Cáncer

En los mismos territorios donde hoy se matan diariamente sirios, iraquís e iraníes, hace más de cuarenta siglos, los babilonios y los mesopotamios que habitaban dichos territorios durante es época idearon un sistema que beneficiaría a los mercaderes de aquellos tiempos. Dicho sistema, que en nuestro tiempo se conoce como préstamo y aseguramiento, consistía en financiar a las caravanas que transportaban granos y especies de un lado y sedas y joyas del otro.

Según los historiadores, los financistas de tales operaciones entregaban sumas de dinero a los mercaderes, y estos dejaban terrenos, cabezas de ganado y edificios como garantía de la cancelación del crédito. Paralelamente, otros empresarios con iguales pretensiones y similares pedidos de garantías, avalaban las mercaderías, ejecutando las garantías en caso de pérdida de la mercadería, sea por robo, por naufragio o por cualquier fenómeno natural.

El sistema duró en su forma original hasta el Renacimiento, época en la cual las ciudades situadas en el norte de Italia y en los Países Bajos enriquecieron de tal manera que pudieron destinar enormes capitales a la tarea de financiar las caravanas de riquezas procedentes del Este, y protegerlas de pérdidas y de mermas mediante los seguros creados ad hoc.

A partir de entonces, dichas prácticas comerciales se transformaron en industrias dedicas a prestar dinero, a cuidarlo y a transformarlo en nuevo capital de trabajo. De esa forma, las jóvenes industrias se pusieron en la cola de los grandes conglomerados lanzados a la conquista del mundo.

 

Préstamos y seguros: dos industrias seguras

Con la llegada de la Revolución Industrial, el transporte de bienes manufacturados y de combustible sólido y líquido, léase carbón y petróleo, se convirtió en un flujo diario y constante en todos los mares, constituyéndose en un negocio en crecimiento exponencial. Así, mientras los productores de petróleo se consorciaron en un club llamado “Las siete hermanas”, que dominó nuestras economías hasta bien entrados los años setenta, las compañías aseguradoras se dedicaron a expandir sus negocios desde la protección de los navíos y de sus cargas hasta la creación de los seguros de salud, de asistencia médica, de curación y de hospitalización, los cuales convirtieron a ese rubro económico en el más rentable de todos, sobre todo cuando los directorios de los bancos y los de las compañías aseguradoras se entremezclaron, organizándose en verdaderos oligopolios de todos los servicios que tienen que ver con el dinero.

Hace unos días, Mariana Alegre, la periodista especializada en temas urbanísticos dijo en un diario local que, a los dos años de descubrir que una parte de su cuerpo estaba ocupada por un tumor canceroso muy maligno, las medicinas que lo atacaron y salvaron su vida están a punto de ser excluidas de la lista de medicamentos oncológicos, porque las compañías aseguradoras que se comprometieron por contrato a ayudarla a combatir cualquier enfermedad oncológica habían obtenido un fallo judicial que las exoneraba de tal obligación.

“Enfrentarse al cáncer o a cualquier otra enfermedad catastrófica ya es lo suficientemente difícil como para tener que lidiar, además, con obstáculos económicos”, dijo Mariana Alegre en un tuit donde reseña su lucha contra el cáncer y los poderes económicos que impiden que las grandes compañías aseguradoras cumplan con sus contratos.

(Un caso de la vida real)

La salud de don Carlos (60 años) se deterioraba con rapidez. Era cuestión de tiempo para que el cáncer de próstata que lo aqueja tomara rumbos insospechados. Se debía actuar ya, pero tenía un serio obstáculo: el medicamento Olaparib, ordenado por su oncólogo, no estaba disponible para él. ¿La razón? El seguro privado le negaba el producto porque alegaba que “no está incluido en la cobertura de su póliza. 

Claramente, querían desconocer lo que dice la Ley Nacional del Cáncer y su reglamento, especialmente el artículo 7 y el numeral 7.2, que precisa: “Las Iafas (Instituciones Administradoras de Fondos de Aseguramiento en Salud) privadas deben asegurar la integridad de la cobertura oncológica en las pólizas de seguros de salud, incluyendo los tratamientos reconocidos en las guías de prácticas clínicas internacionales, sin perjuicio de la condición del estudio clínico”.

Don Carlos buscó apoyo legal y logró que la aseguradora lo escuche. Luego de unos días, esta le ofreció financiar parcialmente el producto, con lo que seguía incumpliendo la ley. El paciente insistió y recién después de amenazar con hacer público el caso, la entidad aceptó comprar el producto, que le permite enfrentar de la mejor manera la enfermedad.

Como don Carlos, hay decenas de pacientes abandonados a su suerte, y podrían convertirse en miles y decenas de miles si no hacemos algo pronto. Muy pronto.

Al menos 21 medicamentos oncológicos aprobados por agencias sanitarias internacionales no están cubiertos por las aseguradoras que venden pólizas de salud en el país. A pesar de que las aseguradoras ofrecen seguros oncológicos integrales, muchos contratos incluyen excepciones que resultan en gastos adicionales de bolsillo para los pacientes y sus familias. Aquí se enumeran algunos de los medicamentos contra el cáncer que actualmente no están cubiertos:

Viviana Rodriguez

En las dos últimas décadas, se han desarrollado innovadoras medicinas contra el cáncer, como terapias biológicas, inmunoterapias y terapias celulares. Esto ha llevado a que los sistemas sanitarios de muchos países evalúen su costo y beneficio para incorporarlas en sus protocolos terapéuticos y compras públicas. Sin embargo, la mayoría de estos fármacos tienen altos precios debido a que son producidos por uno o pocos laboratorios y están protegidos por patentes. Por ejemplo, el costo de cada ampolla de trastuzumab, usada en terapias de cáncer de mama, oscila entre 1.800 y 5000 soles; una ampolla de bevacizumab, prescrita para el cáncer de colon, varía entre 700 y 3300 soles; y la unidad de ibrutinib, usada en tratamientos para leucemia, cuesta entre 500 y 800 soles.

En 2020, el Ministerio de Salud del Perú reconoció en un informe que el país tenía un retraso de 20 años en la actualización de las guías terapéuticas contra el cáncer. Recién en 2023, el Seguro Integral de Salud comenzó a cubrir algunos medicamentos oncológicos innovadores, como el ribociclib, usado contra el cáncer de mama.

El cáncer es una de las principales causas de muerte en Perú, con tasas de incidencia en aumento tanto en hombres como en mujeres. En 2023, se diagnosticaron más de 70 mil nuevos casos, y se estima que para 2025 más de 81 mil peruanos necesitarán tratamiento y cuidados paliativos.

El costo de una terapia oncológica en Perú sin seguro puede variar entre 200 mil y 450 mil soles, dependiendo del tipo y la etapa del cáncer, una cifra difícil de afrontar para la mayoría de las familias peruanas.

Víctor Palacios Dongo, exdirector de Prevención y Control de Cáncer del Ministerio de Salud, señala que el interés económico del sector privado es la razón por la que algunas aseguradoras no cubren ciertos medicamentos oncológicos innovadores, a pesar de que estos han demostrado su eficacia y cuentan con la aprobación de agencias regulatorias internacionales como la FDA, EMA, y Digemid.

Palacios Dongo se muestra sorprendido de la actitud de las aseguradoras, ya que en otros países sí cumplen con la ley y cubren estos medicamentos. Por su parte, la Asociación Peruana de Empresas de Seguros (Apeps) afirma estar a favor de financiar tratamientos oncológicos, siempre que estos sean certificados.

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Las compañías dedicadas a brindar atención privada de salud a cambio de un pago fijo mensual, y que están agrupadas en la Asociación de Entidades Prestadoras de Salud (Apeps), han presentado una demanda en la Corte Superior de Justicia de Lima para conseguir una modificación en el reglamento de la Ley de Cáncer. En síntesis, lo que pretende ese gremio es incumplir legalmente los contratos firmados entre los clientes y sus representadas para que la cobertura de los medicamentos oncológicos de última generación no sea obligatoria.

De esa forma, los pacientes que pagan carísimas pólizas privadas quedarían sin la cobertura integral que sus contratos les garantizan.

Asesoradas por los estudios de abogados donde trabajan los profesionales más mañosos de Lima, las empresas prestadoras de salud pretenden modificar un párrafo del reglamento de la Ley de Cáncer que dice: “Las instituciones administradoras de fondos de salud privadas deben asegurar la integridad de la cobertura oncológica en sus pólizas, incluyendo los tratamientos reconocidos en guías de prácticas clínicas internacionales, sin perjuicio de la condición del estudio clínico”.

Lo que busca este grupo de aseguradoras es que no se les exija cubrir todos los fármacos oncológicos. Su argumento es que solamente cubren medicinas certificadas en países con alta vigilancia sanitaria, pero no aquellas sin evidencia clínica comprobada. Además; cuestionan que sólo a ellas se les exige cubrir esas medicinas, pero no a los sistemas de aseguramiento integral, como el SIS. Increíble, pero cierto: las aseguradoras pretenden equipararse al Sistema Integral de Salud, sabiendo que el SIS apenas entrega Paracetamol y otros medicamentos genéricos en sus paupérrimas farmacias.

La mejor defensa es el ataque 

Tan antiguo como el hombre, el cáncer, como sostiene el biólogo español Carlos López Otín en su libro “Egoístas, inmortales y viajeras. Las claves del cáncer y sus nuevos tratamientos”, es una enfermedad de los genes en el planeta de los genes. “Esta enfermedad causa la transformación celular en virtud de la cual una célula normal se convierte en una entidad egoísta que crece sin freno, inmortal que no escucha las señales de muerte recibidas por las células dañadas, y viajeras capaz de abandonar su tejido de origen y colonizar otros territorios para formar la metástasis”, escribe el científico ibérico con conocimiento de causa.

Como lo dice el subtítulo de nuestro artículo, en el cáncer, al igual que en casi todos los deportes conocidos, la mejor defensa es el ataque, por lo que los científicos y los médicos especialistas coinciden en buscar permanentemente nuevos medicamentos contra la enfermedad, que sean más efectivos, menos dañinos para los tejidos y los órganos sanos y cada vez más baratos que cuando ingresaron al mercado tras haber pasado todos los controles de los mecanismos de supervisión.

Esa lucha sin cuartel contra la enfermedad más antigua y más cruel, obliga a los pacientes de seguros privados y a los de la seguridad pública a mantenerse a la espera de poder recibir ese medicamento. Sin embargo, cinco de las seis prestadoras privadas de salud han acudido a juzgados civiles solicitando que estos entes obliguen a cambiar un párrafo del reglamento de la Ley del Cáncer para evitarle supuestos sobrecostos a las compañías aseguradoras, y ganándose los bonos de éxito prometidos por sus gerentes.

En «A través del espejo», de Lewis Carroll, la Reina Roja le dice a Alicia que el mundo cambia tan rápido bajo sus pies que, para quedarse en un lugar, no puede dejar de correr. Esa es nuestra situación con el cáncer o con cualquier otra enfermedad que tenga como desenlace la muerte, pues estamos obligados a seguir corriendo con el único fin de mantenernos en el mismo sitio.

Pero el cáncer sigue siendo una enfermedad mortal y para el mieloma múltiple –un tipo de cáncer de la sangre– no hay tratamiento que lo cure por sí solo y completamente: este sigue siendo una enfermedad terminal. Pero tal y como ocurre con la leucemia mielógena crónica (LMC), el juego del gato y del ratón con el cáncer ha extendido la supervivencia de los pacientes, en algunos casos de manera sorprendente. En 1971 alrededor de la mitad de los pacientes diagnosticados con mieloma múltiple morían dentro de los veinticuatro meses posteriores al diagnóstico, mientras que la otra mitad no vivía más de diez años, pero para el 2008 cerca de la mitad de todos los pacientes de mieloma tratados siguieron vivos al cabo de cinco años.

En un sentido más general, el síndrome de la Reina Roja –moverse intensamente para mantenerse en el mismo lugar– se aplica a sí mismo en todas las batallas contra el cáncer, incluidas su detección y prevención. En 1948 los epidemiólogos identificaron en Framingham, Massachusetts un grupo de unas cinco mil personas que vivían allí, para estudiar año tras año su comportamiento, sus interrelaciones y sus enfermedades. El conjunto de estos datos ha dado origen a una multitud de estudios sobre el riesgo y la enfermedad como por ejemplo el vínculo entre el colesterol y los ataques cardíacos se estableció formalmente ahí, al igual que la asociación del accidente cerebrovascular y la hipertensión. Pero también fue un estudio de una transformación conceptual del pensamiento. Habitualmente los epidemiólogos miden los factores de riesgos de las enfermedades crónicas no infecciosas estudiando el comportamiento de los individuos. Sin embargo, se hicieron una pregunta muy importante y diferente: ¿podría ser que el verdadero origen del riesgo no estuviera en las conductas de los actores individuales, sino en las interconexiones sociales? 

Los elefantes y el genoma p53 

Los elefantes, no solo nos sorprende porque es el único mamífero que posee cuatro rodillas, sino también porque su genoma p23 es capaz de multiplicarse 20 veces (los humanos solo contamos con una) para reparar y eliminar las células antes que se conviertan en un tumor. Y es así como se convierte en la especie con mayor resistencia a este terrible mal el hombre: un mono químico Somos simios químicos y hemos empezado a hilar un nuevo universo químico a nuestro alrededor y así sumerjamos nuestras células en sustancias benditas pues alguna de ellas seguirán siendo carcinógenas. Y aunque no podemos hacer que el mundo desaparezca, nuestra tarea es estar vigilantes para distinguir los auténticos carcinógenos de las circunstancias inocentes y útiles.

El cáncer en el fin del siglo pasado plantea dos desafíos el primero es el biológico que implica aprovechar el conocimiento científico para desterrar a esta horrible enfermedad y el segundo es desafío social que implica a obligarnos a enfrentar nuestras costumbres, rituales y comportamientos situados en la periferia de nuestra sociedad o de nosotros mismos, sino en los núcleos que los definen: lo que comemos y bebemos, lo que decidimos producir y nuestra manera de envejecer.

Aseguradoras se niegan a pagar nuevas medicinas oncológicas

Según Adolfo Dammert, presidente de la Liga Peruana de Lucha Contra el Cáncer, el requerimiento judicial de las aseguradoras para modificar el reglamento de la Ley del Cáncer busca modificar una norma que salva vidas.

A decir del mismo Dammert, hasta la fecha son más de veinte los medicamentos biológicos contra el cáncer que no están cubiertos por cinco de las seis más importantes aseguradoras. A ello, sumémosle los nuevos fármacos que esas compañías quieren retirar de sus pólizas, lo cual dejaría a miles de peruanos sin la posibilidad de luchar contra esta enfermedad. Pero, al final, la última palabra la tendrá la Primera Sala Constitucional de la Corte Superior de Justicia de Lima.

Desde las autoridades estatales, es preciso señalar la posición de la doctora Essy Maradoegue, directora ejecutiva de la Dirección de Prevención y Control de Cáncer del Ministerio de Salud (Minsa), quien sostiene que “la norma que se encuentra publicada desde 2022, que es el reglamento de la Ley Nacional del Cáncer, es muy clara, y es la 7.2, que indica que las pólizas privadas deben asegurar la integridad de la cobertura oncológica en las pólizas de seguro de salud que incluyan los tratamientos reconocidos en guías de práctica clínica internacionales sin perjuicio de la condición del estudio clínico, es decir, estos estudios clínicos están condicionados a guías de práctica clínica que, para los entendidos en el tema de cáncer, son documentos con un sustento muy contundente que beneficie a los pacientes”.

Junto a decenas de especialistas en el tema, coincidimos en lo siguiente: “el cáncer es una enfermedad sumamente costosa y, si el Estado cede ante estas aseguradoras, de no exigirles costear los medicamentos innovadores, será prácticamente imposible vencerla, o, por lo menos, combatirla.

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Todos los que tenemos un pariente o un amigo afectado por esa enfermedad tan antigua como el hombre llamada cáncer, sabemos que en el Perú una parte de los pacientes muere irremediablemente por errores de diagnósticos, pero, sobre todo, por esa timba mensual que los pone en manos de un nuevo oncólogo cada 30 días, arrojándolos muchas veces a las manos de doctores que guardaron sus juramentos hipocráticos junto a las bolsas de la ropa vieja, de los zapatos con hueco y de los resentimientos, las envidias y las oportunidades perdidas.

Para entender de dónde vienen y a dónde van los oncólogos que abren nuestra historia clínica, la miran por encima y nos recetan lo que les viene en gana, hurguemos en sus probables biografías. Primero, en la cúspide de la cadena alimentaria están los hijos de los oncólogos famosos, con consultorio en clínica de primera y los yernos de los famosos. Esos médicos viven bien, ganan bien y están en contacto con la modernidad. Jamás atienden o atenderán a un canceroso pobre.

Segundo, son médicos que han sido y seguirán siendo asistentes de los oncólogos famosos. Atienden a los asegurados y aspiran a tener alguna vez un consultorio en un centro especializado de lujo; mientras ese día llega, atienden rápido, mal y con desgano a los pacientes de EsSalud. Viven renegando de su suerte y odiando a sus pacientes y a los parientes de estos. 

Tercero: ¿cómo cree usted que funciona el cerebro pasional de un oncólogo que no ocupa una plaza fija en un hospital de Salud, reemplaza esporádicamente a los médicos que tienen consultorio en clínicas y no tienen futuro en la especialidad.

Esos son, a grandes rasgos, los perfiles de quienes “atienden” a nuestros amigos y parientes cancerosos. Dios se apiade de ellos.

El pasado 18 de enero, el alcalde metropolitano de Lima condecoró a la filántropa María Teresa Dulanto por su incansable labor en favor del grupo más sufrido y segregado del país: el de los niños pobres que sufren algún tipo de leucemia y cuyos padres carecen de los medios necesarios para solventar un tratamiento que aumente sus posibilidades de supervivencia.

Fuera de las condecoraciones, de los aplausos que sirven de muy poco y del apoyo desinteresado de algunas personas que donan a la Asociación que preside María Teresa, todo resulta insuficiente, ya que la incidencia de esa terrible enfermedad en los niños peruanos pobres crece año tras año, mientras la asignación estatal a los hospitales de salud decrece ante el sufrimiento de los niños y la desesperación de sus progenitores.

Para enterarnos desde adentro del tamaño de la desesperanza de los niños y de sus padres, le preguntamos a María Teresa cuál es la magnitud de la enfermedad y cuáles los problemas visibles del drama.

informe Viviana Rodriguez

  El pasado 18 de enero, el alcalde metropolitano de Lima, Rafael López Aliaga, condecoró a la filántropa María Teresa Dulanto por su incansable labor en favor de los niños con cáncer.

“Los dolores, las desatenciones, las carencias y los sufrimientos que enfrentan los niños son los mismos que enfrentan los adultos, pero los primeros, además, están hacinados en hospitales que ya están colapsados por los adultos en iguales y peores condiciones. Entonces, ambos grupos etarios sufren las carencias de camas hospitalarias, de médicos especializados y de medicamentos de última generación. En el tema de los menores de edad, el sufrimiento se multiplica porque un día cualquiera la enfermedad debuta sin causa aparente; a partir de ese momento, y mientras los médicos provincianos los diagnostican tarde, mal y nunca, la mitad de los niños fallece. De los sobrevivientes, una parte de ellos consigue un médico que diagnostica la enfermedad y ordena su traslado al hospital infantil de la avenida Brasil. El niño, que ya está en una etapa avanzada del mal, llega a un nosocomio que no está acondicionado para enfermos de cáncer infantil, y, mucho menos, para pacientes afectados por leucemia. A partir de ahí, el niño enfermo y diagnosticado de leucemia solamente recibe suero, mientras espera que haya una cama disponible en el Instituto Nacional de Enfermedades Neoplásicas (INEN) o en el Hospital del Niño de San Borja, donde, dicho sea de paso, yo logré que se implementara el Centro de Transplante de Médula, pero, por falta de camas hospitalarias especializadas, se convirtió en un hospital de tratamientos contra el cáncer infantil donde los médicos son oncólogos, pero no hematólogos pediatras, oncólogos pediatras y oncólogos para tumores sólidos.

En ese instante comienza un capítulo nuevo del drama ya teñido con los colores de la tragedia, pues los médicos ordenan una quimioterapia, luego de la cual los niños regresan a su provincia y se preparan para la siguiente quimioterapia. Cuando se acerca la fecha para venir a Lima a recibir la siguiente quimio, los padres y amigos comienzan nuevamente a buscar el dinero para financiar el viaje familiar y el alojamiento y alimentación de los padres. Cuando consiguen el dinero y llegan al hospital para recibir la quimioterapia, los padres se encuentran con un médico que no tiene idea del avance de la enfermedad, porque en los hospitales peruanos no hay forma de hacerse una tomografía o una resonancia magnética, porque, por ejemplo, en el Hospital Rebagliati, el único resonador existente no funciona hace un año, y los dos tomógrafos están malogrados y no se espera la reparación de por lo menos uno de ellos antes de mayo”, indica María Teresa Dulanto.

 

 

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Creadas desde comienzos del siglo pasado y a mediados del mismo, la radioterapia y la quimioterapia son dos tratamientos usados por los médicos especializados en combatir las neoplasias o tumoraciones anormales que se conocen desde los inicios de los tiempos como cánceres. La resonancia magnética es el método diagnóstico más usado en el mundo moderno desde 1990 para saber cuán avanzado está un cáncer, cuánto se ha reducido con los tratamientos y hasta cuándo tendrán que prolongarse los mismos. En el mundo infantil peruano, los bebés y los niños afectados por la enfermedad que toma a un miembro de la familia y deshace al resto de esta, los medios para combatirla y el mejor método diagnóstico son pocos, son escasos o son inexistentes. En el reino infantil peruano, presidentes tan bestiales como Pedro Castillo, ministros tan venales como el que no permitía que se reparen los resonadores magnéticos de los hospitales para beneficiar al dueño de una cadena de empresas que tienen más resonadores en Lima que en el más grande hospital de los Estados Unidos, o payasos tan farsescos como “Chibolín”, quien organizó un espectáculo macabro en Palacio de Gobierno para engañar a los padres de los niños enfermos de cáncer, son los que usan a estos como medios propagandísticos. Son seres sin compasión por el prójimo, carroñeros como los gallinazos y las hienas.

chibolin
Como se recuerda, el presidente Pedro Castillo y ‘Chibolín’, armaron un gran show con fines publicitarios.

La representante del Colectivo Ley Cáncer Infantil Perú, Karina Pujay, sabe en carne propia lo que es convivir con el cáncer, por ello nos cuenta los padecimientos que tiene que pasar cada padre de familia para poder luchar contra la enfermedad en nuestro país.

“La situación actual de los pacientes oncológicos infantiles de nuestro país es que muchos de ellos se están muriendo o no están recibiendo una atención adecuada por la falta de medicamentos y esto hace que nos encontremos en una situación de niños con recaídas, con metástasis, por no haber recibido el tratamiento oportuno y adecuado. Tanto en los hospitales del Ministerio de Salud como en los de EsSalud faltan camas y medicamentos que puedan salvar las vidas de los niños, nosotros estamos con medicamentos que ya no se utilizan: eso es lo que nos están brindando; por ello se le ha pedido a la Digemid que pueda aprobar los nuevos fármacos, y no tenemos respuestas todavía.

Entonces, fuimos a tocarles las puertas a los congresistas y a la ministra de Salud -Rosa Gutierrez- para que se interese en el tema. Sin embargo, ella -quien al cierre de este informe dimitió para no ser censurada en el Congreso- no hizo absolutamente nada. No puede ser posible que hace dos años se haya reglamentado una ley para la detección oportuna y la atención integral del cáncer del niño y el adolescente, y no se ejecute. Igualmente, la ley habla de un subsidio y una licencia con goce de haber para los padres de los menores afectados por la enfermedad y el Ministerio de Trabajo, del cual depende EsSalud, el Ministerio de Salud y el Ministerio de Economía no se pongan de acuerdo para hacer efectivo dicho reglamento. Solo saben tirarse la pelota, nada más. Mientras tanto, muchos niños han fallecido en ese periodo”.

“Nosotros no deberíamos estar esperando la voluntad política porque existe una ley que los obliga”, indica la señora Pujay, sin embargo, hay muchos padres que no pueden afrontar la enfermedad de sus niños por falta de recursos económicos “muchos niños mueren y nosotros no podemos vivir con esa angustia de qué hubiera pasado si hubiéramos tenido el dinero para los tratamientos adecuados”, es por eso que están reclamando el subsidio oncológico que indica la Ley 31041, enfatizó.

Los niños son el futuro del país y vamos a seguir en pie de lucha hasta que los funcionarios tengan esa humanidad.

“Nuestros plantones, nuestras marchas y nuestras vigilias son para dar a conocer qué es lo que está pasando con los niños con cáncer, porque no se les da la importancia debida. Si nadie hace nada, los niños se mueren; sabiendo, según las estadísticas de todo el mundo, que un tratamiento oportuno vence al cáncer en 8 de cada 10 pacientes.

Es más, les hemos hecho saber a los funcionarios encargados de los programas de salud infantil que un tratamiento de manera continua es más barato que uno con interrupciones, porque en ese segundo caso cada vez que el tratamiento se reinicia es como comenzar de cero. Además de continuo, el tratamiento debe ser reforzado con drogas más modernas, como la L-Asparagasina Erwinia que si no se aplica a niños con leucemia, estos mueren.

El viernes pasado hemos tenido una reunión con la Gerencia Central, en la cual hemos solicitado que los plazos de atención, de provisión de nuevas drogas y de implementación de nuevas camas y nuevos médicos se acorten. En el Hospital Rebagliati hay cinco oncólogos pediatras y en el Hospital Almenara solo hay dos oncólogos pediatras para todos los niños que requieren atención, y en ambos solamente hay 10 camas para niños hematológicos y 10 para niños oncológicos.

resonancia-magnetica
Los pacientes con cáncer tienen que esperar seis meses para poder hacerse una resonancia que podría salvarle la vida.

Por el lado de las pruebas para ver los avances -o los retrocesos- de las enfermedades oncológicas la cosa es peor, peor que peor; en el Hospital Almenara no hay resonador magnético disponible, las pruebas se tercerizan en el Centro de Diagnóstico por Imágenes (Cerema), la Clínica Ricardo Palma y alguna que otra vinculada a los funcionarios de los hospitales. Pero eso no es todo, cuando les exigimos a las clínicas que cumplan con los cronogramas establecidos en los hospitales, los encargados de las clínicas nos dicen que los hospitales no les pagan. El Rebagliati tiene un resonador que se malogra cada cierto tiempo y demora más de seis meses en ser reparado. Lo mismo pasa en el Instituto Nacional de Enfermedades Neoplásicas (INEN), en el cual una auditoría médica ha evaluado y contemplado que se necesitan 5 resonadores para atender a toda la población afectada de Lima, y solo hay uno: tan viejo que más de uno asegura que pertenece a la primera generación de resonadores, es decir, de los años noventa.

Por todo eso, le reclamamos al gerente central de EsSalud y este nos ha asegurado que está proyectada la construcción de una torre oncopediátrica en el Rebagliati y otra en el Almenara. Según sus propias palabras, para la primera torre solo falta un expediente técnico y la búsqueda de un concesionario para la construcción. Ojalá sea verdad tanta belleza”.

Cuidados inexistentes

“Los cuidados paliativos no existen en EsSalud, no hay un área de cuidados paliativos para niños, solo les dan tramadol y listo y eso no debe ser así, las mamás que sus niños pasan a cuidados paliativos tienen que ir al Hospital del Niño porque ahí sí encuentran un médico tratante donde le dicen como llevar el tratamiento como terapía de ozono o terapía para el dolor.

Los niños son el futuro del país y vamos a seguir en pie de lucha hasta que los funcionarios tengan esa humanidad, hay muchos niños que se curan y hoy en día son profesionales, no hay que dejar morir a los niños, el sistema de salud debe ser modernizado, cómo es posible que solamente se haga radioterapia en el hospital Rebagliati para todos los pacientes que son atendidos en la Red EsSalud y la referencia se demora muchos meses eso es inaudito en esa demora existe crecimiento de tumores existe metástasis existe recaídas  existe amputaciones y existe la muerte”.

Hace setenta y dos años, el General Manuel A. Odría colocó la primera piedra del Hospital Rebagliati, que unos años más tarde se convirtió en el mejor hospital público de América Latina.

Un llamado a las autoridades

Karina Pujay, representante del colectivo dice que la presidenta Dina Boluarte y la ministra de Salud deben de velar por la salud de todos los pacientes, asimismo, afirmó que no perciben que el dinero que destinó el Gobierno al Ministerio de Salud para la atención de los pacientes oncológicos esté siendo empleado adecuadamente.

«La ministra (Rosa Gutiérrez) indicó que se está transfiriendo S/ 515 millones, pero nosotros no lo vemos, queremos que nos den una rendición de cuentas. Qué está pasando con todo el presupuesto por el que luchamos para que este año no nos falte y nos falta», expresó.

«Sobre los medicamentos, Cenares no tendría que estar desabastecido y lo está. Defensoría del Pueblo, ¿qué hace? No está fiscalizando. Susalud, también, ¿cuál es el trabajo que está realizando? ¿Cuál es la sanción que reciben estas entidades que deberían brindarnos tratamientos? ¿Qué está haciendo la Contraloría? No hay ningún funcionario sancionado ni a INEN ni a EsSalud», añadió.

“La ley 31336 ayuda a salvar la vida de las personas con cáncer, sin embargo, no se ejecuta ninguna ley y eso es porque la ministra no está trabajando y los funcionarios son indolentes, la ministra y su comitiva sólo nos dicen que todo está controlado, pero es mentira, ante la escasez de fármacos para esta enfermedad “nosotros los padres estamos realizando actividades para comprar las medicinas, estamos recibiendo donaciones de organizaciones que ayudan a los pacientes, las mismas mamás piden ayuda por las redes sociales y realizan rifas, polladas y de alguna forma vemos la manera de poder ayudar para que esos niños no pierdan el tratamiento, porque con la salud no se juega con la salud no sé experimenta.

Nos hemos reunido con el Gerente General de Operaciones de EsSalud Luis Hurtado, y nos ha indicado que de forma inmediata se habilitaran consultorios médicos de oncopediatría, se va a ampliar el horario para la donación de plaquetas, la espera de resultado de sangre para los pacientes ingresados por emergencias será de menos de una hora y los resultados de los hospitalizados se darán el mismo día, también nos han indicado que las referencias se darán de manera inmediata”, finalizó.

Parece que cuando de festejos se trata Essalud no escatima en gastos porque hace unos días realizó una gran fiesta por el Día del Padre pese a que muchos niños mueren esperando fármacos adecuados para sus tratamientos, una cita o una resonancia.

Durante milenios, incluso cuando nuestros antepasados aprendieron a cultivar las plantas y a domar a las aves y a los cuadrúpedos, los cuales incrementaron notablemente la dieta de los humanos, los seres prehistóricos sacrificaban a los individuos más vulnerables en beneficio de los físicamente más fuertes. Los seres sacrificables fueron, sobre todo, los ancianos y los niños. Siglos más tarde, cuando el humanismo se extendió por el occidente cristiano, muchas comunidades comenzaron a dedicar tiempo y recursos a los cuidados de los enfermos, entre ellos a los que sufrían males desconocidos o, mejor dicho, poco conocidos, como los cánceres. Con el correr de los años y con el descubrimiento de las terapias para reducir el tamaño de las lesiones cancerosas, los grupos de ayuda a los familiares pobres de los niños con problemas oncológicos crecieron y más niños tuvieron vida de mejor calidad. Sin embargo, en nuestro país, donde los ‘malos’ tienen controlados todos los resortes del estado desde muchos años atrás, los niños con neoplasias malignas están condenados a morir muy rápido y en las peores condiciones posibles: no hay suficientes camas para hospitalizarlos, no hay medicinas para atacar sus lesiones y reducir sus dolores, y, peor que peor, los hospitales dependientes del Ministerio de Salud y de EsSalud tienen los tomógrafos y los resonadores malogrados. Es más, aprovechándose de esa situación, los directivos de esas instituciones dilapidan los fondos públicos en compras superfluas y festejos prescindibles antes que en las compras de los insumos y los equipos indispensables para combatir el cáncer infantil. ¿Habrá algún peruano bien nacido que esté dispuesto a convocar a los mejores hombres de este tiempo para postular a la Presidencia, ganarla y dedicarse desde el primer día a desinfectar el aparato público? Ojalá.

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Cada año, más de 69 000 personas son diagnosticadas con cáncer en nuestro país, una enfermedad que es posible prevenir, incluso vencer, con un diagnóstico temprano, tratamiento oportuno y adoptando un estilo de vida saludable. El cáncer de mama es el de mayor prevalencia en mujeres y el de próstata en hombres, informó la Dirección de Prevención y Control de Cáncer del Ministerio de Salud (Minsa).

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A poco de que termine el 2021, a Yuliana Cruz, una madre que mantiene su hogar haciendo trabajos de limpieza, le comunicaron que en la farmacia del Instituto Nacional de Enfermedades Neoplásicas (INEN) se había agotado una medicina indispensable para la quimioterapia de su papá, un paciente con cáncer de próstata en cuarta etapa. Tras varios días de preguntar una y otra vez, tuvo que salir con la receta a buscar el Paclitaxel fuera de la dependencia estatal. Pero no fue sencillo: Yuliana recuerda que recorrió todas las farmacias que están afuera del Hospital Loayza.

“Un señor me dijo que sí la tenían, pero que la estaban vendiendo a S/490. Le dije que me la guardara, nos fuimos a retirar el dinero y regresamos a comprar. En ese trayecto, cuando volvimos, ya no había”, cuenta. Buscando entre calles y callejones por la misma zona, finalmente dieron con el medicamento desembolsando una cifra similar. Si lo hubiesen obtenido en el INEN, no habrían tenido que pagar nada, ya que lo cubre el Seguro Integral de Salud (SIS).

El Paclitaxel es un agente antitumoral muy usado para tratar distintos tipos de cáncer en las sesiones de quimioterapia. Este proceso consiste en administrar a un paciente varios fármacos según el tipo de cáncer, el estadio de la enfermedad y las condiciones del paciente. Luego de aproximadamente 20 días, se hace un control y se programa la siguiente jornada. Las dosis son diferentes para cada persona y, en este caso, el padre de Yuliana requería 300 mililitros solo para la siguiente sesión.

Esta semana el hombre pudo hacerse su cuarta quimioterapia, pero aún le quedan seis más. Y al desabastecimiento, como hemos visto, se suman los elevados precios. Como la familia no tiene muchos recursos, una de las personas para las que trabaja Yuliana organizó una colecta en redes sociales y el dinero lo recibió a través de Yape.

“Como salgo a trabajar haciendo limpieza, no he podido agradecerles a todas las personas que me depositaron», dice. 

Por las mismas fechas, una joven -a quien llamaremos Diana- también estuvo preguntando una y otra vez al teléfono de la farmacia del INEN si ya había llegado el Paclitaxel que requiere para la sexta de las ocho quimioterapias que necesita. Ella pasa por un tratamiento de cáncer de mama de grado tres que le detectaron en julio pasado. “Si espero mucho tiempo, incluso la última quimio que me hice podría ser inútil”, comenta.

Ante el temor de que la enfermedad recrudezca, buscó la medicina en farmacias y clínicas. La consiguió y logró que le hagan la quimio. Recuerda que gastó alrededor de S/400. Ahora solo le preocupa que en su siguiente consulta le digan que el esfuerzo valió la pena.

La demora en conseguir estos medicamentos puede tener consecuencias fatales. “La leucemia y los linfomas son neoplasias que de un día para otro pueden duplicar el tamaño tumoral. Entonces, si el tratamiento no se da de manera oportuna, esto puede significar que un paciente fallezca”, explica el oncólogo Diego Venegas, exviceministro de Prestaciones y Aseguramiento en Salud.

El doctor Víctor Palacios, jefe de la Dirección de Prevención y Control de Cáncer del Minsa, reconoce que hay un desabastecimiento de medicamentos para el tratamiento de cáncer. Explica que esto se debe a que los proveedores que debían entregar estos productos rescindieron sus contratos [el año pasado], alegando problemas logísticos, mayores costos de importación por la pandemia y dificultades en las plantas matrices.

“Nos hemos reunido ya con el INEN y el 14 de enero tenemos otra reunión para ver el abastecimiento continuo de los pacientes de los servicios oncológicos del Minsa. Estamos viendo proveedores internacionales que nos puedan abastecer. Vamos a lucharla semana por semana. El INEN no es el único al que tienen que ir los medicamentos oncológicos, también tenemos los hospitales en regiones. Es un tema de proveedores que nos han puesto en una situación bien delicada”, apunta.

Palacios agrega que hay contratos en marcha, pero que el espacio entre el ingreso de los productos farmacéuticos solicitados -desde que se compran hasta que llegan- lo van a seguir cubriendo con adquisiciones más pequeñas.

Mientras tanto, los pacientes tendrán que resistir. Algo similar ocurre en el seguro social. “En el Hospital Rebagliatti indican que hace dos meses están desabastecidos y están en proceso de solicitud de cotizaciones recién a proveedores. No me dan una fecha de solución de este problema, mientras mi madre que tiene un cáncer al seno debe suspender su tratamiento”, cuenta María Gabriela Navarro, que lleva días preguntando por Docetaxel, otro fármaco muy común para las quimioterapias, a través de todos los canales de atención de EsSalud.

Y luego añade indignada: “Es el colmo que ante un caso de este tipo sea el paciente quien deba estar detrás de conocer si hay o no un medicamento. Gracias a Dios mi madre nos tiene a nosotros, pero imagínese a aquellos pacientes que están solos o no cuentan con los medios o conocimientos para hacer tal labor”.

En los últimos días de diciembre, los pacientes empezaron a difundir los casos a través de redes sociales

BUROCRACIA MÉDICA

En comunicación con Sudaca, el INEN señala que la adquisición de medicamentos es financiada, en parte, con recursos que transfiere el Seguro Integral de Salud (SIS) y que otros son abastecidos directamente por el Centro Nacional de Abastecimiento de Recursos Estratégicos en Salud (Cenares). 

El doctor Venegas precisa que, en el Perú, el principal mecanismo de adquisición de medicamentos en el Minsa es la ‘compra nacional’, el cual no incluye el abastecimiento a hospitales de EsSalud y de las Fuerzas Armadas. Esto se hace a través de un petitorio y listas complementarias de medicamentos oncológicos. Y se tramita a través de Cenares. Todo este proceso está dentro del programa nacional de control y prevención del cáncer.

En caso de que alguien quiera reemplazar los medicamentos del petitorio o de la lista, el proceso se vuelve más tedioso. “Los medicamentos que no están en el petitorio o en el listado tienen que pasar por un proceso de evaluación. Para eso, existía un reglamento que establecía comités fármaco-terapéuticos en cada uno de los establecimientos, los cuales evaluaban los pedidos de los médicos para aprobar un medicamento. Una vez que este comité daba su veredicto, se pasaba al SIS para dar el financiamiento y gestionar la adquisición”, explica Venegas.

Como en los próximos días debería aprobarse el reglamento de la Ley N°31336 (la Ley Nacional del Cáncer, promulgada el año pasado), Venegas considera oportuno que se revisen todos los procedimientos y que se apunte a simplificar la adquisición de medicamentos y a descentralizar la atención oncológica.

La nueva ley faculta al Minsa a usar mecanismos diferenciados de compra para las enfermedades oncológicas. También se ha declarado de interés nacional la compra centralizada a través de Cenares, esta vez sí incluyendo a EsSalud y las FFAA.

Además de cubrir de forma gratuita todos los tipos de cáncer -y no solo los siete que vienen siendo cubiertos por el SIS-, la nueva ley también exigirá que se atienda a todo paciente oncológico sin seguro, que se realice una renovación tecnológica del equipamiento biomédico, que se mejore la infraestructura hospitalaria y que se tenga personal médico especializado en todas las regiones del país. Actualmente, fuera de Lima, la atención está centralizada en tres Institutos Regionales de Enfermedades Neoplásicas (IREN): La Libertad, Arequipa y Junín.

Pero el tema del presupuesto es algo que les preocupa a los pacientes. Karla Ruiz de Castilla, directora de la asociación de pacientes ‘Esperantra’, comenta que la nueva ley en sí es muy buena y ha recogido varias experiencias de distintos países, pero necesita que se le acompañe con un presupuesto multianual o algún otro mecanismo de financiamiento que garantice su implementación.

“Creo que es una magnífica ley, tiene oportunidades de mejora por supuesto. Pero sin dinero, sin presupuesto, estamos en nada. Será letra muerta como pasó con las enfermedades raras, cuyo reglamento se publicó hace dos años y los pacientes aún no se pueden atender porque no se ha definido el umbral de alto costo”, anota Ruiz de Castilla. Se refiere al tope del presupuesto para la adquisición de medicinas, que en el caso de cáncer y las enfermedades raras debería ser mayor debido al elevado costo de los fármacos.

Y ahí el problema. Al menos para este año, en el que se supone empezará a funcionar la nueva ley, los recursos del programa de Prevención y Control de Cáncer se redujeron en 12,4%, pasando de casi S/526 millones a poco más de S/461 millones. Esto incluye las partidas del gobierno nacional, y las de los gobiernos regionales y locales. Un sinsentido: se busca ampliar la cobertura pero se reduce el dinero. 

Desde el Ministerio de Economía y Finanzas (MEF) argumentan que parte de los recursos están programados en otra categoría de gasto, por lo que “la disminución corresponde a un ordenamiento del gasto, más no al desfinanciamiento de dicha finalidad”. Lo mismo adujeron sobre el recorte presupuestal de los programas para el VIH para una reciente nota de Sudaca. Sin embargo, también indican que durante el año, a través del SIS, tendrán que transferir recursos adicionales a las unidades ejecutoras para acciones de prevención y control de cáncer.

Víctor Palacios, director ejecutivo de Prevención y Control de Cáncer de la Dirección General de Intervenciones Estratégicas en Salud Pública, tiene otra explicación. Dice que la reducción de estos recursos se debe a varios factores, pero el principal está relacionado a la adquisición de productos farmacéuticos.

“Inicialmente, se hizo una estimación en el año 2021 incorporando 13 productos farmacéuticos. Eran cerca de S/30 millones, lo que se estimaba que nos costarían estos 13 productos, muchos de ellos de alto costo. Sin embargo, para 2022, varios de estos no se consideraron, dado que de los 13 solamente tres tienen una autorización de uso por parte de Digemid. Por eso cae el presupuesto”, señala.

Agrega que algunos establecimientos de salud no habían programado tantos tamizajes (método de detección del cáncer) este año porque estaban a la espera de la evolución de la pandemia para planificar esas atenciones. A esto se suma que la partida del INEN también de redujo.

Dado que este año entrará en vigor la mencionada nueva Ley Nacional de Cáncer, y que el reglamento ya está completo y en proceso de aprobación, el doctor Palacios asegura que desde el Minsa tendrán que apuntar a que el presupuesto se amplíe considerablemente, a S/1.500 millones. Un reto, dada la reducción planteada para este año. La pelota estará, nuevamente, en la cancha del MEF.

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