Luego, proponerse algunas reformas importantes que requieran una coordinación multipartidaria, como una suerte de almacigo de lo que luego podría ser una coalición vacadora (siempre y cuando, hay que insistir en ello, se den las condiciones; de lo contrario, seríamos testigos de un golpe de Estado parlamentario). La más asequible, porque no toca los intereses subalternos de las mafias informales de las que también son acreedores algunos partidos congresales, es la salud pública, o -luego de las elecciones municipales y regionales- el proceso de descentralización. Si no se produce ese trabajo político de coordinación, el día que de verdad haga falta juntar los 87 votos vacadores, ni siquiera los van a poder conseguir.