[INFORME] La ejecución del proyecto de protección ante inundaciones en la quebrada Huaycoloro está en riesgo por la falta de acciones efectivas de la Autoridad Nacional de Infraestructura (ANIN) para retirar cruces vehiculares informales, lo que impide el avance de las obras y pone en duda el cumplimiento de su objetivo principal: garantizar una capacidad hidráulica suficiente ante desastres naturales y el cambio climático.
El proyecto de protección ante inundaciones y movimiento de masas en la quebrada Huaycoloro, uno de los más ambiciosos impulsados por la Autoridad Nacional de Infraestructura (ANIN) bajo el modelo de contrato de Estado a Estado, ha enfrentado desde sus inicios obstáculos que van más allá de lo técnico. A pesar de tener un diseño aprobado desde mayo de 2023, su ejecución se ve trabada por una situación adversa persistente: la permanencia de cruces vehiculares informales que impiden el avance completo de la obra.
Lejos de ser un simple problema logístico, estos cruces —conocidos informalmente por los vecinos como “badenes”— revelan una compleja red de tensiones sociales, falta de coordinación interinstitucional y una gestión pública que, aunque activa en comunicaciones, no ha logrado resolver el nudo central: garantizar el acceso irrestricto del contratista a las zonas de intervención.
Infraestructura sin acceso: un proyecto entrampado
Desde septiembre de 2022, el contratista alertó a la Gerencia de Proyecto sobre la existencia de tres cruces vehiculares informales que obstruyen el cauce natural de la quebrada. Estos pasos improvisados, construidos con rellenos no controlados, si bien permiten conectar rápidamente ambas márgenes —mejorando el tránsito entre localidades como Nievería, Cajamarquilla y Huachipa—, comprometen la seguridad hidráulica del proyecto.
El informe de control concurrente N° 28461-2024-CG/MPROY-SCC confirma que estos cruces no han sido retirados hasta noviembre de 2024, a pesar de que su permanencia contradice los principios técnicos y contractuales. De hecho, el contrato NEC3 que rige la obra señala explícitamente que el contratante (ANIN) debe proporcionar acceso al sitio para el contratista. La no remoción de estos cruces, por tanto, no solo retrasa el cronograma, sino que debilita la meta más importante del proyecto: dotar a la quebrada de una capacidad hidráulica que resista fenómenos extremos como el Fenómeno El Niño.
Una solución técnica que no logra salir del papel
Durante 2023, el contratista y la entidad elaboraron alternativas técnicas y sociales para reemplazar los cruces informales con puentes formales. En un informe remitido en febrero, se propusieron puentes Bailey y estructuras de concreto armado para cada uno de los tres puntos críticos. Además, se desarrollaron estudios sociales que identificaban los potenciales conflictos y percepciones comunitarias frente al retiro de los pasos actuales.
La propuesta más concreta se dio en octubre de 2023, cuando la Gerencia de Proyecto aceptó el diseño básico de un puente para el cruce vehicular N°2. Sin embargo, este diseño no fue finalmente incorporado al proyecto en ejecución. Esta omisión ilustra una desconexión preocupante entre la identificación de soluciones y su incorporación efectiva en los planes de acción.
Un diálogo institucional que no logra traducirse en decisiones
La ARCC —ahora ANIN— trató de involucrar al gobierno local y regional desde inicios de 2023. Oficios fueron cursados a la Municipalidad Distrital de Lurigancho-Chosica y al Gobierno Regional de Lima solicitando atención urgente a la demanda vecinal de puentes seguros. Las poblaciones de Cajamarquilla y Nievería advirtieron en reuniones informativas que, sin una solución viable de accesibilidad, no permitirían la ejecución del proyecto.
En respuesta, la municipalidad organizó mesas de trabajo y expresó su disposición para desarrollar la ingeniería básica de las estructuras necesarias. Incluso el contratista reportó en octubre de 2023 que las autoridades locales comprendieron la necesidad de ejecutar la obra pese a la situación de los puentes, comprometiéndose a articular soluciones con otras instituciones.
No obstante, en lo que parece una falta de articulación vertical entre niveles de gobierno, la solicitud enviada al Ministerio de Transportes y Comunicaciones (MTC) para que asuma parte de la solución fue rechazada. Provías Nacional respondió que los cruces solicitados estaban fuera de su competencia, dejando el asunto sin una vía clara de resolución.
¿Quién es responsable?
Sin apuntar culpas individuales, el análisis de esta situación evidencia una cadena de corresponsabilidades institucionales. La ANIN, como ente ejecutor, ha mostrado actividad en la generación de informes, en la interlocución con otras entidades y en la aceptación de soluciones técnicas. Sin embargo, no ha gestionado con la efectividad necesaria el retiro de los cruces, ni ha logrado consolidar las condiciones básicas para la ejecución íntegra del proyecto.
Por su parte, el gobierno local ha demostrado cierta voluntad política, pero no ha asumido plenamente el liderazgo que le corresponde en el territorio. Mientras tanto, el gobierno central, representado por el MTC, optó por desentenderse, alegando un tecnicismo administrativo que deja sin atender una demanda social legítima.
En el centro de todo, las comunidades —quienes debían beneficiarse con una quebrada segura y adaptada al cambio climático— siguen atravesando cada día los pasos informales, esperando que la ingeniería prometida se traduzca en estructuras tangibles.
Sin puentes no hay solución
El caso de la quebrada Huaycoloro es un ejemplo claro de cómo los grandes proyectos de infraestructura no solo se juegan en los planos y en los contratos, sino en el territorio, en el consenso social y en la acción articulada de todas las instancias del Estado.
Mientras no se resuelva de manera efectiva el tema de los accesos —y con ello se garantice la continuidad de las obras—, la inversión millonaria corre el riesgo de quedar a medio camino, y con ella, también la esperanza de cientos de familias que esperan vivir sin temor a las lluvias, al desborde, al lodo.
El proyecto nació con la promesa de enfrentar los desafíos del clima. Hoy enfrenta, primero, los desafíos del sistema.