Durante un hackatón organizado por el BID, Catherine Romaní y Carla Díaz, graduadas de la PUCP, idearon Aqua Way, un dispositivo portátil que proporciona agua potable de manera eficiente sin necesidad de tuberías ni electricidad. Junto con Carla Ruiz y Ana Isabel Alvarado, fundaron la startup Wayru Perú, y ganaron financiamiento de ProInnóvate en 2021 para construir y validar Aqua Way.

«Después del hackatón comenzó todo el proceso de prototipado y validación. En 2021 y parte de 2022, realizamos el prototipado con el fondo semilla que recibimos de ProInnóvate; luego llevamos el dispositivo a las familias para que lo usaran y realizarán las primeras pruebas de calidad», recuerda Romaní.

Las pruebas demostraron que Aqua Way permite bañarse con menos de 10 litros de agua, comparado con los 30 litros usados en baños convencionales. «Si lo comparas con una ducha convencional, el ahorro es mucho mayor. En duchas de cinco minutos se puede gastar hasta 80 litros o más, y las personas suelen bañarse más de cinco minutos», señala Ruiz.

Romaní menciona que, para 2025, esperan alcanzar 3,000 usuarios y expandir su solución con el apoyo de 15 aliados y nuevas colaboraciones. En febrero, gracias a la Real Academia del Reino Unido, se integraron al proyecto Aqua Unity y llevaron Aqua Way a Belén, Iquitos, en colaboración con organizaciones internacionales. «Tendremos la oportunidad de generar una red de contactos que nos permita expandirnos no solo en Perú, sino también a nivel internacional», concluye Ruiz.

Tags:

Aqua Way, Proinnóvate, PUCP

Por razones de tiempo no suelo ver mucha tele y menos películas. La chamba es demasiado fuerte, pero a veces me doy mis gustitos, hago mi balde de pop-corn y enciendo la pantalla.  

Esta vez me dio curiosidad una película, Madame Web, que vienen anunciando mucho en Netflix y que al poco rato me di cuenta que era para adolescentes. Pero por qué no, me dije. Total, tengo una hija adolescente y siempre hay cosas peores.

La decepción, sin embargo, se vio pronto superada por la sorpresa. Ocurre que el Perú sigue siendo emporio y objeto de la imaginación colonizadora, pues desde el principio se hace alusión a nuestro país. En la cursilona cinta, una fotógrafa norteamericana incursiona en la selva amazónica en busca de una araña desconocida que podría curar la enfermedad congénita de su hija aún dentro de su vientre.

Una vez que la fotógrafa encuentra la mágica arañita, su ayudante Ezequiel (presumiblemente un peruano, o un latino al menos) la traiciona. Mata a balazos a los otros miembros del equipo y a ella misma le mete su plomo para quedarse con la arañita. No contaré el resto para no pecar de «spoilera», pero debe saberse que la hija llega a nacer, es rescatada por una extraña tribu de amazónicos llamados «Las arañas» (qué original) y adquiere superpoderes gracias al veneno del arácnido que le es aplicado al momento de morir la madre durante elparto.

Cassie Webb (Cassie por Casandra, la adivina que puede ver el futuro, y web por la red o internet y a la vez por la telaraña) es esa hija que treinta años después vive en Nueva York y poco a poco empieza a entender su extraordinaria condición y sus dotes personales.

Técnicamente, la protagonista sería una peruana por nacimiento, aunque de padres gringos. Por eso mismo, comparte con cientos de miles de hijos de migrantes peruanos que han venido a establecerse en los Estados Unidos la condición de la transterritorialidad. Al buscar sus raíces en la selva, Cassie, ya adulta, encuentra su verdadera identidad. Pero el Perú solo aparece como un lugar agreste, lleno de gente pobre, con ómnibus que se balancean al borde los precipicios. En suma, una imagen que representa un lado dolorosamente cierto de nuestra realidad.

Lo interesante es que esa imagen no empaña la idea de que seguimos siendo fuente de riquezas naturales exorbitantes y de misterios insondables, pues la legendaria arañita puede con su veneno curar enfermedades que la ciencia occidental apenas comprende y otorgar poderes físicos increíbles, como le ocurre al traicionero Ezequiel.

Esta idea del Perú como espacio de lo imposible o como fuente de la felicidad no es nada nueva, en verdad. Surgió desde las primeras expediciones de colonizadores españoles que buscaban el «País de la Canela», la «Ciudad de los Césares» o «El Dorado» desde el siglo XVI. La selva amazónica ha sido imaginada como una proyección rimbombante de la fantasía occidental, y Madame Web no es muy diferente.

La biodiversidad amazónica es tan grande que hay miles y miles de especies animales y vegetales que la biología apenas ha estudiado y catalogado en un 50%. Es posible que la cura del cáncer, el parkinson o el alzheimer se encuentren en las sustancias que quizá la ciencia llegue a descubrir en el futuro.

En Madame Web el veneno de la arañita peruana sirve, además, para salvar a la Gran Manzana de los horrores del guía traidor, que simbolizaría al latino egoísta, ambicioso y criminal. Mientras tanto, Cassie, nacida en el Perú, pero de madre gringa, restablece el orden civil y protege a tres jovencitas (una anglo, una latina y una afroamericana) que simbolizan el futuro étnicoy racial de los Estados Unidos.

En suma, el Perú sigue siendo excusa para las propuestas»políticamente correctas» del multimillonario negocio del entretenimiento mediático yanqui, como es el caso de Netflix y otras plataformas. Sin embargo, hay que reconocer que el cuidado de la biodiversidad peruana puede ser la clave de un futuro sostenible y menos contaminador que el que nos deparan gobiernos neoliberales como el de Dina y su posible sucesor(a). O sea, entre Willax y Netflix, la opción es obvia.

Ojalá se descubra la arañita mágica y salgamos del hoyo en que nos encontramos.

Son muchos los golpes que se le viene dando a la democracia en nuestro país. Al parecer a las autoridades actuales les interesa convertirnos en un país retrógrada en donde las libertades fundamentales son vulneradas constantemente. Un plan autoritario está en marcha, lo que terminará afectando a los más vulnerables.  

El principal responsable de estos retrocesos es el Congreso de la República, quien opera de la mano con sectores del gobierno que mantienen silencio frente al ataque y la mediocridad. Ya se ha afectado la separación de poderes, se ha incrementado la corrupción, se ha vulnerado la autonomía de la Defensoría del Pueblo y se ha retrocedido en materia de igualdad, lucha contra pobreza y no discriminación.

De igual manera como se ha procedido en países que han visto socavada su democracia como Venezuela y Nicaragua, en nuestro país se ha iniciado el proceso para censurar y poner barreras a las organizaciones de la sociedad civil, y, cuestionar la cooperación internacional para el desarrollo.  

El Congreso de la República ha aprobado un pre dictamen en la Comisión de Relaciones Exteriores, que acumula diversos proyectos legislativos que pretenden modificar la Ley de la Agencia Peruana de Cooperación Internacional (APCI). Utilizando argumentos falaces como la falta de transparencia o de rendición de cuentas de las organizaciones de sociedad civil, esperan el aval de la ciudadanía para seguir avanzando. 

En un mundo en donde se puede inventar y difamar sin pruebas, diversos sectores vinculados a la política actual lanzan afirmaciones falsas sobre el rol de la ONGs, quienes además tienen mecanismos de auditoría y fiscalización permanentes. 

El objetivo final es censurar a quienes, en defensa de las libertades, vigilan y hacen seguimiento a la política pública. Se quiere callar a quienes ponen freno a las autoridades para que no cometan abusos y a quienes denuncian la corrupción públicamente. 

Este es un plan orquestado, que preocupa porque socava la democracia y nos pone en riesgo de convertirnos en sociedades autoritarias; en donde los derechos no se encuentran garantizados. Eso que “dicen” temer, en eso nos quieren convertir. 

Lo cierto es que en nuestro país son las ONGs de diverso tipo, las que con el apoyo de la cooperación internacional han logrado promover grandes cambios a favor de los más vulnerables. Ahí en donde el Estado ha estado ausente, las asociaciones sin fines de lucro de diverso tipo han brindado apoyo y asistencia.  Es gracias al actuar de estos actores que en la agenda pública se han posicionado temas invisibilizados históricamente como la violencia contra las mujeres, los derechos de los niños y niñas, el derecho a la salud, a la educación, la lucha contra la pobreza, los derechos de las personas adultas mayores, de las personas con discapacidad, de las poblaciones indígenas y afrodescendientes, entre otros temas de relevancia para el bienestar social. 

Ahí donde el Estado no ha está presente y reina el olvido, son las organizaciones de sociedad civil las que han brindado ayuda permanente, recordándole a las autoridades sus obligaciones. 

Frente al abandono, la indiferencia, la pobreza y la crisis; las asociaciones nuestro país han tenido una respuesta de soporte, han sido ayuda en tiempos difíciles y voz de los que no tienen voz. Es gracias a estos espacios-  que hoy son atacados-  que muchos derechos de los que hoy goza toda la ciudadanía se han garantizado. 

No nos dejemos engañar, mucho se ha hecho, mucho se ha logrado. Todo lo avanzado está en riesgo, por el accionar de quienes, con pensamientos oscurantistas, intentan socavar toda idea de libertad. 

Se necesita defender la democracia, lo que queda, reconstruirla y defender las libertades. Esta ya no es una tarea de pocos, es una responsabilidad de todos. 

Tags:

#CooperaciónParaLaDemocracia

La mayoría de peruanos debe tener la misma sensación que un ilegal tiene en el extranjero. Carece de toda protección legal, es acosado por la policía, no goza de servidos básicos de calidad, no tiene carta de ciudadanía.

Lo que ha ocurrido en el aeropuerto no es si no un botón de muestra del desamparo absoluto que tienen los ciudadanos o consumidores respecto de los abusos de las empresas o entidades públicas. Tienen DNI, pero no tienen derechos.

Es un espanto las consecuencias psicosociales y políticas que ese estado de cosas genera en la población, particularmente a la hora del voto. Si a uno, por ejemplo, a pesar de ser asegurado y cotizar a EsSalud, no lo atienden, no le dan cita, no le dan cama, no le dan los remedios que requiere, en suma, lo dejan a su desamparo ¿cómo puede sentirse esa persona respecto del establishment?

Por eso, se debe ser muy severo respecto de los gobiernos de la transición post Fujimori. Recibieron un país en bonanza económica, bendecido además por un boom en los precios de las materias primas, y no hicieron reforma alguna que acercara al Estado al ciudadano, que integrara al país y no generara la división terrible que existe hoy en día entre el sur andino y Lima y la costa norte, que satisfaga las necesidades básicas del peruano de a pie y que su ascenso a la clase media -medido monetariamente- fuese de la mano con una mejoría de su calidad de vida.

Los peruanos que creen en el libre mercado y en la democracia, y más aún quienes se preparan para ser sus candidatos, deben ser plenamente conscientes de que eso no puede volver a ocurrir. De repente, inclusive, ya es demasiado tarde para evitar el desastre, pero si por esos azares del destino, confluyesen los astros, el gobierno reactivase la economía, se formasen frentes ideológicos consolidados, se arrebatase una porción del electorado del sur andino a la izquierda radical, y ganase una opción centroderechista, está obligada a hacer un gobierno radicalmente disruptivo y reformista. El país no aguanta otro fracaso de la inercia mediocre.

Sospecho que mi interés por los espacios y los objetos nació con la soledad que significó crecer sin hermanos, mascotas, videojuegos o televisión. La exploración del departamento en el que crecí debe serle ajena a quienes tuvieron estas distracciones. No son pocos los recuerdos que tengo observando con gran curiosidad un pedazo de la alfombra o alguna de las esquinas de la casa. Pero, con mayor emotividad, aparecen en mi memoria las veces que convertí a las almohadas de los sillones de la sala en refugios y monstruos monumentales que combatía con pasión. En los momentos de calma, me recuerdo pensando en las formas de la madera de los techos —cuyas vetas dibujaban criaturas— o en los rincones de las paredes, los zócalos, los estantes y los rajones de las sillas o mesas. No se trataba solo de observar la forma, sino en pensar en su particularidad, imaginarlos como seres con vida, pero, principalmente, con memoria.

Así empezaron las preguntas por quién había observado antes aquel rinconcito de pared que llamaba mi atención por entonces, o esa columna olvidada al lado de la terma, o ese espacio entre los hilos rotos de la alfombra. Esa pregunta llevó a no solo pensar en quién había depositado su atención en estos rincones, sino a pensar en qué habían conocido estos espacios y seres inanimados. ¿Qué recuerda aquella esquina? ¿Qué manos se han apoyado en el marco de esta ventana?

Pensar en la historia de los objetos y los espacios hoy me hace transitar hacia los pasos y la sucesión de hecho que componen la historia privada y pública de la humanidad. Quienes estudiamos en la Católica nos hemos sentado en la rotonda que alguna vez alojó las nalgas de profesores como Antonio Cisneros. Ni qué decir de la plaza Francia que tiene tantos recuerdos de Ribeyro o la casona de San Marcos que no pocos chismes debe recordará de Alfredo Bryce, Mario Vargas Llosa y tantos más. Cuando viajamos pensar en esto se vuelve más fascinante. Es fácil llegar a sitios históricos que vivieron a inmensos personajes. Piénsese en el Teatro Odéon, Trafalgar Square o el Café Tortoni. Aunque confieso que más me llaman la atención los detalles de los espacios. Una pequeña grieta en un desgastado adoquín en una vieja y prestigiosa universidad europea, la alfombra de una casa que recibió muchísimas visitas, el colchón de la cama de quien mantuvo muchas aventuras sexuales, cada rincón que compone un baño, etc. Si verdaderamente tuviesen memoria estos seres inanimados, el valor de estas sería incalculable. Los objetos conviven con nosotros, registran y experimentan el paso del tiempo y las vivencias de quienes se acercan a ellos. Es ese lo que me interesa y hace disfrutar tanto de los muebles antiguos, los libros viejos, las ropas de segunda mano, las casas museo y los edificios desgastados. No podría soportar rodearme de artículos y espacios absolutamente nuevos. Los sentiría fríos e ignorantes, así como recuerdo que los siente una muchacha en alguna novela de Roberto Bolaño. Si no me falla la memoria, la chica vive en una enorme casa moderna, nueva, y cuyos muebles han sido todos comprados al mismo tiempo. Son de valioso diseño e irreprochable calidad, pero no tienen memoria. En cambio, la casa de su mejor amiga —de familia de viejo dinero— siempre le da la comodidad que la memoria, el cariño y la historia que contienen esos seres inanimados otorga. Cada uno cuenta una o varias historias. Fueron heredados, comprados en viajes, modificados o regalados. 

Se me ocurre que un poco así es que uno le otorga un valor sentimental a un espacio u objeto: cuando este acumula una serie de vivencias, relaciones, modificaciones. De ahí a que uno aprecie más al libro que le regaló alguien importante, al mueble que heredó de un familiar que ya no está o a la prenda que compró en algún viaje. Las casas crecen y cambian, se modifican, se repiensan. No hay nada más valioso que el objeto o el espacio cuya pertenencia supuso un esfuerzo. Más se quiere y valora a la casa que fue construida de a pocos que a la que se hizo de un tirón. Más se valora al libro, juguete o cena, que supusieron un ahorro o sacrificio monetario que los que se consiguieron con indiferencia o despilfarro. Los primeros incluyen una historia plagada de emociones, mientras que los segundo responden a una decisión despreocupada. No llevan mucho detrás. 

Lima, junio 2024

Tags:

EspaciosConHistoria, HistoriaDeObjetos, MemoriaInanimada, NostalgiaInfantil, PatrimonioPersonal, sin título, ValorSentimental

En los años 90 del siglo pasado, estando aún en la universidad, uno de mis primeros trabajos de campo marcó ese camino que los siguientes años se encargaron de fortalecer en mí la pasión por la antropología: la realidad urbana tradicional, los barrios históricos, los barrios antiguos muy limeños motivaban mirar comparativamente a aquella población que había conquistado grandes espacios y que ya criaban terceras generaciones de nuevos limeños en lugares que habían sido habitados productos de las llamadas “invasiones”. Una realidad que sin dar cuenta avizoraba un gran tema a tratar a futuro cercano, el pase al siglo XXI, y la gran “conquista de Lima”.

Mi trabajo, comparaba jóvenes de los Barrios Altos frente a jóvenes del distrito de el Agustino, propiamente la primera etapa de la Cooperativa Huancayo, demás está describir que aquella población había establecido una red social del centro de nuestro pais, y por allí se explica el nombre de la cooperativa. Los barrios tradicionales contaban con jóvenes que en su mayoría mostraban características muy conformistas, muy metidos en los proyectos de corto plazo, la sociedad de las esquinas primaba en las juventudes, junto con la salsa y a veces el rock, mientras que muchos jóvenes de la cooperativa Huancayo tenían una mirada más cuesta arriba, proyectos largos y las conquistas habían sido su pan de cada día, la luz, el agua, las pistas y Chacalón era verdaderamente el descriptor de su historia. Momento clave perdido para el aprovechamiento pensado para el desarrollo y crecimiento socioeconómico.

  En los años 90, repito esta comparación barrial se podía dar, aun existían esas marcadas diferencias poblacionales, aun había rasgos culturales que condicionaban actitudes y la cultura y la personalidad se veían asociadas. Pero luego de muchos años, esta historia se equilibró y la zona urbana se hizo una y la pobreza urbana se estancó y se perdió en el olvido. La ciudad “no es pobre” pareciera pensarse.

A simple vista no interesa tal resumen y descripción, sin embargo, sirve para pensar una realidad que motiva muchos temas de análisis a futuro, pues los barrios tradicionales como los Barrios Altos por ejemplo se han estancado, ya las casas señoriales son almacenes de emprendedores y negociantes, la historia comienza a tener amnesias en la población y los barrios que fueron emergentes, ahora entran en ese conformismo y la cascada de decepciones sociales alimentan los estudios de la historia de la población en el Perú.

Pues bien, ahora se habla de pobreza urbana que, como forma de exclusión económico-social, es un problema grave y las dimensiones en el que se advierte son las dificultades de acceso al trabajo principalmente vinculante a otras carencias, aquellas que sufren las personas para alcanzar una vida digna, bien sean de salud, educación y cualquier otra, independientemente del lugar de la población afectada. Sin embargo, es importante conocer las brechas en que se manifiestan a fin de poder diseñar políticas adecuadas para atenderlas. En las últimas décadas las situaciones de privación que padecen las personas han ido mostrando cada vez más formas diferenciadas según habitan en zonas urbanas o rurales. Con la salvedad que los rurales, por cuestión natural tienen más posibilidades de ser atendidos y de crecer en emprendimientos comunales o desarrollo productivo agrícola, por esa razón es que los nuevos enfoques metodológicos de medición de la pobreza hacen la salvedad para el estudio de la pobreza urbana y rural; y, sobre todo, para conocer los procesos de empobrecimiento que hacían surgir esas formas específicas y distintas de pobreza en una y otra área.

He allí entonces una explicación de ambas partes. La sociedad sin asistencia, conocimiento y acompañamiento se estanca, se vuelve conformista y lo peor de todo invisible. La mayor pobreza que existe está en las zonas urbanas tradicionales, el olvido de los barrios antiguos que rodean Lima es latente y el caos y los temores que se viven son producto de la falta de atención. Las autoridades mucho miran a los cerros y la atención siendo necesaria es muy lírica, muy asistencial, y no está mal, pero los cerros son emprendedores, son comunales, son diferentes. En la ciudad tradicional, hasta las polladas ya perdieron la esencia de la ayuda en cooperación. 

Hay mucho pues por desarrollar, mientras ustedes seguro dicen, qué mirada tan corta de la pobreza urbana en el Perú, y yo les respondo, NO, las consecuencias las genera el mismo Estado. Hace muchos años un estudiante se dio cuenta que el conformismo de la ciudad pasaría factura, los primeros “conquistadores” se sumaron al conformismo y esto se repetirá siempre que haya falta de oportunidades, de mirada, de lectura, de atención. 

Tags:

Conformismo, Economía, Urbano

Es un buen proyecto el propuesto por el abogado constitucionalista Natale Amprimo. Consiste en plantear una reforma constitucional para que los expresidentes del Tribunal Constitucional conformen una comisión reorganizadora que reemplace a los miembros de la Junta Nacional de Justicia y que, de inmediato, remueva a los fiscales supremos y elija a los nuevos entre los fiscales superiores, previa evaluación.

El proyecto ha sido recogido ya por varias bancadas y ojalá hagan lo propio las mayoritarias, especialmente Fuerza Popular. No se ve otra manera de salir del entrampamiento en el que se halla el sistema de justicia, plagado de corrupción y de politización.

Los fiscales todopoderosos abusan de su poder, avasallando derechos constitucionales y la JNJ no hace absolutamente nada al respecto. Hay una connivencia que merece ser cortada de raíz.

Consolidado el proceso, será necesario que el nuevo gobierno, a partir del 2026, reforme por completo el sistema de justicia. La de Amprimo es una solución de emergencia, pero lo que debe lograrse es un cambio radical de uno de los pilares fundamentales de la democracia, como es el sistema de justicia (uno de los pocos en los que el Estado debe invertir sin cortapisas).

El Estado de Derecho democrático es condición imprescindible para que funcione correctamente una economía de mercado. Sin una justicia justa, valga la redundancia, no hay tutela de los derechos individuales, piedra angular de la vida social y económica.

El Poder Judicial, en sus instancias superiores y supremas mal que bien se salva de la ignominia, pero el Ministerio Público es un antro de injusticia y abuso, impune y sin control alguno.

Hay fiscales honestos e institucionalistas que ven con espanto lo que se ha hecho con su institución, convirtiéndola en una chaveta contra los que conviene destruir y en un manto de impunidad en beneficio del amigo o del poder del dinero.

La república pocas veces en su historia ha visto el grado de descomposición moral y profesional del Ministerio Público que hoy apreciamos. Se espera que la propuesta de Amprimo, que ayuda a mejorar la situación, tenga el eco merecido en el Congreso y pronto veamos una calificaciónsustantiva del problema.

[TIEMPO DE MILLENIALS] En los últimos días hemos sido testigo de las consecuencias de omitir funciones por parte de la empresa pública Corpac tras las fallas del sistema eléctrico de la piesta de aterrizaje del aeropuerto Jorge Chávez. Asimismo, hemos escuchado las declaraciones o excusas dadas por sus representantes. En buena cuenta hemos visto la falta de cultura de accountability.

¿Qué es accountability?

No existe una traducción formal para el término accountability al español. Pero se relaciona directamente con la responsabilidad y la actitud que se percibe de una persona dentro de un ambiente laboral, representando su capacidad de ubicarse de manera activa en cuanto a los problemas. Es un compromiso propio y con los demás para entregar resultados específicos, respondiendo por las acciones que se tomen para alcanzarlos, asumiendo sus consecuencias, positivas o negativas, la rendición de cuentas.

Para poder desarrollar esta habilidad, necesitamos trabajar en dos elementos: El Accountability Personal y que la empresa tenga una Cultura de Accountability que permita el desarrollo de las personas.

Accountability personal

Hace referencia a la responsabilidad individual de asumir las consecuencias de nuestras acciones y decisiones. Implica conocer cuales son nuestras responsabilidades y compromisos, y actuar de manera ética y transparente en todas las áreas de nuestra vida, buscando siempre mejorar.

Además, significa reconocer nuestros errores, aprender de ellos y tomar medidas para corregirlos. Al ser accountables, cultivamos un sentido de integridad y confianza tanto en nosotros mismos como en los demás, contribuyendo así al crecimiento personal y a relaciones más sólidas y honestas en todas las facetas de nuestra vida.

Cultura de Accountability 

Promover el accountability en una empresa tiene muchos beneficios ya que los trabajadores se sienten y están empoderados para cumplir con sus obligaciones y compromisos, rendir cuentas por sus logros y admitir responsabilidad en caso de errores.

Esta cultura promueve la transparencia, la confianza y la honestidad en todos los niveles de la organización, lo que contribuye a un ambiente de trabajo saludable y productivo además de generar satisfacción laboral en los trabajadores.

El accountability se basa en cuatro pilares principales, descritos por los autores Craig Hickmann, Roger Connor y Tom Smith:

Este pilar prevé el reconocimiento de un cuello de botella. Aquí, es importante estudiar los problemas e identificar todos los puntos que no están alineados con las políticas empresariales o la legislación de un determinado lugar.

En este pilar, los líderes deben asumir su responsabilidad y buscar soluciones. Se trata de un proceso que exige el compromiso del equipo, centrado en la mejora del rendimiento y la optimización de los procesos organizativos.

Este es el pilar de la solución. Las respuestas deben ser racionales y factibles, con posibilidades reales de resolver el problema. La creatividad es un factor de éxito, así como la previsión de nuevos posibles cuellos de botella.

Por último, el accountability contempla las acciones de mejora, es decir, la ejecución de las propias soluciones. Es importante medir los resultados y seguir promoviendo mejoras continuas.

Nombre del artículo: La necesidad del accountability a propósito del caso Corpac

Nombre de la columna: Tiempo de Millenials

Columna semanal de opinión

Autora: Fiorella Danjoy

No existe una traducción formal para el término accountability al español. Pero se relaciona directamente con la responsabilidad y la actitud.

Para poder desarrollar el accountability, necesitamos trabajar en el accountability personal y que la empresa tenga una cultura de accountability.

El accountability personal hace referencia a la responsabilidad individual de asumir las consecuencias de nuestras acciones y decisiones.

La cutltura del accountability promueve la transparencia, la confianza y la honestidad en todos los niveles de la organización.

El desastre del aeropuerto ocasionado por la desidia de Córpac (hace diez años que no hacía mantenimiento al sistema eléctrico), la situación calamitosa de la autopista de los Libertadores, que ocasionara recientemente un trágico accidente, el brutal abandono de un hospital emblemático como el Arzobispo Loayza, como revelara un programa dominical, el increíble hecho informado por Semana Económica de que 41 colegios públicos al borde del colapso no puedan ser reconstruidos a pesar de que existen, desde hace diez años, por lo menos cuatro iniciativas privadas cofinanciadas para ponerlos a punto, no hace sino poner en clara evidencia que quizás el mayor problema a resolver por quien nos gobierne desde el 2026 es el propio Estado peruano.

Ya es hora de reducirlo al máximo, privatizando o entregando en concesión todo aquello que no le corresponde administrar (agua, petróleo, aeropuertos, carreteras), invirtiendo sus pocos recursos en materias esenciales como salud, educación pública, seguridad y justicia. Y en lo que haga, permitir el apoyo de la inversión privada al máximo, que claramente es más eficiente que la burocracia estatal para lograr los fines buscados.

El estatismo que nuestra izquierda aún pregona, es anacrónico y destructivo. Su aplicación destrozaría la economía y los ingresos de los más pobres. Hoy lo vemos en vivo y en directo. No hay nada que el Estado haga bien y por eso la única fórmula es reducirlo, modernizarlo con meritocracia (encima este Congreso se empeña en cargarse Servir), y convertirlo así en un facilitador y regulador eficaz del mercado, para evitar que éste se desborde y ejecute prácticas anticompetitivas.

Aparte de lo dicho, puede eventualmente desplegar políticas de apoyo social, necesarias en un momento de tránsito hacia ser una sociedad medianamente desarrollada, donde la pobreza disminuya drásticamente. Y punto, paremos de contar.

Uno de los grandes pasivos de Alberto Fujimori -ahora que se ha puesto memorioso- es haber frenado en seco la reforma del Estado que el entonces premier, Alberto Pandolfi, y un equipo de tecnócratas de primer orden, tenían listo para desplegar en su segundo mandato de los 90. Por intereses reeleccionistas, Fujimori prefirió no romper huevos y saboteó la que hubiera sido su mejor herencia.

Página 7 de 9 1 2 3 4 5 6 7 8 9
x