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Cuando uno logra entender el libre mercado de esta manera, enfocado en el consumidor, entiende cómo es que es un modelo totalmente compatible con el fortalecimiento del valor de la diversidad – y esto con las luchas progresistas. Regular las distorsiones de mercado a favor de los consumidores es una idea que también se puede extender a la protección de la calidad de la educación universitaria. Así, defender la SUNEDU es un valor no solo progresista, sino de libre mercado. Lo mismo con la defensa de la reforma de transporte, de la reforma política, e incluso con asuntos de salud reproductiva – pues el modelo valora poder otorgar más opciones en la vida de las mujeres también. El enfoque en los consumidores también compatibiliza el modelo con la inversión pública en salud y educación, pues reduce las asimetrías entre consumidores. O, como mínimo, son acciones utilitarias que elevan el poder de consumo de los clientes, y así, la utilidad de las empresas.

Si se entienden las motivaciones reales del libre mercado, el conservadurismo peruano que afrontamos día a día es incompatible con el modelo económico que dicen llevar de bandera.

Sin embargo, el propósito de esta reflexión no es dejar a nadie en ridículo, sino de cuestionar si la bandera que llevan es la del libre mercado, o si es en realidad la del autoritarismo. En especial porque es importante resaltar que el conservadurismo no es una ideología perversa: para que los cambios sean sostenibles se requiere de una profunda reflexión de manera de modular la velocidad en la que se alcanzan; y es en esa discusión dónde se encuentra la riqueza de tener ambos progresistas y conservadores sensatos dirigiendo el país. Pues, nuevamente, la diversidad es riqueza para los que valoramos el libre mercado.

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Todo parece indicar que lo mejor que le puede pasar al país es que Dina Boluarte dure hasta el 2026, pero debe haber oposición recia y vigilante, no solo de un sector del espectro ideológico, que, por ende, será el único que cosechará eventualmente de ello. Sin caer en la irresponsabilidad demagógica de la izquierda, el centro y la derecha deben marcar la correcta distancia de un gobierno que muestra severas falencias y ausencia de perspectiva.

La del estribo: muy recomendable la obra El diablo, en base a un cuento de León Tolstói. Bajo la dirección de Mateo Chiarella y Lucho Tuesta, va en el teatro Blume, hasta el 26 de junio, de viernes a lunes. Entradas en Teleticket.

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  1. Los execrables ataques que sufrieron en sus domicilios, los reconocidos periodistas Rosa María Palacios Mc Bride y Gustavo Gorriti Ellenbogen, perpetrados por el grupo de desadaptados al servicio de la caverna, autodenominado “La Resistencia”. Gorriti es, desde hace años, objeto del odio irredento de la ultraderecha y de grupos de poder inmersos en casos de corrupción, que no toleran el trabajo de investigación de IDL-Reporteros, que pone al descubierto sus trapacerías. A los acostumbrados insultos y amenazas, en esta ocasión se agregó un “Gorriti no es peruano, es judío”, que dejó, bien en evidencia el negro fustán nazi-fascista de quienes están detrás de estos atropellos contra el “hombre más poderoso del Perú” (Rafael López-Aliaga dixit). El caso de Palacios es bastante interesante. Esta abogada y periodista, de evidente talante conservador y religioso, ha venido cometiendo el “pecado” de informar pormenorizadamente sobre las manifestaciones de protesta a nivel nacional y de los casos de violación de los derechos humanos por parte de la Policía y las Fuerzas Armadas. Además, ha criticado abiertamente las actitudes del Ejecutivo y del Congreso, principalmente en referencia al siempre postergado adelanto de elecciones generales. Por ello resulta sintomático que, además de los predecibles calificativos de terrorista y comunista con que la ultraderecha peruana estigmatiza a quienes les resultan incómodos, se haya proferido contra ella ofensas “fisonómicas” tales como “chancha de mierda”. Esto último, cuadra perfectamente con lo que Antonio Maestre, conocido periodista y escritor español, ha escrito: “La extrema derecha busca humillar, asustar, coaccionar y acomplejar con comentarios sobre el físico, que indiscriminadamente se usan de manera organizada, contra toda mujer que tenga voz en el espacio público. Si eres una mujer y has opinado contra VOX (partido posfascista español) sabes que esta definición no es retórica.” El que pueda entender, que entienda, reza la Biblia.

Como ciudadanos libres y demócratas del Perú no podemos permanecer indiferentes a los ataques que viene sufriendo nuestra sociedad por parte de una agresiva e insolente ultraderecha que piensa que ha llegado la hora de imponer nuevamente sus intereses por todos los medios, lícitos o no, a su alcance. Es tiempo de proclamar de manera orgullosa y libertaria: ¡TODOS SOMOS JUDÍOS Y CHANCHOS DE MIERDA!

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Ojalá se pueda ver en esta legislatura y al menos alcancen los votos para lograr que luego un referéndum decida al respecto (66 votos). Si Fuerza Popular sigue empeñada en el intento, y se suman algunas bancadas estratégicas, se podría lograr adelantar el proceso electoral, de repente ya no para el 2023, como hubiese sido deseable, sino para inicios del 2024.

La derecha más necia al respecto, debiera repensar su propia conveniencia. La población identifica hoy como de derecha no solo a la mayoría congresal, a los medios de comunicación o al sector empresarial, también al gobierno de Dina Boluarte. Y con el enorme desprestigio que los actores mencionados cargan, la mayor duración de Boluarte en el poder solo hará que las fuerzas contestatarias de la izquierda, inmerecidamente, cosechen de ello, pasando por agua tibia que hayan sido comparsas vergonzosamente silentes frente a los despropósitos del ineficaz, corrupto y golpista régimen de Pedro Castillo.

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Quizás sea el fujimorismo –por su mayor arraigo popular y protagonismo histórico– el llamado a dar el primer paso, anunciando que Keiko Fujimori no volverá a postular a la presidencia y, en cambio, asegurar su aporte a la búsqueda de un candidato del perfil señalado (que no encaja, por cierto, tampoco, con los de López Aliaga y De Soto, quienes también deberían dar un paso al costado).

Hay en la sociedad civil personajes que podrían ocupar ese lugar. Ninguno tiene aún la figuración necesaria, pero es buen síntoma el activismo derechista de los últimos meses. Es, “simplemente”, cuestión de esperar que se alineen los astros y la base social propicia concilie con la aparición de un candidato nuevo, capaz de hacerle frente al centro aguachento y a la izquierda ideológicamente desquiciada que lamentablemente predomina en el Perú de hoy.

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