[MIGRANTE DE PASO] Primero, que Perú llegue a la final de la Copa América. Después de un año terrible de fútbol donde no pateamos al arco en 800 minutos de juego sería bueno ver a la selección teniendo algún triunfo. Hay cosas más importantes, pero las personas que están en situaciones de precariedad y no tienen tiempo ni de pensar en política o guerras tal vez puedan sonreír uno o dos días por el triunfo de su país en un deporte. Ahora que salió Reynoso como DT puede que sea posible. Bajo su dirección sentía que habíamos regresado 15 años en el tiempo cuando aún estaba en el colegio y ver una victoria de Perú era algo extraño. Era un escándalo mantenerlo como director técnico y encima no quería irse. Me encantaría que haya una reforma de toda la Federación porque es evidente que no es una organización limpia. Si queremos tener futuro en ese deporte es necesario invertir en las ligas de menores que están abandonadas o inexistentes. De lo contrario, va a ser imposible mantener buenos resultados por falta de jugadores.

En cuanto a Argentina de donde acabo de irme hace unas semanas y viví los últimos dos años espero que den el primer paso para salir de la crisis espantosa que los aplasta. Era horrible salir a caminar en la noche y ver a gente metiéndose en los tachos de basura para dejar de sentir frío o ver a familias durmiendo en la calle con niños. Javier Milei tiene ideas radicales con las que no estoy de acuerdo y ojalá no pueda ejecutarlas por no tener mayoría en el Congreso. Sin embargo, si fuera argentino hubiera votado por él. Hay situaciones donde algo desconocido es mejor que lo mismo de siempre, que en este caso era representado por Massa.

Un deseo para este año y los que vienen es que las campañas en contra de las fake news se vuelvan más severas y lleguen a la mayor cantidad de gente posible. Esta información falsa solo alimenta la estupidez y las ideas extremistas que se hacen notorias en redes sociales. Si no se detienen las olas de desinformación hay riesgo de que el conservadurismo vaya ganando más terreno. Junto a esto espero que el conflicto de Palestina e Israel se detenga de una vez por todas, que encuentren una salida a esta guerra sin sentido y a los atentados que dejan a tantos niños huérfanos o muertos. En 2017 tuve la oportunidad de ir a Israel y Jordania y pude conocer Belén que está en el centro de Cisjordania al sur de Jerusalén. En ese momento ya era un escándalo la diferencia de condiciones entre ambas naciones. Las murallas que rodean esa zona están a la vista y es lamentable. Esta parte del mundo lleva un siglo con esta disputa y felizmente ha tomado la importancia publica que amerita este último año. Por otro lado, espero que los ojos del mundo vuelvan a posarse sobre Ucrania y la guerra con Rusia, que ahora está pasando desapercibida.

Tal vez un deseo más utópico es que la gente ya no se deje llevar por las tendencias y se mantenga informado para no opinar de manera sesgada y sin relevancia.  Para esto es obligatorio no creerse lo primero que lean y corroborar la información en diversas fuentes. Una vez que se ha corroborado y de ser posible leído de plataformas con distintos enfoques cada uno puede llegar a conclusiones propias.

Yo me propongo leer a más escritoras mujeres el año que viene para explorar puntos de vista femeninos de la realidad. También, para mejorar mi escritura sobre personajes mujeres, que es lo que más me cuesta. Este año leeré sin falta El segundo sexo de Simone de Beauvoir, Frankenstein de Mary Shelley y Orgullo y prejuicio de Jane Austin. Pero no me limitaré a estos clásicos y exploraré lecturas de escritoras más contemporáneas entre ellas Leila Guerriero, Amelie Nothomb y Elena Garro. Es momento de que le den el espacio que ameritan las escritoras. Aparte de la literatura me propongo investigar sobre pensadoras mujeres que han sido arrimadas de la historia sólo por su género. En la universidad no me han enseñado ni una sola filosofa mujer y es imposible que no existan. Si es que el registro de ellas no ha sido borrado se debería reivindicar sus pensamientos porque son necesarios. Sobre todo, en estos momentos que los movimientos feministas están ganando poder.

Otro deseo, más egoísta, es que sigan en pie todos los animes y series que veo. Que continúe One Piece, porque todos necesitamos un poco de aventura y épica en nuestras vidas. Que el proyecto de HBO de Harry Potter se mantenga para que el 2024 este lleno de hechizos y magia. Que estrenen los nuevos episodios de Naruto para recuperar el espíritu heroico infantil. Que Cilian Murphy y Robert Downey Jr ganen el Oscar por sus papeles en Oppenheimer. Que salga una nueva saga de fantasía literaria. Que Messi y Cristiano Ronaldo sigan metiendo goles. Que no haya nuevas guerras o invasiones. Que no surjan nuevos regímenes autoritarios. Que inviertan más en investigaciones médicas. Que se tome conciencia de la importancia del medio ambiente. Que todos tengan un feliz año nuevo y el próximo año sea un buen año para todos.

Tags:

Argentina, Copa América, Fake news, Literatura Femenina, Paz Mundial

[MIGRANTE DE PASO] Yo vi a Papa Noel, el recuerdo es tan vívido que es difícil creer que fue producto de mi imaginación. Claramente lo fue. La mente de un niño es capaz de todo. No sólo lo vi a él. Lo vi en su trineo volando y soltando una camiseta de la U. Lo que pasó en verdad es que en las bolsas de regalos, una mía y otra de mi hermano, siempre ponían lo mismo, pero se olvidaron de la camiseta en la mía. Mi padre se subió al techo y tiró la camiseta de fútbol hacia el jardín. Me dijeron que Papa Noel estaba tirándome el polo porque se había olvidado. Si no supiera que todo fue un invento para llenar el mundo de un poco de magia, estaría convencido hasta el día de hoy que lo vi. Está en mi memoria. 

Fue unos cinco o seis años después que descubrí que no existía. Por una conversación de mi padre con el vendedor del playstation 1 que nos regalaron. Me parece necesario este engaño juguetón por lo menos una vez al año. Entre tanta tragedia y disputas absurdas un poco de magia no cae mal. Queda claro que no todos la pueden gozar. No todos los niños tienen la suerte de contar con una familia o una situación que les permita disfrutar de este momento de goce compartido. Se podría decir que todos jugamos un poco en estas épocas navideñas. O somos engañados o somos de los que engañan. Todo para seguir con el hechizo regalón.

En mi caso nunca se trató del nacimiento de Jesús. Era una celebración de familia, comida y regalos. Mi familia nuclear siempre fue pequeña. Éramos mi hermano y yo, mis padres, mi abuela y mis dos tíos. Escribiendo esto desde el avión voy acompañado de mi prima y mi sobrina de 10 años que sigue teniendo la ilusión navideña; la familia creció un poco. Mi hermano ya está casado y su esposa es parte de la familia desde antes de su matrimonio. Cada vez aumenta más.

Esta semana que culminará entre chancho, pavo, risas, envolturas y un poco de champán coincidió con un cambio radical en mi vida. Después de dos años regresé a mi país, cumplí 30 años y una despedida para siempre se juntaron en pocos días. Aún es muy cercano ese adiós como para ponerlo en palabras. Sólo puedo decir que, por motivos incontrolables, uno de los guías que iluminaba la exploración de mi propio ser se vio obligado a apagar la antorcha. Nunca había querido que exista algo como el cielo o reencarnación. Lo que sea, algo más que la nada misma en la que creo. En algún momento, después de compartir un cigarro con su recuerdo, donde sea que honren su vida, sentiré lo que es una pérdida.

Tras dos años en el extranjero experimenté lo que es la soledad. Te carcome y corroe la cordura, que de por sí la tengo un poco desfasada. Mis propios engaños me redujeron a un ser diminuto que estaba solo y sin rumbo en un mundo desconocido. Me sentía desintegrado. Mi hermano y María Angela, mi amiga y su esposa, viven en Nueva York juntos. Mis padres en Lima juntos; y, mi abuela con mi tío en Miami. Yo estaba solo, había momentos que hablaba en voz alta sólo para escuchar mi voz. En fin, fueron dos años donde puse a prueba mi mente y autocontrol. No eran más que engaños que invadían mis pensamientos. Lo que aprendí es que no quiero estar solo nunca más. Mi hogar será donde está mi hermano. Tal vez en algún momento yo tenga pareja e hijos, nadie sabe. Pero por ahora daría mi vida para tener una Navidad más con mi familia.

He tomado pésimas decisiones y no sé qué consecuencias habrán tenido en la gente que quiero. Mis veintes estuvieron marcados por drogas, caos, una decepción amorosa que fue bastante fuerte para mí, peleas en la calle y furia incontrolable. Trataba de mantenerme calmado, pero bastaba una chispa para incendiarme. Situaciones de las que no estoy seguro cómo sigo vivo. Sin embargo, es fácil fijarse en lo negativo, hasta cierto punto, pero también tuve muchos logros que aprendí a celebrarlos después. Darle vueltas a mi última década genera pensamientos que no valen la pena. A veces se incrustan en mí, incógnitas como ¿merezco este momento feliz? La verdad es que sí, aunque sea unas cuantas veces al año le agradezco a la vida misma poder permitirme disfrutar de la gente que quiero, mi familia. Eso es lo importante de la Navidad, a quién le importa el nacimiento de Cristo en el fondo. Mientras escribo esto me río. Quién me creo intentando esparcir una sabiduría que no tengo. Como me dicen mis padres: “Aun te quedan 50 años de vida, por lo menos”. Supongo que en estas épocas la melancolía se escurre entre las conductas y me hace pensar cosas así.

Antes no podía calcular la suerte de que mi teléfono suene y sean mis padres llamando o mi abuela, de 89 años. No todos tienen esa suerte. Es verdad que acabó una etapa. Antes de volar, rompí todos mis apuntes y dibujos que había acumulado en los últimos años. Pensé en guardarlos en algún lado, pero no habría significado lo mismo.  Mientras lo hacía recordé la primera vez que escribí algo por mi propia cuenta y convicción. Tenía algo que ver con un amor infantil y también con la sombra de mi excelsa familia. Lo terminé de escribir y a las horas le robé un encendedor a mi hermano para quemarlo. Nunca recordaré exactamente lo que contenía ese papel.

¿Por qué lo hice? Los años que vienen me voy a dedicar a viajar, escribir y leer. Navegaré como un pirata buscando los tesoros que esconde el mundo, mi intuición me lo susurra desde niño y ahora es el momento. Nada me amarra para no hacerlo. Creo que lo hice por eso, en esta nueva travesía mi valija emocional tiene que estar ligera y con espacio para cosas nuevas. Lo hice ahora que voy a ver a todos mis seres queridos reunidos. Una Navidad sin árbol en casa. Me equivocaba pensando que no tengo nada cuando lo tengo todo. Incluido personas que quiero proteger más allá de la obligación. Eso me hace más fuerte. En este divagar de palabras escritas les muestro todo lo que me genera esta época del año. Solo puedo finalizar diciéndoles: ¡Feliz Navidad!

 

Tags:

cambios, familia, Navidad, Recuerdos, Reflexiones, Viajero

[MIGRANTE DE PASO] Regresé después de dos años y medio. Después de la pandemia pasé del encierro que nos impusieron por la cuarentena a mudarme a otro país: sin nadie conocido, comida nueva y climas más potentes. Buenos Aires fue mi techo todo este tiempo y ahora vuelvo a Lima, donde crecí y está toda la gente que quiero. Me parece poco acertada la palabra “regresar”; en una crónica sobre Messi de la Revista Orsai, hablan de los migrantes con la valija sin desarmar. Yo fui uno de ellos. Jamás cambié mi forma de hablar para encajar, ni agaché la cabeza porque crean que mi nacionalidad es menos, si tenía la oportunidad de demostrar mi peruanidad lo hacía casi como instinto.

Efectivamente mis maletas siempre estuvieron a la vista en el monoambiente donde pasé la mayor parte de mi temporada argentina. Hablaba seguido con mi familia y amigos. Y ahora que he vuelto siento que nunca me fui. Existía una resistencia perpetua en dejar mi nacionalidad atrás. No era un peruano que buscaba ser argentino. Era un peruano en otro país. Lo que comenzó como una aventura académica terminó siendo una travesía prolongada de autoconocimiento. Le debo mi solidez a Buenos Aires, que se ganó mi cariño y amor. En fin, ya lo volveré a visitar y afirmaré, orgulloso, yo viví acá.

Cuando le entregué la llave, que parecía de hace un siglo, típico de los barrios viejos de la ciudad, al arrendador, regué mis plantas una vez más y  salí, con mis tres maletas, sin mirar atrás. Preferí despedirme así del lugar que vio triunfos, fracasos, penas y alegrías mías por tanto tiempo. En el taxi le di un último vistazo a la ciudad y sonreía sin razón aparente, supongo que es un buen indicio. En migraciones utilicé por última vez mi dni de residente argentino y en el avión mi mente ya estaba tentada por llegar a mi caótica y querida ciudad. El lomo saltado, chicharrón, inka kola, limonada con limón de verdad, mis perros y el mar.

Después de las cuatro horas y media de vuelo y un paso migratorio ágil respiré por primera vez la contaminación de mi ciudad. No creo que sea algo bueno, pero llenó mis pulmones de nostalgia infantil. Luego de pasar por la inmanejable Faucett llegamos a la bajada de la Costa Verde. Neblina y brisa marina: “Ahora sí me siento en casa”. Saqué una mano por la ventana y jugaba con el impacto del aire por la velocidad. Hacía lo mismo de chico. Me relaja. Estaba pendiente de que en pocos días cumplía 30 años, pero esta última semana en Lima me regresó el ímpetu de juventud, sólo es un número y el pico de la juventud es la muerte. Me calmo con esa forma de pensar.

Ya en Barranco, los árboles y calles viejas, me hicieron regresionar hacia mis exploraciones infantiles por el distrito en bicicleta y a cuando jugaba pichangas en la calle. Unas cuantas ventanas fueron nuestras víctimas. Quipu, mi peludo siberiano, me esperaba en la puerta cuando llegaba del colegio y ahora fue igual. Casi con 16 años y con su acompañante de 55 kilos, Maui. Directo a la cocina donde me esperaba un pollo a la brasa, no podía comer por mi risa de bienestar. Extrañaba demasiado mi casa y la comida. Dormí como no lo había hecho en dos años y me desperté del mejor humor posible. Esta vez, un chicharrón de El Chinito fue mi premio matutino.

Al día siguiente fue mi cumpleaños e hice una pequeña reunión para tomar unas cervezas y conversar. Hace dos años no estaba acompañado durante mi santo. Nos reunimos los de siempre, con los que te sacas la espina, con quienes te mueres de risa, con quienes nos hemos peleado en la calle y los mismos. Son como familia. Espero que todos puedan tener un círculo de amistad similar, porque aprendí, en momentos de soledad de migrante, que alguien sin amigos es realmente peligroso. Cerveza, porros e incontables risas, de las genuinas, de las que contagian. En la misma sala que fue cuarto de juegos, taller de pintura de mi hermano, luego, mi cuarto. Hablaría de los que es cumplir 30, pero la verdad que no sé qué decir, sólo es un dígito distinto y aún no siento ninguna pegada. De hecho, siento que tengo 25.

Dos días después, partidito de fútbol 7, no jugaba desde antes de la pandemia. Es mágico lo que un parido con amigos puede hacer. Te olvidas de todo, sólo existe la pelota y tu equipo. Por dos horas sólo eso componía mi realidad. Estaba bastante oxidado, pero aun así me sorprendí. Pensé que iba a estar, pero marqué goles y planeo no abandonar las canchas de nuevo por tanto tiempo. Así que tranquilos, para los que bordean los 30, nos quedan por lo menos 50 años de vida. Bajo esa percepción somos bastante jóvenes, no hemos conocido ni la mitad de nuestras vidas.

Es muy fácil escribir sobre las injusticias de poder que están sucediendo en demasiados lugares del mundo, y en el Perú también. Intenté unas cuantas veces hacer un párrafo al respecto, pero no logré encontrarlo de mi gusto. Resulta que el panorama mundial me ha dejado sin bando. No sé si soy de izquierda, centro, derecha, arriba o abajo. Me parecen ridículas las doctrinas políticas. Por ahora prefiero recibir más información y después poder hablar al respecto. Al regresar me di cuenta de algo. Sólo es necesario encontrar lo tuyo, aferrarte a ello con todas tus fuerzas y no hacerle daño a nadie. Creo que es la manera correcta para no apresurarte con el rabo entre las patas a determinar qué está bien y qué está mal. O creen ser dioses o sólo se agrupan al montón. Ojo, que el montón está dividido también. Serían montones. Por ahora no me importa, quiero acomodarme en mi país, ahora que estoy de vuelta, estar bien yo. De esa manera, podré ayudar a quienes sienta que debo hacerlo. El poder por el poder se está saliendo de las manos en las cúspides peruanas y, francamente, es absurdo.

Tags:

Argentina, identidad, Migración, Reflexiones, Retorno

[MIGRANTE DE PASO] Nunca pensé que me iba a mudar a otro país por más de dos años. Tras un impulso desesperado por encontrar mi camino, decidí alejarme de mis comodidades y hacerle caso al llamado de mi intuición. Había pasado por múltiples carreras que dejaban vacía mi motivación. Me retiré de la universidad Católica sin tener rumbo fijo. Por un año trabajé redactando notas de prensa y, así, retomé la escritura que me consolaba en momentos críticos. Nada como una página en blanco para hacer florecer un tormento. Renuncié terminando el año y decidí viajar a Buenos Aires para estudiar filosofía en la UBA. De esta manera comenzó una aventura llena de luz y oscuridad que templó mi espíritu. Fue un parto de motivación y ganas empedernidas de vivir.

Viajé a la ciudad de la furia por dos semanas para inscribirme. Una cola de tres horas para entregar los documentos solicitados. La burocracia no es un punto fuerte de esa universidad. En teoría iba a regresar a Lima sólo para recoger mis cosas, pero la pandemia comenzó. De hecho, tuve la suerte de estar en el último vuelo antes del cierre de fronteras. La incertidumbre inundó cualquier perspectiva sobre mi futuro. Felizmente estudié dos años de manera virtual, pero estaba privado de la experiencia de migrar. El último ciclo pandémico tuvo finales presenciales. Las fronteras apenas abiertas. Viajé y me quedé en un pequeño departamento en Recoleta. Un barrio cheto, pituco para nosotros. Me di cuenta que en este lugar se tiene que caminar con la cabeza en alto. De lo contrario te comen vivo. Actitud maradoniana, me gusta llamarla. A pesar de lo que había escuchado, la gente me trató bastante bien, con amabilidad y gentileza. En ese momento, diciembre, el calor llegaba a 30 grados. Era insufrible. Igual pasaba las tardes caminando por los enormes parques de la ciudad, es admirable la cantidad de áreas verdes y bien cuidadas. En las mañanas, desayunaba tostados con Coca Cola en La Biela, histórico café porteño. Borges y Bioy Casares solían juntarse allí a discutir e intercambiar genialidades.

En febrero del 2021 me mudé a Palermo, en la calle Fitz Roy, en nombre del capitán del barco de exploración de Charles Darwin. Acá se aprenden cosas hasta del nombre de las calles. La vida nocturna en este barrio siempre está prendida y de vez en cuando iba a tomarme unos fernets a algún bar. Por cierto, el primer vaso siempre es feo, luego le agarras el gusto. Es una zona agradable para caminar y en cada esquina das un respiro de marihuana que fuman los transeúntes. Estaba lejos de mi facultad, en Caballito, pero los bondis y el subte son baratos, ordenados y bien planteados. Recuerdo que llegué tarde a mi primera clase y como ya no había sillas tuve que sentarme en el piso. Me pasó un par de veces. Los profesores son excelentes y las lecturas son rebuscadas, de un valor incalculable. Mi única queja sobre la universidad es que en los últimos meses del presente año falló en cuanto a la naturaleza de universo. Toda universidad debe ser plural y todo tipo de ideología debe ser aceptado. Todo estaba lleno de carteles a favor de Massa y a los que votaban a Milei los sancionaban socialmente. Eran vistos como parias. Por lo tanto, fracasó como institución.

Admiré muchos aspectos de este país. La educación, salud y transporte son de primer nivel y casi gratuitas, todos pueden acceder a ellas. En comparación con mi país, que sin dinero las oportunidades se reducen drásticamente. Veía marchas reivindicadoras todas las semanas, obstruían el tráfico, pero me gustaba ver el nivel de organización y cultura de calle que existe. El movimiento feminista está en la vanguardia mundial, hay logros como la ley de aborto que ya quisiéramos que exista en nuestro país. Las mujeres caminan empoderadas por las calles y, para mí, eso las hace más atractivas. Los taxis parecen guías, conocen la historia como la palma de su mano. Puedes hablar con ellos de fútbol, política y hasta ópera. Cada vez que me subo a un taxi es un placer conversar. Esto se debe a que como sociedad están politizados y, de cierta manera, psicoanalizados. Me he ganado con argumentos de primera categoría de parte de taxistas y mozos.

Sin embargo, se encuentran en una crisis que está bordeando la hiperinflación. Viajar al exterior es casi platónico para los ciudadanos argentinos. Cuando llegue el cambio por dólar era de 250 pesos, que ya me parecía una barbaridad, ahora está a más de mil. Es una locura. Ves a muchas personas durmiendo en las calles y en invierno se meten a los tachos de basura. La pobreza está en aumento y el sufrimiento es palpable. Tocan los timbres de los departamentos para pedir ropa o comida. Nunca había visto algo así. Te parte el alma saber que no es culpa suya, sino de un sistema que evidentemente no funciona.

De alguna manera, la vida cultural es de alta calidad y los teatros o exposiciones están siempre llenos. Las obras de teatro son impresionantes y los actores brillantes. Descubrí Timbre 4, un teatro independiente donde pasé muchas noches, a veces veía dos obras en un día. Me atrevo a decir que ninguna tiene pierde. Y es lo mismo con los demás. Sería una lástima que les corten el apoyo estatal.

Los restaurantes también están siempre llenos. Tuve la oportunidad de entrevistar al dueño del Don Julio, el mejor restaurante de carnes del mundo, y me invitó a comer ahí. Se te cae la baba de lo sabrosos que son los asados ahí. Hay colas desde las 10 am o tienes que hacer reserva con meses de anticipación. Como peruano siempre extrañé la comida, pero acá también se come bien. Tenía la costumbre de ir a Caminito, en el barrio de la Boca, para comer choripán con salsa criolla y chimichurri mientras veía tango. Una combinación de ensueño.

Después de Palermo me mudé a Barrio Norte, en un segundo piso. En realidad, es el tercero, pero acá al primer piso le dicen planta baja y comienzan a contar desde el siguiente. Cometí un grave error. Me aislé en estudios y no socialicé casi nada. Los ataques de pánico me acechaban diariamente. Entendí la verdadera soledad. Se genera una especie de ilusión en la que todo lo que está en tu país, amigos, familia, perros y más dejan de existir. Fueron uno meses bastante duros. Lloraba sin saber por qué. Estaba asustado. Gracias a terapia y el apoyo de mis seres queridos pude salir adelante y llenarme de valentía para afrontar lo que viniese. Mi personalidad aguerrida no me iba a dejar rendirme. La soledad no se debe subestimar, de lo contrario te atrapa y en el aislamiento los pensamientos rebotan. Tomar perspectiva se vuelve cada vez más difícil. Después de estos eventos me fortalecí en muchos sentidos, me conozco más, desarrollé una mayor empatía y me di cuenta de que una pequeña ayuda puede cambiarlo todo. Cuando estás lejos, el menor atisbo de tu patria puede hacerte llorar de añoranza. Recuerdo un barco en Ushuaia con la bandera peruana o escuchar El cóndor pasa en un concierto.

Vi a Argentina salir campeón del mundo con unos amigos fanáticos. Celebré junto con millones en el obelisco. Aprendí a hacer snowboard en Bariloche. Estuve en el kilómetro cero de la Panamericana luego de un tramo en canoa. Conocí El Calafate, donde tuve una conexión particular con las paradisíacas montañas y glaciares. Estuve en Córdoba, Jujuy y Salta. Prácticamente viaje de sur a norte. Me hice amigo de bodegueros y guardianes. Escuché al majestuoso Teatro Colón cantar y allí lo vi a Fito Páez. Me enamoré de las medialunas. Hice de todo. Y no puedo poner en palabras las lecciones que recibí. Sólo debo agregar que al ver el clásico en el Monumental y sentir el fervor de la popular en La Bombonera me hicieron comprender a este país.

Le doy gracias a este hermoso país que tanto me ayudó. Solo puedo desearle lo mejor y que todo vaya cuesta arriba. Que puedan salir de la crisis económica. Y transformen el potencial infinito que tienen. Gracias por todo, ya nos volveremos a ver.

Tags:

Aventuras, desafíos, Experiencia personal, Lecciones de vida, Migración Argentina

[MIGRANTE DE PASO] Constantemente estamos distraídos y sumergidos en un trance cibernético que nos atrapa sin darnos cuenta. Me pasa que un día aburrido, sin mucho que hacer, puedo estar una hora o más viendo videos, memes o noticias sin parar. Hay varias cosas que podría hacer, más productivas o, por lo menos, nutritivas en conocimiento, ejercicio o imaginación.

Casi todos tienen smartphone y tienen a la mano una herramienta que les permite hacer todo. Son muy pocas las personas que pasan más de media hora sin ver su teléfono. Poco a poco se está midiendo el valor de las personas según cuantos seguidores o “me gusta” tienen. Los periodistas tienen miedo de decir algo que a sus seguidores no les agrada.

En estos momentos que el mundo se encuentra dividido es muy fácil agruparse con un bando y entrar en la discusión eterna de quién tiene la razón. En mi opinión es la salida más cobarde y fácil. Las redes sociales parecen agotar las herramientas para pensar de manera crítica y tener una opinión propia. Da la apariencia que, si lo haces, te quedas solo.

Hace unas semanas, cuando fueron las elecciones de Argentina, donde vivo, decidí tomar un descanso y borré las aplicaciones de Twitter e Instagram. Felizmente, no tengo otras redes. Primero eliminé la de Instagram porque innecesariamente me irritaba o molestaba la falta de sensibilidad de las personas para opinar sobre conflictos o situaciones políticas de otros países.

Un día cualquiera en la noche, después de una hora de “scrolling”, me comencé a sentir ansioso pensando que estaba perdiendo el tiempo. Tenía que dormir para comenzar bien el día siguiente, pero ya era de madrugada. En ese momento dije: “ya no más”. Eliminé la aplicación. No podía evitar pensar que existe una manipulación masiva mediante las tendencias o “trending”. De pronto todos se olvidaron de la guerra de Ucrania y pasaron al conflicto palestino-israelí o a las elecciones argentinas. Pienso que la gente bota su odio sistemáticamente a través de estas plataformas por falta de mecanismo para afrontar problemas personales. Virtualmente todos somos historiadores, economistas, periodistas y filósofos. Mi país se encuentra en una democracia bajo amenaza, pero es más importante poner una historia sobre las Madres de Mayo a raíz de que Javier Milei ganó. ¿Qué tiene que ver? No tengo ni idea.

Siento que es de suma importancia tener en cuenta que dejarse llevar por estas tendencias es peligroso. La semana pasada triunfó en los Países Bajos un candidato abiertamente antiislámico y esta creencia absurda de que el Islam implica peligro está aumentando en Europa. Todo con consenso de los ciudadanos que, por miedo, apoyan ideologías de odio. A raíz de lo que está sucediendo en el conflicto entre Palestina e Israel se está generando una clara dicotomía de quién está bien o mal, y se ha extendido hasta Latinoamérica. Se confunde el estado israelí con la religión judía y algunos llegan al extremo de apoyar a Hamas. Que quede claro que existen protestas de los propios ciudadanos de Israel contra Netanyahu, el primer ministro, por los abusos que comete.

Al día siguiente me volvió a suceder lo mismo, pero esta vez con Twitter. Es la red social más tóxica. De nuevo sentí ansiedad y amargura. Había entrado en un círculo vicioso donde lo único que sentía era desagrado.  Es muy fácil entrar en el morbo de saber qué piensan los demás y cómo pierden el tiempo peleándose entre ellos a través de redes. Principalmente X, antes Twitter, donde ves cuentas y comentarios que dan náuseas. Lo peor es que tienen miles o millones de seguidores.

Es fácil hablar bajo una máscara y perfil inventado sobre lo que eres. Si tanto interés tienes, haz algo por cambiarlo, porque a través de un post no se cambia absolutamente nada. He llegado a la conclusión que estamos en una etapa donde la gente se idiotiza y la patanería prima sobre la inteligencia. La mayoría cae en la tendencia que está de moda en el momento. En fin, ya no hay mucho que hacer con los adultos. La gente idiota se quedará siendo idiota. El problema está en la exposición de niñas y niños a estas redes donde la dicotomía es lo menos preocupante. Existen acosadores, pedófilos y más que están al acecho. Veo miles de padres poniendo fotos de sus hijos para recibir aprobación y comentarios. Que me disculpen, pero es irresponsable exponer a un menor de edad de esa manera.

Hay cuentas pseudo liberales que sin vergüenza alguna publican noticias, muchas falsas, en contra de los migrantes en países europeos. Por alguna razón me comenzaron a salir muchas de estas páginas sin que las siga. En parte, borré la aplicación por eso. ¿Qué se creen? Parece que tienen un complejo de superioridad injustificado. Es increíble la capacidad para opinar tonterías, absurdos y opiniones potencialmente peligrosas. Al ser cuentas sin filtro, se permiten ideas desmedidas. No sé dónde quedó la empatía y el respeto. Sin querer, formaba parte del alimento a estas olas de desinformación masiva. Perdía momentos prolongados viendo algo que me enfadaba y a la larga me hacía sentir mal. Llegaba a sentirme desesperanzado y pensaba que estábamos perdidos como humanidad. Es mentira esa creencia. Cuando pasas tiempo en esos sitios, puedes generalizar pensando que todos son así. Felizmente, no son la mayoría y las personas tienen cosas más importantes que hacer.

Se ve a jóvenes riéndose de muertes. Se lee a muchos escribiendo “que maten a todos” o “mándenlos de vuelta a sus países”. Es insoportable el nivel de deshumanización. Yo he decidido tomarme unos meses apartado de todo ese sinsentido por mi salud mental. Tengo suerte de que la gente que me rodea no piensa así y me permite pensar que la mayoría no cae en esos absurdos. Cuando oportunamente me vuelva a descargar las aplicaciones voy a filtrar el contenido que me aparece para sólo ver noticias de lugares respetables, videos de deportes y cosas graciosas. De esa manera no contamino mis pensamientos y sólo me río y divierto un rato. Eventualmente me aburro, pero hay gente que tiene adicción a las redes sociales y cambia su percepción de la realidad. Ya existen demandas a estas compañías por daño a jóvenes, la depresión y la ansiedad generalizada son las principales consecuencias. Probablemente, en unos años se comience a ver cada vez más casos.

Tags:

Desconexión digital, Redes sociales, Reflexiones Personales, Salud Mental, Sociedad Digital

[MIGRANTE DE PASO] Todo el estadio de River Plate estaba lleno. En la cancha sólo quedaba vacío lo que estaba atrás de unas torres de donde salían luces y sonidos. Todo fue impecable. Había encargados de darle agua a la gente porque hacía calor y era necesario evitar cualquier accidente por deshidratación. Nunca había ido solo a un concierto de esa magnitud y el de Roger Waters fue el primero. El ex miembro de Pink Floyd llenó el estadio por completo y el día anterior también lo había hecho. Quince minutos antes de comenzar se escucha la voz del cantante avisando que ya falta poco para comenzar. Pasado el cuarto de hora se apagan todas las luces, sale la banda y cuatro pantallas gigantes con visuales alucinantes que muestran una ciudad destruida anticipan el concierto.

Arrancó el concierto de su gira de despedida con “Comfortably Numb” y “The Wall”, dos de las canciones más conocidas del grupo inglés. Los efectos de sonido te sumergen en otro mundo. Por momentos sientes que están tocando desde atrás o que un helicóptero está pasando por encima. Justo antes de que comiencen las canciones se escucha, con las letras en la pantalla: “Si eres de los que les gusta Pink Floyd, pero no está de acuerdo con las ideas de Roger Waters se pueden ir a la mierda e irse a un bar”.

A mí me pareció gracioso, pero noté que la gente sí tenía como una especie de devoción ideológica que la verdad no es de mi agrado. No hay necesidad de creer que tu forma de pensar es la correcta y menos pretender que los que no comparten tu opinión se tienen que ir a la mierda. Últimamente en redes sociales la gente está escupiendo su opinión y odio por distintas noticias en el mundo. Como los atentados en la franja de Gaza o las elecciones de Argentina que ganó Javier Milei. He visto a personas de Perú poniendo cosas como “Arriba Argentina por liberarse de la izquierda”, cuando ni siquiera ha asumido el nuevo presidente y no se sabe qué va a pasar; y a otros que ponen “un abrazo para todos los argentinos en este momento crítico”, cuando el país está en situación crítica hace años y nadie le mandaba abrazos.

En el caso de Roger Waters, se generó polémica por sus declaraciones pro Palestina. Varios hoteles le negaron el hospedaje y durante el concierto se quejó abiertamente del hotel Four Seasons y mencionó al dueño con nombre y apellido. El día anterior, la DAIA, Delegación de Asociaciones Israelitas Argentinas, hizo una solicitud para que se cancele el concierto. En Chile ahora también se están dando situaciones similares. Después de hablar del incidente con los hoteles mencionó que la diferencia entre él y el lobby israelí, con sus palabras, es que él cree en los derechos humanos y ellos no. Yo tampoco estoy de acuerdo con los ataques de Israel, me parecen repudiables. Pero es muy peligroso generalizar y confundir el Estado de Israel con los ciudadanos que viven ahí o con la religión judía. Roger Waters también generó controversia por echarle la culpa a Ucrania de la invasión que está sufriendo de parte de Rusia y, otra vez, en Berlín por usar un disfraz que glorificaba al nazismo.

El concierto continuó y se vio en las pantallas acompañado de un juego de luces asombroso. El trabajo de efectos y musical es de altísima calidad. Definitivamente de los mejores conciertos o shows, en general, que he ido en mi vida. Ya había ido antes en el 2018 en el Estadio Nacional de Lima y también fue alucinante. Durante el concierto, hay un momento en que retrocede temporalmente y toca canciones como si fueran una línea de tiempo. Toco muchas de Pink Floyd y varias de él como solista. En un momento recuerda a su amigo Syd Barret, también integrante de la banda. Cuenta cómo se conocieron desde niños y cómo, un día en el tren, después de un concierto en el que tocaron los Rolling Stones, se prometieron que cuando estuviesen en la universidad crearían una banda; el resto es historia. Tocó “Wish you were here” y “Shine on you crazy diamond” en honor a su amigo ya fallecido, muchos lo consideraban el cerebro detrás de Pink Floyd. Las canciones iban acompañadas de imágenes de los antiguos álbumes y fotos de ellos cuando eran jóvenes. Finaliza esta parte del concierto con un texto que dice “Cuando pierdes a alguien que amas, eso sirve para recordarte que esto no es un simulacro”, haciendo alusión al nombre de la gira “This is not a drill”.

Siguió tocando y una de las partes que me llamó más la atención fue cuando a través de comentarios en las pantallas cuenta sobre su primer ataque de nervios. Estaba en una cantina comiendo cuando comenzó a ver sus manos diminutas como si tuviera un largavista: “que me jodan, estoy teniendo un ataque de pánico”. Me sentí identificado. De hecho, pensé que si me daba algo así en ese momento no tendría cómo salir ni pedir ayuda. Había tanta gente que para escapar me hubiera tomado una hora.

La primera parte terminó y durante el interludio la gente comenzó a cantar fraseos en contra de Milei como: “El que no salta, votó por Milei” o “el que no salta, es militar”. El domingo pasado fueron las elecciones en Argentina y ganó el candidato de derecha con gran cantidad de votos de diferencia. Solo en la provincia de Buenos Aires y otra más ganó Massa.

La segunda parte comenzó con el icónico chancho volador que daba vueltas sobre la gente. Fue una noche increíble. Finalizó con la canción “Outside the wall” y se despidió del público desaforado ovacionándolo. Mas allá de ideologías, fue un show musical extraordinario y la gente estuvo a la altura. Todos cantando y vestidos con ropa de la emblemática banda. La semana que viene se presentará en Perú y se despide de los escenarios a sus 80 años.

Tags:

Pink Floyd, Roger Waters

[MIGRANTE DE PASO] Tras pasar tres controles policiales uno llega a pies del estadio. Al entrar se tiene que subir varias escaleras para llegar a la tribuna de popular donde La 12, la barra brava de Boca, se sitúa. Me acomodé a un costado de las escalinatas sin numerar. Pensé que iba a mirar el partido sentado, pero estaba equivocado. Lo que comienza como grupos apartados termina siendo un grupo de miles de personas amontonadas. No puedes moverte más allá de lo que las barras y saltos te permiten. Estás completamente rodeado de personas. Felizmente soy alto. Alguien chato no podría ver nada del partido.

La mayoría de gente tatuada tenía uno o más diseños en honor al club. El ambiente se va convirtiendo. Estás rodeado de una locura desmedida que contagia. Recordé las palabras de mi amigo bodeguero que me decía “yo no necesito psicólogo sólo ir a la cancha”. No estoy de acuerdo, pero entendí a lo que se refería. Es catártico. Antes de entrar estaba nervioso, pero tras unos minutos de empezar el partido se me había ido cualquier rastro de intimidación. No me sabia ningún cántico, pero tarareaba. Luego me aprendí alguno y los seguí.

Era impresionante, no hubo ningún momento en silencio. Media hora antes del partido ya estaba parado, no había espacio para sentarse y las barras ya habían comenzado. Ya había visto un clásico argentino en la barra de River en el Monumental, pero no hay punto de comparación. Creo que por fin entendí a Argentina después de este partido. Ni en el Vaticano había visto semejante devoción.

Boca acababa de perder la final de la Copa libertadores y eso incentivó a que lo reciban con más aliento. Antes de empezar el partido prendieron humaredas azules y amarillas en la cancha para recibir al equipo. Yo estaba emocionado por ver a Advíncula, quien salió entre millones de aplausos por ser la figura del equipo. Lo aman. Más de una vez le dije a la gente a mi alrededor que era peruano como él. Si de algo no me arrepiento al migrar a otro país es de nunca ocultar mi nacionalidad ni adaptar mi forma de hablar o evitar que reconozcan mi extranjería. A pesar de la situación tormentosa en la que está mi país, estoy orgulloso de ser peruano.

Unos minutos después del pitido de inicio, extendieron una bandera a lo largo de toda la tribuna donde me encontraba. Ayudé a jalarla hasta estar cubierto por completo. La gente bailaba de un lado para el otro, empujando, siguiendo lo que la canción decía. Es un espectáculo más allá del partido. Entras en un trance compartido donde te olvidas de todo. Esta semana son las elecciones del país entre un psicópata y el fracasado actual ministro de Economía, que ya es mucho decir, pero a las personas dentro del estadio parece no importarles mientras siga existiendo Boca Juniors.

Estaba fumando y me pidieron encendedor, pensé que era alguien que quería prenderse un cigarro también. Sacó una bengala y la encendió. Casi me deja ciego el humo. Sólo había visto una en televisión y ahora estaba a mi costado. Me devolvió el encendedor y siguió moviendo la bengala de un lado para otro. Todo olía a pólvora mezclada con marihuana. Acabó el primer tiempo. El tiempo voló. Yo sentía que habían pasado cinco minutos. Salir de donde estaba para ir al baño fue todo un esfuerzo. No había espacio ni para salir. Me demoré entre pedir permiso y que me dejen algún espacio para poner el pie. Nunca más pude regresar a mi sitio. Me compré una Pepsi de litro y medio y la compartí con la gente que estaba alrededor mío, en mi nuevo sitio, un poco más atrás.

Ahora solo veía la mitad de la cancha, el techo me tapaba la otra mitad y tenía que agacharme para poder verla toda. Los niños más abajo se trepaban en las rejas y gritaban desaforados. Yo me esperé un ambiente violento, pero no lo era. Había niños y familias felices. No vi ni una sola pelea y la gente se abrazaba como si se conociera de toda la vida. Sí había personas que tenían apariencia intimidante, pero sonreían. Eran como una familia gigante. Seguían los cantos, la locura y el marcador seguía 0-0. Tenían que ganar para poder llegar a la Copa Libertadores del próximo año.

la BomboneraYa era el minuto 90 y cobran penal para Boca. Marcaron gol y sentí el famoso retumbar del estadio, parecía que se iba a caer. Era como si todo el mundo hubiera gritado gol. Las banderas de las tribunas seguían y la alegría que veías se apoderaba de ti. Era imposible no gritar con ellos. Entre los gritos me fui alejando y apenas sonó el pitido final bajé por las escaleras. Al salir del estadio es como si regresaras a la realidad. Tuve que caminar como 15 cuadras hasta encontrar un taxi disponible. Desde lejos se seguía escuchando el estadio. Cuando llegué a mi departamento seguía con la adrenalina disparada por la Bombonera.

 

Tags:

Bombonera, estadio, Fútbol

[MIGRANTE DE PASO]Me tuvieron que criar entre algodones según mi madre. Era demasiado sensible ante el ambiente y fácilmente me ahogaba en pensamientos y sentimientos creados por mi propia cabeza. Creaba escenarios disruptivos ante nimiedades. En mis primeros años ya era grande. Siempre contamos la anécdota de que cuando nací, un pequeño salió corriendo y gritando: ¡Mamá, ha nacido un bebé gigante! Pesaba casi 5 kilos.

Sólo me podía cargar mi familia, mi hermano con esfuerzo por el peso, y, Marilú, mi nana. Cualquier otra persona que intentaba cargarme recibía rechazo de los cachetes y ojos grandes. “Ño” fue mi primera palabra. De bebé desarrollé un cariño especial por Mari, quien correspondía a todos mis caprichos. Mis padres le pagaron los estudios y ella salió adelante como una campeona. Cuando recién estaba estudiando practicaba sus cortes de pelo con mi hermano y yo. Después, cada vez que venía a la casa de visita, con morochas o triángulos, yo sentía que había llegado una heroína. Actualmente, es una mujer mega exitosa, no sólo por sus logros económicos sino también por la hermosa familia que ahora tiene. Hasta el día de hoy sólo me siento cómodo si ella me corta el poco pelo que me queda. Conversamos y reímos con anécdotas. Si alguna vez necesito un consejo de vida se lo pediré. Su aptitud de sobreviviente se asemeja a la de una tigresa en la jungla.

Ya de niño, desde kínder hasta sexto grado de primaria, una familia entera compartía casa con la mía. Mis padres se aseguraron de que quien trabaje en la casa tenga planilla y seguro como si fuera una empresa. No había diferencia entre las comidas y en gran parte mi crié en la cocina. Mis padres trabajaban hasta tarde. Era una relación totalmente distinta a la que veía en casas ajenas de familias privilegiadas como la mía. Por esa razón particular nunca me llevé bien con ellos, ahora más grande entiendo que eran hogares que creían que la servidumbre seguía existiendo y tenían complejo de hacendado. Me generaba rechazo.

Manuelita, que para mí tenía 100 años; Elena por quien sentía un gran amor; Julián, el desgraciado de su esposo; Carla y Juan Carlos, los hijos con quienes jugábamos todos los días. Era una familia disfuncional por el maltrato del padre. Mis padres lo notaron después, mi hermano no confiaba en ese desagradable ser, pero como siempre fue de tener enamoradas pasaba las tardes con ellas o hablando por teléfono. Yo me gané con varias anécdotas que no debí presenciar a esa edad.

Por alguna extraña razón que aun no entiendo nunca dije ni una palabra, me mantenía mudo. Recuerdo a Juan Carlos con el puño levantado amenazando a su padre con pegarle. Yo saqué fuerzas, tal vez por mi entrenamiento karateka, para detener el conflicto midiendo menos de un metro y medio. Resulta que Julián era sacavueltero, pegalón, borracho y policía. Manchó la imagen de esa profesión que tenía engrandecida por mi abuelo, que nunca conocí, pero también fue policía.  Hasta ahora la palabra “policía” en lugar de darme seguridad me da desconfianza.

Hubo muchas experiencias desagradables, pero mis recuerdos son de un ambiente amoroso y divertido que pasé con ellos. Los quería y moldeé mi personalidad en ese entorno. Un fin de semana llegó Elena con el ojo morado. Mi padre no soporta las injusticias y nos protegía ante cualquier posible daño. Es de armas tomar. Tuve la ventaja de nunca verlo agachar la cabeza cuando era necesario defenderse y de sí hacerlo cuando lo ameritaba. Tras la muerte de uno de sus hermanos se distanció, no conozco los detalles, pero el recuerdo de verlo pedirme perdón es de las memorias que más atesoro. Ante la cara golpeada de Elena dio un ultimátum. Ellos podían quedarse todo lo que querían, pero Julián no volvería a pisar la casa.

Fue un domingo cultural donde íbamos en familia a museos o a conocer distintos lugares. Esta vez fue un largo camino hacia Chincha para conocer la historia de La Melchorita. Yo recuerdo el camino lacrimógeno y extraño. No llegaba a comprender bien, pero era lo suficientemente susceptible para percibir lo que pasaba. Después del largo día llegamos de vuelta a la casa. Yo corrí hacia el cuarto de Elena y ya no había nada, ni el más pequeño rastro de su existencia. No hubo despedida, fue una desaparición por completo. Mi vida dio un vuelco sin retorno y ya de grande, gracias a terapia, me di cuenta de lo fundamental que fue ese momento para mi desarrollo. Era niño y un pedazo de mi vida había sido extirpado, en ese momento todo se reducía a que habían escogido a Julián sobre mí. Sentí por primera vez el abandono y de manera brutal.

Mi vida escolar medida en notas se vio afectada y la pregunta estúpida de una profesora que me hizo elegir entre mis calificaciones y mis amigos detonaron una rebeldía y disidencia en la que renací y determinaron lo que soy hoy. La vida era equivalente a un sinfín de oportunidades y la muerte era la eliminación determinante de ellas. ¿Por qué tengo que ir al colegio? ¿Debo estudiar para después ir a la universidad? ¿Luego trabajar en algo que no me gusta y morir? ¿Como una gallina sacrificada porque ya no pone huevos? Le saqué el dedo medio a esa solicitud impuesta por el caos que llamamos orden o mundo. No era lo mío. Viví bajo la ilusión de que yo iba a decidir mi propia muerte. Detestaba cualquier sistema moral o de vida externo que me querían imponer. Hice de mis palabras puñetes que impacten a quien sea que quisiera normalizarme. Entendí el beneficio de no encajar y que la vida es más que estudio y dinero. Opté por un camino de cuestionamientos y contemplación.

Ya en secundaria comenzó a llevarme al colegio John, quien me enseñó que no todo es juego y diversión, y Luis, que para mí es el mejor cocinero, me enseñó a defenderme de quien sea y como sea. Tras innumerables pichangas, noches de PlayStation y conversaciones sobre la vida se volvieron mis hermanos y nunca dejarán de serlo. Yo no era jefe de nadie y siempre se mantuvo una relación de igualdad. Agradezco el ambiente que se creó en mi hogar y no haber caído en las creencias ridículas de otras familias.

Tags:

hogar, Igualdad, infancia

[MIGRANTE DE PASO] Aún era muy temprano para entrar al hospedaje. Dejé mi maleta y enrumbé hacia la plaza San Martín y las dos principales iglesias de Córdoba, a casi 700 kilómetros al noroeste de Buenos Aires. Es una ciudad hermosa, llena de áreas verdes y zonas peatonales; no me la esperaba así. La llaman la ciudad de las campanas por el inmenso número de iglesias. Siendo la segunda ciudad más poblada de Argentina rebalsa historia y modernidad. Hay todo.

Me sentí un poco más cómodo al escuchar a la gente hablar con un dejo más cercano al peruano, y me atrevo a decir que el trato es más amable. La plaza, como es común, estaba llena de pájaros gordos, turistas y vendedores animados. Me quedé un rato, fumando como de costumbre, bajo la sombra de San Martín galopando con la espada desenvainada.

Fue un punto clave para la evangelización letal que arrasó Sudamérica durante la época colonial. Luego de ser fundada por órdenes del virrey Toledo del Perú, en honor a la ciudad homónima española, se instaló como un punto central evangelista de la Compañía de Jesús u orden Jesuita. Previamente los aborígenes Comechingones habían sido aniquilados, los sobrevivientes fueron en su mayoría adjuntados a las órdenes religiosas.

(FOTO IGLESIA DE LOS CAPUCHINOS)

La catedral, “Iglesia nuestra señora de la asunción”, no es nada extraordinaria por fuera. Fue construida en 1582 pero no sentí el poder retador que percibo ante iglesias monumentales que he tenido oportunidad de visitar. Por dentro sí era hermosa, una cúpula pintoresca de gran altitud y cuadros oscuros y siniestros. Siempre me pregunté por qué las pinturas eclesiásticas tienen ese carácter terrorífico. No olvidemos que lo bello también puede ser perverso. Como es costumbre, en los templos virreinales hay indicios o detalles aborígenes.

Salí con una sensación de miedo infantil y continué hacia la Iglesia de los Capuchinos. Lleva ese nombre porque los sacerdotes y miembros de la orden franciscana se vestían con túnicas y capuchas. Esta sí era imponente por la altura y la arquitectura gótica, lamentablemente estaba cerrada y no pude ingresar. No tengo simpatía por ninguna rama de las religiones monoteístas pero esta orden en particular me genera curiosidad. El vínculo entre la sonrisa y la paz es de mi agrado, me gusta la idea de que la risa sea la manifestación de lo benigno.

Después de caminar varias horas fui a la cripta jesuita, que oculta una anécdota ocurrente. Había sido tapiada y se construyó la avenida Colon, la más importante del centro de Córdoba, encima. Se mantuvo oculta por 60 años hasta que quisieron instalar un cableado telefónico y se derrumbó parte de la cuadra dejando al descubierto este pedazo de historia. Descendí por unas escaleras al estilo de cualquier metro y llegué a lo que hoy funciona como museo de la cripta. Tiene la forma de un pequeño laberinto y está toda iluminada menos una esquina.

Me sumergí en esa oscuridad y pensé en cómo había ordenado mis recuerdos religiosos. Las historias de los profesores de mi padre en el colegio La Inmaculada; los relatos de mis amigos que se confirmaron y pasaron por un lavado de cabeza ridículo; mi abuelo que quiso ser sacerdote; las 5 misas que he presenciado; la hostia que nunca probé; San Francisco de Asís y San Agustín. Todas esas ideas que nos reservamos para uno mismo salieron a flote en la esquina de las tinieblas. Es algo parecido a la total oscuridad que precede las obras de teatro.

(FOTO CRIPTA JESUITICA)

Soy ateo sin lugar a dudas, no fui criado bajo la culpa cristiana y aborrezco al sistema llamado iglesia. La pedofilia y las guerras dadas en su nombre me dan náuseas. En el cuento que es mi vida, la cruz o imagen de cristo siempre ha despertado una pulsión de lucha e ira: como pelear contra un dragón de escamas impenetrables. Le doy autoridad a mi locura para no perder ante la ilusión llamada paraíso. Estoy más satisfecho con la noción de la muerte y con no tener enemigos. Sin embargo, si se manifestara el dios de las tres grandes religiones monoteístas lo proclamaría el primero y lo enfrentaría aun estando al filo del vació. Al día siguiente descansé de mis reniegos y fui a la Cumbrecita, a dos horas de la ciudad, donde, a mi parecer, te acercas más a lo divino mezclándote con la naturaleza.

Faltando media hora de camino te vez rodeado de bosques de pinos y lagos lejanos. Entre curvas y caminos en construcción llegas a lo que llaman la primera ciudad peatonal. Los carros se estacionan afuera del pueblo y sigues tu camino a pie. En 1932 una familia alemana migró a la sierra cordobesa e iniciaron una pequeña urbanización. Parece que uno estuviese caminando en un pueblo germánico del siglo XV. La casas, hoteles y restaurantes son de madera y baja estatura. Todas preparadas para inviernos nevados. Este pequeño lugar se armoniza perfectamente con los riachuelos, árboles y cumbres que la rodean.

Aparte de una pequeña capilla en la cima de un cerrito, mi principal objetivo era la cascada grande, sí, así se llama. Una hora caminando por un sendero bastante arriesgado entre piedras, acantilados y raíces con las que puedes fácilmente tropezar. Eres tu propio guía en esta senda confusa, pero instintivamente llegas al destino. Me sorprendí de mi físico, aun lo mantengo. Me emocioné y me caí por saltar de piedra en piedra. Ya no tengo 20. Descansé un rato tendido y me reía. Finalmente llegué a la cascada y me senté en una piedra insular. No había mucha gente e intenté meditar, una actividad que he iniciado hace pocos meses. Me imaginaba como un transformador que absorbe y manipula energía externa a la mía. Evidentemente no ocurrió ni me funcionó, pero sólo ponerlo en práctica es satisfactorio. Metí la cabeza al agua helada para refrescarme de la ardua caminata y volví. Una hora más de vuelta. Estaba molido. Me comí un plato exquisito de cabrito e inicié el regreso a la capital provincial.(FOTO CATARATA)

Al día siguiente visité la manzana jesuítica y la universidad de Córdoba. La primera, declarada patrimonio de la humanidad por la UNESCO. Fue un recorrido silencioso porque ante todo está el respeto. El interior es bastante atractivo para la vista. Es de los interiores mas bonitos que he visto. Tiene una iluminación lúgubre, pero tiene la particularidad de hacerte sentir que estás en territorio sagrado.

Vi a mucha gente rezando y eso me conmovió en cierto sentido. Mi conflicto es con la institución no con la gente creyente. Creo en la libertad de credo y puede ser un buen canal de refugio y bienestar. Me quedé viendo a un señor confesándose y recordé la primera y única vez que yo lo hice.

—A veces me peleo con mi hermano y digo lisuras como mierda —se me escapó por la costumbre de mi habla.

—Un padre nuestro y dos aves marías, por la honestidad —me dijo el cura riéndose. Yo fui y fingí hacerlo porque no me conocía ninguno de los dos rezos y todavía no los sé.

(FOTO MANZANA JESUITICA)

No podía dejar de conocer la Universidad de Córdoba, fundada en 1608, que es la cuarta mas antigua de toda América. Dentro de estas instalaciones se generó uno de los cambios mas importantes de América Latina. En 1918, lo que inició como una junta estudiantil se transformo en la reforma universitaria o grito de Córdoba. Fue un movimiento democratizador de las instalaciones universitarias para darle un carácter más académico y científico. Por meses se dieron enfrentamientos violentos entre reformistas y católicos. Revolucionó el continente, el movimiento se extendió al país y luego a toda América Latina. Inicio una amplia tendencia de activismo estudiantil y uno de los ejemplos mas cercanos que tenemos fue el inicio del APRA.

(FOTO REVOLUCION UNIVERSITARIA)

Tags:

córdoba, iglesias, naturaleza, Religión
Página 3 de 7 1 2 3 4 5 6 7
x