Vacancia

Es altísima la desaprobación del Congreso de la República. Castillo tiene 25% de aprobación, según la última encuesta de Ipsos. Maricarmen Alva tiene apenas 21%. En parte se debe, obviamente, al natural descrédito que en el Perú y en el mundo sufren los Parlamentos, pero en el caso peruano, incide, sin duda, la parsimonia escandalosa que ha mostrado para actuar como contrapeso de un poder Ejecutivo, que ha hecho barbaridad y media sin que el Legislativo le ponga coto. Es hora de corregir esa pasividad.

 

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Hoy podemos decir que el gobierno de Castillo pasó de inepto a corrupto luego del testimonio de Karelim López. Claramente este gobierno no estaba improvisando, sino que, al parecer, todo estaba fríamente calculado para dar pie a una mafia dentro del Ejecutivo, que según indicó la lobista, habría tomado el MTC y el Ministerio de vivienda, para ocupar puestos claves en el sector y así beneficiarse en el direccionamiento de obras. Con razón Juan Francisco Silva fue el único ministro que nunca fue cambiado en el sinnúmero de gabinetes que hemos tenido en estos siete meses.

Hace unos meses publiqué en este medio una carta a Pedro Castillo, donde mencionaba que de corazón quería que hiciera un buen gobierno para el beneficio de todos los peruanos. Hoy, ya me di cuenta de que esto no pasará jamás, menos si se gobierna con ineptitud y además con una escandalosa corrupción de por medio. Hoy siento que mi país está siendo secuestrado por una mafia a la que lo único que le interesa es beneficiarse económicamente como sea. Yo quiero a esa mafia fuera, quiero al presidente fuera. Pedro Castillo ya dejó claro que no trabaja para “el pueblo”, y nosotros como “el pueblo”, debemos alzar la voz, exigir su salida a través de medios democráticos y legales.

 

 

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La vacancia por incapacidad moral, inicialmente prevista para casos en los que el gobernante perdía el quicio, ha derivado en circunstancias en las cuales es pasible de suspicacia cierta la moralidad del presidente. Así procedió la vacancia de Fujimori, casi sucede con Kuczynski (renunció antes de que se procediera a ella) y de esa forma aconteció con Vizcarra.

Ya cuando se conocieron las reuniones clandestinas del Primer Mandatario en la casa del pasaje Sarratea, se tendieron las primeras sombras respecto del manejo ético del poder. Hoy, luego de las fundadas denuncias de una persona allegada al cogollo presidencial, como es la lobista Karelim López, no queda duda alguna de que es desde la cúpula del poder palaciego que se ha tejido la red de corrupción que ha sido develada a lo largo de las últimas semanas por diversos medios de prensa, y que hoy simplemente hacen sentido poniendo al centro de la trama al mismísimo Pedro Castillo.

 

 

Sería una vergüenza que el Congreso no pueda hacerse cargo del problema, como corresponde. Se espera, en particular, que Acción Popular y Juntos por el Perú actúen con integridad y permitan, con sus votos, que el proceso de vacancia comience. Si, por razones distintas, se pliegan a la voluntad de impunidad oficialista habrán cavado su tumba política y tendrán que responder al pueblo por su inconducta.

 

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Pedro Castillo, Vacancia

Si en el caso del gobierno de Castillo el 40% le reconoce como positivo al menos el proceso de vacunación, en el caso del Congreso la percepción es que todo lo están haciendo mal. Esa llamada de atención debería ser relevante en el Parlamento nacional, pero como que no hay la esperanza de que lleve a una reflexión positiva.

Quien debe haber amanecido de muy mal humor, por lo que pedimos protección a la integridad y la vida de todos los que trabajen con ella, es la presidenta del Congreso Maricarmen Alva. Si creía que el incidente de “esta es mi casa” no le iba a repercutir o que sus abrazos con Cerrón le iban a traer calma, se equivocó de plano. 73% desaprueba su gestión (8% más que en enero) y sólo 20% la respalda (6% menos). En términos futbolísticos, es una tarjeta casi naranja. En términos políticos, es una posición muy endeble y apurar su salida podría ser un respiro interesante para la imagen de lo que Alva considera su propiedad.

Así las cosas, en este precario enjambre de lo que es la política institucional peruana, con una guerra internacional que tendrá repercusiones económicas y que ya va dando debates políticos más risibles que interesantes, los escenarios de desentrampe son cada vez más difusos.

La postulación de Karelim López a la colaboración eficaz aún está en un terreno empantanado. Los antiguos defensores de los colaboradores eficaces ahora están muy puntillosos y puritanos con su testimonio. Los que antes daban RT a las publicaciones de los medios que propalaban esta información, hoy piden guardar reserva del proceso. En cambio, quienes antes dudaban de los colaboradores hoy están entusiastas por la novela “López y los pasillos de Sarratea”. Hidalgos y honorables todos.

La salida que la ciudadanía reclama es #quesevayantodos. La mitad quiere nuevo presidente y nuevos congresistas. Solo el 4% que se queden Boluarte o Alva como presidentes. Pero no despreciemos ese 38% importante (que debe ser otro dolor de cabeza para Alva y otros vacadores más) que considera que aún en estas circunstancias, quiere que Castillo se quede. Haciendo un ejercicio muy simple, tenemos que hay un 10% de personas que desaprueban a Castillo, pero que no quiere la vacancia. Incluso fuera de Lima, esta es la opción mayoritaria.

Este no es un debate jurídico, además. Que será importante para ver los alcances y espacios de hasta dónde llega la posibilidad de acción en un lugar donde todo huele mal. Este es un debate político. Donde se están jugando muchas fichas de lo que será el futuro inmediato del país. En este escenario actual, el Congreso debe tener pies de plomo. Solo uno de cada cinco ciudadanos los apoya. Van a tener que decidir entre la acción intempestiva, arbitraria, de abrazos que duelen y tirarse abajo la ley de colaboración, la reforma universitaria y todo lo que puedan a su paso; o tratar de ser razonables y generar una agenda mínima que recomponga sus lazos con la ciudadanía. La vacancia en ese punto supone un costo político altísimo. Pero temporal, como ya aprendimos todos los que tenemos algunos años.

El Ejecutivo también debe pensar sus siguientes movidas. Está acorralado y la respuesta puede ser la de patear el tablero como puedan, sin considerar que no tienen fuerza suficiente para hacerlo; o tratar de tener una agenda de cambio real. Pero los cambios pasan por los ejecutores de estos. Y con gente ligada a la corrupción o cuestionada por antecedentes personales graves, esto no es posible.

Y como hemos señalado en las últimas entregas, al medio está la gente. Harta de estos impresentables, pero esquiva para tomar posición, porque nadie los representa. Midiendo esto, la encuesta revela que al 63% de los peruanos esta crisis nos afecta mucho. No salimos con 200,000 muertos de la peor pandemia de la historia nacional con mejores dirigentes. Claramente, lo que obtuvimos fue carroña.

 

 

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Pedro Castillo, Vacancia

En segundo lugar, las consecuencias más inmediatas se darán en el plazo político del congreso de la república. Si bien en este momento no se conoce el detalle de las declaraciones, las cuales formalmente son reservadas, el hecho es que en las próximas horas o días estoy seguro que tendremos esa información y eso generará un mayor daño a Pedro Castillo. Si el presidente ha venido sosteniendo que existe un plan para vacarlo, esta revelación tendrá no solo tendrá la virtud de darles a aquellos la razón perfecta para de reactivar esa estrategia, sino que probablemente hacer que otras bancadas se sumen a tal iniciativa y ahora si puedan conseguir los votos que en diciembre no pudieron conseguir. Aquí toda la responsabilidad debe recaer en el presidente Castillo y la respuesta pública que ha pretendido dar a la noticia ha sido básicamente de desesperación.

En tercer lugar, luego de conocerse la información corroborada que está proporcionado Karelim López eso debería tener un impacto en la investigación penal que la Fiscalía de la Nación inició el año pasado contra P. Castillo.

 

Siendo así las cosas, todo está indicando que estamos ante el inicio del fin.

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No nos equivocamos cuando reiteramos que fue un error popular votar por un sujeto improvisado, inepto e irresponsable como Castillo y sobre el que ahora se tienden serias sombras de corrupción. Inmoralidad que cobra mayor gravedad política porque ha sido desplegada de inmediato, como parte de un plan agazapado, al amparo de la fraseología izquierdista, revolucionaria y de raigambre popular.

Lo lamentamos por sus votantes, seguramente engañados por esa parafernalia, pero queda claro que felizmente, la democracia sigue siendo en el Perú un sistema que es capaz de corregir los errores que bajo su manto se cometen. Sacar a Castillo del poder será, en ese sentido, un acto de saludable profilaxis política y moral.

 

La del estribo: empieza el Festival de Artes Escénicas, FAE Lima, que marcha ya por su sexta edición. El 2020 quedó trunco por la pandemia, el 2021 fue virtual y ahora vuelve a la presencialidad bajo los auspicios del Centro Cultural de la Pontificia Universidad Católica, Centro Cultural Peruano Británico, Teatro la Plaza, Centro Cultural de la Universidad del Pacífico, Centro Cultural de la Universidad de Lima y el Gran Teatro Nacional. Va del 2 al 12 de marzo. ¡Imperdible!

 

 

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Es una pregunta con una opción de respuesta terrible, porque el país se desangraría en el reino de la mediocridad más pueril que se haya visto en los últimos gobiernos democráticos.

Pero cabe como posibilidad cierta. Castillo solo tendría que asegurar su pacto con Perú Libre, apostar a que Juntos por el Perú, a pesar de sus intentos de marcar distancia, no se sume al carromato vacador, que Perú Democrático siga en el oficialismo, que la facción provinciana de Acción Popular le continúe prestando apoyo, y que la presencia de un ministro de Somos Perú, asegure su cuota parlamentaria, para salir bien librado no solo de cualquier intento de vacancia sino también de la valla de las cuestiones de confianza.

Claramente, ese es el motivo de la conformación del gabinete Torres y seguramente de los que vendrán. Ya el régimen no tiene oxígeno para grandes reformas, mucho menos para impulsar una Asamblea Constituyente. Lo único a lo que aspira es a sobrevivir y con una o dos jugadas políticas, lo podría lograr.

El gran pagador de la manutención del statu quo, será, sin embargo, el país, ya que desperdiciaremos el boom de precios de los minerales (podríamos crecer por encima del 4% anual sin problemas), no se hará ninguna reforma importante, ni siquiera en Salud y Educación (los dos temas que hubieran parecido esenciales a un régimen de izquierda), seguirá en caída libre la inversión privada, y viviremos todo el tiempo que dure el gobierno en medio de escándalos políticos, con la consecuente inestabilidad que ello generaría.

Será el reino de la mediocridad más absoluta y de la parálisis del Estado en un grado mayúsculo. Se destruirá la tecnocracia y burocracia que habían alcanzado algunas dosis de excelencia, el Estado funcionará peor que nunca y poco a poco se irá deteriorando la efectividad del gobierno central para establecer políticas públicas (por ejemplo, en el tema de la seguridad ciudadana, no cabe duda alguna de que, al cabo del mandato de Castillo, la misma estará absolutamente fuera de control).

Ese es el panorama que se abre en el horizonte, si Castillo se mantiene en el poder. Lo que sobrevendrá ya no será el advenimiento del comunismo -como un sector afiebrado de la derecha insiste en advertir-, sino la consolidación de un Estado fallido, en espiral de deterioro, presa fácil de los grupos de interés y de los grupos delincuenciales que azotan nuestra sociedad.

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La incapacidad orgánica de la oposición política, jaloneada entre una derecha golpista y un centro aguachento, con personajes muy precarios tanto en el Congreso como fuera de él, es, en gran medida, lo que le permite a un régimen tan deleznable como el de Castillo sobrevivir, terco en su mediocridad e impune en el estropicio.

Se va a necesitar de la activación de los núcleos de participación ciudadana que en las últimas décadas han aparecido en momentos determinantes y han logrado influir de manera decisiva en los acontecimientos políticos.

 

Si, como van las cosas, la oposición es incapaz de sacar a Castillo del gobierno o, lo que es peor, siquiera de reconvenirlo, pues lo tendrá que hacer la calle movilizada, la misma que hoy se halla increíblemente adormecida.

Por cierto, Castillo ha cometido un grueso error político al recostarse en el cerronismo y pelearse con el antifujimorismo de izquierda, ya que el primero no constituye ninguna fuerza de choque, más allá de la extorsiva presencia de una bancada significativa, y el segundo sí tiene la experiencia de movilización cívica suficientemente poderosa como para hacerse sentir.

Recién con la escandalosa irrupción del efímero gabinete Valer, algo se empezó a mover en estos colectivos, ya asqueados del desparpajo misógino y machista del régimen castillista, el mismo que no ha menguado con el nuevo gabinete Torres (la presencia de una feminista en el Ministerio de la Mujer solo adorna un gabinete con por lo menos tres ministros acusados de violencia familiar y sin ninguna consideración por la paridad de género).

No es relevante en estos momentos discutir si pueden marchar juntos No a Keiko con La Resistencia o caviares con portavoces de la cruz de Borgoña. Probablemente no. Lo importante, lo de fondo, es que las calles y plazas hagan sentir la voz ciudadana de protesta por la inmensa tragedia política que el Perú está sufriendo bajo el mandato de un presidente como Pedro Castillo.

 

 

Ya que más del 60% de la población desapruebe la gestión del gobierno, constituye una suficiente masa crítica para que ello se traduzca en protesta democrática, la única que -al paso que anda la oposición- podría alterar efectivamente el tablero político en el que nos estamos moviendo, sea reconduciendo a un régimen que se tropieza consigo mismo o, simplemente, ayudando a sacarlo del poder.

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