[EL DEDO EN LA LLAGA] La peruana Jenny de la Torre Castro, conocida médica de personas sin hogar de Berlín, falleció el 10 de junio de 2025 a los 71 años de edad tras una larga y grave enfermedad, según dio a conocer la Fundación Jenny de la Torre, creada por ella misma en 2002.
De la Torre nació en 1954 en Nazca (Ica) y creció en Puquio (Ayacucho) en condiciones humildes. En 1976 llegó a la República Democrática Alemana (RDA) con una beca, se convirtió en especialista en cirugía infantil y se doctoró en la Charité, un hospital público universitario de Berlín. A partir de 1994, trató gratuitamente a personas sin hogar en la estación de tren Ostbahnhof de Berlín. Por su compromiso, recibió múltiples reconocimientos.
El siguiente artículo es una semblanza, originalmente en alemán, publicada el 18 de marzo de 2014 en Infostelle Peru. Su autora, Hildegard Willer, es una periodista independiente que reside en Lima y escribe para varios medios alemanes.
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Trabajadores sociales, cooperantes al desarrollo y misioneros alemanes van al llamado Tercer Mundo para «ayudar» a los más pobres. Jenny de la Torre ha elegido el camino opuesto. La médica peruana se dedica en Berlín a cuidar de los marginados de la sociedad alemana.
Jenny de la Torre tiene algo en común con la mujer más poderosa del mundo. Ambas casi se pierden el evento histórico más importante que ocurrió frente a sus puertas. Angela Merkel afirma que el 9 de noviembre de 1989 estaba en un sauna, mientras que Jenny de la Torre, quien se hallaba en una piscina de Berlín Este, era la única que en ese momento estaba rindiendo su examen de natación. Tras 13 años en la RDA, un país que producía campeonas mundiales de natación en serie, Jenny de la Torre quería aprender de los mejores y perfeccionar su estilo de natación. Precisamente en ese día cayó el Muro de Berlín; la vida de Jenny De la Torre dio un giro que la llevó hacia los más pobres de la sociedad y, finalmente, a la Pflugstrasse 12 en Berlín Centro.
La casa en la Pflugstrasse 12 es un edificio de ladrillo rojo en una calle que hasta ahora ha escapado al saneamiento. A menos de 100 metros estaba el Muro; esa antigua zona marginal ahora se encuentra en el corazón del vibrante Berlín moderno. Sobre la puerta de madera de doble hoja se lee «Centro de Salud para Personas sin Hogar». Una mujer de apenas 1.60 metros, con un corte de pelo sencillo y redondeado, vestida con pantalones blancos y bata, abre la puerta. La doctora Jenny de la Torre es la directora del Centro de Salud para Personas sin Hogar. Su consulta está decorada de forma sobria y funcional, sin fotos familiares. No hay cruces, retratos de Che Guevara ni símbolos que indiquen una creencia. Solo una gran placa con el juramento de Hipócrates:
«Estableceré prescripciones médicas para el beneficio de los enfermos según mi capacidad y juicio, pero me abstendré de aplicarlas para causar daño o de manera injusta».
Su infancia en los Andes peruanos le mostró a Jenny de la Torre lo importante que puede ser encontrar a un médico a tiempo.
Puquio
Era difícil hallar un médico en Puquio. Hace 50 años sólo se podía acceder a este pueblo en las altitudes de los Andes peruanos tras varios días de viaje por un camino accidentado. Jenny de la Torre tenía 6 años cuando su madre enfermó gravemente, y la familia hizo venir al único médico del distrito desde lejos. De repente alguien llamó a la puerta y un muchacho de 13 años, con el rostro empapado en lágrimas, irrumpió. «El médico debe venir a ver a mi padre, está enfermo, ¡rápido!», suplicaba el muchacho. La pequeña Jenny explicó que el médico estaba atendiendo a su madre y no podía ir inmediatamente con el padre del otro niño. «Me sentí tan mal cuando los dos niños discutíamos por el médico», recuerda 50 años después este episodio, que fue una experiencia clave para ella. En ese momento tomó forma una certeza: hay muy pocos médicos en Perú para la población pobre. Y decidió que quería ser médica para ayudar a paliar esa carencia.
En el segundo piso
En el segundo piso del centro de salud, el olor estéril del hospital se mezcla con el aroma de comida caliente y el de ropa sucia sobre pieles sin lavar. Es invierno en Berlín, las calles están mojadas o heladas, y las temperaturas rara vez superan los cero grados. Sobrevivir en la calle en invierno es brutal. Las personas sin hogar que llegan a la Pflugstrasse 12 para comer algo o calentarse no se han lavado en días. Jürgen G. siempre lleva su bolsa deportiva con todas sus pertenencias y busca un lugar donde dormir. A su lado, un hombre con cabello gris desaliñado, barba larga y rostro enrojecido por el frío o el alcohol podría tener 50 o 70 años. Es mucho más alto que la doctora, como él la llama. Tiene molestias en la rodilla. Jenny de la Torre organiza una consulta para él con un ortopeda, un colega jubilado que, como todos los médicos y psicólogos aquí, trabaja de forma voluntaria. «A nosotros vienen personas de todas las clases sociales, la falta de hogar puede afectar a cualquiera», cuenta Jenny de la Torre. «Incluso en un Estado social como Alemania».
Ostbahnhof
Cuando la doctora Jenny De la Torre comenzó en 1994 a ofrecer consultas médicas para personas sin hogar en la estación de tren Ostbahnhof de Berlín, fue la culminación provisional de una larga odisea. En 1976 llegó a Leipzig como estudiante de medicina. «Por casualidad», dice la doctora. «Una compañera con una beca de la RDA estudiaba en Rostock y en un aula de la Universidad de Ica se leyó una postal suya. Pensé que yo también podría intentarlo». Logró obtener una beca y, tras finalizar sus estudios en los años 80, regresó a Perú. Pero no contaba con la burocracia peruana. Hasta el día de hoy, los médicos enfrentan dificultades para que se reconozcan en el Perú sus estudios realizados en el extranjero. Tras casi un año de trámites infructuosos, Jenny de la Torre se rindió y regresó a la RDA, donde se especializó en cirugía pediátrica. Poco después de la caída del Muro, intentó de nuevo en el Perú, pero fue en vano: el Colegio Médico del Perú exigía siempre nuevos documentos. El país, que tanto necesita médicos, no se los pone fácil a éstos.
Jenny de la Torre regresó al país donde ya había vivido 14 años. Era una de las muchas médicas desempleadas del Este en la Alemania recién reunificada. La Cámara de Médicos de Berlín le ofreció finalmente un proyecto: establecer un consultorio para personas sin hogar en Ostbahnhof.
«Para el consultorio solo teníamos un cuarto de 12 m² sin ventanas junto al comedor», recuerda Jenny de la Torre sobre su primer lugar de trabajo con personas sin hogar. «He visto enfermedades que no esperaba encontrar aquí. El estado catastrófico de mis pacientes me impactó profundamente. Sarna, piojos, heridas abiertas en las piernas y calcetines pegados a la piel eran algo cotidiano. En la RDA me preparé para mi país, sin saber dónde sería asignada. Todas esas experiencias las pude aplicar aquí con mis pacientes».
Tomar una decisión
Tras dos años de medicina para personas sin hogar en Ostbahnhof, Jenny de la Torre recibió otras ofertas de trabajo. Las rechazó y se quedó. «¿Qué es más importante: la vida o el dinero? El dinero se puede ganar en cualquier lugar, pero aquí es donde más me necesitan».
No solo era requerida como médica. Cuando se atiende a personas sin hogar, también hay que ser un poco abogada, trabajadora social y psicóloga. La doctora ha visto lo rápido que una persona sin hogar puede quedar fuera de todos los sistemas del Estado social y lo difícil que es reincorporarse. «En Alemania hay un sistema de ayuda social, quizás uno de los mejores del mundo. Y, aun así, hay personas que se caen de la red social. Cuando te vuelves pobre y terminas en la calle, estás casi siempre solo. No solo afecta a los pobres, sino también a miembros de otras clases sociales que, debido a un golpe del destino, se convierten en personas sin hogar».
Con el tiempo, llegó el reconocimiento público por el compromiso médico y social de Jenny de la Torre. La Charité le otorgó un doctorado honoris causa. En 2002 recibió el premio mediático «Gallina de Oro». El dinero del premio fue la base inicial para crear su propia Fundación Jenny de la Torre, con la que sigue atendiendo a las personas sin hogar en Berlín.
Que ella, proveniente de un «país en desarrollo» como Perú, ahora cuide de los marginados de una sociedad rica no sorprende a Jenny De la Torre. «No importa dónde vivas, sino qué haces. No importa si eres peruano, chino o lo que sea. Simplemente hay que ayudar».
La doctora Jenny De la Torre no se considera una buena samaritana de turno, sino que ayuda porque es exactamente lo que le gusta hacer. Ayudar como autorrealización. Y también como dar y recibir. «Todos dependemos unos de otros. La ayuda que doy, regresa».
Quizá no solo aprendió esto en la facultad de medicina, sino en su infancia en las montañas de Puquio. «Reciprocidad» —el equilibrio entre dar y recibir— es la base de la visión andina de la solidaridad, que ha llevado a la doctora Jenny de la Torre a los márgenes de la sociedad alemana.
(Traducción de Martin Scheuch)