Colombia

La izquierda latinoamericana ha involucionado y se ha enemistado con los criterios de libre mercado, que son los únicos capaces de asegurar el crecimiento económico y, por ende, la reducción de la pobreza y la disminución de las desigualdades.

En esa tesitura, han conducido a sus países a la pobreza, el estancamiento y, en el peor de los casos, a las dictaduras más desembozadas (es el caso de Nicaragua y Venezuela). El socialismo del siglo XXI ha conllevado al atraso de la región y al debilitamiento corrosivo de la democracia.

El Perú debe mirar con especial atención ese espejo regional y reconvenir sus términos. No dejarse llevar de las narices por grupos minoritarios violentistas y hacer pedagogía ideológica para que el pueblo no se deje sorprender por razones extrapolíticas, como sucedió el 2021, y que nos llevó a una calamidad de la que felizmente nos libramos por obra y gracia de la torpeza castillista.

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América Latina, Argentina, Chile, Colombia, Gabriel Boric, Izquierda, izquierda latinoamericana, Nicaragua, Pedro Castillo, socialismo, Venezuela

La centroderecha tiene que cambiar de discurso y narrativa rápidamente si no quiere que el ciclo de las izquierdas en la región dure más tiempo del debido y convierta a Latinoamérica en un polo regional de atraso y retroceso, un ejemplo mundial de fracaso en la puerta del horno.

En el Perú por lo pronto no hay ni visos de renovación de la centroderecha. Siguen dispersos, el único disruptivo es López Aliaga, el resto solo repite las monsergas del establishment pre Castillo, inconscientes de que ese discurso ya no cala en los sectores populares decisorios.

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Colombia, Gustavo Petro, Pedro Castillo

Como candidata, Francia sabe que se enfrenta a la muerte. La campaña mediática terruqueadora, fascista y racista contra Francia Márquez ha expuesto la debilidad y pánico de la derecha colombiana que está a punto de perder el poder. Las derechas son iguales en todas partes: cobardes. Y sabemos que la derecha colombiana asesina, por eso un grupo de mujeres de izquierda en EEUU nos hemos organizado en el Frente de Mujeres Internacionalistas por la Justicia y la Paz para exigir garantías para su vida, esfuerzo que debería ser replicado en otros países.

Francia dice que lucha para “vivir sabroso en Colombia”. Vivir libres del capitalismo que violenta la vida y la tierra. Vivir con armonía, con igualdad y dignidad. Ese movimiento está forjando el camino para una izquierda auténtica como la que necesitamos en el Perú, una que esté libre de lideres/as escogidas para tranquilizar los miedos de la clase media y libre de agendas impuestas por el poder económico. Ha llegado el momento de vivir sabroso para los y las nadies en Colombia y pronto llegará el nuestro. 

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Colombia, Francia Márquez Mina, sociedad

 

Hablar sobre el aborto o interrupción del embarazo es un tema muy tenso en el Perú. Buena parte de la población peruana, usualmente de formación católica o evangélica, se opone tajantemente porque lo considera tanto crimen como pecado. Otra parte de la población, considera que puede haber razones válidas para llevarlo a cabo en las primeras 14 semanas, pero que se trata de un tema íntimo a la par que violento y por ello es mejor esconderlo. Tocar el tema entonces, es per se una agresión que, apenas salta a la luz, de inmediato se debe acallar. Es una cuestión de creencias encontradas que puede dividir familias, separar amistades y enfrentar movimientos anti aborto contra las marchas a favor de un aborto libre. No se habla en los colegios ni en las universidades, la prensa escrita se atreve en tanto replica noticias de otros países, pero no lo discute el periodismo televisivo. La prensa religiosa es además muy dura cuando trabajadoras del sector eclesial comparten alguna publicación en redes sociales a favor del aborto libre.

Los estudios de las organizaciones que defienden el derecho de las mujeres sobre su cuerpo se acumulan desde la década de 1970 en el Perú, pero el aborto continúa penado desde 1863. Es cierto que desde 1924 se declara fuera de castigo el aborto terapéutico, pero fue ignorando hasta que recién el año 2014 se aprobó el reglamento para que pudiera ejercerse. Así que hasta hoy sólo es aprobado cuando es el único medio para salvar la vida o evitar un daño grave y permanente en la salud de la mujer, quedando como delito cuando el embrazo es producto de una violación sexual, cuando existen malformaciones fetales incompatibles con la vida extra uterina, y cuando se trata de una inseminación no consentida.

Como señaló Elizabeth Salazar Vega (Ojo Público, 2019), en nuestro país, las mujeres y adolescentes que sólo lo pueden realizar de manera ilegal son perseguidas por el Estado. Y quienes las denuncian son las personas a quienes acuden precisamente a buscar ayuda: personal de hospitales, policías y fiscales. Son ellos quienes las denuncian amparados en los artículos 114 y 120 que establecen desde tres meses hasta dos años de cárcel para ellas. ¿Y por qué lo hacen? Porque el artículo 117 establece que los profesionales que “abusen de su ciencia o arte para causar el aborto”, tendrán pena privativa de libertad de 1 a 5 años, dependiendo del consentimiento de la paciente, y serán inhabilitados para ejercer su profesión y privados de grados policiales, títulos honoríficos y demás distinciones propias de su oficio.

Desde fines de los años 90 en adelante, el espacio donde sí se discute a pesar de que no quisieran muchos congresistas, es en el ámbito legislativo. Pronto sabremos del debate en la comisión de Justicia y Derechos Humanos, pues en diciembre del año pasado, congresistas encabezados por Ruth Luque presentaron nuevamente el proyecto de Ley para despenalizar el aborto por violación, y una semana después, la congresista pastora evangélica María Jáuregui, presentó como contraparte el proyecto de Ley que reconoce los derechos al concebido.

Colombia aprobó el aborto el año 2006. Lo que ha ocurrido el lunes pasado es que la Corte Constitucional lo ha despenalizado hasta la semana 24, acción que se ha celebrado en la región, pero que levantó preguntas en las redes del por qué se aprobó hasta el segundo trimestre del embarazo si, como es sabido, es un estado de gestación que pone en riesgo la salud, es más doloroso e implica una prolongada recuperación. La Corte no puso plazo por dos razones: porque hay casos en los que la vida de la madre se pone en riesgo recién al final de la gestación, como en el caso de la mortal preeclampsia que solo se puede diagnosticar después de la semana 20. Y porque son tantos los obstáculos que establecen muchas veces las familias y las instituciones, públicas y privadas, que el plazo de 14 sólo se cumple en los países donde los programas llevan décadas y el personal está capacitado. Colombia ahora pondrá sus esfuerzos en la educación sexual. Ojalá que aquí perdamos miedo de mentarlo y aprendamos a escuchar.

 

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Aborto, Colombia

El trabajo en equipo es clave para lograr los objetivos con óptima calidad. Eso lo sabe muy bien, por ejemplo, nuestra selección nacional que esta tarde del 28 de enero juega contra Colombia esperando colocarse en zona de clasificación al Mundial de Qatar 2022.

Si bien sabemos que necesitamos de un buen trabajo en equipo, no siempre los líderes de área saben gestionarlos de la mejor manera. David Laurent, economista conductual, explicó a Sudaca que el modelo de liderazgo transformacional plantea cuatro características imprescindibles: consideración individualizada, influencia idealizada, estimulación intelectual y motivación inspiracional.

La consideración individualizada se refiere a que un líder debe tratar a cada persona como individuo y no como un todo por igual. “Por ejemplo, Gareca no puede tratar a todos los jugadores por igual porque algunos son más disciplinados que otros, algunos son más introvertidos o más extrovertidos y a cada uno seguro le tendrá que hablar en un tono distinto”, ejemplifica Laurent.

La influencia idealizada significa que la manera en la que se comporta el líder, decanta en el comportamiento de su tribu. “El líder que cree en los objetivos planteados debe demostrarlo, pues probablemente contagie a su equipo”, indica el economista conductual.

Sobre la estimulación intelectual, Laurent explica que el líder debe retar a su equipo a conocer más, a aplicar sus conocimientos en pro del objetivo. “Esto se vio, por ejemplo, cuando Gareca empezó a dirigir a la selección peruana y la retó a salir jugando, ya no al pelotazo. Esa es una estimulación intelectual porque estás retando las habilidades hacia un estilo de juego distinto”, indica.

Finalmente, la motivación inspiracional implica hacer soñar al equipo. “Si lo llevamos a términos futbolísticos, es motivar al equipo a imaginarse en el Mundial. A imaginar que todo el mundo los está viendo, que le regalan alegrías a mucha gente. Esto ayuda a que las personas crean en el objetivo”, explica Laurent.

¿Cómo plantear objetivos en los que el equipo crea?

El experto recomienda utilizar el método clásico del Smart. Se trata de plantear objetivos específicos, medibles, alcanzables y que tengan un horizonte de tiempo específico. Además, Laurent recomienda ir paso a paso, es decir, no tener demasiados objetivos en la mira al mismo tiempo.

Es importante considerar que una vez  que los objetivos estén definidos, tarea importante del líder es mantener el equipo unido. “Gran parte del tiempo, el líder resuelve problemas interpersonales. Eso significa motivar a un equipo si no se alcanzan los objetivos propuestos. Una de las cosas que más desmotiva es el que no se reconozca tu trabajo y no que no se visibilice tu trabajo. Entonces, si un equipo no ha llegado a los objetivos, visibilizar lo que se ha logrado y continuar”, finaliza el experto.

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Colombia, Eliminatorias 2022, Perú, Qatar

Desde diversos ángulos y perspectivas, gran parte de la obra narrativa del escritor colombiano Juan Gabriel Vásquez (1973) constituye una exploración consistente y rigurosa en ese fragoroso pantano histórico que representa la violencia en el presente y la memoria de los colombianos.

El año 2015 apareció La forma de las ruinas, una ambiciosa novela que intentaba reconstruir y unir, de manera fragmentaria, dos magnicidios que marcaron la historia de Colombia: el asesinato del líder liberal Rafael Uribe Uribe, acaecido en 1914 y en 1948 el del reformista Jorge Eliecer Gaitán (que aquí sería un despreciable caviar según algunos doctos con tribuna), crimen que daría pie al “Bogotazo”.

Algunos de sus libros anteriores, como los cuentos de Canciones para el incendio (2018) y las novelas Las reputaciones (2013) y El ruido de las cosas al caer (2011) conceden a la experiencia de la violencia, en formas varias, un lugar central en su tramado. Hoy que hemos cerrado Volver la vista atrás (2020) su más reciente novela, la tentación de definir este corpus como una suerte de diálogo coral es grande y se justifica por la presencia de la violencia y sus efectos como columna vertebral.

Sin embargo, Volver la vista atrás tiene elementos novedosos, en relación con el universo al que Vásquez nos tenía acostumbrados. El más significativo es que los materiales que sirven de base a la narración son reales, es decir, provienen de lo fáctico y corresponden mayormente al testimonio-memoria del cineasta colombiano Sergio Cabrera (director de ese gran clásico que es La estrategia del caracol, 1993) que se divide en dos vertientes: el recuerdo de su padre, Fausto Cabrera, un catalán que huyó de la España franquista para recalar en Colombia; y la narración formativa de los años que pasaron el cineasta y su familia en la China de Mao, país donde Fausto reforzó su convencimiento revolucionario y tanto el cineasta como su hermana lograron el estatus de guardias rojos.

Es decir, el relato de base es la historia de una familia convertida a un ideal revolucionario y luego de abandonar China para volver a Colombia, integrada tanto a acciones de apoyo y logística (en el caso de los padres) como a la guerrilla (en lo que respecta a Sergio y a su hermana). A ese material se suma otro, producto de las pesquisas del propio escritor y del contacto con otros personajes aludidos a lo largo de la historia.

Anota Vásquez en la nota de autor: “Volver la vista atrás es una obra de ficción, pero no hay en ella elementos imaginarios. Esto no es una paradoja, o no lo ha sido siempre”. Basado en la autoridad enciclopédica de José Cuervo, apela con elocuencia a una acepción del verbo fingir: modelar, diseñar, dar forma a algo. Y añade: No es distinto lo que he intentado en estas páginas: el acto de ficción ha consistido en extraer la figura de esta novela del gigantesco pedazo de montaña que es la experiencia de Sergio Cabrera y su familia” (p.473).

Esta es pues una narración que sale del archivo familiar y aspira a convertirse en documento de una época en la que actividades como la guerrilla no estaban todavía sujetas al imperio moral y la justificada condena que pesa hoy sobre la violencia política como arma de transformación social. La novela prescinde de juicios de carácter moral sobre el relato de las peripecias familiares; del mismo modo, tampoco intenta cubrir con una pátina de romanticismo todas las correrías que pasan los personajes. Hay un logrado equilibrio en una novela que, lo digo sin resquemor, tiene todo para viajar al ecran.

Es octubre de 2016 y Sergio Cabrera está en Barcelona, presto a recibir un homenaje por su trayectoria cinematográfica, cuando se entera de la muerte de su padre. A partir de ahí se desencadena una historia llena de aventuras y desplazamientos que no impiden ver el fondo del asunto: esa curva que va del aprendizaje y entusiasmo revolucionarios a la más profunda decepción. Oportuna aparición en un momento como este, en que nada es más deseable que la paz para Colombia.

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Colombia, Juan Gabriel Vásquez

Todos los días, de lunes a viernes, Alexandra Ames, David Rivera y Paolo Benza discuten los temas más importantes del día por Debate. En nuestro episodio número 123: El fujimorismo teniendo que ceder a condiciones de debate “de visita”. Analizamos el debate y la última encuesta de Ipsos. ¿Le alcanzará a Keiko o va muy lento? ¿Y ya llega Sinopharm?

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