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Todos los días, de lunes a viernes, Alexandra Ames, David Rivera y Paolo Benza discuten los temas más importantes del día por Debate. En nuestro episodio número 213: Castillo le habló ayer al país: ¿le sirve políticamente o le falta proyectar imagen de liderazgo? La visita de César Tito a la PCM. ¡Y San Juan de Lurigancho sin agua!

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Lima – Perú

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César Tito, Mensaje a la nación, pcm, Pedro Castillo

Hoy se cumplen 66 años desde que se reconoció el derecho a voto de la mujer peruana alfabetizada, gracias a la lucha de María Jesús Alvarado Rivera, Zoila Aurora Cáceres, Ángela Ramos Relayze, Magda Portal, y muchas otras mujeres cuyos aportes a nuestra sociedad usualmente pasan desapercibidos.

Sin duda, este hito marca uno de los logros más relevantes en el largo camino hacia la igualdad de derechos de las mujeres, pero al mismo tiempo nos invita a reflexionar sobre cuánto hemos avanzado en dicho camino en estas casi 7 décadas.

42 años después del reconocimiento del voto a las mujeres con capacidad de leer y escribir, las mujeres podíamos elegir y ser elegidas, pero esto último no ocurría realmente. Así, se introdujo una nueva institución en la política peruana: el sistema de cuotas. Un concepto, con vocación temporal, que buscaba lograr la equidad en la representación. En las primeras elecciones en las que se aplicó la cuota de 25% de mujeres en las listas parlamentarias, la representación femenina pasó de 10.8% a 20%.

Sin embargo, la cuota por sí sola no rindió los resultados esperados. Si bien la cantidad de candidatas aumentó, ello no se tradujo en la cantidad de autoridades femeninas electas. Por ello, en las últimas elecciones se implementó la paridad y alternancia, una institución que además de asegurar la participación, también establecía reglas para la asignación de las posiciones de las mujeres en las listas electorales. Mediante esta institución, las listas parlamentarias son presentadas de manera intercalada por hombres y mujeres. Como resultado de la aplicación de este nuevo concepto, las últimas elecciones resultaron en un 38% de representación femenina.

El camino para lograr una representación que nos permita estar en todos los lugares donde se toman las decisiones, parafraseando a Ruth Bader Ginsburg, es largo y no tiene los incentivos suficientes. Ejemplos sobran del maltrato y acoso que sufren las mujeres políticamente expuestas por el único y exclusivo hecho de ser mujeres.

Recientemente los medios mostraron la agresión verbal sufrida por una Congresista de la República por parte nada menos que del Presidente del Consejo de Ministros. Esta situación ha suscitado diversas reacciones. Por un lado, algunos condenamos este hecho. No obstante otras personas han pretendido  justificar  al agresor con argumentos falaces relacionados con su lejanía a la capital, o incluso han negado la afectación de la víctima haciendo referencia a su tendencia política. 

El hecho de que  no haya una condena unánime, y que sigan existiendo  excusas o justificaciones para este tipo de situaciones, particularmente a una autoridad política nos hace notar lo lejos que nos encontramos de la igualdad que buscamos. La lucha por la igualdad de los derechos no es una de carácter ideológico, la equidad solo se alcanza cuando incluye a todas las mujeres.

Han pasado 66 años desde que el primer grupo de mujeres obtuvo el reconocimiento de su derecho al voto. ¿Cuánto tiempo más tendrá que pasar para que podamos celebrar una igualdad real en nuestra sociedad?

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derechos, mujeres, pcm, Voto

Difícil definir la semana que pasó. Tal vez la mejor manera de hacerlo sería entender que los peores enemigos son los que están en casa. No se entiende como frente a una posición errática, poco orgánica, muy peleada, el oficialismo -que es más que el gobierno- decida ponerse tantas trabas y trazar una implosión desde su núcleo central. Va esta columna tratando de entender, desde lo que se conoce, qué se está cocinando hacia las próximas semanas.

El factor B

Después de haber obtenido la confianza en el Congreso, se podría prever que desde la PCM se trataría de articular algunos niveles de acercamiento político con los sectores que permitieron que se mantenga en el cargo. Ello no ocurrió, Por el contrario Bellido ha manejado un discurso que obvia esa necesidad de cercanía. Parece que realmente en sus cálculos hubiera preferido perder la confianza. El tema de género, levantado por él durante toda la semana (elegir para despacharse a sus anchas el programa de Belmont es una cerecita en un pastel bien amargo) le abrió una brecha mucho más amplia.

Con todo lo malo que ese flanco abrió, tal vez lo peor del PCM sea no entender cuál es el factor de unidad que genera en su gabinete. Decidieron sacrificar a Béjar, lo cual ha hecho que Béjar pase a ser casi un opositor y nadie quiere ello, y pusieron a Maúrtua, dos personas tan opuestas en su visión de la relación con el exterior que solo confirma que hay sectores que a Castillo le importa poco. Pero también, aparentemente, lo decidieron con Maraví, solo que éste decidió que no se va. Pasando por encima de su jefe directo además. Si Bellido salía a decir que él ministro salía, el ministro salía a decir que no gracias, que se quedaba y que Castillo sabrá hasta cuándo. Ese manejo con impericia con un gabinete que se sostiene por inercia es exactamente la antítesis de la acción de un PCM. 

Pero mejor mostrar nuestro espíritu misógino conversando con Belmont que tener un gabinete sólido y consolidado. Como Cecilia Méndez comentaba en La República el domingo llama la atención también que todo se centre en Maraví cuando tenemos ministros mucho más cuestionados o que deberían serlo como el MTC por ejemplo.

No se trata de cuántos votos sacaron en primera vuelta, que es un argumento muy comentado por analistas para empujar a Castillo y a su gabinete a ceder frente a todos, sino de que son gobierno. El serlo implica gobernar. El gobierno se hace dentro de un sistema de control político permanente. Patear el tablero descoloca a quienes desde adentro sí están apostando por un manejo lógico. Perú Libre, bajo Castillo, no tiene el espacio político para que esa suerte de soberbia genere algún nivel de consenso. Sí, es cierto que Lima no es el Perú. Para tampoco se puede decir que los ratios de aprobación del gobierno afuera de la capital sean maravillosos, apenas son aprobatorios. Entonces es indispensable un espíritu distinto.

Entonces mientras Bellido se mantenga en el gabinete, la posibilidad de tener un manejo más productivo de la PCM será cercana a cero. ¿Por qué no pensar en cambiarlo?  Ese es un misterio sin resolver aún.

El silencio de Castillo

El presidente no habla. Cuando lo hace son discursos cortos, sobre lo que le quiere, llenos de frases comunes y sin sentido de la coyuntura. Parece que su gabinete de asesores no le revisa las cosas que va a decir o no tiene ninguna idea de cómo funciona el Estado y sus instituciones. La mención a una institución de control que quiere crear, sin considerar que describía a la Contraloría, lo exponen innecesariamente y genera un vacío sobre otros temas de los que no quiere hablar.

La intermediación en este país no se basa en voceros sino más bien en discursos de fuente directa. Si Castillo no quiere hablar, pierde un flanco que será rápidamente lleno con voladas, imprecisiones e interpretaciones de los distintos analistas y opositores. Lo que este columnista no entiende es cuánto tiempo tomará para modificar esto, si es que lo hará y cómo la falta de comunicación directa minará más la percepción en la gente.

El Congreso y la oposición

Si desde el Ejecutivo se transmite un mensaje de no entender bien lo que hacen, la imagen concreta de la oposición es que saben bien lo que están haciendo. Y todos los caminos llegan a la ciudad vacancia. Aunque suene de locos siquiera pensarlo, la vacancia ya es una realidad que construir no solo desde los discursos más a la derecha del espectro, sino desde el centro moderado. Las últimas columnas de Augusto Álvarez y de Juan Carlos Tafur, por ejemplo, ya sin pudor deslizan esa posibilidad. Hay poco de base en querer vacar al presidente y es más anecdótico hoy, pero ya se está sostenidamente manteniendo un discurso complejo sobre el tema.

El problema no es la validez del argumento (particularmente pienso que no lo es), sino que en lugar de dar pelea política de frente, se busca borrar una forma no tan extraña de llevar el gobierno. Temas que antes pasaban por denuncias periodísticas en anteriores gobiernos -no por eso aceptables- hoy se flamean como banderas para sacar al gobierno. Si desde el Ejecutivo se amenaza con cuestiones de confianza, desde la oposición se retruca con la vacancia. Al medio muchos nos preguntamos por qué.

Pero además de la manera más torpe, desde la oposición se anula la posibilidad de debate. Las marchas convocadas, dos por semana, el levantamiento de temas que jamás han sido relevantes para ellos -lo del género es trágicamente cómico-, el mostrarse hipersensibles con todo lo que se haga desde el gobierno, lo que termina haciendo es evitar generar la confrontación desde la opinión pública. Sólo importa atacar todo. Poca adhesión real se va a conseguir si se cuestiona todo. Y lo relevante se va a diluir en un mar de nadas.

El confundir la crítica y el control político con la burla y la deslegitimación desde la oposición no contribuyen a ver las deficiencias en un gobierno que también se empeña en mostrarnos sus límites. Menudo escenario nos espera el futuro cercano. De pronóstico difícil. Pero también existe la certeza de que nada bueno va a salir de esto.

En resumen, nos parece difícil que con estos escenarios, la convivencia política y la estabilidad del país serán objetivamente temas con los que viviremos en los próximos meses. Estemos preparados.

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Congreso de la República, Lima, pcm, Pedro Castillo

A la hora en la que presenté esta columna, el Congreso continuaba el debate en relación al otorgamiento del voto de confianza del Gabinete presidido por Guido Bellido. Aunque la experiencia enseña que con nuestros Congresos uno nunca puede estar seguro, los indicios apuntan a que el PCM Bellido y su Gabinete obtendrán la confianza.

La exposición del PCM en el Congreso fue bastante pobre en cuanto a contenido. En eso, siendo justos, ha mantenido la línea de presentaciones de PCM anteriores: un paporreteo de números sin contexto y de ideas sueltas sin detalles sobre su implementación. No hubo ningún anuncio novedoso – si hubo sorpresas, fue en lo que no se dijo: no se hizo ni una sola mención a la aspiración de instaurar una Asamblea Constituyente. Una lectura desapasionada del texto no lo deja a uno con sabor a revolución. Fue un discurso, si no moderado, al menos mediocre en radicalismo.

Más bien, si el PCM buscó confrontar a sus opositores, no fue a través de ideas y propuestas, sino a través de gestos – especialmente su introducción en quechua y el acto de chacchar coca en el Pleno – claramente teledirigidos hacia una doble función: conectar con los sectores más excluidos de la población, y provocar al sector de la oposición más impulsivo y conservador a mostrar sus rancios complejos de superioridad capitalina. En lo segundo, al menos, está claro que tuvo éxito: que el Congreso no esté preparado – en pleno 2021 – para ofrecer traducción en simultáneo a un discurso en el segundo idioma oficial más hablado del Perú es risible. Y que haya gente que pretenda justificar tal negligencia, es francamente patético.

Cabe un paréntesis aquí para ilustrar la ingenuidad de parte de la oposición en este punto: haría bien la Derecha en entender que si este Gabinete ha sembrado confrontación, es porque espera cosechar insultos. El Gobierno está convencido de que el camino a la sobrevivencia pasa por una popularidad ganada a base de mostrarse despreciados por un establishment al que la población ya demostró en noviembre pasado que encuentra muy fácil odiar. Y ojo, no es una mala estrategia.

No discrepo con quienes consideran que este Gabinete no merece el voto de confianza. Comparto la repulsión de muchos conciudadanos por las aberrantes expresiones de empatía, y puede incluso interpretarse hasta admiración, de parte del PCM Bellido hacia Sendero Luminoso en sus redes sociales. Y si bien siempre he condenado el llamado “terruqueo”, en este caso particular, la abundante evidencia obliga a aceptar que varios integrantes de este Gabinete están para un interrogatorio en la Dincote, no para despachar en Palacio de Gobierno. Hay mérito en el argumento de que el poder del Congreso de negar confianza a un Gabinete está allí justamente para casos extremos como este, donde apremia la necesidad de cortar con un infiltración antidemocrática a fondo y desde la raíz.

Pero si bien el ciudadano ordinario puede darse el lujo de tomar posición en función de sólo sus principios, el estadista es siempre rehén de la realidad política – y esta indica que el Congreso pierde muy poco otorgando la confianza, y expone demasiado negándola. ¿Cuál es el punto de negar la confianza, y dejar al Congreso en posición extremadamente vulnerable frente a la amenaza de disolución, cuando Castillo igual podría designar otro Gabinete igual o más nefasto aún? ¿Y que se pierde otorgando confianza a un Gabinete cuyo rango de acción es de cualquier manera contenible por una oposición legislativa cómodamente mayoritaria?

No, los Congresistas hacen bien en no pisar el palito. Hay que elegir batallas, y esta no vale la pena. Más bien, se debe procurar que la victoria de Gobierno sea lo más pírrica posible. Mostrar los dientes, pero no morder: un voto de confianza, pero con reservas. Y reservar la pólvora institucional del Congreso para gastarla en los dos siguientes enfrentamientos, donde el flanco estará menos expuesto: la delegación de facultades y la inevitable interpelación y censura de varios ministros. En cuanto a lo primero, el Congreso debería negar facultades legislativas en materia tributaria y de reforma del sistema previsional, aludiendo la particular incompetencia técnica e inestabilidad del Gabinete, y en cuanto a lo segundo, el paredón debe empezar por los Ministros de Trabajo y de Energía y Minas, los peores de una camada francamente lamentable.

Ello no implica que otorgar la confianza no tenga un precio – uno que todos los peruanos deberemos pagar. Y es que el mensaje que se estará enviando es que mostrar simpatía pública por Sendero Luminoso ya no es más inaceptable en la política peruana. Que hay redención para el que elogió la violencia política – y la hay incluso sin que medie arrepentimiento. Las posibilidades que esa nueva realidad abre deberían llevarnos a todos a sombría reflexión.

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Guido bellido, pcm

Usted ha señalado en un reciente tuit que conoce de qué pie cojea el señor Guido Bellido. La pregunta entonces es obvia: ¿de qué pie?

Son varios aspectos. Tuve la oportunidad de compartir reuniones de trabajo con las comunidades que están en torno al corredor minero de Chumbivilcas y en el mismo Cusco [Arce ha asesorado a las comunidades que permanecen en conflictos sociales en este corredor, primero lo hizo de manera individual y luego como funcionario del Gobierno Regional de Cusco]. Más allá de su posición política, me genera mucha preocupación por su carácter y personalidad.

¿A qué se refiere?

Para empezar: se requiere una persona con capacidad de diálogo, tolerante, que genere consensos. Y esa persona no es Guido Bellido. Él es más bien una persona que tiene posiciones radicales, extremas. Él impone su posición. La legitimidad del reclamo [de las comunidades] existe. Pero yo me refiero a su falta de capacidad de dialogar, de buscar consensos, de hablar con la verdad. No es una persona con la que tú puedas dialogar, con la que puedas llegar a consensos. Él tiene una posición fija y se va a cerrar. Y menos es una persona que genere confianza.

¿Qué posición tenía usted y qué posición defendía Bellido en aquella oportunidad?

Nosotros planteamos una mesa de diálogo y la posibilidad de generar un fondo de desarrollo social, una especie de fideicomiso, donde intervenga el Estado, las empresas mineras, incluso gestionar financiamiento de cooperación. Y la insistencia de Bellido era seguir con las demandas, con los procesos judiciales. Y eso suena bien cuando estás frente a la asamblea comunal. La gente se emociona cuando escucha eso, entienden que van a lograr una indemnización y hasta pueden mandar a la cárcel a los funcionarios. Pero un proceso judicial es largo y la solución no es de corto plazo. Los técnicos tratábamos de explicar, porque apoyábamos a las comunidades, que el procedimiento judicial es largo, extenso y para lo que ellos tenían como expectativa no era un camino viable.

¿Podría dar un ejemplo de la poca tolerancia del señor Bellido?

Recuerdo bien su posición intransigente de querer imponer. Terminaron presentando esas demandas al Poder Judicial. Y el tiempo nos fue dando la razón, porque incluso vino la pandemia, han vuelto a bloquear la carretera [se refiere al nuevo conflicto social en Las Bambas, activo hace cinco días], siguen en el mismo problema y no hay mucha transparencia en la información que ellos manejan. Pero en esa interacción, su posición era de imposición y no generar diálogo. Él no fue dirigente de los frentes de defensa que están en Chumbivilcas, pero sí participaba en las reuniones. Entiendo que por ser chumbivilcano participaba como dirigente del Frente Único de Defensa de los intereses de Chumbivilcas. 

Ha señalado en un siguiente tuit “que la prensa le pregunte qué piensa de fusilar a los maricones”, porque recuerda que así se expresó en una reunión de noviembre del 2019.

Para mí fue chocante cómo él se expresó. Por eso sería bueno que le pregunten. Textualmente no sé cómo fue, pero definitivamente era una posición homofóbica de que deberían “fusilar a los maricones”. Eso es un tema anecdótico, podría entenderse como si fuese un chisme y esa no es mi intención. Acá hay un tema mayor: una persona homofóbica, que tiene aversión a la homosexualidad ¿Cómo va a abordar la educación con enfoque de género? ¿Qué va a pasar con esa política pública si hay mucha ignorancia? Con estas decisiones [nombrar a Bellido como premier], es una obligación hasta moral salir al frente. Quedarse callado es complicidad.

homofobia de bellido
Un tuit que pinta de cuerpo entero el nuevo premier.

¿Cuáles cree que son las consecuencias inmediatas de haber nombrado a una persona que usted califica como poco dialogante en la PCM?

El primer escenario es que el Congreso no le daría el voto de confianza y lo más grave es que estos grupos que no estuvieron de acuerdo con los resultados electorales, grupos golpistas, se van a sentir empoderados para preparar la tormenta perfecta para un escenario de vacancia. Eso no le conviene al país. Ya hemos vivido esa situación del 2016 al 2021. Castillo está agotando el crédito de credibilidad con la población.

¿Y las consecuencias a largo plazo, si se logra sortear al Congreso?

Un gabinete debilitado definitivamente, con poca capacidad de maniobra. Yo tengo una sospecha: Vladimir Cerrón tiene experiencia en las lides políticas y hay una tesis marxista que se llama la agudización de las contradicciones. Parecería que él estuviera poniendo en juego esa estrategia para generar el caos, la confrontación y, en ese ambiente, tener la posibilidad, por ejemplo, si le rechazan el pedido de confianza, de poner otro Gabinete. Luego tendrían un argumento para disolver el Congreso.

¿Lo ve posible?

Ese podría ser el objetivo, pretenden hacer una revolución, es una especie de autogolpe en el propio gobierno. Juegan con fuego definitivamente. No se dan cuenta que afectan al ciudadano de a pie y al sector más vulnerable del país. Todo por sus ambiciones políticas y por la notoria megalomanía del señor Cerrón.

Otro tema son las declaraciones del señor Bellido sobre Sendero Luminoso, organización a la que le cuesta calificar de terrorista, y su participación en un homenaje a la senderista Edith Lagos. ¿Cómo cree que van a reaccionar las Fuerzas Armadas y policiales?

Es un tema muy delicado. Él ya estaba limitado a ser parte de la comisión de Defensa e Inteligencia por la investigación fiscal de apología al terrorismo en su contra, y es notorio en entrevistas de las simpatías que podría tener con estos grupos. Ahí hay que zanjar abiertamente, por el daño que ha causado esa ideología demencial. Si como sociedad no hemos aprendido ese pasado y ahora tenemos un premier que simpatizaría con estas posiciones, deja muy mal paradas nuestras lecciones aprendidas y las recomendaciones de la Comisión de la Verdad.

Usted ya había criticado la alianza de Nuevo Perú con Vladimir Cerrón el 2019. ¿Este ha sido un nuevo error de Verónika Mendoza?

Ese fue el argumento con el que renuncié a la construcción de Nuevo Perú, el proyecto que yo tenía con Verónika Mendoza. Tuve que renunciar porque era imposible que nos aliáramos a un sentenciado por corrupción. Fue un momento muy difícil porque estábamos construyendo un partido político y eso tiene sus consecuencias. El resultado electoral es el epílogo y [Mendoza] tendrá que asumir ese costo. Lo que sí creo es que le han hecho un terrible daño a la lucha de sectores minoritarios de la población, postergados. El mensaje es terrible.

¿Qué significa el nombramiento de Bellido para esta alianza?

Lo primero es que Vladimir Cerrón es quien corta el jamón, es el poder bajo la sombra y es el que está tomando las decisiones. Es más que evidente. Y deja muy mal parados a sus socios políticos, a quienes respaldaron, a los que le dieron una carta fianza para su gestión. Y desdice mucho de lo que Castillo dijo ayer. No es coherente el discurso del mensaje a la nación con una persona que tiene esos problemas. Es riesgoso. Lo grave es que han hecho estas alianzas buscando una cuota de poder, pero no han puesto ninguna condición. Y ahora tienen que asumir su responsabilidad.

¿Usted votó por Castillo?

Yo promoví el voto viciado. Si bien es cierto tenía dudas con Castillo, con Keiko teníamos certezas. Quise votar por Castillo…

¿Y qué lo detuvo?

Traté de que deslinde de Vlamdir Cerrón. [Si lo hacía], no hubiese necesitado todo el período de incertidumbre en el resultado electoral, porque la votación hubiese sido contundente y ganaba de lejos. Castillo optó por seguir al lado de Vladimir Cerrón y ahora se confirma: no era el portero, era el dueño de las llaves.

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