Pero en los minutos finales llegó la acción. Primero, Melgar logró arrebatarle el balón a Alianza Lima en salida y, tras una impecable asistencia de Bordacahar, Magnin desaprovechó la ocasión para marcar su doblete; luego, él mismo Bordacahar, al romper la línea defensiva aliancista con un desmarque a su espalda, conectó un cabezazo que se fue muy cerca del arco blanquiazul. Minutos después Alianza Lima pudo sentenciar el cotejo con una acción muy similar a la del gol de Sabbag; al desprenderse de su marcaje, Pablo Lavandeira quedó libre en el área ‘Dominó’, pero su definición se fue muy elevada. No fue, entonces, hasta la última jugada del partido, tras un tiro de esquina ejecutado por Tomás Martínez, que apareció el experimentado Bernardo Cuesta para decretar la victoria del Melgar. Una vez más una intervención decisiva del histórico goleador argentino para generar el desborde en la hinchada arequipeña en la UNSA.

Este resultado, de todas formas, no le quita ninguna chance a Alianza Lima de coronarse campeón del Torneo Apertura. Depende netamente de sí mismo el club victoriano para mantener su liderazgo a nivel local y, de paso, defender su favorable ubicación en la fase de grupos de la Libertadores. Melgar, por su parte, además de subir en la tabla de posiciones, vuelve al ámbito internacional para intentar prevalecer sobre Atlético Nacional; desde lo anímico y la actitud, el estímulo ya está dado.

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Entrados al derecho, Nuremberg intentó defenderse con bravura en el comando, pero lo de Gluck se avizoraba como un ataque incontrolable. Conocedor del rush final del hijo de Koko Mambo, Carlos Javier Herrera supo buscarlo y exigirlo en el momento justo. Decisiones rápidas, en cuestión de segundos, como son las de la hípica. Pero Nuremberg no se caracteriza por ser un caballo que se entrega fácilmente. El pupilo del Unicornio luchó hasta el final, pero a falta de doscientos metros, ya la carrera era de Gluck. Así fue como, reluciendo su singular avance en los metros decisivos, el entrenado por José Soyer cruzó la meta en el primer puesto.

“Pinta” bien la sociedad entre Carlos Javier Herrera y Gluck. Dada su juventud, además, este fondista tiene mucha proyección. Será cuestión de observar si sigue progresando y, carrera tras carrera, permanece por el camino trazado en este inicio de su corta pero productiva campaña defendiendo los colores del Stud Santa Rosa.

Créditos de la foto de portada: Prensa JCP.

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Caballos, hipódromo

Si bien el Liverpool no pasa por su mejor momento, sumar frente al equipo que se ha convertido en uno de sus rivales clásicos no deja de ser importante. Aunque en la Premier League el Arsenal sigue firme en la cima, este triunfo —que representa un nuevo récord para Pep Guardiola— les permite seguir a los ‘Citizens’ a la expectativa de alguna caída de los londinenses. Aunque está bastante difícil; de todas formas, un excelente ‘apronte’ de cara al duelo frente al Bayern Munich por los cuartos de final Champions League.

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Piero Quispe reapareció como el conductor ofensivo; además de abrir el marcador, se le vio participativo durante todo el encuentro para pedir la pelota, asociarse y, cuando podía, superar en el regate individual. Lo rodearon jugadores que también respondieron en sus funciones, especialmente Perez Guedes, que supo ubicarse en la volante y sumarse al juego combinativo.

Cuestionado por sus primeras apariciones con la camiseta crema, Emanuel Herrera anotó por primera vez en el año con la ‘U’. La ‘Maquinaria’, aún recuperando la distancia, se generó más ocasiones para incrementar su cuenta; aunque no acertó, da con lo que puede aportar al cuadro merengue en el área rival.

Universitario, así, empieza a recuperar el sentido futbolístico y la lógica. Con ello, además de la experiencia de su entrenador, buscará, al mismo tiempo de dar batalla en la Sudamericana, recomponerse en el torneo local luego de un inicio poco auspicioso.

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En la Copa Intercontinental, a punta de combinaciones desde la línea e insistentes desbordes, Joya se hizo presente en el trámite de los partidos; y no solo ello, también impuso sus credenciales goleadoras con dos dianas al Benfica en aquel contundente 5-0 en el Estadio Centenario. Peñarol ganó por 2-1 el definitivo al cuadro que tenía a la ‘Pantera’ Eusebio como estrella, con doblete del ‘Pepe’ Sasía. 1961. Tetracampeón en el Torneo Uruguayo, campeón de la Libertadores y de la Intercontinental. Conseguir la gloria con el Carbonero: ese era el objetivo de Juan Joya y, finalizada su primera temporada, podría decirse que había dado el primer paso con firmeza. 

En 1962, Peñarol volvió a avanzar hasta la final de la Copa Libertadores, pero cayó frente al Santos  —Pelé, Pepe y Dorval eran sus referentes— en una violenta serie. A pesar de la desazón producto de no poder retener la máxima corona continental, ese año también fue de desaforada alegría para el club ‘mirasol’; significó, a su vez, la imborrable inscripción de Joya en la historia aurinegra, en tanto destacado integrante del equipo que logró el primer Quinquenio de Oro. Sin Roberto Scarone, el director técnico fue Juan Peregrín Anselmo, hombre identificado con Peñarol, ganador del Mundial de 1930 con Uruguay. Un 2-0 frente a su tradicional rival, Nacional, les permitió asegurar el trofeo a falta de una jornada; ¿los goles? de Joya y Spencer, esa dupla ofensiva que no solo se compenetraba a la perfección, sino que también entendía lo que era el trabajo colectivo junto a jugadores de la talla de Pedro Virgilio Rocha, el ‘Pepe’ Sasía, el ‘Pardo’ Abbadie, ’Tito’ Gonçalves y Roberto Matosas. 1962. ‘Negro el 11’ volvía a ser decisivo en un éxito más aurinegro. 

Joya siguió jugando por Peñarol en los años posteriores. En términos de actuaciones específicas, de las más recordadas por la hinchada ‘mirasol’ se ubican las cumplidas frente al Santos de Pelé y Coutinho en las semifinales de la Copa Libertadores de 1965. Para aquel año, entre los dos gigantes sudamericanos ya había una fuerte rivalidad. Cada choque entre ambos era dramático e intenso; encuentros realmente fundacionales que dotaron de su particular identidad a la Libertadores. El marcador del primero fue 5-4 para el Alvinegro en el ‘Pacaembú’; el del segundo 3-2 para los Mirasoles

Así narra los minutos finales de aquel partido Luciano Álvarez: “Faltando menos de quince minutos Peñarol perdía 2 a 1 y el empate clasificaba al Santos. A los 31 minutos, Joya, en extraordinaria jugada, eludió a Olavo y a Mauro y le hicieron penal.  Como tantas veces, Sasía asumió la responsabilidad y cumplió. Pero no era suficiente. Faltando nada, dos minutos Tito Gonçalves por enésima vez llevó a su equipo adelante; le pasó a pelota a Joya, este tiró, pegó en el palo izquierdo y, pescando —era una de sus características más salientes— el Lito Silva le dio el triunfo a Peñarol”. El match definitivo lo ganó Peñarol por 2-1 en el Monumental de Nuñez con golazos de Juan Joya y el ‘Pepe’ Sasía. Este es el episodio que incluye Lafferranderie en su nota. 

Peñarol no ganó esa Libertadores, pero se cobró la revancha en la siguiente edición. 1966 representó un año cumbre para el Carbonero.  Al mismo tiempo que demostró supremacía en América, se consagró en la escena futbolística mundial. Pero, más allá de ello, fue el de la temporada que quedó marcada por los partidos más inolvidables para el hincha peñarolense. Y siempre, en cada uno de ellos, con alguna acción diferencial, una jugada determinante de Juan Joya. Este aparecía por todo el frente de ataque y, cada vez que tenía la pelota, generaba algo que llevaba peligro a la portería rival. 

 En los cotejos de la Final de la Copa Libertadores de 1966, además de poner su firma en el marcador de la ida —en Montevideo— tras internarse en el área riverplatense y definir con clase para asegurar el triunfo, fue clave en el desempate. Las escenas disponibles así lo demuestran, muy activo en la zona ofensiva, incluso participando de los últimos goles que definían el 4-2 a favor ante River Plate. Por cómo remontó Peñarol, mientras Ladislao Mazurkiewicz definió aquel título como “tal vez lo más grande que logré en una cancha de fútbol en toda mi vida”, Pablo Forlán dibujó una escena desde su observación privilegiada: “el golazo de Spencer, los gritos de Tito, la emoción del Mazurca, las lágrimas de Joya, las palabras de Don Roque”

Para cerrar aquel año perfecto, solo faltaba Real Madrid por la Intercontinental. Al igual que cada integrante de la máquina aurinegra, Juan Joya mantuvo el nivel mostrado durante la temporada. Respondió a la confianza de Roque Máspoli. Desbordes, piques, amagues; Joya y Spencer, el dueto fenomenal, tuvieron a mal traer a los defensores españoles en ambos duelos. Felizmente se puede ver el gol de Spencer que selló el 2-0 para los de Uruguay. En él, la notable jugada individual del ecuatoriano se ve complementada con un ‘taco’ de Joya; tras la recepción, Spencer remata con fineza, reluciendo su capacidad técnica en velocidad. Revancha saldada con el Madrid desde 1960. Imparable por la punta izquierda estuvo Juan Joya en toda la campaña. Y así intentó aportar hasta  su despedida en 1969.

Esto es hacer historia, engrandecer la tradición de un club. Juan Joya Cordero (25 de febrero de 1934-29 de marzo de 2007), leyenda del Peñarol y del fútbol sudamericano.

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Juan Joya

Los tres puntos que se llevó el Barcelona del Estadio de la Cerámica son claves en la lucha por el título de LaLiga. Son reflejo, también, de su despegue futbolístico, en el que incluso su dibujo táctico puede verse favorecido con jugadores actuando fuera de su posiciones habituales, como en el caso de Gavi de extremo izquierdo. La sensación final es que el club catalán llega bien, en óptima forma para enfrentar al Manchester United —un duro pero atractivo desafío— por los octavos de final de la Champions League.

Futbolistas

 


*Fotografía perteneciente a terceros

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Barcelona, Champions League, Fútbol

“Y de pronto aparece Lionel Messi, «pulga» atómica que todo lo puede, que patea pizarrones, tacha bisectrices, destroza libros de teoría, borra ángulos rectos con un despliegue de quiebres y gambetas, de velocidad pegada a la pelota, de zigzag eléctrico, de fútbol fiesta para finalmente —no se le cruzo ni siquiera un perro suelto— no tener más remedio que enviarla adentro. ¿Cuánto tiempo había pasado desde que Messi inició la jugada? 11 segundos. El alemán Schuster, técnico del Getafe 2007, dejó un reproche a su defensa: «Faltó una patada». Quizás bajo su punto de vista, aunque yendo a un plano ideal, creyendo en la pureza del juego y las buenas artes de sus cultores —¡qué hermoso sería!— se produjo un fenómeno muy especial: los rivales se extasiaron tanto con la demostración de magia y talento de Messi que se limitaron a mirar cómo culminaba su creación para sentirse parte de ella. 

Con los pies en la tierra, con una voz que surge de nuestra vieja raíz de hincha que precedió y dio base al periodista de hoy, sólo nos queda decir lo siguiente: loado sea el fútbol, único deporte que en 11 segundos, en tan brevísimo tiempo, puede montar cada tanto una obra de arte tan perfecta”

La introducción del «yo» que aparece en las últimas líneas la podemos notar más nítidamente en el homenaje que le rinde —a propósito de su fallecimiento— al que, a su juicio, fue el mejor futbolista uruguayo: Juan Alberto ‘Pepe’ Schiaffino. En aquella nota se remite a su adolescencia, época en la cual iba al Estadio Centenario a verlo jugar desde el Talud —entrada que valía 25 centavos y le permitía al espectador observar el juego parado detrás del arco— para elaborar su ‘despedida’. No solo destaca su excelso juego; introduce, para completar la semblanza, episodios inéditos de su vida y un recuerdo personal en una cena junto a los campeones del A.C Milan en 1981. “Y al poner el punto final seguimos viendo al crack, pasando entre forzudos con quiebres de cintura, como si estuviera patinando sobre el verde y obligándonos a pensar en los 25 centavos del Talud para el partido que viene. ¡Nos vemos el domingo, Pepe!”, concluye ‘El Veco’.

Fuente de la imagen: El Gráfico.

En cuanto a las piezas dedicadas a deportistas que supieron brillar e imponerse en sus respectivas disciplinas como Luis Horna y Sofía Mulánovich o aquellas donde muestra sus conocimientos sobre automovilismo —especialmente la última de la obra, en la que rememora su entrevista a Juan Manuel Fangio en 1962— y boxeo —otra de sus especialidades— tampoco pierden interés. Aquí nos hemos centrado principalmente en lo futbolístico, pero no deja de ser sugerente la posibilidad de una recopilación de artículos que sea más equitativa en cuanto a la temática. Más allá de este último punto que puede ser un proyecto editorial futuro, Fútbol es pasión reluce lo señalado por Pedro Ortiz Bisso, a saber que ‘El Veco’ “era dueño de una pluma irresistible, generosa en imágenes y colores”, que “podía ser agudo sin necesidad de estridencias o entrañable sin suplicar por la lágrima fácil”; es un libro que, en definitiva, merece se retomado por haber reunido y presentado verdaderas notas antológicas en las que queda desplegado todo el talento de don Emilio Lafferranderie, maestro del periodismo latinoamericano.


*Fotografía perteneciente a tercero

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Roberto ‘Titín’ Drago (Lima, Perú, 1951), reconocido por su larga y sustancial trayectoria en el fútbol, es, además, un “hípico de toda la vida”. Actualmente, desde la conducción del  programa Charlas de Cuarentena —el cual ha superado las cien ediciones—, ’Titín’ se mantiene vigente y, al mismo tiempo, transmitiendo, con su peculiar estilo y sentido del humor, la experiencia acumulada durante tantos años de carrera. Así, conversamos con él, a partir del eje hípica-fútbol, para explorar los diversos momentos de su vida; a continuación la provechosa entrevista, marcada por excepcionales anécdotas junto a su padre, el mítico ‘Tito’ Drago e historias privilegiadas vinculadas al Deportivo Municipal, 

Comencemos hablando de tu infancia. Es sabido que creciste entre la hípica y el fútbol. ¿Cómo se forjó, desde tu niñez, la relación entre ambas en tu vida?

Los primeros recuerdos que yo tengo de muy pequeño son más pegados a la hípica que al fútbol, porque ‘Tito’ me llevaba al stud de Carlos ‘Calquín’ Pianezzi, tío de ‘Lalo’ Pianezzi, preparador actual en Monterrico. ‘Tito’ me llevaba a su stud en el Hipódromo de San Felipe, cuando yo tenía tres o cuatro años. Yo tengo hasta una foto montado en un caballo que se llamaba ‘Destroyer’, un tordillo del stud de ellos, porque allí ‘Tito’ tenía un par de caballos en sociedad con mi padrino ‘Lucho’ Miranda. También iba a ver los aprontes con ‘Tito’ entre los tres y cinco años. Y a partir de los siete años, comienzo a tener recuerdos del fútbol, cuando ‘Tito’ me llevaba a los entrenamientos del Municipal de aquella época en el campo del entonces llamado Ministerio de Hacienda. Concretamente, los primeros recuerdos son más del Hipódromo, después ya me voy acercando más al fútbol y, hasta ahora, ambos caminan en paralelo. 

Claro, y te has mantenido, siempre, ligado activamente a las dos. Ahora, siguiendo un poco más por el segundo, con respecto a los entrenamientos en los que acompañabas a Tito en Municipal, ¿qué recuerdos tienes de aquellos momentos? 

De los entrenamientos en aquella época, me acuerdo de alguna gente. El ‘Muni’ era uno de los mejores equipos del Perú, a finales de los cincuenta aproximadamente. Yo nací el 51’, por lo tanto te puedo decir que en esos momentos tenía 8 o 9 años. Los entrenamientos eran diferentes: tres pelotas, un preparador físico, dar vueltas a la cancha y partido. Eran otras épocas, imagínate, entrenamientos de los años cincuenta. 

Te voy a contar una anécdota tremenda de estos años. Un día, mientras ellos entrenaban, yo estaba a un costado jugando, haciendo pataditas con ‘Luchín’, el hijo del tío Lucho ‘Arequipa’, famoso utilero del ‘Muni’. Me acuerdo que estábamos pateando y él se fue para un lado. De pronto, me quedé con la pelota y vino un “viejito”. Me llamó con la mano y me dijo “hazme gol” o “tira al arco”, no me acuerdo la frase exacta. Me tiraba la pelota y yo pateaba, ¡pum!, un pelotón que parecía de basket (risas), y en una de esas se dejó hacer gol. Me aplaudió y todo. Lo recuerdo siempre con su ‘gorrita’. Con el tiempo, supe, por versión de mi papá, de Montalvo y de Carrasco, que era Juan el ‘Mago’ Valdivieso, en ese momento entrenador del Municipal. 

Qué increíble esa anécdota con  el ‘Mago’ Valdivieso, histórico guardameta de Alianza Lima y de la selección peruana.

Histórico del arco peruano, un capo total. Con él tuve esta anécdota y, con el tiempo, me di cuenta de quién era. Esos son los recuerdos de los entrenamientos, que eran en las tardes, después acompañándolo al camarín a ‘Tito’, viendo los partidos del ‘Muni’, saliendo a la cancha con el equipo, luego me quedaba en la banca porque no habían tantos controles como ahora, no había suplentes tampoco. Así fui creciendo: con camarín, carreras, y entrenamientos. La vida me fue involucrando y dando el gusto por el fútbol y la hípica desde muy chiquito. A muchos chicos puedes llevarlos y simplemente no les gusta. Pero, a mí, en buena hora, me gustaron ambas, y he vivido feliz con eso toda la vida. 

Esas épocas eran de un fútbol de gran calidad. De hecho, ese Municipal se caracterizaba por su juego exquisito. 

A Municipal, ya desde esa época; en realidad, desde finales de los cuarenta, cuando salen los ‘Tres Gatitos’ -‘Tito’, ‘Vides’ y ‘Caricho’- le ponen ‘La Academia’. Por definición propia, era una escuela, enseñaban a jugar. Además, esto se relaciona con que, paralelamente, en Argentina, también había un equipo que tenía un juego vistoso: Racing. De ese equipo, que campeonó tres veces, se hereda ese juego fino y simpático. Ese cuadro, el de los ‘Tres Gatitos’, que yo lo viví de chiquito, con José Carrasco, Óscar Montalvo, José Azofra, ‘Tito’, Claudio Lostanau, Juan ‘Loco’ Seminario, Carlos Bravo, Mario ‘Foca’ Gonzáles, Willy Fleming, el ‘Cholo’ Paredes -mira, los tengo acá como si jugarán ahorita- es un equipazo de fines de los cincuenta hasta, aproximadamente, el 62′. Esa es otra muy buena época del ‘Muni’, que yo la viví con diez u once años, edades en la que uno ya tiene un recuerdo más focalizado. 

De los mejores momentos en la historia del ‘Muni’, con  jugadores excepcionales como los que acabas de mencionar. Entonces, yendo un poco más hacía tu carrera futbolística, mientras aprendías viendo a estos ‘cracks’, empezaste a jugar en las divisiones menores de Universitario hasta que, en el año 1969, con 17 años, debutaste en la primera división con la ‘franja’. ¿Cómo fue esa experiencia del debut en un plantel con jugadores de gran trayectoria y con ‘Tito’ como entrenador? 

Mira, en realidad, fue un poco diferente. No había, cómo se entiende ahora, divisiones menores; eso era muy poco. Yo estudiaba en el colegio Santa María y, en una promoción menor, estaba ‘Papi’ Pellny, hijo de don Miguel Pellny. Entonces, nos invitan a varios del Santa María a jugar un partido frente a los Infantiles de Universitario. Así se catalogaba: Juvenil, Infantil y Calichín. Nada más, y jugabas agrupado con dos o tres años. Y bueno,  le ganamos a los Infantiles de Universitario, por lo que nos invitaron a quedarnos. Ahí se acopló Oblitas e hicimos un tránsito de un par de años, de Infantiles” a Juveniles y, prácticamente, ya estábamos en reservas y el primer equipo de la ‘U’, que por esos años —67’, 68’—  fue a Buenos Aires y sale campeón. 

Entonces, al no haber sitio en la ‘U’, yo llegó a Municipal, que subió en el 68’, y había regresado ‘Tito’ junto a varios jugadores de peso como una especie de homenaje. Entreno el primer semestre y debutó en el segundo, contra Universitario en la segunda rueda. Perdimos 5-2, pero la ‘U’ tenía un equipazo. Jugaban José Fernández, Lucho La Fuente, Nicolás Fuentes, Lucho Cruzado, Roberto Challe, Víctor Calatayud, ‘Loco’  Casaretto, Percy Rojas, etc. Yo debuté contra ellos. Pero también, en Municipal, habían jugadores de mucho peso que integraban el plantel. Nos referenciaban bien, nos protegían futbolísticamente. Allí aprendí lo que significaba una lectura de partido, el respeto y los códigos. Cuando yo debuté, como te digo, de frente, había demasiada gente grande. No había sitio, en esa época menos, para atrevidos ni ‘faltosos’. Así aprendí a tener una línea en el fútbol. 

Un aspecto que me parece interesante de lo que relatas es la noción de «lectura de partido», la cual aprendiste en aquel equipo. En ese contexto si bien el entrenador, que en este caso era ‘Tito’, tenía un rol fundamental, los futbolistas también tenían margen para ordenarse y, a partir de la interpretación de lo que acontecía en el juego, tomar distintas decisiones.  

El porcentaje del entrenador siempre va a ser válido. Es más o es menos, depende del carisma y la credibilidad. Pero, en esas épocas, y después un poco en los setenta, no había tanta planificación, tantos vídeos, tantas cosas como para que el entrenador pueda tener un porcentaje mayor. Si a eso le sumas que, en ese Municipal, habían jugadores bastante mayores que yo, entonces uno capta sus enseñanzas en términos de una lectura de partido. ¿Qué significa esto? Ver cómo viene el ritmo del juego, por dónde llevar la pelota, cómo estar colocado, qué situación buscar, si apretar, retener o tirar largo. 

Esto es la lectura de partido y tienes que captarla dentro de la cancha. Hasta ahora se habla, y eso no ha cambiado, que el entrenador realiza la lectura del partido y, después, vienen los replanteos, las instrucciones, los cambios de posiciones.  Correcto, eso es de afuera, pero siempre tienes que tener a alguno, creo, que sea el «lector» del partido dentro de la cancha, para que lo que intenté transmitir el entrenador con un par de palabras, se realice en el campo. En esa época, jugando en primera algunos partidos, en el 69’ y 70’,  con 17 y 18 años, yo tuve a Nemesio ‘Cochoy’ Mosquera y a José Carrasco que han sido para mí lo máximo en ese sentido. Y después, con el correr del tiempo, también tuve a dos un poquito mayores que yo: el ‘Flaco’ Verástegui y Fernando Cárdenas. Con esos cuatro yo aprendí muchísimo. Fueron, para mí, referentes. 

Centrándonos en los referentes que te influenciaron, hace poco leí que, en tu trayectoria como futbolista, si bien has jugado con verdaderos ‘cracks’, el que más te marcó fue Hugo Sotil. ¿Cómo fue tu experiencia jugando tanto tiempo a su lado? 

Con Hugo he jugado cinco años. Imagínate la cantidad de partidos juntos. Hemos jugado en la Selección, compartido habitaciones en concentraciones como en la gira de los tres continentes que duró casi tres meses. Ahí el ‘Cholo’ fue mi compañero de cuarto. Antes no se cambiaba, no es como ahora. También estuve con él en giras en provincias con el ‘Muni’. Entonces, la compenetración de amistad y en la cancha ha estado al máximo. 

Puedo equivocarme, mi palabra no es la definitiva, he jugado con y he visto a ‘cracks’ nacionales como Teófilo Cubillas, Julio César Uribe, el ‘Ciego’ Oblitas, César Cueto, Percy Rojas, Lucho Cruzado, Roberto Challe, Ramón Mifflin, otros en otros puestos como Nicolás Fuentes, Héctor Chumpitaz, ‘Patrulla’ Barbadillo, pero con el ‘Cholo’ como nunca. Era el impromptu futbolístico. Donde menos pensabas que podía salir del apuro, salía. Invitaba a que lo adelantaran y el siempre terminaba adelantando a los jugadores rivales. Tenía un dominio impresionante. Yo le he visto partidos memorables al ‘Cholo’, jugando conmigo y también desde fuera. A mí me marcó mucho. Mi opinión personal es que, con todo el respeto, y pongo un gran lote, el ‘Cholo’ está ligeramente adelante. 

A propósito del ‘Cholo’, hace unos meses, el Festival de Cine de Lima se inauguró con la transmisión de la película “Cholo” (1972). De lo mucho que se puede hablar del film, me pareció muy llamativa la escena del partido en el Estadio Nacional, que ‘Muni’, con una gran actuación suya, derrota 3-1 a Alianza.

Mira, esa fue una película que hizo Bernardo Batievsky en el 69’. Se demoraron en filmar algunas secuencias, participamos todos los integrantes del equipo como extras, en los entrenamientos en el Lawn Tennis. Había escenas un poco armadas. La nota humorística en el libreto es que el ‘Cholo’ se va a probar, lo cual está lejos de la realidad, pero eso es en la película y el lado anecdótico. Pero a lo que voy es que, ese partido que tu mencionas, mucha gente cree que las escenas son armadas, que fueron editadas con algún programa, pero no, son naturales. Ese día el estadio estaba llenecito, como en varios partidos de ese año. Otro partido memorable fue contra la ‘U’, cuando mí gran amigo ‘H.H’ -Humberto Horacio Ballesteros- terminó en la pista de atletismo. Visualiza en este momento un arquero en la pista de atletismo en el Estadio Nacional: eso no lo vas a ver nunca. 

Esa temporada Municipal llenó estadios. Y el ‘Cholo’, verdaderamente, daba espectáculo con las tribunas colmadas. Con Hugo hemos vivido, también, otros grandes partidos. Con el combinado Muni-Alianza enfrentamos al Bayern Munich y el ‘Cholo’, junto a Cubillas, lo hicieron puré a Beckenbauer. En esos momentos, Franz Beckenbauer era palabra mayor en el mundo, un central espectacular. Al ‘Cholo’ también lo vi triunfar en el Nou Camp. Nos presentaron y jugamos frente al Barcelona en el cuadrangular Joan Gamper. Ahí están los archivos, ante noventa mil personas jugó el ‘Muni’. Yo era el capitán ese año. Nos ganó el Barcelona, con las justas, cinco a uno (risas). 

A los dos días, se juega la final contra el Borussia Monchengladbach y el ‘Cholo’ los hizo puré a los alemanes, tanto así que, en el segundo tiempo, cuando marca un gol de zurda, la gente se para y le saca pañuelo. Ahí no estaba en la cancha, sino desde el borde, mirándolo con mucho orgullo. Entonces, todo esto avala que, para mí, el ‘Cholo’ es épico, puro talento, un impromptu hecho futbolista. Aprendí y disfruté  mucho en esos cinco años en los que jugamos juntos. 

Grandes recuerdos junto al ‘Cholo’. Ahora, es interesante que, al igual que tú, ‘Tito’ también haya enfrentando y derrotado al Bayern Munich en una gira internacional con el combinado ‘Muni’-Boys. Ahora sí, retomando el gusto por la hípica del ‘Maestro’, él contó en varias ocasiones que, en esos largos viajes, no desaprovechaba la oportunidad para conocer los hipódromos. 

Claro, él contaba sobre esas giras, que no solamente eran en Europa, sino también en, por ejemplo, Chile y Argentina, que son países hípicos. Las giras eran bastante diferentes. Por ejemplo, ahora en Copa Libertadores llega el equipo el día anterior, juega y ya está yendo por los calendarios. Antes había más espacio. En los días libres unos se iban al cine, otros al museo, otros a pasear, a comprar, pero otros, como Tito, se iban al Hipódromo. Esa gira de Municipal-Boys que tu me comentas debe ser entre el 59’ y 60’, con Marcos Calderón como entrenador y once jugadores de cada equipo. Hay muchas anécdotas hípicas de ‘Tito’. Unas magnificadas, que con el tiempo se fueron agrandando, pero hay un par de anécdotas que sí son ciertas. 

Justamente a ese punto quería llegar. Me gustaría que nos cuentes algunas anécdotas de ‘Tito’ relacionadas a la hípica. Para las personas de mi edad —22 años—, estas historias no son muy conocidas. 

El cariño de ‘Tito’ hacía los caballos lo tuvo, en algún momento, ‘Chemo’, lo tiene Claudio, pero él está afuera. Es diferente cuando ves un futbolista que jugó el sábado y, el domingo, está en el Hipódromo. Eso ya no se ve porque la época es diferente. 

‘Tito’ con ‘Toto’ Terry, una vez coincidieron en el Hipódromo de San Felipe sin ponerse de acuerdo —esa es la versión que me dieron los dos—; los ‘botaron’ a los dos en un ‘Muni’-U, salieron y se fueron a las carreras. La distancia desde el Estadio Nacional hasta San Felipe era relativamente cerca, entonces gente que los vio ahí los ‘echaron’ y se armó la historia. Tito y Toto eran muy amigos, dos genios del fútbol e hípicos. Esa es una anécdota. Nunca se supo si los ‘botaron’ al propósito o no y que coincidieron casi juntos llegando al Hipódromo. 

La otra que te voy a contar yo la he vivido, pero, al igual que la anécdota del ‘Mago’ Valdivieso que te comenté al principio, recién la entendí después de varios años. Sucede que un día, en un partido a estadio lleno Municipal-U, veo que ‘Tito’ sale lesionado —en esa época no había cambios— hasta el borde del campo y entra el tío ‘Arequipa’, que era el ‘utilero’, con una toalla, con el bolsón y el agua. Tito se echa al borde de la cancha, casi frente a la tribuna de occidente y, al rato, se acerca otro señor. Yo estaba en la banca, preocupado, mirando lo que había pasado. Tendría ocho años pues, y se acerca otro señor, que era ‘Toto’ Terry como para preguntar qué cosa había pasado, cómo estaba ‘Tito’. Lo que sucedía era que dentro del bolsón y la toalla había una radio a transistores y estaban escuchando el Clásico.

Coincidieron a escuchar el Clásico porque ellos dos -‘Tito’ y ‘Toto’ Terry- eran  muy ‘patas’, desde la infancia, de Augusto Ferrando, sobre todo ‘Tito’. El papá de Augusto Ferrando era preparador, al igual que el papá de ‘Calquín’ Pianezzi. ‘Tito’, ‘Calquín’ y Augusto, en el Hipódromo de Santa Beatriz, terminaban en los studs peloteando y ‘mataperreando’. Entonces, Augusto, íntimo amigo de ‘Tito’, dijo que iba a avisar por la radio “bandera arriba, se va a correr el clásico”, y el utilero ‘Arequipa’, que estaba escuchando en la banca, metió un silbido —el silbido e característico de Tito— entonces se dieron cuenta, ‘Tito’ hizo que se lesionó y escucharon el Clásico. Corría un caballo de Tito, si no me equivoco, del Stud Los Titos. Ya después entendí. En su momento no pasó nada, era todo un show. Cuarenta y cinco mil, cuarenta y ocho mil personas, y ellos dos estaban escuchando la carrera. Mira el cariño que tendría Tito por la hípica. Esa creo es la anécdota más grande, que ya después me la contaron y después la entendí. 

La verdad que estas historias son buenísimas. Como bien dices, revelan el profundo amor y la pasión de ‘Tito’ por la hípica. En ese sentido, retomando lo que dijiste, en una entrevista que le dio al recordado periodista Robalca, mencionó que lo introdujo a ‘Pocho’ Rospigliosi a la hípica. Me imagino que escuchar esas charlas hípicas de ‘Tito’ junto a ‘Pocho’ y Augusto Ferrando eran increíbles también. 

‘Tito’, cuando recién se retira, en 1964 —a él le hacen la retirada oficial en 1969— se inaugura Ovación. ‘Tito’ es primo lejano de ‘Pocho’. Había una relación familiar y amical, de muchos años, entre Tito, Augusto, Pocho y Calquín. Y Tito es fundador de Ovación. Y Augusto venía y hacían las “Charlas de Café”, tres en uno en Ovación y yo, con doce, trece, catorce años, los acompañaba. Entonces, ahí aprendes, escuchando uno aprende mucho. Comparando, viendo, midiendo. 

Mira, el cariño de Tito por la hípica era muy grande. Él funda un semanario hípico que se llamaba Ojo Mágico. Yo tengo el ejemplar número uno, debe haber sido del 59’, porque ahí se leía “Monterrico nos espera”. Duró poco, porque para eso se necesita ser periodista de oficio e invertir. Pero creo que salieron, dos, tres, cuatro números. Lucho Quimper, un preparador actual, me regaló el original, porque su papá también era preparador. La mayoría de los preparadores de hoy en Monterrico, sus papás fueron generacionales con Tito. Sabino que ya murió, el papá de Lalo Hernández, de Armando Filipuzzi, los Pianezzi, el papá de Juan Suarez. Personas que, ahorita, si sobreviven, arriba de noventa o ya están descansando. Esa era más o menos la vinculación. 

Lo cual nos revela el lugar de la tradición en el ambiente hípico. Es una pasión que se transmite familiarmente. Esto se relaciona con el Deportivo Municipal, que, también, es un equipo distinguido por lo tradicional de su hinchada. No es un dato menor que 13 integrantes de la familia Drago hayan jugado por la ‘franja’. ¿Qué significa para ti ello ? 

Primero un orgullo, porque es un club vinculado familiarmente. Eso no lo va a cambiar nadie. Segundo, yo creo que debe ser un récord. Y, cuando uno tiene un récord, también se siente orgulloso.  Ahora, habría que probarlo, sacar las planillas, lo cual es bien difícil. Pero en Municipal han jugado trece Drago y los contabilizamos. ‘Tito’, su hermano  ‘Carlos’ —el ‘Cura’, que fue por quien él debuto en primera—, su hermano Virgilio —que después se dedicó al basket—, su hermano Vicente —arquero, medio que lo vacilaban, que llegó a tapar dos o tres partidos—, yo, mi hermano Miguel, mi hermano Jaime —el ‘Diablo’—, mi primo Germán Leguía Drago, ‘Robertito’ mi hijo, ‘Nacho’, Elías que jugó en segunda, mi primo Raúl Gorriti Drago y mi primo Alba Drago, que jugó en reserva. Ahí están.  Eso es un vínculo muy fuerte. 

El ‘Muni’ es un club que despierta mucha simpatía porque la gente ve que no pierde la identidad pese a las malas rachas que tiene. Al igual que el Boys, aunque creo que un poquito más el ‘Muni’, son equipos de segunda opción de mayor hinchada. Esa es una frase que patenté. La gente se identifica, se solidariza y, por épocas, porque no puede ser permanentemente, el buen juego. A mí me ha tocado vivir buenos y malos momentos con el ‘Muni’. Jugar con el Bayern, ir a jugar al Nou Camp, las giras de Tito por todo el mundo, participar en campeonatos sudamericanos de clubes, ser el último campeón amateur. El ‘Muni’ también fue a la Copa Libertadores con mis hermanos, con Franco Navarro, con Eduardo Malásquez, con el ‘Chino’ Sato. Después, han tocado épocas duras, el ‘Muni’ ha bajado, ha pasado por momentos económicamente muy difíciles. Es decir, alzas y bajas. O sea, el ‘Muni’ es un ascensor constante en emociones y sensaciones. Y siempre hemos permanecido con el cariño y el hinchaje. Mi  nieto Cristóbal, el hijo de Roberto, ahora tiene doce y desde los cinco o seis años le encanta ir al estadio con la chompa del ‘Muni’. Eso muestra que ya se transmitió el amor por el ‘Muni’. 

Así es. Y como se ha podido notar durante la entrevista, una persona con diversas facetas, con vivencias importantes, como jugador, entrenador, también he podido conocer tu faceta como formador en la Academia, además de que actualmente sigues llevando un programa en Gol Perú llamado Charlas de Cuarentena, en la que han pasado grandes referentes del fútbol peruano ¿Cómo te sientes, al seguir aportando al fútbol, en este momento de tu vida?

Como tu lo mencionas, lo más importante es sentirse que estás aportando. Eso te hace vivir y superarte. Con los temas de los medios de comunicación, hay que tener máximo cuidado, superación constante. Te pongo todas las facetas juntas. Como formador,  tenemos la Academia que en enero próximo cumple 50 años ininterrumpidos. Como entrenador, en la Liga de San Borja con el equipo de la Academia, en el Lawn Tennis en la Liga de Jesús María; en Copa Perú con Alianza Atlético; en Segunda, el título con Boys, en Primera con el ‘Muni’, en selecciones peruanas sub 17 y 20, asistente también en tres Copa América y tres Eliminatorias. Como futbolista, haber jugado con esa ‘mancha’  de los setenta. Es bien difícil encontrar tantos nombres. En algún momento de directivo, de comentarista de partidos. Mira todas las facetas que uno está tratando de resumir.  Ahora, este programa —Charlas de Cuarentena— a mí me encanta, porque es saber el origen de cada uno, las anécdotas, las vivencias, cómo jugaron, la parte humorística que nunca debe estar lejos. De nuevo, todas estas facetas, las resumimos en una sola,  siguiendo lo que uno es. Hay un dicho que siempre lo decimos: “sonero, nunca dejes tu son”. Es decir, nunca dejes lo que eres y seguir siempre adelante.

Gracias por la entrevista, Titín. Para culminar ¿qué podrías decirle a quiénes permanecen en la tradición de la hípica y el fútbol?

Que son tradición lindas, ricas en experiencias. Tú lo sabes porque también eres aficionado de la hípica. Cuando vas a la hípica, a los hípicos les encanta que les preguntes de fútbol y, al futboleros, le encanta preguntar de hípica. Estas dos son tradiciones compatibles, emocionantes y llenas de pasión. Dicen que el fútbol es pasión; lo mismo la hípica. En ambas hay situaciones imprevistas. De pronto el caballo que te gusta o el que le apostaste no llegó como esperabas. “No, que partió mal”, “lo cruzaron”, «para la próxima”. En el fútbol: “no, que chocó en el palo”, “dominamos, pero el otro equipo atacó una vez”. Eso es incansable, se va repitiendo siempre, y eso es lo bonito. 

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Roberto ‘Titín’ Drago

El 24 de octubre, en el Hipódromo de Maroñas de Uruguay, se disputarán dos clásicos internacionales: el Gran Premio Latinoamericano y la Longines Cup Clásico Diana. El primero, de mayor tradición, es el que más momentos memorables ha brindado a la hípica peruana. Desde Galeno, hijo del recordado Santorín, que se coronó campeón del emblemático clásico en 1987 ante unas colmadas tribunas en el Hipódromo de Monterrico hasta Liberal —el último en conseguirlo en el 2015 en Palermo—, diez han sido los vencedores nacionales. Con la ilusión de inscribir sus nombres en la distinguida lista que encabeza Lutz, la semana antepasada se definieron a los representantes peruanos, en una jornada que se complementó con la Polla de Potrillos (G.I) y, su símil en la pista de césped, el Clásico Claudio Fernández Concha (G.III). 

Duelo que se ha consolidado como uno de los más atractivos en los últimos años, Nuremberg y Novillero —clasificados al ‘Latino’ y mejores fondistas de Monterrico— volvieron a enfrentarse en la primera de las pruebas clásicas de la tarde. Apenas se dio la partida, Matarani, del stud Arriba Arequipa, salió a correr fuerte y se estableció en la punta; enseñó el camino durante gran parte del recorrido, pero se agotó en la recta final, donde fue adelantado, tanto por primera como por tercera línea, por Nuremberg y Novillero. Ya en los últimos doscientos metros, ambos se quedaron peleando en un ‘mano a mano’; Nuremberg, por algunos segundos, pasó a comandar las acciones, pero fue rápidamente doblegado. Ejecutando una formidable finalización por el lado interior de la pista, cerca a la baranda —donde se siente más cómodo—  el defensor del stud Black Label pasó de largo y se adjudicó la victoria en el Clásico Asociación de Propietarios de Caballos de Carrera del Perú (Gr.II). 

El jockey Martín Chuan tuvo que ‘mover’ y exigirle bastante al hijo de Southdale; así, logró encaminarlo para que saque lo mejor de sí y vuelva a superar, como lo hizo en el Clásico Independencia (G.I), a su rival más exigente en el doble kilómetro. ‘Crack’ total, Novillero, exhibición tras exhibición, no hace sino relucir sus excelsas aptitudes. Como bien indica Camilo Henríquez, periodista de El Turf, “cinco victorias, todas clásicas, en 13 salidas ostenta Novillero, que tiene calidad de sobra para ser una de las apuestas fuertes en Maroñas, y un contrincante de peso para cualquiera que se le ponga al lado”. 

Asimismo, para obtener su boleto a la Longines Cup, Ola Perfecta se quedó con el Clásico Carlos Acuña Rey, disputado sobre la pista de césped en 1600 metros. Tras un largo descanso, la entrenada por Alfonso Arias sorprendió en su segunda incursión jerárquica en el año. Con un tranquilo Mariano Arenas en los estribos, Ola Perfecta se acomodó expectante, en la penúltima ubicación, hasta el ingreso a la recta final. En tierra derecha, aplicó una agresiva atropellada que, al restar doscientos cincuenta metros, le permitió pasar a liderar la carrera y, con un cierre en diagonal, contener la reacción de Sagrada, que llegó segunda a pesar de los contratiempos que experimentó. 

La «noción de carrera» del jinete Mariano Arenas, asimismo, fue fundamental para que, en el Claudio Fernández Concha (G.III), El Inquebrantable vuelva a imponerse de la misma forma que en su anterior presentación clásica en la milla. Conducido de forma serena, el pupilo del Tie Break se mantuvo como colero, mientras, adelante, Super Turco junto a su compañero de stud, Super Elías, seguidos de The Best Rimout, le imponían un ritmo fuerte a la competencia. Este último, en el tramo decisivo, se hizo de la punta y, cuando todo indicaba que iba a festejar, el criado en el haras Los Azahares apareció como un rayo por fuera para ponerse al frente y, en la propia meta, hacerse del triunfo. Mostrando un poderoso y sólido remate, El Inquebrantable, a partir de su nueva estrategia, ha encontrado un amplio horizonte de desarrollo, lo cual deberá refrendar en las más variadas y complejas condiciones que impongan las pruebas posteriores. El entrenamiento de Víctor Espinoza y la conducción de Mariano Arenas, al parecer, le permite sacar a relucir su máximo potencial. 

Para finalizar, recuerdo que, en este mismo espacio, comenté el nada auspicioso debut de Super Nao en el Luis Olaechea Dubois (L), clásico en el que llegó a nueve cuerpos de Milán Boy. Tras aquella perfomance, ganó una condicional y sacó un placé en el Hipódromo de San Felipe (L). Progresos mostró, pero, aún así, no fue considerado por la cátedra periodística como una carta de consideración para la Polla de Potrillos (GI), en la que el favoritismo fue para Eliitas, que se presentaba junto a sus compañeros de stud Super Rafito y Papá Chocho. 

Y fue este el que, desde la partida, se hizo de la punta e impuso rápidos parciales. No se quedó atrás Super Nao, exigido desde el arranque por José Reyes, que se estrenaba como su jinete. Escoltó a Papá Chocho hasta el cierre de la curva, en la que, sin mayores dificultades, se apoderó con solvencia de la primera ubicación y no la soltó hasta cruzar la meta. Si bien Eliitas, el gran favorito, insinuó con una súbita atropellada, el abanderado del stud Ju Ya se defendió con valentía su dominio. Por la manera en qué consiguió este logro, por  la soltura  y jerarquía con la que se empleó, lo de Super Nao, en términos de proyección, apunta bastante alto. La revancha por la segunda corona, en un contexto marcadamente distinto, será un escenario especial para observar la ratificación o, capaz, la aparición de otro contendiente en el liderazgo de la generación de los nacidos en el 2018. 

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Fondistas, hipódromo, jinete
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