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Liz Meléndez, autor en Sudaca - Periodismo libre y en profundidad | Página 6 de 9

En el congreso actualmente hay un proyecto de Ley, presentado por la congresista Ruth Luque, que plantea la despenalización del aborto en casos de violación sexual. Recordemos que solo en el 2021, 1436 niñas menores de 14 años fueron obligadas a tener partos producto de este crimen. 

Aunque no podemos dejar de reconocer que el debate sobre el aborto en el Perú es un tema complejo, este tiene que darse de forma alturada y abordando el problema como un asunto de salud pública y derechos humanos. No podemos seguir el juego a sectores que lejos de defender “la vida” la vulneran diariamente con propuestas y cuestionamientos que generan estancamientos, odios, estigmatización y retrocesos. 

 

 

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feminismo, sociedad

Qué opciones tenía el actor, me preguntaron por ahí. Muchas no violentas, como por ejemplo rechazar lo que claramente fue un “chiste” agresivo y ofensivo con un gesto serio, pudo pararse de la sala e irse, interponer una queja por discriminación frente a la Academia, pudo expresar su rechazo verbalmente ante la audiencia. Tuvo opciones, que seguramente no se le pasaron por la cabeza, pues cuando un hombre tiene internalizado un modelo de masculinidad patriarcal y tóxica, su forma de resolver los conflictos es por medio de la violencia y la agresión, no hay otra. 

Uno de los principales desafíos que tienen los hombres, actualmente, es cuestionarse esa masculinidad patriarcal que arrastran y que también los daña. Will Smith no sólo golpeo a Chris Rock,  golpeó la luchas contra la violencia, al público espectador, a su familia y  se propinó – a sí mismo-  uno de los peores golpes, el tiempo le mostrará las consecuencias.

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Cine, Oscar, Will Smith

En la última audiencia el juez del 4º Juzgado de Investigación Preparatoria del Callao, ha determinado que los imputados Andrea Aguirre, Kevin Villanueva, Yolanda Castillo y Bryan Villanueva pasen a la etapa de juzgamiento. La defensa de Solsiret, a cargo del CMP Flora Tristán, impulsa que el crimen sea juzgado como un feminicidio, exigiendo que las autoridades hagan una interpretación amplia del tipo penal, lo que no solo contribuiría a qué realmente se acceda a la justicia, sino además a sentar un precedente importante en materia de feminicidio, crimen que puede ser cometido tanto por varones como por mujeres en un contexto de violencia de género.

La madre y el padre de Sol esperan justicia; pero a la vez, se han convertido en activistas y defensores por los derechos de las mujeres, en medio de su dolor buscan que lo que le pasó a su hija no le pase a más mujeres: «Que no hayan más Sol», es lo que su madre constantemente señala, con una fuerza y entereza digna de admiración. No puedo negar que se me encoge el alma al pensar en su indescriptible sufrimiento.

Dicen que la justicia que tarda no es justicia, pero aun así hay que insistir en que esta llegué y por fin se supere la impunidad, aplicando la máxima sanción a los criminales, garantizando la reparación para sus familiares y exigiendo que el Estado aplique medidas concretas para que estos casos no vuelvan a repetirse.

Las desaparecidas importan y sus familiares también.

Con la colaboración de Cecibel Jiménez

 

 

[1] Corte IDH, Caso González y otras (“Campo Algodonero”) Vs. México, 2009, párr. 258.

[2]  Este es un formato emitido por la Policía Nacional del Perú posterior a la presentación de la denuncia por desaparición de una persona en situación de vulnerabilidad que contiene información de la denuncia y fotografía de la persona desaparecida y es difundida, entre otros medios, a través del Portal de Personas Desaparecidas. (D.L. Nº1428, “Decreto Legislativo que desarrolla medidas para la atención de casos de desaparición de personas en situación de vulnerabilidad”).

 

 

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Feminicidio, feminismo, sociedad

 

El 15 de febrero de 1992, de forma infame, Sendero Luminoso asesinó a Maria Elena Moyano, para luego dinamitar su cuerpo enviando un mensaje de desprecio hacia las mujeres y sus luchas por la paz y la justicia social.

Treinta años después Maria Elena vive en nuestras memorias y sigue inspirando al movimiento de mujeres y feminista. Difundir su legado ha sido y es una forma de devolverle la voz, esa que fue arrebatada por el terror y el fanatismo.

A Maria Elena la mataron por plantear un cambio sin armas, por señalar que la lucha se hace en la arena política, con propuestas y sin violencia, que las organizaciones son fundamentales para levantar las demandas del pueblo que sufre hambre y precariedad. Así, hizo un llamado a cerrar el paso a aquellos que, con discursos violentos, querían destruir al pueblo que decían defender.

Maria Elena Moyano, fue una lideresa que con tenacidad y desde las arenas del distrito que tanto amó y que ayudó a forjar (Villa El Salvador), lucho contra el hambre, contra la violencia y creyó siempre en la organización de las mujeres como motor para la transformación social.

“Las mujeres han dado en estos ultimo años una demostración efectiva de lo importante que es participar y hacer política en la propia práctica. Nosotras no nos hemos quedado en el solo hecho de hacer oposición, de reclamar ante la situación por la que atravesamos, o simplemente de denunciar; nosotras hemos combinado el reclamo, la denuncia y la lucha con la participación práctica, con propuestas concretas y alternativas a cada uno de los problemas. (…) La participación de la mujer ha sido muy efectiva en la solución de problemas como el hambre y la miseria. (M.E.M, 1992)[1]

“Si las mujeres están respondiendo a nivel de Lima, algo se puede hacer. Si el pueblo se organiza y centraliza esfuerzos, podemos derrotar a «Sendero». Las cosas no son fáciles, pero tampoco imposibles” (M.E.M, 1992)

“la revolución es afirmación a la vida, a la dignidad individual y colectiva; es ética nueva. La revolución no es muerte ni imposición ni sometimiento ni fanatismo. La revolución es vida nueva, es convencer y luchar por una sociedad justa, digna, solidaria al lado de las organizaciones creadas por nuestro pueblo (…) Seguiré al lado de mi pueblo, de las mujeres, jóvenes y niños; seguiré luchando por Paz con justicia social” (Carta pública Maria Elena Moyano, 1991)

A tres décadas de su ausencia, sus reflexiones se encuentran completamente vigentes, por lo que leer sus cartas y discursos es una invitación a pensar el país de una forma diferente, con una lógica de derechos y una ruta de paz. A la vez, recorrer sus memorias nos permite conocer parte importante de la historia del movimiento feminista, en cuyos pasos ha quedado imborrable su huella.

 

 

[1] Extractos testimoniales recogidos del libro: Maria Elena Moyano: Perú, en busca de una esperanza. Coord. Miloslavich, Diana.  CMP Flora Tristán, 1993. Disponible en: https://lum.cultura.pe/cdi/sites/default/files/documento/pdf/Miloslavich%20-%20Maria%20Elena%20Moyano.pdf

 

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Maria Elena Moyano

Las autoridades una vez más demuestran el poco interés que tienen en lograr cambios favorables y sostenidos para alcanzar una educación de calidad y una sociedad más igualitaria. A puertas de cerrar la actual legislatura el Congreso de la República, mediando una perversa alianza entre la derecha más reaccionaria y la izquierda patriarcal se trajeron abajo la reforma universitaria, con la excusa de devolverle “autonomía” a las universidades, le devuelven – en realidad- la libertad a estas para hacer de la educación un negocio sin ninguna clase de ética ni fiscalización.

Pero no solo este escenario amenaza la educación, también lo hace el Proyecto Legislativo 904/2021, presentado por el congresista Edras Medina del grupo parlamentario Renovación Popular, denominado “Ley que impulsa la calidad de los materiales y recursos educativos en el Perú”; pero que en realidad busca desconocer la autonomía del Ministerio de Educación y hacer depender a este de la opinión y conformidad de los padres y madres de familia. Tal como suena, la educación de los niños estaría definida por algunas organizaciones de padres/madres quienes podrán vetar contenidos sin mediar aquí los criterios de especialistas en temas de educación.

 

Esta propuesta, que es bien vista por los sectores más conservadores (antiderechos) del congreso, distorsiona el derecho a participar de los padres/madres de familia en el proceso educativo, que por cierto se encuentra ya establecido a través de las APAFAS y de los Consejos Educativos Institucionales (CONEI).

 

¿Què hay detrás de esta propuesta?, el interés de grupos parlamentarios vinculados a sectores fundamentalistas que se oponen al enfoque de igualdad de género y a la educación sexual integral. A estos operadores de la discriminación no les interesa la calidad educativa, les importa mantener los cimientos de una sociedad excluyente y tutelar, que reproduzca la discriminación. Utilizando discursos tendenciosos, como “la defensa de la familia” o su oposición a una supuesta “ideología de género” mal informan, generan miedo y ahora operan a nivel del ejecutivo y el legislativo para fortalecer una agenda perversa que sostenga la desigualdad..

 

Diversas instancias se han pronunciado con preocupación frente a la probable aprobación de una iniciativa legislativa contraria a los compromisos del Estado Peruano en materia de educación e igualdad. Se han manifestado la Defensoría del Pueblo, el Sistema de las Naciones Unidas, organizaciones defensoras de los derechos de las mujeres, organizaciones de jóvenes y del derecho a la educación, el Ministerio de la Mujer, el Ministerio de Educación, así como instancias de la cooperación internacional.

 

Este escenario de riesgo se agrava tras la reciente designación de Kathy Ugarte, congresista de Perú Libre, como Ministra de la Mujer; la nueva titular del sector se ha opuesto públicamente al enfoque de igualdad de género y ahora lidera el ente rector de las políticas de género, una paradoja peligrosa que hace temer retrocesos que repercutirán en la vida y bienestar de millones de mujeres y niñas.

 

El escenario es adverso, a nivel del legislativo y también del ejecutivo, el presidente Pedro Castillo  ha demostrado su nulo compromiso con los derechos de las mujeres y ayer envió un mensaje claro de oposición a los avances en materia de igualdad. Se anuncian tiempos de muchos retrocesos que solo podrán ser bloqueados con una clara y contundente respuesta ciudadana.

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Congreso, SUNEDU

Un reciente informe de la Defensoría del Pueblo (DP) advierte que en el 2021 se registraron alrededor de 16 alertas de desaparición de mujeres, niñas y adolescentes por día, lo que ha significado un total de 5904 casos, representando esto un 7% de incremento frente al 2020.

Más allá de las cifras que son escalofriantes, se viene llamando la atención sobre un problema que se agrava y que demanda de parte del Estado acciones intersectoriales, primero, para conocer mejor las conexiones de la desaparición de mujeres con el feminicidio y otras formas de violencia como la trata de personas; así como para reforzar los sistemas de búsqueda e investigación de los casos. 

Según el informe de la DP, de los 146 feminicidios reportados el año pasado, en 19 casos las víctimas fueron previamente desaparecidas; es decir existe una conexión entre ambos crímenes.  No se conoce el vínculo que existe entre la trata interna y externa de personas y la desaparición de mujeres, sobre todo teniendo en cuenta que dicho delito es de mucha incidencia en nuestro país y afecta fundamentalmente a niñas, adolescentes y jóvenes. 

Son muchos los desafíos alrededor de esta problemática, como, por ejemplo, la necesidad de fortalecer el Sistema de Búsqueda de personas desaparecidas para que se generen protocolos y capacidades especializadas en la búsqueda de mujeres, quienes están especialmente en riesgo de graves formas de violencia de género.

Sin embargo, otro de los desafíos (muchas veces olvidado) es promover una adecuada y diligente investigación de los casos, que permita a los familiares ejercer su derecho a la verdad con dignidad y acceder a la justicia. Definitivamente una dimensión profundamente dolorosa de esta problemática es la angustia y la incertidumbre que viven las madres, padres, hermanos/as o cualquier familiar que busca a una mujer, sin poder conocer – incluso en años- qué paso con ella. 

En muchos de los casos judicializados la búsqueda e investigación esta plagada de estereotipos de género que conllevan a la culpabilización de las mujeres por su desaparición; así mismo, pueden pasar años y los familiares ven estancarse los procesos, sin saber qué pasó, se sienten humillados por un sistema que miran con impotencia. 

Las mujeres no desaparecen, nos desaparecen, y, si bien se necesita prevenir estos hechos, fortalecer y agilizar la búsqueda en el marco de la debida diligencia, se necesita también garantizar investigaciones idóneas y respetuosas con el sentir de los familiares, quienes tienen derecho a saber qué paso, sin que esto implique su humillación y tormento. 

 

 

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cifras, desaparecidos, estadística, Lucha contra la violencia hacia las mujeres, mujeres

Empecé a identificarme con el feminismo hace casi dos décadas, era muy joven y había algo en mí que me hacía indignarme frente a aquello que – a los ojos de gran parte de la población – parecía natural, eso que justamente entraba en el orden de lo “normal” me sonaba muy extraño, pero también me hería de diferentes formas. 

Por indignación frente a las injusticias, por vivencias propias y ajenas me fui metiendo en un mundo de cuestionamientos, de críticas al statu quo, fui rompiendo la indiferencia frente a la desigualdad y la violencia, pero con lentes feministas. En ese camino encontré a otras “locas”, otras “brujas” como yo, con quienes me fui identificando, mujeres que veía luchar, reflexionar, debatir y cuestionar; siempre pensando en construir un sueño, una utopía. 

Se ha construido feminismo desde diferentes espacios, la reflexión colectiva e individual no se ha dado desde un solo lugar. Hemos sido y somos diversas.  Feministas en ONGs, en los centros de estudio, en las calles, activistas, mujeres con lógicas diferentes, jamás hemos sido homogéneas, pero siempre se ha tenido una construcción activa y constante de conocimiento y una gran capacidad para detonar la acción social.  

Si recorro los últimos 18 años, he observado encuentros, desencuentros, nudos, entrampamientos, duras discusiones, pero también diálogos, reflexión profunda, solidaridad, sororidad, empatía, construcción colectiva, movilización social y una fuerte visibillización de las sujetas políticas, lo que ha sido fundamental para exigir el reconocimiento de derechos.

Mi memoria vivencial solo recorre estas casi dos décadas, pero el feminismo en el Perú es mucho más antiguo y ha pasado por diferentes momentos; es un movimiento vivo, potente, en donde han existido y existirán diferencias profundas que detonarán debates, algunos nudos que habrá que ir desatando, reflejándose así nuestra fuerza y diversidad de pensamiento. 

A la par que el feminismo avanza, también lo hacen sus detractores, el patriarcado se defiende y reacciona con especial ferocidad y sanción contra quiénes se atreven a cuestionar sus mandatos; se fortalece de la mano de un modelo de desarrollo deshumanizante para mantener el orden de estatus diferenciado. En estos escenarios, de avance de los fundamentalismos y los sectores antiderechos el rol de los feminismos, de sus organizaciones, colectivas y activistas es crucial. La actitud de permanente critica contestaria, así como de análisis y reflexión interseccional es clave en tiempos donde lo que se encuentra en disputa es la idea de bienestar y de desarrollo. 

Pensar que el feminismo debe ser homogéneo es un error, creo que es clave reconocer las diferencias como parte de un todo y desde ahí construir las diversas memorias y los caminos hacia un futuro plagado de desafíos. No creo que sea imperativo ni saludable que todas estemos perfectamente coordinadas o articuladas, pero si se necesita reconocer el camino recorrido, comprender la historicidad de los procesos y sobre todo rechazar narrativas que, muchas veces, basadas en datos errados o inexactos, buscan estigmatizar o invalidar a las feministas que luchan desde uno u otro escenario.

Reconocer el aporte de todas, de las que construyen desde la teoría, desde las calles, desde las ONGs o cualquier otro espacio es clave. Recuperar las memorias, reconocer los aportes mutuos, enriquecernos con ellos, superar las divisiones es parte de lo que tiene pendiente el feminismo para seguir fortaleciéndose en su diversidad.

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feminismo, Feminismo en el Perú, mujeres

El 2021 ha sido un año contradictorio para los derechos de las mujeres, por un lado, se han reflejado algunos avances normativos y en políticas; sin embargo, también se ha retrocedido en términos de paridad y ha quedado clara la tendencia a instrumentalizar la lucha contra la violencia de género en contextos de crisis y pugnas por el poder político. 

Centrándonos en lo positivo, podemos recordar que se aprobaron los “Lineamientos y la Estrategia nacional de prevención de la violencia de género contra las mujeres “Mujeres libres de violencia”; política de alcance nacional orientada a desnaturalizar la violencia de género y promover autonomía.  Así mismo, se han fortalecido las disposiciones en el contexto de pandemia para que las denuncias puedan hacerse por medios virtuales y en Plataformas Digitales, todo lo cual modifica y fortalece la ley de violencia 30364. 

A nivel del legislativo, vemos mayores avances en el primer semestre del año y un lamentable silencio en el actual congreso, lo que se debe a que la agenda del legislativo ha estado centrada en las pugnas políticas más que en los problemas que realmente aquejan al país. Salvo honradas excepciones, la producción normativa a favor de la igualdad no ha sido la esperada. Entre marzo y abril se aprobaron cuatro normas favorables a los derechos de las mujeres como por ejemplo: la ley que previene y sanciona el acoso contra las mujeres en la vida política (Ley 31155), la ley que permite el uso de canales electrónicos para la denuncia de los casos de violencia (Ley 31156), la ley que promueve la inserción laboral de las victimas de violencia en los programas que ejecutan las entidades públicas (Ley 31153) y la ley que promueve y garantiza el manejo de la higiene menstrual en niñas, adolescentes y mujeres vulnerables (Ley 31148). 

Sin embargo, se debe destacar un hecho crucial que podría contribuir a garantizar los derechos reproductivos de las mujeres; 22 congresistas han firmado el Proyecto Legislativo 954/2021 de la Congresistas Ruth Luque, que plantea la despenalización del aborto en casos de embarazos como consecuencia de violación sexual, gran pendiente del Estado para proteger la vida y salud integral de miles de mujeres y niñas. Este PL debe ser debatido en el 2022. 

Sin negar los avances o los intentos de avanzar en el camino hacia la igualdad por parte de algunos actores, preocupa la instrumentalización de los derechos de las mujeres en el contexto político, tanto de parte de la oposición al gobierno como las tardías reacciones de parte de este para separar a personas con actitudes abiertamente machistas de los espacios de decisión gubernamental. Así mismo, indigna que el partido oficialista Perú Libre, pretenda encubrir o desestimar las denuncias de una militante victima de un ataque sexual. Claramente no existe en este, ni en otras muchas agrupaciones políticas, una convicción auténtica para la defensa de los derechos de las mujeres.

Una democracia real, transformar el modelo social de desarrollo social y económico para generar mayor bienestar debe hacerse priorizando los derechos humanos y estos incluyen los derechos de las mujeres. 

Esperemos que el 2022 sea un mejor año para avanzar en una transformación con igualdad real. Mientras tanto feliz año, la esperanza no se pierde. 

 

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