En una nota dedicada a Juan Joya, Emilio Lafferranderie se remitió, con particular nostalgia, al Sudamericano de 1959. En el certamen continental disputado en Argentina lo observó por primera vez, piloteando el ataque peruano junto a ‘Huaqui’ Gómez Sánchez, Miguel Loayza, ‘Toto’ Terry y el ‘Loco Seminario. Aunque Perú no fue campeón, realizó partidos vistosos; en especial, la victoria frente a Uruguay por cinco a tres, donde Joya, en destacada actuación, anotó un doblete. Desde aquella participación con la camiseta blanquirroja, hasta su consagración como ídolo de Peñarol en la mítica década del sesenta, el ‘Veco’ prodigó una gran admiración por el formidable atacante que culminó su carrera en el Juan Aurich. Elaborando una suerte de síntesis de su trayectoria futbolística, lo recordó como
“El peruano que impuso su personalidad y su juego para meterse por siempre en el alma de la hinchada aurinegra. El que eliminó al Santos en cancha de River con un golazo que forjó en el relator Heber Pinto —aficionado al casino— el grito de «negro el 11» que quedó para siempre. El pura potencia surgido en Alianza Lima y que en Peñarol cerraba una delantera memorable al lado de Abbadie, Rocha, Sasía y Spencer. El seis veces campeón uruguayo, el primer peruano en ganar la Libertadores, y el primero en obtener la Intercontinental en doblete. En el 61 con un 5-0 ante el Benfica de Eusebio, quien sería goleador del Mundial de Inglaterra. Y en el 66 otra vez campeón ante el Real Madrid con un 2-0 en el propio Santiago Bernabéu”.
Es impresionante la dimensión de lo que logró Juan Joya con Peñarol. No solo por los títulos conseguidos y los récords, sino también por cómo, a partir de su desequilibrante estilo de juego y capacidad goleadora fue protagonista, titular indiscutible en la línea ofensiva aurinegra durante sus más gloriosas campañas en la década del sesenta.
Junto al ‘Pepe’ Sasía, Juan Joya, potente y habilidoso delantero, se incorporó a la histórica institución uruguaya en 1961 para sumar en el ataque Mirasol, el cual ya era comandado por el ecuatoriano Alberto Spencer. Llegó a los veintisiete años, con un bicampeonato en Liga Peruana (1954-1955) defendiendo los colores de Alianza Lima y un título individual de goleador del torneo (1957).
A pesar de sus argumentos futbolísticos —olfato de gol, capacidad para el regate, buen juego aéreo—, recuerda Luciano Álvarez, la adaptación del formado en el cuadro victoriano a Peñarol no fue tan fácil. Esto no solo por el cambio de posición que le propuso el técnico Roberto Scarone —de ‘9’ a puntero izquierdo—, sino también por la realidad del fútbol uruguayo y su particular idiosincrasia.
En las propias palabras de Joya queda más claro: “[En los primeros tiempos] no corría los pases de pelota larga, máxime cuando veía que no iba a llegar. […] Cierta vez, el dirigente Fornaro se me apersonó y me aconsejó que igual corriera, que a los uruguayos les gustaba el empeño, el esfuerzo de sus jugadores. […] Al final se me pegó la forma de jugar y de encarar el fútbol por parte de los uruguayos, yo era un poco frío cuando llegué”.
Aún así, nada más en su primer cotejo en Copa Libertadores, anotó un doblete frente Universitario de Deportes. Resultado: victoria de su equipo por 5-0. Tras iniciar con buen pie aquel torneo, volvió a marcar ante Olimpia en el primer partido de la bochornosa llave —el 3-1 de la ida, donde también anotaron Núber Cano y Luis Cubilla— que, una vez superada, les otorgó el pase a la final frente a Palmeiras, equipo al que derrotaron en ambas finales por un tanto a cero, con goles de sus ‘socios’ Alberto Spencer y el ‘Pepe’ Sasía, respectivamente.
En la Copa Intercontinental, a punta de combinaciones desde la línea e insistentes desbordes, Joya se hizo presente en el trámite de los partidos; y no solo ello, también impuso sus credenciales goleadoras con dos dianas al Benfica en aquel contundente 5-0 en el Estadio Centenario. Peñarol ganó por 2-1 el definitivo al cuadro que tenía a la ‘Pantera’ Eusebio como estrella, con doblete del ‘Pepe’ Sasía. 1961. Tetracampeón en el Torneo Uruguayo, campeón de la Libertadores y de la Intercontinental. Conseguir la gloria con el Carbonero: ese era el objetivo de Juan Joya y, finalizada su primera temporada, podría decirse que había dado el primer paso con firmeza.
En 1962, Peñarol volvió a avanzar hasta la final de la Copa Libertadores, pero cayó frente al Santos —Pelé, Pepe y Dorval eran sus referentes— en una violenta serie. A pesar de la desazón producto de no poder retener la máxima corona continental, ese año también fue de desaforada alegría para el club ‘mirasol’; significó, a su vez, la imborrable inscripción de Joya en la historia aurinegra, en tanto destacado integrante del equipo que logró el primer Quinquenio de Oro. Sin Roberto Scarone, el director técnico fue Juan Peregrín Anselmo, hombre identificado con Peñarol, ganador del Mundial de 1930 con Uruguay. Un 2-0 frente a su tradicional rival, Nacional, les permitió asegurar el trofeo a falta de una jornada; ¿los goles? de Joya y Spencer, esa dupla ofensiva que no solo se compenetraba a la perfección, sino que también entendía lo que era el trabajo colectivo junto a jugadores de la talla de Pedro Virgilio Rocha, el ‘Pepe’ Sasía, el ‘Pardo’ Abbadie, ’Tito’ Gonçalves y Roberto Matosas. 1962. ‘Negro el 11’ volvía a ser decisivo en un éxito más aurinegro.
Joya siguió jugando por Peñarol en los años posteriores. En términos de actuaciones específicas, de las más recordadas por la hinchada ‘mirasol’ se ubican las cumplidas frente al Santos de Pelé y Coutinho en las semifinales de la Copa Libertadores de 1965. Para aquel año, entre los dos gigantes sudamericanos ya había una fuerte rivalidad. Cada choque entre ambos era dramático e intenso; encuentros realmente fundacionales que dotaron de su particular identidad a la Libertadores. El marcador del primero fue 5-4 para el Alvinegro en el ‘Pacaembú’; el del segundo 3-2 para los Mirasoles.
Así narra los minutos finales de aquel partido Luciano Álvarez: “Faltando menos de quince minutos Peñarol perdía 2 a 1 y el empate clasificaba al Santos. A los 31 minutos, Joya, en extraordinaria jugada, eludió a Olavo y a Mauro y le hicieron penal. Como tantas veces, Sasía asumió la responsabilidad y cumplió. Pero no era suficiente. Faltando nada, dos minutos Tito Gonçalves por enésima vez llevó a su equipo adelante; le pasó a pelota a Joya, este tiró, pegó en el palo izquierdo y, pescando —era una de sus características más salientes— el Lito Silva le dio el triunfo a Peñarol”. El match definitivo lo ganó Peñarol por 2-1 en el Monumental de Nuñez con golazos de Juan Joya y el ‘Pepe’ Sasía. Este es el episodio que incluye Lafferranderie en su nota.
Peñarol no ganó esa Libertadores, pero se cobró la revancha en la siguiente edición. 1966 representó un año cumbre para el Carbonero. Al mismo tiempo que demostró supremacía en América, se consagró en la escena futbolística mundial. Pero, más allá de ello, fue el de la temporada que quedó marcada por los partidos más inolvidables para el hincha peñarolense. Y siempre, en cada uno de ellos, con alguna acción diferencial, una jugada determinante de Juan Joya. Este aparecía por todo el frente de ataque y, cada vez que tenía la pelota, generaba algo que llevaba peligro a la portería rival.
En los cotejos de la Final de la Copa Libertadores de 1966, además de poner su firma en el marcador de la ida —en Montevideo— tras internarse en el área riverplatense y definir con clase para asegurar el triunfo, fue clave en el desempate. Las escenas disponibles así lo demuestran, muy activo en la zona ofensiva, incluso participando de los últimos goles que definían el 4-2 a favor ante River Plate. Por cómo remontó Peñarol, mientras Ladislao Mazurkiewicz definió aquel título como “tal vez lo más grande que logré en una cancha de fútbol en toda mi vida”, Pablo Forlán dibujó una escena desde su observación privilegiada: “el golazo de Spencer, los gritos de Tito, la emoción del Mazurca, las lágrimas de Joya, las palabras de Don Roque”.
Para cerrar aquel año perfecto, solo faltaba Real Madrid por la Intercontinental. Al igual que cada integrante de la máquina aurinegra, Juan Joya mantuvo el nivel mostrado durante la temporada. Respondió a la confianza de Roque Máspoli. Desbordes, piques, amagues; Joya y Spencer, el dueto fenomenal, tuvieron a mal traer a los defensores españoles en ambos duelos. Felizmente se puede ver el gol de Spencer que selló el 2-0 para los de Uruguay. En él, la notable jugada individual del ecuatoriano se ve complementada con un ‘taco’ de Joya; tras la recepción, Spencer remata con fineza, reluciendo su capacidad técnica en velocidad. Revancha saldada con el Madrid desde 1960. Imparable por la punta izquierda estuvo Juan Joya en toda la campaña. Y así intentó aportar hasta su despedida en 1969.
Esto es hacer historia, engrandecer la tradición de un club. Juan Joya Cordero (25 de febrero de 1934-29 de marzo de 2007), leyenda del Peñarol y del fútbol sudamericano.
