Cine

En esencia, es una película que ha sido artesanalmente hilvanada y no producida. La calidad del detalle estético es estremecedora. Pero la violencia está acompañada de momentos de dulzura, y en algunos tramos hacen recordar a historias de amor sutiles a pesar de la crudeza de su relato. Me viene a la mente Corazón Valiente de los 90 y ese cine épico y apasionado que producía un espectáculo visual y narrativo perfecto para las salas de cine. Lo que promueve al héroe en su cruzadas es ese desenfreno agresivo producto del amor. 

Roger Eggers logra solidez en una propuesta cercana a lo teatral. No hay otra forma de rodar esta historia. Es como una larga tarima de actuaciones memorables y diálogos sentidos. Logra el espectáculo en esta pregunta clásica de la narrativa de qué tanto están dispuestos a sacrificar por amor o revancha. También atrapa al público con múltiples giros narrativos y el jugar con el elemento de los límites del destino. 

Parece muy fácil hablar mal del estado actual del cine en el mundo y en Estados Unidos en particular. La carencia de una personalidad en su estilo o guión es indiscutible en líneas generales, para muestra cualquier producción regular de Netflix o Amazon. Y entonces uno se cruza con estas películas y merecen tener un valor a partir de sus agallas de propuesta original, ruidosa y compleja. Entonces, existe un halo de esperanza hacia el futuro.

Eggers nos recuerda que aún podemos tener películas audaces y hermosas con altos presupuestos y actores de taquilla. También el cine puede transportarnos a mundos inexplorados, y hay cineastas corajudos capaces de poner todo ello en salas comerciales, aún cuando abiertamente se quejan del exceso de supervisión editorial sobre los guiones y las propuestas artísticas. Al final del día, como todo, el cine es en principio un negocio.

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Tengo una idea para Rowling. Quizás sea el momento de conectar todo esto con Tom Riddle. Al mismo estilo de Star Wars con Darth Vader. El fascismo de Grindelwald puede ser de alguna forma piedra angular de la creación del villano Voldemort. Y todo este enredo de líneas narrativas sin sentido puede caer directo en las guerras de los Mortífagos contra la Órden del Fénix, los papás de Harry, Snape, Sirius y personajes más interesantes.

Pero realmente no parece haber salvación para esta saga secundaria. Ni siquiera la historia de amor entre Dumbledore y Grindelwald pudo atrapar mi atención. La salida del closet es demasiado tímida y tiene tan poca previa que resulta inverosimil. Es demasiado sutil. Incluso no sirve de nada para normalizar la homosexualidad, pues haría falta algo más evidente. 

Aún con todo lo dicho, lo que más me molesta es tener un villano tan pasivo. Grindelwald es un gentleman. No hay nada sanguinario o violento en él. No parece ser realmente una amenaza para nadie. Ha matado a personajes representativos, pero ya nadie se acuerda de ellos. Es un político, desea ser un dictador del mundo mágico, pero la narración no permite que sea temeroso.

Al final, Dumbledore no parece tener ningún secreto poderoso. Antes de ello, Grindelwald no cometió grandes crímenes sobrecogedores. Y aún previo a ello, los animales no son tan fantásticos, más bien son tiernos y caricaturescos. Todo en esta saga es y sigue y seguro seguirá siendo plano, predecible y olvidable. Haría muy bien apostar por otro director y cambiar la fórmula. Por favor.

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