Cine

Quizás lo más estúpido es que el personaje de Brad Pitt se haya comido un libro de autoayuda y bote todos sus mensajes Zen a diesta y siniestra. Que su búsqueda sea más bien la de mantenerse cool y chill en lugar de salvarse. Y esto juega con el verdadero argumento de la película sobre el destino y el karma. Sí, filosofía barata chorreando directo de la pantalla, para las generaciones futuras, como en TikTok. 

Luego están toda una colección de trajes, peinados y tatuajes sobre los cuales se trata de explicar la historia de más de diez personajes superficiales y monotemáticos. Uno más aburrido e intrascendente que el otro. Se sirve de flashbacks para generar coincidencias entre personajes en un tiempo pasado desconocido. Se va guardando sus plot twists sin originalidad uno tras otro. Tren Bala es, al final, una colección de chistes, algunos simpáticos, la mayoría sosos. 

Aún más raro es ver cómo mientras todos estos diez asesinos se disparan y pegan en el tren, los demás pasajeros no parecen darse cuenta. Tampoco el público se da tan por enterado de la violencia de la acción de esa película de género, porque las coreografías de los golpes están cortadas rápidamente en la isla de edición. Y hay demasiados efectos especiales mal colocados como para sostener la atención en lo único artístico de la película: sus artes marciales.

Y aún donde hay nada, por algún motivo inexplicable, la película logra entretener. Una vez más, como TikTok. Algo o poco, pero lo suficiente para sacarte tres o cuatro sonrisas y llevarte a un mundo extremo donde matar es normal y no hay consecuencias para nada. Como un videojuego. Al final, de eso se trata. Bulla, frases hechas, sangre y tren bala. ¿Por qué sería necesario más? Si es que esto al final vende, con unas cuántas caras conocidas de paso. Pero lamento que a nadie se le haya ocurrido una buena idea pagarle algo más a Bad Bunny y poner un soundtrack de su último disco. Quizás en Columbia Pictures las ideas no dan para tanto. 

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Cine, Películas

Una de sus grandes fortalezas es el humor original. A pesar de ser una película británica típica, una tragicomedia ligera y al servicio de ese público de sofá con té y unas galletas, Leo Grande se descubre como un erótico viaje gracias a su lenguaje atrevido y a su sinceridad. Se siente como algo nunca antes visto, y aún así encuentra lugares de un auténtico relato capaz de conectar a cualquiera.

Emma Thompson, por encima de todo, es un monumento a la actuación. Su gesto atribulado y su mirada atenta en el objetivo son un mordisco de dulzura a las habilidades más sublimes de la actuación. Su valentía para estar al frente de una película necesaria en su narrativa y temática valen el peso de cualquier elogio. Es un homenaje a la vejez, y una veneración a la astucia de la experiencia profesional.

Porque Leo Grande existe no solo para entretener sino como un fiel relato del mundo del placer en los lugares donde parece haberse extinguido o donde resulta muy complicado de expandirse. Aún a una edad madura, en el borde de la vejez como etapa final de la vida, el sexo es trascendental para el descubrimiento propio y la estabilidad emocional. Y eso vale la pena revisarlo con una delicada comprensión y aprender de todo aquello.

Y aún con todo lo dicho, esta película es en realidad un viaje por cuatro conceptos cruciales para la existencia humana. Las expectativas y las satisfacciones; las decepciones y las vergüenzas. Es una demostración de la necesidad de atar los deseos y ser honestos con lo que deseamos, mientras que hacemos una gestión sólida de lo que nos va a afectar e intentamos despojarnos del tabú habitando nuestra mente. Es una confirmación que con dedicación, creatividad y perseverancia, cualquier barrera puede ser derrumbada. Solo hace falta sentir.

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Cine, Películas

También hay un buen baño de reflexiones morales. La violencia doméstica corregida, la religión como medio de censura, la inefiencia de las autoridades, el mundo libre de los adolescentes. Incluso la apariencia satánica del secuestrador esquematiza todo esto entre los límites de la censura ideológica pseudopolítica y generadora de radicalismos sociales, que hoy se explora mediáticamente en todo el mundo, más aún en Estados Unidos. Le dicen, en simple, locura.

Esta no es una película gore ni tampoco una representación clásica de una cinta de terror. No aparece un energúmeno cortando en pedazos a las personas, y en su intento de ser más bien un suspenso con algo más de sangre, no muestra de forma explícita casi nada. Es más una estructura espiritual, un viaje sensorial a través de lo que sucede a uno cuando está sometido a la situación de estrés mas fulgurante de entre las torturas de esta deshumanización actual. 

Finney bien podría morir o en su intento de superviviencia bien podría triunfar frente al enmascarado mitológico. Ya sea el plan de Dios o el desarrollo de sus habilidades y derrumbe de sus miedos para vencer al villano, el conflicto central de la película se mantiene de inicio a fin. Y eso, en el cine de hoy, significa mucho. No importa si todo este show parece una recolección de sueños o un policial contra un asesino serial, porque en el fondo es solo la lucha interna para superar los miedos de un adolescente como cualquier otro, y eso lo hemos sentido todos.

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Cine, crítica de cine, Películas

De hecho, la serie apuesta a que Moses, también conocida como la Inquisidora, o la Tercera Hermana, sea el núcleo de la atención de la audiencia. Se trata de una fanática del Imperio, obsesionada con capturar a Kenobi para llamar la atención de Vader y lograr un ascenso en su carrera imperial. Por cuatro capítulos, su ambición es su único hilo conductor, no se sabe de dónde ha salido esta histérica.

Un villano solo malo porque tiene ambición parece demasiado elemental para una saga tan grande como Star Wars. Más aún si la razón de todo este lío recae en ella. Leia y Ben estaban encaminados a vivir en paz hasta que empiece la de 1977 y es el hambre de Moses lo que origina todo. Hacia el final de la saga hay un giro demasiado tardío y poco explicado, confuso y no relevante de mencionar.

Tampoco es claro por qué secuestran a Leia si el objetivo es Kenobi. Si Moses sabe que Leia es importante para Kenobi, también debería saber que Leia es la hija de Anakin (algo que nadie sabe) y por lo tanto Vader lo sabría. La saga cambiaría por completo. Luego, si recuperar a Leia es tan valioso, por qué Obi-Wan no se entrega rápido, y se enfrenta a Vader y a Moses cara a cara con todo su poder Jedi.

La saga original pierde mística al saberse ahora del encuentro entre Obi-Wan y una niña Leia años antes de ser su única esperanza. Yo hubiera apostado por dos diferentes líneas narrativas. La primera es la infancia y adolescencia de Obi-Wan, luego empieza a ser entrenado por Qui-Gon Jinn. Ahí se podría haber explorado los tatuados valores de hermandad y serenidad de Kenobi.

 

La segunda es la infancia de Luke acompañado por Ben Kenobi de lejos, metiéndose en otro tipo de problemas sin entrometerse con Vader pero sí con el Imperio en Tatooine. Porque traer la sinopsis de Star Wars 1977 a una serie de seis capítulos con el formato de The Mandalorian parece un esfuerzo hecho solo para atraer más gente a la plataforma de streaming a cambio de migajas. 

Al final del día Disney estrella un Ferrari. La historia original creada alrededor de Obi-Wan Kenobi, con la participación de Darth Vader, Leia e incluso Luke, se merecía un resultado diferente. Hay una forma de hacer series exitosas, y luego encuentras en las antípodas de ello este pequeño e insufrible pedazo de nada. Cuánto se extraña a George Lucas.



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Cine, Disney, sociedad

EL ORGULLO POR LOS SUELOS

Del lado progresista del espectro político le cayeron duras críticas a la empresa y su matriz. Se le acusó de ‘doble moral’, pues Intercorp no solo enarbola los colores LGTBIQ+ en el mes del orgullo; el año pasado se proclamó orgulloso “de estar entre los mejores espacios laborales para el talento LGBTIQ+”. Así lo puso en una nota de prensa.

La controversia en torno al cariñoso beso de pico de Lightyear ha puesto en entredicho esta orgullosa afirmación. “Intercorp está aprovechándose de las buenas prácticas de algunas de sus empresas y quiere generalizarlas, para dar la imagen de que todo el grupo tiene políticas de inclusión. Pero no necesariamente es así”, opina Alex Hernández, psicóloga y presidenta del colectivo Más Igualdad. Y, en efecto, al leer detenidamente la nota de prensa, se puede ver que en verdad Intercorp hace referencia a un reconocimiento que obtuvieron solo ocho de sus empresas, como Interbank, UTP o Real Plaza. Cineplanet no se encontraba dentro de la lista, y esta controversia da algunas pistas del porqué.

Nota de prensa de Intercorp de 2021, en la cual manifiestan sentirse “orgullosos de estar entre los mejores espacios laborales para el talento LGBTIQ+"
Nota de prensa de Intercorp de 2021, en la cual manifiestan sentirse “orgullosos de estar entre los mejores espacios laborales para el talento LGBTIQ+»

“Si es que hubiera habido una indicación mayor del grupo [Intercorp], en la cual digan que todas las empresas deben adoptar esa línea, a ningún directivo de Cineplanet se le hubiera ocurrido jamás hacer algo así. El término ‘ideología de género’ es un término politizado, que estigmatiza”, agrega Hernández. 

Las cabezas de Cineplanet recién actuaron horas después, cuando retiraron estos avisos y lanzaron su comunicado, en el que lamentan lo ocurrido. Aseguran haber actuado “apenas lo identificamos”, una línea que sugiere que esta fue una acción aislada, no autorizada por los altos mandos.

En redes sociales, las críticas apuntaron al director comercial de Cineplanet, Juan José Duffoo. Según capturas de pantalla obtenidas por el periodista Jonathan Castro, este directivo compartía publicaciones relacionadas a la teoría del fraude electoral de 2021 y burlas al lenguaje inclusivo. En sus publicaciones usaba términos como “cojudignos” para referirse a los que votaron distinto a él. Ante la avalancha mediática, Duffoo cerró sus redes sociales. 

Juan José Duffoo
Una de las publicaciones de Juan José Duffoo, donde se burla del lenguaje inclusivo.

“Es necesario que revisen las actitudes que tienen las personas clave en sus empresas. Es importante que en este tipo de grupos empresariales, las políticas sean transversales y no solamente prácticas que se manejan en algunas de sus marcas”, considera Alex Hernández. Días después del episodio se sigue hablando de Lightyear y su ‘polémico’ beso. Con el paso de las semanas, veremos si este incidente del viernes pasado implica un cambio mayor en Cineplanet o si queda como una anécdota más para las cabezas de la empresa.

 

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Cine, Intercorp, LGBT

Dominion, esta nueva y ojalá última entrega, tiene que introducir una serie de líneas narrativas adicionales para explicar la crisis de su premisa. Ya no solo es un problema de dinosaurios creados en laboratorios. Ahora también es un tema de usarlos para curar enfermedades humanas, clonar humanos, crisis alimentarias, dinosaurios entrenados para matar (¡con lo fácil que es!) y caos político global. 

Y entonces, este es un café cargado improbable. Inverosimil. Y por si no fuera poco ya con los tres personajes antes nombrados y una niña inquieta, los creadores han decidido traer de vuelta al casting noventero para salvar el caos. El narrativo, quiero decir. Pero los personajes de Jeff Goldblum, Laura Dern y Sam O’Neill (¡vaya leyendas!) se han convertido en seres más unidimensionales que nunca. Resulta tonto pensar que aquellos que huían a duras penas de una isla plagada de dinousarios, hoy sean más bien los encargados de salvar al mundo. Simplemente, no fueron escritos para eso. 

Y el guion está pegoteado como sea. No es una narrativa, es una serie de secuencias independientes pegadas con baba entre ellas donde todo corre a la misma velocidad: las personas, los carros, los raptors, los aviones y lo que usted se imagine. No hay casi diálogos y más bien hay demasiada pantalla verde que es dificil imaginarse cómo los actores supieron, grabando las escenas, de qué se trataba todo este espectáculo. 

Pero lo más absurdo es que, después de seis películas con más de diez horas en pantalla grande, estos guionistas resuelven toda la historia a partir de un personaje que solo vemos en esta última película, a través de unos video-cassettes del pasado, y la cuál no nos importa en lo absoluto. Parece que Jurassic Park no era realmente sobre dinosaurios, sino sobre científicos queriendo lidiar con la genética, y el desbalance que originaron.

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Cine, Jurassic Park, Jurassic World
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