Periodismo

El gobierno, sin embargo, ha guardado cínico silencio al respecto, quizás porque cree que así también se beneficiará del amedrentamiento a quienes lo investigan. Se ha cogido de la mano con la izquierda de Perú Libre, autora del proyecto, y a quien anima, sin duda, un ánimo de revancha respecto del papel e incidencia de los medios de comunicación independientes en la caída de Pedro Castillo.

Ya la democracia peruana está bastante dañada por las tropelías cometidas por la administración anterior, como para ahondar su desmedro. De paso, haría bien este gobierno en mover sus fichas políticas para lograr que la mayoría del Congreso recapacite, se libere del mangoneo de la izquierda autoritaria y no llegue a buen puerto una burda maniobra, denunciable constitucionalmente, en contra de una de las libertades esenciales en el ámbito político.

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Congreso, Libertad de prensa, medios de comunicación, Pedro Castillo, Periodismo, Perú Libre, prensa peruana

“Y de pronto aparece Lionel Messi, «pulga» atómica que todo lo puede, que patea pizarrones, tacha bisectrices, destroza libros de teoría, borra ángulos rectos con un despliegue de quiebres y gambetas, de velocidad pegada a la pelota, de zigzag eléctrico, de fútbol fiesta para finalmente —no se le cruzo ni siquiera un perro suelto— no tener más remedio que enviarla adentro. ¿Cuánto tiempo había pasado desde que Messi inició la jugada? 11 segundos. El alemán Schuster, técnico del Getafe 2007, dejó un reproche a su defensa: «Faltó una patada». Quizás bajo su punto de vista, aunque yendo a un plano ideal, creyendo en la pureza del juego y las buenas artes de sus cultores —¡qué hermoso sería!— se produjo un fenómeno muy especial: los rivales se extasiaron tanto con la demostración de magia y talento de Messi que se limitaron a mirar cómo culminaba su creación para sentirse parte de ella. 

Con los pies en la tierra, con una voz que surge de nuestra vieja raíz de hincha que precedió y dio base al periodista de hoy, sólo nos queda decir lo siguiente: loado sea el fútbol, único deporte que en 11 segundos, en tan brevísimo tiempo, puede montar cada tanto una obra de arte tan perfecta”

La introducción del «yo» que aparece en las últimas líneas la podemos notar más nítidamente en el homenaje que le rinde —a propósito de su fallecimiento— al que, a su juicio, fue el mejor futbolista uruguayo: Juan Alberto ‘Pepe’ Schiaffino. En aquella nota se remite a su adolescencia, época en la cual iba al Estadio Centenario a verlo jugar desde el Talud —entrada que valía 25 centavos y le permitía al espectador observar el juego parado detrás del arco— para elaborar su ‘despedida’. No solo destaca su excelso juego; introduce, para completar la semblanza, episodios inéditos de su vida y un recuerdo personal en una cena junto a los campeones del A.C Milan en 1981. “Y al poner el punto final seguimos viendo al crack, pasando entre forzudos con quiebres de cintura, como si estuviera patinando sobre el verde y obligándonos a pensar en los 25 centavos del Talud para el partido que viene. ¡Nos vemos el domingo, Pepe!”, concluye ‘El Veco’.

Fuente de la imagen: El Gráfico.

En cuanto a las piezas dedicadas a deportistas que supieron brillar e imponerse en sus respectivas disciplinas como Luis Horna y Sofía Mulánovich o aquellas donde muestra sus conocimientos sobre automovilismo —especialmente la última de la obra, en la que rememora su entrevista a Juan Manuel Fangio en 1962— y boxeo —otra de sus especialidades— tampoco pierden interés. Aquí nos hemos centrado principalmente en lo futbolístico, pero no deja de ser sugerente la posibilidad de una recopilación de artículos que sea más equitativa en cuanto a la temática. Más allá de este último punto que puede ser un proyecto editorial futuro, Fútbol es pasión reluce lo señalado por Pedro Ortiz Bisso, a saber que ‘El Veco’ “era dueño de una pluma irresistible, generosa en imágenes y colores”, que “podía ser agudo sin necesidad de estridencias o entrañable sin suplicar por la lágrima fácil”; es un libro que, en definitiva, merece se retomado por haber reunido y presentado verdaderas notas antológicas en las que queda desplegado todo el talento de don Emilio Lafferranderie, maestro del periodismo latinoamericano.


*Fotografía perteneciente a tercero

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Emilio Lafferranderie, Periodismo

Acuña logra una condena con fundamentos vergonzosos. La hipocresía de Enrique Ghersi. Bermejo despotrica contra Cerrón. ¡Y por qué Salaverry en Peru Petro!

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“Plata como cancha”, César Acuña, Christopher Acosta, Libertad de prensa, Periodismo

Se equivocan quienes ven en el periodismo una práctica distanciada de la literatura. Por supuesto, no me refiero a la frialdad desangelada con que se redactan noticias; hablo de esas ocasiones en las que los periodistas tienen la oportunidad de mirar la realidad con ojos distintos a la funcionalidad noticiosa, cuando pueden ver más allá de las recetas, las pirámides invertidas o cualquier técnica mecánica de redacción.

En esas ocasiones, digo, el buen periodismo y la buena literatura son difíciles de distinguir y carecen de límites precisos, pues se alimentan mutuamente: el periodismo ofrece una ventana al mundo real, al mundo fáctico; la literatura añade estilo, capacidad de reflexión, sutileza e ironía que exceden al mero relato noticioso. Dicho con una metáfora gastronómica, el periodismo pone los ingredientes, la literatura ofrece distintas posibilidades de sazón.

Por eso leer libros como El placer traidor. Crónicas elegidas, del escritor y periodista piurano Luis Eduardo García resulta gratificante. Para nadie es un misterio que la crónica ha renacido en América Latina y que en los últimos treinta años, entre perfiles, relatos de vario calibre y una escritura que en general tiende a reflexionar sobre la experiencia y la existencia, se ha honrado una tradición uno de cuyos orígenes nos remite, sin dudas ni murmuraciones, a lo mejor de nuestro modernismo, ese largo viaje que va de Darío a Valdelomar.

Luis Eduardo García sigue ese camino. Los textos que conforman este libro no solo son testigos de una dilatada carrera en el periodismo, son también un conjunto de vivencias que son tamizadas por un estilo en el que destacan un sereno brillo verbal y el necesario impulso que empuja al cronista a contar historias, que eso, no debe olvidarse, es también el periodismo.

El placer traidor tiene además un rasgo esencial: sus textos han logrado autonomía, han vencido la tiranía de las coyunturas que provocaron su escritura y lo han logrado porque uno, como lector, se reconoce y se identifica con lo dicho en ellos. García sabe que a la crónica nada le es ajeno y por eso recorre, examina y narra asuntos diversos y filtrados por la vivencia personal, lo que explica que gran parte de estos relatos utilicen la primera persona.

Es relevante también notar cuán consciente de su oficio es García. En las palabras previas, escribe: “Toda pasión engendra su propio mal. Y toda felicidad anuncia la llegada de su propia desdicha. El periodismo es eso: gozo y felicidad, riesgo y destrucción. Es como cuando un diabético desea un chocolate o un cardíaco sube a las alturas. Hace daño, pero gusta. Estresa, pero da placer. El periodismo es humano porque es una contradicción” (p.11).

Con finura y agudeza, García nos lleva de la mano a recorrer el territorio de su Placer traidor. Una vez dentro de él, el lector se encontrará frente a un salón de espejos y en cada uno de ellos se dará de bruces con temas distintos: la lectura, la voraz vocación por la escritura, la enfermedad, el oficio de enseñar, el pulso de lo cotidiano. Sus textos parten de lo real, pero establecen vecindad con la literatura, logro indudable de su lenguaje.

Cuando especula o divaga, compite con el ensayo, pero habría que decir, a favor de la crónica, que su horizonte comunicativo suele ser más cálido, de ahí que el tono académico no convenga al cronista, sino más bien el relato desnudo y vivo de las cosas, de las ocurrencias (domésticas, estéticas o intelectuales) que afectan la vida cada día.

Un texto como “El placer anacrónico”, escrito para la tribuna de los bibliómanos quienes, a pesar de los avances tecnológicos, seguimos alimentando la venerable costumbre de acumular libros. Cito un fragmento de esta confesión libresca: “Hay sin duda una especie de nostalgia que mueve a los cuarentones como yo a visitar regularmente librerías formales y de viejo para agenciarse materiales de lectura. Soy un migrante como todos los de mi edad y aunque puedo leer diarios y revistas en la pantalla de una computadora, soy incapaz de meterle diente a un libro completo bajo formato digital. Soy hijo de mi tiempo, no lo dudo” (p.26).

Para terminar, permite lector que esgrima una vez más otro latiguillo gastronómico: la mesa está servida. El placer y la traición son todo tuyos.

 

El placer traidor. Crónicas elegidas. Trujillo: Infolectura, 2021.

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Literatura, Luis Eduardo García, Periodismo

Todos los días, de lunes a viernes, Alexandra Ames, David Rivera y Paolo Benza discuten los temas más importantes del día por Debate. En nuestro episodio número 135: Compras armas y agredir periodistas. Los niveles de polarización se disparan. ¿Qué va a pasar luego del 6 de junio? Y, ¿dónde se metió Carranza?

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