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violencia sexual

[ENTRE BRUJAS] En las últimas semanas, se han visibilizado varios casos de niñas menores de 12 años, violentadas sexualmente, que han accedidó a la interrupción del embarazo mediante la aplicación del protocolo del aborto terapéutico; procedimiento que es el legal desde 1924. Estas niñas que están padeciendo embarazo forzados para lograr acceder a este derecho han pasado por una serie de sufrimientos, estigmatización y trámites burocráticos que las ha re victimizado. Sus familias han sido acosadas, hostilizadas y señaladas por quienes dicen defender la vida, sin pensar en la salud, dolor y futuro de estas pequeñas.

En el Perú, cada año miles de niñas son forzadas a ser madres. Las estadísticas señalan que solamente en el 2023, 946 niñas menores de 14 años, tuvieron partos producto de una violación sexual. En los últimos meses, este tema ha sido recurrente en mis columnas, ello debido a la indignación y preocupación por los retrocesos y oposiciones persistentes al ejercicio de los derechos reproductivos de las niñas, adolescentes y mujeres. Al parecer en nuestro país hay que reiterar todos los días que la vida de las niñas importa y que es un inhumano obligarlas a continuar con gestaciones producto de un crimen horrendo.

La violencia sexual es una de las grandes tragedias del país y lamentablemente su abordaje no es un tema priorizado en las políticas públicas. Son miles los casos que quedan en la impunidad. Garantizar la despenalización del aborto en casos de violación sexual es un pendiente que tiene el Estado para evitar que las sobrevivientes de violencia perpetúen su sufrimiento y sean sometidas a tortura. El Comité contra la Tortura y Otros Tratos o Penas Crueles, Inhumanos o Degradantes, así como otros Comités de Derechos Humanos, han señalado que obligar a las niñas a continuar con embarazos forzados es tortura.

Hay quienes señalan que garantizar el derecho al aborto terapéutico no es una solución al problema de fondo. De esta manera, no se reconocen que el Estado tiene una obligación integral en el abordaje de los casos, lo que incluye el deber de protección de la dignidad, salud y vida de las víctimas.

El avance de discursos opuestos a los derechos humanos es una realidad en América Latina. Existen coaliciones políticas que están impulsado narrativas retrogradas y están destruyendo el avance en materia de igualdad que se tuvo en las últimas dos décadas, quienes están padeciendo las consecuencias de estos, son las poblaciones más vulnerables y precarizadas. Entre ellas, las niñas sobrevivientes de violencia sexual.

En el actual contexto nada se le puede pedir al ejecutivo ni al legislativo. Es la ciudadanía organizada e indignada la que tiene que mostrar su rechazo frente a discursos y prácticas que vulneran los derechos y dignidad de las niñas. Ponerse en el lugar de estas pequeñas, sus familias y pensar en su sufrimiento es una obligación ética que deberíamos asumir responsablemente. Por el momento, la interrupción del embarazo en casos de violación sexual está penalizada. Sin embargo, los casos de niñas víctimas de embarazos forzados vienen siendo atendidas en el marco del protocolo del aborto terapéutico ya que está comprobado científicamente que una gestación o un parto en una niña menor de 15 años, es una situación de riesgo extremo. Es decir, puede llevarla a la muerte o dejar secuelas sobre su salud física y mental.

Hace algunas semanas una niña de 13 años en Junín, falleció mientras era sometida a un parto forzado. Y este es solo un ejemplo de la realidad que viven miles de niñas. Frente a la cual muchos permanecen indolentes. Es tiempo de oponerse a estas injusticias, exigiendo que se apliquen adecuadamente las normas vigentes y se despenalice el aborto en casos de violación sexual. ¡Las niñas no deben ser madres!

 

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Aborto en casos de violación, Políticas de salud, Protección de niñas, violencia sexual

[EN EL PUNTO DE MIRA] Según reportes internacionales sobre violación sexual, somos el tercer país a nivel mundial; y el segundo a nivel sudamericano. ¡Qué situación para más alarmante! Me preocupa por el tipo de sociedad que tenemos. Una sociedad enferma y propensa a estos delitos. Y no solo eso, en muchos casos estos delitos quedan impunes.

¿Qué hace el Estado para erradicar esta situación? Realmente, muy poco. Hay trabajos de sensibilización desde el Ministerio de la Mujer y Poblaciones Vulnerables, pero es insuficiente. Muy insuficiente. Los teléfonos para las denuncias, la mayoría de veces, no están disponibles. Y sus acciones son muy poco visibles. Aparecen solo cuando sucedieron las violaciones y los asesinatos.

Hay que decir la verdad: el Estado ha perdido autoridad y el monopolio de la violencia. Ya no inspira respeto. Esto no solo pasa en el Perú, lo pude apreciar también en varios países occidentales que tuve la oportunidad de conocer, pero con el detalle de que en aquellos países se toman medidas severas para intentar remediar la autoridad estatal.

Debemos poner sobre el tapete las fórmulas para combatir la guerra psicológica y material en la que nos pone esta situación de enfermedad social. ¿Qué medidas tomar? Aparte de las medidas de prevención, hay que poner al debate público la castración o la pena de muerte para estos sujetos. Hay que combatirlos, generar en estos seres abominables sensación de zozobra y arrinconamiento. Dirán: ¿y los derechos humanos? Pues les respondo: derechos humanos para los que creen.

Aparte de ello, el Estado debe establecer políticas de salud mental y de género como políticas transversales a los ámbitos nacionales, regionales y locales. Es prioritario. Para el desarrollo económico de un país necesitamos capital humano con dignidad y en buenas condiciones de salud mental.

¡Es lo que corresponde!

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derechos humanos, Pena de muerte, Respuesta del Estado, violencia sexual

[CARTAS A MANUELA SÁENZ] Querida Manuela,

Estoy de regreso en Lima, la ciudad que tan poco te gustaba. Es mi ciudad, tiene sus fallas, claro que sí, pero a mí me encanta que tenga las montañas y el mar tan cerca. El problema es el tráfico, así como un casco histórico lleno de misterio pero que se está cayendo a pedazos o un río Rímac contaminado. En fin, es una ciudad que no puede más.

Cuando estás en la Amazonía y ves a tantas niñas y niños libres corriendo por la naturaleza no dejo de pensar qué diferentes son de los de la capital. Tengo varios ahijados fuera de Lima y mis comadres, que no bajan de tener 3 o 4 hijos, me piden que me los lleve. Piensan que Lima es el lugar de las oportunidades, que es la Gran Ciudad. No quieren vivir de la pesca, la caza y de sus chacras porque se sienten “primitivos”. Prefieren ir a Iquitos y gastar sus ingresos comprando pollo a la brasa, tomar coca cola y vestir de jean. Eso es ser moderno. No saben que el mundo está girando hacia la naturaleza porque como modernos, no sobreviviremos. Mis comadres me piden que me traiga a sus hijas e hijos a Lima. Yo les pregunto cómo saben si seré una buena persona, si los voy a cuidar, si estarán contentos en la ciudad. Me miran con los ojos bien abiertos.

Nunca quise tener hijos, no los voy a tener y no me arrepiento. Fue mi elección. Converso con mis comadres y les pregunto por qué tanto hijo. Me miran, bajan los ojos y me contestan: “así nos tocó”. A veces creo que son los rezagos de la época del caucho, por eso también la alta tasa de mujeres víctimas de trata de personas con fines de explotación sexual, con un colonialismo que llenó de violencia los bosques y que esta sociedad actual no aporta para cambiar eso. Son patrones que se van arrastrando de generación en generación. En este año, la mayor cantidad de embarazos en niñas y adolescentes fueron en Ucayali y Loreto. El 2022 fue el año con el mayor número de niñas y adolescentes menores de 15 años que se convirtieron en madres en Perú: 1.623 nacimientos cuyas madres tenían entre 11 y 14 años. Para este 2023, esta situación se mantiene, ya que hasta el 1 de junio de 2023, hubo 364 nacimientos cuyas madres tenían entre 11 y 14 años, según el Sistema de Registro del Certificado de Nacido Vivo (CNV).

Tú tampoco fuiste madre, Manuela. Dicen que biológicamente no podías embarazarte. Yo creo que no querías embarazarte de un marido que no amabas, con el que te forzaron a casar y del que pudiste escapar uniéndote a la causa independentista. No en vano fuiste la Caballeresa de la Orden del Sol en Lima el 28 de julio de 1821 y obtuviste los rangos militares de Coronel del Ejército Colombiano, en diciembre de 1824; General del Ecuador, en mayo de 2010; General de Brigada del Ejército Bolivariano de Venezuela, en julio de 2010. En tu historia de vida, con todo lo que lograste, no podrías haber hecho tantos viajes, participado en tantas batallas y acompañado a Bolívar si hubieras tenido descendencia. Conociendo lo leal y apasionada que fuiste, libertadora del libertador, no hubieras podido abandonar a un hijo/a por tus ideales de libertad. La independencia fue tu legado, aunque te lo hayan querido quitar y borrarte de la historia.

La tierra quema, en especial la Amazonía. Regresé a Lima y las temperaturas seguían subiendo. Actualmente están llegando a 40 grados bajo la sombra. Este verano amazónico está tan caluroso que la radiación de los rayos UV llegaron al nivel de 13 en Iquitos, Loreto, siendo el rango más alto el nivel 15. Tuve que quedarme bajo techo y salir al alba y al anochecer. La sensación térmica en algunas zonas de la selva alcanza los 44 grados, es un aire mojado, caliente, el que se respira. Tenemos 11 regiones (Amazonas, Ayacucho, Cajamarca, Cusco, Huánuco, Junín, Loreto, Madre de Dios, Pasco, San Martín y Ucaya) declaradas en alerta. Esta ola de calor ha afectado los ríos y las cuencas amazónicas e inclusive al lago Titicaca. Es el verano en la Amazonía, cuyo clima tropical combina calor y lluvias, pero este verano ha venido sin lluvias.

Los ríos majestuosos han bajado impresionantemente su caudal. El que más me ha impresionado es el río Amazonas, el nivel del agua en la estación Tamshiyacu, donde queda el ACP Ni Meraya, donde trabajo, presenta un nivel de 109.69 metros (1.70 metros por debajo de su valor normal). Es impresionante ver al Amazonas tan pequeño. La estación Santa Rosa presenta un nivel de 55.65 metros (2.15 metros por debajo de su valor normal). Conforme se van dirigiendo al sur, los ríos de la cuenca del Amazonas van disminuyendo su caudal, tanto que la navegación se está volviendo cada vez más difícil.

No me malinterpretes, me encantan los niños, he trabajado años protegiendo sus derechos, por ello, no podemos soportar ni ser tolerantes ante esta ola de violaciones sexuales a niñas y adolescentes, amazónicas en su mayoría. ¿Qué pasa con el sistema de salud y los derechos sexuales y reproductivos de las mujeres en este país? ¿Cómo es posible que estas pequeñas lleguen a tener embarazos tan adelantados, cuando recién las autoridades y sus responsables los identifican? ¿Dónde está el Estado para ellas?  Las mujeres de la Amazonía son violentadas y a nadie le importa. En este año han muerto niñas por embarazos no deseados y otras han sido forzadas a abortos terapéuticos con embarazos bastante avanzados que no solucionan en sí el problema. Se debe evitar que más niñas sean madres. Para ello, se debe transversalizar el enfoque de género, las autoridades locales con sus servicios de asistencia a las mujeres, niñas y adolescentes, así como las regiones que tienen gerencias de la mujer, servicios para las mujeres, Defensorías Municipales de los Niños, niñas y Adolescentes (Demunas) así como las asociaciones de padres de familia, la sociedad civil y los servicios del Ejecutivo coordinen en un solo objetivo: desaparecer el embarazo en niñas y adolescentes. Tal vez por eso la Amazonía arde, porque sus mujeres, sus hijas, están siendo violentadas.

Mientras la Amazonía arde, sus mujeres necesitan con urgencia mejorar sus servicios para que sean integrales a todo nivel de gobierno y la sociedad civil. En Lima Metropolitiana, 22 distritos nos quedaremos sin agua por 48 horas o más. El alcalde de la ciudad ha disuelto la gerencia de la mujer, todas sus comisiones, así como los programas de prevención y atención a mujeres frenando todo lo avanzado, ya que el 2021 la Municipalidad Metropolitana de Lima recibió el Sello de Igualdad de Género otorgado por el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo en alianza con el Ministerio de la Mujer y Poblaciones Vulnerables en miras de llegar a cumplir con el objetivo 5 de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) al 2030. Un país al revés.

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Amazonía peruana, cambio climático, Derechos de las mujeres, violencia sexual

[ENTRE BRUJAS] Durante siglos el patriarcado (no hay que tener temor a nombrarlo) se ha sostenido y reproducido teniendo como base el control del cuerpo, la sexualidad y la reproducción de las mujeres.

Uno de los mecanismos institucionalizados para sostener dicho control son las leyes que sancionan la posibilidad de autonomía. La penalización del aborto es un ejemplo claro.

Este, es un dispositivo que durante siglos no solo ha sancionado la posibilidad de que las mujeres tomen una decisión sobre su cuerpo y proyectos de vida, sino que a la vez les ha quitado dignidad a través de la criminalización.

Las leyes también saben de clases sociales y de estatus diferenciados. Aunque la penalización afecta a todas, tiene un impacto mayor en las niñas, adolescentes y mujeres jóvenes en condiciones de pobreza o sobrevivientes de violencia.

Es decir, las mujeres que tienen recursos económicos y entornos de apoyo pueden acceder a este procedimiento sin poner en grave riesgo su vida y libertad. Quienes no, suelen quedar expuestas a la clandestinidad abusiva y al aprovechamiento de personas inescrupulosas que lucran con la desesperación.

Por ello se dice que la despenalización del aborto es un asunto de derechos, pero también de justicia social. Son las mujeres y niñas pobres, violentadas y en situación precaria las que sufren el impacto de normas sexistas y abusivas.

La penalización del derecho a decidir de las mujeres es un indicador de sociedades machistas y discriminadoras. Pero, la penalización del aborto aún en casos de violación sexual pone en evidencia sociedades indolentes, en donde la dignidad de las mujeres no vale y se vulnera sistemáticamente. Tal es el caso peruano.

En el Perú, el aborto aún en casos de violación se encuentra criminalizado. Es decir, se obliga a las mujeres y a las niñas a continuar con embarazos producto de un crimen atroz. Las dramáticas cifras dan cuenta de ello:

En el 2022 a nivel nacional 1623 niñas entre los 111 y 14 años fueron obligadas a parir, luego de una violación. Hasta agosto del 2023, corrieron el mismo destino 636 niñas.

Criaturas forzadas a ser madres, impedidas de disfrutar de una infancia plena y con ello destinadas a continuar en un circulo de violencia y exclusión.

Feministas y defensoras de los derechos de las mujeres durante décadas han reclamado que el Estado corrija este error, y, despenalice la interrupción del embarazo en casos de violación. Aunque para avanzar en materia de igualdad es importante que esta figura penal desaparezca y no haya criminalización por ninguna causal; se reconoce que es urgente – al menos- proteger a las sobrevivientes de violencia sexual. Es decir, no condenarlas a la tortura de un embarazo forzado. Un mínimo de dignidad aun negado por el sistema patriarcal.

El reclamos de autonomía, derechos y dignidad vuelven a materializarse este 28 de septiembre, fecha en la que desde la Asamblea Verde (espacio de confluencia feminista) se ha organizado una movilización en el marco del Día internacional por la despenalización del aborto en América Latina y el Caribe. Organizaciones, activistas y colectivas feministas se unen para levantar en las calles y públicamente su voz de protesta frente a un Estado indolente. Se exige así que se deje de criminalizar a las mujeres y se brinden garantías para su autonomía.

Una marcha por el derecho a decidir, una movilización para que el Estado garantice el aborto legal y seguro. Una movilización vestida de verde, con pañuelos,  con historias reales de dolor y desesperación  en donde una vez más se vuelve a disputar la libertad y la dignidad de las mujeres.

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Aborto, Derechos de las mujeres, feminismo, Penalización del aborto, violencia sexual

[ENTRE BRUJAS: FEMINISMO, GÉNERO Y DERECHOS HUMANOS] Hace unos días se conoció el caso de una menor de 10 meses que fue violentada sexualmente por su progenitor y producto de este ataque, falleció. Su madre era una adolescente de 15 años. Es decir, habría salido en estado de gestación cuando tan solo tenía 14 años y no tenía la edad para brindar consentimiento alguno, por lo que se habría cometido una violación sexual en su agravio. Esta noticia ocasionó una gran indignación colectiva.

El agresor -pese a haber sido denunciado- se encontraba en libertad. Aunque la adolescente víctima tenía medidas de protección, estas no fueron cumplidas ni garantizadas por las autoridades peruanas. Tampoco se tuvo acceso al Kit de Emergencia[1] que cuenta con un grupo de medicamentos y pruebas para prevenir un embarazo forzado o Infecciones de Transmisión Sexual. Sucedió lo mismo con el acceso a un aborto terapéutico, legal desde 1924[2] para aquellos casos en donde haya un gran peligro para la vida y/o la salud de la mujer.

La violencia sexual en nuestro país es una de las grandes tragedias que tenemos. Cuando analizamos las cifras, estas son más que dolorosas. Parece inútil repetirlas, pero hoy más que nunca necesitamos la sensibilidad de la ciudadanía para exigir respuestas estatales reales y serias para la atención, sanción, prevención y erradicación de esta problemática. Recordemos que es obligación del estado garantizar una vida digna, lo que va en el marco del derecho que tenemos todas las mujeres a vivir una vida libre de violencias.

En el 2022 se han registrado 25 909 (94,7%) casos de violencia sexual en agravio de mujeres. Hasta mayo del 2023, se tiene el registro de 11 085 casos de violencia sexual a mujeres, los que representan 94,5% del total de denuncias.

Así también, en el 2022 se registraron 11 080 casos de violaciones sexuales a mujeres y en el 2023, 4776 casos. En este tipo de violencia sexual, los registros visibilizan a las niñas, niños y adolescentes como los/as principales afectados/as, en lo que va del año se han cometido 3 297 violaciones sexuales, representando al 65,9% del total de denuncias.

Este crimen ha sido considerado por las instancias internacionales como una forma de tortura, así como lo es obligar a las mujeres a continuar con un embarazo producto de esta agresión: embarazos forzados. Diferentes Comités de derechos humanos han recomendado al país que se despenalice el aborto en casos de violación sexual, entendiéndolo como el estándar mínimo con el que se debería contar. Esta medida en parte representa una restitución de la dignidad a las víctimas y no perpetuar más su sufrimiento. Esto ha sido recogido en las recomendaciones hechas por el Comité de los Derechos del Niño, el Comité CEDAW, el Comité de los Derechos Humanos y recientemente en las recomendaciones del último Examen Periódico Universal hecho al Perú por otros estados.

En nuestro país vemos con indignación la recurrencia de la violencia sexual, pero es necesario apoyar acciones que realmente se orienten a lograr que este crimen sea erradicado y proteger a las víctimas.

Despenalizar el aborto en casos de violación sexual es una medida urgente, una deuda histórica del Estado con las mujeres y las niñas. Una medida que, al menos, ayudaría a no exponer a las víctimas  a la extensión de su sufrimiento, salvaguardando su vida y salud.

De otro lado, se necesita romper con la impunidad. Cada agresor impune es un peligro para otras niñas y mujeres. La falla de nuestro sistema de justicia para sancionar estos crímenes impacta directamente en el incremento de otras víctimas.

PREVENCIÓN: si bien queremos sanción, este ámbito es sumamente importante para que estos casos no se repitan, que ninguna otra niña/adolescente o mujer adulta se vea expuesta a esta tortura que daña su vida para siempre. Para prevenir este crimen resulta primordial la educación sexual integral en las escuelas, lamentablemente esta ha sido bloqueada por un congreso antiderechos que responde a intereses subalternos.

Estás medidas a largo plazo son impopulares, en la medida que no brindan soluciones inmediatas, pero sino empezamos a abordar el problema de forma seria y responsable seguiremos lamentando casos. La indignación sin acción no alcanza.

[1] De acuerdo a la Directiva Sanitaria N° 083/2019/DGIESP el “Kit para la Atención de Casos de Violencia contra la Mujer – Violencia Sexual” es un grupo de productos preestablecidos que deben ser entregados en la atención de un caso de violencia sexual y que tienen la finalidad de prevenir embarazos forzados.

[2] Artículo 119° del Código Penal: “No es punible el aborto practicado por un médico con el consentimiento de la mujer embarazada o de su representante legal, si lo tuviera, cuando es el único medio para salvar la vida de la gestante o para evitar en su salud un mal grave y permanente”

 

*Nota realizada con la colaboración de Cecibel Jiménez

 

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Aborto, adolescencia, CEDAW, violencia sexual

Durante el terremoto del 2007, como en las inundaciones provocadas por el niño costero, se registró un aumento de los casos de violencia de género, especialmente de violencia sexual. Un nuevo escenario de catástrofe como el que vivimos actualmente con el Ciclón Yaku vuelve a generar la alerta. Pero una vez más, nos encuentra sin mecanismos estatales establecidos para la atención de uno de los principales problemas que tiene el país que registra más de 25 000 denuncias por violencia sexual al año en agravio de mujeres, siendo que para el 2022, 11 080 eran de violación sexual y de estas, 7614 en agravio de niñas y adolescentes.

La solidaridad ciudadanía es aplaudida, sobre todo la relacionada con dotación de alimentos para la población afectada. Sin embargo, hay necesidades que son invisibles en estas circunstancias pero que exponen y agreden a las personas más vulnerables y cuya atención es responsabilidad estatal.

Urge un protocolo de actuación específico para estos casos, que involucre la participación ciudadana y contribuya a la lucha contra la violencia y la discriminación.

 

[1] Artículo 8 del Reglamento de la Ley N°30364 – “Ley para prevenir, sancionar y erradicar la violencia contra las mujeres e integrantes del grupo familiar” que reconoce como una modalidad de violencia a la violencia en conflictos sociales.

[2] Recomendaciones del Comité CEDAW al estado peruano en el marco de su noveno informe periódico, párr. 24, h).

[3] Recomendación General N°37 del Comité CEDAW, párr. 56.

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Ciclón, desastre natural, violencia sexual

Cuando las autoridades tienen afirmaciones como las expresadas por los congresistas, se convierten en cómplices de la violencia, pues reproducen la cultura de discriminación que agrede diariamente a las mujeres.

El actual Congreso de la República es expresión de aquellos sectores sociales que promueven pensamientos machistas, con débiles valores democráticos,  que odia a las mujeres y sus luchas. No sé si es el peor congreso que hemos visto, pero si uno de los más degradados éticamente. Vergüenza nacional.

 

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Congreso de la República, violencia sexual

Hace 7 años, fui a ver una obra de teatro, escrita por Mariana Silva Yrigoyen, llamada “Sobre Lobos”. La obra, ganadora del concurso de dramaturgia “Sala de Parto”, relataba la historia de una joven de 24 años que, un día cualquiera, regresando a su casa de la bodega, fue seguida por un carro con dos hombres adentro que la secuestraron y violaron por varios días de manera violenta, hasta que finalmente la protagonista logró escapar. 

En el monólogo final de la obra, interpretado de manera impresionante por Gisela Ponce de León, se relataba una escena de violación sexual masoquista, que terminó por darme un ataque de pánico. La crudeza con la que se relataba la violación fue tal, que sentí que me quedaba sin aire y me desmayaba. Tuve que taparme los oídos para dejar de escuchar, y salir de la sala.

Por mucho tiempo me pregunté por qué me había impactado tanto una escena de aparente ficción, considerando que yo, una joven limeña bastante privilegiada, no había vivido nunca una experiencia de este tipo. Con el tiempo llegué a la conclusión de que cualquier mujer que vive en Lima sabe que la posibilidad de ser víctima de violencia no es ficción, sino un riesgo que puede volverse realidad en cualquier día de mala suerte y “poco cuidado”.

7 años después de ver “Sobre Lobos”, leí ayer en Twitter un testimonio compartido por la excandidata al Congreso Narezcka Culqui, que relataba: “Una de mis mejores amigas fue secuestrada y abusada sexualmente en grupo casi 12 horas, el hecho ocurrió en la Av. Habich y el hotel donde la llevaron quedaba en Pista Nueva, el carro que se la llevó era una camioneta negra”. 

Culqui, conmovida por la noticia, relata en un hilo como ella, en por lo menos dos oportunidades, fue también seguida por un carro cerca de la misma avenida cuando sacaba a pasear a su perro en las mañanas. En ambas ocasiones, felizmente, la excandidata al Congreso logró escapar, auxiliada por otras personas. En respuesta a este testimonio, muchas mujeres comenzaron a compartir los suyos: más de una había sido seguida y perseguida por un carro con hombres dentro, en distintos distritos de Lima. La mayoría había logrado escapar a tiempo, a diferencia de la víctima cuyo caso se compartió en Twitter, y la protagonista de la obra “Sobre Lobos”. Mi mente regresó al ataque de pánico que tuve en el 2014: no es ficción. Nunca fue ficción. Es la amenaza de ser mujer joven en Lima en su más brutal expresión.

12 horas de violación. Pasó, pasa y seguirá pasando. ¿Qué tenemos que hacer para que esto deje de ocurrir? ¿Qué tiene que pasar para que este caso nos indigne hasta las lágrimas, o hasta quitarnos el aire? Hace unos años, miles de mujeres salimos a las calles a gritar “Ni una menos”, conmovidas por dos casos de violencia de género también brutales. Me parece que este caso amerita una movilización similar, con exigencias claras y concretas, como justicia para la víctima, especial resguardo policial en las zonas donde esta modalidad se ha vuelto recurrente, capacitación en las comisarías para casos de violencia de género, entre otras.

Una ciudad donde una mujer no puede salir a pasear a su perro sin terminar secuestrada y violada es una ciudad en la cual simplemente no podemos vivir ni un día más. Basta.

*Las opiniones expresadas en este documento son de exclusiva responsabilidad del autor y pueden no coincidir con las de las organizaciones a las cuales pertenece.

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mujeres y niñas, Ni una menos, violencia a la mujer, violencia sexual
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