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Verónika Mendoza archivos | Sudaca - Periodismo libre y en profundidad

Verónika Mendoza

Desde hace varios lustros, hemos sido espectadores de una corriente ideológica autodenominada progresista que por paradójica que suene, ha sumido en la pobreza a los pueblos que han tenido el infortunio de sufrir este tipo de gobiernos.

Según la Real Academia de la Lengua Española (RAE), progresista es un adjetivo “Dicho de una persona o de una colectividad: De ideas y actitudes avanzadas”. Así, la misma RAE define a la palabra progreso con sinónimos positivos como prosperidad, mejora, mejoría, avance, adelanto, bonanza, crecimiento, desarrollo, entre otros.

De manera sagaz, hipócrita y pretenciosa, la izquierda socialista ha cambiado su etiqueta de socialismo por la de progresismo, que como vemos, tiene connotaciones muy positivas, alejadas de aquellas que relacionan al socialismo con dictadura, pérdida de libertades, pobreza, presos políticos y delincuencia de Estado.

Así, con la nueva etiqueta de progresistas, los mismos políticos socialistas salen a vender el mismo discurso de siempre, prometiendo reducir brechas cuando en realidad las incrementan, alardeando de mayor inclusión cuando fomentan la discriminación al que no sigue su discurso único, y ofreciendo una repartición de la riqueza más justa cuando la verdad es que solo reparten más pobreza.

Es una pena que tan bella palabra haya sido apropiada por el discurso de izquierda y que ya no pueda ser usada por la derecha, porque también, del otro lado, existe la intransigencia de excluir como de derecha, todo aquel que se haga llamar de derecha progresista. No eres de derecha si no eres conservador, apuntan.

La lucha de las ideas y del posicionamiento político efectivo van a tener que ser muy finas hacia las próximas elecciones presidenciales del 2026. 

La izquierda seguirá presentándose como progresista aún con candidatos radicales, de allí la importancia de encontrar una contra narrativa que cale en la población, por ejemplo, llamándolos por lo que realmente son, pobresistas, porque lo único que causan es más pobreza y enfrentamiento entre los ciudadanos. 

Pero esto no es suficiente. Se requiere también buscar con inteligencia, aquella que está en nuestros cerebros pero que también se encuentra en los estudios de mercado, un discurso firme y efectivo de la derecha liberal, que pueda trasmitir conceptos simples pero positivos como bienestar, respeto, iniciativa, paz, seguridad y a la vez desligarse de la connotación negativa que la izquierda aprovecha muy bien, de tildar de neoliberal a todo aquel que se diga de derecha.

Tareas nada simples si además contemplamos, con desolación, la enorme cantidad de posible oferta presidencial de candidatos que están en esa línea, que más que pensar en una coalición liberal, prefieren al cacicazgo de mini partidos con la esperanza que un 8% los lleve a segunda vuelta. Así, más cerca estaremos de una disyuntiva Antauro Humala versus Carlos Alvarez, que de alternativas democráticas de centro-izquierda o de centro-derecha.

Aunque aún hay tiempo, nos quedan menos de 27 meses para las elecciones, construir una alternativa conjunta y democrática del centro a la derecha liberal, va a costar desprendimientos de los egos presidenciales y mirar nuestros actos como una suma de individuos que compartimos principios en la búsqueda de un mejor bienestar para nuestra gente, y en especial, de los que más lo necesitan.

 

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izquierda peruana, políticos, progresista, Verónika Mendoza

No solo la derecha, con su fragmentación e inopia, está contribuyendo a que en las próximas elecciones presidenciales sea la izquierda radical, disruptiva y antisistema, la que capture el protagonismo (no sorprendería una segunda vuelta entre dos candidatos de ese perfil), sino que también pone de su parte la llamada izquierda “moderna”, que brilla por su silencio.

Verónika Mendoza, la lideresa de este sector ideológico del país, ha decidido administrar su opacidad y aparecer solo en contadas ocasiones, dejándole la cancha servida a sus rivales políticos (porque la izquierda radical, sobre evidencia, aborrece a los llamados “caviares”).

Y sus principales figuras casi no aparecen. Muy de vez en cuando lo hace Sigrid Bazán, pero, sobre todo, para alentar proyectos laborales antiempresariales. No se le ha visto nunca protagonizar algún acalorado debate con sus vecinos de bancada, los fragmentos de Perú Libre, hoy asociados al fujimorismo y al acuñismo, con desparpajo.

Entre los grandes problemas que las encuestas refieren que preocupan en mayor medida a la ciudadanía, figura, de modo particular, la creciente crisis económica. ¿Alguien ha visto a Humberto Campodónico, Pedro Francke, Oscar Dancourt, Kurt Burneo o algunos de los muchos economistas de izquierda, prodigarse en los medios para plantear alternativas de solución? No aparecen.

En los temas de seguridad sí tienen presencia, pero es a título personal, no hay una postura partidaria que proponga alternativas de salida a este gravísimo problema social. Frente al llamado “plan Boluarte” o ante el pedido de facultades delegadas, esta izquierda no dice nada relevante.

Si la idea es guardar combustible para las elecciones están cometiendo un grave error. Porque no es que tengan un capital político que deban atesorar. Al contrario, no tienen esos activos, y, más bien, deben buscar tenerlos a punta de hacer política, lo que incluye alcanzar algún protagonismo mediático, cosa que no están haciendo.

Entre la centroderecha torpe y fragmentada y la izquierda moderada, ausente y vacua, le están dejando la pista libre a los aventureros radicales, que cosecharán el inmenso descontento existente y el hartazgo ciudadano con el statu quo.

 

 

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elecciones presidenciales, Izquierda Radical, Participación Política, Verónika Mendoza

La izquierda, en el futuro inmediato, va a ser dominada por el radicalismo. El colapso de las políticas públicas hará que la ciudadanía busque en los próximos comicios un candidato antisistema, no una agrupación acomodaticia como la que Verónika Mendoza o alguien similar podría querer representar.

No es una buena noticia, sin duda, para la democracia peruana, que una eventual izquierda moderna colapse, pero en este caso hablamos de un suicidio político, desplegado por intereses menudos, errores estratégicos, cálculos torpes y la proverbial indefinición de su lideresa.

La izquierda moderna murió en el Perú por acción propia. No fue resultado de una campaña de demolición de la derecha, de los medios, de los grupos empresariales, de la CIA o de algún sabotaje internacional. Fue obra y gracia de su cúpula cortoplacista, miope y dominada por intereses menudos de poder a cualquier precio, sin importar los principios y sin medir las consecuencias.

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Diana Miloslavic, pcm, Presidente Castillo, Verónika Mendoza

“Sin la unidad de la bancada de Perú Libre, no se va a llegar a un entendimiento hacia afuera con otros partidos”, le dijo Vladimir Cerrón a Pedro Castillo en la reunión que tuvieron en Palacio el 6 de diciembre, de acuerdo a una fuente del lápiz. Con esta frase, el líder de Perú Libre rompió el hielo y apostó a la reconciliación con el presidente, mientras la vacancia sobrevolaba el ambiente. 

Cerrón planteó, además, un nuevo pacto con Castillo, en el que el partido oficialista recobre protagonismo, y se sumen otras agrupaciones como aliadas. “Cerrón habló de la necesidad de impulsar un nuevo acuerdo político entre el gobierno y Perú Libre. Unirse más para que puedan coordinar mejor con los otros partidos”, asegura una fuente con conocimiento de lo que allí se habló. 

Vladimir Cerrón-Perú Libre-Presidencia
Vladimir Cerrón Rojas, líder de Perú Libre, en Palacio de Gobierno para reunirse con el presidente Pedro Castillo, el 6 de diciembre. Foto: Presidencia.

En la cita también estuvieron los parlamentarios Jaime Quito, Guido Bellido y Kelly Portalatino. Duró aproximadamente una hora. Después se sumaron otros líderes políticos, como José Luna Gálvez (Podemos), Patricia Li (Somos Perú) y Rodolfo Pérez (Partido Morado).

Cerrón y Castillo hablaron de unidad en medio de la división de la bancada de Perú Libre en el Congreso. Las diferencias han sido evidentes en la votación de hoy jueves para la moción de censura contra la presidenta del Congreso, María del Carmen Alva. Un grupo de legisladores -la mayoría afines a Cerrón, como su hermano Waldemar y Guido Bellido- marcó abstención, aunque otros del ala dura -como Silvana Robles y Jaime Quito- votaron a favor. En el ala magisterial también hubo diferencias marcadas: Edgar Tello se abstuvo, mientras que Luis Kamiche votó a favor. 

Guillermo Bellido - Mari Carmen Alva
Captura de video donde se aprecia el saludo del congresista de Perú Libre, Guido Bellido, a la presidenta del Congreso, María del Carmen Alva, tras salir airosa de una moción de censura. Bellido votó en abstención.

El respaldo de un sector del oficialismo a la accionpopulista Alva coincide con el objetivo de Perú Libre de sumar a más partidos en un nuevo Gabinete, siempre bajo el dominio del partido de Cerrón y Castillo. “Nada de un poder compartido con otros. Para coordinar mejor, Perú Libre y el presidente tienen que liderar”, dice una fuente del lápiz.

El ingreso de más partidos al Gabinete tiene como objetivo restarle poder a Verónika Mendoza, la lideresa de Nuevo Perú que hoy tiene tres ministerios (Mujer, Comercio Exterior y Turismo, y Economía y Finanzas) y es considerada una adversaria por el bloque duro del lápiz. Mendoza no se reúne con el presidente desde el 5 de noviembre pasado, según el registro de visitas de Palacio. Una fuente de Nuevo Perú asegura que la relación entre el presidente y la excandidata se ha enfriado, y que no ha habido mayor coordinación en las últimas semanas de crispación política. 

Verónika Mendoza
Verónika Mendoza Frisch, lideresa de Nuevo Perú, en la mira de Perú Libre en las conversaciones con Pedro Castillo. Foto: Facebook de Verónika Mendoza.

CIRUGÍA EN EL GABINETE

El acercamiento entre Castillo y Cerrón del 6 de diciembre tuvo preparativos. El 23 de noviembre el mandatario se reunió con Waldemar Cerrón, el vocero de la bancada. Ahí puso en bandeja de plata la cabeza de Auner Vásquez, el poderoso asesor presidencial que promovía el distanciamiento con el ala dura de Perú Libre, como reportó Sudaca. Castillo -entonces con la soga al cuello por la vacancia- ofreció la cabeza de Vásquez a los cerronistas como una rama de olivo, de acuerdo a una fuente conocedora de estas tratativas. La renuncia de Auner Vásquez se hizo efectiva el 3 de diciembre pasado.

Además de la salida de Vásquez y la caída de Bruno Pacheco, ambos asesores vilipendiados por el lápiz, Castillo recibió en Palacio a Roger Nájar. El dirigente de Perú Libre visitó al presidente el 2 de diciembre, en plena crisis política. Nájar es uno de los pocos que tiene buena comunicación con Castillo y Cerrón. Y ha sido convocado por el jefe de Estado en otros momentos de tensión política. 

Luego de esos encuentros, y ya con la cancha despejada, Cerrón no vio inconveniente en entrar por primera vez a Palacio de Gobierno. Y lo hizo por la puerta principal. Castillo, bajo la premisa de que necesitaba los votos de los cerronistas para salvar el cuello, recibió a la delegación encabezada por el secretario general del partido.

“Hablamos de cumplir el programa que se planteó en campaña y que el gobierno haga un trabajo más directo de comunicación con la población”, dice el exprimer ministro Guido Bellido.

La versión de cambios en el Gabinete ha sido alimentada por el propio Castillo días después de aquella cita. Así lo dice a Sudaca el congresista de Somos Perú, José Jerí, quien se reunió con el profesor el 14 de diciembre en Palacio, junto con otros voceros de bancadas. “El presidente dijo que va a dar una sorpresa positiva a inicios de año. Vamos a esperar que esa sorpresa positiva incluya la recomposición del Gabinete, convocando a técnicos. Eso es lo que ha dado a entender”, señala Jerí.

Perú Libre anhela la salida de Mirtha Vásquez como cabeza de la Presidencia del Consejo de Ministros (PCM) y, desde el partido, lanzan los nombres de Waldemar Cerrón o Roger Nájar como posibles reemplazantes. Otras fuentes aseguran que la premier es blanco de ataques internos por parte de funcionarios afines a Perú Libre, pero se mantiene firme. 

La estrategia cerronista coincide con la intención de Palacio de llegar a consensos con otros partidos para hacer frente a la oposición vacadora. Se trata de Acción Popular, Alianza Para el Progreso y Somos Perú. 

El papel de César Acuña y la bancada de Alianza Para el Progreso es clave para Castillo. Y para concretar el acercamiento, Segundo Sánchez, dueño de la casa en el pasaje Sarratea, en Breña y cercano al presidente, es una figura relevante. En una entrevista con Latina, Sánchez dijo ser amigo del nuevo secretario general de Palacio, Carlos Jaico, militante de Alianza Para el Progreso. “Soy amigo de Carlos Jaico. Él es un provinciano, igual que yo. Él es de Chimbote, que también trabajó y estudió, al igual que yo. Entonces, yo me identifico muchísimo con él”, señaló.

Las buenas relaciones con Acción Popular también son consideradas importantes por Palacio y el bloque más duro del lápiz. Por esta razón la moción de censura presentada por Guillermo Bermejo contra la presidenta del Congreso, la acciopopulista María del Carmen Alva, no tuvo consenso. Al cierre de esta edición, Bermejo presentó su renuncia a la bancada.

Guillermo Bermejo
Congresista Guillermo Bermejo Rojas renunció a la bancada de Perú Libre tras no tener respaldo en la moción de censura que presentó contra la presidenta del Congreso, María del Carmen Alva. Foto: Congreso.

BIBERTO, EL ASESOR

En el desenlace de esta historia resulta clave el nuevo asesor presidencial Biberto Castillo. Él es una ficha de Perú Libre, de acuerdo a fuentes palaciegas.

Biberto Castillo llegó en octubre a Palacio como consultor y es amigo de la infancia de Josué Gutiérrez, abogado de Vladimir Cerrón y asesor en la bancada oficialista. La relación la confirmó el propio Gutiérrez en el 2019. 

No tengo ninguna relación con el partido político Perú Libre. No soy ni he sido integrante ni dirigente del mismo. Conozco a alguno de sus congresistas y dirigentes, como consecuencia de mi labor profesional, quienes me merecen el más absoluto respeto”, responde Castillo a Sudaca . 

Biberto Castillo tiene experiencia de coordinación con congresistas. Trabajó como coordinador parlamentario representando al Ministerio de Economía entre el 2014 y el 2015, en el gobierno de Ollanta Humala. Él dice que su actual labor consiste en “brindar soporte en temas de índole legal, administrativo, coordinaciones multisectoriales, entre otros propios del Gabinete”. 

Castillo y Cerrón no han vuelto a conversar en instancias oficiales desde la cumbre en Palacio del 6 de diciembre. Todo indica, sin embargo, que hay reconciliación a la vista y que esta le abriría las puertas del Ejecutivo a nuevos partidos, en desmedro de la izquierda moderada.

*Fotoportada: Darlen Leonardo

 

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Pedro Castillo, Verónika Mendoza, Vladimir Cerrón

Desde la caída del muro de Berlín y desde el Congreso de Huampaní, si hay algo que ha caracterizado a la izquierda peruana, o mejor dicho a la izquierda limeña, es hacer política en torno a caudillos de cualquier tendencia política y no a instituciones perdurables en el tiempo. Allí tenemos el apoyo a diversos personajes polémicos como: Alejandro Toledo, Ollanta Humala, Susana Villarán, Pedro Pablo Kuczynski, Martin Vizcarra y, ahora, a Pedro Castillo y no a construir partido que sostenga un proyecto político. Algo que les ha costado, y les sigue costando.

En teoría política se afirma que el grado de institucionalidad de una organización pasa no negar la existencia de tendencias al interno. Si las tendencias se convierten en facciones pues el partido político se debilita, generándose una ruptura. ¿Cómo surge Nuevo Perú? Dicha organización surge después de la ruptura del Frente Amplio, mejor dicho, surge después de las disputas entorno a Verónika Mendoza y el padre Marco Arana, que pudieron canalizar sus diferencias pero no lo hicieron, entorno a su desempeño como bancada en el Congreso de la República el año 2016 (año en el que obtuvieron 20 congresistas). 

No los unía ideas, los unía cuotas de poder. Efectivamente, eso podemos ver también en su actual alianza con Pedro Castillo. Desde la asunción al gobierno, el entorno de Pedro Castillo no ha estado exento de denuncias públicas (léase denuncias por vínculos con Movadef, brazo político de Sendero luminoso; denuncias por vínculos con el narcotráfico y por tráfico de influencias, entre otros). A pesar de ello, los miembros de Nuevo Perú en el gabinete ministerial no han mostrado disidencia alguna; por el contrario, han mostrado un apoyo reiterado, haciéndonos notar públicamente que importa más el sueldo y el cargo que las ideas que persiguen. 

Así, Nuevo Perú y Verónika Mendoza se alejan de toda proyección que generaban hasta entonces: la de ser moderados, la de haber aprendido de sus errores estatistas y la de querer construir institucionalidad. Con el apoyo a Pedro Castillo, dada la situación en la que se encuentra producto de corruptelas a su alrededor, Nuevo Perú pierde la oportunidad de lograr una llegada a la presidencia por un buen y largo tiempo. 

La trágica historia de finales de siglo XX se vuelve a repetir, por no lograr aprender de ella y avanzar hacia una socialdemocracia como lo hicieron partidos que tuvieron su mismo origen, no han logrado y no logran proyectar una imagen de modernidad. 

 

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Congreso de Huampaní, Democracia, Nuevo Perú, S.XX, Verónika Mendoza

Supuestamente había en el Perú una izquierda que había evolucionado a favor de la defensa de la democracia, los derechos civiles y, en alguna medida, criterios económicos responsables, disidentes del statu quo liberal, pero enmarcados en una lógica racional de mercado.

Esta izquierda sufrió un severo traspiés moral cuando miró de soslayó y rehuyó definiciones acerca de las dictaduras de Cuba y Venezuela, y no supo marcar diferencias y, por tanto, despejar dudas respecto de que si accedía al poder no hubiera desplegado esquemas de gobierno igual de autoritarios y populistas.

Costó sangre, sudor y lágrimas que paulatinamente algunos políticos o intelectuales de izquierda aceptasen que ambos regímenes eran indigeribles, democráticamente hablando, y que merecían, por tanto, severa condena.

Pero puesta sobre el test de realidad que hoy significa el gobierno de Castillo, esa izquierda ya no ha cometido un mero traspiés sino un descalabro moral. Estamos ante un gobierno inepto, imbuido de lógicas políticas dictadas por el leninismo anacrónico de Vladimir Cerrón y el filosenderismo del ala castillista. No hay forma de que una izquierda moderada se pueda tragar semejante sapo si no es previa claudicación política, moral e ideológica.

Parece que el puro afán de poder es el que mantiene a los ministros de esa izquierda en sus respectivos cargos. Un gobierno mediocre, un Presidente patológicamente dubitativo y un régimen ideológicamente esquizoide es la receta segura al fracaso más estrepitoso.

¿Quiere incinerarse la izquierda “moderna” en ese incendio seguro? La campeona del yerro, Verónika Mendoza, ya jugó sus cartas a favor de
Vladimir Cerrón. Hace pocos años rompió un proyecto político porque estaba el exgobernador de Junín presente. Hoy, se olvidó de sus aprehensiones morales y no solo lo acompaña sino que lo apuntala.

¿Pero y el resto de la izquierda? ¿Va a seguir el juego frívolo o perverso de Mendoza o va a ser capaz de denunciar las prematuras tropelías que este gobierno está perpetrando? ¿Va a tolerar el radicalismo autoritario de Cerrón? ¿Va a mirar de soslayo la presencia evidente de Sendero Luminoso en el seno de Palacio? ¿Va a pasar por agua tibia la misoginia rampante de, nada menos, el Premier?

Si la izquierda moderna y moderada -que existe en la política, en la prensa y en la academia- guarda silencio “estratégico” frente a lo que ya claramente es una tragedia política, será cómplice y corresponsable -si acaso ya no lo es- de un régimen destinado al abismo más hondo.

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Si bien hubo partidos que apoyaron las movilizaciones de noviembre, o políticos que participaron en ellas, estos no fueron los organizadores de las marchas. No existió nunca un estrado donde personajes políticos aparecieran a dar discursos, e incluso cuando Verónika Mendoza intentó participar de la marcha en la plaza de armas del Cusco, la población la obligó a retirarse, exigiendo que no tratara de capitalizar una protesta que no era política, sino ciudadana (pueden encontrar el video en YouTube).

¿Podría pasar algo similar ahora? Todo parece indicar que sí. Según la última encuesta del IEP, el 85% de peruanos está en desacuerdo con que el sentenciado por corrupción, Vladimir Cerrón, participe en el gobierno de Pedro Castillo. La designación del gabinete liderado por Guido Bellido ha generado rechazo tanto en los sectores de centro que apostaron por Castillo como el mal menor, como incluso en algunos sectores congruentes de la izquierda progresista.

¿Qué se necesita entonces para que las marchas en favor de la democracia sean, esta vez, también multitudinarias? En mi opinión, la clave está en despolitizarlas. Hoy probablemente tengamos a muchos ciudadanos de derecha conservadora, liberal, centro e incluso izquierda, que estarían dispuestos a marchar por un objetivo en común: la caída de este gabinete de izquierda conservadora, y más adelante, para hacerle frente a un atentado contra la democracia. Sin embargo, mientras estas marchas estén lideradas por políticos de un solo lado del espectro ideológico, no serán masivas. Los ciudadanos perciben que participar en estas implica dar su apoyo a algún partido político, o que atrás de las marchas hay personajes buscando capitalizarlas.

Quienes hoy organizan las marchas, parecen no darse cuenta de que, al insistir con la narrativa del fraude, incluir elementos racistas, clasistas, o atacar a otros sectores del espectro ideológico, podrían terminar teniendo un resultado contrario al deseado. Los ciudadanos podrían percibir que si bien lo que ocurre hoy en palacio es muy malo, la opción en calles es aún peor, y se vuelvan más resistentes a apoyar a algún tipo de oposición.

Todo parece apuntar a que se vienen tiempos difíciles para la democracia peruana. A todos los que creemos en ella, nos conviene tener un frente ciudadano de oposición sólido y transversal a las preferencias políticas. El único requisito debería ser querer defender la democracia.

Se buscan, urgentemente: líderes apolíticos que lideren un frente ciudadano para proteger la democracia.

*Las opiniones expresadas en este documento son de exclusiva responsabilidad del autor y pueden no coincidir con las de las organizaciones a las cuales pertenece.

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Guido bellido, Pedro Castillo, Verónika Mendoza, Vladimir Cerrón
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