clave para el éxito y la viabilidad de las compañías, pues no podrían tener un crecimiento sostenible mientras el mundo a su alrededor se deteriora.

Compromiso de la plana superior: El cambio efectivo comienza con el apoyo del gerente y el dueño, así como los líderes de la compañía, enviando mensajes a toda la organización sobre la importancia de la sostenibilidad en sus empresas.

Reportes de progreso: Las empresas deben de hacer públicos sus progresos o cuanto menos transparentar su contabilidad y documentación legal para medir la sostenibilidad, realizando comunicación sobre su progreso y gestión en los temas referentes a la sostenibilidad. Estos por lo general son incluidos dentro del reporte anual de gestión y se convierten en muestra de transparencia con los inversionistas, grupos de interés y sociedad en general.

Acciones locales: Las empresas deben desarrollar sus gestiones de manera local de acuerdo a las legislaciones de cada Estado o ciudad, y trabajar por las prioridades de la sociedad a la que impacta directamente.

Esto denota que, en la medida en que una empresa actúe con ética y moral en lo económico, lo social y lo ambiental, tendrá más posibilidades de perdurar en el tiempo generando valor compartido para los diferentes públicos de interés y mejorando la vida de las personas.

Empresas deben ser inclusivas. De acuerdo con el Banco Mundial (BM), “el desarrollo sostenible reconoce que el crecimiento debe ser inclusivo y al mismo tiempo ambientalmente racional para poder reducir la pobreza y generar prosperidad, tanto para quienes viven en el planeta en el presente como para las futuras generaciones”.

Los aplicativos móviles concentran muchos servicios de interés para los clientes y su uso se ha extendido a muchos dispositivos móviles, por lo que lanzar una “app” puede ser muy ventajoso. Sepa cómo hacerlo sin ser un experto.

Por María Claudia Medina

Con los ‘smartphones’, tablets, Smart TV y otros dispositivos, los aplicativos móviles se han instalado con éxito en las rutinas diarias de los usuarios y para los negocios, contar con una propia, representa una gran oportunidad de llegar directamente a su cliente final con toda su oferta de servicios.

Una de las ventajas de tener una “app” es que todo el contenido puede estar en un solo lugar y que los usuarios pueden recibir fácilmente una notificación de cualquier cambio. Además, puede ser usada como tienda online con pasarela de pago, como un sistema de reservas, una vía para gestionar pedidos y un canal para recibir comentarios mediante las reseñas.

Sin embargo, también implica desafíos como sacar adelante dos versiones; la plataforma para Android y la de iOS (Apple). Existen aplicaciones híbridas, que funcionan en ambos sistemas, pero su rendimiento es más bajo. También se debe definir si habrá una plataforma de pago o anuncios que financien los gastos.

De acuerdo al portal Postedin, lo primero es planificar en papel qué función tendrá esta ‘app’, a qué público se dirige, qué la diferencia de millones que existen en el mercado y cómo podría promocionarse. También es bueno dibujar algunos contenidos y la interfaz que tengamos en mente, incluyendo colores y diseño, que son elementos importantes para captar clientes.

Una vez que se tengan estos detalles, hay que compartirlo con otras personas que puedan darnos una buena retroalimentación y mejorar la aplicación. Con esta información, ya se puede construir una versión “alfa” y si no se tienen los conocimientos técnicos, se puede buscar algún asesor o probar alguno de los servicios que se ofrecen en internet para no programadores. Estos son los más conocidos:

Appypie. Sencilla de usar, permite crear una “app” para iPhone, Android, Blackberry, Windows Phone y Fire OS. Dispone de plantillas de diferentes sectores, a través de un Marketplace. Recientemente adquirió AppMakr, con lo que alcanzó a más de 10 millones de usuarios.

Apps Builder. Este creador de apps tiene una interfaz muy intuitiva y con un diseño muy cuidado. Además, es compatible con ambas plataformas y permite crear aplicaciones nativas e híbridas.

Andromo. Ideal para hacer “apps” para Android. Permite hacerlo sin programar ni una línea de código. Además, a través de plantillas, se puede personalizar bastante el diseño.

Bubble.io Tiene una gran integración con plataformas de email marketing, analítica, bases de datos y pasarelas de pago. Además, todos los servicios están alojados en su propio hosting,

Mobincube. Tiene una interfaz visual para su edición. Además. tiene funciones avanzadas como tienda online, bases de datos, analítica y para los más expertos, acceso al código fuente.

A pesar de que, para bien o para mal, Lima ya no es aquella ciudad a la “que dieron colorido Montes y Manrique, padres del criollismo” (Acuarela criolla, Manuel Raygada Ballesteros, 1965), el aniversario de su fundación española -que se conmemora hoy, lunes 18 de enero- nos trae a la memoria esas canciones del folklore costeño que hacen remembranza de aquel talante señorial, esa elegancia mestiza poscolonial que, con todo su anacronismo, aún sirve como afirmación de una identidad cada vez más desaparecida, esa “Lima de antaño”, añorada en poéticos y populares valses escritos hace casi seis décadas, que hoy yace sepultada entre bocinazos de combis, balbuceos reggaetoneros y gritos de cantantes de cumbia norteña.

¿Por qué regresamos a esas tradicionales melodías de tiempos idos e irrecuperables? Quizás porque así escapamos de la realidad abyecta que aplasta a nuestra urbe desde las épocas del genial Sebastián Salazar Bondy (1924-1965) y sus proféticas descripciones de una Lima que, para él, ya era horrible pero que parecía, definitivamente, un Edén comparada al caos actual. Con todos los reparos que algunos sectores suelen encontrarle a la música criolla -machismo, excesos de cursilería o nostalgia por una aristocracia centralista-, no podemos negar que fue el género que más y mejor le cantó a esa Lima que ya fue.

Escuchemos, por ejemplo, Limeño soy (Augusto Polo Campos, 1964), vals picadito y jaranero que popularizara el Trío Los Chamas: “Y aunque pasen los años, tú eres la misma, mi vieja Lima de ayer y hoy. Llanto de un campanario, noches, luna de plata, luces que te iluminan como un rosario, rejas que siempre escuchan mi serenata”. O la alegrona Lima de octubre (Mario Cavagnaro, 1964), en la que el Conjunto Fiesta Criolla, con Panchito Jiménez y Óscar Avilés en las voces, le cantan al Señor de los Milagros.

Por esas épocas, un veinteañero Gerardo Manuel (que, entonces, firmaba como Gerardo Rojas) adaptó al español un tema del grupo vocal de soul/doo-wop The Drifters, On Broadway (1963), y lo retituló En Lima, para incluirlo en el LP Segundo volumen de Los Shain’s (1967), quinteto peruano de rock y psicodelia nuevaolera. Esta canción -que en 1978 revivió como exitoso single en la experta guitarra jazzera del norteamericano George Benson-, fue una de las primeras canciones no criollas dedicadas a la capital.

La naturaleza rebelde del rock se manifestará con más fiereza durante la movida subterránea, en los ochenta, con bandas como Leusemia y Narcosis que, en 1985, ya no les cantaban a los balcones, la procesión y las tapadas sino que expresaban, a grito pelado, el desorden y la fealdad de una ciudad que se había vuelto hostil, oscura y peligrosa.

Entre jaranas y pogos, la “Ciudad de los Reyes” pasó de ser “romántica y altiva, alegre y primorosa” (Lima de novia, Mario Cavagnaro, 1964) a ser “angustiada, violenta, injusta, mórbida” (Astalculo, Daniel Valdivia, más conocido como Daniel F., primer LP de Leusemia, 1985), en apenas 20 años. Para mediados de los noventa, en plena corrupción fujimontesinista, Los Mojarras ya hablaban de la “nueva” Lima. Una Lima serrana, una Lima provinciana (Nostalgia provinciana, álbum Ruidos de la ciudad, 1994), la que ahora se hace llamar “de todas las sangres” pero que (no tan) en el fondo continúa padeciendo de las mismas taras discriminatorias de siempre.

Pero si se trata de cantarle a Lima, nadie mejor que Chabuca Granda (1920-1983). Desde las archiconocidas La flor de la canela, estrenada por el Trío Los Morochucos en 1953, y José Antonio, vals con fuga de tondero en que son protagonistas, además del criador de caballo peruano de paso José Antonio de Lavalle, el distrito de Barranco y Amancaes, la flor oficial de Lima (¿algún joven fanático/a de realities y TikTok sabrá eso actualmente?); hasta temas menos difundidos como Zeñó Manué (dedicada al periodista y cronista taurino Manuel Solari Swayne) o Lima de veras (considerada su primera composición), estas canciones describen personajes asociados a una Lima tradicional, con un lenguaje preciosista poco común en nuestro folklore y, a la vez, encierran mensajes que, vistos de cerca, revelan admiración por ese clasismo rancio que hoy todos combaten o dicen combatir.

Manuel Acosta Ojeda (1930-2015), el recordado compositor e investigador de nuestro folklore, anotó –en un artículo titulado Canto inspirado a Lima, que se publicó en el semanario Variedades, del Diario Oficial El Peruano- un detalle interesante y acaso, contradictorio, acerca de la música dedicada a Lima, que hoy cumple 486 años. Los tres cantautores que más escribieron sobre las tradiciones de nuestra capital, Chabuca Granda, Mario Cavagnaro y Augusto Polo Campos, son provincianos. De Apurímac, Arequipa y Ayacucho, respectivamente.

Esto no se aleja mucho de la realidad moderna, en la que grupos de rock o alguna de sus variantes más extremas, formados en su mayoría por hijos de migrantes, vomitan insultos contra la Lima actual. Algunos títulos que demuestran eso: Lima se pudre (Los Malditos Gatos, 2017), Pauperrilima (Suda, 2005), La danza de los gallinazos(La Sarita, 2012). O Cielo sobre Lima (2005) del dúo experimental The Electric Butterflies, integrado por los no-músicos Wilder González Ágreda y Roger Terrones, un alucinante viaje de catorce minutos de sonidos sintéticos, computarizados, una agresiva metáfora de la irritante neurosis en la que vivimos.

Cada una con sus ventajas y desventajas, ayudarán a potenciar tu negocio.

La digitalización de los negocios es una necesidad en tiempos de Covid-19. En el Perú, los sectores con mayor nivel de madurez digital son telecomunicaciones; banca y seguros; consumo masivo y retail, según EY. Por tanto, no hacerlo no es una alternativa. Es el momento de implementarlo. Hacerlo ya, pues el marketing digital es una obligación de las empresas. Uno de los pasos que debemos de seguir en ese camino es colocar nuestra oferta de productos en la red, por lo que debemos saber qué alternativa nos conviene. En ese sentido, cómo lo hago ¿A través de una app o con una web móvil?”

Lo ideal es que ambos. Pero entendiendo que, en un principio, no se suele contar con el capital necesario ¿Qué alternativa es la mejor? Aquí te presentamos las comparaciones para ayudarte a tomar la mejor decisión.

Tu sitio web. Una web comercial es mucho más que la carta de presentación o el escaparate de tu empresa en Internet. Es tu centro comercial de 24 horas por 7 días a la semana. Es un canal más de relación con las personas a las que quieres llegar, posibles consumidores de tus productos o usuarios de tus servicios.

Sin embargo, según la compañía MDG Advertising, la web tiene sus propias limitaciones: pantalla más pequeña, velocidad de carga lenta. Como ventaja: para acceder a él simplemente hay que entrar desde el navegador.

Tu app móvil. La aplicación la descargamos en nuestro dispositivo móvil. A diferencia de la web, es necesaria instalarla en nuestro Smartphone o IPhone consumiendo espacio de almacenamiento. Para distribuir una app móvil dependeremos de los canales de distribución (como la App Store) y ajustarnos a sus condiciones.

¿APP O SITIO WEB MÓVIL?

Lo primero que debemos de saber es el uso que se le dará y cuán útil será para nuestros clientes finales.

Una web no necesita ser descargada, como sí debe hacerse con la app. Cualquier persona desde cualquier parte del mundo, puede acceder a ella desde un motor de búsqueda, como Google. Esto multiplica el alcance frente a la app, ya que podemos trabajar el posicionamiento SEO para móviles y conseguir posicionarnos en las primeras posiciones de los resultados de búsqueda.

En tanto, la app, tiene como limitación que debe ser descargada de Play Store o App Store, que cobrará por usar su plataforma, aunque proporcionará ventajas como el acceso a una serie de recursos.

De otro lado, las webs son compatibles con cualquier tipo de dispositivo, mientras que las apps precisan de una aplicación específica para cada dispositivo móvil. Esto podría limitar, en cierto sentido, el acceso a esta tecnología. Además, la app necesita mantenimiento y actualización, que requiere una inversión.

Las páginas web adaptadas a los smartphones pueden ser actualizadas inmediatamente, lo que les otorga una gran flexibilidad. Las app dependen de que sea el propio usuario quien descargue la actualización.

Sin embargo, una app tiene mayor accesibilidad a una web. Por ello, es recomendable tener una app si es que tus usuarios ingresaran con frecuencia, como lo haces con Facebook o Twitter. La app, también tiene mayor capacidad y rendimiento. La web estará limitada a la velocidad de nuestro internet.

La app también tiene una mayor capacidad y rendimiento. El sitio web móvil siempre va a estar más limitado por la velocidad de carga por lo que para portales que requieran cierta capacidad posiblemente nos interesará más desarrollar una app.

Pese a la mascarilla, ofrecer una adecuada sonrisa, un tono de voz pausado y empático, así como estar atento a los detalles de tu interlocutor, son claves para tener una comunicación asertiva.

Muchas veces leemos que una adecuada comunicación servirá para cumplir con tus objetivos personales y profesionales. Sirve para manifestar de manera correcta nuestras ideas, para tender puentes con otros emprendedores o inversionistas y hasta para negociar con clientes. Pero ¿Cómo lograr que nuestra comunicación sea la correcta y el mensaje llegue a nuestro interlocutor de manera eficaz?

“Más que decir hay que mostrar y demostrar, incluso en las relaciones humanas es más importante mostrar que demostrar ya que son nuestras acciones las que determinan el mensaje que quiero dar, a mi jefe, a mis hijos, a mis amigos, a mi red de contactos, a todos” explica Janeth Mendoza, talent promoter y coach ejecutiva de LHH DBM Perú. Ella ofrece los siguientes tips.

1) Inicia tu comunicación siempre con una sonrisa Tu cerebro lo tomará en cuenta y eso invita al otro a la cordialidad. Es cierto que con la pandemia el uso de la mascarilla impide ver la sonrisa, pero la calidez en el tono de voz y los ojos achinados denotarán que usted ha sonreído.

2) Escucha, siempre escucha y observa. Presta atención a tu interlocutor, cada detalle cuenta.

3) Mantén un tono de voz agradable. Que tu tono sea empático, endulza con tu voz y enamora con ella a tu interlocutor.

4) Acompaña tu conversación con los gestos. Cuida de tener gestos amigables, por más que estés nervioso, respira y vuelve a acompañar tus palabras con gestos cordiales y coherentes.

5) Utiliza un lenguaje positivo y sencillo, que denote tus ganas de triunfar y de disfrutar.

Por ejemplo, en lugar de decir “no me gustó esto”, mejor indica: “¿Qué te parece si la próxima vez lo hacemos de esta manera?”.

En lugar de decir “no soy creativo” señala: “La creatividad es una característica que estoy trabajando día a día”.

6)  Transmite confianza en tu comunicación. La mejor forma de transmitir confianza es ser transparente, estar seguro de tus logros o estar seguro de tu buena intención, según sea tu objetivo.

7) Asegúrate de que tu mensaje se haya entendido. Es decir, que lo verbal coincida con lo no verbal. Eso muy importante.

En algún momento escuché -asegura Mendoza- esta frase y se me grabó: “Dime cómo hablas y te diré quién eres”. Recordemos que el ser humano a cada minuto está haciendo juicios por lo que si comunicamos efectivamente y conmovemos entonces conectaremos.

Por último, recuerda esta frase de Anthony Robbins: “La forma en que nos comunicamos con otros y con nosotros mismos determina la calidad de nuestras vidas”.

Jóvenes entre los 20 y 30 años emprenden y buscan capital para hacer crecer su negocio. Pero ¿Qué buscan los inversores? Experiencia, oportunidad de hacer crecer la empresa y que el proyecto tenga valor.

Un informe de Emprende UP señala que las cualidades de los jóvenes emprendedores son: 100% digitales y usan las redes sociales y el e-commerce como herramienta clave para sus ventas. Son responsables con la sociedad y el medio ambiente, por lo que apuestan por crear negocios sostenibles y amigables con la naturaleza. Además, se desarrollan en una época donde se busca la equidad e igualdad de género. No discriminan por opción sexual o aspecto físico y están dispuestos a seguir aprendiendo.

Se trata de jóvenes entre los 20 y 30 años que buscan conquistar el mercado. Sin embargo, ¿cómo consiguen inversión? ¿De dónde pueden reunir el dinero que les permita crear negocios innovadores? Luis Narro, director ejecutivo de la Asociación de Capital Semilla y Emprendedor del Perú (Pecap) explica lo qué buscan los inversionistas al momento de invertir en un nuevo negocio.

¿Quiénes invierten en los negocios o startups? Los inversionistas ángeles. Son personas naturales con excedentes de dinero que deciden tener parte de sus portafolios en emprendimientos y lo pueden hacer directamente, negociando con el emprendedor o a través de las redes de inversión ángeles.

¿Qué les interesa más a los inversionistas ángeles? Tres los temas importantes.

1) Saber quiénes son los emprendedores que están detrás de ese emprendimiento. Buscan equipos con experiencia, sea del sector o de la industria.

2) Analizan si hay una oportunidad grande de negocio. El atractivo para ellos está en modelos que estén a la vanguardia de la tecnología.

3) Deben ser emprendimientos con ética y valor. Porque precisamente el rol que cumplen estos inversionistas es participar en una etapa muy temprana de la compañía, en donde además de la inversión es necesario que apoyen al emprendedor en conexiones que podrían derivar en ventas, se convierte en una especie de inversión activa.

4) ¿Qué debe tener en cuenta el emprendedor cuando un inversionista ángel se interese por su proyecto?Que el inversionista no es alguien que va a venir a solucionar todo. Tener a un inversionista ángel no te da una garantía de éxito, sino que el inversionista le aporta valor más allá del capital que pueda dar.

También que el emprendedor esté relativamente preparado para el tipo de inversionista que se está buscando. Por ejemplo, si el inversionista ha invertido en varios emprendimientos y si el emprendedor va con un avance en ventas o un desarrollo de producto todavía es muy bajo, el inversionista no estará muy interesado.

Los inversionistas ángeles también estarán a la expectativa de que el proyecto tenga clientes. Ojo que los inversionistas no son captados para cubrir los sueldos de los integrantes del emprendimiento, sino para hacer crecer el proyecto.

Además, ten en cuenta que los inversionistas apuestan por la idea, lo rentable que puede llegar a ser y la experiencia del emprendedor. Que no tenga miedo al fracaso, que haya tenido experiencias anteriores, que ejerza un liderazgo positivo y tenga proyecciones de crecimiento. Es decir: un plan sólido, ímpetu y ganas de comerse el mundo.

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