Encuesta IEP

[PIE DERECHO]  Otra de las preguntas de la última encuesta del IEP que es interesante analizar, es la referida a los posibles candidatos para las elecciones generales. Al respecto, un abrumador 47.5% no sabe o no precisa (el desinterés por la política es mayúsculo), un 27.6% responde que ninguno o nadie (sería éste el voto duro antisistema), y luego, en el 25% restante llama la atención (en verdad, no tanto, si se considera otras encuestas) el primer lugar de Pedro Castillo, con 4.3%, seguido de Keiko Fujimori, con 4.1% (lo que nuevamente no la descarta de una participación protagónica), por Martín Vizcarra (con 3%) y otros como Hernando de Soto, Rafael López Aliaga, Yonhy Lescano y Antauro Humala, como candidatos que aparecen, pero con votación rala.

Estamos todavía a poco más de dos años de que se produzcan las elecciones y aún no ha concluido el proceso de inscripción de candidaturas, por lo cual es, evidentemente, una medición muy auscultativa preliminar, pero ya revela algunas conclusiones que es factible deducir.

Lo primero, es la carencia de un vínculo de representación entre los voceados como candidatos y el electorado. Falta mucho, repetimos, pero a estas alturas, en otros tiempos, había mayor claridad respecto de preferencias ideológicas o electorales.

Hay una terrible y profunda desaprensión de la política, un voto importante antiestablishment y una carencia de presencia sociológica de los que se vienen apuntando en el partidor (no es casual, en ese sentido, que encabece la lista alguien como Castillo, que está preso, Keiko Fujimori, que está en medio de un proceso judicial, y Vizcarra, que está inhabilitado).

No se está haciendo casi política en el país y la poca que se hace, radica en un Congreso mayoritariamente desaprobado y deslegitimado. Por ende, nada de lo que allí se haga abonará en favor de los partidos o los líderes que quieran despuntar en las preferencias electorales (de los siete candidatos mencionados en primer lugar, ninguno es congresista y de los once nombrados, solo figura uno, Roberto Chiabra).

Hacer política en el Perú de hoy no es salir en canal N, RPP o Willax, y mucho menos en páginas enteras en los medios de prensa escritos. Es recorrer el país, salir en radios locales, visitar puntos de microsegmentación social que una buena consultora estratégica ya les podría ir armando. Por allí está el camino para cubrir la brecha gigantesca que hay, en estos momentos, entre la población y su clase política.

 

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Candidatos Presidenciales, Desinterés Político, Elecciones, Encuesta IEP

Que 400 mil peruanos se hayan ido del país el 2022 y que probablemente ese número crezca este año, es un síntoma claro del deterioro de las perspectivas económicas, sociales y políticas por el que transita nuestro país.

La mayoría de los que toman esa decisión son jóvenes. La propia encuesta última del IEP sobre el tema revela que en agosto del 2022, 36% quería irse y ahora ha crecido a 47% de ciudadanos, pero en el detalle etario, en la población entre 18 y 24 años, ese porcentaje de gente que quiere irse crece a 60%.

Muchos atribuyen este fenómeno a la llamada “generación cristal”, frágil e incapaz de soportar la mínima adversidad (después de todo, lo que estamos pasando ahora no es nada respecto de lo que se vivía en los 80s), pero esa sería una explicación muy superficial y prejuiciosa.

Una razón que influye mucho es el nivel de globalización existente hoy, que le permite a los jóvenes haber viajado o apreciar, vía las nuevas tecnologías informativas, la calidad de vida de otros países más desarrollados y su natural deseo de vivir su futuro en ese estatus y no en el deteriorado ambiente nacional (inclusive, el 44% del sector AB quiere emigrar y supuestamente, ese sector la pasa bien).

Lo que no se ve en el Perú es horizonte promisorio. Todo ha empeorado en los últimos cinco años. La salud, la educación, la economía, la política, la seguridad ciudadana, la corrupción, el urbanismo, etc. Y la clase política encargada de resolver esa pendiente es de última categoría, sin narrativa nacional motivante ni visión de futuro.

Y los pronósticos respecto de lo que se viene son pesimistas en todos los ámbitos. Y no hay un liderazgo político que les otorgue a los ciudadanos de a pie la esperanza de que de acá a cuando se produzcan las elecciones presidenciales, la cosa vaya a mejorar, sino todo lo contrario.

Lo que hoy predomina es el ánimo antiestablishment, un equivalente psicológico al mandarse a mudar. Y eso sucede porque no surgen personajes capaces de brindar optimismo ni confianza respecto de que con buenas decisiones gubernativas, el país puede mejorar y retomar la senda del crecimiento que lo caracterizó los últimos 25 años, antes de la crisis desatada en el 2016.

Es responsabilidad de los que pretenden gobernar este país, empezar desde ya su campaña y revertir este pesimismo cada vez más enraizado en los ciudadanos de a pie, particularmente entre los jóvenes.

 

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antiestablishment, Encuesta IEP, Exodo, liderazgo político

Salvo un pequeño esfuerzo de tres o cuatro personajes de la oposición -y que no se entiende por qué se maneja con tanta reserva-, no hay mayor tratativa para consolidar que en las próximas elecciones haya, a lo sumo, una o dos candidaturas de derecha y una o dos de centro. Y no más, no las 27 (¡así como lo lee!) que hoy existen y siguen su curso particular, sin intenciones de unir voluntades.

Las fuerzas democráticas de oposición no pueden guardar perfil bajo ni contener protagonismos en momentos como los actuales. El desánimo conduce a una situación en la cual los extremos radicales saldrán beneficiados en una coyuntura electoral venidera. Ese es el riesgo del colapso estatal que está perpetrando Castillo y la aparente resignación que se aprecia en la clase política y en la ciudadanía.

Hay que activar, por ello, todos los recursos disponibles para que políticos dinámicos y protagónicos generen expectativas ciudadanas que movilicen desde ya ánimos y voluntades. El Perú no puede caer, en el futuro, prisionero del fuego incendiario por culpa de la apatía o la desesperanza que producen un gobierno y un Congreso terriblemente mediocres.

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Democracia, Encuesta IEP, Pedro Castillo

Hay, adicionalmente, otro factor que las relativiza. Es el arraigado y profundo sentimiento antiestablishment que identifica al Perú desde hace décadas. Pesa más ese estado de ánimo que la eventual autodefinición ideológica en las categorías de izquierda-centro-derecha por las que pregunta la encuesta del IEP referida.

 

 

Y ese sentimiento va a crecer por obra y gracia del malhadado gobierno de Castillo, que, básicamente, por su pésima gestión, va a destruir las pocas islas de excelencia administrativa que existían en el Estado. El aparato público va a deteriorarse profundamente, su ausencia donde no estaba se ahondará y su presencia donde sí la tenía será mediocre e ineficiente. La población, el 2026 (u ojalá antes) votará con el mismo malhumor o mayor que en el 2021. Con mayor insatisfacción del statu quo. La encuesta del IEP no es, en ese sentido, reiteramos, un buen predictor de lo que entonces vaya a suceder. La derecha no se puede confiar ni bajar la guardia.

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Encuesta IEP, IEP

La polarización ideológica de la última elección pulverizó al centro, como opción política, aun cuando los resultados parlamentarios de Acción Popular y Alianza para el Progreso no son desdeñables, pero, la verdad sea dicha, ninguno de ellos es significativamente relevante en términos de cabal representación del ánimo popular centrista.

El último esfuerzo de construir una opción de centro, explícitamente identificado como tal, fue el Partido Morado de Julio Guzmán, pero cometió el grave error de soslayar el achicharramiento personal del candidato y fundador, y en lugar de presentar a otro postulante, insistió con él llevando al colapso a la agrupación que hace tan solo cinco años había sido protagonista principal de la elección.

Otro de los candidatos que reivindica semejante alternativa es Jorge Nieto, pero no fue capaz, siquiera, de inscribir su Partido del Buen Gobierno. Hoy mantiene un perfil promisorio, pero le queda mucho trecho por recorrer para erigirse en una opción nacional.

¿Qué implica ser de centro en el Perú? Básicamente, creer en la vigencia de una economía de mercado, pero con una dosis significativa de rol estatal en asuntos como la salud y la educación públicas, además de cierta regulación de sectores económicos que han confundido el libre albedrío con prácticas mercantilistas anticompetitivas.

En ese sentido, un mensaje de ese perfil tiene mucho terreno propicio por delante. La última encuesta del IEP resulta, al respecto, reveladora. Preguntada la población por su propia autoidentificación ideológica, un 41% dice ser de centro, un 35% de derecha y un 24% de izquierda.

Claro está que detrás de esa respuesta no hay necesariamente convicciones ideológicas claras (podría darse el caso de que alguien que dice ser de derecha al mismo tiempo sea partidario del control de precios, por mencionar un ejemplo) y, por ende, las respuestas no son un indicador previsorio de lo que podría ocurrir en un proceso electoral venidero.

Pero, de todas maneras revelan un estado de ánimo, mesurado en su mayoría, alejado de los extremismos vocingleros tanto de la izquierda como de la derecha. Es cuestión tan solo de que se construya una alternativa orgánica en ese sentido, que suponga una superación cualitativa del aguachento zafarrancho que hoy representan partidos como AP y APP, carentes de sustancia ideológica y propuestas programáticas claras.

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Derecha, Encuesta IEP, ideologías, Izquierda

EL PODCAST DIARIO DE OPINIÓN DE JUAN CARLOS TAFUR.

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Encuesta IEP, Ley de transparencia, Pedro Castillo, vacancia presidencial

Es grave lo descubierto por el programa Cuarto Poder respecto de reuniones extraoficiales del Presidente de la República ocurridas en su casa particular en Breña, con autoridades políticas y, lo que es más cuestionable, con empresarios que luego resultan siendo proveedores del Estado y ganadores de millonarios contratos.

Castillo se zurra en la ley de transparencia y no lo hace por simple descuido. Obedece a una intención explícita de esconder actos gubernativos de la mirada ciudadana. Y quien eso hace, sin duda es porque trata de esconder actos que puedan ser reñidos con el buen proceder administrativo.

La propia Contraloría ya había advertido que este tipo de reuniones violaban la ley de transparencia y por eso, presuntamente, se suspendieron y se trasladaron a la sede palaciega. Por lo que se ve, Castillo ha seguido con sus malas artes con sentimiento de impunidad.

Lo reiteramos: sinfín de empresarios cuentan, sotto voce, que en muchas gestiones con el Estado, normalmente fluidas porque no tienen nada de irregulares, suelen aparecer dizque emisarios del poder, que solicitan coimas para facilitar las firmas necesarias de modo que salgan los contratos o se activen los mecanismos administrativos normales. Y ocurre en muchas instancias sectoriales del poder.

Los veinte mil dólares encontrados en un baño de Palacio a Bruno Pacheco, exsecretario de la Presidencia, apuntan en esa perspectiva, a ser un pago irregular por servicios que, no se sabe, podrían llegar a involucrar al propio Primer Mandatario, pero que un fiscal enclenque ha dejado pasar, al no requisar al teléfono del exsecretario, ni detenerlo por sospecha de corrupción. Es lo que correspondía y aún corresponde que se haga.

Castillo está comprando todos los boletos para ser vacado. Según la última encuesta del IEP, un 43% aprueba la vacancia frente a un 55% que la desaprueba -aún no es mayoritaria la exigencia de vacancia-, pero en la misma encuesta se refiere que el 62% de los ciudadanos cree que Castillo no terminará su mandato.

Por lo pronto, estos hechos animan a quienes esperan que se logren al menos los 52 votos necesarios para que Castillo o su abogado concurran al Congreso a dar explicaciones que el inquilino palaciego nunca le ha dado a la prensa respecto del sinfín de irregularidades que ha desplegado, con notable prodigalidad, en estos primeros cuatro meses de gobierno.

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ciudadanía, Encuesta IEP, Ley de transparencia, Pedro Castillo, Presidente del Perú
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