La semana pasada el presidente Castillo oficializó la convocatoria a las elecciones regionales y municipales que tendrán lugar en octubre de este 2022. Con esto ya las candidaturas empiezan a moverse y seguramente tendremos un hipo en las adhesiones a partidos y movimientos para lograr las postulaciones deseadas. 

Recorramos entonces lo que fueron las últimas elecciones municipales en Lima, como ejemplo de lo que se nos puede venir, las que dieron como ganador al alcalde Muñoz, el que llega con 53% de desaprobación y 39% de aprobación a su gestión en el último año de su mandato; muy similar a su predecesor Castañeda (55% / 40%) y bastante mejor que Villarán (75% / 19%), aunque falte ver como lo “castiga” la opinión pública después de la tragedia de Mesa redonda de fines de año.

Lima es una ciudad de 43 distritos (¡!), teniendo en las últimas elecciones poco más de 7 millones y medio de electores. ¿43 distritos son necesarios? Sin duda alguna será una pregunta que rondará la campaña, aunque a ningún partido le convenga reconsiderarlos por eso de las cuotas de poder. Aunque suene absurdo, serán 43 alcaldes los electos solo en la ciudad capital, cada uno con su estilo, su manera de enfrentar los problemas y -desde luego- de no enfrentarlos.

El aporte de votantes de cada distrito no está ni cerca de ser homogénea. Haciendo un Pareto de las últimas elecciones municipales, se observa como 5 distritos de 43 (el 11%) concentran un tercio del total de electores de Lima: dos de Lima Este, dos de Lima Norte y uno de Lima Sur. Entre rumores de proyectos que lo convertirían en la nueva provincia del departamento de Lima San Juan de Lurigancho aporta el 10% de votantes en Lima. Cada punto porcentual que un candidato saque en ese distrito aportará más de 7,500 votos a favor. Comas, por su parte tiene más de medio millón de votantes.

9 distritos (20%) otorgan el 50% de los votantes de la capital. De ellos, solo Surco es de lo que se conoce como “Lima moderna” y el Cercado de la “Lima Tradicional”. El resto, sigue siendo de las Limas periféricas: dos de Lima Este, dos de Lima Norte y tres de Lima Sur. Lo pueden ver en el siguiente cuadro:

 

Pero de la misma manera podemos ver cómo hay 14 distritos (32%) que solamente representan el 5% de la población electoral limeña. Elegiremos 14 alcaldes y 106 regidores para gobernar a poco más de 400 mil ciudadanos. No sé si esto suena razonable. También es de sentido común preguntarse si cada balneario requiere un alcalde, que además muchas veces enfrentan problemas judiciales, no sé si el mar es un corruptor natural o qué. La población total de los balnearios – distritos de Lima no llega a 50 000 electores y son seis alcaldes y 42 regidores los que los gobernarán.

La participación ciudadana es similar a las elecciones presidenciales. En la última municipal estuvo en 81%. Quiere decir que 20% de limeños no quisieron o no pudieron ir a votar. Cuando lo vemos por distritos, el tema se vuelve recurrente. San Isidro, Miraflores, San Borja y Surco son distritos con una tasa de ausentismo significativamente mayor que otros. Mientras que San Juan de Miraflores, Villa María del Triunfo y Villa el Salvador son los que tienen las tasas más altas. Tema recurrente porque elección tras elección vemos cómo el tema se repite y repite.

Volviendo a las elecciones de 2016, para la alcaldía provincial de Lima se presentaron 20 candidatos. 20 personas que postularon a un solo puesto de elección popular. 20 candidatos y sus listas de 42 regidores. 860 personas en competencia solo por Lima. Si las presidenciales son absurdas en número de candidatos, las municipales también juegan. De los 20 candidatos, tres obtuvieron el 65% de los votos válidos del conteo realizado por la ONPE: Muñoz, Acción Popular (36%); Urresti, Podemos Perú (20%); y Reggiardo, Perú Patria Segura (9%).

Por el otro lado, Villacorta, de PPK; y Ocrospoma, de Perú Nación, mucho gusto, sacaron, sumados ambos, la impresionante suma de 50 mil votos. Gagó de Avanza País, sacó 40 mil. Igual que Guerra García de Juntos por el Perú. Y así podemos ir sumando los cero por ciento mientras nos vamos preguntando ¿para qué postulan? ¿cuál es el sentido de movilizar recursos materiales y humanos en algo que no tiene ningún sentido, cuál es la apuesta allí? Muy difícil de entender.

Eso en la provincial, en las distritales la cantidad de candidatos promedio fue de 15: 15 candidatos para un distrito de Lima. Ya no seguiré insistiendo con preguntarnos por qué, ya se habrá dado cuenta el lector de que es inútil.

Acción Popular, el partido que además ganó en la provincial, sacó 15 alcaldías. En todas ellas además resultó primero Muñoz también. Las más relevantes, por la cantidad de votantes son San Martín de Porres, Ate, San Juan de Miraflores y Surco. APP por su parte obtuvo 5 alcaldías, varias de Lima Este: El Agustino, Lurigancho, Chaclacayo. En todas, salvo en Pucusana, en la provincial ganó Muñoz, de Acción Popular.

Siempre Unidos obtiene 3 alcaldías en Lima, en Los Olivos, en Independencia y en Barranco. Nada mal si se tiene en cuenta que su candidato a Lima, Manuel Velarde no llegó a los 100 mil votos en total, cerca de 2% de votos válidos.

También es interesante como el partido que quedó en segundo lugar, Podemos Perú, con Urresti a la cabeza, con el 20% de votos válidos en todo Lima, sólo obtuvo una alcaldía distrital. Pero tampoco es poca cosa si notamos que es la de San Juan de Lurigancho. El distrito más grande del Perú.

Un detalle muy importante: en promedio, los alcaldes distritales en Lima fueron elegidos con el 27% de los votos válidos. Solo en un distrito un candidato sacó más del 50% (San Borja, donde Tejada obtuvo el 57% de válidos y el 54% de emitidos). En otros distritos como Los Olivos, Jesús María y Villa María del Triunfo, los alcaldes fueron respaldados por más del 40% de votos válidos.

Pero en San Juan de Miraflores (14% de válidos), San Juan de Lurigancho (15%), Independencia (16%), San Luis (17%), Santa Anita (17%) y Rímac (18%), sus alcaldes fueron electos con porcentajes bastante bajos de los votos válidos. Llama la atención, pero no sorprende este indicador; con tanta atomización de candidaturas hay casos en los que la autoridad es elegida por muy poco margen. La mitad de las alcaldías distritales de Lima fueron electas con porcentajes menores al 25% de votos válidos.

En la votación para alcaldía provincial la figura es la inversa. El candidato más votado en los distritos, en promedio obtuvo 38% de votos válidos. En Miraflores (69%), San Isidro (68%), San Borja (66%), La Molina (59%), Jesús María y Pueblo Libre (ambos con 58%), es donde la votación para alcalde provincial saca la más alta proporción de votos válidos. Coincidentemente, en todos estos distritos es Muñoz y su propuesta de Limaflores la que terminó imponiéndose.

Sin embargo, para que se entienda el punto. El aporte de votos, que es con el que se gana una elección se debe analizar adecuadamente. Veamos el siguiente cuadro:

10 distritos que más contribuyeron en votos a Muñoz (AP)

Ni Miraflores ni San Isidro ni San Borja aparecen. Apenas entran La Molina y Surco. El resto, distritos más poblados donde con una cantidad importante de votos un candidato puede ser electo alcalde de Lima. ¿Se entenderá este mensaje?

Tenemos largos meses de campaña en medio de una crisis política permanente. El contexto también puede afectar esta elección. La forma de como el gobierno se maneje va a influir en las decisiones que tomemos, tanto a nivel de candidato como de programa. 

Pero lo que hemos aprendido de las últimas elecciones vale la pena revisarlo: 

  1. Muchas candidaturas no generan una elección de calidad sino de una lógica del “menos malo”. Pocas opciones permiten ser más críticos, sobre todo cuando no hay segunda vuelta. 
  2. La mal llamada “Lima Moderna” es la que menos vota, la que menos electores representa y la que no determina quién será el alcalde (por más que a Muñoz quieran recordarlo como el que ganó por esos votos).
  3. La votación distrital y provincial no es tan determinante. En 22 distritos en los que Muñoz ganó se eligió a un alcalde que no era de Acción Popular. Solo en 15 distritos se logra el triunfo acciopopulista en ambas plazas.
  4. Sin el apoyo de electores de las distintas Limas no hay alcalde posible.

Estaremos atentos y analizando las distintas tendencias que se vayan presentando.


  1. Data de Ipsos. En el caso de Castañeda y Villarán, en la medición de enero del último año. EN el caso de Muñoz, encuesta de diciembre 2021.
  2.  Fuente: ONPE, resultados de elecciones municipales 2016. En: www.onpe.gob.pe

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Elecciones distritales

Este 2022 que empieza ya nos tiene con más interrogantes que certezas. En este artículo trataremos de hilvanas algunos escenarios posibles de lo que será el escenario político nacional.

Lo primero es que el show de la vacancia no queda allí, desde luego que continuará. El orden de los factores sí altera el producto. La vacancia es una especie de termómetro de fuerzas políticas y no un mecanismo en última instancia. Entonces, en este país, acostumbrado a que las cosas pasen por fuerza antes que por razón o institución, la vacancia es el inicio de la conversación antes que el fin. Vamos a buscar los argumentos para la vacancia en estos dos meses dice orondo el congresista Montoya y lo aplauden como si descubriera petróleo. No se trata de buscar el argumento, se trata de que haya el argumento para vacar de una manera incuestionable. La vacancia es perniciosa en el debate nacional, por ello es necesario regularla al máximo o jamás saldremos de esta absurda lógica. Apostaría que antes de las elecciones regionales Castillo tendrá una calma chicha a la espera del resultado.

SI algo nos ha enseñado el tratamiento de la pandemia es la necesidad de tener buenos marcos de interpretación de los datos y de un ejercicio sano de la docencia. Hoy vivimos esa realidad cuando desde distintos lados se analiza el anuncio del MEF del crecimiento de la economía peruana para el 2022. Lo bueno es que tenemos el dato. Lo malo es que los legos en economía no sabemos a quién creerle. Que si al gobierno, que si a los opositores. El mismo significa A y B. Agua y aceite. ¿Cómo hacerle? La única forma es siendo honestos y transparentes en el análisis. Otra vez volvemos al inicio. Si dejamos que los sesgos nos coman, estaremos entrampados en la justificación y no en el conocimiento. Así que no tendremos paz. Todo será, como hasta hoy, el espacio de confirmación y no de crítica.

Empezó el carnaval electoral. Y lo digo sin entusiasmo alguno. Carnaval no por fiesta sino más bien por descontrol. Ya Forzai se inscribió en Somos Perú para frenar a la mismocracia haciendo lo único que sabe hacer: siendo parte de ella. No hay político más tradicional hoy que él. Hace todo lo predecible en un político. No será alcalde, es muy poco probable y es muy fusible como candidato. Lopez Aliaga y Urresti aguardan. Se pone de hormiga la elección para las mujeres y para la temática de género.  Y pasará lo de siempre, miraremos solo a Lima. Las encuestas serán solo en Lima. El gran debate será solo de Lima (cómo no recordar a Reggiardo que tiró al tacho su postulación pasada renunciando al debate). Cuando lo que realmente importa para el país estará fuera de Lima. Cómo quedará la correlación de fuerzas allí. Quienes se impondrán allí donde se deciden las elecciones nacionales. Como se construirá el nuevo mapa político del país. ¿AP y APP seguirán con su presencia importante? ¿Aparecerá un nuevo movimiento como Perú Libre? ¿La derecha podrá conquistar espacios locales? ¿El centro encontrará centro? No se lo pierda en breves meses.

Todos los rumores del giro de Castillo hacia la derecha o la izquierda hasta ahora no pasan de ello. Si el buen Waldo será el nuevo MEF o si el nuevo premier será cerronista son incógnitas complicadas. Porque Castillo se encarga de complicar todo con una praxis política indecisa que abre siempre todo tipo de especulación nociva. En todo caso, lo que deja entrever es que quienes señalan que la cabeza del Ejecutivo no tiene ninguna idea de cómo hacer las cosas, gana terreno.

El presidente Castillo no debe tener un solo escándalo más asociado a él. Cada uno que ocurre, mina su credibilidad, su llegada y hasta sus potenciales acuerdos políticos. Después de las elecciones, definida la cancha política, es posible que APP, Podemos y AP lo dejen solo en la cancha. SI no ha logrado establecer una correlación importante, es difícil comprender su destino. Una parte Castillo se lo busca, pero la otra parte está llena de chacales que no han dejado de buscar la grieta para tumbárselo.

Hoy domingo El Comercio inaugura el año con una extensa entrevista a FOZ. Una de las mentes más lúcidas que tiene este país y que merece que se amplíe más el alcance de sus ideas. Interesante giro. Cuando todos esperábamos la entrevista a Merino, Alva o López Aliaga, el decano apuesta por un titular que llama al centro. ¿Cambio de timón? ¿Se desmarcará de la liga vacadora? ¿Cambiará su estrategia? Los rumores de la quiebra, sumados a la necesidad de no pelearse con los auspiciadores podrían realmente hacer que el grupo tenga una posición diferente este 2022.

Hubo quienes -me incluyo en primer lugar- que este gobierno iba a implicar por lo menos levantar en lo más alto la bandera de los DDHH. Salvo esfuerzos notables de las ministras Durán y Ortiz, hay un déficit notorio en esto y en muchas más áreas. Pero no corregir el operativo Olimpo y permitir casi con entusiasmo el accionar de La Resistencia ponen el foco en el rostro del Ejecutivo y pueden debilitar el alcance de lo que Interior y Justicia pueden hacer como carteras relevantes.

Seguramente tendremos muchos escándalos más. Mucha prensa inquisidora que levantará los temas de los que hablaremos día y noche. Seguro que seguiremos nombrando comisiones que investigarán caigaquiencaiga y leduelaaquienleduela y que no entregarán jamás un informe ni conclusiones de nada. Solo recordar que al inicio de su mandato, Alva juró investigar quién había tergiversado la historia del Perú en la comunicación del Congreso y varios meses después nada. Que hasta ahora Muñoz nos debe explicaciones por el caso Larcomar, cuando era alcalde del distrito. Que necesitamos saber quiénes visitaron a Castillo en Breña. Pero acá investigamos eternamente y nunca concluimos nada.

Keiko anda en silencio, ya hablará cuando el proceso de control de acusación siga su curso. Mantiene un discurso más enfocado en el Poder Judicial que en la opinión pública. Y es lógico, nadie quiere volver a la cárcel. Pero tener todo un partido político cuya misión institucional es impedirlo tiene más mérito que correr un triatlón. Dudo mucho que el fujimorismo cambie un ápice su espacio de juego.

El Nuevo Perú tiene un camino complicado. Tiene a los ministros y ministras que mejor están haciendo las cosas. Pero a la vez, si las crisis se agudizan más con el gobierno, su presencia en él amenazará su futuro como organización. Ya el cerronismo se ha encargado de declararlos enemigos primeros. Que no quepan dudas que darán la estocada por la espalda cuando quieran hacerlo. Y habrá desde muchos lados personajes dispuestos a ser los Brutos de Cesar. Habrá que ver si Mendoza tiene muñeca real para saber mantener el rostro de una izquierda distinta o no.

En resumen… nada nuevo habrá este 2022.

 

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2022, comisiones de investigación, Hayimi

Se va acabando el año. A fines del 2020 considerábamos que se acababa un año de quiebre en el país y que lo que viniera en adelante iba a ser mejor, porque nada podría igualar el año de la pandemia, el año del golpe de Merino, el año en el que la clase política se puso de espaldas a la gente.

Vaya que el 2021 se encargó de contradecirnos. Nos fuimos poniendo peor a medida en que avanzaba la campaña electoral y la segunda ola se hizo realidad. Cuando tuvimos que aceptar que el Covid – 19 se había llevado no menos de 200,000 peruanos y no sabemos con certeza cuántos murieron de otras enfermedades porque no encontraron atención médica gracias a la pandemia. Cuando -algunos varios- no pudimos dormir después del resultado de la primera vuelta sabiendo que se enfrentarían dos opciones pésimas en la segunda. Cuando tuvimos que ver cómo semana a semana el gobierno de Castillo se iba encargando de demostrar lo terrible que es la precariedad y la soberbia, y cuando está asociado a sospechas enormes de corrupción y no parece que haya discurso racional frente a eso. Cuando la oposición sigue demostrando que, si en el Ejecutivo la cosa está mal, en el Legislativo está igual, destruyendo las únicas cosas buenas que se han logrado concretas en los últimos años.

En un escenario así, el panorama debería ser desolador y la perspectiva terrible. Los peruanos deberíamos sentirnos en un hoyo en el que la anarquía o la desafección deberían ser alternativas válidas. Pero Lima no es Ciudad Gótica y no aparece un Batman en el país, así que tenemos que vivir con lo que tenemos. En el Perú largamente hemos aprendido a sobrevivir independientemente de lo que el gobierno y el Congreso hagan. Una de las grandes herencias del Perú post 80s ha sido esa: la increíble capacidad que tenemos para estar desligados de la lógica política. Por más que ello dispare el dólar, afecte nuestra canasta básica y nos ajuste el monedero, seguimos adelante ajustando lo que haya que ajustar.

Las últimas encuestas dan fe de ello. La encuesta del IEP, publicada el día de ayer en La República contiene un conjunto de preguntas interesantes a mirar. Por ejemplo, cómo se evalúa a nivel personal este año y qué expectativas se tienen para el 2022. Este año se considera que el balance es regular o malo, pero el siguiente la perspectiva es bastante más positiva. En el siguiente cuadro hemos elaborado un comparativo:

Fuente: Encuesta IEP diciembre 2021. Elaboración propia

Como se ve, las perspectivas para el 2022 son bastante positivas. Vamos a estar mejor a nivel personal sin dudarlo, dicen las personas encuestadas. La paradoja de esto es que entre quienes señalan que el 2021 fue malo o muy malo destaca el bolsón electoral que llevó a Castillo al poder: el NSE D/E rural, con menor nivel educativo, de izquierda (plop), de 25 a más años. Si uno ve esto, comprende más por qué la popularidad del presidente se ha desplomado. Pero aún así, los segmentos que son más pesimistas con el 2021, son los más aprueban al gobierno:

Como apreciamos, es una lógica que no funciona del todo o se asume que no es el gobierno el responsable en estos casos. 

Los optimistas en el 2022, aquellos que señalan que les irá bien / muy bien, son el NSE C, los jóvenes de 18 a 24 años, de educación superior, de centro. 

Estos perfiles ayudan a comprender elementos más finos, pero en grueso nos deja ver que hay un optimismo general con respecto al futuro inmediato que nos habla del divorcio que hay con una política que cada vez es menos relevante para la gente.

Lo mismo pasa cuando se ve la encuesta de DATUM. AL preguntársele a las personas por las compras navideñas, la expectativa de gasto en regalos supera el monto de incluso el 2019.

Impresionante recuperación para lo que ha sido este año para el país, ¿verdad? Hay más, con respecto al 2020, sube 11% la proporción de personas que señalan que gastarán más de 400 soles en regalos este año y baja 8% la proporción que indica que no gastará en regalos.

Una perspectiva indirecta para señalarnos que hay la sensación de tener mejores recursos para afrontar las fiestas -gasto no indispensable- comprando regalos. Esto es muy importante porque puede asumirse como un indicador de bienestar a nivel individual.

¿Todo esto es positivo? Desde luego que sí, por la percepción ciudadana de que la situación va mejorando y que vamos teniendo un alivio pese a la crisis. Pero también nos deja pensando si es que no es un momento en el que esta perspectiva de mejora no nos hará más resistentes al ruido político y las cuerdas separadas funcionen mejor que nunca en este país. Si llegamos al punto del “hagan lo que quieran, mientras mi economía no sufra (mucho)”, estaremos a merced de lo que los políticos hagan, confiados en que no habrá ofensa ciudadana que los haga calcular mejor sus pasos.     

 

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Congreso de la República, Gobierno

¿Recuerda las películas de hace varios años donde nos hablaban de un futuro salvaje, donde la ley del más fuerte se imponía y la anomia era la regla? Por ejemplo, Mad Max, el personaje de Mel Gibson que tiene que pelear por todo en una sociedad donde las pandillas (así como La Resistencia) tienen el control de las carreteras y hay una crisis general de recursos. En Total Recall, un desconcertado Schwarzenegger tiene que enfrentarse a un régimen totalitario, en una sociedad en la que el control social se ejerce por encima de la voluntad racional. En Mundo Acuático, Kevin Costner es el héroe que en un mundo distópico consigue agua. No hablaré de Blade Runner. Y muchas más. 

Todos estos, blockbusters hollywoodenses que imaginaron un futuro similar: sociedades desarticuladas, autoridades represivas totalmente corrompidas manteniéndose en el poder en función a discursos mesiánicos, falta -y control- de recursos básicos para la subsistencia. Y mucha impunidad. Muchísima impunidad. Cada uno, con dinero o fuerza, hace lo que quiere. Sin esas dos condiciones la supervivencia se hacía complicada o pasiva. No existe ley que pueda cumplirse.

La impunidad siempre será una característica de lo que no queremos, ejemplo de lo malo que puede tener una sociedad. El primer diagnóstico de que algo se pudrió y que debemos atenderlo antes de que sea tarde. En su artículo dominical, Marco Sifuentes se cuestiona qué entendemos los peruanos por “normal” y sí pues, me temo que la impunidad es algo que hemos aprendido a considerar normal, algo con lo que convivimos y asumimos.¹

Claro, podemos hablar de la impunidad desde el Estado, desde las esferas macro, donde nuestro querido Perú es una mazamorra para sancionar penalmente básicamente a nadie. Siempre hay una forma de salir bien librado, a partir de juicios interminables, de terminar presentando recursos y recursos legales para dilatar las cosas o directamente organizando acciones de robo de pruebas incriminantes. De hecho, la Universidad de las Américas, Puebla, en México, ha desarrollado un Índice Global de Impunidad², con datos abiertos para el análisis de la información, donde Perú aparece con un nivel de impunidad media alta, solo superado por Paraguay en Sudamérica y México y Honduras si ampliamos el espectro. Lamentablemente no se contó con información de Brasil, Argentina y Venezuela, que hubieran sido dignos rivales de nuestro país.

Se nos podrían ocurrir miles de ejemplos que podrían ejemplificar como la impunidad desde el Estado, a partir de dimensiones estructurales y funcionales definidas en el Índice señalado, opera y nos hace sentir como ciudadanos. Pero conviene también repasar aspectos que son más mundanos, que pasan hoy frente a nuestros ojos y que “así son” pues, vamos a otra cosa.

Lo primero que se opera a nivel micro es el cuestionamiento de lo que existe como base del funcionamiento social: la interpretación auténtica de la ley que nos gobierna o de las reglas comunes. El señor que considera que la regla de sacar a pasear a su perro con correa es una soberana estupidez y se lo grita al sereno que se lo recuerda. Cómo le va a hacer caso a la estupidez. Al ser responsable de que su perro haya mordido a otro o a un niño, su respuesta siempre será “qué raro, es un perro tranquilo”. Pero ¿infractor de la norma? No exageremos.

El ciclista que considera que la ciclovía no cumple sus requisitos, las características que requiere para considerarla una vía apropiada y se mete por la vereda donde impaciente les pide a los caminantes que se hagan a un lado para que pase. Cuando tropieza con una señora y la lastima, siempre pensará que fue ella la que debió correrse, porque nadie sabe los peligros a los que los ciclistas se exponen en las pistas y si no le gusta hay mucha vereda para todos.

El vacunado que lo hizo “por si acaso” pero que ahora se muestra tan indignado con el carnet de vacunación que se planta frente a los locales y no quiere mostrar ningún carnet de nada y que la Constitución y su exención firmada por la doctora Mejía. Cuando los responsables del ingreso del público le señalan que no va a pasar, prepotente trata de hacerlo a la fuerza porque “le parece que…”. Frente a cámaras defiende su derecho individual y su libertad que ningún gobierno comunista le va a quitar. No cree que la regla es para cumplirse. Siempre está el albedrío para hacerlo. El vigilante, cede, porque el que pierde al final siempre es él.

Veinticinco ancianos necesitan ser trasladados a un albergue que el INABIF ha podido habilitar en lo que fue la casa de un narco en La Molina. Los vecinos deciden que no quieren. Como hay una reja de acceso, bloquean el acceso de funcionarios. ¿Qué les preocupa? Que el valor de sus predios baje, dicen. O que haya viejitos indigentes cerca, que siempre malogra las estampitas navideñas porque no se saben el yingelbels. Ellos se sienten -explícitamente- dueños de la decisión, dueños de la calle, dueños de la zona. Controlan el acceso. Los funcionarios que quieren pasar no pueden. Con impudicia, los señorones ratifican hablando a los micrófonos que es su barrio y que se vayan a otro lado. El funcionario y los veinticinco viejitos se van, decepcionados. La reja vale más que la ley.

Una empresaria que conoce a medio mundo y que tiene muchos juicios ha conseguido el número del presidente de la república nada menos. Queda con él, lo visita, hablan de manera secreta, seguramente del clima y de lo caras que están las cosas y de pronto gana una licitación con el Estado. Pero, además, mira qué suerte, solo por ofertar centavos más que su competencia. Ese día sí que se levantó con el pie derecho. Cuando otros empresarios quieren proveer ese servicio, pasan por un increíble viacrucis de documentación y términos de referencia engorrosos. Piña pues. En tu agenda no está el número del secretario de Palacio, de repente pa la próxima. Ten fe.

Un periodista del que se revelan correos pidiendo al presidente una entrevista y si no, que atienda sus servicios profesionales de asesoría en comunicación, al no tener respuesta se dedica a atacarlo con ferocidad en cuanto espacio tiene. Siempre desde luego con independencia de opinión y pluralismo democrático. El mismo que ha recibido millones desde el gremio empresarial más importante para dirigir un grupo de opinión que tiene la firme tarea de tumbarse al régimen desde el día uno, escribe ayer que la ultraderecha es una ficción y que nadie puede acusarlos a ellos de que quieran tumbarse la democracia. En otros tiempos, frente a tales conflictos de interés, el medio no lo consideraría como comentarista. Pero qué va, si es brillante. Mejor lo tengo como parte del equipo asesor de mis canales de noticias y comentarista invitado desde el desayuno a la cena.

¿Qué tienen en común todas estas historias? Lo primero es que son reales, pasan todos los días porque sí, porque me acostumbré a que las cosas son desde mi perspectiva, siempre desde ahí. Lo segundo es que como Sifuentes señala, son “normales”, no sorprenden a nadie. Son reales y ocurren. Para qué mueves las cejas si todos lo hacemos pillín, ¿o eres perfecto? No seas tan tonto por hacer que esto sea un escándalo. Mientras más calladito más bonito, ¿no dicen?

Pero hay al menos dos cosas más. La primera es que siempre hay una víctima, alguien que sufre por eso que haces, por lo que interpretas como “tu derecho”, siempre aplasta a alguien. Directamente y también por asociación. Ese guachimán que gritaste, ese sereno que ignoraste, ese vigilante que empujaste. O a quien atropellaste. O los viejitos que dejaste durmiendo donde no deben ni pueden. Esas víctimas no tienen voz. Solo les queda acostumbrarse. La siguiente vez, pasas viejo, para qué me voy a hacer problemas si pierdo. 

Pero también están las otras víctimas. Las que se quedan sin o dejan de recibir algo porque pasaste por encima de ellos. Y lo más peligroso de todo: también son víctimas aquellos que aprenden que esto es normal, porque eso se reproduce. Tanta campaña de minimización del presidente termina en que es parte de fiestas infantiles como la piñata de un burro, y se aplaude y celebra. Una congresista puede mandar al carajo en prime time nacional y no hay UNA sola manifestación desde el Ejecutivo sobre ello. Como sociedad aprendemos a hacer comunes estos gestos. Para qué existe la policía si no es más que para recibir coimas. Para qué existen los jueces si no es más que para acordar un precio.

El que haya víctimas es grave. Porque quiere decir que no hay nadie que vele por ellos. El Estado, el gobierno, la autoridad deja de existir y opera la impunidad. Vamos construyendo una semántica de la ley de la selva. Qué carajos. Nadie va preso, nadie sale perdiendo. Un verdadero del cambio debería ser quien nos enseñe a comprender que la impunidad no se tolera, no la propicia con la ausencia de respuestas o la pasividad de su acción. 

La segunda es que no ocurre que tengamos tantos ideólogos que toman una posición tan radical basados en una estructura de pensamiento original. Uno de los miembros más conspicuos de La Resistencia es llamado el figuretti por la prensa que cubre las calles, porque donde había hecho público aparecía para robar cámaras, desde hace varios años. ¿Creen que maduró y transformó su afán de figuración en una apuesta política? ¿O más bien el señor y varios otros han encontrado la forma de ser reconocibles en un mundo que los condenaba a ser anónimos?

Funciona muy bien el modelado de conducta. Ejemplos hay todos los días. Un presidente que nombra autoridades cuestionables favorece la impunidad. Una cabeza del congreso que se va a España a hablar tonterías favorece la impunidad. Un ministro del Interior y de Justicia que permiten la acción de La Resistencia y de operativos Olimpo favorecen la impunidad. Congresistas con conflictos de intereses presidiendo comisiones y votando con descaro favorecen la impunidad. Una prensa que es tan acuciosa para un lado y para el otro, silba con descaro, favorece la impunidad. Si permitimos la impunidad, tendremos un país tomado. Las películas dejarán de ser de Hollywood y se rodarán en Lima, Perú.


  1. En: https://www.patreon.com/posts/59817747
  2. En: https://www.udlap.mx/cesij/files/indices-globales/0-IGI-2020-UDLAP.pdf

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impunidad

No parece ser que vayamos a tener semanas tranquilas en bastante tiempo. El recuerdo de noviembre 2020 vuelve y vuelve sobre nuestra cabeza, porque cada vez está más cerca de repetirse. Con un escenario distinto y actores que parecen serlo también. En este escenario aparecen dos informes que son muy relevantes para estudiar y considerar, que nos ayudan a explicar lo que vamos viviendo en el país. Se trata del Pulso de la Democracia 2021, de LAPOP; y del informe Estado Global de la Democracia 2021: Construyendo Resiliencia en la era de la pandemia, de IDEA Internacional. Ambos de muy reciente lanzamiento, por ello su vigencia. EN todos los casos se trata además de estudios comparados que incluyen al Perú dentro de los países consultados. Voy a tratar de revisar algunos datos que son claves para entender el momento actual del país.

En el informe de IDEA Internacional la mirada es preocupante. Se señala con asombro que “más países que nunca están sufriendo de «erosión democrática» (declive en la calidad democrática), incluso en las democracias establecidas. El número de países que experimentan un «retroceso democrático» (un tipo de erosión democrática más grave y deliberada) nunca ha sido tan alto como en la última década”. Un dato clave para entender este tema es que aproximadamente la cuarta parte de la población mundial vive en países con este retroceso democrático. Nada menos.

Asimismo, el reporte señala que, en el mundo, el número de países que transitaron por vías autoritarias fueron más que aquellos que iban en una dirección democrática en el 2020. Afortunadamente, no se considera al Perú en este escenario. Pero uno de los elementos centrales de erosión de la democracia a nivel global es el cuestionamiento que se hace a la integridad electoral, sin fundamentos ni prueba. Allí sí nos coge mal parados y nos deja en el mismo grupo que USA, Brasil Myanmar y otros. 

Sin embargo, el informe también explicita que durante 2020 y 2021los movimientos a favor de la democracia han sido abundantes y han sabido enfrentarse a fuerzas represoras. Esto y la capacidad de plantear elecciones libres en plena pandemia son detalles que marcan un compromiso general con la idea de democracia.

Por su parte, el informe de LAPOP revela, en la región -pero sobre todo en el país-, descubrimientos igual de preocupantes. Si en Latinoamérica dos de cada tres ciudadanos consideran que la democracia es el modo de gobierno preferible a cualquier otra forma, en el Perú este indicador alcanza apenas el 50%, solo por encima de Haití y Honduras. Apenas el 21%, una de cada cinco personas, se siente insatisfecha con la democracia. Muy lejos del 82% que tiene Uruguay, por ejemplo.

Además, somos el país de América Latina que más toleraría un golpe de Estado en circunstancias de extrema corrupción (52%) y los segundos en tolerarlo en caso de una emergencia sanitaria (39%, solo superados por Jamaica). No nos quedamos cortos en la desconfianza hacia las elecciones. Solo el 33% de la ciudadanía confía en las elecciones en el Perú.

Un dato que pocos han relevado de este informe es que, en el país, el 89% de la población cree que los ricos siempre / algunas veces compra elecciones. La desconfianza en el sistema electoral tiene más que ver con la manipulación por ese lado antes que por fraudes como sostenían los ahora promotores de la vacancia.   

Hay bastante más información en ambos informes. Pero nos detenemos allí para repensar algunos de estos datos y someterlos a un juicio algo más sostenido. Una pregunta que jamás nos hacemos es ¿de qué forma queremos ser gobernados los peruanos? ¿Alguna vez nos hemos puesto a pensar si el sistema electoral actual, la manera de “vivir” la democracia, es relevante para los peruanos?

Creo que la trampa máxima en la que caemos al leer estos muy valiosos reportes es solamente compararnos con la región, pero no pensamos si es que hay preguntas más directas que hacerle a la ciudadanía nacional con respecto a su experiencia con la democracia.

Desde luego la primera que se me ocurre es ¿qué es la democracia para los peruanos? Pero la segunda con igual margen de importancia es: ¿es relevante? Sin una definición más o menos precisa de esto es difícil poder catalogar la calidad de la respuesta. Podemos decir lo profundamente antidemocráticos que somos como sociedad y ejemplificarlo de miles de formas. Pero no lo solemos hacer sino desde nuestra perspectiva o la que los manuales y libros nos enseñan.

La pregunta sobre relevancia decíamos que es incluso más importante. Porque es la que nos mete a fondo en la idea de a dónde vamos como sociedad. Si la democracia no es empata con una forma de vida, de desarrollo, de futuro, efectivamente que la valoremos o no es poco central. Y plantea otros retos para desarrollar que simplemente el indicador de aprobación.

Tengo la hipótesis no probada de que este es un tema muy poco -o nada- relevante en la vida de la gente. Que hay un circuito de razonamiento perverso que parte del axioma: “todos son iguales” y que por lo tanto es tan irrelevante a quién elijamos que aquel que genere alguna emoción, así sea un hipo, va a terminar llevándo mi voto. Pero además se trata de una profecía autocumplida: todos son iguales. Por lo tanto, ya no me decepcionan. Se que harán muy mal las cosas. 

Y la coyuntura termina siendo un circo mediático. Los hechos tampoco son relevantes. La presión de los medios no genera un circuito de realidad alterna. Si la TV trata de demostrar que ha subido el pollo y el pollo no ha subido, “el pueblo” lo sabrá porque lo compra a diario. Los medios ya no son informativos, son voceros. Por ello asistimos a un espectáculo permanente en el que los actores políticos tienen tanta relevancia como la farándula o el deporte. Y los casos se trivializan de la misma forma. El escándalo nos gusta por el morbo que genera no porque nos afecte directamente. Igual, mañana se vivirá un día diferente y ninguno de esos actores se relaciona conmigo. Esa es la política y esa es la democracia.

Por eso, que nos digan comunistas o fachos, izquierdistas o derechistas, IBA o DBA, nos resbala. Tratamos de relacionarnos de otra manera. Por eso botamos a Merino y a la siguiente elegimos a Castillo y tal vez a la siguiente a López Aliaga (¡madera!). ¿Transitamos ideológicamente tan a la ligera? No, simplemente elegimos lo que nos sale del forro.

Este artículo se escribe a las 7 de la noche del domingo. No sabemos qué gran primicia nos tiene reservada Gilberto Hume, en su delirio permanente. Lo que sí sabemos es que en general, a la gente con la que se va a cruzar hoy, que está apurada para llegar a su trabajo o quiere terminar sus asuntos lo antes posible, le va a importar muy poco.

Mientras no entendamos de qué forma queremos plantear la forma de ordenarnos, jugar a la democracia será cada vez menos importante para los peruanos.

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Democracia, política peruana

Uno sabe que el sánguche es ese facilitador de la vida que consiste en dos tajadas de pan y al medio todo lo que se pueda. Algunos tratan de hacerlos muy modositos, solo con un ingrediente y casi nada más, pero sabemos que para que un sánguche sea exitoso debe tener la mayor cantidad de cosas al medio.

En la política peruana, sin embargo, el relleno del sánguche lo hacemos todos aquellos los que estamos en el medio de este afán por hacer todo mal, siendo gentiles y sin recurrir a los artilugios verbales de la congresista Chirinos, que tiene el Ejecutivo y el Legislativo por estos años. Y nos gusta comer los sánguches, no ser parte de ellos. La última encuesta del IEP, publicada ayer domingo en el diario La República, da cuenta de ello y deja mucho por analizar.¹

La tajada de abajo: Castillo y el gobierno

Se desploma su aprobación a niveles acelerados. En un solo un mes ha perdido 10 puntos de apoyo y ha ganado 17 puntos de desaprobación. 17% más que hace un mes. Digamos que si en octubre en una mesa se encontraban 10 personas, casi cuatro de ellas apoyaba a Castillo. De esas cuatro, dos dejaron de apoyarlo y hoy desaprueban su gestión. En un mes. Fueron 30 días donde además la oposición no ha brillado precisamente. Era un tiempo para que el gobierno pudiera sumar por confrontación, pero no.

Una caída así genera pérdida de apoyo a todo nivel, pero los más significativos son: El Perú urbano sin Lima (-14%), el NSE C (-15%), los jóvenes de 18 a 24 años (-14%). Además, dos detalles sobre la aprobación por regiones que vale la pena destacar: Lima cae más aún, conservando solamente 16% de apoyo, mientras que en el sur, que hasta octubre balanceaba su opinión, hoy solo 1 de cada 3 aprueba la gestión (56% de rechazo).

Lima ha sido más reactivo a la actitud opositora que la semana pasada levantó la bandera de la vacancia como un tren que recorre la avenida Abancay. Pero lo del sur resulta sorprendente. Sobre esto, dos hipótesis: por un lado, el “divorcio” entre Castillo y Perú Libre hace que la dirigencia del partido haya emprendido una campaña para recuperar presencia aún a costa de Castillo. Ello puede haber mellado la imagen del gobierno en sectores donde basaba su apoyo. Pero por otro, se puede tratar ya de un reclamo reivindicativo de que el gobierno haga lo que prometió en campaña. 4 meses parece poco, pero con la campaña mediática que hay por un lado y con una sociedad que ya ha sido “mecida” tantas veces, la paciencia tiene cada vez la manta más corta.

La perspectiva de la gente con respecto al gobierno es también pesimista. 62% considera que no va a terminar su mandato. Esto no es una “predicción”, como algunos parecen considerar en los comentarios a este dato. Incluso los que se consideran de izquierda, sostienen que el presidente no dura 5 años (50% opina así). Es una percepción más relacionada con un aspecto emocional: se considera que el gobierno no tiene el fuelle suficiente para soportar las crisis. Que a veces ellos mismos generan, valgan verdades. Además, la mitad de las personas sienten que el gobierno va a empeorar los siguientes meses. Lo que no se sostiene es cómo un gobierno “empeora”. Pero la perspectiva está dada. Como Ipsos lo anticipó en la semana, IEP demuestra que si algo no tiene ya el gobierno de su lado es la confianza de la gente. Hay recelo, duda, sospecha dando vueltas.

Un factor adicional: el gobierno empezaría a transitar del “no saber gobernar” a serios indicios de corrupción Los recientes destapes relacionados con el ex secretario de Palacio y con las reuniones del presidente en Breña pueden generar el traslado. Ese camino ya lo conocemos y no significa nada bueno. Hasta ahora el presidente no tiene ninguna acusación directa. Pero el entorno cercano cada vez es más cuestionado. Llamada seria de alerta sobre esto.

El tema es que la oposición usa esta información de las encuestas como justificación a sus torpes intentonas desestabilizadoras. Cuando no se miran en el mismo espejo y no se dan cuenta que son tan desaprobados como el gobierno. Tan sencillo como eso, pero prefieren buscar discursos “morales”.

En ese escenario la consideración de la vacancia de parte de la opinión pública es todavía negativo, el 55% desaprueba que el Congreso la pida. A media semana Ipsos presentó una escala confusa que permitió que se sumaran y restaran a criterio. Una pregunta más simple arroja una interpretación más simple. Poco más de la mitad del Perú desaprueba la vacancia y el 43% la aprueba. ¿Se relaciona esto con la aprobación del gobierno? No está el dato, pero es muy probable que sí. Esta perspectiva vacadora es significativamente más fuerte en Lima, como era de esperarse, en sectores urbanos del país y en el NSE AB. EL C aún se mantiene expectante.

Algunos han sostenido que el 55% de rechazo es muy justo, apenas un poco. Pero primero hay que considerar que hablar de vacancia a los 4 meses de iniciado un gobierno es perverso. No hay manera de aguantar un sinsentido de esta naturaleza, y no hay data contra qué comparar porque nunca ha estado en agenda antes. Segundo, hay gobiernos que han sobrevivido a aprobaciones menores (Toledo en el 2001 por ejemplo), pero tenían un congreso más equilibrado en su composición y en sus integrantes.

La tajada de arriba: La oposición furibunda

La congresista Chirinos, que generó tantas muestras de solidaridad por haber sido agredida verbalmente por el ex Premier Bellido, el sábado decidió regalarle al pueblo peruano una performance única: mandó al carajo al presidente de la República, en vivo y en directo. La congresista afín a las mafias que han gobernado el Callao por tanto tiempo, vicepresidenta de la mesa directiva del Congreso por añadidura, le dice a Castillo “vete al carajo”, tuteándolo además.

Días antes, en una entrevista, el líder de Renovación Popular López Aliaga señaló en un derroche de sabiduría y posmodernidad que “la capacidad antropológica del presidente Castillo solo le permite ser profesor”. No hay paráfrasis ni interpretación en esto, lo dijo tal cual. En su brillantez habitual el excandidato hizo gala de una oratoria que haría palidecer a Cantinflas.

Un periodista que claramente plantea un espacio de oposición (como tantos otros que no renuncian a la decencia para hacerlo) en una entrevista con un congresista oficialista, frente a la alusión de que serviría a sus patrones, comenzó con una serie de agresiones inconcebibles en cualquier otro país, donde el entrevistador pone en evidencia al entrevistado, no se pone él. Lo interesante es que lo llama “muerto de hambre” (qué va a ser racista y discriminador ese insulto, qué va) en señal nacional. La emisora distribuye el material por sus redes sociales buscando el clickbait exitoso y el periodista mantiene su discurso. No pasa nada. Por cierto, los gremios de periodismo tan rápidos para condenar las agresiones a la prensa del gobierno, lo que está muy bien, han guardado un silencio bien preocupante: que el gobierno no se meta con nosotros, nosotros sí podemos hacer lo que queramos. Bonito contrapeso.

Tres muestras de una oposición débil, figuretista y que solo quiere derrocar al Ejecutivo. ¿Tiene un plan? No ¿Tiene argumentos? No. Solo es oposición. Pero una oposición bruta. Que ni siquiera pueden hacer una real marcha masiva en Lima, donde la vacancia es aprobada por más de la mitad de las personas. Vacar por vacar.

Por ello, la desaprobación de todas las bancadas en el Congreso es tan alta. Todas alcanzan más del 50% de rechazo a su acción en el Congreso. Por bastante margen, esa desaprobación es más alta en Fuerza Popular (71%). Pero Renovación Popular (63%) y Avanza País no se quedan atrás.

¿Con esa mirada sobre ellos promueven la vacancia? Es difícil de entender sin recurrir a los casos que se ventilan en el Poder Judicial.

Al medio de este sánguche, nosotros. El relleno que no parece importarle a ninguna de las tapas.


1. https://iep.org.pe/noticias/iep-informe-de-opinion-noviembre-2021/

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Congreso de la República, Oposición, Pedro Castillo, vacancia presidencial

Una forma diferente de entender lo que pasa en el Perú.

Desde hace unos meses, no es raro encontrarnos con acciones del colectivo denominado “La Resistencia”, un grupo minúsculo de agitadores con ínfulas de grupo militarizado, que enarbolan banderas ultraconservadoras y agreden descaradamente (sin que las autoridades hagan algo para impedirlo) a quienes quieren, cuando quieren. Las principales demandas de este grupúsculo son el impedir el avance del comunismo, evitar la impunidad de los expresidentes Vizcarra y Sagasti y ponerle fin al copamiento del Estado de parte de los caviares. Como señala Daniel Yovera en un extenso reportaje sobre ellos: “embiste contra todo lo que perciba o asuma como rojo, caviar, izquierda o comunista”¹.

Si bien su capacidad de movilización es limitada, llama la atención la propagación de un discurso extremadamente violento y ultra que poco a poco ha ido calando en sectores más moderados y se ha hecho lugar común en los mensajes políticos de figuras representativas de la representación nacional. El politólogo Daniel Encinas señala al portal France24: “Aún no estamos hablando de movimientos de masas enormes… Sin embargo, creo que tampoco debemos subestimar los discursos, pues se observa un interés de su parte para escalar a acciones probablemente peores”².

Este énfasis en el discurso que Encinas menciona con acierto y que otros analistas están comenzando a destacar, es el eje central de la preocupación que motiva el artículo de hoy. Porque creemos que estamos en el medio de una espiral que aparentemente no tiene límite y que está mejor pensado de lo que creemos.

¿Por qué desde el resultado del conteo rápido de Ipsos de la segunda vuelta, y de la posterior confirmación del resultado de parte de la ONPE, se montó una maquinaria -no masiva- pero altamente efectiva en mensajes? ¿Cómo han ido perdurando y evolucionando en el tiempo mensajes que parecen trasnochados y lunáticos y que después de unos días toman forma y se consideran validados? El tema es amplio y tiene muchas aristas de análisis. 

Vamos a tratar de ubicarnos en uno de los escenarios de análisis, menos político y más desde el discurso y su relación con la cultura y la sociedad. Para ello, tendremos una conversación simulada con el libro Cultish, de Amanda Montell, publicado recientemente³. Simulada, porque le vamos a dar el estilo de preguntas y respuestas. Las respuestas serán extractos del texto (traducción propia) que por su relevancia queremos ofrecerlas. Al medio, algunos comentarios personales de la idea expresada. 

Como se señala en su introducción: “Montell sostiene que la clave para fabricar una ideología intensa, una comunidad y actitudes de nosotros / ellos, se reduce al lenguaje. Tanto en formas positivas como sombrías, el lenguaje cultual es algo que escuchamos —y nos influencia— todos los días.” Con ese párrafo, tratamos de que Montell nos permita descifrar algo de lo que se viene dando en el Perú y de los peligros que encierra. Esperamos que las reflexiones que hace la autora les sean relevantes.

¿Por qué es tan importante el rol del lenguaje para comprender lo que ocurre con estos grupos y qué pueden desencadenar?

Montell: Lo que ha hecho que la gente se adhiera a grupos de esta naturaleza es el lenguaje. Desde la astuta redefinición de palabras existentes (y la invención de nuevas) hasta eufemismos poderosos, códigos secretos, renombramientos, palabras de moda, cánticos y mantras, «hablar en lenguas», silencio forzado, incluso hashtags, el lenguaje es el medio clave por el cual todos se producen grados de influencia de culto. 

Los líderes de estos grupos lo saben, pero también los de estructuras piramidales, los políticos, los directores ejecutivos de empresas emergentes, los teóricos de la conspiración en línea, los instructores de entrenamiento e incluso los influyentes de las redes sociales. Tanto en formas positivas como oscuras, el «lenguaje de culto» es, de hecho, algo que escuchamos y por lo que nos dejamos influir todos los días.

Un concepto lingüístico llamado teoría de la performatividad dice que el lenguaje no se limita a describir o reflejar quiénes somos, sino que crea quiénes somos. Eso es porque el habla en sí tiene la capacidad de consumar acciones, exhibiendo así un nivel de poder intrínseco. Cuando se repite una y otra vez, el habla tiene un poder significativo y consecuente para construir y constreñir nuestra realidad.

Ya sea malvado o bien intencionado, el lenguaje es una forma de hacer que los miembros de una comunidad estén en la misma página ideológica. Para ayudarlos a sentir que pertenecen a algo grande. El lenguaje proporciona una cultura de comprensión compartida.

Comentario personal: Por eso entonces no es tan raro encontrar ahora hashtags, sobrenombres con una carga específica, etiquetas con las que se dirigen a las personas. Porque lo que se está haciendo es ampliar la comunidad desde donde nace esta intención hacia algo más amplio. El “lagarto” Vizcarra debe ser uno de los sobrenombres más exitosos de las últimas décadas, pues ayuda a identificar a un personaje y lo adhiere a una escala de valor con significado. Poco a poco se va incorporando el apelativo al apellido y hacen una unidad. Pero es a través del lenguaje que se empieza a configurar el mundo de los buenos y los malos, de los ellos y de los nosotros. Cuando se logra instalar en un universo más amplio, el daño está hecho y el propósito logrado.

¿Es realmente tan importante el papel que puede jugar el lenguaje en esta configuración social?

Montell: Con un destello de voluntad, el lenguaje puede hacer mucho para aplastar el pensamiento independiente, oscurecer las verdades, fomentar el sesgo de confirmación y cargar emocionalmente las experiencias de tal manera que no parece posible otra forma de vida. La forma en que una persona se comunica puede decirnos mucho sobre con quién se ha estado asociando, por quién ha sido influenciado. Hasta dónde llega su lealtad.

En ese sentido, Hassan ha descrito un continuo de influencia que representa a grupos que van desde lo saludable y constructivo hasta lo insalubre y destructivo. Señala que los grupos que buscan un fin destructivo usan tres tipos de engaño: omisión de lo que necesitas saber; distorsión para hacer que lo que dicen sea más aceptable; y mentiras descaradas.

Comentario personal: Qué claro este último párrafo para comprender lo que hemos estado viviendo en los últimos meses. La sustentación descarada de argumentos falaces, el silencio a los argumentos de los opositores y la construcción de diversas realidades sin sustento hace que los discursos se vuelvan reales para un imaginario colectivo que no necesita más pruebas que las que se van comentando. Iteración, otra vez. 

Lo que ocurrió en plena pandemia, con la defensa de la ivermectina sin base alguna y lo que ocurre ahora con la posición anti restricciones a los no vacunados, configuran ejemplos de que basta con que algunos líderes digan X, para que se asuma X. El lenguaje, la forma que toma, cohesiona, sin importar el fondo ni el argumento.

¿Cómo estas posiciones van consiguiendo adeptos?

Montell: En sus experimentos sobre Conformidad Social de la década del 50, el psicólogo Salomon Asch descubrió -de manera impresionante- que, si los primeros cinco estudiantes señalaban una respuesta descaradamente incorrecta, el 75 por ciento de los sujetos de prueba ignoraban su mejor juicio y estaban de acuerdo con la mayoría. Entonces, este miedo arraigado a la alienación, esta compulsión a conformarse es parte de lo que hace que ser parte de un grupo se sienta tan bien.

Como menciona en la serie Fleabag el personaje de Phoebe Waller-Bridge : “Quiero que alguien me diga qué ponerme cada mañana. Quiero que alguien me diga qué comer, qué odiar, qué enojarme, qué escuchar, qué banda me gusta, qué comprar boletos, qué bromear, qué no bromear. Quiero que alguien me diga en qué creer, a quién votar, a quién amar y cómo decírselo. Solo creo que quiero que alguien me diga cómo vivir mi vida «.

¿Por qué está pasando esto ahora en el Perú, y en otras partes del mundo con el impulso de los grupos de ultraderecha que comparten muchas de estas características?

Montell: Es algo que hemos visto en todo el mundo en diferentes momentos de la historia de la humanidad. La atracción de miembros de una sociedad por estos grupos que generan códigos de adhesión (tanto la propensión a unirse a ellos como la fascinación antropológica por ellos) tiende a prosperar durante períodos de cuestionamiento existencial más amplio. Cuando las estructuras sociales son cuestionadas o no hay referentes o proyectos comunes. En resumen, cuando las instituciones fallan o desaparecen.

Por ejemplo, en Estados Unidos (también en Perú), generación tras generación, esta falta de apoyo institucional allana el camino para que surjan grupos alternativos. Los «seguidores de culto» del siglo XXI son en su mayoría tipos jóvenes, contraculturales y políticamente divergentes que sentían que los poderes que tenían les habían fallado. Las necesidades de identidad, propósito y pertenencia han existido durante mucho tiempo, y los grupos de cultos siempre han surgido durante los limbos culturales cuando estas necesidades han quedado profundamente insatisfechas.

Montell presenta un trabajo sumamente interesante y actual que nos ayuda a comprender mejor por qué nos encontramos con grupos como La Resistencia o por qué términos que nos parecían de ultratumba ayer, hoy sean parte de la conversación cotidiana de muchas personas.

Si el lenguaje nos crea, pensemos cómo queremos ser creados.


  1. En: https://epicentro.tv/habla-jota-maelo-lider-de-la-resistencia/
  2. https://www.france24.com/es/am%C3%A9rica-latina/20211105-peru-ultraderechismo-vacancia-polarizacion-castillo
  3. Montell, Amanda (2021): Cultish: The Language of Fanaticism. Harper Wave. Edición digital para Kindle.

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habla, idiomas, Lenguaje

14N Un año después: Una perspectiva diferente

En noviembre del 2020 el Perú vivió y protagonizó una de las crisis fundamentales para entender su historia contemporánea al movilizarse en contra del gobierno de Manuel Merino y logra su rápida renuncia. El historiador José Ragas el domingo en La República señala sobre este momento que: “… fue la mayor movilización ciudadana de la historia republicana. Incluyó no solo la ocupación del espacio público a nivel nacional sino también protestas desde el espacio doméstico (por la cuarentena del COVID – 19) y las redes sociales”².

Poniendo en contexto el tema, el expresidente Vizcarra fue vacado por el Congreso, medida que obtuvo el 91% de desaprobación ciudadana: el 78% señaló al Congreso como el responsable de la crisis y las motivaciones para dicha acción fueron percibidas como intereses políticos de los congresistas, antes que real preocupación por actos de corrupción. De hecho, el Congreso obtiene un 90% de desaprobación, si no la más, una de las más altas de rechazo que ha tenido el Legislativo en su historia reciente.³ 

Pero un dato más significativo es que más de un tercio de la población urbana y rural del país de 18 a más años señala que participó de las protestas contra el gobierno de Merino “ya sea en marchas, por redes, con cacerolazos u otra forma de protesta”. De estos, en mayoría se trataba de jóvenes, mujeres de NSE altos y medios de Lima. Uno de cada 3 peruanos estuvimos, como pudimos, haciendo algo para que el régimen no se mantuviera.

Un año después, ¿qué ocurrió con este tercio de peruanos movilizados, interesados, politizados?, ¿qué fue lo que se construyó a partir de allí y cómo esas protestas articularon algo más que el disgusto por una situación que generó tanta indignación y protesta? La respuesta es lacónica: nada. Fuera Merino, fuera movilización. ¿Cómo entenderlo? Humildemente este columnista considera que entre quienes investigaron y publicaron sobre el tema el mejor alcance lo dio Eduardo Villanueva en su libro “Rápido, violento y muy cercano: Las movilizaciones de noviembre de 2020 y el futuro de la política digital” en las que el autor analiza cómo un uso intenso de recursos digitales permitieron generar una respuesta social novedosa, disruptiva y eficaz (términos propios que se me hacen razonables al leer sus hallazgos), pero a la vez de tiempo limitado. Una vez que se logra lo buscado, el movimiento desaparece.

Villanueva mismo lo explica en su blog, un año después: 

“¿Qué quedó? Poco. Bastó con traerse abajo a los usurpadores para sentir la satisfacción del deber cumplido, sin que esto significara un acuerdo mínimo sobre qué hacer con el resultado. Es parte del problema de fondo de nuestra sociedad: no hay conexiones claras entre lo que la gente quiere y lo que la clase política —entendida esta de una manera muy pero muy laxa— puede hacer.”4

En nuestra cuenta de Twitter (@ojoenlagente), una red social de opinión, aunque muchas veces sea arduo separar la paja de trigo para saber cuándo lo es y cuándo es concierto de trolls, le planteamos a los seguidores y a algunos analistas que tuvieron la cortesía de dar su punto de vista, que pudieran plantear sus hipótesis de los que pasó luego del 14N. La pregunta específica fue: 

Leo opiniones: ¿por qué las marchas de Nov20 no generaron un movimiento orgánico y pese a ser masivas quedaron ahí? Los partidos que más cerca estuvieron sacaron resultados penosos en elecciones. ¿Qué pasó? Los leo

El tuit a la hora del cierre de este artículo ha tenido 140 respuestas. Más de 50 000 impresiones, más de 2 000 interacciones directas. Ha motivado a la opinión a opiniones diversas que, con respeto y esfuerzo, han logrado desgranar el tema y ofrecer muchas hipótesis posibles. Así que los invito a revisar estas hipótesis de qué pasó a partir de lo que en ese post se comenta. Nuestra labor será la de compiladores y organizadores de esta información esta vez. El contenido, es compartido. Es el ejercicio de cocreación que más hemos disfrutado.

Esencia apolítica

Lo primero y más mencionado como respuesta ha sido que se trató de un movimiento que en su base y su razón rechazaba la política como actividad. Si esto fue así, era lógico considerar que de allí se iba a nuclear alguna organicidad dentro del espectro político del país. Muchos han mencionado esto con certeza y convicción

Como el politólogo José Alejandro Godoy menciona, las marchas tenían como único fin el sacar a Merino de su condición de presidente, pero además no tenemos partidos que canalizaran demandas muy variadas y -algo que veremos luego- la vivencia de la pandemia que hizo priorizar acciones concretas.

La comunicadora e investigadora Manuela Núñez señala que hay mucha desesperanza que algo bueno salga de la política pues “habíamos visto en primera línea cómo los políticos se arranchaban el Perú y con él, nuestra salud mental. Sacamos a Merino y todo se acabó.”

Jacqueline Fowks, periodista que cubrió las protestas de noviembre de manera excepcional, también reflexiona en la misma línea: “Las protestas NO pretendían volverse un movimiento ‘orgánico’. Tuvieron un objetivo específico: terminar con un gobierno ilegítimo y rechazar ese modo de hacer política.”

Efecto inmediato

Derivado de lo anterior, varios testimonios consideran que las protestas tenían un fin único, pero también inmediato que le dio sentido y permitió aglutinar. Como el abogado Luis Edgardo Vasquez considera: “La sensación colectiva de máxima injusticia o de abuso de poder es inmediatista, por tanto, su manifestación tiene una finalidad y se agota en ella. No tiene un efecto transformador de la cultura política, ni como elector ni como elegido.”

Es decir, era un movimiento condenado a morir en sí mismo o perdía su carácter masivo, unificador. La posibilidad de nuclear distintos frentes, intereses y hasta ideologías era su fin único. Nada más. No habían compromisos, adhesiones o lógicas más allá de ese fin.

Incluso su manera de convocarse tenía relación con ello. Como el periodista Jorge Luis Cruz manifiesta: “La movilización por redes sociales no es jerárquica. Por eso no habían líderes. Son como nodos vinculados. Por eso es difícil que, de una organización no jerarquizada, en el corto plazo, salga representación.”

Un movimiento que se organiza mejor en el “anti”

Ronald Cross, abogado y como él mismo se denomina “nerd electoral” plantea que no era posible lograr organicidad alguna si el punto de partida es el “anti” y pone de ejemplo el antifujimorismo como punto de comparación de una manera interesante:

“Cada 5 años vemos a la coalición anti fujimorista unirse detrás de candidatos muy diferentes en 2V. Y sin embargo resulta imposible recomponer esa coalición en la próxima elección. Unir a la gente “en contra” de algo es más fácil aquí. La baja participación en el referéndum y las municipales el 2018 y las congresales extraordinarias del 2020 sugieren qué hay hastío muy grande no solo con un establishment político, sino con la política con un todo. Hay mucha gente que va a votar porque tiene que y su aspiración es votar y luego no tener q pensar en política por 5 años.”

Varios otros testimonios dan cuenta de esta percepción, al considerarse que el objetivo era derrocar un régimen. El apuro era volver a la normalidad lo antes posible. Luego de eso, ¿qué necesidad había de algo más? Ninguna.

Unión con babas

Otra hipótesis que aparece es que somos un país que se articula por “momentos” en los que surge algo que nos cohesiona, pero que luego desaparece y nos reduce a una expresión más individual. Nuestra organicidad siempre es momentánea, temporal. 

Como la tuitera @usuariaperuana señala: “Somos un país fragmentado por donde lo veas, pero hay momentos reales de unión como las marchas de Nov20, la marcha de los 4 suyos, cuando fuimos al mundial, etc. Pero pasa y todo vuelve al caos de siempre, una y otra vez”.

El periodista Enrique Patriau sostiene en esa línea, que “Quizás fue porque participó gente con posiciones diversas. ¿Algo tan heterogéneo podía derivar en algo orgánico? Otra posibilidad: fue una protesta con un objetivo muy puntual. Se logró de manera rápida y la gente volvió a su vida.”

Una respuesta emocional

También se considera que lo que se vivió en noviembre 2020 se puede evaluar desde una lógica menos racional. Se trató de una respuesta emotiva que llevó a las personas a las calles. Esto tiene dos dimensiones, por un lado, quienes sostienen que esa emotividad fue la energía que canalizó el movimiento: “las razones que mueven estas marchas son subjetivas, responden a emociones del momento. Falta líderes interesados en hacer política de verdad y en conducir movimientos duraderos” (usuaria @marta1109).

Pero por otro lado se trataría también de un impulso motivado por el encierro. Donde se vio la oportunidad de salir, de expresarse, de romper con esa cuarentena: “La respuesta no es política si no psicológica, el encierro generó que muchos jóvenes estuvieran con ganas de salir a hacer desmadre luego muchos «influencers» solo fueron a tomarse fotos cosa que copiaron muchos de ellos” (usuario @Hi3i) 

Lima versus provincias

Farid Matuk sostiene una mirada distinta, más política, cuando señala que: “desde un punto de vista arcaico fueron protestas de la pequeña burguesía en contra de un gobierno oligárquico que había derrocado un gobierno de la burguesía provinciana. Por su naturaleza ecléctica, la pequeña burguesía no se articula como partido, y más bien fue una oportunidad perdida para la burguesía provinciana. Recién hace unos días, Vizcarra está intentando liderar esa burguesía provinciana y eventualmente arrastrar a la pequeña burguesía.”

Nos resulta llamativo este punto de vista y amplía el espectro de análisis. Algunos otros usuarios lo dejan entrever señalando el carácter clase mediero y poco popular que tuvieron las protestas. 

Partidos poco representativos

Abel Gilvonio, sociólogo y representante de izquierda, expresa de manera autocrítica que “no hay partidos nacionales con estructuras sólidas que puedan canalizar a mediano y largo plazo las demandas ciudadanas. Todo es muy frágil y volátil. Esto provoca una militancia itinerante que un día participa de una revuelta social y al otro día está en lo suyo”

Hay muchas referencias también a la acción del Movimiento Nuevo Perú y del Partido Morado. Todos en un tono crítico y evidenciando que no se esperaba la capitalización política de la protesta.

Alberto Bellido considera que: “Cuando hay manifestaciones de protesta masivas, en general ese voto no recae en “partidos” ya existentes. Viendo experiencia española e italiana, ese voto va a partidos nuevos, Podemos y Movimento 5 Stelle, respectivamente. Pero ese proceso tomó algunos años de maduración.”

A modo de conclusión

En el fondo, cada uno pude sacarla del hilo que originó la discusión. Pero un espacio de Twitter bien llevado, con participantes que deseen aportar su opinión, es posible y salen ideas y reflexiones increíbles.

El respeto más grande por la memoria de Inti y Bryan y por el deseo de que su memoria se respete castigando a los culpables y haciéndose cargo de los heridos. 14N en Perú significó un hecho sin precedentes. No lo olvidemos.

Gracias a todos los que comentaron el post. Imposible exponer todos los comentarios. Pero hoy, el artículo lo escribieron ustedes.5


 1. El título: Respuesta del usuario @carjuas al post que da origen a este artículo

2. En: https://twitter.com/joseragas/status/1459904254433497094

3. Las cifras presentadas en este artículo se toman de la encuesta de IEP: Informe de Opinión noviembre 2020. En: https://iep.org.pe/wp-content/uploads/2020/11/Informe-Especial-IEP-OP-Noviembre-2020-v2.pdf

4. En: https://eduardovillanuevamansilla.substack.com/p/las-movilizaciones-de-noviembre-2020

5. El post original: https://twitter.com/ojoenlagente/status/1459483497907867653

 

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14N, Inti y Bryan, Manuel Merino, Marchas, protestas

Luego de 100 días en el gobierno (aunque varios se pregunten si es así), la administración Castillo se muestra estable frente a la opinión pública. No hay elementos de juicio para pensar que frente a lo que opinaba la población peruana al inicio de su gobierno, se ha generado un cambio relevante en sus indicadores de aprobación / desaprobación.

De acuerdo con la última encuesta del IEP, la fluctuación del indicador de aprobación del presidente Castillo no ha sufrido una diferencia relevante con respecto a sus cifras de agosto. Apenas 3 puntos de diferencia, que en la prueba de intervalos de confianza no marca diferencias significativas.

¿Por qué esto es relevante? Porque nos habla de una lógica de estabilidad en un país que está bastante polarizado. Si bien la aprobación de Castillo es más baja a estas alturas que la de sus predecesores, éstos ya venían experimentando un declive muy significativo en sus cifras como veremos más adelante.

Donde parece haber movimiento es en los sectores que respaldan esa aprobación, aunque allí sí es pronto para poder determinar bastiones perdidos. Recordar que las bases por segmento en cada encuesta ya son pequeñas y por lo tanto los movimientos hay que tomarlos con pinzas. Aun así, lo que se ve es que donde más está perdiendo apoyo el presidente Castillo son el sur del país (-16%), en el centro (13%), lo rural (-14%), el NSE DE (-8%) y jóvenes (-10%)¹. Todas estos sectores que anteriormente significaban la base más sólida del apoyo gubernamental. 

¿Qué puede estar pasando allí? Hernán Chaparro hipotetiza el martes en su columna semanal que “los resultados de la encuesta del IEP indican que el capital político de la identificación ya dio todo lo que pudo y que ahora lo que está en la agenda ciudadana es la gestión.”² Es decir, que ya lo simbólico de la oferta castillista llegó a su techo y si no comienzan los resultados concretos el gobierno entrará en un agujero negro en el que la vacancia podría empezar a tener un significado relevante para la mayoría. En la misma línea opina Juan de la Puente en su balance de los 100 días, cuando señala que: “La más grande de las intuiciones que guían a Castillo es su simbolismo, una de las cinco representaciones en el modelo de Hanna Pitkin. No obstante, se acaba el tiempo de lo simbólico”³. Sin embargo, creo que hay un punto que los analistas no están tomando en cuenta para evaluar la caída en estos segmentos de la aprobación: El potencial sentimiento que puede generar el cambio de orientación del gobierno hacia una izquierda algo más moderada. 

El cambio de PCM, reemplazando a Bellido por Mirtha Vasquez, generó una reacción inmediata en los segmentos señalados. Especialmente en los geográficos (sur y centro), que son los centros relevantes de la votación y aprobación que ha tenido Castillo hasta el momento. 

La llegada de Vasquez a la PCM y sus implicancias en su alcance puede haber resentido la aprobación de estos sectores que podrían empezar a sentir algo a lo que el gobierno debería prestar especial atención: la percepción de ser más de lo mismo, de una esperanza frustrada. El siguiente cuadro muestra la diferencia entre lo que fue la aprobación a Bellido en sus primeros días de gestión con la aprobación a Vasquez en su nombramiento:

Aprobación PCM

Claramente, allí donde era fuerte Bellido cae Vásquez, especialmente en zonas geográficas. Va a depender de la Premier y del gobierno en general el poder hacer que la lógica que guio a esos segmentos a apoyar a Castillo y Bellido se mantenga ahora que la facción radical de Perú Libre parece que se fue a la oposición. Por ahora, parece un lío de percepción más ideológica que real. Pero eso no quita que se requiere de acción concreta y de comunicación de dicha acción. El éxito del gabinete Vásquez estará en la posibilidad de representar realmente ese cambio pedido y esa atención requerida por los olvidados de siempre. Mirtha Vásquez ha señalado que su gestión es y será de izquierda; desde el ala cerronista le responden que ellos son la verdadera izquierda. Momento de definición entonces. 

Paréntesis: lo que llama poderosamente la atención es que en general, las encuestas que aparecen -a excepción de la de IEP- no preguntan jamás por algo positivo relacionado con el gobierno. Sólo se hacen preguntas con mención a temas polémicos o en los que claramente la opinión pública va a estar en contra, con preguntas que realmente son para usar en una clase de “cómo no preguntar”. Abiertamente, cuestionamos: ¿cuál es la aprobación de la política de vacunación del gobierno, por ejemplo? Y la respuesta resuena en el vacío. Nunca se ha vivido de parte de la mayoría de las encuestadoras tanta falta de información. Algunos colegas señalan que es porque el cliente paga por lo que el quiere preguntar. Hay un sentido ético que tenemos que revisar entonces.

Volviendo a los indicadores, la aprobación del Congreso aparece como uno que refleja la polarización que tenemos hoy en el país, pues se hace en contraposición al gobierno y se compara para ver quién está mejor y quién peor. La verdad es que el parlamento nacional sale peor que el mismo gobierno. Sin embargo, esto puede ser engañoso si seguimos viéndolo como un todo.

Las zonas con mayor desaprobación del Congreso son Lima (78%) y el sur (80%). Los extremos al momento de evaluar al gobierno se juntan en su evaluación al Congreso. ¿A qué se debe? A expectativas diferentes. Mientras que unos esperan que el parlamento sea más ágil para promover la vacancia y taponee toda iniciativa que venga desde el Ejecutivo, los otros pueden estar esperando mayor promoción de leyes que beneficien las regiones o en general se alineen más con una perspectiva de izquierda. Por lo que es difícil poder evaluar la alta desaprobación parlamentaria de manera monolítica. E incluso en la votación de investidura se pudo notar un eje Lima – No Lima que posibilitó que algunos congresistas de Renovación Popular o Avanza País que vienen de provincias terminaran dándole su voto al gabinete.

Comparando momentos

¿Fueron tan diferentes los momentos de Castillo con los momentos del otro presidente que en la historia reciente fue considerado de izquierda, como lo fue el de Humala? Pues hay más coincidencias de las que se cree. No hay que dejar de notar que el gobierno de Castillo y el Parlamento hoy tienen las cifras más bajas de los últimos gobiernos. Pero en tendencias la cosa viene pareja.

100 días de Humala

Si bien la aprobación de Humala era superior (en noviembre alcanza 56% de respuestas positivas a su gestión), lo cierto es que estaba en declive. En septiembre el indicador de aprobación de Ipsos le daba 65% y en octubre 62%. 9 puntos menos en dos meses. Bastante importante.

Cuadro 1: Tendencias de la aprobación presidencial en los tres primeros meses de gestión 2011 / 2016 / 2021

aprobación-presidencial

Fuentes: Ipsos (2011, 2016), IEP (2021)

El Congreso, muy similar a lo que se tiene hoy. Solo el 24% lo aprueba en noviembre de 2011, perdiendo 16 puntos de aceptación desde septiembre. Su indicador de desaprobación era 66%. En declive también, igual que ahora.

Tampoco estuvo ajeno a los escándalos y símbolos de descomposición desde sus esferas más cercanas. Recordemos el affaire Chehade que hizo que antes de los 100 días el gobierno se quedara en la práctica sin su segundo vicepresidente y con el ala oficialista resquebrajada. El caso Chehade, acusado de interferir con la policía para que beneficie al grupo Wong desalojando una azucarera, fue interpretado como un cisma en el gobierno, generando una crisis política importante.

Pero además, si bien es cierto que Humala no tuvo una crisis de gabinete en los 100 primeros días, su primer presidente del Consejo de Ministros le duró solo 4 meses, tiempo en el que Lerner le cedió la posta al Valdés un militar en retiro que venía del ministerio del Interior. Tampoco fue un gobierno armonioso. El detalle es que su gobierno priorizó dar los sectores productivos a ministros más liberales (Castilla en Economía es un ejemplo de esto), mientras que los de desarrollo social a una corriente más de izquierda (García Naranjo en Mujer)

Cuadro 2: Tendencias de la aprobación congresal en los tres primeros meses de gestión 2011 / 2016 / 2021

congreso-aprobación

Fuentes: Ipsos (2011, 2016), IEP (2021)

100 días de PPK

En el caso de PPK la figura es similar. En noviembre de 2016 su aprobación aún estaba en positivo (51%), pero había perdido 12 puntos desde septiembre que alcanzó 63% de aceptación a su gestión. Asimismo, solo 37% aprobaba la gestión del Parlamento. En septiembre de dicho año alcanzaba el 46%, una caída de 9 puntos en su aprobación.

PPK tuvo un gabinete más estable y trató de seguir la lógica de Humala, con ministerios productivos más “de derecha” y ministerios sociales más de “izquierda”. Lo que no tuvo estable fue la relación con el Congreso de amplia mayoría fujimorista. Las constantes amenazas de censuras y los juegos políticos que se armaron terminaron pro hacer del suyo un gobierno muy inestable y fusible.

¿Qué viene ahora? Una calma muy corta, esperando lo que la Premier pueda ofrecer con un gabinete renovado y que requiere tal vez un par de ajustes más. Y estar a la expectativa de cómo la opinión pública va describiendo sus adherencias.

 


¹Diferencia tomada entre septiembre y octubre en la encuesta de opinión del IEP. En: https://iep.org.pe/wp-content/uploads/2021/10/Informe-OP-Octubre-2021-completo.pdf

²En: https://larepublica.pe/opinion/2021/11/02/que-tiempos-aquellos-por-hernan-chaparro/

³ https://www.patamarilla.com/2021/11/la-ultima-confianza-castillo-a-los-100-dias/

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