Cine

El refinamiento visual y la estética glamourosa de Just Jaeckin se manifestarían también en su siguiente película, “Historia de O” (1975), mucho más polémica que “Emmanuelle” y considerada en la actualidad como un clásico del sadomasoquismo. Adaptada de una novela publicada en Francia en 1954 bajo el seudónimo de Pauline Réage, la historia es como sigue. Por requerimiento de su amante, interpretado por Udo Kier, O (Corinne Cléry) acepta incondicionalmente ser llevada al castillo de Roissy para ser objeto de humillaciones, latigazos y castigos mientras es sometida sexualmente. En su búsqueda de amor y placer, O aceptará convertirse voluntariamente en una esclava sexual, pasando a ser de propiedad de Sir Stephen, de quien termina enamorándose.

Como en su película anterior, Just Jaeckin se muestra más preocupado por la estética de las imágenes que por el contenido moral del relato. Y son precisamente los paladines de la moral quienes se opusieron a una obra que, tal como está contada, no pretende transmitir un mensaje ni ser modelo de comportamiento, sino simplemente narrar una historia cargada de erotismo dentro de los cánones de la belleza y el arte. Allí reside su legitimidad, y la obra final puede estar sujeta a múltiples interpretaciones.

No obstante que en el film la presentación de los actos sexuales no es detallada ni mucho menos obscena, se consideró la película —debido a su temática, estética y suntuosa puesta en escena— como parte de la corriente del porno chic de los años 70. Es de notar que la escena final, donde O es presentada en sociedad vestida sólo con una máscara de pájaro, será adaptada por el renombrado cineasta Stanley Kubrick en su último film “Ojos bien cerrados” (“Eyes Wide Shut”, 1999).

En Alemania se consideró que “Historia de O” justificaba la existencia del género femenino sólo en cuanto objeto de placer de los varones. En consecuencia, hubo en 1975 protestas de mujeres porque supuestamente el film denigraba al sexo femenino. En Berlín las mujeres llegaron incluso a arrojar bombas apestosas en las salas de cine y a orinar en las butacas. En Bonn una mujer se encadenó simbólicamente a un falo gigante de cartón piedra. Y finalmente, en 1982 la película fue incluida en el índex de medios peligrosos para la juventud, con la consecuencia de que la versión completa del film no podía ser publicitada ni comercializada abiertamente, aunque sí versiones con los cortes indicados por la censura. La película fue sacada del índex recién en el año 2008.

Tras apuntarse otro éxito de público con “El amante de Lady Chatterley” (1981), película considerada por Sylvia Kristel como la mejor en la que ella ha actuado, Just Jaeckin se retiró de la dirección cinematográfica tras rodar “Gwendoline” (1984), una adaptación de un cómic para adultos con una historia que buscaba emular en tono de comedia las aventuras de Indiana Jones, pero con muchas escenas de lúdico erotismo, interpretadas desenfadadamente por la actriz estadounidense Tawny Kitaen y la actriz francesa Zabou. Otra vez el estilo prima sobre la sustancia, y la valoración del film dependerá del gusto y criterio de cada uno.

Lo cierto es que Just Jaeckin —quien durante lo que le quedó de vida se dedicó a lo que más le gustaba hacer: la fotografía y la escultura— creó con sus exitosas películas eróticas un precedente, estableciendo definitivamente que la presentación del sexo en la pantalla grande no tiene por qué ir reñida con el buen gusto y la belleza artística. Lo cual no han aprendido hasta ahora los cristianos conservadores fundamentalistas, que siguen creyendo que cualquier representación de la sexualidad en el cine sigue siendo una cosa obscena, un pecado que conduce a la perdición.

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Cine, erotismo

Una película de terror con múltiples posibilidades es la forma de capturar la atención y mantener el suspenso. Algo parecido ocurre en la nueva entrega de La Huérfana. Esta vez es un viaje al pasado previo al clásico del cual ya ha pasado más de una década desde su estreno. Viajamos de regreso a Rusia, y ya no hay una intriga alrededor de esta niña. Ya sabemos que es más bien una mujer adulta atrapada en el cuerpo de una niña por una extraña enfermedad, y además completamente trastornada por estos traumas. 

Luego de escapar del manicomio donde está reclusa, se hace pasar por una niña de nuevo y engaña a unos padres en Estados Unidos que andan buscando a su hija secuestrada hace muchos años. Hasta ahí todo es básicamente la misma película. El giro que da entonces abre una serie de posibilidades para la trama que debo decir fueron totalmente inesperadas para mi. Estaba esperando otro tostón previsible donde esta niña malota es la amenaza de una bonita familia americana. Pues aquí no hay nada de eso. 

Lo que sí hay es mucha violencia gráfica y sesos saliendo de las cabezas. También hay muchas risas. Cuántas posibilidades hay de que se vea real a una actriz de 25 años haciendo de una mujer de 31 años pretendiendo por una enfermedad ser una niña de 9 años. Cuán ridículo pueden ser enfrentamiento físicos, peleas, patadas y ataques directos de esta pseudo niña hacia otros personajes adultos. Es un personaje diabólico improbable no por su naturalez aisno porque su sola existencia es totalmente absurda. 

Bárbaro te da miedo, angustia y te indigna en grandes cantidad. La Huérfana te da mucha risa. Y se agradecen ambas emociones, incluso cuando no te lo esperas. En la segunda, la gran pregunta es, si nos estamos riendo de la película o con la películas. Quizás la intención de los creadores haya sido hacer el completo ridículo. Por algún motivo, lo descabellado de su premisa, y en eso se parece mucho a Bárbaro, la hace ser extrañamente interesante. Pero al final no importa por qué nos da risa. Si estamos dispuestos a experimentar angustia extrema, también deberíamos agradecer cuando algo da grandes dosis de auténtica comedia.

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Cine, Crítica

En lugar de ser un personaje atrapado en una tragedia casi de suspenso, Kya está encerrada en un universo paralelo, coreografeado por un desacertado video musical de Taylor Swift. Los diálogos parecen haber sido escritos con la armonía de un sacerdote. El mundo de nuestra protagonista no tiene dientes ni crudeza alguna, la estética rutinaria de cualquier película post-The Notebook. Parece, en resumen, haber sido creada por un comité de Instagrammers. 

Aun con todo ese decorado, que por supuesto favorece a los distribuidores de películas en América Latina para vender esta película como una desgarradora historia de amor, si le quitamos todo el maquillaje, La Chica Salvaje logra transmitir el mensaje de su fuente literaria original. Puede que todo el rimmel y los polvos impida incluirla en la lista de películas promoviendo el movimiento para la erradicación del abuso contra las mujeres. Pero para aquellos capaces de leer entre líneas, sentirán el hastío hacia unos hombres criminales y la moraleja proactiva de una mujer entregada a la supervivencia en un entorno que solo pretende oprimirla.

Por desgracia, esta historia perfecta para ir al cine, ha sido demacrada y prostituída. Le han extraído toda la esencia y la han convertido en algo tan banal y sin sabor como una frío tronco en medio de la ciénaga. Hay mucho por rescatar, aún así, si uno elige consumirla con el sentido correcto.

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Cine

Esta muestra es un acervo de información valiosa de nuestra historia. El pasado nos debe alimentar para en el futuro tomar acciones, en este caso, ver cómo podemos generar políticas que fomenten no solo el arte, sino también la participación de la mujer en labores creativas. La Ley 19327 derogada en 1992 cambio las condiciones y hasta la fecha no hay una clara visión como país de lo que deseamos del séptimo arte. La muestra física ya no se encuentra en la galería del Centro Cultural de la PUCP, pero toda la información permanece virtualmente en la página www.festivaldelima.com, como los perfiles de las 1100 mujeres Rebeldes y Valientes que se dedicaron a abrir el camino para que las nuevas generaciones alcancen sus sueños.

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Cine, cine peruano, Festival de Cine de Lima, PUCP

Toda esa lucha entre sociedades podría ser un cine aburrido y soso, o incluso ridículo. Peele logra darle un robusto, entretenido y cautivador giro a su cine. Hay, en principio, un enorme respeto por la audiencia al producir una película fastuosa, con una calidad basada en el preciso detalle, como Kubrick o Scorsese. La fotografía y la edición de sonido en particular están impecables. Y aún más, Peele no está todo el tiempo tirándote en la cara titulares llamativos; más bien se toma los tiempos ondulados de la comedia para dejar espacio a la reflexión y la contemplación.

El gran logro del cine de Peele es que sus películas poseen dos capas. La profunda y analítica interpretación de la realidad, cargada de crítica social y deconstrucción de estereotipos. Esa visión es poderosa y se convierte en una línea narrativa presente en toda la convulsión de elementos característicos del uso de géneros como la ciencia ficción o el terror. Y está la menos profunda óptica de una avalancha de acciones y sucesos originales, nunca antes vistos en el cine. Esa exploración por el vértigo, para entretener a pesar que uno entienda poco o nada el rollo filosófico encubierto.

Aún si tu intención es la reflexión profunda, o si más bien quieres simplemente pasarla bien, Peele es el artista de masas para todos los públicos. Y está aquí, y es contemporáneo, y ha venido para ser una realidad. 

 

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cartelera, Cine, Películas

¿Es eso suficiente para una película de género en pleno 2022? Probablemente no. No me basta que sea tan honesta y tan directa en su temática. Si se logran interpretar bien, las alegorías son exquisitas. Tal vez haya que ver la película un par de veces antes de comprenderla del todo. Sin embargo, sin un acompañamiento narrativo idoneo -nada de esto existe-, parecen solo cosas extrañas ocurriendo y la distracción invade a la audiencia. Ahí está una secuencia de hombres dando a luz a otros hombres como un ciclo de la repetición de la violencia machista, como una idea intensa y potente, pero demasiado distópica. El asco de la crudeza gráfica también distraen demasiado. 

También es un problema del trabajo narrativo la falta de profundización en el personaje de Harper. Solo le pasa una cosa realmente, la muerte del esposo, y no se sabe quién es en la vida más allá de la esposa de este hombre que murió. Quizás eso haya sido parte de la decisión de toda la temática, que ella no sea más que eso. Pero si el personaje ancla de la película no cuenta con una historia atractiva hacia la audiencia, pasa a simplemente no ser importante para nadie. Y el suspenso generado alrededor suyo, el estar pendientes de que no le pase nada a esta víctima, no se logra con facilidad porque no se trabaja el vínculo emocional hacia ella.

En tanto avance el metraje con mucha sangre y terror sin suspenso, uno se da cuenta que la película no hace honor a la complejidad de su temática. Quizás sea la primera obra de Alex Garland que muestra al mundo más simple de lo que realmente es. Eso no es un cumplido, es una tragedia. Quizás él mismo no entienda bien el problema de fondo real y concreto, a pesar de haber elegido esta temática para su tercer largometraje. Parece una película hecha para iniciar conversaciones y argumentos, pero no logra ser significativa en su análisis. 

Men -que cuenta con un trailer muy cautivador- pierde todas las oportunidades de tener la creatividad y el talento en servicio de una interpretación contundente sobre el terror permanente que viven las mujeres en una sociedad aún manipulada por los hombres. La película parece no tener ninguna historia real entre bambalinas, ninguna idea de cómo ser contada con efectividad. Es más bien un momento de trauma y un viaje a las pesadillas. Y eso, aunque parece un espectáculo complejo y superproducido, resulta muy poco.

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Cine, Películas
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