[MIGRANTE AL PASO] Insomnio. Ya han pasado unos meses desde que no dormía una noche. Es algo que viene y va, como una visita inoportuna que nunca avisa cuándo llega ni cuándo se va. En el silencio, con un juego de zombies en la pantalla, como de fondo y a la vez la única luz que ilumina el cenicero y la laptop donde escribo. Todo lo demás, oscuridad. Muchos romantizan el insomnio, pero la verdad es que ahorita estoy a dieta y me muero de hambre. Por mi cabeza solo pasan ideas tentadoras como ir al grifo por un hot dog, es lo único abierto a estas horas. Pensé también en galletas, tal vez algo dulce, pero el grifo no tiene muchas opciones. Este juego es el mismo que jugaba hace 15 años, solo que sacaron una versión remake y cómo no jugarlo. Un viaje al pasado, escribir y una noche larga; no se me ocurre mejor combinación. Tal vez la de un hot dog con mostaza, papas al hilo y una buena Coca Cola helada. Que te guste escribir y comer, eso sí es una mala combinación. Sentado, horas, con mala postura: tal vez una de las maldiciones de escribir. ¿Quién sabe?
¿Qué pensar? Es mejor no hacerlo mucho. Recomendación de alguien experto en dormir poco y a la vez mucho. Me estoy yendo a ver a Oasis, la bíblica banda británica (algunos entenderán la referencia) de los 90. Le dieron la espalda a la moda grunge de Estados Unidos que hablaba de depresión, tristeza y de suicidio. Ellos cantaban himnos de estadio. Live Forever es una de sus canciones icónicas. “They all write bollocks, y’know what I mean, they’re all in pain. Well, my fucking ears are in pain hearing your fucking voice, you twat.” Comentaba Liam Gallagher, uno de los hermanos problemáticos, los rockstars de Manchester. Hace unos años, el otro hermano comentó que dejen de hablar mucho sobre activismo en conciertos, que donen plata y se callen, resumiendo vagamente. Fue criticado. Entré en el dilema de si el arte debe ser político, muchos aseguran fervientemente que tiene que serlo para ser arte. Me parece exagerado, hay arte bueno con o sin política; pienso. A veces solo quiero escribir una escena y nada más.
Hace un rato, antes de escribir este texto, llenaba una hoja de palabras. Un niño que obtuvo la capacidad de hacer magia a cambio de no poder caminar, un guerrero guardaespaldas lo cargaba por todos lados a modo caballito, un padre que lo detestaba por echarle la culpa de la muerte de su esposa, y las aventuras que le esperan al pequeño y su guardaespaldas de pocas palabras. Estas ideas rondaban por el papel. No sé si terminaré la historia o la dejaré de lado, pero sí sé que esa historia no hace referencia a ninguna problemática política actual. Siempre hay problemas humanos, eso es inevitable, pero si es político o no; la verdad no lo sé. Recuerdo cuando le hicieron una pequeña pregunta muy general sobre política a Jaime Bayly. Lo que recuerdo es que dijo que en el aspecto político no se encuentra lo bello de la vida. Tiene sentido, basta con ver a la gente que está involucrada para salir corriendo. Nadie quiere estar metido ahí. Para mí sería desastroso. Me costaría demasiado fingir interés por ciertas causas solo por quedar bien.
En fin, han pasado unas horas y sigo despierto. Recuerdo cuando me pasaba de niño y disfrutaba más de no dormir. Es más silencioso, como comenté, pero ahora se escuchan gritos, bocinas, ambulancias, desde lo lejos. Como si la ciudad se hubiera vuelto más caótica; o, tal vez soy yo quien se ha vuelto más caótico. Pero ya no es como antes, que disfrutaba de películas hasta el amanecer o me creía historias de magia y terror que hacían de mis noches algo mágico. Ahora pienso más que nada en comida, recuerdos o cómo solucionar problemas de la vida cotidiana. A veces me detengo a mirar el techo durante varios minutos sin pensar en nada en concreto. Se siente todo aburrido, como si las horas fueran más lentas, pero los días más cortos. Este tipo de contradicciones sin sentido son las que ahora ocupan el espacio de mi insomnio, cuando antes era paz o diversión.
Pero ya aprendí que es un buen indicador de qué estoy haciendo con mi vida en el momento. Mientras más placentero el insomnio, es porque mejor la estoy pasando, y lo mismo sucede al revés. ¿Qué hago para escapar del letargo? Justamente, escribir sobre cosas que no son políticas. Ya tengo suficiente con ver las noticias cada vez más trágicas de lo que ocurre en el mundo. Y no quiero pasar estas horas solitarias en eso, prefiero escaparme entre fantasías y misterios.