Yonhy Lescano es precandidato presidencial en un partido embarrado políticamente. Acción Popular acaba de tener un presidente que fue obligado a renunciar en una semana, ha sido parte de una coalición vacadora rechazada por el pueblo y es seno de riñas internas desde hace varios años. Pero él, que asegura no representar a la facción izquierdista con la que todos lo identifican, aún tiene confianza en sus posibilidades electorales.

“¿Quién está al frente? ¿Forsyth? ¿Urresti? ¿Fujimori? ¿Moradito? ¿Los Luna? ¿Cuál es la potencia de esos candidatos?”, se defiende. Dice estar de acuerdo con una nueva Constitución, para que los recursos naturales del país no sean propiedad “empresas extranjeras que nos ponen condiciones abusivas”, y que ello debería ser decidido mediante un referéndum. Esto es lo que Lescano respondió a Sudaca.

Acción Popular ha tenido un papel decisivo en las últimas semanas. Lo primero que le quiero preguntar es si su precandidatura presidencial sigue en pie.

Claro que sí. Nosotros no somos responsables de nada, porque los congresistas que causaron este caos, militantes de mi partido, no pidieron ninguna autorización ni opinión a este. Yo he salido a deslindar desde un primer momento y [también] otros miembros de la dirección de Acción Popular. La gente sabe que hay una discrepancia interna y que nosotros no estamos con quienes pretendieron llegar al gobierno por la ventana. Consecuentemente, nosotros no tenemos por qué abandonar cuando hay gente que se desvía del camino. Tenemos que seguir adelante. Y hoy día [jueves] sale una encuesta [de Ipsos, donde Lescano aparece con 3%]. Son relativas las encuestas, pero no estamos mal. La gente sigue confiando en algunas personas de Acción Popular.

¿Por qué cree que la bancada de Acción Popular está tan desvinculada del partido?

En gran mayoría, los congresistas de Acción Popular no conocen la ideología y la trayectoria del partido. Se han ido por un camino un poco más pragmático, entre comillas, y se han hecho atrapar por las presiones y los intereses de carácter personal. Eso ha pesado más que trabajar conforme a las necesidades del pueblo, a la trayectoria de nuestro partido. Se han equivocado. Por eso las bases están pidiendo hasta su expulsión. Hemos tenido un comité político en el que se ha pedido que se retire a quien fue cabeza de este grupo de parlamentarios. Está investigado por delitos muy graves, incluso de lesa humanidad. Entonces, hay militantes del comité político que han pedido que se ponga a distancia del partido para no afectar.

¿El señor Manuel Merino sigue participando en las actividades internas del partido?

No. Ayer [el miércoles, en una actividad partidaria] no intervino. No sabemos dónde está. Yo nunca he tenido comunicación con él. No teníamos ningún tipo de relación política. Lamento que haya cometido estas cosas. Ha sido bien sectario, de trabajar con un sector que no está en la línea de Acción Popular y que lamentablemente ha ocasionado todo esto.

Usted está responsabilizando a los congresistas individualmente, pero, ¿cree que el partido cometió un error al momento de armar sus listas para la última elección?

No soy yo. Fundamentalmente quienes están con ese sentimiento y esa posición son las bases de Acción Popular de todo el Perú.

Pero, ¿hay alguna autocrítica del partido?

Claro que sí. Aunque la elección de los candidatos al Congreso se hace por voto popular de los militantes, no es a dedo. Pero, aunque no tengamos culpa, tenemos que pedir disculpas al pueblo del Perú por el actuar de estos militantes, porque se ha causado daño, se ha perturbado la tranquilidad del Perú. Hay, incluso, personas que han fallecido.

¿Qué posición tiene usted frente a lo que deba pasar con los congresistas de Acción Popular que han votado a favor de la vacancia?, ¿cree que deben ser expulsados?

Yo comparto el sentimiento y la posición de la mayoría de militantes. Deben dar un paso al costado. No tenemos un tribunal de disciplina en estos momentos, entonces, estrictamente no puede haber una expulsión.

¿El congresista Juan Carlos Oyola, quien votó a favor de la vacancia, es su jefe de campaña?

Ya ha dejado de ser. Cuando se produjo esto le dije que lamentaba que se haya cometido un error, que había confiado en él para que nos ayude en la campaña interna, pero que no estábamos en el mismo camino, y que le agradecía todo lo que había hecho, pero que ya no íbamos a trabajar juntos. Además, yo trabajaba con el congresista Freddy Llaulli [también votó a favor de la vacancia], a quien asesoraba. También he tenido que decirle muchas gracias, he presentado la renuncia a la asesoría.

¿Siente que la semana pasada Acción Popular ha roto su tradición democrática?

La ha afectado. Injustamente, por acciones individuales. Pero, claro, ante los ojos del Perú aparece como Acción Popular. Vamos a tener que hacer un trabajo de información para poder aclarar que no es Acción Popular, que ha habido personas, yo, el presidente del partido [Mesías Guevara], la vicepresidenta [Bertha Arroyo] y los militantes de provincias, que han deslindado con esto. Eso puede ayudar a que este evento no sea imputado como si la institución partidaria lo causó, permitió e impulsó, a diferencia de los demás grupos políticos. Los líderes de los demás grupos políticos que están en el Congreso lo han impulsado. Ellos tienen responsabilidad como organización partidaria. En el caso nuestro no, porque el partido ni siquiera ha sido consultado. Claro, los miembros de una bancada no tienen mandato imperativo, pero para una cuestión tan delicada uno tiene que tener la prudencia política de consultar a su partido, lo cual no ha sucedido.

Una vez que Merino asumió la presidencia, ¿intentó acercarse al partido? Por ejemplo, ¿buscó militantes que puedan ser ministros?

No. Desde un inicio, cuando este señor asumió la presidencia del Congreso, nunca ha tenido la prudencia, la convocatoria, la vocación democrática de llamar a los exparlamentarios para decir: “a ver, ¿cómo organizamos el trabajo legislativo para tener éxito, para servir bien al Perú?”. Nunca ha habido esa actitud.

¿El partido tampoco intentó acercarse a él mientras estuvo en Palacio?

Nunca. No ha habido ningún tipo de contacto, ningún tipo de convocatoria. No ha sido convocante, ha sido sectario. Ha consultado con… ustedes han visto quién ha estado en su juramentación [Victor Andrés García Belaúnde y Raúl Diez Canseco fueron captados por la prensa el día que Merino juró al cargo].

¿Algunos de los precandidatos con los que compite en esta elección interna representan a la facción que consideró legítimo el ascenso de Merino a la presidencia?

Ahí están sus declaraciones.

¿A qué candidatos se refiere?

El señor [Edmundo] Del Águila, que parece que es el que ha coincidido en eso. Quien calla otorga, el señor [Alfredo] Barnechea no ha dicho ni una sola palabra. Sí tengo que reconocer al señor Luis Enrique Gálvez. Ha tenido la prudencia, la coherencia de rechazar eso, porque es un hombre de partido, muy reconocido.

¿Qué tan sometido cree que estuvo Merino a una facción de Acción Popular?

Creo que había mucho peso en las cosas que hacían y la relación era, yo creo, muy cercana.

Regresando un poco en el tiempo, ¿cómo tomó la decisión de ser precandidato?

En el trabajo político y en los pedidos de la militancia. No solamente de la militancia, sino de los sectores del pueblo del Perú. Entonces digo: ¿se puede seguir sirviendo? Claro que sí. Eso nos convenció, a pesar de las dificultades y las limitaciones que tenemos. Nosotros no somos millonarios ni estamos financiados por nadie, porque creemos en el “sin matones, sin millones y sin camiones”. Bueno, nos pusimos en la arena política. Lo más importante que tenemos es el apoyo de la militancia y, no quiero ser triunfalista ni mucho menos soberbio, pero yo creo que un sector del electorado peruano sí ve con agrado el trabajo que hicimos en el Congreso.

¿Lo que ha sucedido con el partido en las últimas semanas beneficia a su precandidatura? ¿Es el favorito en estas elecciones internas?

Si dios quiere. Bueno, tampoco hay que anticiparse, pero yo creo que la militancia va a apoyar más porque hemos tratado de defender a nuestro partido y defender un trabajo democrático, y defender al pueblo del Perú.

¿Cree que el señor Barnechea es un rival duro en estas internas [Al día siguiente de esta entrevista, fuentes cercanas al entonces precandidato aseguraron a Sudaca que había renunciado a su precandidatura. Su renuncia, sin embargo, aún no se oficializa]?

No sé, yo tengo algunas dudas sobre el particular porque no ha estado muy activo. Se ha quedado callado en estos eventos tan dolorosos que ha habido. No sé si eso lo convierte en un potente competidor.

En la campaña probablemente salga a flote la denuncia de acoso sexual en su contra [archivada por el Ministerio Público en marzo]. ¿Cree que esa denuncia lo va a perjudicar o, por el contrario, su archivamiento terminará favoreciéndolo?

Nunca la mentira perjudica a una persona. Cuando uno es difamado, calumniado, al contrario, es una víctima de la ignominia, víctima de malas artes, de guerra sucia. Y nunca se la creyó el pueblo del Perú. Cuando salí del Congreso hubo una encuesta, el mejor calificado era quien habla. Aun cuando la investigación no había culminado. Esta difamación se hizo con documentos falsos. Dos peritajes demostraron que eran falsos. Entonces no puede considerarse que eso perjudica a una persona, sino lo favorece, porque se demuestra que hemos sido víctimas. Yo creo que eso algunos lo van a sacar porque están desesperados, pero ha sido una mentira.

Regresando a las diferencias internas, ¿ideológicamente qué representa usted dentro del partido?

La ideología del partido: ama quella, ama sua, ama llulla. No seas ladrón, no seas mentiroso, no seas ocioso. Eso hemos respetado estrictamente.

¿No se siente a la izquierda dentro del partido?

No. Al presidente Belaúnde también le decían “oiga, usted es comunista”, para querer incomodarlo, porque el presidente quería hacer cambios. Lo mismo está sucediendo ahora, nosotros queremos hacer cambios. Nos dicen “está usted a la izquierda”. Es gente que está absolutamente perdida en el espacio desde el punto de vista político. Entonces no, nosotros somos los que defendemos los principios del partido y, como decía el presidente Belaúnde, no estamos ni a la derecha ni a la izquierda, estamos hacia adelante.

¿Cuál es su posición sobre una posible convocatoria a una asamblea constituyente?

A mí me parece que se necesitan cambios constitucionales. Chile lo está haciendo, ¿por qué no el Perú?. Si es un país que está sufriendo una serie de agresiones desde el punto de vista legal.

¿Cambios constitucionales o una nueva Constitución?

Yo creo que una nueva Constitución. Eso va a depender de cómo esté conformado el futuro Congreso. O se puede convocar a un referéndum para que el pueblo se pueda pronunciar. Pero hay que hacer cambios constitucionales, porque bien se decía, y yo coincido con muchos políticos peruanos en que, ¿cómo es posible que nuestros recursos naturales que están dentro de la tierra, de la Pachamama, cuando salen ya no son del Perú, sino de empresas extranjeras que nos ponen condiciones abusivas? ¿Eso hay que cambiar? Claro que hay que cambiar. ¿Cómo es posible que se hagan contratos abusivos que no se puedan modificar a pesar de que son contrarios a los intereses nacionales? ¿Eso se tiene que modificar? Claro que se tiene que modificar.

¿Estaría a favor, entonces, de que el 11 de abril haya una segunda ánfora para consultarle al pueblo si quiere una nueva Constitución?

Nunca es malo, es muy bueno escuchar al pueblo, esa es la democracia. En estas revueltas el pueblo se ha manifestado democráticamente en las calles y ha hecho retroceder los excesos. ¿Por qué no pronunciarse a través de las ánforas? Yo nunca le voy a prohibir al pueblo que se pueda pronunciar porque de ahí se aprende, de ahí se logra consensos.

En su cuenta de Facebook hay comentarios de personas que piden su renuncia a Acción Popular, porque lo apoyan a usted, pero se sienten alejadas del partido, ¿ha considerado la posibilidad de renunciar?

No, yo le digo con mucho cariño a todos los peruanos que nos apoyan: cuando hay un Judas, el Judas es el que tiene que irse. Nosotros no, nosotros tenemos que seguir luchando, para mejorar los partidos políticos, para mejorar la práctica política. Yo no voy a entrar en esa incoherencia de una militante de Alianza para el Progreso, eso me parece ya patético, ¿no? De pronto dice “estoy renunciando a la bancada”, y sigue como candidata a la vicepresidencia de ese partido, representado en esa bancada [se refiere a Carmen Omonte]. Ya pues, eso es… eso no se puede analizar con nada. Eso hay que rechazarlo.

¿Usted se siente un ícono de la persistencia de Acción Popular para retomar su cauce?

Sí, siempre hemos dado pelea, en los momentos más difíciles nos hemos mantenido. Ahora el partido nos necesita, porque es un partido democrático. Las figuras del presidente Belaúnde y Paniagua, ¿cómo dejarlas abandonadas? Vale la pena seguir adelante. La gran mayoría de militantes es gente de buena voluntad y hay que seguir acompañándolos.

Dadas las circunstancias, hoy día, ¿cuáles cree que son las verdaderas posibilidades de Acción Popular en las elecciones que vienen?

Las de ganar. Yo siempre, cuando voy a una competencia, a un evento democrático, voy a ganar.

Ahora va a ser más difícil.

Claro, pero me pongo objetivamente a analizar. ¿Quién está al frente? ¿Forsyth? ¿Urresti? ¿Fujimori? ¿Moradito? ¿Los Luna? ¿Cuál es la potencia de estos candidatos? No son candidatos que se diga “uy, son de una gran calidad”. O el señor De Soto, que aparece solamente para las elecciones. ¿Está en las buenas y en las malas con su pueblo? No. Sí se puede ganar, largamente, porque nosotros sí hemos estado en las buenas y en las malas con nuestro pueblo, enfrentando a los corruptos, enfrentando a los mafiosos, en medio de gente cobarde que armó esto de supuestos delitos, supuestos acosos. Cobardes, miserables, que no saben hacer política. Eso no es política, eso son actos delincuenciales. Nosotros sí hemos mostrado coherencia, sí podemos ganar largamente, porque los que están al frente no tienen la envergadura para conseguir considerablemente el apoyo del pueblo peruano.

Está minimizando a sus competidores.

No creo que esté minimizando con algo que no tenga consistencia. Que nos digan qué han hecho esos señores. El señor Acuña, que dice un día “a” y al día siguiente “b”. El señor Luna, a ver, ¿qué potencialidad? Yo creo que es un análisis que tiene fundamento, ahí están las pruebas. Nosotros no hemos pasado por eso, no somos ladrones, no nos hemos enriquecido, no somos millonarios, no hemos sacado ventaja en el poder. Hemos estado 19 años sacando 130 leyes a favor de nuestro país, enfrentando a los corruptos y mafiosos de manera solitaria, y creo que eso pesa, ¿no?

¿Usted siente que puede rescatar a Acción Popular?

Claro que sí, yo creo que el pueblo del Perú le puede dar otra posibilidad de gobierno a Acción Popular, porque van a ver quiénes están ahora representando, en este nuevo evento político, a Acción Popular. Los que están rechazados no estarán.

Nota de edición: Esta entrevista fue realizada el jueves 19. Al día siguiente se especuló con la renuncia de Alfredo Barnechea a su precandidatura presidencial. Fuentes cercanas a Barnechea la confirman, pero esta no ha sido oficializada hasta la publicación de la entrevista. Lescano agregó lo siguiente:

“Es lamentable su retiro. Hubiera sido bueno que compita para que AP y el pueblo vean la práctica democrática y el trabajo político de cada uno de los precandidatos. Nosotros seguiremos adelante”.

Ya todos aparecieron, pero durante la madrugada del domingo parecía imposible ubicar a 74 ciudadanos. Ellos estuvieron entre los miles que el sábado 14 marcharon contra el ya derrocado gobierno de Manuel Merino. Esa misma noche, prendida la alarma entre sus familiares y amigos, empezaron a circular avisos con sus nombres que acusaban su desaparición.

Inmediatamente, la Coordinadora Nacional de Derechos Humanos (CNDDHH) elaboró una lista de personas no ubicadas. El documento se difundió por distintas vías y se actualizó conforme estas iban apareciendo. El fantasma de los años de violencia política hace de este un tema extremadamente delicado en el país. ¿Cómo vivieron auqellas horas las personas cuyo nombre apareció bajo la etiqueta de ‘desaparecido’? Sudaca conversó con diez de ellos.

Una batalla campal

La marcha fue convocada para las 2 de la tarde en la Plaza San Martín. Diego Ojeda, estudiante de música, estuvo ahí alrededor de las 5. También Derrick Adrianzén, quien llegó junto a varios amigos. Por algunas horas todo estuvo bien. Tras el atardecer, sin embargo, la marcha largó hacia el Parque Universitario. Derrick quería apoyar a la primera línea y decidió, junto a sus amigos, avanzar hacia la avenida Abancay.

Diego, por su lado, estaba preparado para soportar la represión. Tenía dos botellas de agua con bicarbonato, casco, rodilleras, coderas, mascarilla, visores, una pañoleta y guantes de cuero. Su objetivo era devolver las lacrimógenas que –presumía– iba a lanzar la policía. Cuando el grupo de Derrick estaba llegando al Parque Universitario, las bombas empezaron a caer.

Hubo un silencio. Los gases hicieron que todos se replieguen. En medio del caos, su grupo se dispersó. “Cayó una bomba lacrimógena en medio de nosotros. Me quedé junto a un amigo y, de pronto, cayeron más bombas a nuestros pies. Justo cuando las estábamos apagando, cayeron unas cuatro a nuestro costado y yo me quedé encerrado entre ellas. Absorbí todo el humo. Sentí que me moría. Fui al parque, vino un grupo y me ayudaron a respirar. Me quedé ahí, tratando de recuperar la respiración”, recuerda Derrick.

La represión era poderosa cuando Derrick retomó la búsqueda de sus amigos. “Volví a la parte del caos y comencé a avanzar hacia el Congreso. Sin darnos cuenta, habíamos roto la barrera policial y los policías cayeron en desesperación. Comenzaron a disparar perdigones por todas partes, entonces entré al callejón que une la Estación Colmena con el Parque Universitario y me quedé ahí cubriéndome. Después de un rato comenzaron a lanzar lacrimógenas dentro del callejón, sin importarles que ahí había heridos. Un joven se metió a un hueco y ahí estuvimos cubiertos por maderas. Abría la boca y botaba gas. Comenzaron a salir demasiados heridos. Eso los incitó a tener más furia y comenzó una guerra campal. Llegó un grupo de al menos 80 o 100 policías y comenzaron a disparar a diestra y siniestra. Perdigones y gas lacrimógeno. Nos habían acorralado”, recuerda.

‘Carlos’ estaba en la primera línea cuando vio caer a un compañero. Él y algunos amigos se acercaron para ayudarlo. Pero la policía les siguió disparando y lanzando bombas. En realidad, Carlos no es su verdadero nombre, pero lo llamaremos así porque, después de lo que pasó, tiene justificado miedo de revelar su identidad.

“Dos policías se acercaron y jalaron a un herido. Lo golpearon. Siguieron disparando y le cayó a mi amigo en el estómago. Seguimos, pero en ese momento le cayó un perdigón en la cabeza y lo dejó inconsciente. Se lo llevaron los encargados de primeros auxilios. Los policías aprovecharon en agarrar a cualquiera que estaba cerca”, cuenta.

Para Derrick la lucha continuó: “ya eran como las 10 u 11 de la noche. Los policías seguían disparando. Los que dejaron de pelear fueron los protestantes. Cuando nos enteramos de la muerte de Inti vi a muchas personas llorando y decepcionadas. Yo también había perdido las ganas de luchar. Cuando confirmaron la muerte del segundo, que fue Bryan, fue el fin de esa batalla campal. Cuando me di cuenta ya eran las 12 y decidí retirarme”.

Minutos después, otro protestante que prefiere que su nombre no sea mencionado, a quien llamaremos ‘Guillermo’, llegó a la avenida Abancay junto a sus compañeros y se sentó. En paz. “Estábamos cantando el himno. En eso, unos Ternas, porque eso eran, incendiaron una basura. Al instante los policías se acercaron violentamente hacia nosotros. Por la desesperación, levantamos nuestras manos al aire en señal de que, por favor, no nos hicieron nada”, relata.

Guillermo, de 21 años, cuenta que fueron emboscados. “Los policías tiraron una gran cantidad de bombas lacrimógenas en el callejón que estaba a la espalda de nosotros. Era el único lugar en el que teníamos pase libre sin policías. Algunos pudimos correr rápido mientras seguían tirando bombas. Muchas personas se quedaron atrás y cayeron al suelo, desvanecidos. Los que estábamos adelante corriendo ni siquiera podíamos respirar. Nuestros ojos, nuestra garganta, nuestra cara ardía”, dice. Solo atinó a correr para escapar de la policía.

Las detenciones

Su miedo no era infundado, para entonces algunos manifestantes ya habían sido detenidos. Uno de ellos, Carlos. “Me agarraron y me golpearon. Me tenían en un carro policial. Era plan de 10 u 11 pm”, cuenta. Dice que recibió golpes por entre cinco a diez minutos. Luego, el carro comenzó a avanzar. No estaba solo: “Había un chico, pero se lo llevaron. No sé cómo se llama”.

Luis Fernando Araujo también fue detenido. Luego declaró, en un video difundido por redes sociales, lo que le habían hecho pasar. “He sido agredido por lo que viene a ser el grupo Terna. Me han tenido tres días sin comer, sin agua, en una habitación, aparentemente escondido, con otra persona. No sé quién era porque nos tenían separados”, relató.

Mientras, en Lima ya había empezado la búsqueda de quienes no respondían los mensajes de parientes y amigos. Durante la madrugada, la CNDDHH recopiló las alertas ciudadanas y armó una lista de personas llamadas ‘desaparecidas’. El verdadero nombre de Guillermo llegó a la lista porque su mejor amiga y su mamá hicieron publicaciones en redes sociales. Lo habían visto en la televisión cuando empezaron las bombas lacrimógenas. “Varios amigos y familiares hicieron viral mi ‘desaparecimiento’[sic]”, cuenta.

A Derrick le sucedió algo parecido. “Mis amigos, preocupados, publicaron una foto que nos habíamos tomado horas antes. Llegó hasta mi universidad. Ellos pusieron mi nombre en la lista”, relata. A Carlos también lo empezaron a buscar sus amigos: “Pasaban las horas y nadie sabía nada de mí. Plan de 2 am ya estaba circulando mi foto como desaparecido”. Él no sabe cómo llegó su verdadero nombre a la lista.

Diego también se había tomado una foto ese día y, al no saber nada de él, su grupo de amigos la publicó en Instagram con una leyenda que decía: “así estaba vestido”. La publicación llegó a personas de su promoción, a su familia y a la CNDDHH. Al día siguiente pasó a los medios. Él quedó sorprendido, horas después, al ver un video que mostraba cómo gritaban su apellido en Cusco.

La huida

Después de la represión, los taxis querían cobrarle a Diego demasiada plata para volver a su casa, en Surco. Fue a una sanguchería y le pidió a una chica alquilarle el celular. Quería llamar a su padre y decirle que estaba bien. La chica se lo prestó sin cobrarle. Luego, caminó hasta la avenida Javier Prado. Desde allí fue a la Av. Aviación y finalmente tomó un taxi. Llegó a su casa y, exhausto, se fue a dormir. En ese momento aún no sabía que su nombre estaba en la lista de personas no ubicadas.

Minutos antes de las 4 de la madrugada, Carlos escuchó al policía que lo controlaba preguntarle a otro qué debía hacer con él, si llevarlo a la comisaría o soltarlo. “Ya ve tú qué haces”, le respondió, y se alejó. Carlos decidió hablarle al solitario. “Suéltame, ya es tarde. Iré caminando a mi casa”, le dijo.

“Lo pensó por unos minutos, agarró su celular, no sé qué hizo. Me pidió mi DNI”, recuerda. Luego, el policía le confió: “Si te vas nadie se dará cuenta. Vete antes de que te chapen de nuevo”. Carlos regresó a pie por la avenida Alfonso Ugarte y luego por Caquetá. “Fui a mi barrio en San Martín de Porres y a mi hermano lo vi en la calle buscándome. Ahí recién me di cuenta que mis fotos y nombre estaban en ‘desaparecido’. Eso fue a las 4:30 de la madrugada”, indica.

A Guillermo no pudieron detenerlo. “Vimos a dos chicos en un auto amarillo que nos miraban y estaban hablando por el celular. Le dije al chico de mi costado: ‘oye, mira, seguro son Ternas’. Cuando vieron que estábamos hablando de ellos, se fueron rápido. ¡Acto siguiente, la policía comenzó a perseguirnos! Yo y tres chicos más nos escabullimos en uno de los callejones. Nos habremos escondido unos minutos, después seguimos caminando. Llegamos al Sheraton y cada uno se fue a distintos puntos. Dos caminamos toda la avenida Brasil y toda la avenida La Marina, hasta que cada uno tomó un taxi. Él se fue a Ventanilla y yo al Callao. Llegué a mi casa a las 6 am”, cuenta.

Foto: Alejandro Guzmán

Apariciones y confusiones

Carlos no sabe cómo la CNDDHH actualizó su nombre en la lista para aclarar que ya había aparecido, él solo hizo una publicación en Facebook. Para Diego fue más complicado: personal de la Tercera Fiscalía de Derechos Humanos acudió a su casa el lunes para cotejar presencialmente su paradero. El día anterior había visitado a sus familiares para que sepan que estaba bien. “Espero que mi nombre no figure como desaparecido nunca más”, comentó.

Luis Fernando apareció recién el martes en la tarde. “Estoy bien, gracias a Dios no me han hecho nada. Unos golpes que cualquiera los soporta. Y gracias a todas las personas que han estado apoyando la causa de mi madre para poder encontrarme”, publicó en el video que fue compartido en redes sociales.

Las historias de Derrick, Diego, Luis Fernando, ‘Carlos’ y ‘Guillermo’ son las de aquellos jóvenes que, de una u otra manera, podrían no haber llegado a casa tras la represión. Pero hay otros nombres que fueron marcados como ‘desaparecidos’ por error o circunstancias extrañas.

“Ciudadana Fransheny Vílchez Zapata acaba de aparecer, según reportaron sus compañeros de la universidad”, informó América Noticias. El suyo fue un caso de confusión. Se le había agotado la batería del celular mientras marchaba, poco antes de las 8 de la noche. Logró prenderlo pasadas las 10. “Me doy con la sorpresa de que me han reportado como desaparecida. Me asusté y alteré muchísimo”, contó en sus historias de Instagram. “Mi nombre estuvo ahí por una confusión, yo en ningún momento estuve como desaparecida”, dice sobre la lista de no ubicados que se recopiló en un muro del parque Kennedy. Ella misma escribió a la CNDDHH para avisar que estaba bien.

No fue el único caso. Elizabeth Corzo también dijo que estuvo una hora desconectada y sus allegados se preocuparon. Una persona cercana a Gian Francisco Sotelo aseguró que en su caso pasó lo mismo: “no estuvo retenido. Solo tuvo un problema con su celular y al no contestarle a sus amigos, lo pusieron en la lista”. Otra manifestante comunicó en sus redes sociales que, después de marchar, se quedó a dormir en casa de un amigo y puso su celular en modo avión.

A Valeri Robladillo le incomodó que la incluyan en la lista. “Todo fue un malentendido. Siempre estuve con mi padre bien segura. Mis amigas se alarmaron muy rápido hasta el punto de mandar mi nombre y foto para que me buscasen. Cuando llegué a mi casa, prendí mi celular y me llegaron infinidades de mensajes. Les dije a mis amigas: ‘¿por qué se apresuraron en decir que “estoy desaparecida”, cuando nunca lo estuve?’”.

Pero el caso de máxima confusión probablemente sea el de Karen Espinoza. Su nombre estaba en la lista. No era un homónimo, porque también se consignaba su número de DNI. Sin embargo, ella publicó en sus redes sociales que no había participado de la marcha. “Yo nunca participé y no sé si esa lista es oficial o inventada, pero sale mi nombre”, confirmó a Sudaca.

Un cierre desde los fantasmas

El sábado se produjo una situación caótica. Muchos perdieron el contacto con su familia y amigos. Había personas no identificadas en hospitales. Los familiares se asustaron y lanzaron alertas de desaparición. Sin embargo, Mar Pérez, abogada de la CNDDHH, aclara que legalmente no se puede decir que estas personas fueron “desaparecidos”, sino solo que estuvieron “no ubicados”, porque la etiqueta “desaparecido” implica una calidad jurídica con la que la mayoría de los que faltaron no fue clasificada.

La representante de la CNDDHH comenta que lo sucedido el sábado despertó el recuerdo de los desaparecidos durante la lucha interna, lo que confirma que todavía hay secuelas del conflicto armado. “Nos ha venido el fantasma de las desapariciones forzadas de la violencia política. Está todavía muy presente”, remata.

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Bicentenario, Marchas

Este lunes entrante el juez Víctor Zúñiga Urday decidirá si acoge el pedido del fiscal José Domingo Pérez para suspender a Fuerza Popular por dos año y medio de cualquier actividad política, como parte de la investigación preparatoria que se le sigue por el caso Odebrecht.

Ojalá no prospere el pedido y no se vicie de esa manera un proceso electoral como el venidero. FP debe poder postular libremente y sufrir las consecuencias de su desplome político. Deben ser las urnas las que cancelen la vigencia de un proyecto político que ha enrarecido la vida democrática del último lustro.

Hoy solo lo acompaña su núcleo duro al fujimorismo y alberga el mayor antivoto de todos los grupos partidarios en la contienda. Sería un milagro que pueda triunfar, peor aún luego de su indecoroso papel en la crisis política que se inició con la vacancia irregular de Martín Vizcarra y el aupamiento vergonzozo de Manuel Merino a la Presidencia y su posterior renuncia.

Los propios círculos de allegados que antaño acompañaban al fujimorismo han decantado en otros lares. Las candidaturas y listas de equipos técnicos o de congresistas de agrupaciones como las lideradas por Hernando de Soto, Rafael López Aliaga o el propio Fernando Cillóniz, hace cinco años seguramente hubieran estado dentro de las filas naranjas.

Ha surgido un impulso protorepublicano masivo en la protesta contra la vacancia. Cientos de miles salieron a las calles y millones participaron en defensa del orden democrático. Por su carácter descentralizado, fue superior inclusive a la convocatoria de la marcha de los Cuatro Suyos. Esa juventud es el principal dique de contención del fujimorismo, agrupación que gracias a las sucesivas torpezas de su lideresa Keiko Fujimori ha terminado arrinconada en un espacio populista, autoritario y conservador muy alejado de los nuevos vientos sociales.

No repitamos el error del 2016. Gran parte de la disfuncionalidad que hemos sufrido con PPK, Vizcarra y Merino, se ha debido al hecho de haber sacado de mala manera a Julio Guzmán y César Acuña de esa campaña.

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José Domingo Pérez

Ni a favor ni en contra. Nada. Cuatro de los siete magistrados del Tribunal Constitucional (TC) votaron para que se declare improcedente la demanda competencial, presentada por el Ejecutivo, por el uso inadecuado del término “incapacidad moral permanente” para tramitar una vacancia presidencial. Ernesto Blume, José Luis Sardón, Augusto Ferrero y Manuel Miranda consideraron que lo mejor era no analizar el fondo de la demanda, porque los hechos que la habían suscitado ya desaparecieron. La excusa: que la primera moción de vacancia (la que motivó el pedido) no se concretó. Recordemos que a Martín Vizcarra se le vacó en el segundo proceso, y no en el primero. Así, los magistrados alegaron “sustracción de la materia”. Fabiana Orihuela, abogada del grupo Perspectiva Constitucional, analiza el fallo y sus consecuencias.

Para entender la importancia del fallo del TC, ¿qué significa y cuál es la consecuencia más grande que traerá esta decisión?

La improcedencia quiere decir que no se están pronunciando sobre el fondo. No están validando ni la primera vacancia ni la segunda, que sí se concretó. Mucha gente piensa que esto quiere decir que se declaró bien la vacancia de Vizcarra. Eso es falso. Lo que han decidido es que no van a delimitar los alcances del artículo 113 numeral 2 de la Constitución. Es decir, que todavía está sujeta a los intérpretes, que en este caso serían los miembros del Congreso, hasta que el TC en un caso futuro pueda pronunciarse. No han puesto parámetros, pero eso no necesariamente quiere decir que dejan en desprotección a los siguientes presidentes.

Fabiana Orihuela, de Perspectiva Constitucional

Entonces, ¿el TC puede volver a pronunciarse si se presenta otra demanda similar?

Aún tenemos esperanzas de que un futuro Tribunal pueda cerrar [la figura de la incapacidad moral] con parámetros, para evitar arbitrariedades. El Tribunal sí se podría pronunciar, sea conociendo en última instancia un proceso de amparo contra la vacancia o si se presenta otra demanda competencial por el segundo proceso. Como no se han pronunciado sobre el fondo ahora, tampoco ha cerrado la posibilidad a que se interponga una nueva demanda.

 

Los cuatro magistrados que votaron para evitar pronunciarse, ¿abdicaron de sus funciones como miembros del TC? En teoría ellos deben dirimir para evitar futuras controversias.

Efectivamente, se han escudado en un formalismo. La sustracción de la materia [figura que apela a la desaparición de aquello que motivó la demanda] no es simplemente un tecnicismo. Es algo que supone que no hay conflicto. La sustracción de la materia es solo sobre el primer intento de vacancia, y no sobre el artículo 113. El TC tendría que dar una interpretación constitucional de cierre precisamente cuando hay incertidumbre.

Como el TC no se ha pronunciado sobre el fondo, ¿no vamos a saber si la vacancia de Martin Vizcarra fue válida, ni tampoco qué implica la ‘incapacidad moral permanente’?

Lo podemos saber en el sentido de que cada uno puede interpretarlo como quiera, pero no hay una decisión final que elija una interpretación sobre las demás. Ahora mismo estamos a merced de lo que cada uno considera, porque no hay una interpretación oficial de cierre y tampoco hubo un pronunciamiento sobre si Vizcarra estuvo bien o mal vacado.

 

¿Cómo se explican las declaraciones del magistrado Ernesto Blume, que dijo que la ‘incapacidad moral permanente’ es un concepto que “no debe estar claro”?

Hay algunas concepciones del constitucionalismo antiguo que suponen que hay ámbitos que son meramente políticos y que permiten una discrecionalidad casi absoluta. Sin embargo, en el constitucionalismo actual eso está descartado. No hay ámbitos exentos de control de constitucionalidad y no hay ámbitos que permitan arbitrariedades, ni siquiera los discrecionales. Puedes tener una facultad discrecional, pero tienes que basarla en parámetros constitucionales. Su concepción obedece más a un entendimiento clásico antiguo del constitucionalismo.

 

¿El TC le ha dado carta libre al Congreso para seguir vacando presidentes?

No creo que le haya dado carta libre. Como ni siquiera se ha pronunciado diciendo que el alcance [de la ‘incapacidad moral permanente’] es amplio, si el Congreso lo usa de la misma forma de nuevo y el caso llega al TC, este sí puede decir que está mal usado. Entonces, no es verdad que tiene carta libre, tampoco. Nos ha dejado en la incertidumbre y la vacancia podría ser mal usada otra vez, pero el Congreso debiera actuar con prudencia porque el TC todavía puede invalidar sus futuras decisiones.

 

¿Martín Vizcarra tiene responsabilidad en esto? No presentó ningún recurso ante la segunda vacancia. 

Sí tiene [responsabilidad]. Él ahora declara como si el TC hubiera renunciado a su funciones cuando él se las dificultó. Si hubiera planteado una demanda competencial nueva, hubiera tenido que verse el nuevo caso. No necesariamente se repondría a Vizcarra, pero se podría decir que estuvo mal vacado. Repito: no reponerlo, sino para que haya un pronunciamiento sobre el fondo. Al no presentar demanda en su momento, Vizcarra ató de manos al Tribunal y le dio argumentos para excusarse de pronunciarse.

 

¿La salida a todo esto sería un cambio de Constitución?

Es completamente posible hacerlo. Se pueden cambiar las partes que nos ocasionan estas crisis, hacer una reforma integral o pensar en una nueva Constitución. Si hablamos de la causal de incapacidad moral, en este caso no sería necesario una reforma. Posible es, pero puede modificarse el reglamento del Congreso. Creo que igual es necesario modificar el artículo 117 [que dispone los supuestos por los que un presidente puede ser acusado] para hacer una mejor interpretación con el 113, y así evitar impunidad.

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TC, Tribunal Constitucional

Si se tratase del gabinete inaugural de un gobierno entrante con un mandato de cinco años por delante, lamentaría la falta de concordancia plena entre varios ministros respecto de objetivos políticos y económicos cruciales. La agenda urgente del país exige un shock institucional jurídico por un lado, pero del otro un shock inversor que nos saque de la modorra capitalista en la que estamos inmersos desde hace más de un lustro.

Pero evidentemente no se trata de eso en estos momentos. El gabinete de Violeta Bermúdez tiene ante sí objetivos muy puntuales, y cumplirlos a cabalidad será más que suficiente en la rendición de cuentas que tocará hacerle al final de su gestión. Son 1) control de la pandemia; 2) reactivación económica; 3) aseguramiento de elecciones pulcras el próximo año; y agregaría dos más: 4) lucha contra la inseguridad ciudadana, la misma que se ha disparado producto de la recesión; y 5) defensa de algunos islotes institucionales que no pueden debilitarse, tales como la reforma educativa (Sunedu incluida) o la lucha anticorrupción (con pleno respaldo al equipo especial Lava Jato y Club de la Construcción).

En esa perspectiva, el de Merino no era un régimen de transición sino uno de restauración, que buscaba desandar reformas importantes y que parecía armado para allanarse a las mafias vacadoras (universidades y empresas corruptas en búsqueda de impunidad). Felizmente, este ingreso por la puerta falsa de la DBA fue frustrado por una calle republicana movilizada (a diferencia de Chile, acá el detonante de la algarada no fue económico sino político).

Como el de Paniagua, el régimen de Sagasti debe cumplir objetivos muy puntuales. Y tanto él como su gabinete parecen bien equipados para lograrlo. Si no se aparta de sus tareas esenciales habrá cumplido con creces. Y contra lo pensado, la primera gran víctima política de un buen desempeño de Sagasti y su gabinete será Martín Vizcarra, cuya mediocridad resaltará por contraste.

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Martín Vizcarra, Violeta Bermúdez

 

Ricardo Valdés, ex viceministro de Seguridad Pública en el despacho del Interior, atiende la llamada de Sudaca el miércoles 18 por la mañana. Hace una semana el país se preparaba para la primera gran marcha nacional en contra del gobierno de Merino. Hoy, la llamada “Generación del Bicentenario” llora la muerte de Inti Sotelo y Jack Pintado, víctimas de la represión de las fuerzas del orden. Valdés critica los procedimientos, señala a los responsables, pero pide no culpar a toda la institución.

Seré directo. La Policía Nacional del Perú (PNP), dentro de sus recursos, ¿tenía otras alternativas aparte de gases lacrimógenos y perdigones?

La normativa para el control del orden público ha evolucionado desde el 2003. Antes se usaban perdigones de metal, ahora solo se puede emplear armamento no letal, de goma flexible. Duele, inhabilita, pero no penetra ni causa daños mayores. Pudo haberse empleado el agua bajo presión. Eso es otro elemento disuasivo. Tal vez los vehículos ya se le malograron a la PNP. ¿Cómo demonios llegó una canica a la espalda de un periodista? Eso quisiera saber. Tienen que ver los cuerpos de los heridos y recabar información de los centros hospitalarios. Por la gravedad de los hechos, me parece que debe ser el Ministerio Público quien lleve la investigación policial.

Entonces, ¿cómo tuvo que actuar la PNP para mantener el orden público en las marchas sin recurrir a la represión?

La PNP no reprime porque sí. Es consecuencia de una situación que se desborda. Si la marcha se torna violenta, si la policía ve que se está afectando la propiedad o si son agredidos pueden responder. Eso es así en todas las policías del mundo, no es un tema de Perú. Todas tienen un protocolo de actuación y un conjunto de manuales. Además hay normas que exigen que se respeten los Derechos Humanos. Aquí se produjeron circunstancias donde no se respetó el uso gradual de la fuerza. Tampoco se consideraron otros planes.

¿Cómo cuáles? 

Se pudo haber conducido a la multitud a través de un pasadizo estrecho por la Avenida Abancay. Habilitar un circuito para que puedan manifestarse y regresar nuevamente a la Plaza San Martín. Había otras soluciones. La Policía consideró de repente que con su personal era suficiente. No lo sé. Eso sí, son marchas que se han producido en una situación absolutamente inusual: un Estado de Emergencia. Espero que este gobierno restablezca los derechos suspendidos por dicha medida, como la detención con orden judicial, el arresto con fundamento y libre tránsito.

Parece que usted está convencido de que el Estado de Emergencia fue fundamental para las decisiones que tomó el alto mando policial.

Creo que fue una razón esgrimida por los jefes policiales y los dos Ministros del Interior que tienen que ver con esto: César Gentile y Gastón Rodríguez. Ellos quisieron aplicar a rajatabla la normatividad que existe para el control del orden público en un Estado de Emergencia. Y eso fue un error.

Otro error estaría en las respuestas dadas. ¿Por qué el ex Ministro del Interior, Gastón Rodríguez, y el alto mando de la PNP escogieron mentir antes que admitir errores en la planificación para las marchas contra el gobierno de Merino?

Yo comparto tu punto de vista. Lo dije también cuando hubo 13 fallecidos en Thomas Restobar. Ahora son 2. Ahí también hubo un problema de orden público. No fue una marcha, pero sí una concentración que en ese momento era una infracción a las normas de distanciamiento social. En ambos casos el subcomandante Jorge Lam no asumió la responsabilidad. Simplemente eligieron tergiversar la realidad, no sé si con la intención de que la gente se olvide, como ha pasado con Thomas Restobar. Nadie se pregunta ahora cuál es la condición de las víctimas ni los resultados de las investigaciones. La memoria es corta. Creo que ellos apostaron a que en una semana nadie se acordaría.

Manuel Merino, Ántero Flores-Aráoz, Gastón Rodríguez, Jorge Lam. Ellos son los que han sido señalados como responsables por lo ocurrido durante estos días. ¿Considera usted que son los únicos?

Para mí hay diferentes responsables. Los primeros son los operativos. Aquellos que entregaron cartuchos con munición prohibida para el control de multitudes y quienes dieron la orden de disparar. Esa es la responsabilidad directa de los jefes policiales que estuvieron a cargo en ese momento. Aparte de Lam está la Dirección Nacional de Orden y Seguridad (DIRNOS), que la dirige el general Alexis Bahamonde. Está pasando desapercibido al igual que el general Jorge Cayas, jefe de la Región Lima. También están los políticos Flores-Araóz, Merino y Rodríguez, aunque ellos no pueden asumir responsabilidad directa. A menos que se determine que tuvieron algún tipo de injerencia en las órdenes policiales.

En una entrevista para Canal N usted dijo que “no se puede culpar a toda la PNP por lo que ha ocurrido”. Sin embargo, ¿cómo espera que la ciudadanía no lo haga si los efectivos señalados no se identificaron al momento de las intervenciones y mucho menos para lanzar bombas lacrimógenas y perdigones?

En la PNP hay 140 mil efectivos. Las Unidades de Usos Especiales (USE) y la División Nacional de Operaciones Especiales (DINOES) son los que han participado en esto. En ellos está la responsabilidad de manejar el orden público. Después hay un amplio espectro de policías que están dedicados a enfrentar la delincuencia cotidiana, investigación criminal y luchar contra el crimen organizado. Lo que ha pasado el 14 de noviembre ha manchado a toda la institución. Por eso me parece importante que cuanto antes se determine a los responsables, con un debido proceso, claro está. La responsabilidad penal es individual, no institucional.

El martes 17 apareció Luis Fernando Araujo, reportado como desaparecido hace tres días. Él denunció que el Grupo Terna lo mantuvo encerrado todo ese tiempo. Además, señaló que lo golpearon. ¿Qué opina sobre la presencia de este comando especializado en las marchas?

Fue un uso incorrecto de ese grupo especializado para el control de disturbios. Pero no solamente eso. Un policía encubierto no puede detener a nadie si no está identificado por completo. Eso no está permitido. Ellos van a argumentar que estaban en flagrancia. No hay delito si la gente está simplemente marchando y se produce una suerte de gresca porque viene la policía a arrebatarles las banderas. Habría una falta de parte de la PNP porque el manual establece que no pueden entrar en contacto con los manifestantes y menos arrancarles sus banderolas. Lo que eso genera es una reacción instintiva de defensa y, por lo tanto, una respuesta agresiva.

El certificado de necropsia de Jack Pintado, uno de los fallecidos, dice que recibió 10 perdigones, lo que provocó su muerte. No fue uno, fueron 10 impactos de proyectiles, ¿cree que esto refleja, aparte de un mal accionar de los policías, también algo de malicia detrás?

Hay un error. Este chico puede haber sido alcanzado por un solo disparo de cartucho, pero que tenía 15 balines. No es que le hayan disparado 10 veces. Eso sí, tiene que haber sido cerca. Si tiene un balín en la cabeza y otro del abdomen hablamos de un radio de recorrido de aproximadamente un metro. Hay que mirar bien de qué tamaño eran los proyectiles. Los que se usan son de goma. Hay otros para caza mayor que no usa la policía, tampoco armas hechizas (caseras) que usan aire comprimido para lanzar el balín. Al igual que los de plomo. Eso es lo que tiene que investigarse.

A finales de septiembre se ordenó la primera prisión preventiva para un general PNP en actividad por una presunta compra irregular de mascarillas. Es una medida inédita en la justicia peruana. ¿Usted cree que los hechos acontecidos durante los días de protesta deberían sentar un precedente de igual nivel para quienes resulten responsables en la institución?

Ese es el caso del Jefe de la Aviación Policial, Andrés Vildoso. Se le acusa por organización criminal, no solo corrupción. Eso es ya un delito sumamente grave. La posibilidad de fuga y entorpecimiento de las investigaciones son las que justifican su prisión preventiva. Todo depende de la gravedad del delito que se impute. Sería homicidio culposo o doloso, pero en fin, es algo que tendrá que evaluarlo un juez en su momento.

En marzo, con Merino como presidente del Congreso, se promulgó la Ley de Protección Policial que evita que policías tengan responsabilidad penal si causan lesiones o muerte en el ejercicio de sus funciones. ¿Cómo influirá esto en los casos de los efectivos que sean acusados por los excesos en las marchas? 

No serviría. La norma tiene el supuesto del uso reglamentario del arma. Aquí lo que se ha visto son armas prohibidas para el control del orden público, como perdigones de metal y canicas. No podemos hablar de un uso reglamentario.

Con todas las denuncias existentes, hay gente que empieza a pedir una reforma total de la Policía Nacional, ¿considera esto necesario o se puede arreglar todo cambiando los puestos de mando?

Donde se amerita un profundo cambio es en la formación del recurso humano y, por otro lado, desarticular los sistemas de corrupción, que son muchísimos. Sin ir muy lejos, el general Rodríguez Limo tenía una carpeta abierta por los Intocables Ediles. Hay gente que paga cuando recién van a estudiar para ser oficiales. Ese tipo de negocios están institucionalizados en la PNP en todos los niveles. La Policía bien formada y capacitada es la que no va a incurrir en esos usos. Por otra parte, sin corrupción, no van a adquirir material prohibido.

Durante mucho tiempo se promovió la frase “a la Policía se le respeta”, ¿cómo la PNP podrá recuperar la confianza de los ciudadanos después de la represión y las intervenciones desmedidas?

A la Policía se le respeta sobre la base de la verdad, honestidad y transparencia. Eso se tiene que recuperar. Por eso hay que modificar la calidad del recurso humano para brindar un mejor servicio y atención. Desarticular los sistemas de corrupción también para tener una policía que sea respetable.

Hoy es el ministro de Educación del nuevo gobierno, pero antes de ayer, un día antes de asumir el cargo, el investigador Ricardo Cuenca escribió sobre Tik Tok. Si usted no sabe qué es esto o cómo funciona, debe tener claro que no pertenece a la Generación Bicentenario. “Abro esta red social y una voz surge desde un primerísimo primer plano, con un mensaje político corto, sin retóricas y directo”, dice Cuenca en su autodenominada primera vez en Tik Tok.

El ministro de Educación bien puede estarse refiriendo a Josi Martinez, un adolescente peruano creador de contenidos digitales. En su cuenta oficial de Tik Tok, Josi tuvo cerca de 10 millones de visualizaciones en cuatro videos publicados la semana que duró el gobierno de Manuel Merino. En los cortos videos, solo habla él frente a una cámara. Cualquier político envidiaría esa convocatoria. Él, que todavía no termina la secundaria, promovió el discurso en contra del régimen de Manuel Merino y la participación en los cacerolazos. Para muestra un botón:

@jmartineze_

MERINO NO ERES MI PRESIDENTE! ayúdenme compartiendo este video para que todo el mundo se entere lo que está pasando en mi país

♬ original sound – josi

Los seguidores de Martinez son jóvenes Centennials, como él. Personas que nacieron entre 1995 y el 2017. Su edad máxima es de 25 años, pero la masa del grupo es incluso inferior a los 18. Algo similar ocurre con Mateo Garrido Lecca, cuyo nicho en Instagram es de la misma edad. Durante la última semana y hasta hoy, Garrido Lecca ha informado a diario sobre los sucesos en la política peruana. A su estilo, entre risas, pero haciendo un sostenido activismo en favor de la protesta y con difusión de datos útiles.

Por si es necesario precisar, Tik Tok es una red social de origen chino que se basa en compartir videos cortos –de apenas segundos– y en formato vertical. A veces, los videos incluyen música o pistas de audio pregrabadas de fondo, que los usuarios interpretan . Otras, los usuarios simplemente mandan mensajes ellos mismos o editan videos parodia de personajes conocidos. El contenido está categorizado por temáticas, llamados trends o hashtags. Una de ellas fue #MerinoNoEsMiPresidente, que alcanzó 157.2 millones de vistas en todos los videos publicados bajo aquella tendencias o etiqueta en la red china.

https://twitter.com/ahivienelaprofe/status/1329200405495115776?s=21

En Instagram, la misma etiqueta generó 124 mil publicaciones fijas, entre videos, fotos y gráficas. Además, el apellido del ex presidente #Merino alcanza al día de hoy más de 691 mil posteos, y contando. La información publicada en redes sociales también sirvió para convocar y organizar las protestas. Como demuestra un informe de Sudaca, incluso fue útil para identificar la peligrosa infiltración de la policía entre los manifestantes durante las marchas del jueves y sábado.

Una encuesta reciente del IEP confirma el valor de los jóvenes en las marchas políticas: el 37% de peruanos afirman haber participado en las protestas contra el gobierno de Merino, sea de forma presencial o virtual. De ellos, más de la mitad son personas entre 18 y 24 años, el rango máximo de edad Centennial. La organización de jóvenes AIESEC Perú reconocida por la ONU, da a los Centennials peruanos cuatro características: visión global, compromiso social, innovación pragmática y el éxito por la pasión, no el dinero.

En el 2011, la investigadora británica Erica Chenoweth, tras analizar por una década más de cien años de protestas sociales pacíficas en el mundo, concluyó que solo se necesita al 3.5% de la población participando de manifestaciones para asegurar un cambio político serio. Si amplificamos por diez aquel porcentaje, el logro mayoritariamente juvenil de la semana pasada estaba garantizado.

Características de una generación masiva

Una foto describe la esencia de la ‘Generación Bicentenario’. Acuñados detrás de las barricadas policiales, generando líneas sucesivas de defensa, ahí están. Con bidones de agua para apagar las bombas, guantes y mascarillas. Con escudos improvisados por planchas de metal, defensa más que valiosa ante los perdigones; con cascos y bengalas. Encima, la bandera agujereada por la represión. Al fondo, como paradoja, la entrada de la antigua sede del Ministerio de Educación, el templo que en otra época albergó la educación del país. En concreto, más de diez jóvenes en un solo cuerpo, avanzando articulados hacia un objetivo.

La imagen hace recordar a la revolución francesa, le dicen unos economistas de ese país a su colega peruano Fredy Vargas, en una reunión en Bogotá. Él la enseña con orgullo, como explica en una entrevista a Sudaca. A pocos días de las protestas, la imagen capturada por Sebastián Castañeda ha dado la vuelta al mundo. El pintor revolucionario Eugène Delacroix no podría haber pintado un mejor retrato de un grupo de jóvenes que se enfrentó a las fuerzas policiales. En ella, se muestra el esfuerzo colectivo por terminar la marcha frente al símbolo de la protesta: el Congreso, una institución con 91% de desaprobación nacional, según el IEP.

Foto: Sebastián Casteñada/REUTERS

Vargas trabaja estrategias de planificación de políticas públicas para el gobierno colombiano, luego de haber dirigido planes de prospectiva dos años y medio para el gobierno de Humala. “Esta generación no va a tolerar a los políticos viejos. Quieren cosas concretas y tangibles. Sino, la calle”, le dice a los franceses. Ellos apenas entienden. ¿Cómo es posible renunciar a un presidente en una semana? En otros países, pueden pasar décadas y no lograr resultados.

Hackeado por la indignación de la inmensa mayoría de peruanos, el breve Manuel Merino se refirió a los protestantes como generadores de “caos y violencia” minutos antes de renunciar. En contraste, el nuevo presidente Francisco Sagasti enfatizó la necesidad de los jóvenes en la representación política. “El movimiento visto en todas las regiones del país le pertenece a la juventud, a la Generación del Bicentenario”, dijo en su primer mensaje a la nación. La desconexión tan grande con el corto gobierno anterior explica la rapidez del efecto de la protesta.

De entre todos los comentarios en redes sociales tras las marchas, destaca uno dicho en exclusiva a RPP por Mixael Paz, brigadista en las huelgas para desactivar bombas lacrimógenas. “Justificamos el amor hacia este país, pese a que nos dicen violentos. Es falso. De alguna manera te preguntas, si no lo hacemos nosotros, quién lo va a hacer. Cada bomba apagada deja de lastimar y herir a veinte o treinta compatriotas. Vale aguantar ese olor un rato”.

Los Centennials son personas más comprometidas con las causas. Buscan un significado y se involucran en resolver asuntos políticos a través de convocatorias digitales, concluye una investigación reciente de la Universidad Nacional de Piura. Son nativos digitales, y están adaptados a concebir la interacción en comunidades amplias. Vargas añade que estas características naturales del grupo etáreo le va a permitir entrar en mayor fiscalización del contrato social. La virtualización les permite un mayor (y mejor) ejercicio de su ciudadanía, y los incluye con mucha mayor naturalidad en el debate sobre la cosa pública. Así, exigirán mejor inversión del gobierno para entregar servicios de calidad a los ciudadanos. El interés central será garantizar la satisfacción con la vida, la justicia y la igualdad.

Una generación que toma la calle

Los jóvenes –Centennials y Millennials– lograron ejercer en las calles la presión suficiente para hacer tambalear a un Poder Ejecutivo improvisado y débil, como el de Merino. Pero las marchas no deberían ser, como han sido, una sorpresa. A quince años de establecido el inicio de la generación Centennial (1995), fueron testigos de intensas marchas. Estas fueron tres y por similares temas ambientales: Bagua (2009), Conga (2011) y Espinar (2012). Incluso, participaron miembros de la generación anterior, los Millennials.

Como informó el Instituto de Democracia y Derechos Humanos de la PUCP, en el 2013 ocurrió una movilización de más de tres mil jóvenes para denunciar la repartija de instituciones que ocurría desde el fujimorismo, quizás la primera que pudo incluir Centennials. Otras grandes multitudes se juntaron al final del 2013 e inicios del 2014, por dos meses, contra la nefasta “Ley Pulpín”.

La protesta en esta generación de entre Milennials y Centennials ha cogido peso desde el 2016 con el reclamo de derechos sociales como la igualdad de género, el matrimonio igualitario y la despenalización del aborto. “Tienen una agenda de intereses muy progresistas, promueven equidad y reformas estructurales. Son temas incomprendidos o rechazados por los conservadores y viejos políticos”, indica la socióloga Noelia Chávez.

Otro  evento significativo fue el ‘No a Keiko’ durante las elecciones del 2016. Se trató de la bandera más firme por el antifujimorismo. A ello se suman las marchas masivas contra del indulto humanitario a Fujimori en el 2018, que terminó anulándose. Y así, en poco más de una década, la calle peruana ha hablado. No debería sorprender entonces que el país ostente el segundo lugar de América Latina en protestas y movilizaciones para el Barómetro de las Américas (2019).

Foto: Difusión

En la historia del país existe un paralelo respecto a las marchas sociales. Hay que irse cien años para atrás. Alrededor de 1920, se hizo escuchar el Grito de Córdoba. Fue el estallido de una clase de estudiantes –primero argentinos– para democratizar la educación superior y enfocar la enseñanza en las ciencias. Las protestas alcanzaron a la mayoría de países de América Latina, desde México hasta Chile.

En el Perú, la reforma universitaria de aquella época trascendió la esfera estudiantil. En ella, se iniciaron líderes como Victor Raúl Haya de la Torre y José Carlos Mariategui. A partir de las movilizaciones, fundaron a la postre partidos políticos o sentaron la base de nuevas ideologías políticas en el país. También participaron en las huelgas los historiadores Jorge Basadre y Rául Porras Barrenechea.

Para Steven Levitsky, politólogo estadounidense con veinte años de estudios sobre la política del Perú, harán falta partidos políticos que consoliden las protestas. El objetivo debería ser la institucionalización de los reclamos en organizaciones que se atrevan a liderar procesos electorales, asumir roles entre los poderes del Estado y defender la democracia desde adentro.

Coincide con aquella visión Iván Lanegra, secretario general de la Asociación Civil Transparencia, al recordar la generación del 2000 y los Cuatro Suyos, “donde las buenas voluntades no bastaron al no volverse políticos y partidos al servicio del bien común”. También concuerda Noelia Chávez. La socióloga peruana afirma haber participado en las marchas como protestante y como investigadora –e intérprete– de estos fenómenos sociales. “Las marchas deberían decantar en diversas propuestas políticas. No creo que sea inexistente el vínculo entre los jóvenes y la política”, indica a Sudaca.

De hecho, el vínculo existe. Lo demuestra el Barómetro de las Américas en el 2019 (ver gráfica), donde los más jóvenes son los más interesados en la política. Además, entre peruanos de 18 a 25 el apoyo a la democracia es de 50%, similar al de peruanos entre 56 a 65, con 51%. Incluso, los peruanos del primer grupo de jóvenes encuestados presentan una satisfacción por la democracia de 33.6%, mayor a los 24.8% del grupo etáreo de mayor edad.

El grupo etáreo con mayor interés en la política son los más jóvenes. (Fuente: Barómetro de las Américas por LAPOP, 2019).

Ya se vive la renovación política

“Se metieron con la generación equivocada” fue el lema central de las marchas durante el gobierno de siete días de Merino. Se dio un grito de lucha entre las masas –principalmente digitales– para lograr convocatoria al sentir la vulneración de derechos democráticos. Pero señalar al grupo solo como una ‘generación’ no era suficiente. “Los procesos hay que nombrarlos para que tengan sentido”, dice la socióloga Chávez. Vía Twitter, ella le acuñó la generación la pertenencia del Bicentenario del país, que se conmemora el próximo 28 de julio.

Sin un simbolismo adoptado por la gente, el Bicentenario sería una simple celebración de logros y el recuerdo de fallas. Quizás con eventos y algunos protocolos gubernamentales. Por ejemplo, el saliente gobierno de Vizcarra invirtió más de S/4 millones de soles en el Proyecto Bicentenario, un programa del Ministerio de Cultura, entre el 2018 y 2019. A la fecha, tienen una página web, un logo y una agenda impresa de actividades que realizarán los ministerios. “Está muerta esa iniciativa, no ha conectado en nada con la gente”, indica Fredy Vargas.

El Estado no tiene la capacidad –dentro de su estrategia de comunicación política– de establecer mitos entre la población, señala Chávez. Ya es costumbre la carencia de ideas programáticas en los últimos gobiernos, el de PPK y de Vizcarra, sin establecer consensos de proyectos país. “El Perú Primero” buscaba poner a la ciudadanía por encima de la clase política tradicional, pero solo fue reconocido como la identidad individual de un presidente, su eslogan y motivo de liderazgo.

Pero el Bicentenario va más allá de una marca personal. “Esta es una generación crítica contra la clase política, pero no están esperando un salvador”, advierte Santiago Mariani, profesor de Ciencias Políticas de la Universidad del Pacífico. Lo que quieren, coinciden los expertos consultados, es que funcione mejor el sistema, y esto genera una mayor población dispuesta a defender la democracia. Y ojo: las dos generaciones que marcharon la semana pasada ya casi son mayoría. Más del 40% de la población peruana sería o Millennial o Centennial, según IPSOS al 2019.

El futuro de la participación de estos ciudadanos dependerá también de un gobierno o una clase política generadores de espacios digitales. Según la encuesta del IEP, existe una mayor participación en protestas de quienes tienen acceso a internet. Noelia Chávez afirma que el reclamo popular buscará tener dos consecuencias clave: partidos políticos con proyectos reales, no cascarones; y políticos con oídos puestos en la ciudadanía sin imponer sus acciones o leyes. Y todo ello a la vuelta de la esquina –porque ya empezó– en las próximas elecciones generales.

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