Pero, además, es necesario que se emprendan reformas estructurales relevantes que evidentemente este gobierno no va a llevar a cabo (porque no va a emprender ni una sola reforma, ya está más que visto): descentralización, salud pública, desmontaje de normas antimercado, etc. Esa es la cifra del destino político que por el momento le toca al Congreso.
A esa derecha, la calle jamás la va a acompañar. No hay activismo posible allí. Tiene que despertarse, por ello, una movilización liberal -pensamiento que ya cala hondo en la tecnocracia, en la opinión mediática, en colectivos universitarios-, para que recién madure una resistencia popular a la pavorosa mediocridad e inmoralidad implícitas en el gobierno actual, y que bien merece ya un rotundo rechazo ciudadano en avenidas y plazas. Solo una causa liberal puede activar esa movilización, no las rancias pancartas del conservadurismo.