Otro factor que contribuyó al ocaso de las ideologías fue la globalización y la creciente interconexión de la economía mundial. La apertura de los mercados y la liberalización comercial generaron nuevas dinámicas y desafíos que las ideologías tradicionales no estaban preparadas para abordar.
Además, la complejidad y diversidad de la sociedad contemporánea dificultó la capacidad de las ideologías para movilizar a la población en torno a una visión común del futuro. La fragmentación social y la multiplicidad de intereses y demandas individuales y colectivas hicieron difícil la construcción de una identidad colectiva y un proyecto político compartido.
Por otro lado, el surgimiento de nuevas formas de comunicación y la democratización de los medios de información permitieron una mayor pluralidad y diversidad de opiniones y puntos de vista. Esto dificultó la hegemonía de las ideologías tradicionales y permitió la aparición de nuevas corrientes y discursos políticos y sociales.
En este contexto, el individualismo y la apatía política se han convertido en rasgos característicos de la sociedad contemporánea. Muchas personas se sienten desencantadas con la política y con las ideologías tradicionales, y prefieren centrarse en sus intereses individuales y en su bienestar personal.