Cultura

En Brasil fue un año duro en lo relativo a la pérdida de varias de sus estrellas musicales. Las más notables, por supuesto, fueron las de Gal Costa (9 de noviembre, 77) y Erasmo Carlos (22 de noviembre, 81). Mientras que la primera fue protagonista central del movimiento tropicalista en los setenta, el segundo coescribió junto a Roberto Carlos algunos de sus más grandes éxitos. Canciones como Amada amante, Un millón de amigos, Lady Laura, Detalles, entre muchísimas otras, pertenecen a ambos, compañeros de ruta desde los tiempos de La Joven Guardia. Además, Erasmo Carlos tuvo una sólida carrera en solitario, más orientado al rock. También fallecieron Luiz Galvão (22 de octubre, 87), uno de los fundadores de Os Novos Baianos, banda de rock de enorme influencia en la difusión de los nuevos sonidos brasileños en los años setenta; y el concertista de guitarra Carlos Barbosa Lima (23 de febrero, 77), quien se insertó en la movida jazzera de New York gracias a sus grabaciones junto a Charlie Byrd. Y hablando de jazz, este año partieron el pianista Ramsey Lewis (12 de septiembre, 87), el saxofonista Pharoah Sanders (24 de septiembre, 81) y el también saxofonista Ronnie Cuber (7 de octubre, 80). Mientras que Lewis y Sanders lideraron sus propios conjuntos tras trabajar con estrellas como Ornette Coleman y John Coltrane, Cuber fue un extraordinario músico de sesión, que paseó su saxo barítono con gente como The J. Geil’s Band, Billy Joel, Frank Zappa, Steve Gadd, Eddie Palmieri y la banda residente del conocido programa Saturday Night Live, entre otros.

La música latina también tiene más de un motivo para estar de luto este 2022. Comenzamos recordando al autor de La bikina, el violinista mexicano Rubén Fuentes (5 de febrero, 95), del famoso Mariachi Vargas de Tecalitlán. Fuentes escribió también otros clásicos mexicanos como Cien años o Flor sin retoño, grabados por Pedro Infante, Javier Solís, Pedro Vargas y un largo etcétera. Hace pocas semanas el mundo de la salsa se sorprendió al enterarse de la muerte de Lalo Rodríguez (13 de diciembre, 64), conocido por sus versiones de Ven devórame otra vez o Después de hacer el amor, éxitos de la “salsa sensual”. Otro histórico de la salsa, Héctor Tricoche dejó de existir a los 66 años, el pasado 17 de julio. Tricoche se hizo famoso como vocalista de la orquesta de Tommy Olivencia, con éxitos como Lobo domesticado y Periquito Pin Pin. Y el vocalista/bajista de Los Enanitos Verdes, icónica banda de rock argentino de los ochenta y noventa, Marciano Cantero, falleció el 8 de septiembre, a los 62. Finalmente, no podemos dejar de mencionar a estrellas de otros géneros como el guitarrista flamenco Manolo Sanlúcar (27 de agosto, 78), el cantautor argentino Diego Verdaguer (27 de enero, 70), la soprano española Teresa Berganza (13 de mayo, 89), y la cantante Ana Bejerano (2 de enero, 60), quien reemplazara a Amaya Uranga en Mocedades, durante la segunda mitad de los ochenta.

En el ámbito local, el público quedó estupefacto ante la trágica partida de Diego Bertie, quien perdió la vida tras caer desde el piso 14 del edificio donde vivía. Aunque se le asocia normalmente con la actuación, Bertie inició su carrera en la música, como cantante de la banda pop-rock Imágenes, con la que tuvo un par de éxitos radiales –Caras nuevas y Los buenos tiempos- allá por 1987-1988. Años después, se relanzó como cantante con un disco solista del que sonó fuertemente Qué difícil es amar (1997) y, posteriormente, tuvo uno o dos intentos más por reactivar su faceta musical, aunque su popularidad en cine, teatro y televisión fue mayor. Por su parte, Ramón Stagnaro, genial guitarrista que alternó con músicos internacionales en infinidad de sesiones de grabación y conciertos, falleció el 16 de febrero a los 76 años. Ese mes fue particularmente duro con la música nacional pues partieron, casi en seguidilla, el cantante nuevaolero Pepe Miranda (9 de febrero, 80) y, tres días antes, el compositor de fusiones instrumentales Manuel Miranda (6 de febrero, 62). El fundador y director de la popular orquesta de cumbia norteña Armonía 10, Walther Lozada, murió tras una larga enfermedad a los 61 años, el 25 de julio. Finalmente, el 22 de abril el público amante del folklore andino lamentó la partida de la compositora y activista política Martina Portocarrero, a los 72 años.

Otros notables que nos dejaron huérfanos este 2022: Angelo Badalamenti (11 de diciembre, 85), compositor de importantes bandas sonoras; Gregg Philbin (24 de octubre, 75), bajista original de REO Speedwagon; Radu Lupu (17 de abril, 76), pianista rumano de música clásica; Sir Harrison Birtwistle (18 de abril, 87), compositor británico de música instrumental contemporánea y óperas con temas mitológicos; el rapero Artis Leon Ivey, alias Coolio (28 de septiembre, 59), quien se hizo famoso en 1995 sampleando un clásico de Stevie Wonder, Pastime Paradise, con el título Gangsta’s paradise; Martín Carrizo (11 de enero, 50), bajista de la banda metalera argentina A.N.I.M.A.L.; los integrantes de la banda escocesa de hard-rock Nazareth, el vocalista Dan McCafferty (11 de agosto, 76) y el guitarrista Manny Charlton (5 de julio, 80); el vocalista de Screaming Trees y Queens Of The Stone Age, Mark Lanegan (22 de febrero, 57); el saxofonista de Earth Wind & Fire, Andrew Woolfolk (25 de abril, 71); y Calvin Simon (6 de enero, 79), una de las voces originales de los Parliament Funkadelic de George Clinton.

Toda una nueva constelación de estrellas que serán recordadas por siempre por sus aportes al mundo de la música, cada vez más desamparado y sepultado por el mal gusto y la chabacanería repetitva del reggaetón y afines.

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2022, Cultura, In Memóriam, Música

1972 fue también espectacular para el rock progresivo. Ese año se editaron Trilogy de Emerson Lake & Palmer, con su cinemática musical que, además, aportó un megaéxito de inclusión obligada en cualquier programa actual de recuerdos –From the beginning; Close to the edge de Yes, tres canciones de pura destreza y vuelo instrumental, entre ellas la volátil suite And you and I. Por su parte Genesis lanzó Foxtrot, con Supper’s ready como plato fuerte y Watcher of the skies, una de las más creativas piezas de esta etapa; Jethro Tull dio un salto estilístico con Thick as a brick, su primer opus conceptual; y Pink Floyd trabajó Obscured by clouds, un disco de sonido psicodélico y beatlesco que sirvió de banda sonora para una lisérgica película francesa llamada La vallée. Y cómo no incluir el fascinante sonido de Phantasmagoria, tercer y último disco de la formación original de Curved Air, con la encantadora voz de Sonja Kristina. Solo para conocedores.

En otros países europeos, el prog-rock estuvo también muy activo ese año, con producciones como Per un amico y Storia di un minuto de los italianos Premiata Forneria Marconi; el apocalíptico 666 del cuarteto griego Aphrodite’s Child, casa matriz de Demis Roussos y Vangelis; o títulos fundamentales del krautrock alemán, como el tercer disco de Can, Ege Bamyası -nombre de la conserva turca que aparece en la carátula-; So far, del colectivo experimental Faust; o Schwingungen, de Ash Ra Tempel cuyo guitarrista y líder, Manuel Göttsching, falleciera hace unos días a los 70 años. No podemos dejar de mencionar aquí al álbum debut de Neu!, el dúo de Düsseldorf que elaboró uno de los sonidos más influyentes para géneros tan opuestos como el punk y la movida ambient, a partir del genio innovador de su tercer integrante, el productor Konrad “Conny” Plank.

Bandas como Steely Dan, Roxy Music e Eagles debutaron aquel 1972. ¿Se imaginan encender la radio y escuchar, como estreno, canciones de superlativa calidad como Reelin’ in the years, Virginia plain o Take it easy? ¿O que, entre los anaqueles de las antiguas tiendas de discos, en la sección Novedades, se encontrara uno con joyas como el álbum doble Something/Anything? de Todd Rundgren; el primer disco como solista de Michael Jackson, Got to be there, grabado cuando apenas tenía 14 años; o esa maravilla de jazz-rock y fusión latina que fue el cuarto LP de Santana, Caravanserai?

Mientras todo eso pasaba en el mundo del rock, Paramount Records lanzaba la banda sonora de El Padrino, compuesta por el italiano Nino Rota; mientras el compositor y guitarrista Curtis Mayfield pergeñaba una elegante suite de soul y funk para musicalizar las escenas de Super Fly, film fundamental del blaxpoitation, subgénero que dio protagonismo a las problemáticas de la comunidad afroamericana. Ni qué decir de lanzamientos que generaron canciones eternas como Chicago V, con los éxitos Dialogue y Saturday in the park; el primer álbum de los escoceses Stealers Wheel (Stuck in the middle with you); el segundo disco de los Doobie Brothers, Toulouse Street, con hits como Listen to the music o Jesus is just alright; o Summer breeze, cuarta producción del dúo de multi-instrumentistas norteamericanos Seals & Crofts, en que destaca, por supuesto, el tema del mismo nombre. Una maravilla tras otra.

La música en español también tuvo sus propios momentos de gloria, en 1972. Por ejemplo, ese fue el año de la aparición de Sui Generis, con su entrañable LP Vida, en medio de otros lanzamientos importantes del rock gaucho como Desatormentándonos, primer disco de Pescado Rabioso, con Luis Alberto Spinetta al frente; y los debuts de Color Humano y Aquelarre, bandas de los otros ex miembros de Almendra. Desde España, Camilo Sesto lanzó sus dos primeros discos, con éxitos como Algo de mí y Fresa salvaje; Nino Bravo publicó dos LP antes de su prematuro fallecimiento, Un beso y una flor -incluyendo, además del tema-título, las espectaculares Noelia y Cartas amarillas– y Mi tierra -con Libre como principal single-. Y el trovador catalán Joan Manuel Serrat regaló a la humanidad su tributo a Miguel Hernández, musicalizando diez poemas de uno de los principales exponentes de la Generación del ‘27.

La salsa dura, por su parte, tuvo su propio Woodstock con la película y banda sonora Our latin thing (Nuestra cosa), en que brillaron los pioneros del género latino como Ray Barretto, Ismael Miranda, Larry Harlow, Willie Colón y Héctor Lavoe, además de sus propios lanzamientos individuales y otra aparición en conjunto, como Fania All Stars, que ese año salió al mercado con un poderoso álbum en vivo, Live at the Cheetah Vol. 1. Por su parte, El Gran Combo y Justo Betancourt triunfaron sus singles Julia y Pa´ bravo yo, respectivamente, clásicos que hasta ahora están vigentes para conocedores y bailadores del mundo entero.

En cuanto a la producción nacional, dos frentes tuvieron mucha actividad. Por un lado, lanzamientos importantes para la historia del rock local, del sello MAG, como el primer álbum de We All Together que incluyó el clásico cover de Carry on till tomorrow, tema original del cuarteto galés Badfinger. También debutaron las bandas limeñas de hard-rock Tarkus, con su famoso LP de carátula negra; y Pax, con un ambicioso disco cantado en inglés, May God and your will land you and your soul miles away from evil, con influencias de la psicodelia de Iron Butterfly y Vanilla Fudge. Mientras tanto, el colectivo de fusión El Polen compuso la banda sonora de Cholo, película dedicada al futbolista Hugo Sotil, que editaron como su primer disco. Y, por el otro, opciones de música popular como la cumbia de los sellos Infopesa, Dinsa y Odeón del Perú, con lanzamientos de singles de Los Mirlos, Manzanita y su Conjunto, Los Pakines, Juaneco y su Combo, entre otros. Y en el ámbito del folklore, destacaron los álbumes de estrellas criollas como Carlos Hayre (La marinera limeña), Las Limeñitas (Graciela y Noemí, un solo corazón), y del canto andino como El Jilguero del Huascarán, Pastorita Huaracina, entre muchos otros. Mención aparte para el retorno, en clave de rock psicodélico, de Yma Súmac, con su disco Miracles, grabado en EE.UU. y lanzado por London Records, el último de la diva de la música exótica.

Otros lanzamientos importantes que cumplieron cincuenta años este 2012: A song for you de los Carpenters, con los éxitos Hurting each other y Goodbye to love; Acabou chorare de Os Novos Baianos, uno de los más trascendentales grupos de pop-rock con sabor brasileño; el debut discográfico de Les Luthiers y su extraordinaria Cantata Laxatón; los debuts como solistas de Jerry García y Bob Weir, líderes de The Grateful Dead. En el jazz, la primera aventura de Chick Corea al frente de Return To Forever y Expectations, del pianista Keith Jarrett, uno de sus primeros lanzamientos con el sello Sony Records, tras su trabajo con Miles Davis, que ese año editó el alucinante On the corner.

Que todos estos álbumes, lanzados hace cincuenta años y que, en muchos casos, tomaron meses enteros para su creación, grabación y edición, suenen más interesantes, como construcciones musicales y líricas, que las toneladas de canciones desechables que actualmente se producen en cuestión de días y son éxitos de ventas y reproducciones en Spotify, YouTube y demás hierbas tecnológicas, es solo una muestra más de esa degradación que caracteriza también otros aspectos de la vida moderna, desde la calidad del aire que respiramos y los alimentos que consumimos hasta el pobre nivel de desarrollo personal, psíquico y emocional que encontramos en un gran porcentaje de individuos y colectivos sociales y políticos, cada vez más superficiales, insensibles y corruptos.

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1972-2022, Cultura, Éxitos del pasado, Música

Durante el último tercio de los setenta es que esta enigmática y multidimensional intérprete comienza a desarrollar la imagen y estilo que la hicieron reconocida internacionalmente. Con sus álbumes Caras e bocas (1977) y Agua viva (1978) aparecen los primeros signos de sofisticación en producciones como Meu doce amor, Vida de artista o Negro amor, cover en portugués de un clásico de Bob Dylan, It’s all over now, baby blue (1965). Fiel a sus raíces y a sus amistades, otros temas firmados por Caetano Veloso como A mulher o Força estranha pasaron a ser partes fijas de su repertorio. En medio, siempre hubo espacio para la samba, uno de sus fuertes, con nuevos clásicos como Samba rasgado o Balancê, ambos presentes en Gal tropical (1979), en el que también incluyó nuevas versiones de canciones antiguas como India o Meu nome é Gal compuesta para ella por otros grandes de la música del Brasil, Erasmo y Roberto Carlos.

Los ochenta llegaron con el boom de las novelas brasileñas -títulos setenteros como Isaura, la esclava (1976) o Dancing days (1978) habían abierto el camino para estas historias- y su voz se hizo aun más reconocida en nuestro país, con temas como Meu bem, meu mal, de la novela del mismo nombre o Brasil, rock-samba que servía de introducción para Vale tudo, una de las novelas más sintonizadas de 1985. A este periodo pertenecen álbumes como Fantasia (1981) que, además de las mencionadas Festa do interior o Me bem, meu mal, incluye una preciosista composición de Djavan, uno de los cantautores más inspirados de la generación posterior de la MPB, titulada Açaí. En 1983 editó Baby Gal, otro elegante disco de baladas románticas y bossa nova, con temas originales como Mil perdões -escrita por Chico Buarque- o De flor em flor -de Djavan-, así como una renovada versión de uno de sus primeros y más conocidos temas, Baby (escrita, también, por Caetano Veloso), con un sonido adaptado a las exigencias del gusto ochentero. La original apareció en su tercer álbum de 1969.

Gal Costa ha interpretado a todos los grandes compositores de su país. Además de los ya mencionados Caetano Veloso, Gilberto Gil, Milton Nascimento, Roberto Carlos y Chico Buarque, también han sido tocados por su voz autores fundamentales como Ary Barroso, Jorge Ben, Dorival Caymmi y, especialmente, Antonio Carlos Jobim. En 1987 publicó su primer álbum de temas exclusivos de este famoso artista, Rio revisited, entonando clásicos como Águas de Março, Corcovado, One note samba, Chega de saudade, entre otros, acompañada al piano y voz por el maestro Jobim en persona. Años más tarde, en 1999, lanzaría un disco doble en vivo llamado Gal Costa canta Tom Jobim ao vivo, para conmemorar el quinto aniversario del fallecimiento del autor de Garota de Ipanema, himno moderno de Brasil. En 1995 lanzó Mina d’água do meu canto, con temas inéditos de Veloso y Buarque.

Convertida en icono cultural de su país, Gal Costa pasó a ese exclusivo listado de artistas atemporales, que no requieren de éxitos masivos para conservar su vigencia y prestigio. La cadena MTV organizó un concierto acústico con ella, un disco de antología que sirve de resumen pero también de puerta de ingreso a su universo sonoro. Aunque siguió produciendo discos de estimable calidad, Gal Costa ya no necesitaba demostrarle nada a nadie y prosiguió con sus exploraciones estilísticas, pero siempre anclada al sonido de la MPB, la samba y el bossa nova, su lenguaje natural. Así, sus últimas producciones en estudio -Recanto (2011), Estratosferica (2015) y A pele do futuro (2018)-, combinan sus inagotables raíces con géneros como la electrónica, el rock y la música disco. Cada uno tiene su equivalente en vivo, una práctica que popularizó Caetano Veloso.

Y, a todo esto, ¿qué fue lo que dijo Lula? Pues lo siguiente: “Gal Costa fue una de las más grandes cantantes del mundo, una de nuestras principales artistas pues llevó el nombre y los sonidos de Brasil a todo el planeta”. Pocas semanas antes del miércoles 9, la cantante había expresado su abierto apoyo al regreso de Lula. Había nacido como Maria da Graça Costa Penna Burgos, pero su nombre era Gal.

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Bossa Nova, Brasil, Cultura, Gal Costa, MPB

Por ejemplo, el 33% del NSE DE piensa que la desigualdad en el país es aceptable. Los que peor la pasan, los que sienten en carne propia la falta de oportunidad son los que menos inconformes se muestran. ¿Las razones? Habrá que hilar fino.

Pero otra vez, la percepción de que la individualidad es el camino para el progreso puede contribuir a generar esta visión de que, en el fondo, no es tanto una lógica contextual, sino de “decisión”. Pero es una suposición. La evidencia está. Hay que entenderla mejor.

La movilidad como clave

El tercer punto que creo es clave en este gran trabajo es el de la movilidad. Desde allí la conclusión es que tanto en movilidad educativa como social, nuestra velocidad es lentísima. Quienes tienen educación superior, en gran medida provienen de hogares que la tenían. Quienes no tienen educación, provienen de hogares similares.

En movilidad social, usando una categorización muy interesante, se nota también que la clase dominante proviene de sí misma y algo de la clase intermedia. Pero la clase trabajadora, básicamente de la misma clase trabajadora.

Es decir que reproducimos más de lo que es esperable ver nuestro origen. Otro elemento que justifica el hecho de que los NSE más bajos consideren que existe un menor nivel de desigualdad. Si nada se mueve y no hay cambio, sólo queda lo individual como respuesta.

Un optimismo que contiene

Además, hay una perspectiva optimista de toda esta movilización. Se cree que sí se da y que sí dará en mayor medida con las siguientes generaciones. El 59% de entrevistados señala que su situación económica es mejor que la de sus padres y además el 81% sostiene que la de sus hijos será mejor que la propia. Muy interesante conclusión que no parece soportarse tanto en datos objetivos como en una lógica de esperanza o de apuesta futura. Esa es una apuesta que también puede justificar que sigamos donde estamos. En el fondo no hay una sensación de que al final del camino hay un precipicio, sino más bien una escalera.

Una escalera que se soporta en la promesa de la educación. 85% considera que la clave para tener una buena posición económica en el país es tener una buena educación. Por eso, cuando existen fuerzas que atentan contra ello, cabe preguntarse qué es lo que está detrás y cómo ello no genera una reflexión mayor que la que hemos observado.

También hay un dato que no puede pasar desapercibido y es la percepción de que para el 52% de peruanos el ingreso del hogar alcanza. Es decir, para la mitad de los peruanos no hay aún una situación crítica en cuanto a su economía. ¿Por qué es relevante? Porque nos lleva a explicarnos por qué no terminamos de estallar sin necesidad de un meteorito.

Hay miles de datos más que cada uno sabrá aprovechar. Yo solo comparto lo que me ha llamado la atención de manera particular: la visión del progreso individual, la justificación de la desigualdad de los sectores más pobres, la falta de movilidad y la ausencia de crisis.

[1] https://iep.org.pe/wp-content/uploads/2022/07/I-Encuesta-nacional-de-percepcion-de-desigualdades-ENADES-2022-v2.pdf

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Análisis de datos, Cultura, Últimas encuestas

En la historia del hombre las técnicas utilizadas en el día a día siempre han sido consideradas como la base de un sistema de adaptabilidad y supervivencia y como elemento importante en la construcción cultural de las poblaciones, la rueda, la horqueta, y otros ejemplos dan fe de eso, también las técnicas servían para afinar procesos o sistemas de intercambio y muchas veces momentos rituales que tenían un componente de preparación tecnológica que motivaban ciertos rituales, para mis amigos no antropólogos les recomiendo revisar un poco del circuito Kula, y por otro lado considero que mis colegas saben a qué me refiero y no me tildarán de hereje por lo que escribo, pues este proceso trata de probar lo que hace ya un tiempo trato de transmitir y es que la economía está siempre supeditada a la organización social, inclusive más allá de la economía de mercado. Dicho todo esto nos damos cuenta que la mirada hacia la técnica o tecnologías a través de la historia ha permitido al hombre crear, y si el hombre es producto de la creación de su propia cultura, entonces, la tecnología es para el hombre, de vital importancia en estos tiempos.

La tecnología ayuda a reconfigurar una sociedad en distintos detalles como la percepción y aceptación social ante los cambios económicos, o las actitudes frente a lo nuevo y distinto y “moderno” y porque no a lo que llamamos moda, etc. Es también, en ese sentido que el manejo de un emprendimiento, debe considerar una relación de conocimiento de las ciencias sociales para el análisis, siendo muy importante. El uso de la tecnología no solo es un tema que tiene ser mirado como un efecto o resultado para aplicar enfoque marketero sino como un proceso que se va construyendo y cambiando en el tiempo, que no es nuevo, pues el uso de la tecnología siempre va a reconfigurar la sociedad y en este mundo globalizado y con movilidades sociales muy fuertes el tema de marketing no es suficiente. El mundo ha cambiado, se han acercado los países, las culturas van tomando más semejanzas y menos diferencias, existen nuevos constructos sociales y culturales y las técnicas modernas como estrategias generan estos cambios. Ojo con eso.

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Cultura, Tecnología

Hay también personajes que alimentan la memoria, como Joaquín Jaime y María Antonia Ascorve, el primero africano afincado en Malambo; la segunda, afrodescendiente y fundadora de un culto que es tema de una tradición de Palma, la devoción de “San Antonio del Fondo”, centrada en la figura de San Antonio de Padua, a cuyo altar en un callejón de la calle Mercedarias acudían beatas de todo linaje a rendirle oración y suplicar milagros. Aunque sus tumbas no han sido halladas, ambos fueron enterrados en el Presbítero Maestro, algo que, según los autores, en un hecho llamativo, dada la rígida jerarquía social limeña y considerando el hecho de que el Presbítero se destinaba a entierros de personajes destacados mientras los populares, que constituían la excepción, debían cumplir con la condición de sufragar los gastos de entierro.

Por las páginas de este libro siguen desfilando personajes de mucho interés, como Mateo Pumacahua, un hombre que favoreció gran parte de su vida a los realistas pero supo finalmente apoyar a la causa libertaria; Ventura Ccalamaqui, brava heroína ayacuchana que participó del ataque al cuartel Santa Catalina (un busto la recuerda, con justicia, a las afueras del mercado de Huamanga) o Emeteria Ríos, pugnaz colaboradora de las huestes de San Martín y vengadora de la muerte de su esposo, ajusticiado por los realistas.

En suma, diría que este libro nos acerca a la historia de una manera ágil y encilla. Mérito de sus autores y de un tejido textual que da a las anécdotas un perfil atractivo, enmarcadas en un diseño narrativo eficaz. Para legos y profanos por igual.

Mario Polack y Mario Pera: Momentos estelares de la Independencia del Perú. Lima: Editorial Planeta, 2022.

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Cultura, Historias, Literatura

El próximo 7 de agosto sube al octavo piso Caetano Veloso, probablemente el cantautor brasileño más importante después de Antonio Carlos Jobim, pieza fundamental en el movimiento del Tropicalismo –o Tropicália, como se le llamaba también- a finales de los años sesenta, que enfrentó con poesía, cine y música a los inicios de la Junta Militar que dio un golpe de Estado en su país, en 1964. Con más de cinco décadas de ininterrumpida trayectoria artística, la música de Veloso, que cubre un extenso rango de estilos, desde el bossa nova tradicional hasta el rock experimental, pasando por baladas, fusiones y demás, ha influenciado a todos los grandes exponentes de la MPB (Música Popular Brasileira), desde Rita Lee hasta Tribalistas. Su cómplice y hermano musical, Gilberto Gil, también llegó a los 80, el pasado 26 de junio. Y Milton Nascimento, otra superestrella musical del Brasil, que ha grabado con grandes del jazz como Wayne Shorter y Herbie Hancock, lo hará el 26 de octubre. Aquí podemos verlos a los tres haciendo lo suyo, junto a Gal Costa y Sting, en 1989.

Hablando de jazz, cómo olvidarnos del guitarrista John McLaughlin, factótum de The Mahavishnu Orchestra, proyecto de jazz-rock que armó luego de trabajar para Miles Davis en históricos álbumes como In a silent way (1969), Bitches brew (1970) y A tribute to Jack Johnson (1971). En este grupo reunió a músicos de cinco nacionalidades diferentes: Jan Hammer (teclados, Checoslovaquia), Rick Laird (bajo, Irlanda), John Goodman (violín, Estados Unidos), Billy Cobham (batería, Panamá) y él, por supuesto, que venía de Inglaterra. Con esta alineación, la orquesta Mahavishnu publicó dos extraordinarios álbumes, The inner mountain flame (1971) y Birds of fire (1973). Luego su elenco cambió en dos etapas más, de 1974 a 1976 y de 1984 a 1987.

Paralelamente, entre 1976 y 1978, McLaughlin fundó Shakti, junto a tres músicos de la India, para explorar las lejanas sonoridades de cítaras y tamboras y mezclarlas con el jazz. McLaughlin, además, se unió a otros dos geniales guitarristas, el español Paco de Lucía y el ítalo-norteamericano Al Di Meola, para grabar dos inolvidables discos, Passion grace and fire (1983) y The guitar trio (1995). Aquí los vemos tocando Meditarranean sundance, en una de las galas benéficas que ofreciera el fallecido tenor italiano Luciano Pavarotti, denominadas Pavarotti & Friends, en el año 1996, en favor de los niños y familias damnificadas por la guerra en Bosnia. McLaughlin, cuya discografía personal supera los veinte títulos, cumplió 80 el 4 de enero.

Otra leyenda del jazz, el francés Jean Luc-Ponty, celebrará su octava década de vida el próximo 29 de septiembre. Pionero del violín eléctrico, Ponty ha lanzado más de cuarenta álbumes como solista, con melodías inmediatamente reconocibles como Egocentric molecules -del LP Cosmic Messenger (1978)- o New country –de Imaginary voyage de 1976-. Previamente, Ponty fue miembro de The Mothers Of Invention de Frank Zappa, entre 1973 y 1974 y estuvo en la segunda formación de The Mahavishnu Orchestra, para los discos Apocalypse (1974) y Visions of the emerald world (1975), verdaderas joyas del jazz-rock. Durante las décadas siguientes, Ponty produjo piezas en las que fusionó jazz, sonidos del África y del Medio Oriente, con música clásica y toques electrónicos.

Leo Dan (nombre real: Leopoldo Dante Pérez), compositor argentino de baladas y nueva ola, también cumplió 80 este 2022, 22 de marzo. Sus canciones –Cómo te extraño, mi amor (1964), Mary es mi amor (1970), Te he prometido (1969), Celia (1963)- son eco de un pasado en que las letras en español brillaban por su romanticismo y sencillez. También de Argentina, Mauricio Birabent, más conocido como Moris, alcanzará los ochenta años el 19 de noviembre. Moris es uno de los padres fundadores del rock en nuestro idioma, con canciones como Ayer nomás, De nada sirve o Esto va para atrás –de su primer LP, Treinta minutos de vida (1970)- que dan cuenta de un talento feroz, rebelde y contracultural, que sentó las bases de la escena bonaerense. El tema El oso, el más representativo de aquel vinilo del sello Mandioca, fue popularizado entre nosotros por Daniel F., quien lo grabó para el quinto disco oficial de su banda Leusemia, Al final de la calle (2001).

Andy Montañez, una de las mejores voces de la salsa, celebró sus 80 años el 7 de mayo cantando en Cuba, y repitió la faena el 5 de junio, en el multitudinario Festival Salsa al Parque realizado en Colombia, en la Plaza Bolívar de Bogotá. Montañez, conocido como “El Niño de Trastalleres” –en alusión al barrio de Santurce donde nació- fue vocalista de El Gran Combo de Puerto Rico entre 1962 y 1976, grabando incombustibles clásicos salseros como Un verano en Nueva York (1975), Julia (1972), Achilipú (1971), Esos ojitos negros (1968), entre otros. Después de un breve paso por la orquesta venezolana La Dimensión Latina (1977-1980), inició su carrera como solista registrando éxitos como Casi te envidio (1988), Boca mentirosa (1982), Cobarde, cobarde (1987) o Payaso (1985).

Barbra Streisand (24 de abril) y Carole King (9 de febrero), dos brillantes estrellas de la canción norteamericana, celebraron sus ochenta en plena actividad. La primera, poseedora de una voz increíble y una carrera impresionante en cine, teatro, televisión y más de cincuenta producciones discográficas, estuvo ofreciendo conciertos hasta 2018-2019 en Las Vegas, siempre a casa llena. Por su parte King, que escribió -junto a su primer esposo Gerry Goffin- canciones que fueron inmortalizadas por otros artistas como Chains (The Beatles, 1963), Will you love me tomorrow? (The Shirelles, 1960), The loco-motion (Little Eva, Grand Funk Railroad, Kylie Minogue) o (You make me feel like) A natural woman (Aretha Franklin) y, posteriormente, interpretó sus propias canciones como It’s too late, I feel the earth move o You’ve got a friend, fue incluida el año pasado en el Rock And Roll Hall Of Fame y Broadway hizo un musical con sus canciones, estrenado en el 2014 bajo el título de Beautiful: The Carole King Songs.

Otras estrellas de la música que estrenan el título de octogenarios este 2022 son: Graham Nash, vocalista británico de The Hollies y Crosby, Stills, Nash & Young (2 de febrero); John Cale, violista y bajista de The Velvet Underground (9 de marzo), Bill Conti, compositor de la banda sonora de Rocky (13 de abril); Roger McGuinn, vocalista/guitarrista de The Byrds (13 de julio); Jack DeJohnette, baterista de jazz, de la escuelita de Miles Davis (9 de agosto); Carlos Núñez Cortés, pianista de Les Luthiers (15 de octubre); Daniel Barenboim, pianista y director de orquesta argentino-israelí (15 de  noviembre); Andy Summers, guitarrista de The Police (31 de diciembre).

Y habrían cumplido 80, entre otros, Jimi Hendrix, Brian Jones, Jerry García, Aretha Franklin, Lou Reed, Manolo Otero, Juan Formell, María Martha Serra Lima, Tim Maia, Lou Reed y Marcos Mundstock.

A todos, a los que están y a los que no, feliz cumpleaños. Y muchas gracias por la música.

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Cultura, Música, Paul McCartney

«The Fletch», como se le conocía al espigado tecladista, quien falleció a los 60 años, se consideraba a sí mismo como «el menos musical» en la banda creadora de clasicazos como Shake the disease, Blasphemous rumours, Personal Jesus, Everything counts o Enjoy the silence. En la nota que sobre él se publicó en la versión online de la revista Rolling Stone, recuerdan una declaración suya incluida en el alucinante documental sobre la banda, 101, dirigido en 1989 por el célebre D. A. Pennebaker (también director de Don’t look back (1967), acerca de Bob Dylan; Ziggy Stardust and The Spiders From Mars (1979) de David Bowie, entre otros): «Dave (Gahan) es el cantante, Martin (Gore), el compositor, Alan (Wilder), es el músico completo. Y yo, bueno, yo doy vueltas por el estudio». 

Pero, más allá de esta demostración de falsa modestia con respecto a su rol en Depeche Mode, lo cierto es que la impronta de Fletcher fue decisiva tras la salida de Alan Wilder -quien, a su vez, había reemplazado al fundador Vince Clarke, posterior factótum de Yazoo y, más reconociblemente, de Erasure- pues quedó como único encargado de los teclados y sintetizadores, además de ser el mediador entre los egos colosales de sus compañeros. Con Dave Gahan moviéndose sobre el escenario como un híbrido entre Mick Jagger, Iggy Pop y Michael Hutchence (INXS); y Martin Gore encargándose cada vez más de sus portentosas guitarras Gretsch con atuendos que parecían salidos de un baile de máscaras, Andy Fletcher quedaba como el único en estado robótico, con sus lentes oscuros y trajes largos, más parecido a un integrante de Kraftwerk que a la máquina llenadora de estadios en la que su grupo se convirtió, con hartos merecimientos por cierto, desde aquel álbum brillante llamado Violator (1990).

El caso de Alan White, por su parte, nos lleva a la verdadera realeza del rock mundial. Antes de unirse a Yes, para reemplazar a Bill Bruford -que se fue a trabajar con King Crimson tras grabar los cinco primeros discos de Jon Anderson y compañía, entre 1969 y 1972- el baterista trabajó muy de cerca con dos ex Beatles, George Harrison y John Lennon. Con el primero grabó algunas sesiones del extraordinario álbum triple All things must pass y también fue miembro estable de The Plastic Ono Band, del segundo, acompañándolos en conciertos y grabaciones, entre ellas el famoso LP Imagine. White llegó a Yes en 1972-1973, poco antes de iniciar la gira promocional del álbum Close to the edge. Tuvo solo tres días para aprender el complicado material de la banda, temas de bruscos cambios de ritmos y tonalidades, nada parecidos al directo rock and roll que venía de hacer con Lennon. White, quien además era pianista, se acomodó en el puesto dejado por el polirrítmico Bruford e hizo suyas cada una de las canciones de Yes, como queda claro en aquel concierto que mencionamos previamente, Yessongs. Aquí dos muestras de esa primera gira: And you and I y Close to the edge.

Los creativos y sólidos desarrollos de batería rockera de White, diferentes al estilo jazzero y experimental de Bruford, se compenetraron con el gigantesco bajo Rickenbacker de Chris Squire, columna vertebral del sonido de Yes en todas sus épocas, formando una sección rítmica imbatible en el rock progresivo. Escuchar temas poco difundidos dentro del catálogo de Yes como On the silent wings of freedom (LP Tormato, 1978), Tempus fugit (Drama, 1980, el subestimado LP que grabaron con Trevor Horn y Geoff Downes, en voz y teclados, respectivamente, conocidos como The Buggles por su éxito Video killed the radio star, de 1979) o Hold on y Changes (ambas del disco 90125, de 1983, el mismo del que salió Owner of a lonely heart) dan una idea clara de cuan buen baterista era Alan White. El instrumental Whitefish -combinación del apellido del batero con el apelativo de Squire, «The Fish»- que el grupo lanzó en su LP en vivo 9012Live: The solos (1985) capta bien la interacción casi psíquica que existía entre ambos músicos. 

Tras el fallecimiento de Squire, hace ya siete años, White quedó como el miembro de Yes que más tiempo permaneció en la banda, ya que los demás -Jon Anderson, el guitarrista Steve Howe, los tecladistas Rick Waleman y Tony Kaye- entraban y salían todo el tiempo. Cuando el grupo se disolvió en 1981, fue Alan White junto a Chris Squire quienes rearmaron Yes, reclutando al guitarrista sudafricano Trevor Rabin, primero como un proyecto que se llamó Cinema que luego se extendió con el retorno de Kaye y Anderson, para esa nueva etapa que buscó adaptar el sonido del grupo a las tendencias radiales y de MTV.

En una época en que se promovía, a nivel de las redes sociales de antaño -grupos de amigos sentados en una esquina conversando acaloradamente sobre sus gustos musicales- la indiscutible e irreconciliable diferencia entre los metaleros y los “waves”, las canciones de Yes y Depeche Mode abrieron para mí, en esos años ochenteros sin internet ni Spotify, varias ventanas paralelas hacia sensibilidades sónicas diferentes pero, ambas, igual de fascinantes y profundas. Recordar las suites arcanas de álbumes como Tales from topographic oceans (1973) o Relayer (1974), los primeros dos de Alan White en estudio con Yes; o las densas elucubraciones electrónicas de discos como Black celebration (1986), Music for the masses (1987) o Songs of faith and devotion (1993), grabados por la alineación más exitosa de Depeche Mode, con Andy Fletcher como uno de sus cuatro pilares, es volver a vivir los inicios de mi camino como amante de la buena música, el mismo que no admite más fronteras que las del talento, la creatividad y el buen gusto.

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La Banda Elástica nació de una reunión entre Acher y el pianista Jorge Navarro, experimentado músico argentino que venía de tocar con grandes como Leandro «Gato» Barbieri, Bernardo Baraj, entre otros. Junto a ellos, Juan Carlos Amaral (bajo, voz), Ricardo Lew (guitarras), Enrique «Zurdo» Roizner (batería, percusión), Enrique Varela, Hugo Pierre (saxos, clarinetes) y Carlos Constantini (trompeta, voz), armaron un combo que pasaba del jazz más natural, como el Ragtime para tres, de Scott Joplin, a complejos arreglos de fusión como en los clásicos del folklore argentino Luna tucumana (Atahualpa Yupanqui) o Juana Azurduy (Ariel Ramírez) y hasta himnos del rock como Proud Mary, de C. C. Revival. Además de compartir la dirección musical y arreglos de La Banda Elástica con Navarro, Acher se encargó de tocar saxos y clarinetes, en especial el clarinete bajo. 

Las décadas siguientes, Ernesto Acher presentó diversos shows unipersonales -Humor con Acher, Veladas espeluznantes (1993), ¿Acher en serio? (2002), La orquesta va al colegio (2004), Humor a la carta (2016)-, además de incursionar en el mundo de la radio con el programa Los rincones de Acher, que se transmitió en distintas emisoras de Argentina y Chile, país donde residió muchos años con su familia, dedicándose paralelamente a la docencia en la Universidad Diego Portales de Santiago. En 1997 se unió a los pianistas Jorge Navarro y Rubén “Baby” López Fürst para el espectáculo Gershwin, el hombre que amamos, homenaje al célebre compositor de Rhapsody in blue (1924), una joya del jazz sinfónico. 

El show, en el que Acher dirige a una orquesta de 40 músicos, se presentó en varias ciudades de Argentina, Chile y Brasil, hasta el fallecimiento de López Fürst (2000). Poco antes de la pandemia, Acher y Navarro repusieron este concierto en los teatros más importantes de Argentina. También a fines de los noventa, Acher presentó el concierto para niños (y adultos) Los animales de la música, una creativa propuesta sinfónica en la que recopila obras con títulos de animales: El vuelo del abejorro, El zorro, Tiburón, La Pantera Rosa, El Cóndor Pasa, etc. El recital terminaba con Teresa y el Oso, otra de sus composiciones para Les Luthiers. La idea la concibió junto a su amigo Jorge de la Vega, flautista clásico, con quien estrenó La verdadera Cenicienta, otra exitosa parodia musical, en el 2017.   

Durante la primera visita de Les Luthiers a Cuba, en 1983, trabó amistad con el comediante y cantautor Alejandro García Villalón «Virulo», con quien inició una sociedad artística muchos años después, a través de los Juegos sinfoniquísimos (2014-2016), donde Acher dirigía a la orquesta e intercalaba sus divertidos monólogos con los del cubano, una dinámica que recuerda, por supuesto, a Les Luthiers pero también a otros humoristas hispanohablantes como el uruguayo Leo Maslíah o el argentino Luis Landriscina, exponentes de una comedia musical inteligente y contracultural, de finas ironías y elegante uso del idioma. Las creaciones de Ernesto Acher son un permanente homenaje a su pasado como integrante de Les Luthiers, experiencia que marcó por siempre su vida artística. «En Les Luthiers aprendí todo lo que sé y me da gusto el éxito que siguen teniendo», mencionó en una entrevista, no sin antes aclarar que no había posibilidad de reunirse con ellos, a pesar de ser un clamor constante de sus fans. 

Tras los fallecimientos de Daniel Rabinovich (72) y Marcos Mundstock (78), los años 2015 y 2020; y el retiro voluntario de Carlos Núñez Cortés (80) el 2017, al cumplirse 50 años de Les Luthiers, esa reunión es definitivamente imposible. El grupo continúa activo con solo dos de sus integrantes originales, Jorge Maronna (74) y Carlos López Puccio (76) y cuatro nuevos músicos y actores. Ernesto Acher regresó a Argentina el 2017 para continuar con sus múltiples proyectos, uno de los cuales era una serie de conciertos con música de Antonio Carlos Jobim junto a su cómplice en La Banda Elástica, Jorge Navarro, pero la pandemia los retrasó. Actualmente tiene 82 años.

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