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[INFORMES] El humo de las bombas lacrimógenas cubre los exteriores del edificio ubicado en el 801 de la Avenida Salaverry mientras las fuerzas de orden no escatiman gritos y empujones para ahuyentar a quienes se encontraban en la calle. El edificio es la sede del Ministerio de Salud y las personas contra las que se usaron las bombas lacrimógenas no son grupos extremistas que buscan generar disturbios ni integrantes de la barra brava de algún de equipo de fútbol en pleno enfrentamiento con sus rivales sino las enfermas que meses atrás eran las heroínas de una pandemia que había devastado al Perú.

En medio de este caos, Sudaca pudo conocer la historia detrás de este inesperado enfrentamiento que ha llevado a que las enfermeras peruanas vean al ministerio de su sector como un actor indiferente a sus necesidades y hasta dispuesto a exponerlas a la violencia de otros grupos.

EL ORIGEN DEL CONFLICTO

Seis años atrás, cuando el Ministerio de Salud se encontraba bajo la conducción de Patricia García, se firmó un acta sobre la escala remunerativa de los profesionales de la salud. En este documento, este ministerio de comprometía a reducir las brechas salariales entre los profesionales de la salud.

Este proceso comprendería varios tramos y tenía como objetivo llegar al 2021 con el objetivo cumplido. Sin embargo, la pandemia del Covid-19 cambió el panorama en 2020 debido a la emergencia sanitaria que concentró todo el esfuerzo del sector salud. Para 2022, las conversaciones para que se retome lo pactado en 2017 fueron retomadas, aunque con un desenlace inesperado.

Según relató a Sudaca, Judith Cabellos, presidenta de la Federación de Enfermeras del Ministerio de Salud del Perú (FEDEMINSAP), el Ministerio de Salud cometió un error con el presupuesto y optó por utilizar el dinero que estaba destinado para cumplir con la escala remunerativa pactada para repartirlo con otros trabajadores del sector salud.

“Como es político y quiere bañarse en popularidad con ese sector de los técnicos anuncia como iba a ser la distribución de dinero y nosotros íbamos a ser los afectados”, señala Cabello y agrega que el ministro César Vásquez Sánchez ha logrado que ella, como representante de las enfermeras, sea víctima de violencia verbal y física así como de acusaciones falsas.


“Nosotros no nos oponemos que les aumenten, pero no pueden coger un presupuesto que está destinado a un sector y dárselo a otros”, aclara Judith Cabellos y explica que, desde el Ministerio de Salud, se intentó generar un conflicto entre las enfermeras y otros trabajadores del sector al tratar de instalar una versión según la cual la Federación de Enfermeras del Minsa estaban en contra de aumentos para otros trabajadores.

EL ERROR DEL MINISTRO

“El ministro acepta que ha ocurrido una equivocación”, relata Cabellos sobre la reunión que pudieron sostener con el titular del Minsa semanas atrás. En este encuentro, que recién pudieron gestionar mediante la intervención de algunos congresistas, César Vásquez habría reconocido que el reclamo que hacían las enfermeras era justo.

Sin embargo, pese a reconocer que estaban exigiendo lo que les correspondía, el ministro Vásquez alegaba que no contaba con el presupuesto para cumplir con el tramo pendiente de la escala remunerativa en cuestión y no sabía cómo solucionarlo. “Él manifestaba que a una enfermera se la había aumentado un 176% y eso es falso”, cuestiona Judith Cabellos. La representante de las enfermeras comenta que, si fuese cierto lo dicho por el ministro, las enfermeras ganarían aproximadamente cinco mil soles cuando recién en 2013 lograron un aumento para ganar S/. 2239.

La cifra de enfermeras afectadas por este error del Ministerio de Salud es de cincuenta y siete mil y, a pocos días de someterse a aprobación el presupuesto para el sector salud, este grupo teme que el objetivo de la escala remunerativa pactada años atrás cumpla otro año sin cumplirse.

“Nosotros no vamos a descuidar a nuestros pacientes. No lo hemos hecho durante una pandemia y menos lo haremos en estos momentos. Nos debemos a nuestros pacientes”, agrega Judith Cabellos antes de terminar la entrevista y manifiesta su preocupación debido a  que, durante las jornadas de protesta pacífica en los exteriores del Ministerio de Salud, ha observado la presencia de obreros de construcción civil lo que las lleva a temer ante nuevos episodios de violencia.

 

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Conflicto laboral, Enfermeras, Escala remunerativa, Ministerio de Salud, protesta

[LA COLUMNA DECA(N)DENTE] La protesta pacífica es un derecho fundamental de las sociedades democráticas y, a lo largo de la historia, ha sido una herramienta para expresar descontento y luchar por cambios sociales significativos. Sin embargo, la imagen tradicional de una protesta ciudadana a menudo se asocia con la ira y la indignación, dejando poco espacio para otros sentimientos igualmente importantes. Es en este contexto que la expresión «con alegría y rebeldía yo me sumo a la protesta» adquiere una significación particular, resaltando la importancia de un enfoque que une la pasión por el cambio y la resistencia pacífica.

La alegría en la protesta pacífica puede parecer inusual a primera vista, pero es un componente esencial para mantener la moral y la energía de los manifestantes. Cuando nos unimos en torno a una causa justa, como el adelanto de elecciones, encontramos un sentido de comunidad, solidaridad y fraternidad; y la alegría se transforma en un medio poderoso para crear esos lazos. La música, las canciones y las sonrisas pueden romper las barreras entre extraños y forjar una conexión humana profunda.

La alegría también es un recordatorio de que nuestra lucha es por un futuro mejor, por recuperar la democracia y evitar la degradación institucional como consecuencia de la acción del Congreso y del Ejecutivo; y es una forma de resistir el desgaste y la desesperanza que a menudo acompañan a la lucha contra un gobierno que viola los derechos humanos de sus ciudadanos y no duda en ejecutarlos extrajudicialmente.

En tanto, la rebeldía en la protesta pacífica implica una postura firme contra la vulneración de los derechos humanos perpetrada, principalmente, por el Ejecutivo; pero con el compromiso de no recurrir a la violencia. La resistencia pacífica es un acto de valentía y decisión, donde la no violencia se convierte en la estrategia para confrontar a todos aquellos que pretenden perpetuar las injusticias.

Asimismo, la rebeldía sin violencia busca desarmar a los adversarios, a los “terruqueadores”, ya que es más difícil para ellos justificar la represión indiscriminada contra manifestantes pacíficos y alegres. La ausencia de violencia también permite ganar el apoyo y la simpatía de la sociedad en general, ya que nuestra causa se convierte en una llamada a la justicia y al respecto irrestricto de los derechos humanos de todos los ciudadanos.

Unir alegría y rebeldía en la protesta del 19 de julio no significa, por ejemplo, ignorar el sufrimiento y dolor de los familiares de los 49 compatriotas ejecutados extrajudicialmente durante las manifestaciones de diciembre, enero y febrero. Al contrario, implica practicar la empatía, el respeto y la solidaridad para con ellos. Y con ellos exigirle al gobierno de Boluarte y Otárola, verdad y justicia. Por último, la protesta pacífica es una oportunidad para unir fuerzas con todos aquellos que confrontan al gobierno por recuperar la democracia y solucionar la crisis política que escala cada día. Juntos, con alegría y rebeldía, podemos construir un futuro diferente. Es por eso que, mañana 19 de julio, yo me sumo a la protesta y tú ¿te sumas?

 

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19 de julio, alegría, cambios sociales, justicia, protesta, rebeldía, resistencia pacífica, solidaridad

Nosotros, somos el pueblo del Perú. Hombres y mujeres que muchas veces callamos ante la indolencia e indiferencia de quienes tienen el deber de darnos una mano, porque hace décadas que nos hemos acostumbrado a este tipo de atención. Y esto pasa en todos lados: en hospitales, colegios, instituciones públicas, e incluso, en algunas privadas.

Nosotros los ciudadanos tenemos el poder, mediante el voto, de generar el cambio. Pero no esperemos callados hasta el 2026, usemos con honor y pacíficamente nuestro derecho a la protesta, en calles y plazas, en redes sociales y de manera focalizada para poder ser efectivos.

Por ejemplo, una campaña de protesta ciudadana podría estar dirigida exclusivamente a exigir mejoras inmediatas en el sistema de salud con sugerencias puntuales como: separar la gestión administrativa de la médica, contar con un call center de primera calidad para atender las solicitudes de citas, que existan suficientes camillas para atender emergencias, implementar ya los hospitales construidos y que no están operando, entre otros.

Otra protesta ciudadana debería estar enfocada a que todos, sí, todos los peruanos tengamos agua potable y desagüe. No podemos nosotros mismos ser indiferentes ante esta injusticia.

La acumulación de frustraciones por no recibir servicios básicos de calidad y/o el ser víctima de constantes abusos de autoridades, es una bomba de tiempo que puede explotar en cualquier momento y que siempre es aprovechada por radicales violentos, que lejos de buscar en la democracia las vías de solución pacífica, azuzan la violencia para su propio beneficio, sin conseguir nada para los más necesitados.

El poder recae en la ciudadanía. Usémoslo con responsabilidad y pacíficamente, primero para generar los cambios inmediatos en la gestión pública y luego para elegir, en las próximas elecciones, autoridades con capacidad, empatía y honradez.

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Agua, estados unidos, ONU, protesta, pueblo del Perú

Los organismos jurídicos internacionales sobre derechos humanos, los convenios firmados y las alianzas establecidas con otros países nos dan un marco fundamental de regulación. Como nuestros parlamentarios saben de ese marco, buscan agraviarlo. Nos quieren hacer creer que la justicia se resuelve con pena de muerte y que por eso debemos romper con el Pacto de San José de la OEA. Que debemos retirar a los embajadores de los países de la Alianza del Pacífico que nos acusan porque el comunismo nos hundirá en la peor de las pobrezas. Pero no pueden tapar el sol con un dedo, por más que cuenten con la complicidad de la prensa y sus escandaletes mediáticos, con la evidencia compartida en las investigaciones de las autoridades internacionales contamos con una base para detener su desborde legislativo, su autoritarismo de gamonal y su festín de corrupción. Sépanlo bien, no nos vamos a rendir.

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Alberto Fujimori, Congreso de la República, corrupción, Corte Suprema, derechos humanos, Estado peruano, Pedro Pablo Kuczynski, protesta

Una represión ajustada al Estado de Derecho, y una incansable voluntad de diálogo (que en algún momento deberá producirse), deben activarse a la par de la resistencia política a la presión violentista de grupos minoritarios que malcreen que a punta de bloqueos, incendios y agresiones a las fuerzas del orden, pueden imponerle al país un modelo político que las mayorías ni avalan ni avalarán.

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Dina Boluarte, protesta

Usted, quién lee esas líneas (sí, usted), en el mejor de los casos en una persona que se transporta en auto particular. Si es así, probablemente todos los días se enfrente a un tráfico insufrible, reniegue porque las combis y taxis paran en frente suyo sin aviso alguno, viva mirando con frustración como Waze le sube los minutos a su ruta hasta que se duplican, y alguna vez le han chocado en carro y se han dado a la fuga.

En el peor de los casos, usted es una persona usuaria de nuestro transporte “público”, y si vive en la periferia de la ciudad y trabaja en algún centro empresarial, es posible que pase alrededor de 6 horas al día transportándose. Sí, 6 horas, en un transporte además incómodo e inseguro por donde se lo vea.

La reforma de transportes nos afecta a todos. Al que maneja auto privado, al que utiliza las combis y micros, y a quienes las manejan con escasos derechos laborales. Por supuesto, como en todo, a quienes más afecta es a quienes menos tienen. Nuestro sistema de transporte nos roba horas, días y años que podríamos invertir con nuestras familias y amigos, contamina a diario nuestra ciudad, que ya es de las más polucionadas del mundo, genera pérdidas económicas por 27 millones de soles al año y ha dejado 30mil víctimas mortales en los últimos 9 años. 

Por eso señores, es que nos toca defender esta reforma con uñas y dientes. El pasado 03 de noviembre se filtraron audios que revelaron que el Ministro de Transportes, Juan Silva, se comprometió ante los representantes de los gremios de transporte urbano de Lima y Callao a ampliar por 10 años más las autorizaciones de las rutas de las combis, coasters y buses. Esto frustra por completo la reforma en marcha, que contempla la renovación del parque automotor y la reorganización de las rutas. En cristiano: el sueño de tener un sistema de transportes digno, al menos en el mediano plazo, se vería boicoteado.

Es verdad que los beneficios de la reforma de transportes aún no son tan palpables para los ciudadanos. La Autoridad Única de Transportes (ATU), responsable de ejecutar dicha reforma, se instaló recién en el 2019, y en el 2020 vino la pandemia. Es verdad que su estrategia de comunicación es pobre y los ciudadanos no entienden necesariamente que está en juego porque aún no gozamos de muchos beneficios. Pero, aunque no podemos defender algo tangible, nos toca hoy defender una apuesta a futuro: el sueño de que un día Lima tenga un sistema de transporte público funcional, seguro, ordenado y eficiente, el cuál podamos usar independientemente a nuestro poder adquisitivo, que haga de nuestra capital una ciudad más limpia, ordenada, con menos bulla y bocinazos, en la cuál todos podamos transitar de manera segura. Y este sueño solo se podrá cumplir en el largo plazo si defendemos hoy, y cuantas veces sea necesario, una reforma que es de largo aliento. 

Tener un transporte digno no va a demorar 1 año o dos, sino probablemente 10 o 20. Pero valdrá la pena. Si vamos a levantar nuestra voz por algo, que sea por esto. 

*Las opiniones expresadas en este documento son de exclusiva responsabilidad del autor y pueden no coincidir con las de las organizaciones a las cuales pertenece.

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ATU, Ministerio de transporte, protesta

Las legítimas manifestaciones de protesta convocadas por colectivos estudiantiles y ciudadanos, indignados por la trapacería perpetrada por el Congreso al vacar arbitrariamente al presidente Vizcarra y sentar en Palacio de Gobierno al titular del Congreso Manuel Merino, pueden alterar el tablero político diseñado por los vacadores.

El Perú es desde hace tiempo una olla de presión. Las enormes inequidades sociales, sumadas al desastroso Estado que nos gobierna (es de horror la situación de hospitales, colegios y comisarías en el país), conducen a ello. La gente es tratada como ilegal en su propio país y simplemente ya no aguanta más.

Frente a esa situación explosiva, que ha sido exacerbada por el espectáculo nauseabundo de la corrupción sistémica de autoridades de todo pelaje, Vizcarra fungió de bálsamo, al identificársele como un líder provinciano, austero, decidido a la hora de cortar cabezas cuando fuera necesario, entre ellas la del propio Congreso, al que disolvió por su necia tarea de sabotaje gubernativo. El líder moqueguano mal que bien ayudó a bajar la temperatura.

Cuando al Congreso vacador no se le ocurre mejor idea que sacar de Palacio a Vizcarra, sin razones justificadas, ha destapado el caldero social y éste puede crecer y estallar con imprevisibles consecuencias.

La popularidad del Presidente Vizcarra y la trama de la informalidad eran factores que hacían difícil estimar que en el Perú se repitiese una protesta como la chilena, pero con un gobierno desaprobado como el de Merino y una situación económica en la que la informalidad ya no es el colchón que evita el desempleo, se construye un escenario altamente combustible que los irresponsables vacadores pueden hacer encendido.

La protesta ha empezado focalizada, pero está creciendo. La jornada de hoy es multitudinaria y todo hace prever que seguirá aumentando, atizada también por infelices declaraciones como las del flamante ministro de Educación Fernando D’Alessio acusando a los jóvenes de ser infiltrados del Movadef, revelando una miopía política que parece extensiva al conjunto de este Gabinete.

Si a la precariedad político legal con la que nace el Gabinete Flores Araóz, se le suma una calle crecientemente movilizada, su periodo de vigencia puede ser muy corto.

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