Pedro Castillo

El régimen de Dina Boluarte, incapaz de resolver los dos más graves problemas que afrontamos: inseguridad ciudadana y crisis económica, va a dejar como herencia un estado de ánimo ciudadano proclive a fórmulas que prometan patear el tablero.

La mayor pobreza que dejará el paupérrimocrecimiento que se estima para este año -y queseguramente será igual en los próximos- más la sensación de desesperación que produce la inseguridad y la consecuente búsqueda de caudillos autoritarios -a lo Bukele, harán que el peruano de a pie se acerque a las urnas el 2026 con el mismo ánimo disidente que lo condujo a votar por Castillo el 2021, producto de la terrible pandemia que nos asoló, en gran medida, por culpa del taimado Vizcarra.

Ya hay un espíritu antiestablishment presente en el ánimo popular. Lo revelan, a su manera, diversas encuestas. A la rabia producto de la pobreza imprevista o la victimización cotidiana, se le suman factores sociopolíticos como la ruptura irreductible del sur andino o el desprestigio profundo de la clase política identificada con el statu quo, básicamente asentada en el Congreso de la República. Tendría que ocurrir algo extraordinario para que el 2026 se produzca un voto normal, centrado.

Las encuestas de Ipsos y el IEP, que son las únicas que miden la identificación ideológica de la población, ratifican que, en ese sentido, la mayoría se sigue identificando con el centro, en segundo término, con la derecha y, rezagadamente, con la izquierda. Pero esa frágil identidad ideológica (no está arraigada en la ciudadanía y ello ya se vio el 2021 cuando un grueso número de votantes de López Aliaga en la primera vuelta lo hizo, en la segunda, por Castillo) será desbordada por el referido torrente antisistema que ya se detecta en los ánimos populares.

Si a ello le sumamos la infranqueable frivolidad política de la derecha y del centro, que van a presentar una veintena de candidatos, tugurizando el espectro y favoreciendo que con porcentajes bajos pasen a la segunda, eventualmente ya no solo uno sino dos candidatos disruptivos radicales, podríamos casi afirmar que la mesa se le está sirviendo en bandeja a los antisistema. Ojalá ocurra algo extraordinario de acá al 2026 para evitar que nos hundamos en un hoyo más profundo que el que cavó el inefable y corrupto régimen de Pedro Castillo.

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Bukele, Dina Boluarte, Pedro Castillo

[REPORTAFUR] Un oscuro bloqueo que promovió el gobierno de Pedro Castillo y que ahora continúan la presidenta Dina Boluarte y el premier Otárola con una observación a la medida de intereses económicos privados.

Esta devolución están parando y postergando indefinidamente la masificación del gas y su verdadero sentido social para convertirlo en un gran negocio para los concesionarios.

Eso es jugar abiertamente contra los peruanos humildes.

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Dina Boluarte, masificación del gas, Pedro Castillo, REPORTAFUR

[PIE DERECHO]  Hoy se cumple un año de la gestión del peor gobierno -después del de Pedro Castillo- desde que volvimos a la democracia el año 2000. Dina Boluarte ha hecho méritos propios para colocarse en ese escalafón por su medianía y falta de perspectivas.

Primero, porque no albergó siquiera el anhelo de emprender alguna gran reforma. En su defensa muchos señalan que no tiene capital político, al no contar con bancada congresal, pero la verdad de los hechos es que cuenta con el respaldo incondicional de la coalición derechista parlamentaria, así que bien pudo coordinar para desplegar, junto a aquella, alguna reforma estructural, de las tantas que se necesitan en el país. Pero de ello nada.

Y si nos retrotraemos a la gestión menuda, propia del quehacer gubernativo de cualquier gestión que asuma el poder en el país, allí tampoco el balance arroja cifras positivas para Boluarte. Eran tres las tareas primordiales que Palacio debía acometer: la crisis económica, la inseguridad ciudadana y la prevención del Niño. Y en las tres sale desaprobada.

En materia económica la inversión privada y la confianza empresarial se han ido al hoyo, y el titular del MEF, de peso político mediano, aparenta no saber qué hacer, creyendo, al parecer, que un shock de inversión pública es capaz de revertir los malos resultados.

En los asuntos vinculados a la seguridad ciudadana, la cosa no solo no ha mejorado un ápice desde que Boluarte asumió el poder hace un año, sino que ha ido para abajo, llegándose a niveles de inseguridad y anarquía estatal nunca antes vistas en nuestra historia republicana. Y al respecto -lo mismo que en materia económica- el gobierno da muestras claras de no tener la menor idea de qué hacer.

En el caso de la prevención del Niño, la única buena noticia es que algunos indicios científicos parecen arrojar la perspectiva de que no será tan fuerte como se temía. Pero sería una gracia divina que ello pueda ocurrir porque lo cierto es que la estrategia del gobierno es una coladera presupuestal que anticipaba ineficacia (apenas un porcentaje mínimo de los dineros destinados a ello han sido efectivamente invertidos).

Lo peor de todo -disculparán la terca insistencia en el tema- es que esta mala gestión le abre las puertas a la izquierda radical para el 2026, como ya algunas encuestan pronostican, con la complicidad de un centro y una derecha pusilánimes que, por lo pronto, no saben tomar distancia del descalabro gubernativo vigente.

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Dina Boluarte, Panorama Político, Pedro Castillo, Prevención del Niño, seguridad ciudadana

[PIE DERECHO]  A días de cumplirse un año del caricaturesco golpe de Estado perpetrado por Pedro Castillo, aún hay muchas interrogantes por resolver respecto de qué llevó al exmandatario, primero, a tomar esa decisión, y, segundo, a pensar que podía prosperar semejante exabrupto constitucional.

Respecto de lo primero, la gran duda se plantea a propósito de si fue un acto impulsivo motivado por las investigaciones fiscales que lo cercaban o acaso era parte de un plan diseñado desde que asumió el poder y que solo esperaba el momento propicio para desatarse.

Y sobre lo segundo, será menester esperar que las investigaciones en curso respecto de esa jornada del 7 de diciembre del año pasado, esclarezcan finalmente quiénes fueron partícipes y corresponsables del atentado democrático que felizmente abortó. Más de uno, sin duda, participó del hecho, hubo quienes lo alentaron y quienes le aseguraron contar con respaldos que le hubiesen permitido lograr su cometido. A todos ellos les debe caer encima el peso de la ley.

El antecedente más próximo a algo semejante -y respecto del cual casi fue calco y copia- fue el autogolpe fujimorista del 5 de abril del 92, por el cual ha habido varios que han purgado condena. En el de finales del 2021 aún falta mucha tela por cortar, mucho terreno por desbrozar.

No puede pasarse por agua tibia lo sucedido. Lo que se quiso hacer fue un delito mayúsculo y Pedro Castillo, dada su poca envergadura política, no puede haber actuado solo sino que debe haber habido, sin duda, una trama siniestra y oculta detrás.

Ojalá esta guerra civil desatada al interior del Ministerio Público no afecte las investigaciones en curso y se sepa toda la verdad de lo sucedido y que todos los responsables, directos e indirectos, terminen en la cárcel, donde les corresponde estar.

La democracia peruana es precaria y a pesar de vivir el periodo más largo, en toda su historia republicana, de sucesiones constitucionales, no ha logrado consolidarse como modelo político a seguir y no goza, por ende, de la legitimidad social que correspondería. Mayor razón para castigar a quienes la violentan o intentan hacerlo.

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Golpe de estado, investigaciones, justicia, Pedro Castillo

[REFLEXIONEMOS PERÚ] Saludos estimados lectores, es grato nuevamente escribir para compartir ideas, desde este espacio de análisis, ante la situación política que atraviesa el País con el escándalo que acontece en el Ministerio Público, contra la Fiscal de la Nación Patricia Benavides.

A pocos días de conmemorarse el cumplimiento del año de Pedro Castillo en Cárcel, el juego del poder, por el cáncer caviar, sigue socavando la débil democracia del Perú. Y es que a los caviares no les interesa nada. Solo buscan su propia conveniencia. Estos perfiles pseudo-profesionales, son altamente peligrosos. Deshacen con facilidad conceptos vitales, tergiversando la esencia del Estado de Derecho y los Derechos humanos, creando un juego manipulador para que el Estado sea el único responsable del problema que ellos mismo crean. Ellos alteran el orden público y ellos mismos condenan a otros, en el marco constitucional, para que el Estado sea el responsable. Gente perversa.

Hasta hace unas pocas semanas, la Fiscal de la Nación, Patricia Benavides es presa de su propia creación.

En julio de este año, la Fiscal de la Nación creó el equipo especial de Fiscales contra la corrupción del poder (EFICCOP). Nunca pensó que podría ser devorada – después de un año de la presión de Pedro Castillo – por su propia creación.

La Fiscal atraviesa ahora un momento crítico. De perseguir el delito pasa a ser perseguida. El próximo miércoles el JND definirá el futuro de la Fiscal. De la misma manera, Pedro Castillo va cumplir un año en la cárcel y ahora no se sabe la verdad. Para mayoría de ciudadanos a los que me sumo en esta lista, ocurrió lo mejor que pudo pasar. Que Castillo deje de gobernar el Perú. Para otros, están todavía expectantes de la continuidad o vacancia de Dina Boluarte, quien recuerdan claramente, que cambió su discurso, cuando tuvo que asumir la presidencia.

Pedro Castillo no estaba capacitado para ser presidente de la República. Eso está clarísimo. Aunque su frase: “No más pobres en un país rico” sigue siendo bandera de responsabilidad, para todos los militantes del partido Perú Libre, incluyéndola a la presidenta, Dina Boluarte.

¿Por qué justo ahora – de cumplirse un año de Pedro Castillo en la cárcel- la ola caviar está contra la Fiscal de la Nación?

El equipo especial que la Fiscal de la Nación, Patricia Benavides, formó, para estar detrás de las personas de poder y luchar contra la corrupción. No fue contra Pedro Castillo. Y según manifiesta, Patricia Benavides, inició investigaciones contra Pedro Castillo, tras las denuncias que llegaron. Pero no fue contra él, principalmente.

No podemos olvidar que gracias a Patricia Benavides el Perú se salvó – por audacia y firmeza – de caer en un abismo. Pareciera que todo esto ha sido tramado con alevosía y mucha organización, tras su interés de hacer lucha contra la corrupción de altos mandos. Hacernos creer ahora, que la Fiscal es una “delincuente” o “mentirosa” siempre es la misma lucha de los espíritus mediocres y oscuros contra las personas justas y correctas.

No olvidemos que la mentira está tan enquistada en las Instituciones Públicas, convirtiéndose en una corrupción moral.

Pedro Castillo se disparó en el pie y fue lo mejor que pudo habernos pasado.

Sin saber o no las consecuencias, lo hizo para “salvarse” del Congreso – manifestó Anibal Torres. “En menos de dos años, Castillo acumuló una cadena de investigaciones referidas a supuestas presiones de jefes del Ejército y de la Fuerza Aérea para favorecer a algunos oficiales en el proceso anual de ascensos, por presuntas irregularidades en el puente Tarata. Por tráfico de influencias en el caso Petroperú, por el plagio de su tesis y por los sobornos de la empresaria Sara Goday, que admitió haber entregado al ex asesor Salatiel Marrufo”. (Infobae)

Cuando se destapó el caso del Ministerio de Vivienda, con Sada Goday, Salatiel Marrufo se presentó ante la Comisión de la Fiscalía para dar sus declaraciones. A medida que avanzaron con las investigaciones se dio a conocer que este asesor recibió 4 millones de soles durante la gestión de Pedro Castillo, para beneficiarse del Fondo Mivivienda. Varias personas de confianza del ex presidente Castillo han cometido actos de ocultamiento que fueron descubiertos durante la investigación.

Es lamentable todo este complot contra la Fiscal de la Nación, Patricia Benavides, quien ejerció un rol determinante en la captura de Pedro Castillo y quien, además, denunció a los niños de Acción Popular, y se haya posicionado como defensora de los derechos ciudadanos y de la democracia, y que un grupo oscuro como los caviares y medios caviares, hayan creado este enredo de juego del poder.

¿Qué se está pasando ahora en el Congreso contra la Fiscal?

Estas fuerzas oscuras que operan en silencio y con astucia, cuestionan que Patricia Benavides no haya asistido a la Comisión de Fiscalización del Congreso. Sin duda, ha debido ir. La presunta sospecha sobre si la Fiscal está “liderando una organización “criminal” tras la creación de la operación Valkiria, ha generado más de una sospecha. Falta verificar que los chats sean verídicos, que los bouchers que se han encontrado en las oficinas de los asesores tenga el correlato con la denuncia que ha puesto Marita Barreto. Se espera que se demuestre la instrucción del intercambio de favores direccionados por la Fiscal. La verdad tiene que salir. Pero pareciera también que la justicia se ha vuelto un arma de doble filo peligrosa.

La ciudanía pide a gritos trabajo. Todos necesitamos que el País salga adelante. Todos anhelamos que la economía del País mejore. La democracia está moralmente dañada con representantes políticos que han politizado la justicia y carecen de absoluto respeto a valores humanos y/o morales. Nunca antes el Ministerio Público se había visto entre tanto escándalo. En resumen, la Institucionalidad del País si se siguen desmoronando como castillo de naipes, que no nos sorprenda que el siguiente gobierno sea totalitario o anarquista.

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[INFORMES]  En julio de 2021, un padre, su esposa, dos hijos en edad escolar y una joven entenada nacidos todos en un caserío de Chota, Cajamarca, llegaron a Lima para ocupar un lugar en la historia nacional, luego que el jefe de familia hubiera ganado en estrechísimo y controversial balotaje la Presidencia del Perú. Y aunque en los textos de historia se dirá por siempre que José Pedro Castillo Terrones entró el 28 de julio de 2021 a Palacio de la mano de su mujer y con un sombrero de paja en la cabeza, todos sabemos que al igual que Potus (President of the United States) y su primera dama, Lula y su pareja, Emmanuel Macron y su odiada esposa y Maduro y su socia en la destrucción de Venezuela, todas las entradas al máximo poder político en las llamadas democracias representativas son realmente “entraderas” de panacas y de clanes familiares o tribales. En todos lados se cuecen habas, pero en el Perú sólo se cuecen habas, como dijo en algún momento el poeta César Moro, pues la entrada de Castillo a Palacio fue el ingreso desordenado, caótico y desesperado de cuñados, cuñadas, sobrinos, aportantes de campaña, compañeros de ruta, sindicalistas hambrientos de dinero y de poder y decenas de desocupados en busca de un primer trabajo donde pudieran ganar plata con el menor esfuerzo.

Pedro Castillo solicitó al Poder Judicial la revocación de la orden de prisión preventiva impuesta tras el golpe de estado del 7 de diciembre de 2022.

La fórmula 44

Desde varias semanas antes de la ceremonia de investidura de Pedro Castillo como primer mandatario del país, todos los grupos, sub grupos y grupúsculos que se habían coaligado para repartirse el poder y, eventualmente, alargarlo todo el tiempo que fuera posible, elaboraron sendas agendas minimalistas y maximalistas, según fuera su origen ideológico y político. Para los poquísimos que aún creían en el modelo cubano de mantenimiento en el poder -o en su variante llamada por Hugo Chávez: socialismo del siglo XXI-, todo consistía en prometer una nueva constitución y crear un clentelaje mediante la entrega de cada vez mayores bonificaciones a la población más vulnerable y más manipulable, y esperar el levantamiento del pueblo. Para los poco iluminados que creían que el régimen chino era comunista, Mao un dios y Abimael Guzmán su principal profeta, “todo consistía en acumular fuerzas y esperar las condiciones objetivas para la toma del poder”. Convencido que los textos para tontos escritos por la chilena Marta Harnecker eran las tablas de la ley de la nueva religión marxista, Vladimir Cerrón, probablemente el más ilustrado de los “genios” llegados al poder como colas de Castillo, tenía una sola idea, básica e incombustible: Pedro Castillo duraría en el poder todo el tiempo que él lograra mantener 44 congresistas dispuestos a impedir que la oposición al profesor chotano consiguiera los 87 votos para despojarlo de su investidura y subrogarlo, es decir, crear la vacancia de la Presidencia de la República.

Mientras los castristas, los maoístas y los caviares elaboraban sus agendas de cara al futuro, Pedro Castillo Terrones pensaba en hacer realidad sus sueños en el tiempo más corto posible. Prueba de ello es que ante la Comisión de Fiscalización del Congreso, el destituido comandante general del Ejército, general José Vizcarra Álvarez, narró con lujo de detalles cómo lo presionaron desde Palacio de Gobierno para que la Aviación del Ejército ponga a disposición de la familia presidencial un avión que estaba en fase de mantenimiento. Igualmente, en lugar de preocuparse por encontrar un presidente del Consejo de Ministros que lanzara buenas señales a los inversionistas nacionales y extranjeros, el 29 de julio del peor año de nuestras vidas nombró a Guido Bellido como primer ministro. Una burla al país, sin duda.

En las siguientes semanas y meses, el país se fue enterando que Castillo usaba una casa en el distrito de Breña para en forma ilegal e inconstitucional reunirse con proveedores que le fueron entregando dinero en efectivo, cada vez más y con mayor frecuencia. Y así como él y el secretario presidencial Bruno Pacheco organizaron sendos negociados en diferentes rubros, su esposa y su entenada establecieron otros emprendimientos delictivos de diversos tipos. De igual manera lo hicieron los hermanos de la primera dama Lilia Paredes y las hermanas del mandatario Castillo Terrones.

Vizcarra relató que entre el 11 y 13 de octubre del 2021 fue al Ministerio de Defensa llevando las actas de ascenso: “El señor ministro (Walter Ayala) llamó por teléfono a Palacio y me increpó que los recomendados no habían ascendido y que Bruno Pacheco estaba incómodo”.

A robar, a robar… que el mundo se va a acabar

Todos los “apretones” a proveedores y aspirantes a proveedores que daban plata en forma constante, pero muy lenta para los intereses de los Castillo Paredes, se vieron frenados de pronto cuando la maquinaria delictiva ingresada al sector Vivienda se encontró de pronto con la mafia de la trujillana Sada Goray. La inversionista inmobiliaria Sada Goray, una mujer con menos escrúpulos que Castillo, Lilia Paredes y toda la parentela de estos, convirtió en la mayor proveedora de dinero en efectivo de Castillo Terrones y su familia. Pero no lo hizo en forma directa, sino a través de Salatiel Marrufo, el brazo derecho del ministro de Vivienda Geiner Alvarado. Y esa elección de cobrar a través de Marrufo fue la perdición de Castillo, pues una vez que este cayó en manos de la Fiscalía dijo: “prendan la grabadora, yo cuento todo, pero qué ganó”. Una vez acordada la colaboración de Marrufo, este fue citado por la Comisión de Fiscalización del Congreso para que lo contara todo el 7 de diciembre de 2022. Era el principio del fin, pero también el fin del principio. El día que se crearon las muchas preguntas que hoy todavía no tienen respuestas.

El pasado 6 de octubre, luego de escuchar el fallo de la Sala Penal de Apelaciones Transitoria de la Corte Superior de Justicia de Junín, Vladimir Cerrón pasó a la clandestinidad, sumándose a la lista de prófugos como el exministro de Transporte y Comunicaciones (MTC) Juan Silva Villegas y Fray Vásquez, sobrino del exmandatario Pedro Castillo.

¿Qué roles cumplieron el 7 de diciembre de 2022 Aníbal Torres, Betssy Chávez, Vladimir Cerrón, ciertos generales del Ejército y más de un alto mando policial?

Enfrentado a la necesidad de tomar una decisión política trascendental, Pedro Castillo actuó el 7D tal como lo hizo el 29 de julio de 2021, es decir, delegó la pregunta qué hacer a las personas de su entorno más íntimo, vale decir, Aníbal Torres y Betssy Chávez. Estos, tan intolerantes el uno como la otra, pensaron que si le redactaban un mensaje a la Nación igualito al que leyó el expresidente Alberto Fujimori el domingo 5 de abril de 1992, el resultado iba a ser el mismo. Pero ni Torres ni Chávez averiguaron cuál era el ánimo en los cuarteles, cuánto de cierto era el apoyo total del Ejército al golpe castillista, tal como había jurado hasta la ronquera el ministro de Defensa Gustavo Bobbio o cuántos de los jefes policiales castillistas iban a mantenerse en esa línea cuando vieran que las Fuerzas Armadas seguían manteniendo su lealtad a la Constitución.

Es más, creyendo que todo era tan bonito como se lo habían pintado los ayayeros, Castillo, Torres y Chávez concluyeron que todo el tema terminaba una vez que la Policía impidiera el ingreso de los congresistas al Palacio Legislativo y un grupo de agentes del orden apresara a la Fiscal de la Nación, Patricia Benavides.

Hasta ahora no sabemos quiénes dieron la orden de desatar el caos en la sierra sur del país, toda vez que la lógica elemental nos dice que no se puede tener a la vez el apoyo incondicional de las Fuerzas Armadas y a decenas de revoltosos matando militares y policías y tomando aeropuertos y carreteras.

Probablemente una resonancia a la cabeza de Vladimir Cerrón nos diga qué hay o qué no hay en su cerebro.

Probablemente.

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Ha sido políticamente muy significativa la merecida censura al ministro del Interior, Vicente Romero. Que Fuerza Popular haya aportado su contingente de votos parlamentarios a esa causa merece un análisis político, anteponiendo la atingencia de que es una lástima que no se hayan sumado a ella las otras dos bancadas de derecha, Renovación Popular y Avanza País.

Resulta imperativo que la derecha marque distancia de este fallido y mediocre gobierno, que tenía en el tema de la inseguridad ciudadana una cima de incompetencia, con un ministro que no tenía la menor idea de qué hacer al respecto.

Lamentablemente, la opinión ciudadana identifica a este gobierno y a su tácito pacto con el Congreso como una gran coalición de derecha, y esa circunstancia, aderezada por la inmensa desaprobación al régimen, generaba un estado de cosas atentatorio de las posibilidades políticas futuras de este sector del espectro ideológico.

En aras de su duración hasta el 2026, el Legislativo se había aconchavado con el Ejecutivo, dándole argumentos a la percepción popular de un pacto vergonzoso entre ambos poderes del Estado.

Con decisiones radicales como la de ayer, se puede empezar a romper esa percepción, el Congreso empezar a recuperar un rol fiscalizador necesario frente a un gobierno tan inoperante en materias urgentes, como la inseguridad ciudadana, la crisis económica y la prevención del Niño (los siguientes interpelados deberían ser el titular del MEF y la ministra de Vivienda).

Y de paso, la derecha empezar a tomar distancia de la debacle institucional, social, económica y política en la que el país está sumido, en gran medida por la funesta gestión del izquierdista Pedro Castillo, cuya salida intempestiva le ha permitido, paradójicamente, a la izquierda, presentarse ahora como auroral y virginal oposición, asomándose como alternativa para el 2026, dado el creciente ánimo antiestablishment que dicha debacle produce.

La censura al ministro del Interior puede ser el inicio de una gran recolocación política de la derecha y permitirle así mejores posibilidades en las elecciones presidenciales venideras. Ojalá siga ese camino y en la próxima ocasión no sea solo el fujimorismo el abanderado de ese giro político estratégico.

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Ha hecho bien el segundo vicepresidente de la Confiep, Álvaro Correa, en señalarle al premier Otárola algunas contradicciones entre el discurso proempresarial que el presidente del consejo de ministros se lanzó a las orillas del Urubamba, en CADE, y algunas realidades que apuntan a todo lo contrario.

Así, hizo hincapié, entre varios ejemplos, en el tema de la regulación laboral, que fue impulsado por el gobierno de Pedro Castillo con la llamada Agenda 19, que se expresó en tres decretos del Ministerio de Trabajo y Promoción del Empleo (MTPE) que prohíben la tercerización laboral, fomentan la sindicalización artificial en sindicatos, sectores económicos y grupos empresariales y liberalizan el derecho a la huelga. Los reglamentos al respecto siguen flotando sin que el Ejecutivo derogue dichos decretos.

Señaló a su vez la inacción del gobierno en la derogatoria de la eliminación de la Ley de Promoción Agraria, que hubiera permitido al sector capear el temporal que lo aqueja por el fenómeno del Niño. No solo se debería retomar esa beneficiosa ley sino ampliarla a otras zonas el país, como el mundo de la agricultura andina.

Finalmente, Correa puso sobre la mesa la arbitraria, irracional y antitécnica decisión del Ejecutivo de asignarle lotes petroleros a Petroperú, empresa quebrada y sin capacidad técnica de emprender exploraciones, en lugar de haber procedido a una subasta de los mismos a través de la empresa privada.

A ello habría que agregarle la desastrosa participación de la ministra de Cultura en la negociación írrita con mafias organizadas alrededor del santuario de Machu Picchu, la joya de la corona en materia del turismo nacional, que sigue atravesando una profunda crisis y que sin ese imán de visitantes no levantará cabeza.

Si estos temas no se resuelven y no se dan señales inequívocas de compromiso con la inversión privada, el señalamiento del premier de que se vienen por delante tres años para trabajar de la mano con los inversores capitalistas, lejos de tranquilizar los ánimos, los tornará más inciertos.

Si a todo ello le sumamos la conducta anti institucional de un Congreso desatado y sobrerregulatorio, se entenderá por qué la confianza empresarial para invertir está por los suelos. Y al respecto, cabe anotar también responsabilidad del Ejecutivo, que por no pisar ningún callo parlamentario, deja que el desmán se apodere del recinto legislativo, sin contrapeso ni acción política.

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Hay responsabilidad, sin duda, de este gobierno en los resultados económicos y en la escalada de inseguridad ciudadana -dos temas que suponen actos ejecutivos directos-, pero también es cierto -como subraya hoy el premier Otárola en entrevista de Milagros Leiva en El Comercio– que gran parte de los problemas que hoy enfrenta el país se deben a la nefasta gestión de Pedro Castillo en el año y medio que estuvo sentado en Palacio.

Castillo destruyó la confianza empresarial y ciudadana (se desplomó la inversión privada y se fueron del país casi medio millón de peruanos), colapsó al Estado, deshizo la tecnocracia eficaz en buena parte de las instituciones públicas y se dedicó a robar y permitir que lo hicieran todos sus allegados.

Ese es el balance de la gestión de la izquierda en el ejercicio del poder. Nada bueno que rescatar, absolutamente nada. Como bien recuerda Otárola, citando a Ollanta Humala, la izquierda no sabe gobernar. Y lo ha demostrado fehacientemente en las dos gestiones recientes que ha tenido (Pedro Castillo y Susana Villarán) y en otra más lejana (el primer gobierno de Alan García).

Nos libramos de una desgracia, merced al golpe psicótico del 7 de diciembre del 2022, que Castillo hizo confiado en que las Fuerzas Armadas lo iban a respaldar (algún día saldrá a la luz quién lo convenció de ello: debe asumir su corresponsabilidad en el fallido golpe).

Hoy estamos mal, pero hubiéramos estado infinitamente peor si Castillo hubiera seguido en la Presidencia de la República. Él y su recua de ganapanes corruptos e ineficientes. Ahora transitamos por una estabilidad mediocre, pero hemos salido del desastre cotidiano que suponía tener al corrupto de siete suelas que resultó siendo el maestro chotano.

La caída de Castillo, sin embargo, ha servido para que la izquierda cómplice de su gestión se lave la cara y hoy se muestre como virginal oposición al gobierno de Dina Boluarte. Habrá que hacer acto permanente de memoria cívica para que el pueblo no olvide que la izquierda plena se sumó de comparsa a la ineficaz y corrupta gestión de Castillo y no renunció jamás a las migajas de poder que se le ofrecían, ni aun cuando ya se conocían las trapacerías que se cometían en las esferas palaciegas.

La del estribo: hoy a disfrutar del buen teatro peruano, con una obra que promete: El hombre que corrompió a una ciudad, basada en la novela de Mark Twain. Bajo la dirección de Mateo Chiarella, convoca a un elenco formidable. Participan Alfonso Santisteban, Haydeé Cáceres, Alberto Isola, Luis Peirano, Víctor Prada, Celeste Viale, Milena Alva, Ricardo Velásquez, Graciela Paola, Augusto Mazarelli, entre muchos otros. Una megaobra en el flamante auditorio Nos del Centro Cultural de la PUCP. Entradas a la venta en la propia web institucional.

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