La improvisación teatral es el arte de crear historias sin un guión previo, basándose únicamente en el bagaje cultural y los estímulos del presente que el improvisador encuentra. Instaurado por Keith Johnston como un tipo de arte teatral, y popularizado en televisión por el programa “Who’s line is it, anyway?”, la improvisación gana cada vez más adeptos no solo por la libertad escénica, sino por los múltiples beneficios que esta trae.
En los diez años que llevo como improvisadora teatral, y tres como docente de este arte, he podido ver y vivir en mi propio cuerpo, los grandes cambios positivos que la impro ha brindado a cientos de personas, tanto a nivel personal como profesional. Aquí algunos de ellos:
No juzgar: Para la impro, ninguna idea es mala. Como en la vida, todo es perfectible. Practicar esta técnica ayuda a entender que todos venimos de diferentes contextos y por ende traemos a escena ideas y experiencias distintas que pueden ser un buen punto de partida para crear de manera conjunta. Esto permite evitar el descarte sin motivo más allá del “qué mala idea”. Si lo llevamos al plano laboral, podremos notar que una idea, por muy pequeña que sea, es moldeable y mejorada al ser considerada y tratada en equipo.
Escucha activa: Estar atento y escuchar inclusive con el cuerpo, nos genera un mindset de acción. En la impro esto sirve para no dejar ningún cabo suelto, es decir, si el compañero nos comparte cierto dato, es porque tal información es importante para él o para la situación. La escucha activa, además, nos ayuda a encontrar soluciones de forma rápida y asertiva.
Abrazar el error: En la impro, el error es un regalo, porque abre la puerta a una serie de continuaciones inimaginables para las historias que ya estábamos creando. El practicar constantemente esta idea, nos ayuda a recibir los errores en la vida diaria con mejor actitud, pues se tiene presente cuáles son los caminos a evitar, además del aprendizaje que nos deja esta falla.
Manejo de status: En una escena de dos personas, por lo general uno lleva el status alto y el otro, el status bajo. Esto significa que uno representa a una figura de poder, pero lo interesante aquí está en que ese poder es fluctuante: los personajes pueden cambiar de status según lo necesite la historia. En el plano laboral, por ejemplo, es complicado tener una negociación exitosa entre dos personas con status alto, pues ambas buscarán tener la razón. Una de ellas deberá bajar un poco el status para llegar a un consenso. Por lo general esto sucede de forma instintiva y por cansancio en los negocios, pero el estar consciente de poder ejecutar este cambio, resulta una gran herramienta.
Manejo corporal: Nuestro lenguaje corporal revela mucha información sobre nuestra mente. Entender cuáles son las posiciones que toma un cuerpo dócil, así como un cuerpo asertivo permite afrontar situaciones personales y laborales con mayor seguridad y eficacia.
Foto: escueladeteatroengranada.es