Cada año, la llegada de Semana Santa representa una fecha importante en el calendario nacional. Motivados por las creencias religiosas o el deseo de realizar turismo interno, miles de peruanos esperan con ansias por este feriado largo y, conscientes de esta expectativa, las empresas de turismo compiten por ofrecer el paquete de viaje más atractivo. Sin embargo, la mala suerte en la elección de la empresa que organizará el viaje puede llevar a que unas vacaciones soñadas por Semana Santa se conviertan en una pesadilla de cuatro días.
Este fue el caso de 54 personas que vieron cómo un prometedor viaje a Ayacucho por Semana Santa y recorrido turístico se convertía en una tortuosa experiencia que hasta la fecha no tiene un desenlace y los mantiene en incertidumbre. Sudaca pudo conocer los detalles de este viaje que pone en el ojo de la tormenta a la empresa Quovadis y el trato a sus clientes.
Un viaje inolvidable
En los primeros días de marzo, un mes de Semana Santa, Raúl Almonacid Sara y seis amigos decidieron aprovechar el feriado largo para viajar en grupo y conocer Ayacucho. Con la intención de tener un viaje memorable, el grupo de amigos empezó a buscar paquetes turísticos que les permitan disfrutar de lo mejor esta ciudad tan popular para estas fechas.
Fue durante esa búsqueda que se toparon con la oferta de la empresa Quovadis y su prometedor itinerario que, por doscientos treinta soles, incluía recorridos turísticos, guías y hasta entradas a un festival. Además de la detallada agenda, la propuesta de Quovadis les aseguraba que el bus que los llevaría hasta Ayacucho contaría con calefacción, aire acondicionado y baño. No obstante, la experiencia para Raúl, sus amigos y el resto de los 54 viajeros fue muy distante a lo prometido.
«El día miércoles a la tarde nos pidieron estar puntuales», recuerda Raúl sobre el día previo al viaje. Sin embargo, luego del esfuerzo hecho por él y su grupo para llegar a tiempo tras salir del trabajo, se llevaron la primera sorpresa desagradable al llegar al punto de encuentro en el Campo de Marte. «Llegamos nueve en punto y el bus no llegaba. Cuando nos comunicamos, la empresa nos decía que ya iba a llegar», relata Raúl y agrega que el bus partió a las diez de la noche, una hora después de lo señalado en el itinerario.
Aunque un retraso en el horario de partida podría ser una molestia tolerable, los nuevos inconvenientes no tardaron en aparecer. «Por el tráfico y el calor intenso solicitamos que se prenda el aire acondicionado, pero nos dijeron que estaban teniendo una falla en el sistema y que podíamos abrir las ventanas», cuenta Almonacid Sara. «Si ofrecen unidades nuevas que cuentan con aire acondicionado, deberían enviarnos unidades de ese tipo», agrega Raúl y explica que, además, tenían problemas para abrir las escotillas para que ingrese aire.
Los pasajeros, incómodos por el inclemente calor del verano, no dudaron en pedir explicaciones a la empresa por los compromisos incumplido y, lejos de encontrar una disculpa, recibieron una insólita respuesta. «Lo que de verdad indignó a la gente fue que cuando reclamamos por el aire acondicionado. «Esa es la idea. Politos mojados» fue su respuesta», cuenta Almonacid Sara.
Tras una respuesta que fue considerada una burla y la indiferencia ante los constantes reclamos, los pasajeros increparon al chofer con la esperanza de obtener alguna explicación y que se les cambie a un bus que ofrezca las condiciones que les ofrecieron cuando pagaron, pero este les manifestó que la empresa tampoco respondía a sus intentos de comunicarse.
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— Cristian Rebosio 💚 (@crebosio95) May 5, 2023
Para mayor indignación de los pasajeros, los problemas se incrementarían con el paso de las horas. Según relata Almonacid Sara, el viaje empezó a tomar más tiempo de prometido. «Aproximadamente a las cuatro de la mañana me levanto y veo que seguimos en la Panamericana sur. En prácticamente seis horas seguíamos en la Panamericana sur, un recorrido que en el regreso la pasamos en dos horas», explica.
«Durante el viaje vimos que el bus no iba a más de quince kilómetros por hora y, además, cada hora se paraba por lo menos quince minutos para enfriar el motor. Se detenía en un riachuelo y le echaban agua al motor para que enfríe», cuenta Raúl sobre las demoras en el viaje a Ayacucho.
Los interminables problemas empujaron a que un grupo de pasajeros tome una postura drástica y exija al chofer ponerse en contacto con la empresa para que les envíen un bus nuevo que recién llegaría a las cuatro de la tarde del jueves. Sin embargo, el viaje en este nuevo vehículo no sería un deleite para todos debido a que este bus tenía menos asientos y varios pasajeros debieron viajar parados.
«Hemos llegado a las siete de la noche a la ciudad de Ayacucho. Pero, antes de llegar, el chofer nos dijo que la empresa no le había depositado el total del viaje y que mientras no le depositen el total no abriría la bodega con las maletas», explica Raúl sobre el nuevo problema con el que tuvieron que lidiar durante el viaje y agrega que recién se solucionó el percance con el chofer cuarenta minutos después de haber llegado a Ayacucho.
Más promesas incumplidas
Tras un accidentado viaje, muchos de los pasajeros exigieron la devolución de su dinero. No obstante, la postura de la empresa no mostraba predisposición para escucharlos y, por el contrario, hasta parecían querer intimidarlos. «Llegó el representante y nos dijo que había hablado con el abogado y este les había dicho que no ofrezca nada y que si queríamos hacer la denuncia correspondiente que la hagamos porque al final no teníamos las de ganar», recuerda Raúl.
Resignados ante la actitud de la empresa y con la intención de disfrutar los tres días que restaban, los clientes de Quovadis aceptaron la devolución de cincuenta soles que les ofreció el representante de la empresa y la reprogramación de los tours prometidos. Sin embargo, las promesas seguirían siendo incumplidas. «Llegó el día viernes y esto tampoco se cumplió. El bus llegó once de la mañana (una hora tarde), salimos y llegamos prácticamente a la una. Hicimos un tour rápido y el bus recién partió a las tres y media para llegar a Ayacucho a las cinco de la tarde», cuenta Raúl.
La situación no mejoró para el día domingo. El bus que los llevaría de regreso a Lima también llegó tarde y el representante de Quovadis que les entregaría los cincuenta soles nunca apareció. «Como entro a trabajar a las siete de la mañana, no podía esperar que la empresa venga a la hora que se le de la gana a entregar el dinero. No podía perder un día de trabajo. Preferi partir y que en Lima nos hagan el depósito del dinero», explica Almonacid y agrega que la mayoría de pasajeros adoptó esa misma postura, aunque su desconfianza aumentó al percatarse que en las boletas figuran que el pago hecho a Quovadis fue de cero soles pese a que todos hicieron el depósito correspondiente en la cuenta bancaria de dicha empresa.
Ha pasado cerca de un mes de aquel viaje y los afectados siguen siendo ignorados por la empresa Quovadis cuando piden la compensación prometida. «Nos han dicho que no pueden hacer el depósito porque ha ocurrido un accidente con una de sus unidades y están pagando el seguro y compensando a los pasajeros. Dijeron que están esperando tener otros ingresos para hacer el depósito», explica Raúl sobre la excusa que les dieron en una de las pocas oportunidades que se comunicaron.
Sudaca consultó con Martín Cuellar, abogado especialista en defensa del consumidor, para conocer los pasos que podrían seguir los clientes de esta empresa. «Si es posible el reembolso total. En la negociación directa pueden concederse una serie de compensaciones, pero si no existe esa voluntad necesariamente se tiene que ir a Indecopi para velar por el derecho de recibir un servicio acorde a la contratación», explica el abogado.
Según la web de Sunat, Empresa de Transporte y Multiservicios Quovadis S.A.C. empezó sus actividades en abril del 2013. Además, acorde a su perfil en redes sociales, se ha encargado de organizar viajes por Semana Santa durante años anteriores.
Ante la indiferencia de la empresa Quovadis, Raúl y los más de cincuenta pasajeros que fueron a Ayacucho ven con poca esperanza la posibilidad de recibir algún tipo de compensación por un viaje por Semana Santa que prometía ser una experiencia inolvidable y terminó siendo un viacrucis a Ayacucho. Sudaca intentó comunicarse con los representantes de Quovadis, pero no obtuvimos respuesta hasta el cierre de este informe.