No todo ha sido favorable para Ayala. El 25 de octubre del presente año, el Poder Judicial rechazó su pedido para anular la decisión de la Fiscalía de la Nación que había ampliado la investigación en su contra por el presunto delito de organización debido a presuntas irregularidades en el proceso de ascensos de las Fuerzas Armadas, en el año 2021.

El juez supremo Juan Carlos Checkley declaró “infundado” un recurso de tutela de derechos presentado por el mismo. Mencionó que no había motivaciones para que el fiscal disponga su inclusión en la presunta red criminal en el gobierno de Pedro Castillo, por ello, el delito imputado en su contra “no calzaba” en su caso.

En el proceso de esta investigación, el último lunes, el Ministerio Público informó que el Equipo fiscal del Área de Enriquecimiento Ilícito y Denuncias Constitucionales allanó la vivienda y oficina del exministro de Defensa y de un grupo de generales de la Policía Nacional que son investigados por los presuntos ascensos irregulares en las FF.AA. El operativo se dio en horas de la madrugada y dándose la detención de tres oficiales generales de la policía y otras personas. Resultado de esto también se allanaron 27 inmuebles en distintos puntos del país.

La Inspectoría General de la Policía Nacional también remarcó su competencia funcional para la determinación de responsabilidades administrativas disciplinarias. Por su parte, el Equipo Especial contra la Corrupción del Poder, liderado por la fiscal Marita Barreto, realizó un operativo contra los generales investigados por la entrega de dinero para ascender de rango en el 2021, en la investigación se detalla que fue con autorización del expresidente Pedro Castillo.

El Ministerio Público detalló a la opinión pública: “El Equipo fiscal del Área de Enriquecimiento Ilícito y Denuncias Constitucionales allanó la vivienda y oficina del exministro Walter Ayala, incautando documentos y dispositivos, en el marco de la investigación por los presuntos ascensos irregulares de policías y militares en el 2021”, manifestó a través de Twitter.

Un pedido sin sustento

Pese a que, hasta la fecha, los congresistas de agrupaciones políticas como Fuerza Popular y Renovación Popular insisten en la necesidad de remover del cargo a las autoridades de ONPE y JNE, el Congreso no encontraría un camino sencillo para lograrlo.

Sudaca dialogó con Javier Albán, abogado especialista en temas electorales, para conocer la viabilidad de esta propuesta que vienen impulsando algunos congresistas. “Una de las garantías del sistema electoral es que está separado del poder político. No hay cómo desde el Congreso puedan sancionar al JNE. No puedes hacerle una acusación constitucional”, señala el abogado.

Según comenta el especialista, tanto la ONPE como el JNE se pueden respaldar en el artículo 99 de la Constitución en el cual se establece quiénes pueden ser acusados por el Congreso y en esta lista no figuran los responsables de los órganos electorales.

«Tendrían que hacer una reforma constitucional que los incluya», explica Albán sobre el único camino que tendría el Legislativo para poder sacar del cargo a los titulares de ONPE y JNE. Sin embargo, resalta que, incluso si lo intentan, el Tribunal Constitucional podría intervenir y esta medida quedaría sin efecto.

“Cualquier persona que tuviese la intención de torcer el proceso electoral no podría porque el poder está dividido”, señala Albán y agrega que el pleno del JNE, conformado por cinco integrantes, es designado por el Poder Judicial, Fiscalía, Colegio de Abogados de Lima y decanos de las facultades de derecho de las universidades públicas y privadas.

Sobre la situación de la Oficina Nacional de Procesos Electorales, el abogado explica lo siguiente: “En la ONPE es distinto porque es un organismo más técnico que no necesita la labor de jueces que analicen derecho. Está compuesto por gente con conocimientos técnicos y son seleccionados por la Junta Nacional de Justicia a través de un concurso público”.

Sin embargo, no siempre se conformó de esta manera y hubo un tiempo en que podría haber despertado sospechas con verdadero sustento. Javier Albán relata que, hacia finales del siglo XIX, existía la Junta Nacional Electoral y en esa época sí incluía representantes del Ejecutivo y Legislativo. “Imagínate las dudas que habría si tuviera representantes del poder político como el Congreso”, agrega.

El Jurado Nacional de Elecciones no ha tardado en expresarse ante las declaraciones y exigencias realizadas por algunos parlamentarios durante los últimos días y ha señalado como inconstitucional la posibilidad de una ley que les permita intervenir en el sistema electoral tal como pretenden plantear desde el Congreso.

Los caminos del Congreso para ejecutar lo que parece ser una venganza sin sustento parecen totalmente bloqueados y la insistencia en estas propuestas y relatos de fraude terminan siendo más un estímulo para la convulsión social que una chance del Legislativo para recuperar credibilidad en la población.

Es ese proceso virtuoso el que el fallo del Tribunal Constitucional y sus aliados políticos quieren tirarse abajo. Algo aún se puede hacer para revertir jurídicamente un proceso que, al parecer, ha sido mal llevado (hay ya una demanda de la Defensoría del Pueblo en ese sentido), pero se siente la ausencia de la voz palaciega que tome las banderas de la reforma y retome la iniciativa en un proceso que merece el mayor respaldo político e institucional.

El gobierno de Dina Boluarte tiene que hacer suya la reforma universitaria y disponer lo que esté a su alcance para corregir el entuerto armado por un tinglado de camarillas de abogados asociadas delictuosamente a las mafias de las universidades bamba, que mantienen en su poder recursos suficientes para torcer voluntades y corromperlas.

Mientras tanto, el Consejo Directivo de la Sunedu, debido a la Ley que será promulgada por el Congreso gracias al Tribunal Constitucional que eligió, ahora estará integrada por un conjunto de rectores, decanos de colegios profesionales y representantes de instituciones públicas vinculadas a la educación y la investigación, escogidos entre ellos, en lugar de continuar con el haber estado conformado por integrantes que ganaron concurso público, (salvo el representante del Concytec y su superintendente). Este cambio, también lo sabemos, permitirá bajar la exigencia a las centros de educación superior. Pero no es el más grave. El cambio más profundo es que al desligar la Superintendencia Nacional de Educación Superior Universitaria del Ministerio de Educación, ha quedado en suspenso la seguridad de su financiamiento económico, quitándole el soporte de una entidad superior.

El próximo año nos dirá de qué colegios saldrán y a que universidades llegarán nuestras próximas generaciones. Que el debate electoral del 2023 no nos deje convertirnos en el país que se opone a la educación de sus niñas, niños y adolescentes, sino en el país capaz de revertir sus grandes errores.

28 de diciembre de 2022

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No podemos perder el país en manos del aventurerismo radical y regresivo de la izquierda, desde la supuestamente moderada hasta la radical violentista. La centroderecha tiene una batalla que dar e imponer su narrativa para evitar conducirnos al abismo del caos y la pobreza, como ha sucedido en otros países de la región.

Lo que está sucediendo con la minería es solo un globo de ensayo de un proyecto político e ideológico comprobadamente maligno y pernicioso para el país, y que compromete también a todos los gobiernos últimos, que han mirado de soslayo el problema, dejando desplegarse el anfo ideológico de la izquierda en materia económica. Es hora de actuar y desactivarlo.

Se va a necesitar bastante desprendimiento de parte de los partidos y lideres políticos, pues la única forma de generar propuestas de alcance nacional que logren ser de interés en más de una región será generar alianzas y consensos entre partidos y personas de diferentes regiones, que logren representar la mayor cantidad de demandas posibles. Si algo de aprendizaje nos deja el corto y nefasto gobierno de Castillo, es que la representación importa.

En las últimas protestas, han nacido hasta voces separatistas, planteando la creación de una “República peruana del sur”, que aglomere a regiones de centro y sur, que como mencionamos en este artículo, ven el mundo distinto a Lima y quieren algo distinto, y consideran que la posibilidad se llegar a un consenso ya no existe. Esto es exactamente el extremo al cual nunca debemos llegar: aún tenemos la posibilidad de unirnos y buscar lugares comunes como país, aunque hoy nos sintamos más divididos que nunca. El primer paso es escucharnos.

Si estos cambios los logra la actual gestión de Williams y la que lo suceda el 28 de julio, habrá logrado mejorar su propia mala percepción, sin lugar a dudas, pero lo importante es que habrá sentado las bases para que en el futuro, los Parlamentos se conviertan en elementos interactivos con la ciudadanía, mucho más eficaces (es interesante, por ejemplo, pensar en la idea de la conformación de circunscripciones amarradas a clústeres productivos, que el politólogo Carlos Meléndez ha propuesto).

La tarea de modernizar el Congreso y acercarlo a la gente es esencial y no pasa, claro está, por la tontería planteada en los últimos días por algunos parlamentarios de que se les permita manejar presupuesto o se les aumente el mismo. Es un trabajo de institucionalidad política que hay que construir soslayando paliativos absurdos que a nada bueno conducen.

Existen varios principios elementales en economía que los populistas parecen no entender; en primer lugar, no se puede vivir por encima de las posibilidades de manera indefinida; en segundo lugar, todo tiene un costo, pues al final siempre se paga cualquier decisión. En tercer lugar, los recursos usados para cualquier fin tienen un costo de oportunidad, pues se pueden usarse de una manera distinta y además no son infinitos. En cuarto lugar, debemos ver lo que se ve y lo que no se ve de una propuesta, pues nada es gratis. Alguien paga. Incentivar un sector significa que habrá menos recursos para apoyar a otros.

Prometer mayor gasto público de manera indefinida es populismo; sugerir una medida sin analizar los efectos económicos de corto, mediano y largo plazo es populismo. Quieren popularidad. Cuidado con las promesas que suenan bien, pero a la larga destruyen la economía y castigan al que decían que iban a beneficiar. Ya lo vivimos en la década de los ochenta. La historia no puede olvidarse.

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