Juan Carlos Tafur

¿Sin luz al final del túnel?

“Las fuerzas democráticas de oposición no pueden guardar perfil bajo ni contener protagonismos en momentos como los actuales. El desánimo conduce a una situación en la cual los extremos radicales saldrán beneficiados”

Según la última encuesta del IEP, un 47% cree que seguiríamos igual o peor si se adelantasen las elecciones. La desesperanza se ha instalado en la mentalidad de los peruanos y abona en favor de la inacción y desmovilización ciudadana.

No surgen liderazgos potentes capaces de generar expectativas de un mejor rumbo para el país si Castillo saliese del poder. El Congreso está profundamente desacreditado y la oposición extracongresal no entusiasma, en gran medida por su fragmentación y falta de convocatoria.

No es el mejor estado de cosas para augurar que luego del desastre castillista, el país se reconducirá por la senda del desarrollo o que con un nuevo gobierno se emprenderán las reformas pendientes que hagan que el modelo arraigue entre los más pobres (tema acuciante que la transición post Fujimori soslayó por completo y que explica, en gran medida, el advenimiento de un antisistema como Castillo).

¿Qué tendría que pasar para que se recupere el optimismo respecto del futuro social del país? Ello pasa, en gran medida, porque la oposición cuaje opciones integradas, coaligadas, pactadas, con programas y mensajes novedosos y refrescantes, que rompan con la torpe defensa reduccionista del modelo económico, que ya ha probado que no arrastra tras de sí la lealtad electoral suficiente.

Salvo un pequeño esfuerzo de tres o cuatro personajes de la oposición -y que no se entiende por qué se maneja con tanta reserva-, no hay mayor tratativa para consolidar que en las próximas elecciones haya, a lo sumo, una o dos candidaturas de derecha y una o dos de centro. Y no más, no las 27 (¡así como lo lee!) que hoy existen y siguen su curso particular, sin intenciones de unir voluntades.

Las fuerzas democráticas de oposición no pueden guardar perfil bajo ni contener protagonismos en momentos como los actuales. El desánimo conduce a una situación en la cual los extremos radicales saldrán beneficiados en una coyuntura electoral venidera. Ese es el riesgo del colapso estatal que está perpetrando Castillo y la aparente resignación que se aprecia en la clase política y en la ciudadanía.

Hay que activar, por ello, todos los recursos disponibles para que políticos dinámicos y protagónicos generen expectativas ciudadanas que movilicen desde ya ánimos y voluntades. El Perú no puede caer, en el futuro, prisionero del fuego incendiario por culpa de la apatía o la desesperanza que producen un gobierno y un Congreso terriblemente mediocres.

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Democracia, Encuesta IEP, Pedro Castillo

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