El informe N.º 006-2024-2-0835-SCE revela que el comité de selección otorgó la buena pro a un postor que claramente no cumplía con los requisitos mínimos de admisión y calificación. Al revisar la documentación presentada, se encontró que la oferta carecía de una estructura de costos adecuada y que el certificado de vigencia del postor contenía datos incorrectos. Este certificado, al ser verificado, mostró evidencias de una posible alteración en su fecha de emisión, lo que pone en entredicho la integridad del proceso de selección.
Aún más alarmante es el hecho de que el postor no estaba debidamente inscrito en el Registro Nacional de Proveedores (RNP), un requisito esencial que asegura que solo las empresas capacitadas y autorizadas puedan participar en la ejecución de obras públicas. Este incumplimiento es una clara violación de las normativas que rigen las contrataciones estatales y plantea interrogantes sobre la supervisión que realiza la Dirección Regional de Apurímac I, encargada de gestionar esta inversión.
Ejecución deficiente y falta de supervisión
La ejecución de la obra ha estado plagada de irregularidades. En la documentación presentada, se incluyó a un ingeniero residente que no contaba con la experiencia mínima requerida para supervisar adecuadamente los trabajos. Además, sorprendentemente, se ha constatado que la residente nunca participó en la ejecución de la obra, aunque su firma fue utilizada en varios documentos críticos, como las actas de entrega de terreno, inicio, culminación y conformidad de los servicios.
Este uso indebido de la firma de la residente es especialmente preocupante, ya que indica una falta de transparencia y ética en la gestión del contrato. Las actas firmadas por la residente no reflejan la realidad de los trabajos ejecutados, lo que plantea serias dudas sobre la veracidad de la información presentada por el contratista. Además, el director de infraestructura validó la conformidad de trabajos que, a todas luces, no cumplían con los estándares establecidos, lo que evidencia una grave falta de control y supervisión.
En el proceso de ejecución, la Contraloría identificó valorizaciones por más de S/ 28 mil por trabajos que no fueron realizados, lo que representa un desfalco significativo a los recursos públicos. Adicionalmente, se constató que se utilizaron materiales no contemplados en las especificaciones técnicas del proyecto original, y que estos cambios se realizaron sin el debido sustento o autorización.
El uso de materiales inadecuados no solo compromete la calidad de las plantas generadoras de oxígeno, sino que también afecta su funcionamiento y su vida útil, poniendo en riesgo la salud de la población que depende de estos servicios esenciales. Estos hallazgos resaltan la necesidad de establecer mecanismos de control más rigurosos en la ejecución de obras públicas, especialmente aquellas relacionadas con la salud.
A raíz de estas graves irregularidades, la entidad ha declarado la nulidad de la contratación y ha señalado la existencia de presunta responsabilidad penal en cinco funcionarios involucrados en el proceso. Este tipo de irregularidades no solo daña la confianza de la ciudadanía en sus instituciones, sino que también retrasa el acceso a servicios de salud vitales, especialmente en un contexto donde el acceso a oxígeno medicinal es crucial para salvar vidas.
Es fundamental que la ciudadanía exija mayor transparencia en la gestión pública y que se tomen acciones concretas para evitar que estas irregularidades se repitan. La inversión en infraestructura de salud debe ser tratada con la seriedad que merece, asegurando que cada sol destinado a mejorar la calidad de vida de los peruanos se use de manera adecuada y responsable.
Igual ha sucedido en Tacna
La vicecontralora de Control Sectorial y Territorial, Susana Haji Shironoshita, informó ha emitido más de 25 informes sobre el proyecto de Mejoramiento de los Servicios de Salud del Hospital Hipólito Unanue, el cual cuenta con una inversión total de S/ 633,486,450 hasta junio de 2024. Estos informes han alertado sobre diversos riesgos y situaciones adversas, además de identificar presuntas responsabilidades administrativas y penales en funcionarios públicos.
Las áreas de consulta externa y quimioterapia son fundamentales para la atención de pacientes, especialmente en un contexto donde la demanda de servicios de salud es cada vez mayor. Sin embargo, la falta de equipamiento básico pone en riesgo no solo la calidad de la atención, sino también la seguridad de los pacientes que dependen de estos servicios.
Se identificó responsabilidades penales y administrativas en ocho funcionarios del Gobierno Regional de Tacna. Estos funcionarios fueron hallados culpables de beneficiar al contratista de la obra con un pago que supera los S/ 17,441,317 por equipamiento médico que nunca fue entregado al hospital.
Además, se detectó un pago injustificado de S/ 11,345,921 entre julio de 2019 y febrero de 2020, destinado a la adquisición de más de 2,200 equipos médicos especializados que debían haber sido implementados en el hospital. Esta falta de justificación en los pagos pone en evidencia un uso inadecuado de los recursos públicos y plantea serias dudas sobre la gestión financiera del proyecto.
Las sobrevalorizaciones en el proyecto podrían causar una afectación económica de aproximadamente S/ 2,145,318.47, en caso de que el Gobierno Regional de Tacna proceda con la selección para la ejecución del expediente técnico del saldo de obra. Estas sobrevalorizaciones son un indicativo de una posible mala gestión que podría repercutir negativamente en la financiación de futuros proyectos de salud.
La situación del Hospital Hipólito Unanue plantea un llamado urgente a la acción para garantizar que se corrijan las deficiencias y que se rinda cuentas a los responsables de estas irregularidades.
La vigilancia y el escrutinio público son esenciales para asegurar que las inversiones en infraestructura de salud se traduzcan en mejoras reales en la atención a los ciudadanos. La Contraloría continuará monitoreando de cerca este caso y exhorta a los funcionarios a actuar con la transparencia y la ética que la ciudadanía merece.
La rendición de cuentas y la transparencia son pilares fundamentales para fortalecer la confianza de la ciudadanía en sus instituciones y asegurar que los recursos destinados a la salud pública se utilicen de manera eficiente y responsable.