[ENTRE BRUJAS: FEMINISMO, GÉNERO Y DERECHOS HUMANOS] Solo en lo que va del 2023 se han registrado 636 casos de niñas entre los 11 y 14 años que han sido obligadas a continuar con embarazos producto de una violación sexual. Todas ellas, no han accedido a un aborto terapéutico, aunque el riesgo grave sobre su salud integral y su vida era evidente.

En el 2022 el panorama también ha sido dramático, 1623 niñas han tenido partos producto de violaciones sexuales. Niñas cuya infancia ha sido arrebata y lastimada por la violencia, pero además desprotegidas por un Estado que no solo las vulnera al no prevenir la violencia sexual adecuadamente, sino que las revictimiza al negarles el derecho a una interrupción de la gestación que pueda salvaguardar su salud física, mental y su dignidad.

Recientemente el caso Mila generó indignación en la ciudadanía y es gracias a la presión de las organizaciones de derechos de las mujeres y de la opinión pública que se logra que el Estado aplique adecuadamente el protocolo de aborto terapéutico, aprobado en el 2014. Esta pequeña, felizmente, encontró una salida.

Sin embargo, existen muchas Milas. Cientos de niñas que sufren la tragedia de una violación sexual, que no acceden a la justicia y que son revictimizadas por las autoridades estatales. Pequeñas que quedan en el anonimato, que no se conocen sus casos, madres que sufren en silencio por sus hijas, que se cansaron de denunciar y solo encontrar impunidad y culpa.

En este país, las niñas importan solo cuando son noticia. Cuando hay una cámara que puede ayudar a subir la popularidad de una autoridad.  Evidencia de esto es que, en la última década se han presentado diversos proyectos legislativos para despenalizar el aborto en casos de violación sexual. Los intentos desde las organizaciones feministas y de mujeres ha sido constantes en reflejar un drama que azota a la infancia y es tolerado por el Estado.

Todas estas propuestas han sido archivadas. Desde el legislativo la indiferencia con este drama es brutal y se cuenta con la complicidad del Ejecutivo. “Nunca es el momento de abordar estos temas”, son clásicas afirmaciones de autoridades que defienden más su puesto que a las mujeres y a las niñas.

Entre el 2021 y 2023, según el Registro de nacidos vivos, 3684 niñas entre los 11 y 14 años, tuvieron partos. ¿Cuántos casos más?, ¿Qué cifra de horror se necesita para reaccionar?, ¿En qué “momento” las niñas y su derecho a no ser forzadas a un embarazo producto de un crimen, será “prioridad”?

Si el aborto en casos de violación sexual hubiera estado despenalizado en nuestro país, Mila no hubiera tenido que pasar por una larga y tortuosa espera para la aprobación de un procedimiento legal, no hubiera estado expuesta a la discrecionalidad de juntas médicas. No hubiera sido revictimizada una y otra vez.

Como sociedad nos hace falta empatía con el dolor ajeno. ¿Qué pasaría si fuera nuestra hija, hermana, amiga o sobrina?. Es tiempo que la ciudadanía exija un cambio, pues no lo harán las autoridades. Muchas de ellas son presas de sectores antiderechos, ultra conservadores, a quienes apenas se les menciona los derechos de las mujeres y niñas, o, los derechos reproductivos, ponen barreras para alcanzarlos.

Con ellos/as en el poder no se logrará nada. Es tiempo que la ciudadanía exija un cambio efectivo para garantizar la dignidad y salud de las niñas, así como su derecho a no vivir violencia.

La violencia sexual es un drama: Solo en lo que va del 2023 se han registrado más de 17, 500 hechos de violencia sexual, el 70% contra niñas/os y adolescentes, según el Programa Aurora. En cuanto a violaciones sexuales, se cuentan 6, 092 casos según la misma fuente. De estas el 66% son niñas y adolescentes.

Exijamos a las autoridades la prevención de este delito y una ruptura de la impunidad en la que quedan muchos agresores.  A la vez hay que demandar que se proteja a las niñas que son sobrevivientes de un crimen atroz.

Las niñas, son niñas, no madres. Procurar infancias dignas y felices es una obligación estatal y ciudadana.

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[ENTRE BRUJAS: FEMINISMO, GÉNERO Y DERECHOS HUMANOS] El reciente mensaje presidencial por 28 de julio nos dejó claro que la actual presidenta no tiene ninguna intención de dejar el poder y que la demanda ciudadana por un cambio, reflejada en las protestas y en la mínima aprobación de su gobierno, simplemente le es indiferente.

Boluarte inició con una crítica al gobierno anterior resaltando los altos índices de pobreza y la gran corrupción, olvidándose por completo que fue parte de este como Vicepresidenta y Ministra de Desarrollo e Inclusión Social, cargos que son asumidos por la confianza y cercanía al gobierno de turno.

Afirmó que su gobierno es democrático, negando de esta manera la crisis social, política y cultural que atraviesa el país y, evidenciando una peligrosa indiferencia por la actual captación de instituciones estatales, lo cual vulnera el principio de separación de poderes y, por ende, socava la gobernabilidad.

La presidenta relevó en su mensaje «la paz social», aunque, paradójicamente, se reprimía y gaseaba a manifestantes en el centro de Lima. La criminalización de la protesta ha continuado en las calles, así como los gestos racistas de parte de las autoridades estatales.

La paz social se construye garantizando justicia y reparación real para las víctimas de violaciones a los DDHH, así como evitando repetir actos hostiles que sigan profundizando la exclusión. La paz no puede ser solo un discurso.

La reconciliación no se construye replicando actos discriminatorios y prácticas que vulneran libertades fundamentales.

El discurso de la presidenta, estuvo plagado de incoherencias (como las mencionadas) y grandes ausencias.

Señaló que cumplirá las recomendaciones hechas por la Comisión Interamericana de Derechos Humanos; sin embargo, meses atrás deslindaba de todo vínculo con las fuerzas del orden y sus acciones desproporcionadas violatorias de derechos humanos. La CIDH ha calificado lo sucedido como “masacres” y “ejecuciones extrajudiciales”.

Así mismo, Boluarte le dedicó segundos a abordar la problemática de la violencia contra las mujeres, sin mencionar la obligatoriedad del ejecutivo en la implementación de políticas públicas para su prevención y atención. Una corta alusión a temas punitivos evidenció no solo su indiferencia con este tema sino su alianza con sectores anti derechos que limitan y bloquean el avance en materia de igualdad.

Es vergonzosa la omisión, prácticamente absoluta, de temas vinculados a igualdad de género, derechos de las mujeres/niñas y personas LGBTIQ+. Mucho más triste es saber que esto no es casual, sino que es el resultado de acuerdos y probablemente negociados con sectores ultra conservadores en cuya agenda política se encuentra la erradicación del enfoque de género en el Estado.

Este fue un mensaje que dejó claro el proyecto autoritario del gobierno, así como los acuerdos y alianzas perversas que mantiene y protege. En la mira está la igualdad y toda agenda progresista que pueda llevar a garantizar derechos.

Todos los líderes/lideresas de talante dictatorial hablan de paz y a la vez reprimen, hablan de reconciliación e igualdad, pero a la vez excluyen, criminalizan y evitan avanzar en esta ruta. La estrategia no es nueva, pero el escenario es preocupante, porque el hartazgo de la ciudadanía hace que se toleren prácticas peligrosas que nos están llevando a un túnel en dónde los más corruptos festejan por el botín.

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[ENTRE BRUJAS: FEMINISMO, GÉNERO Y DERECHOS HUMANOS] Hace unos días se conoció el caso de una menor de 10 meses que fue violentada sexualmente por su progenitor y producto de este ataque, falleció. Su madre era una adolescente de 15 años. Es decir, habría salido en estado de gestación cuando tan solo tenía 14 años y no tenía la edad para brindar consentimiento alguno, por lo que se habría cometido una violación sexual en su agravio. Esta noticia ocasionó una gran indignación colectiva.

El agresor -pese a haber sido denunciado- se encontraba en libertad. Aunque la adolescente víctima tenía medidas de protección, estas no fueron cumplidas ni garantizadas por las autoridades peruanas. Tampoco se tuvo acceso al Kit de Emergencia[1] que cuenta con un grupo de medicamentos y pruebas para prevenir un embarazo forzado o Infecciones de Transmisión Sexual. Sucedió lo mismo con el acceso a un aborto terapéutico, legal desde 1924[2] para aquellos casos en donde haya un gran peligro para la vida y/o la salud de la mujer.

La violencia sexual en nuestro país es una de las grandes tragedias que tenemos. Cuando analizamos las cifras, estas son más que dolorosas. Parece inútil repetirlas, pero hoy más que nunca necesitamos la sensibilidad de la ciudadanía para exigir respuestas estatales reales y serias para la atención, sanción, prevención y erradicación de esta problemática. Recordemos que es obligación del estado garantizar una vida digna, lo que va en el marco del derecho que tenemos todas las mujeres a vivir una vida libre de violencias.

En el 2022 se han registrado 25 909 (94,7%) casos de violencia sexual en agravio de mujeres. Hasta mayo del 2023, se tiene el registro de 11 085 casos de violencia sexual a mujeres, los que representan 94,5% del total de denuncias.

Así también, en el 2022 se registraron 11 080 casos de violaciones sexuales a mujeres y en el 2023, 4776 casos. En este tipo de violencia sexual, los registros visibilizan a las niñas, niños y adolescentes como los/as principales afectados/as, en lo que va del año se han cometido 3 297 violaciones sexuales, representando al 65,9% del total de denuncias.

Este crimen ha sido considerado por las instancias internacionales como una forma de tortura, así como lo es obligar a las mujeres a continuar con un embarazo producto de esta agresión: embarazos forzados. Diferentes Comités de derechos humanos han recomendado al país que se despenalice el aborto en casos de violación sexual, entendiéndolo como el estándar mínimo con el que se debería contar. Esta medida en parte representa una restitución de la dignidad a las víctimas y no perpetuar más su sufrimiento. Esto ha sido recogido en las recomendaciones hechas por el Comité de los Derechos del Niño, el Comité CEDAW, el Comité de los Derechos Humanos y recientemente en las recomendaciones del último Examen Periódico Universal hecho al Perú por otros estados.

En nuestro país vemos con indignación la recurrencia de la violencia sexual, pero es necesario apoyar acciones que realmente se orienten a lograr que este crimen sea erradicado y proteger a las víctimas.

Despenalizar el aborto en casos de violación sexual es una medida urgente, una deuda histórica del Estado con las mujeres y las niñas. Una medida que, al menos, ayudaría a no exponer a las víctimas  a la extensión de su sufrimiento, salvaguardando su vida y salud.

De otro lado, se necesita romper con la impunidad. Cada agresor impune es un peligro para otras niñas y mujeres. La falla de nuestro sistema de justicia para sancionar estos crímenes impacta directamente en el incremento de otras víctimas.

PREVENCIÓN: si bien queremos sanción, este ámbito es sumamente importante para que estos casos no se repitan, que ninguna otra niña/adolescente o mujer adulta se vea expuesta a esta tortura que daña su vida para siempre. Para prevenir este crimen resulta primordial la educación sexual integral en las escuelas, lamentablemente esta ha sido bloqueada por un congreso antiderechos que responde a intereses subalternos.

Estás medidas a largo plazo son impopulares, en la medida que no brindan soluciones inmediatas, pero sino empezamos a abordar el problema de forma seria y responsable seguiremos lamentando casos. La indignación sin acción no alcanza.

[1] De acuerdo a la Directiva Sanitaria N° 083/2019/DGIESP el “Kit para la Atención de Casos de Violencia contra la Mujer – Violencia Sexual” es un grupo de productos preestablecidos que deben ser entregados en la atención de un caso de violencia sexual y que tienen la finalidad de prevenir embarazos forzados.

[2] Artículo 119° del Código Penal: “No es punible el aborto practicado por un médico con el consentimiento de la mujer embarazada o de su representante legal, si lo tuviera, cuando es el único medio para salvar la vida de la gestante o para evitar en su salud un mal grave y permanente”

 

*Nota realizada con la colaboración de Cecibel Jiménez

 

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[ENTRE BRUJAS: FEMINISMO, GÉNERO Y DERECHOS HUMANOS] Cada 28 de junio se celebra el Día del Orgullo LGBTIQ+. Esta es una fecha emblemática que impregna todo el mes de colores, con mensajes de igualdad, justicia, fortaleza, amor y la esperanza de un mundo más humano en donde la libertad de ser, sentir y amar sea reconocida como un derecho.

Esta fecha surge en memoria de los disturbios de Stonewall – Nueva York (1969). Aquel día personas de la diversidad sexual y con una identidad de género diferente a la heteronormativa se manifestaron en contra de la estigmatización, violencia y discriminación, en medio de una redada policial, iniciando así una continua lucha por la defensa de la dignidad y sus derechos humanos.

El día del orgullo se ha convertido en una fecha clave para el movimiento LGBTIQ+ a nivel global, así como para el movimiento feminista y de derechos humanos. Cada vez más personas empatizan con esta lucha, que en realidad es una legítima demanda de dignidad, igualdad y libertad.

La discriminación por orientación sexual e identidad de género no solo lastima, sino mata a miles de personas en el mundo. En nuestro país, la transfobia, la lesbofobia, la bifobia y la homofobia son realidades que no han sido superadas. De hecho, contamos con una legislación completamente restrictiva de los derechos de esta población.

Demandas históricas como la Ley de igualdad de género, el matrimonio igualitario y la adecuada sanción a los crímenes de odio siguen siendo un pendiente. Según la última encuesta del INEI (2017) solo el 40.9% de personas LGBTIQ+ expresan su identidad de género, una inmensa mayoría que llega al 59.1% no lo hace por temor a sufrir una agresión, a perder su familia o a que sus amistades no les brinden apoyo.

Es decir, una gran cantidad de población vive ocultando su verdadero sentir y limitando su derecho a expresarse libremente, vivir sus gustos y afectos.  Según las estadísticas del Ministerio de la Mujer y Poblaciones Vulnerables (MIMP, 2022) del total de casos de violencia atendidos contra personas LGBTIQ+, 46% fueron agredidxs por un familiar. El Ministerio Público en un estudio (2022), reportó que se han identificado entre el 2011 y 2021, 88 muertes dolosas de personas LGBTIQ+, es decir, crímenes de odio hacia esta población.

Una verdadera democracia tiene que tener como pilares fundamentales la libertad, la igualdad y el respeto a la dignidad de todos los seres humanos. Un verdadero Estado democrático es aquel en el que se respetan los derechos de todas las personas sin ninguna distinción, pero, no solo en las normas sino en la vida cotidiana. Estamos aún lejos de ello.

Este sábado 1ro de julio, se realizará en Lima la Marcha del Orgullo LGBTIQ+, con la consigna #OrgulloEsDemocracia. La cita es a las 3:00 pm en el Campo de Marte. Muchas personas iremos de colores para reconocer los derechos de una población tradicionalmente excluida, pero también con la convicción de que en la medida que la igualdad y los derechos de las personas LGBTIQ+ sean reconocidos este será un mundo mejor.

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#LGBTIQ+, bifobia, lesbofobia, transfobia

Entonces, ¿el varonicidio existe?, mi respuesta es no.  Este término absurdo ha vuelto a ser colocado por algunos abogados/as que, en mi opinión, ejercen su profesión sin ética, al no promover el principio de igualdad y no discriminación, dimensiones básicas que debe tener en cuenta toda persona que defienda los derechos humanos.

El varonicidio es una invención absurda y misógina. No tiene base para su problematización, ni es una figura jurídica. Este término solo busca enfrentar a los hombres contra las mujeres y seguir reproduciendo sociedades patriarcales.

La violencia de género es un problema estructural, un problema que amerita la lucha común de todas y todos.  Esperemos algún día la cifra de feminicidios llegue a cero.

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Feminicidio, varonicidio, Violencia de género

La Defensoría del Pueblo ha sido, desde su fundación, la única instancia estatal que ha mantenido una alta legitimidad, justamente por su rol y autonomía frente al poder y los sectores políticos. Este espacio ha contribuido a la construcción de la memoria histórica de los hechos de dolor atravesados durante el conflicto armado interno, ha condenado el terrorismo, así como la violencia estatal.

Es gracias a la Defensoría del Pueblo que se ha dado seguimiento a la implementación de leyes orientadas a garantizar derechos de las poblaciones más vulnerables del país. Hoy, esta importante institución no queda a la deriva sino a la merced de un operador político del fujimorismo, gracias a la alianza de este partido con otras agrupaciones como Perú Libre y Acción Popular.

Una evidencia más de que gran parte de clase política está podrida y solo le interesa armar la mesa para gobernar aún sin ganar las elecciones.

Triste escenario que nos toca enfrentar. Sabemos que van por más, el copamiento de las instituciones democráticas es evidente, la finalidad es ponerlas al servicio de un proyecto autoritario que tiene como principal impulsor al Fujimorismo y sus aliados.

Tiempos oscuros han llegado para la única institución que se mantuvo autónoma durante casi tres décadas. La crisis democrática es una realidad.

 

[1] Artículo 93. El Congreso, a través de la Comisión Permanente, designa (…) y con aprobación del Pleno elige al Defensor del Pueblo, observando
las condiciones señaladas en la Constitución Política y las leyes orgánicas de las
respectivas instituciones públicas, así como el procedimiento determinado en los
reglamentos especiales que apruebe el Congreso (…).

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Congreso, Defensoría del Pueblo, derechos humanos, Fuerza Popular, Josué Gutiérrez, Perú Libre

Se afirma que el gobierno se encontraba en una situación muy compleja, a la vez que se condena el uso desproporcionado de la fuerza y de armas letales que terminaron con la vida de decenas de personas. De esta forma la CIDH, insta al Estado a investigar las graves violaciones a los derechos humanos con enfoque étnico – racial, debido a la participación directa de agentes estatales en los hechos, muchos de estos podrían ser calificados de ejecuciones extrajudiciales y masacres.

El informe lo que plantea es que el Estado debe cumplir con su obligación de investigar y sancionar a los responsables, en el marco de la debida diligencia; pero a la vez plantea otras medidas necesarias para fortalecer la institucionalidad democrática, la lucha contra la impunidad y los derechos humanos.

La oposición que este Informe ha despertado en los sectores más autoritarios de nuestro país no es una sorpresa. Sin embargo, tras todo lo vivido en las últimas décadas, si es preocupante que buena parte de la población conecte con estas narrativas y reproduzca falsas verdades que perpetúan el estigma sobre quienes defienden derechos.

Es claro que uno de los grandes desafíos que tenemos es promover una conciencia de derechos en la población. Nuestra democracia empezará a consolidarse cuando los derechos humanos, principios y libertades fundamentales sean asumidas como ejes para la construcción de un nuevo pacto social.

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Por estos motivos, instamos al Poder Ejecutivo, atendiendo las graves implicancias de la vigencia de una normativa como la recientemente aprobada en la integridad y vida de las niñas, adolescentes y mujeres, en especial las que resultan embarazadas producto de violencia sexual, observe la autógrafa de ley (Proyecto de Ley Nº785).

Además exhortamos a la ciudadanía a mantenerse vigilante frente a estos intentos del Congreso de desconocer u obstaculizar el acceso a derechos, en especial los relacionados con las autonomías de las mujeres. Exigir y mantenerse vigilante de las instituciones del Estado, quienes tienen la obligación de cumplir la normativa nacional vigente.

Ver pronunciamiento y firmas en el siguiente link: https://bit.ly/3n4prF8

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Quienes se dicen llamar “pro vida”, utilizan el término para empatizar con la población, pero en realidad su bienestar no les importa. A estos actores que diseminan mensajes de odio en todo el país, los llamaría “pro muerte” o “pro discriminación”, son quienes tienen voz cuando se trata de sancionar a las mujeres en su autonomía, cuando se trata de defender un modelo, pero no piensan en el bienestar ni de las mujeres ni de las niñas. A estos sectores, la vida no les interesa, siempre precarizar la misma.

Estas líneas escritas con algo de cansancio, de ver en el cotidiano la insistencia por retroceder, son un llamado a los/las jóvenes, a las mujeres, hombres y a toda persona que quiera el bien, a rechazar a quienes en base al odio promuevan una sociedad violenta y excluyente que nuestros hijos/as no merecen.

Si las normas retroceden, si las autoridades corruptas y cucufatas se apoderan de un país con una débil democracia, que el cambio venga por la ciudadanía y su rechazo a todo aquello que representa discriminación.

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