Candidatos

“Mi padre era agricultor en Ica y tenía tierras. El gobierno de Velasco le quitó todo. Como comprenderás, para mí la opción comunista no existe”, dice Diana (56), una peruana que reside en Toronto, Canadá, hace más de 20 años. En este país, Fuerza Popular obtuvo más del 76% de los votos.

 

La mujer prefiere mantener en reserva su identidad. Cuenta que tras el inicio de la Reforma Agraria su familia terminó huyendo a Costa Rica, pero cuando los militares dejaron el poder, regresaron al Perú. Un año después, su padre murió repentinamente. Hecho que, para ella, “probablemente comenzó con la reforma”.

Muchos años después, cuando ya había formado su propia familia, Diana se instaló en Canadá. Actualmente trabaja en el sector minero. “Solo he votado por Keiko porque era la opción que tenía. Para mí no tiene ética y es demasiado corrupta. Me molesta votar por ella, pero me molesta más que el Perú sea comunista. Es la única razón por la que fui a votar”, comenta la mujer cuando le preguntamos por qué eligió al fujimorismo.

Una razón similar empujó a July Dávila (50) a votar por la hija de Alberto Fujimori. Ella vive en Denver, Estados Unidos, el país donde Fuerza Popular pasó la valla del 80% de los votos. “Emigramos por medio de una hermana que se casó con un americano. Yo soy peruana casada con un ciudadano americano. Obtuve mi residencia antes de conocer a mi esposo”, cuenta.

La mujer nunca había acudido a votar, a pesar de que sus padres eran un par de devotos apristas. En esta ocasión, frente al peligro “del candidato comunista”, dice, no dudó en manejar dos horas hasta su local de votación, vestida con una camiseta de la selección peruana de fútbol. Fuerza Popular, asegura, no tiene las mejores propuestas, “pero están del lado democrático”.

July Dávila
July Dávila yendo a votar el 6 de junio alegremente con su camiseta peruana.

Dávila es contadora, trabaja para una transnacional de venta de alimentos y tiene a toda su familia allá, a excepción de su hermano menor que sigue viviendo en Perú. Ahora que este está de visita en el país norteamericano –y que Castillo es virtual presidente– le ha pedido que se quede. “Le digo eso nada más por miedo. Yo sé que no nos van a hundir en un día, pero ¿donde has visto un país comunista racional?”, dice la mujer, que asegura haber conversado con cubanos y, en sus visitas a Perú, con venezolanos que le contaban “lo horrible que era vivir en comunismo”.

Pero en el país capitalista por excelencia, aunque en minoría, vive Tatiana Bejar (47), quien defendió los votos de Perú Libre en Nueva York. La socióloga sanmarquina se inscribió como personera del lápiz en un ambiente donde claramente no eran favoritos. El profesor apenas alcanzó el 18.9% de las preferencias en ese país.

“En mi mesa estuvieron muy parcializados con los fujimoristas. En el conteo, yo quise impugnar un voto que era un asterisco, pero no hubo acuerdo entre los miembros de mesa. Llamamos al representante del consulado. Su labor fue convencer a la presidenta de mesa que acepte el voto, a pesar que yo decía que era inválido, porque las instrucciones eran claras: aspa o cruz”, afirma.

Tatiana Bejar
Tatiana Bejar muestra orgullosa la credencial de personera que le permitió defender los votos de Perú Libre en Nueva York.

Bejar dice que tuvo “el privilegio de salir del país” gracias a dos de sus hermanos que ya vivían en Estados Unidos. En el Perú, no se sentía cómoda. “Quería vivir en una ciudad más abierta, cosmopolita. Me casé y me quedé aquí”, cuenta.

Hoy impulsa iniciativas de derechos humanos y organización ciudadana. Trabaja con inmigrantes que tienen subempleos, como las trabajadoras del hogar. “A nosotros nos interesa crear espacios para que ellos puedan eventualmente entrar en política y representar su sector”, apunta. Para ella la candidatura de Pedro Castillo representaba esa posibilidad.

La indignación también motivó su inscripción como personera del lápiz. “Veía en las redes memes racistas, anticomunistas y fascistas, ¿qué le pasa al Perú? Acá eso se veía [con Trump], pero fuera de las ciudades grandes. Verlo en Lima me parecía alucinante”, comenta. Una campaña de terror que, según ella, el fujimorismo impulsó con amenazas de deportación en el vecino estado de Nueva Jersey.

 

El voto europeo

El peruano Julio Alcántara (49) vive en la ciudad de Zurich, Suiza, hace 11 años. No tenía muchas razones para quedarse en el Perú. “Me casé con un suizo. Acá existe el matrimonio igualitario. Tú sabes que la situación de una persona LGTBIQ+ en el Perú no es como la de una persona heterosexual. Más que un futuro, uno debe buscar su tranquilidad”, cuenta este fotógrafo profesional, que vive con su pareja y su perro en el campo, rodeados de la naturaleza del lugar.

A pesar de que la agenda por los derechos LGTB no existía para Perú Libre, Alcántara votó en segunda vuelta por Pedro Castillo. “Siempre he votado más o menos así [por candidatos de izquierda]. En la elección anterior voté por Humala; ahora [en primera vuelta], por Verónika Mendoza”, explica.

Como su candidata quedó fuera de competencia, su decisión fue casi automática cuando se enteró por Twitter que Castillo, un desconocido para él, había pasado a la segunda vuelta junto a Keiko Fujimori. “Era fácil. No podía votar por Fujimori, porque es una persona que tiene muchos cuestionamientos. Uno no puede confiarle su casa a alguien que sabes que ha robado, aún si es algo pequeño”, asegura. Incluso su esposo, Conrad, le decía que no le parecía justo que la hija de un dictador y con acusaciones a cuestas esté postulando a la presidencia.

Alcántara es parte del 31.8% de los peruanos en Suiza que votaron por el lápiz. En este país europeo, Fuerza Popular arrasó con el 68.2% de los votos. El fotógrafo cree que la decisión de sus compatriotas no fue necesariamente por las propuestas fujimoristas. “Tengo amigas que iban a votar por Fujimori porque decían que Castillo no sabía hablar. Y yo les decía que me parecía un poco absurdo”, comenta.

Cifras del voto extranjero
La participación de los peruanos en el extranjero en esta segunda vuelta en cifras.

La aparición de Pedro Castillo fue una sorpresa para todos los peruanos en el extranjero con los que Sudaca pudo conversar. Nina Arias (55), por ejemplo, que reside en Roma, dice que “ni siquiera había notado [a Castillo] cuando vio la cédula en primera vuelta”. Fue después, gracias a su padre y los chats familiares de WhatsApp, que conoció mejor al profesor. Para el 6 de junio ya no tenía dudas de su voto.

“Eso te viene automático. Yo prefiero escoger a una persona que no conozco antes que a una delincuente. Fue Pedro Castillo, pero en realidad pudo ser cualquier otro. Aunque si hubiera sido el pescadito [Frepap], ahí sí hubiese votado en blanco», bromea esta enfermera peruana.

Arias vive en la capital italiana desde 1993, un año después del autogolpe del gobierno fujimorista. No escapaba de ninguna crisis ni del régimen recién instaurado. Llegó, dice, para “trabajar sin hacer proyectos para el futuro”, cuando tenía 27. Fue cuando conoció a su actual esposo, un italiano de nombre Marco, que todo cambió. Casarse la motivó a estudiar enfermería y firmar una familia.

Arias y Alcántara le ponen rostro al sorpresivo a ese 43% de los electores que votó por Pedro Castillo en el continente europeo, aunque Keiko Fujimori se impuso con casi 57%.

Madrid, por ejemplo, fue un bastión importante para el fujimorismo, donde obtuvo más del 60% de votos. La abogada Alicia (52), que pide la reserva de su identidad, vive allá hace 22 años. Cuenta que terminó quedándose en esta ciudad luego de haber ido a visitar a unos amigos. Al poco tiempo vino la maestría y el matrimonio con un compatriota ancashino. “Mi caso fue algo excepcional, no tenía necesidad material de venir a España”, comenta.

Alicia votó en blanco en primera vuelta porque “no veía a nadie que en realidad estuviera a la altura de las circunstancias”. Pero el pasado 6 de junio eso cambió. Aunque no admite haber votado por Fujimori, dice que se vio en la “obligación de acudir a votar para conservar la democracia”.

 

Latinos, y el curioso caso chileno

A pesar de que en el 2011 la comunidad peruana en Chile votó mayoritariamente por Keiko Fujimori (74%) frente a Ollanta Humala (25%), en esta ocasión la extrema izquierda logró un sorprendente 43%.

La socióloga peruano-chilena Tamara Jerí (43), quien radica hace 37 años en Santiago, cree que el lápiz sacó más votos de los esperados porque los peruanos en Chile “han visto que los cambios más radicales no siempre están asociados a una pérdida total de la institucionalidad”.

A Jerí le tocó nacer en el Perú porque su familia, chilena, era de izquierda y tuvo que huir de la dictadura de Pinochet. Cuando cursaba la primaria, ya con el dictador derrocado, volvió a Chile. Pero hace tres años que tramitó su DNI durante una visita a nuestro país.

Esta segunda vuelta fue la primera vez que la socióloga acudió a las urnas. “Me pareció que, más allá de la viabilidad de su proyecto, Pedro Castillo sí propone algo que desean los peruanos. Voté por el proyecto de equidad, de mayor distribución de la riqueza y mayor participación, no por él ni el partido”, se justifica Jerí.

La socióloga confía en que Castillo podrá impulsar cambios significativos, aunque no cree que pase más de dos años en el poder. “No creo que vaya a durar en el gobierno. Le va a pasar como a todos los proyectos de izquierda peruana. El fujimorismo va a mover los hilos para boicotear la posibilidad de continuidad. No me extrañaría que sea vacado”, afirma.

Ese es el mismo temor de Reyna Torres (43), una peruana que vive en Buenos Aires, Argentina. «Lo que me a mí me da miedo es que algún día lo saquen a patadas. Soy consciente de que no está preparado», dice.

En el país gaucho se repitieron las cifras del 2011 y Keiko Fujimori se impuso con el 57% de las preferencias. Pero Torres, junto a su hija Rossmery, apostaron por su paisano, el profesor Pedro Castillo. Ella también es de Cajamarca.

Reyna Torres
Reyna Torres junto a su hija Rossmery en Buenos Aires.

La peruana migró hace cuatro años en busca de oportunidades. Hoy se dedica a limpiar oficinas y cuidar adultos mayores por horas, mientras su hija se forma en la Universidad de Buenos Aires (UBA). «Es casi lo mismo que hacía en Perú, pero la diferencia es que mi hija no hará lo mismo. Mi sueño es que sea una buena médica», afirma.

Torres nunca tuvo como opción al fujimorismo, por la actuación obstruccionista de su lideresa en estos últimos años. Tenía claro su voto por Perú Libre desde la primera vuelta, pero confiesa que no tenía mucha esperanza de que Castillo alcance la instancia final. Cuando vio que el profesor competiría con Fujimori por la presidencia no lo podía creer. El pasado 6 de junio ratificó su apoyo.

«Es una persona como yo, que viene de abajo. Mi familia es del campo, rondera. Mi hermano es el presidente provincial de las rondas campesinas de Cutervo ahora», cuenta. Y aunque cutervinos y chotanos no son conocidos por el cariño que se profesan, esas tonterías desaparecen cuando uno está fuera.

**Fotoportada e infografía por Leyla López

 

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Candidatos, Elecciones 2021

Como dice el refrán, “vox populi, vox Dei”: la voz del pueblo es la voz de Dios.

 

En estas semanas turbulentas hemos visto aflorar los más variados detritos contra diversos candidatos. No es algo raro. Son tiempos tensos, agravados por la peor crisis que atraviesa el país desde la guerra con Chile y los años de la violencia terrorista (tanto la de los grupos subversivos como la del estado). Nos estamos jugando, pues, en estas elecciones cinco años más de esa continuidad neoliberal que se ha impuesto desde hace décadas o la posibilidad de un cambio que atienda las necesidades urgentes de la mayoría, no solo en términos de la pandemia y sus más de 150 mil muertos debido a la precariedad de los servicios de salud abandonados por el estado, sino también de otros servicios como la educación, la alimentación, el agua, el desagüe, la electricidad, la conservación del medio ambiente. Es decir, todas aquellas necesidades básicas cuya atención llevaría a nuestro país asalir de su condición subdesarrollada.

 

La postergación de la mayoría no pudo ser paliada por el relativo crecimiento económico que disminuyó la pobreza durante el segundo gobierno de Alan García (2006-2011). Nuestra dependencia de los precios de las materias primas en el mercado internacional nos tiene sujetos a esas fluctuaciones que de la noche a la mañana vuelven a empujar a cientos de miles de peruanos a la pobreza de la que apenas empezaron a salir. En otras palabras, el mentado “chorreo” neoliberal no funciona si el país sigue siendo profundamente dependiente de los intereses extranjeros y del robo y la corrupción generalizados dentro del mismo estado.

 

Traigo estas reflexiones porque me preocupa que haya sectores que han expresado su rechazo visceral a algunas candidaturas, tildándolas de irracionales, terrucas, resentidas y otras joyas. Es decir, amenazando con desconocer los resultados de las elecciones si estos no favorecen a sus candidatos, especialmente los que representan la continuidad neoliberal.

 

Hago, pues, un llamado profundo a todos mis compatriotas a respetar los resultados de las elecciones. Ganen quienes ganen en esta primera vuelta, serán resultado de la opinión y el apoyo libres que la mayoría expresa. En esto consiste la democracia representativa. Pero también hay que considerar que ese voto mayoritario tiene la aspiración de que la democracia formal se transforme en una verdadera democracia participativa, en que los programas sociales y la organización desde el pueblo ayuden a alcanzar una vida digna para todos los peruanos.

 

¿De dónde saldría la plata para financiar los programas sociales? ¿No caeríamos en el viejo estatismo de probada falencia? Uno de los candidatos ya ha expresado claramente su estrategia para mantener mayores capitales dentro del país y financiar así el bienestar de la ciudadanía en su conjunto, no solo la de los más ricos. Que su plan sea viable o no a simple vista es otra cosa. Ese candidato (el profesor Pedro Castillo, a quien ya he expresado mi apoyo anteriormente) tendrá que demostrar su sentido de la realidad y su capacidad de concertación si resulta ser, como parece, uno de los finalistas en las jornadas de hoy. Tendrá que demostrar también que su arraigo en provincias y en los conos urbanos se exprese de manera constructiva, reivindicando la historia del campesinado y los demás sectores trabajadores sin llegar a un revanchismo antilimeño.

 

Sé que escribo esto en un medio periodístico bastante allegado al modelo neoliberal y al consuetudinario centralismoperuano. Por eso agradezco la amplitud de Sudaca.pe para reflejar opiniones desde distintas trayectorias étnicas y políticas. Lo más importante de todo es que respetemos, tirios y troyanos, los resultados del voto popular, que es la voz de Dios.

 

Es nuestra única esperanza de construir un país moderno y cada vez más justo.

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11 de abril, Candidatos, Elecciones 2021

Lo mejor que ha hecho el malhadado Congreso que tenemos es haber inhabilitado por diez años, en sus derechos políticos, al expresidente Martín Vizcarra, quien había logrado ingresar al Parlamento entrante mediante su candidatura en Somos Perú.

Ya no hablamos solo -que sería suficiente- de una gestión mediocre en grado sumo (la tragedia de la falta de vacunas se debe exclusivamente a él y a su negligente si no acaso corrupto intento de teledirigir todo a favor de la empresa china), o de un personaje taimado a niveles patológicos.

Se trata de un exgobernante que aprovechó inmoralmente su cargo para gestionarse para sí mismo y sus allegados el beneficio de la vacuna, saltándose a la garrocha todos los protocolos y tirando al tacho de basura la angustia de decenas de miles de compatriotas que han visto a familiares y cercanos fallecer justamente porque no hay vacunas en el país, en gran parte por su culpa.

Por supuesto, Vizcarra tratará de recurrir a estratagemas legales que lo presenten como una víctima de persecución política, pero confiamos en que ningún tribunal nacional o internacional dará crédito a semejante disparate. Sancionado justamente está. Es más, la sanción debería ser perpetua, si cupiese.

No podemos dejar de mencionar, además, que también hablamos de un sujeto que ha intentado ingresar al Congreso no para contribuir a la patria con sus proyectos de ley, sino simplemente para escabullirse de las serísimas denuncias por corrupción que se han conocido en los últimos meses y que lo vinculan a pago de sobornos de empresas constructoras a cambio de obras en su región natal, Moquegua, cuando ejerció el cargo de gobernador.

Que nos sirva, además, de ejemplo, de cómo mantener el ojo avizor respecto de líderes populistas, que suelen crear el proscenio bien/mal, para lucrar políticamente y detrás de ello esconden trasiegos y trastadas que luego, ya tarde, descubrimos.

La política peruana necesita hacer una mejora radical. Ojalá el Congreso entrante no sea la reedición de los últimos que hemos tenido y su fragmentación lo obligue a hacer pactos políticos que construyan algo de sensatez y estabilidad. Lo mejor de todo es que en ese escenario no existirá la mancha de un Vizcarra arrellanado en una curul.

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Candidatos, Congreso, Elecciones 2021, Juan Carlos Tafur

Mientras pasan las horas vamos conociendo las verdaderas posiciones de George Forsyth, Yonhy Lescano, Verónika Mendoza y Julio Guzmán. Los resultados de la primera vuelta los ponen en su sitio. Allí donde siempre estuvieron, pero las encuestadoras jamás nos lo dijeron.

 

El caso de Forsyth es para nunca olvidar. Era el puntero durante meses según Ipsos, Datum y según él mismo que hasta actuó como tal al punto de llegar a no querer debatir con nadie ni dar entrevistas. Recuerdo claramente febrero, como si fuera ayer, algunos colegas me decían que «el favorito está inubicable e insoportable». Hoy entendemos que favorito no era más que de la prensa. Me pregunto cómo estará en estos momentos George Forsyth, si seguirá con esos aires de divo ahora que el pueblo lo ha bajado a su realidad: sin banda presidencial ni curules, ya que falta poco para que se confirme que ni siquiera pasará la valla. En fin, así es la mismocracia. Solo él lo entiende.

 

Y sin curules también pueden quedarse los morados, los otros grandes perdedores. Y con sinceridad me alegraría que así fuera porque eso es lo que merecen: nada. Creyeron que capitalizarían las muertes de dos jovencitos desconocidos en noviembre del año pasado, creyeron que con inventarse desaparecidos se encumbrarían en estas elecciones, creyeron que cuidándole el puesto a su referente Martín Vizcarra podrían sacar mucho voto. Julio Guzmán es la anécdota graciosa de estas elecciones y su partido (si se le puede llamar así a eso) es pura ceniza.

 

De Verónika Mendoza qué se puede decir. La izquierda de Vero con las justas ha conseguido escaños en el Parlamento. Es que ella ha desvirtuado el concepto de la izquierda y Pedro Castillo se ha aprovechado de eso. Verónika Mendoza Frisch más se ha preocupado por llevar los reclamos caricaturizados del feminismo y de la agenda elegetebé a la política y se ha olvidado de las culturas de la serranía. No aprendió. Creo que debería fundar no un partido sino una ONG, para esto no necesita recolectar firmas ni alquilar vientres. Pienso que le iría bien porque como procuradora de fondos algo debió haber aprendido con Nadine. Además, haber tenido acceso a sus agendas —escribiendo en ellas— es haber tenido acceso a sus contactos.

Y como los últimos son los primeros, reservé este espacio para el que según las encuestas iba primero y pasaba a la segunda vuelta fijo. Ja, ja, ja… (es una risa macabra). Yonhy Lescano, ¡ay, Yonhy!, cuántos años en política y te dejaste engatusar por unos numeritos con grandes márgenes de error. Le hiciste la campaña a la derecha que siempre estuvo adelante. Nada más que decir sobre ti.

 

Ahora, en la segunda vuelta va a suceder algo ya sabemos. A estos cuatro, la prensa los va a buscar para que digan a quién dirigen sus votos, si a Keiko o a Pedro. Habrá que preguntarse, entonces, ¿cuáles votos?, ¿a quiénes representan Forsyth, Guzmán, Mendoza y Lescano?

 

14 DE ABRIL DEL 2021

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Candidatos, Elecciones 2021, Kevin Carbonell

Nuestro país vive su hora más difícil. Este domingo 11, en medio de la muerte, la miseria y la desesperanza, los peruanos tendremos la difícil misión de elegir a quienes pasarán a la segunda vuelta electoral, para que de ahí salga la persona que nos gobernará –esperamos- los próximos cinco años. Esta elección es especialmente importante porque en ella nos jugamos nuestro destino como nación. Se presenta, tal vez, la última oportunidad que tenemos para consolidarnos en una auténtica república o seguir siendo la caricatura que hemos venido siendo durante los últimos doscientos años.

 

El panorama se presenta desolador. Las últimas encuestas que conocimos nos dejan atónitos ante una situación en la que los grupos de poder, esa oligarquía que nunca quiso ser una élite dirigente, se niega a dejar de lado sus privilegios y sus negocios. Hace doscientos años se opusieron a la independencia y ahora tampoco quieren que una opción popular y de izquierda llegue al poder y gobierne con el pueblo y para el pueblo. Su miopía ante las urgencias de los que mueren asfixiados por la incompetencia de un gobierno fantoche y un sector privado angurriento, los ha hecho encaramarse en una derecha que ha tomado la forma de un monstruo tricéfalo que encarna la corrupción, el fanatismo y la farándula.

 

La primera cabeza de este monstruo es la derecha corrupta. Parece asombroso que a veinte años de la debacle del fujimorato corrupto y asesino aún haya quienes piensen que éste represente algún tipo de opción política. Después de los Vladivideos, del dinero robado, las esterilizaciones forzadas, las desapariciones y asesinatos cometidos; luego de que hemos visto como condujeron el Congreso de la mototaxi, del encubrimiento a los hermanitos, etc., nos debería quedar claro –como nos lo mostró a nivel nacional el correcto fiscal José Domingo Pérez- que el fujimorismo es una organización criminal antes que una organización política. Votar o apoyar la candidatura fujimorista sería un suicidio moral y la constatación de nuestra inviabilidad como república.

 

La otra cabeza de este monstruo es la que representa la derecha farandulera. Aquella que no tiene ningún escrúpulo en trabajar para dictadores, vacunarse por lo bajo y acudir a un oscuro personaje, muchas veces ligado al abominable delito de la trata de personas, para ganar una elección que sólo significará saciar el ego del octogenario que la representa. Hernando de Soto no sólo ha mostrado su enorme soberbia sino también su profundo desprecio por el pueblo peruano. Él representa esa oligarquía acostumbrada a los privilegios, sus intereses particulares y que se siente por encima de la ley. El vacunarse a escondidas, mientras miles de aquellos a los que quiere representar mueren a diario, no sólo es un acto cobarde sino también deshonroso para quien tiene algo de honor. No conforme con eso, acudir a lo más chabacano y pútrido de la farándula para que su mensaje llegue al pueblo muestra su profundo desprecio por los sectores populares a los que quiere representar. Con él el Perú asegurará otros cinco años de crisis e inestabilidad, reeditaremos lo que fue el gobierno de PPK, del que ya sabemos cómo terminó.

 

La tercera cabeza del monstruo es la derecha fanática. Esta opción representada por un candidato que, mimetizado con el cerdo al que lleva como emblema, sólo es capaz de balbucear incoherencias cuando tiene que defender ante otros candidatos su programa. Un Rafael López Aliaga que quiere gobernar un país cuando ni siquiera tiene el patriotismo de pagar sus impuestos, que dice ser ultraconservador pero hace negocios con Soros, que aparece involucrado en los Panamá Papers, que dice luchar contra los monopolios y es dueño de uno, que con el cuento de luchar contra corrupción amenaza con expulsar a Odebrecht –algo que un presidente no puede hacer- cuando sabe que con eso sólo lograría traerse abajo todo el caso Lava Jato y de paso librar a su socio Luis Castañeda y a su abogado Humberto Abanto, ambos investigados por este caso. Esa es la derecha fanática y sin escrúpulos que hará de nuestro país un lugar donde reine la intolerancia, que sea una sucursal del franquismo. Esta derecha fanática, como decía en 1931 el inmenso José Ortega y Gasset, “es síntoma de una concepción democrática perfectamente ridícula – patriarcal, bíblica, de ínsula Barataria”.

 

A eso se reduce la oferta que la oligarquía nos ha podido ofrecer para estas elecciones. Entre estos andrajos quiere que escojamos este domingo. Pero, el panorama de la izquierda no es menos alentador. La derecha y sus medios de comunicación han tenido que levantar la candidatura de Pedro Castillo a quien han utilizado como tonto útil para intentar bloquear la única opción viable de una izquierda democrática y liberadora. Castillo encarna las taras de la izquierda, el machismo, el clasismo, la intolerancia y la mirada puesta en el pasado. Con una ineludible y atávica vocación autodestructiva, pasa la factura de la desunión de una izquierda más ocupada en sus propias cuitas que en el país.

 

Lo mejor que le podría pasar este domingo al Perú es que pasen a la segunda vuelta dos opciones diferentes. Seguramente alguna de las cabezas de este monstruo, junto a la opción popular de una izquierda con reales posibilidades de triunfo electoral como la representada por Verónika Mendoza. Sólo en ese escenario podremos elegir de verdad. En ese sentido, todos aquellos que quieren un país con justicia social, cultural, epistémica y liberadora  deberán optar por un voto estratégico por su la candidatura de Mendoza como esperanza del cambio que el país necesita. Hace poco más de doscientos años Napoleón dijo a Goethe: “Hoy, el destino es la política”. Es decir, lo contrario del capricho o el simple gusto. Y, como enseña Ortega y Gasset: “Política no es hacer o pedir que se haga lo que a uno le gusta, sino lo que irremisiblemente hay que hacer, coincida o no con nuestras preferencias”.

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Candidatos, Elecciones 2021, Jaime Villanueva

Todos los días, de lunes a viernes, Alexandra Ames, David Rivera y Paolo Benza discuten los temas más importantes del día por Debate. En nuestro episodio número 106: Hoy 09/04/2021. Ya no queda nada: ni más encuestas públicas, ni mítines ni caravanas. Solo un panorama incierto y muchos indecisos a dos días de la votación. Analizamos a cada candidato.Congreso alucinante.

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Candidatos, Elecciones 2021

En múltiples ocasiones señalamos cómo los astros se alineaban para favorecer la aparición de candidatos disruptivos en esta contienda electoral. Ya había aparecido uno, de extrema derecha, ahora aparece otro, de extrema izquierda, rompiendo todos los pronósticos precedentes. Justamente por su naturaleza disruptiva, son impredecibles.

Vivimos una atmósfera lo más cercana posible a la de finales de 1990, con una crisis económica pavorosa, que ha llevado a millones de la clase media a la pobreza; un Estado colapsado, sobre todo en materia de salud pública; una crisis de corrupción generada por los escándalos sucesivos Odebrecht, Club de la Construcción, Cuellos Blancos, etc.; una tormenta política desatada desde el fatal desencuentro entre el Ejecutivo de Kuczynski y el Legislativo de Keiko Fujimori; una catástrofe producto de la pandemia que ha producido casi 200 mil muertes y ha generado la rabia natural de los deudos por la desatención recibida. La tormenta perfecta.

Si a ello le sumamos los problemas estructurales propios del Perú, con un Estado desastroso en asuntos de convivencia social mínima, como educación, salud, seguridad y justicia, se puede entender perfectamente el malestar ciudadano. El 11 de abril la gente va a ir a votar de malhumor y eso, obviamente, genera apego a fórmulas estridentes, disruptivas, disonantes del statu quo.

El centro, que era por donde tradicionalmente se llegaba al poder en el Perú ha sido devorado por las fuerzas centrífugas, tanto de derecha como de izquierda. Lo que no se percibía al inicio de la contienda es que estas fuerzas llegaran a los niveles extremos a los que han llegado.

Nada está dicho aún, por cierto. Los días que faltan para la elección van a ser decisivos, pero sea cual sea el resultado, hay un fenómeno de disidencia política que es menester entender y acotar, porque si no se va a repetir en todos los procesos electorales venideros, sembrando zozobra e incertidumbre.

Ojalá el país más equilibrado reaccione y evite que cualquiera de los dos extremismos pase a la segunda vuelta. Superada la pandemia, a partir del 2022 seguramente, se necesitará mano firme y, sobre todo, sensata para conducir el país, no arrebatos beligerantes ni ánimos confrontacionales de alta peligrosidad para la democracia peruana.

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Candidatos, Elecciones 2021, Juan Carlos Tafur

Verónika Mendoza, candidata de Juntos por el Perú, está atrapada en una disyuntiva sin salida clara. Entre vaivenes ha terminado finalmente por moderar sus propuestas. En general, me parece una necedad acusarla de chavista o cosa parecida, aunque sí queda claro que el suyo no es un programa económico que se sostenga en el impulso a la inversión privada, cosa que este columnista considera crucial más aún en estos momentos de recesión pandémica.

Con ello, quizás ha pretendido conquistar a parte del electorado morado, desencantado de la mala performance electoral de su líder, Julio Guzmán, o también a algunos lescanistas. Pero Mendoza a la vez tiene quien le respira en la nuca desde su propia izquierda, como es el candidato de Perú Libre, Pedro Castillo, quien, según algunas encuestadoras, está, inclusive, en el pelotón de los que podrían pasar a la segunda vuelta.

Castillo tiene un discurso mucho más radical que Mendoza. Abiertamente propone la estatización de las actividades estratégicas (gas, petróleo, minería, energía, etc.) y el otorgamiento al Estado de un rol preponderante en el manejo no solo de la economía sino de la vida social en su conjunto.

Castillo empezó creciendo en el sur andino, pero hoy su influencia se extiende a todo el territorio nacional y podía seguir creciendo porque en Lima aún no hace campaña (la ha guardado para el final de su estrategia). El candidato de Perú Libre representa el voto duro de izquierda radical, sin concesiones al statu quo, y sus voceros acusan más bien a Mendoza de haber cedido a las presiones de los grupos de poder.

Este electorado, crucial para sumar los votos necesarios para asegurar el pase a la segunda vuelta, los ha perdido Mendoza con su moderación. Bienvenida una izquierda más centrada al país, pero al mismo tiempo ello se asoma como un error electoral, ya que hay un sector ciudadano de izquierda que reclamaba mayor radicalidad (o por lo menos un sector importante que Mendoza ha soslayado).

En términos estratégicos lo que pase entre Mendoza y Castillo va a mostrarnos un juego estratégico electoral muy interesante de seguir. El 11 de abril confirmaremos si Mendoza se equivocó o acertó con su estrategia vigente.

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