Educación

[En la arena]

En homenaje a nuestros muertos

Sea en La Libertad o en Madre de Dios, la criminalidad vinculada con la minería ilegal funciona con redes de trata, extorsión y tráfico de insumos químicos. Estas organizaciones criminales se asentaron durante la pandemia del Covid-19 y este gobierno no tomó ninguna medida para combatirlas, tampoco el gobierno regional de César Acuña. Mientras tanto, en Lima, la policía anuncia mensualmente que ha capturado nuevas bandas de sicarios y extorsionadores, de manera que en lugar de decrecer parecen multiplicarse. Las organizaciones mineras que acabaron con la vida de 13 peruanos secuestrados, están compuestos por hombres maduros: según los estudios (Superintendencia de Banca, Seguros y AFP  (2923)se encuentran entre los 25 y 60 años, mientras que en Lima, según la policía nacional, 1 de cada 5 bandas está integrada por adolescentes. En todos estos casos, el 95% de sus integrantes, son hombres. 

¿Cuántos de ellos (a quienes si sumamos seguro superaremos de lejos el millón de peruanos) podría conseguir un trabajo para mantener a su familia o estudiar una carrera universitaria? Para siquiera mantenerse. 

Los últimos resultados de la Evaluación Nacional de Logros de Aprendizaje (ENLA 2023) han mostrado que en las zonas rurales de La Libertad, sólo el 7% comprende lo que lee. En Madre de Dios, ni siquiera el 9% de hombres de toda la región lo comprende. La OCDE culpa su bajísimo nivel de aprendizaje al asistir a escuelas con mala infraestructura, falta de materiales y docentes poco capacitados, tanto como a los obstáculos del entorno familiar: la pobreza, la condición de migrante, y las largas distancias en zonas rurales. (2016)

Dejando de lado el supuesto llamado a guerra de la presidenta de la República, Urge detenernos en estas elecciones en el ámbito de la pobreza, porque es la pobreza la violenta. Y la violencia nos tiene bajo amenaza. Niñas, niños, jóvenes viven en familias constituidas por frustrados adultos que agonizan en trabajos opresivos, dejándolos crecer desnutridos, a golpes o en abandono, reduciendo sus capacidades cognitivas y atentos al tráfico de armas, a la trata laboral y sexual, y a la extorsión que está ahí, a la vuelta de la esquina.   

Son muchos los estudios acerca del impacto emocional, personal y social que acarrea tanta violencia, más aún en aquellos en las que jamás se detuvo desde sus primeros días de vida. Niños en quienes de inmediato emergen problemas de salud mental, adolescentes que viven en permanente desconfianza, con baja autoestima. Con miedo, estrés, y ansiedad, conmovidos psíquicamente, recluyéndolos o encendiendo sus venganzas. Ahí donde la violencia crece. 

Si queremos darles una alternativa a nuestros jóvenes, en las próximas elecciones, un criterio que podemos esbozar sea quizá aprender a NO votar por quien produzca y prometa más violencia. Habrá mucha información falsa. Acusaciones mutuas, acalorados debates. Y tanto nosotros, como nuestros jóvenes, necesitamos espacios de calma para pensar. ¿Cómo resolvemos la pobreza, la carencia de estudios, de trabajo, de atención para que la extorsión se rinda? Este voto tiene que ser uno pensado. Escuchemos qué proponen a los jóvenes y si será posible. Hay una generación a la que debemos (también porque estamos en deuda) rescatar. Votemos, con ellos, por la justicia. 

La fotografía es del Estudio Gálvez Monteagudo. 

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Congreso, Educación, Morgan Quero

[El Minedu y su realidad virtual] Con varios contratos a personas dedicadas a las redes y hasta el uso del exfotógrafo del despacho presidencial, el Ministerio de Educación utilizó aproximadamente doscientos mil soles para intentar maquillar su imagen en las redes sociales.

En lo que podría interpretarse como una actitud desafiante, diversos ministerios, e incluso la propia Presidencia del Consejo de Ministros (PCM), parecen haber decidido ignorar el descontento que tiene la mayoría de peruanos con el manejo de sus respectivos sectores y despilfarrar el presupuesto asignado para el 2025 en privilegios y otros gastos innecesarios.

Durante las últimas semanas, Sudaca y otros medios han informado sobre los elevados montos que la propia PCM y el Ministerio del Interior han destinado para contratar a personas que retoquen las fotografías de sus eventos, expertos en manejar sus redes sociales y hasta un entrenador para el personal administrativo. En los informes titulados LOS INFLUENCERS DEL MINISTERIO DEL INTERIOR y EL GOBIERNO DE LA VANIDAD se han detallado en profundidad estos casos.

Pero, lamentablemente para los intereses del Perú, no son los únicos. El Ministerio de Educación, cuya cabeza es uno de los ministros más cercanos a la presidenta Boluarte, tampoco ha desaprovechado la oportunidad de destinar grandes cantidades a áreas que, indiscutiblemente, no se podrían calificar como las prioridades del sector educación.

¿A DÓNDE SE VA EL PRESUPUESTO?

Mientras diversas problemáticas como la deserción escolar y los más de cuarenta y seis mil niños que no van al colegio, cifra que reportó la Defensoría del Pueblo en 2024, demuestran que el sector educación no atraviesa su mejor momento, para el ministro Morgan Quero y quienes acompañan su gestión pareciera que existen otros temas por atender primero.

Al igual que ha ocurrido con la Presidencia del Consejo de Ministros y el Ministerio del Interior, Sudaca ha podido encontrar que en el Minedu se emiten generosas órdenes por servicios que se enfocan en reflejar una eficiencia que realmente no caracteriza a la actual gestión del Ministerio de Educación.

Uno de estos casos se puede observar en dos órdenes emitidas este año 2025 por un servicio de asistencia técnica para la gestión digital y coordinación de redes sociales. Por este trabajo, el Ministerio de Educación ha desembolsado un total de treinta y dos mil soles en lo que va del año. Aunque si se cuentan dos órdenes de servicio del año pasado, este montó alcanza los setenta y siete mil soles. 

Cristian Rebosio  

Pero en el Minedu esta cifra no parecía suficiente. El pasado mes de febrero, este ministerio emitió otra orden de servicio a nombre de Nelly Janett Moquillaza Bolaños por el concepto de un servicio de asistencia técnica comunicacional en las estrategias de contenido y publicación en las redes sociales. Por este encargo, el monto a pagar fue de trece mil soles, con lo que se acumula un total de veintiséis mil soles durante este 2025.

El Minedu y su realidad virtual 

Desde la llegada del ministro Morgan Quero, en abril del año pasado, el Minedu le ha pagado a Moquillaza más sesenta y nueve mil soles por estos servicios relacionados con las redes sociales del Ministerio. Pero, si se contabiliza desde el inicio del gobierno de Dina Boluarte, la suma de dinero llega a casi cien mil soles, lo que incluye los periodos de Magnet Márquez y Miriam Ponce a cargo de la cartera de Educación.

Cristian Rebosio 

FOTOS PRESIDENCIALES

Semanas atrás, Sudaca reveló que la Presidencia del Consejo de Ministros destinaba varios miles de soles en pagos por las fotografías de los eventos y conferencias. Sin embargo, no son los únicos en darle una buena parte de su presupuesto a este fin. En el Ministerio de Educación, no escatimaron a la hora de conseguir buenas fotos de sus actividades públicas.

Según pudo revisar Sudaca, desde que Morgan Quero está a cargo, el Minedu ha invertido poco más de ochenta y siete mil soles en órdenes de servicio para el fotógrafo profesional Luis Alfonso Elías Alfageme, quien casualmente venía de trabajar en el despacho de la presidenta Dina Boluarte.

Cristian Rebosio

NI ASÍ SE SALVA

No obstante, esta considerable inversión que busca mejorar la cuestionada imagen del ministro Morgan Quero y del propio Ministerio de Educación en las redes sociales está lejos de ser un objetivo cumplido. Paradójicamente, ha sido el propio titular del sector quien se ha encargado de destacar en Tiktok y X por sus desafortunadas declaraciones. 

Un ejemplo de ello es lo ocurrido a inicios de abril, cuando Morgan Quero se convirtió en noticia cuando visitó un centro de educación básica especial y no tuvo mejor idea que finalizar su discurso al grito de “¡Que viva el autismo!”.

Meses atrás, Quero Gaime también fue tendencia en las redes sociales, donde pretende destacar, por los motivos equivocados. En aquella oportunidad, una periodista le hizo una pregunta con respecto al Día de los Derechos Humanos y las víctimas de la represión durante el gobierno actual, ante lo que el ministro sólo atinó a responder que estos derechos “son para las personas, no para las ratas”. 

 Las redes sociales se han convertido en una herramienta que los ministerios no pueden dejar de lado en su estrategia de comunicación. Sin embargo, los elevados montos que se pagan y que distan tanto de la calidad del trabajo que se ha entregado al país lleva a pensar que hoy las prioridades están en fabricar una realidad virtual y no en mejorar el presente del sector educación.

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Dina Boluarte, Educación, Minedu, Morgan Quero

El tema de la educación no es una broma. Las consecuencias de una mala educación pueden llegar a resultados tan graves como el de la propuesta económica de los aranceles de Donald Trump. Lleno de errores (como poner un país deshabitado en la lista de amenazados), con montos resultado de una fórmula que ningún economista aceptaría, estas medidas comerciales van a afectar la economía mundial, agravar la crisis socioeconómica estadounidense y beneficiar a los empresarios que se empoderan durante las oleadas de quiebra y recesión económica. 

La Educación (para unos una forma disciplinaria de la población productiva; para otros, una ética, un aprendizaje de ciudadanía) es una pieza fundamental para los modelos de sociedad que siguen los gobiernos, y que idealmente debieran acordarse entre la población y sus estados. Hasta el día de hoy, una buena educación asegura que una sociedad tenga profesionales inteligentes, agudos y creativos al mando del país y sus servicios públicos, como la seguridad y la salud; más aún cuando estamos sintiendo las consecuencias agrícolas y sanitarias del cambio climático, el crimen organizado y la migración mundial. 

Son pocas las sociedades que han conseguido un acuerdo educativo que garantice en el presente y el futuro buenas políticas públicas. Y es que la democracia no es fácil: representa al pueblo, y el pueblo siempre tiene un buen porcentaje de población que vive de la política y que con astucia disfraza sus limitaciones cognitivas y profesionales para su beneficio económico. Cualquier parlamento o asamblea del mundo es un diáfano espejo de la real política de su país. Y de inmediato trasluce el sistema educativo que han conseguido. 

En el Perú los modelos de sociedad se han impuesto desde los grupos económicos que llegan al gobierno. El gobierno civilista, la dictadura de Odría, la revolución de Velasco, y la dictadura de Fujimori han tenido un modelo de sociedad manifiesto, que compartían en sus discursos, en ceremonias, en inauguraciones. Cada uno de esos modelos incluyó una reforma educativa. Y cada una de las reformas comenzada con entusiasmo (centralizando la educación, modernizando las universidades, integrando a la población indígena) terminó de mala manera. La centralización de la educación pública devino en un sistema que solo funcionaba para la capital, las universidades y escuelas se convirtieron en focos de violencia política, y se contrató a personas sin formación superior para responder a la cobertura de enseñanza. La mala educación culminó en el Partido Comunista Sendero Luminoso, en el terror que causó, en la respuesta del gobierno peruano y la guerra desatada. Miles de peruanos muertos, desaparecidos, mujeres violadas y asesinadas. Masacres por doquier. 

En ese contexto, la reforma educativa neoliberal de Fujimori esperanzó la transformación de nuestro sistema educativo de la mano con el Banco Mundial. Se anunciaron nuevos tiempos de paz y ciudanía. Más aún después de que el gobierno de Valentín Paniagua iniciara un trabajo conjunto con las universidades e institutos de investigación para resanar el gobierno de la corrupción montesinista y construir un estado serio y profesional. Con la educación pública como norte, los siguientes gobiernos fortalecieron el modelo por competencias, se añadió la meritocracia y se exigió titulación a docentes; se construyeron escuelas, colegios de alto rendimiento, se creó un sistema de becas para estudiar dentro y fuera del país. Fuimos mejorando en las pruebas internacionales y parecía haberse vencido con la Sunedu la corrupción en las falsas universidades que el parlamento de Fujimori fomentó.

Pero una crisis se anunció cuando los congresistas del fujimorismo y sus aliados se dieron cuenta de que podían tomar el poder del país a través de distorisones legislativas y comenzaron a acusar a los intelectuales afines a la reforma de ser caviares. Podemos considerar que su golpe parlamentario se inició tras la censura a Pedro Pablo Kuczynski y se cristalizó con la defenestración de Vizcarra y la cerrada defensa a Dina Boluarte. Y que uno de sus puntos clave, con apoyo de los medios de comunicación aliados, ha sido la merma de nuestro sistema educativo: leyes contra Sunedu, contra el contenido de los planes de estudio, la entrega de prorrogas a la falta de titulación. Agravada con la pandemia, aumentó la brecha con las zonas rurales, la deserción escolar se disparó, sobre todo por embarazos adolescentes, y hasta el analfabetismo ha retornado.

Hoy, con el Poder Ejecutivo en sus manos, el Congreso permite que un ministro como Morgan Quero, que solo defiende a la presidenta, pero no a las niñas abusadas sexualmente por sus docentes, que da vivas al autismo y que considera ratas a las personas asesinadas durante la masacre de los primeros días de su presidenta, ya lleve más de un año a la cabeza del sistema educativo de nuestro país. 

En las próximas elecciones, 2 millones y medio de adolescentes votarán por primera vez. Aún es tiempo de enseñarles de qué políticos tendrán que defenderse. 

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Congreso, Educación, Morgan Quero

En el Perú, coexisten diversas maneras de entender, divulgar y enseñar su Historia. En las universidades, por ejemplo, prima una mirada crítica que estudia las tensas condiciones en las que se produjeron los acontecimientos que redefinieron nuestra sociedad, sus culturas, el devenir del país. En los colegios es distinta y diría casi opuesta la enseñanza de la Historia, porque uno de sus objetivos es sembrar en cada nueva generación cariño y admiración por un pasado común, así como el rechazo a ciertas malas decisiones (según los principios de su docente), lo cual nos habría de fusionar eficientemente en una comunidad nacional. Y en el mercado cultural, la apuesta es hacer de todo ello una atractiva producción de héroes y episodios históricos que entusiasme al público, que ofrezca patrióticas tendencias y que eluda, salvo que sea conveniente, el surgimiento de debates (cosa algo contradictoria con la democracia, que requiere de la convivencia de posturas opuestas para producir nuevas ideas, nuevos futuros). 

Hasta hoy en nuestro país sólo el 16% de peruanos ha tenido acceso a la educación superior; muchos de ellos en universidades que actualmente carecen de licencia para funcionar por no cumplir con los niveles mínimos de calidad en la formación que ofrecían. Con esta evidencia en mano, debemos tomar conciencia de que la manera como en Perú comprendemos la Historia queda en manos de nuestro sistema educativo escolar, que, como bien sabemos, envía a las zonas más empobrecidas a los docentes con menor calidad a enseñar en una lengua impuesta que sus estudiantes rara vez consiguen dominar. Espacios rurales donde la Historia ha persistido no como reflexión, sino como culto por las fiestas o como idealización de los (cada vez menos) personajes históricos, capaces de encender el patriotismo.

Si incluimos dentro de los temas de Historia, el nacimiento, la fragilidad y la protección de la Democracia y los derechos ciudadanos, nos encontraremos con que la mirada crítica universitaria es compartida por una pequeña élite de hablar cifrado y desafiante, una élite escindida del resto, de la enorme mayoría, que bajo la mirada escolar asume la democracia como el responsabilizar a un otro ante las necesidades patrias, un otro a quien espera elegir como heroico líder, un Milei que de sopetón acabe con todas las necesidades posibles. Hechos y no palabras. 

En todo el continente americano, la democracia demoró hasta avanzado el siglo XX en decidir quiénes debían participar o no, quiénes serían reconocidos como ciudadanos (como las mujeres), pues había población étnica sometida a trabajos forzados y mal remunerados. Uno de los recursos fue, y no casualmente, el ser analfabeto. Hasta avanzado el siglo XX, se utilizó el mantener fuera del sistema electoral a la población indígena o afrodescendiente restringiendo su acceso a la educación. En Estados Unidos hasta 1965, en Perú hasta 1979.

Actualmente, en los países donde el sistema democrático funciona a cabalidad, cerca de la mitad de la población tiene educación superior y en las comparaciones de rendimiento escolar, sus estudiantes sobresalen. En los países donde buscamos dirigentes extremistas, de recursos violentos que persiguen la reelección para imponer su patriótica ideología, como Bukele o Morales, menos de la cuarta parte ha tenido acceso a la educación superior y las pruebas de evaluación escolar dan resultados de estancamiento.

Hoy, cuando después de haber luchado por su reducción, veinte años después nuevamente el 22% de mujeres rurales son analfabetas en Perú, cuando la élite intelectual (esa que Wright Mills, en La élite del poder, creía heroicamente capaz de detener a los corruptos y salvar la democracia) ha constreñido a su lenguaje académico la enseñanza crítica de la democracia, ¿le importa a la población que tan sólo terminó primaria o con suerte hasta la secundaria, la lucha por sus derechos a una vida plena?, ¿se preocupará por la captura de los Poderes del Estado? ¿Cómo hará esa electora, la que se encuentra más lejos de cualquier aula universitaria del Perú, para saber por qué sus gobernantes la amenazan para que no proteste y tan sólo produzca? 

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“Los egresados de nuestra universidad, que por sus altas competencias han obtenido las becas Generación del Bicentenario, van a poder completar su formación académica en instituciones de altísima calidad educativa y tendrán la oportunidad de vivir en un hábitat diferente, añadiendo a su formación profesional una experiencia de inmersión e internacionalización total”, señaló la doctora María de los Ángeles Fernández Flecha, jefa de Internacionalización Académica de la Dirección Académica de Relaciones Institucionales (DARI).

En la imagen: Diana Estrada, Joselyn Salinas y Sergio García

Nuestra egresada en Comunicación para el Desarrollo, Diana Estrada, nos comenta que cursará la maestría en Public Administration in Development Practice de la Universidad de Columbia, para resolver problemáticas a través de políticas públicas. “Los cursos y oportunidades de hacer prácticas y proyectos me ayudarán a tener una visión global de problemas y de soluciones de desarrollo, y me ayudarán a aplicarla, posteriormente, en la sociedad peruana”, nos dijo.

Así como Diana, los demás becados de la PUCP manifestaron que la motivación principal de estudiar en el extranjero es obtener nuevos conocimientos y experiencias que luego sirvan a nuestro país.

Es el caso de Sergio García, abogado especializado en derecho corporativo, quien alcanzó su sueño de ingresar al Master of Laws (LLM) International Business and Commercial Law en la Universidad de Manchester. “Tengo varios planes y proyectos: una idea general es reforzar las relaciones entre América Latina y el Reino Unido. Como abogado puedo contribuir a ese refuerzo a través de la práctica profesional, la investigación académica y la docencia”, explicó.

Desde su fundación, la Pontificia Universidad Católica del Perú se comprometió firmemente en la formación de profesionales que contribuyan al desarrollo nacional. Por esa razón, conforme pasaron los años, las autoridades y los profesores fueron creando nuevos programas académicos en función de las necesidades de nuestra sociedad. El último desafío de esa apuesta en favor del país ha sido la participación en los programas de becas en el extranjero para que nuestros egresados desarrollen doctorados y maestrías que contribuyan al desarrollo nacional. Esa es la tarea de los tiempos modernos.

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[DETECTIVE SALVAJE] Mi vida escolar, especialmente en lo académico, fue complicada. Repetí tercero de media, y a la segunda lo pasé con las justas. De broma, para lidiar con la humillación, decía que el colegio me gustaba muchísimo y que mi plan era quedarme para siempre. En el fondo, lo detestaba. Había gente a la que quería, me caían bien los profesores (algunos eran peruanos, muchos británicos, un australiano). Pero las tareas, los exámenes, prestar atención durante cuarentaicinco minutos de corrido una y otra vez, todo eso era el carbón en mi infierno personal.

Una cosa brilló en ese tiempo de incertidumbre, de llamadas de atención y promesas vacías: la escritura creativa. Tenía quince años. En ese entonces, yo no leía. Ni los 36 gramos de Concerta diarios bastaban para que mi atención remara por las líneas de un libro. Poco guardó mi mente de las lecturas grupales que los profesores comandaban. Se salvan algunos cuentos de Ribeyro (Alienación, Ave Fénix, La tela de araña), y uno de Cortázar: La noche boca arriba. (Ahora, ocho años después, releo esas obras maestras y la voz de mis profesores sigue siendo la que narra en mi mente). Pero la escritura creativa siempre captó mi entusiasmo.

Si bien todas las noches me reviento la cabeza contra la pared, me autoflagelo, me arrepiento hasta el hartazgo por no haber sabido apreciar la literatura desde niño, creo que ese gusto por la escritura creativa necesitaba un desprecio de mi parte hacia la literatura formal. Durante los años escolares, y por inercia hasta el día de hoy, escribir cuentos no tuvo para mí ningún valor académico. Jamás embarré un relato con detalles que complacerían al profesor, ni con la motivación extrínseca de sacarme una buena nota. Escribir siempre fue algo divertido, un acto de rebeldía.

Así, en mi (segundo) tercero de media, escribí para la clase de Castellano un pésimo cuento que me hizo muy feliz. Hablaba sobre el verano: el primero después de repetir. Se me dio por tomar todos los fines de semana, viernes y sábado, quebrado muy en el fondo por mi fracaso. Pero tenía amigos peores que yo, que además de borrachos eran avezados, y fueron sus historias, sus anécdotas, sus encuentros con la policía local, cuyas siglas eran APRILS, los que recopilé en ese Frankenstein de lisuras y revelaciones ilícitas de dos folios a doble espacio. Que venga APRILS, se llamó. Como todos, leí mi cuento en voz alta. Al final, mis dos compañeros de carpeta corearon el título del cuento y la profesora los mandó a callar.

Ahora debo aclarar que no escribo este artículo como un ejercicio nostálgico. Es otra inquietud la que predomina. En diciembre del año pasado, me hablaron por primera vez de Chat GPT. Mi primera preocupación fue egoísta. Quiero ser escritor, y este nuevo rival, la máquina, ponía en jaque mi sueño. Pero me acostumbré a la amenaza y sigo escribiendo, como siempre, por placer. En julio, me junté con mis hermanos (mellizo, hombre y mujer) después de siete meses. Yo vivo en Madrid, ellos en Lima, nos encontramos cuando la suerte quiere. Tienen 16 años. Conversando, les pregunté si el colegio había cambiado con lo del Chat GPT. Me contaron que todo el mundo lo usaba. A unos los descubrían y a otros no, pero en todas las tareas que sus amigos entregaban estaba la firma oculta del robot.

Hicieron hincapié en un trabajo para la clase de Teatro. En grupos de dos, debían escribir el guion para una obra corta. Recuerdo que, hace varios años, mi hermana me enseñó los cuentos cortos que sus compañeros habían escrito para la clase de Castellano. Eran cuentos pésimos, como el mío de APRILS, pero eran auténticos, a veces graciosos, siempre personales. Los guiones, en cambio, si bien no tenían errores, eran insulsos. Ordenaditos y aburridos. Chat GPT, afirmaron mis hermanos.

No culpo a los alumnos. Desde que existen, los colegios han impulsado la ley de que una buena nota significa la vida y una mala la sepultura. El aprendizaje y el valor de un alumno se mide por números. Y si una máquina nos asegura estar en el lado correcto del sistema, ¿por qué no aprovecharla?

Que la escritura creativa sea sometida a un juicio tan objetivo es un error. Y los errores se pagan. La pregunta, ahora, es qué tan caro.

Hace unos días leí un artículo de Vargas Llosa, publicado en 1979, con el título ¿Qué es un gran libro?. En él, hace un paralelo preciso: que la complejidad de las novelas no es “gratuita, sino la misma que tiene la vida humana”. En otro ensayo suyo, titulado La literatura y la vida, afirma que una sociedad sin literatura “está condenada a barbarizarse espiritualmente y a comprometer su libertad”. Lo segundo está ligado a lo primero. El ser humano necesita a la literatura porque esta es un reflejo de su propia humanidad. Mezcla todo lo que nos hace humanos, la historia, la psicología, la sociología, la violencia, la comedia, y nos lo devuelve de manera que podamos comprendernos a nosotros mismos.

¿A dónde iremos a parar si los autores del futuro se acostumbran a entregar las riendas de nuestra práctica más humana a una máquina regurgitadora? El pronóstico es desalentador. La responsabilidad, ¿de los alumnos, o de los profesores?

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La cultura es gasto, pérdida de tiempo, distracción del metal. Acabemos con la cultura. Porque crea ciudadanos críticos. Porque afina sensibilidades. Porque promueve la discusión y ataca a la pasividad ciudadana que buscan algunos desde sus encumbradas sillas. 

Total, si no se invierte en cultura, habría más plata que pasar por el tamiz de la corrupción. No me vengan a decir, pues, que el Estado preocupado por sus arcas quiere retacearle unas monedas al cine para calmar el hambre, la desnutrición o las infernales desigualdades que marcan la vida nacional. 

La inteligencia es el enemigo. Por eso hoy se educa mayormente para el trabajo y no para la formación humana: hacer es mejor que pensar, que es un pasatiempo de caviares, académicos resentidos y otras especies incómodas al autoritarismo y la pacatería de muchos de quienes conducen el país.

Un reciente proyecto de la congresista Tudela ha puesto en evidencia el poco o nulo interés que existe por la cultura desde esa parte de la esfera pública en que se deciden cosas. Se pretende dejar sin piso a un naciente cine regional que ha dado muestras de su potencia. 

El estímulo eterno, sin fecha de caducidad, no es buena idea, de acuerdo. Pero no puedes matar a la criatura antes de que aprenda a correr sola. El circuito de exhibición limeño practica como deporte ignorar la producción regional, aunque de vez en cuando se lava la cara y pone en pantalla alguna película que, como Willaq Pirqa, remontó la valla del desprecio y ganó el favor de un público enorme.

Por otra parte, IRTP, que depende del Ministerio de Cultura, viene dando señales alarmantes. Es un medio a la deriva, a merced de decisiones erráticas y arbitrarias, como cerrar programas con una tradición consolidada y reducirlos a microespacios dentro de otros, como ha ocurrido con El placer de los ojos, un magazine dedicado, precisamente, al cine.  Sumar a esto la confusión reinante en relación con la función de TV Perú: televisión ciudadana no es el remedo de televisión comercial que quieren ser.

El próximo mes vencerá la exoneración del IGV al libro, algo que debería tener una prórroga natural y mas extensa, habida cuenta de los míseros índices de lectura que hay en el país y, sobre todo, esas estadísticas que revelan un espantoso porcentaje de maestros que tienen problemas de comprensión lectora. No faltará el talibán que desde su curul proclame que el libro es inservible.

Este año no contaremos con la feria La Independiente. Un duro golpe a editores pequeños y medianos de diversas partes del país, que tienen en esta feria una oportunidad para mostrar sus catálogos y poner a la venta libros que, en su mayoría, no existen para las librerías limeñas. El Ministerio de Cultura ha cometido gruesos fallos que han conducido a la suspensión del evento.

¿Qué más podría pasar en un país en el que la universidad más antigua intentó sacudirse de su propio centro cultural e incluso de la librería que se ha formado en convenio con una entidad mexicana?  ¿Qué más puede pasar en un país en el que el Museo Nacional es un elefante blanco? ¿Qué más, en un país en el que las instituciones solo muestran diariamente su indiferencia por la cultura?  Siempre hay más. Esa es nuestra condena. 

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Las graduaciones en Estados Unidos ofrecen no solamente esa visión de reflexión, sino muchas veces la esperanza de un futuro mejor para la familia y para el graduado en sí. Es emocionante ver a tantos chicos graduarse y cumplir con los fundamentos básicos educativos.

Realmente, felicito a cada uno de esos graduados de este año académico 2023 ya que es el año que mi hija nacida, en el 2004, le corresponde graduarse. Quiero celebrar a cada uno de los integrantes de esa PROMO porque han sobrepasado muchas cosas, especialmente la pandemia. Pero también un gran abrazo a sus padres.

Miremos y tratemos siempre con comprensión y generosidad en casa a nuestros hijos, no esperando que solamente el maestro cargue con las responsabilidades fundamentales como son el respeto, la solidaridad, la compasión y la empatía. La formación de ciudadanos comienza mucho antes de la escuela.

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SE REPITE LA HISTORIA

Pero esta no es la primera vez que existe un conflicto entre los trabajadores del Ministerio de Educación y las personas a cargo de dicho sector. En febrero del presente año, los empleados que se encuentran bajo el régimen CAS habían denunciado que Óscar Becerra, quien entonces era ministro de Educación,  había generado un clima de confrontación con ellos al repetir en sus apariciones en medios de comunicación que el Minedu contaba con más de ocho mil empleados CAS pese a que, tal como lo expuso Sudaca en el informe titulado MENTIRAS Y POLÉMICAS EN EL MINEDU, el número real apenas superaba la mitad de la cifra señalada por el ministro.

Además, el clima en las oficinas del Minedu venía de otro escenario de tensión, esta vez originado por el predecesor de Becerra, el exministro Rosendo Serna, quien había acusado a los coordinadores territoriales de no viajar para cumplir con sus obligaciones y señaló que estos recibían un salario “exorbitante” mayor al de gerentes y directores regiones de educación pese a que esto era mentira.

Pese a los cambios en Palacio de Gobierno, en la Presidencia del Consejo de Ministros y en el mismo Minedu, el ministerio parece sumido en una interminable crisis que no sólo afecta a los estudiantes sino a los propios trabajadores del sector educación. Sudaca intentó comunicarse con dicho ministerio, pero hasta el cierre de este informe no obtuvimos respuesta.

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