Rocío Silva Santisteban estuvo cerca de ser la primera presidenta del Perú. Representantes de distintas bancadas le aseguraron su apoyo, pero finalmente no consiguió los votos. Cree que no fue elegida por ser mujer, izquierdista y feminista. Ahora su mayor interés es impulsar una Asamblea Constituyente. En diálogo con Sudaca, explica en detalle qué pasó detrás de las agitadas dos últimas semanas en el Congreso.

Quiero empezar preguntándole si, como congresista, usted cree que ha terminado el momento de inestabilidad política después de la juramentación de Francisco Sagasti. 

Quisiera decir eso, pero no lo creo, porque hay muchos intereses en contra. Quizás haya un momento de tregua con Sagasti, pero posteriormente va a continuar esta confrontación. Sobre todo, con ciertos sectores del Congreso, que también van a tener una actitud de confrontación con mi compañera Mirtha Vásquez [Frente Amplio], la presidenta del Congreso.

Entonces, ¿cree que el voto a Sagasti ha sido solamente coyuntural?

Totalmente. Y el que me hubieran dado a mí, que no me lo dieron, también. Todo dependía de ese momento, no es una situación que pueda ser estable.

Usted podría haber sido quien juramentara como presidenta. ¿Cómo se siente al respecto?

Una sensación de gran responsabilidad sobre el país. Obviamente, era una situación circunstancial. Para mí ha sido un honor, por supuesto, estar en esa posibilidad, pero sabía que era muy difícil. Yo misma les comenté a mis compañeros que la veía, en ese momento, mientras estaban contabilizando los votos, muy difícil, porque soy una mujer de izquierda y feminista, y eso asusta mucho a varios sectores de la clase política. En primer lugar, al empresariado más tradicional y a los poderes fácticos. Por supuesto, también a sectores conservadores. Ese fue el motivo por el cual creo que el Frepap no votó por mí.

¿Qué fue lo que pasó? 

Todo fue bastante caótico. Yo había conversado con Francisco Sagasti y él me había planteado una lista. Primero, que la encabezara yo, pero después cambió y me dijo “no”, mejor que la encabece él. Después volvió a cambiar, no, mejor que la encabezara yo. Finalmente, antes de entrar a la oficina donde estaba reunida la Junta de Portavoces, me dijo que mejor era que él encabezara. Cuando entramos, todos ya habían conversado, excepto nosotros. En ese momento Luis Valdez [entonces presidente interino del Congreso] me dijo que yo era la candidata de consenso. Le dije que para mí era un honor que hayan pensado en mí, pero que yo era una mujer del Frente Amplio. Le dije: “Pero, ¿todas las bancadas están de acuerdo?”. Ahí estaban. Les fui preguntando y todos me dijeron “sí”, incluso Otto Guibovich [Acción Popular], Pepe Luna [Podemos Perú], José Vega [Unión por el Perú].

Entonces, ¿esas bancadas incumplieron ese acuerdo inicial?

Por supuesto, pero el asunto es el siguiente: los que dicen que tienen los votos de su bancada, es falso. José Vega dijo: “UPP está de acuerdo” y casi todos votaron en contra. Chagua votó en contra. Yo le dije después: “oiga, usted votó en contra de mí”. Entonces, me dijo: “sí, porque estaba Apaza en la lista”. José Vega puso a Apaza y yo pensé que eso había sido parte del consenso, porque representaba a UPP, pero en realidad representaba solo a un sector mínimo de UPP. Por otro lado, Otto Guibovich dijo que sí porque estaba Luis Roel en la lista, pero después le quitó el voto. Es más, Guibovich, en un segundo momento, planteó una lista con Teresa Cabrera en el primer lugar y Leslie Lazo. Y no le había preguntado, al parecer, a Leslie Lazo. Leslie retiró su nombre porque ni siquiera había puesto su firma. Eso significa que los voceros no representan a sus bancadas, los voceros representan a una facción de sus bancadas que es minoritaria.

¿Esa fue la razón por la cual presentaron la lista dos minutos antes de la hora máxima y por la que hubo un momento en que Sagasti dijo que ya no iba a estar, aunque luego volvió?

Sagasti retiró su firma sin consultarme ni avisarme. Yo me enteré porque me lo dijo un vocero de Acción Popular. Entonces, le dije: “¿Qué?, ¿Francisco, has retirado tu firma?”. Me pareció, verdaderamente, una falta de seriedad. Un congresista de la bancada Descentralización Democrática, el vocero, le dijo: “colega Sagasti, yo le pido que reflexione porque ya estamos en un momento en que no podemos no tomar ninguna decisión y la gente está en las calles, y ya ha habido dos personas muertas”. Yo le dije lo mismo. Entonces, Sagasti llamó por teléfono, salió, regresó, y dijo: “retiro mi retiro y sigo en la lista”. Y, bueno, eso fue un minuto antes.

¿Por qué retiró la firma? ¿Nunca se lo dijo?

No.

Después de que no votaron por usted, como le habían dicho, ¿se sintió traicionada?

(Piensa) Eh, sentí… bueno, hubo varias situaciones. Entre ellas, que una persona de Acción Popular me dijo que Gino Costa estaba moviéndose de bancada en bancada diciendo que no se vote por la lista. Entonces, Lenin Checco me dijo: “voy a comenzar a moverme y hay que hablar con José Vega”. Yo le dije: “no, Lenin, no”. Era mientras votaban. La votación era no, no, abstención, no, abstención, sí, no, no, “abstención”. Lenin estaba preocupado y me dijo: “voy a conversar”, o sea hablar, pero ‘hablar’. ¿Qué significa, pues eso, en ese momento? Le dije: “Lenin, yo no voy a negociar en este momento nada, no salgas”. Estaba un poco desesperado, pero le dije: “no, no, no”. Yo entiendo que eso es hacer política, pero en ese momento se hubiera prestado a que pudieran condicionar su voto: “Ah, ya, pero me haces presidente de tal comisión o que pase tal cosa”.

¿Algún congresista le pidió algo a cambio de su voto?

No, ninguno.

¿Qué cambió al día siguiente? ¿Por qué la lista de Sagasti sí tuvo el apoyo que no tuvo la suya?

Bueno, porque ya corrían cuatro listas. Y en todas había un morado (ríe). Había una lista con Carolina, una lista con Zenaida. Yo sabía porque los convoqué a la sala Bolognesi. Mientras esperaba, entraban los de Acción Popular y se iban, entraban los de APP y se iban, entraban los de UPP y se iban. Entraba la gente y se iba. Entonces, yo dije: “bueno, están negociando por separado, hay que esperar”. Y en un momento comencé a dar vueltas por el Congreso para ver qué pasaba y me di cuenta que estaban varias listas.

¿Qué estaban negociando?

Estaban al fragor del debate. Incluso, Mirtha [Vásquez] estaba en dos listas. Yo decía: “oye, pero me acaban de decir que estás en la otra lista”. Todo era así, noticias, rumores. No obstante, había un grupo que nunca llegó y yo dije: “bueno, ellos están negociando la lista que probablemente puede ser la lista ganadora”, y fue verdad. Si Leslie [Lazo] no se hubiera retirado, esa lista, encabezada por María Teresa Cabrera, ganaba, lo que hubiera sido realmente una bofetada al movimiento estudiantil. Felizmente que se retiró.

Antes, cuando usted convocó a la votación, tuvo que lidiar con las interrupciones de la congresista Martha Chávez. Me llamó la atención la calma que usted tuvo, pero a la vez la firmeza con la que pretendía que el debate continúe, a pesar de las interrupciones. ¿Hay alguna enemistad personal entre ustedes?

No, en lo absoluto. No la conozco. Lo que sucede es que Martha Chávez es bastante conocida porque interrumpe siempre. Y cuando va a votar no vota de frente, sino que tiene que mandarse con un discurso. Nunca entendí por qué Luis Valdez le permitía tanta malcriadez. Ella siempre está interrumpiendo, pidiendo cuestiones previas, cuestiones de orden. Conoce muy bien el reglamento del Congreso y los usos parlamentarios, y utiliza todo ese conocimiento para obstruir la marcha de las discusiones. Ella siempre tiene esa actitud y la seguirá teniendo, ¿no?

Habiendo pasado el episodio de las votaciones del Congreso, ahora que Sagasti ha juramentado, ¿cree que está solucionado el problema de fondo?

No creo. Por ejemplo, ahorita se viene la presentación del gabinete en el Congreso y es bien importante que los ministros y la premier vayan a conversar, escuchen cuáles son los pedidos de las bancadas. Por ejemplo, ya Francisco Sagasti ha dicho que no es el momento para una Asamblea Constituyente y la nueva bancada se llama ‘Nueva Constitución’. Si, de arranque, al primer día de tu gobierno, dices que no a una demanda de varias bancadas del Congreso, incluyendo la mía, incluyéndome a mí, no estás… digamos, hay que tener un poco más de escucha al otro, ¿no?

¿Cuál cree que debe ser el camino para plantear una nueva Constitución?

Un referéndum. Si la mayoría de la población dice “sí, queremos una nueva Constitución y queremos una Asamblea Constituyente”, entonces hay que pensar en la metodología y hay que hacer un debate nacional. Ya no se puede parchar más esta Constitución. No solamente debemos cambiar el capítulo económico, sino que, por ejemplo, la nueva Constitución debe tener en consideración qué implican los derechos de la naturaleza. O sea, por qué la amazonia, el mar, los ríos, los bosques, deben de ser preservados per se, y no en función del ser humano.

Tiene que haber un cuestionamiento al antropocentrismo y plantear un enfoque biocentrado. Es la supervivencia de la especie humana y se tiene que pensar en una nueva constitución, eso no está en la del 93. Por otro lado, tenemos que pensar en un futuro de la sociedad peruana, que es muy heterogénea y en la que muchos se han mantenido en la periferia de las normas. Por ejemplo, está reconocido el derecho a la salud, ¿pero para qué sirve si el oxígeno te lo van a vender a cinco mil soles y las personas que no tienen plata durante la pandemia se van a morir? Todos esos elementos tienen que discutirse. Esa generación que ha salido a las calles es una generación que está planteando otro momento. Se ha dado un momento destituyente, por eso se tiene que dar un momento constituyente.

¿Cree que la consulta popular deba hacerse el 11 de abril?

Sí. Podría tener un poco de esperanza, para la poca esperanza que hay en los políticos, ¿no? También deberíamos discutir el tema de los partidos. ¿Cómo van a funcionar? ¿Cómo se va a reorganizar los partidos? ¿Solo los partidos pueden formar parte, por ejemplo, de la Asamblea Constituyente o también las representaciones campesinas, o las organizaciones indígenas? Se debe dar un debate profundo de la representación. Estamos ante una crisis profunda de los partidos políticos. La clase política se tiene que dar cuenta de eso. No puede seguir igual, por Dios. Esta Coordinadora Republicana, ¿qué estaba pensando? Salieron los jóvenes y dijeron: “no los queremos”, porque representan los sentimientos fosilizados de la gente, ¿no?

En una entrevista a La Republica publicada el domingo, ha dicho que la indignación es contra todo el sistema político, incluyéndola. ¿Usted se siente más cerca al rechazo popular por ser congresista, o al respeto de la ciudadanía por haberse opuesto a la vacancia?

Bueno, definitivamente hay un gran sector que me apoya y me respeta, que es básicamente el sector popular, de jóvenes, y el sector rural, que es en el que yo me muevo más. También ciertas capas medias que ya están cansadas de los políticos tradicionales. Pero sí hay un rechazo a toda la clase política, porque la clase política decepciona, porque dices una cosa y cuando estas arriba no la haces. Eso es muy decepcionante, sobre todo para los jóvenes.

¿Cree que la ciudadanía, a través de estas manifestaciones, se está acercando más a la izquierda?

[Piensa] No sé si sean manifestaciones que se acercan a la izquierda. En todo caso, se acercan a un malestar con la política, y también con los políticos de izquierda.

¿Cómo debería reaccionar la izquierda ante estas demandas ciudadanas?

En primer lugar, escuchándolas y no minimizándolas. No seguir diciendo que la izquierda está representada solo por los sindicatos o solo por los gremios, o solo por tales personas. Hoy en día el pueblo está organizado de múltiples maneras, es muy heterogéneo. Siguiendo mis análisis gramscianos, habría que plantear un frente y no un partido. Por eso yo estoy a favor de un frente popular. Por eso estaba a favor del Frente Amplio, pero el Frente Amplio se terminó convirtiendo en un partido y fue un desastre. Lamentablemente, tengo que admitirlo.

La labor legislativa va a continuar. ¿Cree que este Congreso debería tomar decisiones polémicas e importantes, como la elección de magistrados del Tribunal Constitucional?

No, eso ya quedó descartado definitivamente. Quizá lo vuelvan a intentar, ¿no?, con otra comisión, pero está muy desacreditado ya el Congreso. Eso lo tienen que leer los congresistas. Espero que sepan entender.

El Gabinete de Sagasti tiene que ir al Congreso. ¿Usted está satisfecha con estos ministros? En todo caso, ¿cuál es su posición con respecto al Gabinete?

El Gabinete está constituido con la rapidez y urgencia del caso. Yo confío en Violeta Bermúdez. Me parece que ha sido acertado de parte de Sagasti nombrar a una mujer feminista, a una jurista que tiene bastante experiencia, que ha sido funcionaria pública y creo que eso está permitiendo un aire diferente. Ahora, vamos a ver, pues, cómo se dan las próximas dos semanas, porque sí tiene que haber un acercamiento, ¿no?

¿De eso depende el voto de investidura?

Sí, creo que sí, que va a depender de que Violeta, que es una excelente jurista, también haga un trabajo político, ¿no?

Estos sucesos le han dado mayor protagonismo en la vida política del país. ¿Cuál es el futuro de su carrera política? ¿Va a continuar con el Frente Amplio?

Es urgente un frente, pero el Frente Amplio lamentablemente ya se desdibujó y se ha convertido en un partido político, y ha pasado a tener los problemas que tienen todos los partidos. Yo no soy militante del Frente Amplio, soy activista de un grupo político que se llama comité Ana Tallada, desde el año 2016, cuando éramos el Frente Amplio, amplio, de verdad. Lo que ahora estamos planteando es independizarnos aún más y poder consolidarnos como comité. No pensando en el 2021, sino en más adelante. Una de las tareas es debatir entorno a diferentes temas de una posible próxima asamblea constituyente.

¿Ese es el punto más importante en su agenda política?

En estos momentos para mí el punto más importante es apoyar a Mirtha y que pueda salir lo mejor posible de este encargo, que es una presidencia de un Congreso tan fragmentado y tan difícil. Posteriormente, ya veremos, pero yo quisiera pensar más allá del 2021, en un horizonte mayor.

¿Y qué ve en ese horizonte? ¿Qué proyecta?

Me gustaría trabajar por una asamblea constituyente y, si hay la posibilidad, ser asambleísta.

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Congreso, Rocío Silva Santisteban

Se ha ido Maradona, un futbolista superdotado, habilidoso y estratega (ambas virtudes suelen abundar, pero raras veces juntas), pero, sobre todo, un tipo al que las eventuales miserias de la vida que le tocó en suerte no manchan.

“Se esté de acuerdo o no con su estilo, nos caiga simpático o no, es rescatable de Maradona su personalidad individual. Se negó a los dictados de la FIFA cuando los consideró abusivos, siempre defendió sus derechos personales por encima, inclusive, de los ¨sacrosantos¨ templos de la opinión pública. No le importó pelearse con los periodistas -aquellos a los cuales los políticos perdonan todo- cuando sentía que lo querían someter a sus intereses. Sabía que se exponía al descrédito, pero no le interesó. Maradona no quería ser nuestro ni de nadie. Él quiere discrepar, no desea ser prisionero de la imagen que todos queremos adosarle, se niega a aceptar el corsé de la fama. Reacciona y muchas veces reacciona mal, pero es explicable. Él quiere ser dueño de sus actos y también, por supuesto, de sus desatinos (…) Es ese Maradona el que vale más”.

Esto lo escribí el 16 de julio de 1994 en la página de Opinión del diario Expreso, pocos días después de que Maradona fuera sancionado por la FIFA por haber arrojado positivo en el examen antidoping en pleno Mundial de Estados Unidos.

Lo reafirmo ahora, 26 años después. A mí el Maradona futbolista me pareció un genio y aseguró mi devoción, pero también y quizás más el Maradona persona, que debió lidiar con las profundas heridas y cicatrices que dejan la extrema carencia en cualquier ser humano y que de pronto es transportado a la riqueza y a la fama agobiante, y que a pesar de ello fue capaz de formarse criterio propio y sensibilidad política, sin que importe un rábano si sus ideas puntuales eran las acertadas o no.

Lo especial era ver a un futbolista capaz de manifestarse cuando muchos otros callaban y callan frente a las monstruosidades de este mundo (la pobreza extrema, la violencia, la marginación, etc.) y que vivió su propio infierno, del que no pudo librarse nunca a pesar de sus reiterados esfuerzos por lograrlo. A ese Maradona completo, mi homenaje hoy que ha decidido partir.

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Diego Maradona, Fútbol

Debate, episodio 11

Todos los días, de lunes a viernes, Alexandra Ames, David Rivera y Paolo Benza discuten los temas más importantes del día por Debate. En el décimo primer episodio: el enfrentamiento entre el equipo especial y La República irá al Consejo de la Prensa Peruana, han vandalizado el mural de Inti y Jack, y un minuto para hablar sobre Diego Maradona.

 

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Bicentenario, Diego Maradona, Marcha

Lo importante de la decisión anunciada por el presidente Sagasti de remover a los altos mandos policiales no radica tan solo en el anuncio en sí mismo, que de por sí es algo bienvenido luego de los atropellos institucionales cometidos durante las protestas por la asunción al mando de Manuel Merino.

Lo relevante, en términos políticos, es que resulta la primera señal de que Sagasti ha entendido que no le basta con asumir una actitud pasiva, centrada tan solo en los objetivos macro de combatir la pandemia, reactivar la economía o asegurar un proceso electoral limpio. Se trata de gobernar y de mandar, en una situación políticamente compleja, con una mayoría adversa en el Congreso y con una calle movilizada que no le va a perdonar la inacción.

No fue el caso de Valentín Paniagua, que llegó bajo similares circunstancias, pero sucedía a un régimen putrefacto, puesto en mayor evidencia por la aparición de los vladivideos y frente a lo cual lo único que se quería era una gestión honesta (a pesar de ello, Paniagua también acometió algunas decisiones ejecutivas).

Paniagua gozó de una luna de miel ciudadana que le permitió sobrellevar un momento terrible de la democracia con una solvencia ética indiscutible. No se le podía exigir más que la reconstrucción moral del país, en sus términos más básicos.

No es el caso de Sagasti. El actual gobernante necesita, por añadidura, mantener niveles de aprobación altos, que van a ser su único activo capaz de refrenar a la coalición vacadora, que hoy solo esta atontada por el mazazo popular recibido, pero que apenas se recomponga volverá a las andadas.

Los intereses mafiosos de un grupo de universidades, coligados a empresas corruptas del Club de la Construcción y lamentablemente a algunos conglomerados mediáticos capaces de sumarse a la desestabilización porque disminuye la publicidad estatal, están allí presentes y apenas sientan que pueden volver a tentar suerte lo harán sin tapujos, sin que les importe nada.

Sagasti está advertido. Lo peor que nos podría pasar como país es que las buenas maneras del Presidente sean síntoma de candidez política.

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Francisco Sagasti

Debate, episodio 10

Todos los días, de lunes a viernes, Alexandra Ames, David Rivera y Paolo Benza discuten los temas más importantes del día por Debate. En el décimo episodio: Las declaraciones de Sagasti de ayer ya sacan ronchas en la Policía y un diario local acusa a los fiscales del caso Lava Jato.

 

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Francisco Sagasti, Lava Jato

Claramente lo que le importa a la izquierda es cambiar el modelo económico e introducir la posibilidad de que el Estado sea nuevamente propietario de empresas públicas, que haya controles de precios y, sobre todo, que sea el ente público quien diseñe y disponga una suerte de planificación obligatoria de las actividades empresariales privadas que resten.

Ese es su objetivo a la hora de plantear un cambio de Constitución. No les sobresalta, por el contrario, las enormes carencias constitucionales del sistema político, el cual, sin embargo, sí merecería urgente algunas modificaciones (la bicameralidad, por ejemplo).

Si de verdad se tratase de cambiar textos constitucionales, el camino es muy sencillo: se logra un importante número de votos en las elecciones congresales de abril y con la bancada resultante se plantean los cambios soñados. Pero la izquierda sabe que su destino electoral será inocuo para esos propósitos y necesita por ello de una epopeya refundacional como una Asamblea Constituyente para tratar, con ese talante, de lograr sus propósitos.

Hay que resistir este embate de un grupo minoritario del país, como es la izquierda. Las mayorías centristas y derechistas no pueden caer en el juego institucional de quienes apenas representan el 15% o poco más del electorado.

El modelo económico instaurado en la Constitución del 93 debe ser mejorado, pero para perfeccionar los mecanismos de libre mercado, no para desandarlos. Debemos ser una sociedad capitalista competitiva, no una mercantilista como la actual. Eso sí es urgente, pero para eso o no se necesita cambiar la Constitución o a lo sumo se requiere modificar uno o dos artículos, lo que es perfectamente factible con los mecanismos que la propia Carta Magna establece.

Es verdad que no todos los logros económicos de los últimos 25 años son atribuibles a la Constitución del 93, pero queda claro que si en ese lapso nos hubiese seguido rigiendo la del 79, el Perú no habría logrado las tasas de crecimiento que han permitido la reducción de la pobreza y de las desigualdades que hemos visto en estos lustros.

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Constitución del 93, Izquierda

Debate, episodio 9

Todos los días, de lunes a viernes, Alexandra Ames, David Rivera y Paolo Benza discuten los temas más importantes del día por Debate. En el noveno episodio: La tibieza de Sagasti sobre la policía, las disculpas de Acuña por la vacancia, ¿y Vizcarra postulará al Congreso?

 

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César Acuña, Francisco Sagasti, Martín Vizcarra

Este es un mago que encontró la forma de adaptar sus servicios a la virtualidad impuesta por el distanciamiento social. Así, ha logrado mantenerse firme en su vocación. Biondi, 28 años, ingeniero industrial, le contó a Sudaca cómo lo hizo.

Por Sudaca

Ya casi es diciembre. Marzo, cuando todo comenzó, se aleja en el tiempo. Pero el coronavirus sigue aquí. El rubro de entretenimiento se ha paralizado casi totalmente debido a la pandemia y todavía no ha podido levantarse por completo. El Mago Biondi es uno de los afectados. Tenía un reto por delante: ¿cómo seguir viviendo de lo que más le gusta si nadie podía ir a verlo? Con los teatros cerrados, los niños recluidos y las oportunidades de trabajo reducidas a cero parecía imposible.

Sin embargo, Felipe Biondi, el ingeniero, se tomó lo que quedaba de marzo para encontrar una solución que pudiera ayudar al Mago Biondi, su contraparte. A comienzos de abril, y luego de un par de pruebas, encontró en Zoom, el programa de videollamadas que ahora todo el mundo usa, la salvación para sus shows de magia.

Aplicando todos sus conocimientos de ingeniero y con la ayuda de su familia, en especial de su hermano fotógrafo, el Mago Biondi pudo migrar su show de magia a un nuevo formato: las pantallas de las computadoras. Ahora se siente tranquilo porque, a pesar de las dificultades por el cierre de los espacios físicos para compartir su talento, pudo seguir brindando su servicio principal este año. Pero no fue nada fácil.

Biondi explica que fue un proceso largo de desaprender y volver a aprender. Eso, y muchas horas de planificación. Para comenzar, se tuvo que olvidar por completo de la estructura física del teatro. “Al inicio yo lo veía como si fuese una presentación teatral, pero el show online es más parecido al formato de vídeo, cinematográfico, por las mismas herramientas que se pueden utilizar o los efectos que se pueden hacer”, explica.

Foto: Felipe Biondi

Así, el mago se tomó el tiempo de adecuar un espacio en su casa para brindar dicho servicio con la mejor calidad posible. En su nuevo estudio colocó luces led, cortinas similares al telón del teatro, aros de luz, una cámara Nikon y otros recursos más avanzados.

Una de sus mejores ayudas tecnológicas es un switcher digital. “Puedo hacer varias cosas. Poner logos e insertar imágenes, lo que es más parecido al formato de televisión antes que un espectáculo de teatro”, afirma. La clave ha estado en dejar atrás todos los códigos de la puesta en escena en vivo y reemplazarlos por los de la virtualidad.

En este largo proceso de aprendizaje para el mago, Biondi el ingeniero no se quedó de brazos cruzados. Lo que más le gusta de su carrera es la parte del diseño y manufactura. Por eso, él mismo construye sus “cajas de magia”, que forman parte de los actos que realiza en cada presentación virtual.

Pero nada de lo anterior fue mayor reto que mantener la atención de su público. Por lo general, la mayoría de sus shows están dirigidos a niños y, en tiempos presenciales, asombrarlos con su magia e ingenio era mucho más sencillo. Poco a poco fue modificando la estructura de sus presentaciones para mantener expectantes a todos los asistentes.

“Al inicio yo empezaba hablando, saludando a los niños, pero probando me di cuenta que funcionaba mejor si colocaba un video de intriga al inicio para que los niños se enganchen. Luego hay una parte musical y actos participativos; pero lo único que no he cambiado de los shows presenciales es el acto final del show: la aparición del conejo”, explica.

Uno de los shows pandémicos del Mago Biondi.

Todos estos esfuerzos empezaron a dar frutos. En junio el Mago Biondi ya había cerrado con éxito 30 shows. Hoy ya son más de 200. Estos resultados lo animan a seguir innovando con sus productos. “Fue muy positivo que muchas personas empezaran a adquirir el servicio. Era un servicio nuevo, que un mes antes (en marzo) no existía. Se puso de moda, y al tener varios shows, la curva de aprendizaje se aceleró”, comenta.

Para el joven mago el año pasado había sido bueno. A finales del 2019, pudo presentar “Sueños Mágicos” en el Teatro Mario Vargas Llosa. En esta obra aparecía junto a la actriz Daniela Sarfati para narrar su propia historia de descubrimiento mágico. A pesar de ello, su arte no trascendió las fronteras peruanas.

Este año, tan peculiar e insólito, sí se lo permitió. Gracias al poder de Internet, los shows de Biondi han llegado a México, Estados Unidos e incluso Italia. Si bien es gracias a su ingenio que ha podido subsistir en estos tiempos tan complicados para el rubro del entretenimiento, ha tenido también la suerte que otros artistas como él deseaban tener.

Biondi lo tiene claro: “tener trabajo en esta época ya es una bendición”, concluye. Con uno o dos shows a la semana, el joven mago transmite alegría y calma a las familias que recurren a él para animar cumpleaños, ceremonias y otro tipo de eventos.

En más de una década de experiencia, sin duda el 2020 es el año que más trabas le ha puesto. Aún así, no planea dejar de brindar shows virtuales en el corto plazo. Después de todo, por muy mago que sea, no ha logrado desaparecer al coronavirus, de momento. “Va a haber un periodo de transición, donde van a haber ambos servicios. Algunas personas van a querer que vayas a sus casas y otras que aún se van a cuidar con lo online”, asegura

En el rubro del entretenimiento, los artistas no se rinden. El Mago Biondi se las arregló para que su otra faceta, la de ingeniero, no tuviese que volver a llenar tablas de Excel para comer. Iniciativas como la suya buscan que los asistentes a sus shows se entretengan en casa, se llenen de algarabía y olviden por un instante, maravillados por su magia y carisma, los tiempos difíciles que estamos viviendo por culpa del Covid-19.

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Cuarentena, Emprendimiento, Felipe Biondi

Por Paolo Benza y Alessandro Azurín

El éxito o el fracaso de algo depende, a veces, del cristal con el que se le mira. Esta frase –popularizada en España como la ‘Ley Campoamor’– es particularmente cierta para la evaluación del programa de créditos baratos con garantía del Tesoro público “Reactiva Perú”, lanzado en abril para ayudar a las empresas peruanas a paliar la crisis generada por el Covid-19. Ya se acaba noviembre y toca elegir con qué cristal mirarlo.

Este artículo no pretende ser un acumulado de cifras, sino de historias. Pero para poder entenderlas, es necesario meterse antes un poquito a los números. Vamos, entonces. Según las estadísticas de cierre publicadas por el Ministerio de Economía y Finanzas (MEF), Reactiva Perú benefició a poco más de medio millón de empresas. De estas, 492.768, o el 98%, fueron micro o pequeñas (mypes). El resto, 8.530 empresas, fueron medianas y grandes.

Las cifras oficiales, entonces, quedan así: 98% de beneficiarios son chicos y solo el 2% grandes. El expresidente Martín Vizcarra y la exministra María Antonieta Alva habían promocionado el programa como un apoyo, principalmente, a las mypes. Viendo los números, la conclusión parece clara: éxito. ¿O no? Ese es el cristal con el que el MEF, el BCR y el gremio bancario evalúan Reactiva Perú. En descargos enviados por escrito a Sudaca, la Asociación de Bancos (Asbanc) lo califica como una respuesta “rápida y efectiva” a la crisis.

Por supuesto, el cristal de los bancos –y sus consecuentes comunicados de prensa– no alcanza para ver el panorama completo. Veamos: las 8.530 empresas medianas y grandes que obtuvieron fondos baratos de Reactiva son el 60% del total de compañías de ese tamaño en el país. En cambio, las 492.768 micro y pequeñas beneficiadas representan apenas el 20,8% de mypes a nivel nacional.

En el Perú hay más de 2,3 millones de mypes y apenas 14 mil empresas medianas y grandes, según el Directorio Central de Empresas y Establecimientos del INEI. Era evidente que esa proporción se iba a ver reflejada en Reactiva Perú. Sin embargo, las cifras son claras: las grandes obtuvieron –respecto al total– una cobertura tres veces mayor que las chicas. 

¿Qué lo hace peor? Que los fondos sobraron. Las entidades financieras no querían tomarlos. Pese a tener a las mypes solicitando los préstamos, no sacaron el dinero a bajas tasas ofrecido por el BCR. Según esta entidad, solo se colocó el 84% de los fondos ofrecidos en la segunda etapa del programa. En la mayoría de subastas se colocó un monto mucho menor al convocado, y una quedó desierta. Quedaron sin tocar más de S/4 mil millones, con mypes esperando.

Y la proporción de abandono es aún más grave si se incluye a las empresas informales. Según un informe de Hugo Ñopo y Miguel Jaramillo para el PNUD, en el Perú hay casi 9 millones de unidades productivas entre formales e informales. De esa cifra, Reactiva Perú alcanzó apenas al 5,6%.

Ahora, veamos brevemente los montos. El 53,9% de los más de S/57 mil millones colocados en las dos etapas del programa llegó a medianas y grandes compañías (de ventas mucho mayores que las de los pequeños emprendimientos). Con esos fondos, se podría haber más que duplicado la cobertura a las mypes bajo un criterio de urgencia. ¿A quiénes toca privilegiar cuando llega una crisis?

Sudaca es un medio con una línea editorial pro-empresa. Principalmente pro-micro-y-pequeña-empresa, cuyos dueños se han tenido que bancar el nuevo coronavirus sin ayuda del Estado, ni de la banca. Estas son sus historias.

Magics

A Diego Sotomayor, la cuarentena lo agarró –como a todos– desprevenido. A mediados de marzo tuvo que cerrar por completo el local de su pequeño negocio de juegos de mesa, Ponte Mosca, en Lince. Le esperaban más de cuatro meses de clausura. Ya con tres a cuestas, el 22 de junio, pidió por primera vez un préstamo de Reactiva al BCP. Su sectorista lo felicitó por estar temprano para la segunda etapa del programa. “Me dijo ‘te sale sí o sí’”. Hasta hoy sigue esperando.

Para Diego, cerrar el local fue un golpe directo a su facturación. “Yo vendo ‘magics’ [un popular juego de cartas]. Hacíamos torneos en la tienda dos o tres veces por semana, y se cobraba por jugar. Ese ingreso, que era el 30% de mis ventas, está en cero”, dice. Además, su local tenía una ‘ludoteca’: un espacio crucial en la experiencia de compra donde los clientes podían probar los juegos antes de comprarlos. No ha podido abrirla todavía.

“Cada semana le escribía a la sectorista pidiéndole una novedad”, dice. El 1 de agosto reabrió la mitad de su tienda. Decidió mudarse allí, separar los espacios, e instalar su cama donde antes jugaban sus clientes. Todo con tal de sacar a flote el negocio. “No sabíamos cómo íbamos a vender. Me mudo acá para meterle punche”, cuenta. Pero el BCP le dio la espalda. “El 28 de septiembre [la sectorista] me dijo definitivamente que no. ‘Ya se repartió todo el dinero y tú no agarraste’”. Asegura que sus ventas hoy recién alcanzan el punto de equilibrio.

En marzo, cuando Diego cerraba sus puertas, el Congreso de Estados Unidos creó –mediante una ley– el ‘Programa de protección de pagos’ (PPP, por sus siglas en inglés). Un paquete de préstamos cuya esencia fue parecida a la de Reactiva Perú, pero que se implementó de forma muy diferente. Para empezar, el PPP fue exclusivamente destinado a las pequeñas empresas: ninguna con más de 500 trabajadores (en el Perú serían 100) podía acceder. Los créditos, además, fueron garantizados al 100% y eran absolutamente condonables si las compañías retenían a su fuerza laboral. 

¿El resultado? El PPP colocó más de $521 mil millones a 4,8 millones de pequeñas empresas. Y la mayor parte del monto llegó a las franjas de menor tamaño. Con eso, el gobierno de Estados Unidos cubrió al 84% de la planilla de las ‘mypes’ del país, según cifras oficiales de la Small Business Administration (SBA). Más allá de la evaluación de fondo del PPP, esta es una cobertura infinitamente mayor que la de Reactiva Perú.

Ni una, ni otra

La primera versión de Reactiva Perú, diseñada por el BCR, se parecía al PPP de Estados Unidos. Los préstamos tenían una garantía de 100% por parte del Tesoro público peruano y, en la práctica, esto significaba que el dinero debía fluir rápidamente a las empresas. Los bancos no tenían por qué filtrar a quienes solicitarán el préstamo, porque no estaban arriesgando ni un sol de su propio capital. ¿Cómo se redujo esa garantía a un rango de entre 90% y 98%?

En abril, la exministra Alva dijo que dos bancos le habían advertido que no apoyarían el programa si la garantía era de 100%. ¿Por qué? Alegaron “problemas de riesgo moral”. Tres fuentes con conocimiento cercano contaron a Sudaca que el BCP fue el banco más insistente en que la garantía del Estado no fuera total. ¿Qué es el “riesgo moral” (en inglés, ‘moral hazard’)? En sencillo, y aplicado a este caso: no mandar el mensaje a las empresas de que, como todo el crédito estaba garantizado, podían no pagarlo. ¿Por qué? Porque así nadie pagaría y el Tesoro tendría que cubrir enormes montos de garantía.

Distintos especialistas previeron que esa pequeña variación en la garantía –de 100% a 98%– haría que los bancos filtren y destinen el dinero, en su mayoría, a los clientes con los que ya trabajaban, excluyendo a las mypes más vulnerables. Lo advirtieron –por ejemplo– el exministro de Economía Alonso Segura, el profesor de la Universidad del Pacífico Guillermo Flores, y la presidenta de la Coordinadora de Empresarios de Gamarra, Susana Saldaña. El BCP aceptó a Sudaca que menos de un tercio de sus créditos Reactiva fueron colocados a empresas a las que no les habían prestado antes. Todo por un riesgo de 2%.

Así funcionan los filtros de la banca. Al tener que evaluar a quienes solicitaban el préstamo, las entidades financieras habrían aplicado –en su mayoría– los mismos criterios de un crédito normal: nivel de ventas, solvencia de los accionistas, historial crediticio con el banco, etc. En el reglamento operativo de Reactiva, sin embargo, no se estipulan ninguno de estos criterios. Las empresas sólo debían cumplir con dos requisitos: no tener más de S/4.300 en cobranza coactiva con Sunat, ni más del 90% de su deuda con bancos calificada peor que en “problemas potenciales” (CPP), a febrero del 2020.

Salvo indicación explícita, Sudaca ha verificado que todas las empresas nombradas en este artículo cumplen con ambas condiciones. Fritz Alexander Coyure, por ejemplo, quiso pedir un crédito garantizado para sus tres pequeños emprendimientos. No lo obtuvo con ninguno. Dos estaban absolutamente limpios. El tercero, sí, tenía una deuda vencida de apenas S/214. Interbank, Caja Piura y el BCP no atendieron sus solicitudes.

“¿Tan miserables fueron que, con asumir el gran riesgo del 2%, no me dieron el crédito? Nunca me dijeron nada por escrito, solo fue una llamada para decirme que no”, afirma. En el BCP –cuenta– sus pedidos fueron, como una pelota de ping-pong, de funcionario a funcionario. “Cada 15 días me cambiaban de asesor. Por teléfono me decían que lamentaban lo que pasaba”. El microempresario decidió quejarse por Twitter. Entonces, una empleada del banco le confirmó que no obtendría el crédito.

Sus pequeñas empresas pertenecen a rubros diferentes: hotelería, farmacia y eventos. Las dos primeras se vienen recuperando con mucho esfuerzo. La última está parada y a puertas de un cierre definitivo. A Fritz le carcome la cabeza saber cómo pagará las deudas que se le han generado durante la pandemia.

La deuda de otro

Escribir este artículo ha sido difícil. Sudaca se contactó con decenas de microempresarios, pero solo un puñado aceptó que sus nombres sean expuestos. Todos los demás dijeron tener miedo de que los bancos, en represalia, les cierren las puertas más adelante. Los casos aquí relatados, sin embargo, son suficientes para ilustrar el calvario de quienes fueron abandonados por las mismas entidades que, cuando la cosa va bien, los bombardean con ofertas de créditos a tasas de doble dígito. Y que lo siguen haciendo, incluso, tras haberles negado Reactiva.

Gustavo Reyna pidió el préstamo apenas una semana después de que se lanzó el programa. Su pequeño negocio, dedicado a la venta de drywall a grandes constructoras, tambaleaba ante la cuarentena. El problema es que la compañía tenía una deuda de factoring derivada de facturas atrasadas de una gran constructora. Su pedido fue rechazado.

El factoring, en simple, consiste en lo siguiente: Reyna es proveedor de una gran constructora que demora en pagarle. Para obtener liquidez, lleva sus facturas a un banco y este le desembolsa el dinero (cobrándole un porcentaje, por supuesto). Luego, la gran constructora cancela la deuda con la entidad financiera. “Todas mis responsabilidades estaban al día y por esa deuda aparecí mal calificado. Eso es injusto, ¿no crees?”, pregunta Reyna.

Sudaca confirmó que la gran constructora, que no le había pagado la factura, sí obtuvo S/10 millones en la primera repartición de Reactiva Perú. “Los bancos priorizaron a sus clientes seguros. Me parece injusto y desproporcionado”, se queja. Él, incluso, quiso pagar una parte de la deuda de factoring y financiar el resto, pero le dieron un portazo en la cara. El sector construcción viene recuperándose. “Gracias a dios recién ha salido una obra para nosotros”, cuenta. Su empresa, sin el apoyo de nadie, se reactiva lentamente.

¿Venderlo todo?

“Cuando escuché hablar a la ministra [Alva], dije ‘es algo hecho exactamente para una empresa como la mía, que cumple con todas sus obligaciones y, aún siendo pequeña, le da trabajo a la gente’. Luego, al no poder obtener el préstamo, no podía creer cómo a los bancos no les interesaba salvarnos”, dice el licenciado Gianmarco Sánchez, dueño de un pequeño centro de terapia física en San Borja, famoso por la calidad de su atención. “En un momento pensamos con mi socio empezar a vender nuestros bienes para salir a flote”, dice.  

Gianmarco sí obtuvo un préstamo de Reactiva Perú, pero después de un largo calvario y de tener que dejar ir a casi la mitad de su fuerza laboral. Lo pidió en mayo al BCP, y también fue víctima del vil ‘peloteo’. “Sin exagerar, habré llamado 60 veces en una semana. Eran momentos en que no podíamos operar, pero seguíamos pagando alquiler, planilla. Veía con mi socio que nos íbamos a quedar sin caja. Llamaba en la mañana, al mediodía, en la tarde. Nada”, cuenta.

Sin éxito, acudió luego al BBVA Continental. Empezó a operar en junio, luego de implementar costosos protocolos sanitarios. Tampoco pudo obtener el crédito con el segundo banco. “Señor, no se le va a otorgar el préstamo, pero por qué no solicita uno regular al banco”, le dijeron. Al reabrir tenía solo seis pacientes al día, de los 60 que marcaba antes de la pandemia. Tocó la puerta del Scotiabank.

Vale repetir lo siguiente: Sudaca ha podido cotejar el historial crediticio de Gianmarco. Está absolutamente limpio. Cualquier prestamista vería ese reporte y se sentiría seguro. ¿Su pecado? No haber pedido créditos antes. “Siempre en mi vida he pensado que para comprar algo tienes que tener el dinero. Trabajas, ahorras y entonces compras”, dice. Una filosofía de muchos pequeños empresarios peruanos. En Scotiabank, inicialmente, tampoco le pararon balón.

Por designio divino, uno de sus pacientes era ejecutivo de este banco. Conversando en una sesión de terapia, se comprometió con Gianmarco a revisar su caso. Entonces, un sectorista le contestó el teléfono. Le dijo que no obtendría el préstamos por no tener historial crediticio. Gianmarco llamó a agradecerle el trámite a su paciente. “No puede ser, tú cumples con los requisitos”, le dijo el ejecutivo. Él logró tramitarle el equivalente a un mes de sus ventas, cuando para entonces la segunda etapa de Reactiva colocaba tres meses. Algo fue algo.

Cuando llegó el dinero yo ya le debía a mi casera, a mi contador, a la Sunat. Tuve que pagar también CTS, sueldos, se fue todo como llegó”, dice. Sin esa mano amiga, hubiera tenido que vender sus bienes. “Tengo pacientes empresarios que sí han accedido fácilmente. Son pacientes que siempre han trabajado con el banco, sacado préstamos, son clientes antiguos”, asegura.

El economista Pablo Secada concluye algo muy simple. Darles a los bancos la posibilidad de filtrar a las empresas ha sido un perjuicio mayor. Se trataba de un crédito de salvataje y, como tal, debía fluir rápidamente y sin cortapisas a las empresas. El daño de abandonar a millones de mypes a su suerte es mucho más grande que el de la deuda que le hubiera generado al Tesoro un impago masivo, explica. Es la lógica que aplicó Estados Unidos con el PPP.

Solos

“[En la municipalidad] nos han dicho que cambiemos de rubro, porque no va a llegar ayuda para nosotros. Esto ha sido un engaño, una tomadura de pelo”, dice Alexander Becerra, presidente de la asociación de Artesanos Unidos de Cajamarca. Su gremio lo conforman más de 100 productores de artesanía de su región, ninguno de los cuales pudo acceder a Reactiva Perú. Esto, pese a que sí se registran varios beneficiarios del programa con RUC unipersonal.

Alexander elabora productos utilitarios, “mayormente en lana de carnero: bolsos, mochilas, maletines, individuales”. Es formal. Pero eso poco importa cuando uno es excluido. Él acudió a la Caja Cusco, la Caja Sullana y al BCP. “La analista vino a mi tienda, tomó fotos, me dijo que en cuatro días me desembolsaban, pero no me volvió a llamar”, detalla.

“Nos sentimos engañados, defraudados por el Estado. Tuve que financiarme con un préstamo familiar y dejar un predio en garantía. Ya no podía pagar los gastos del negocio”, se queja. Tampoco le llegaron el FAE Mype ni el FAE Turismo. Desde Cajamarca, Alexander envía a Sudaca las solicitudes que cursó y este medio revisa su historial en Infocorp. Es un buen pagador. Todas sus deudas tienen el estado de “Normal”.

En descargo oficial a Sudaca, Asbanc aseguró que los bancos participaron de Reactiva “con el firme propósito de apoyar al país en un momento complicado”. El BCP, por su parte, señala que las cifras mencionadas al inicio de este artículo no convierten al programa “en malo, nocivo o sesgado hacia los grandes”. El banco de los Romero asegura haber canalizado el 35% de los fondos de todo el programa Reactiva.

Una fuente de Asbanc, en tanto, se defiende alegando que los bancos fueron tan exhaustivos con sus filtros porque, si el Estado descubría que habían evaluado mal a la empresa, les retiraba la garantía. En el reglamento operativo de Reactiva sí se estipula que Cofide –banco público de segundo piso– puede anular la garantía, pero no bajo ese supuesto. Es un candado que se activa si el banco no ha cumplido con, por ejemplo, verificar que la empresa no está investigada por corrupción.

Para cerrar, Sudaca le pide a Becerra un mensaje a todos los empresarios y artesanos que, como él, fueron abandonados. “Somos luchadores, podemos salir de esta trabajando. No bajemos la guardia, vamos a organizarnos. Todos, en conjunto, vamos a salir adelante”, ensaya. Ojalá ese ‘todos’ incluyera también a los bancos.

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