derecha progresista

Cuando uno logra entender el libre mercado de esta manera, enfocado en el consumidor, entiende cómo es que es un modelo totalmente compatible con el fortalecimiento del valor de la diversidad – y esto con las luchas progresistas. Regular las distorsiones de mercado a favor de los consumidores es una idea que también se puede extender a la protección de la calidad de la educación universitaria. Así, defender la SUNEDU es un valor no solo progresista, sino de libre mercado. Lo mismo con la defensa de la reforma de transporte, de la reforma política, e incluso con asuntos de salud reproductiva – pues el modelo valora poder otorgar más opciones en la vida de las mujeres también. El enfoque en los consumidores también compatibiliza el modelo con la inversión pública en salud y educación, pues reduce las asimetrías entre consumidores. O, como mínimo, son acciones utilitarias que elevan el poder de consumo de los clientes, y así, la utilidad de las empresas.

Si se entienden las motivaciones reales del libre mercado, el conservadurismo peruano que afrontamos día a día es incompatible con el modelo económico que dicen llevar de bandera.

Sin embargo, el propósito de esta reflexión no es dejar a nadie en ridículo, sino de cuestionar si la bandera que llevan es la del libre mercado, o si es en realidad la del autoritarismo. En especial porque es importante resaltar que el conservadurismo no es una ideología perversa: para que los cambios sean sostenibles se requiere de una profunda reflexión de manera de modular la velocidad en la que se alcanzan; y es en esa discusión dónde se encuentra la riqueza de tener ambos progresistas y conservadores sensatos dirigiendo el país. Pues, nuevamente, la diversidad es riqueza para los que valoramos el libre mercado.

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