sociedad

Debemos entonces seguir muy atentos y alertas a los errores de los políticos y exigir legalmente y proporcionalmente las correcciones necesarias y no caer en un pesimismo exagerado.

Debemos también, la sociedad civil, ser más responsables y procurar ser más  activos en la generación de soluciones. Por ejemplo, las quejas con los nombramientos de los ministros y los principales cargos en la burocracia estatal son casi unánimes y justificadas, sin embargo la sociedad civil no ha sido capaz de proponer alternativas.

¿No puede el sector salud, a través de sus organizaciones civiles como los decanos de las universidades del sector junto con los representantes de gremios de médicos y enfermeras proponer una terna para el ministerio de salud? ¿No puede el sector educación o el sector economía hacer lo mismo?

Evidentemente esa es una prerrogativa y obligación del Presidente de la República, pero si este es incapaz de encontrar los candidatos adecuados, y son incapaces también de hacerlo los partidos políticos representados en el Congreso, la sociedad civil debiera organizarse y proponer mejores alternativas.

Es de esta manera, ordenada, legal e institucional que debemos superar nuestros conflictos. Así corregiremos a tiempo el problema de crecimiento que tenemos enfrente.

Apreciemos más lo que hemos logrado en tantos años de sacrificio y actuemos de manera responsable siguiendo el buen ejemplo de otros.

 

 

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Gobierno, Rusia, sociedad

20 años después, nuestras calles están llenas de delincuentes, se ha triplicado la producción de coca vinculada al narcotráfico, mueren asesinadas trabajadoras sexuales migrantes y nuevamente se puede ser profesor universitario sin necesidad de estudios de posgrado. Somos el único país que dejó dos años sin estudios a sus estudiantes. Profesionales de la informalidad, hemos conseguido que el mando de los presidentes dure sólo un año y que el periodismo lo justifique.

Nos esperan momentos duros si es que queremos detener esta vorágine. Y sí se necesita una nueva constitución que enfrente este problema, está en nuestras narices: si queremos continuar convirtiéndonos en un país de sálvese quien pueda, o empezar a reconstruirnos democráticamente en pro de un futuro que asegure nuestras vidas.

 

Lima, 9 de marzo de 2022

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Fujimorismo, Gobierno, sociedad

La pregunta que nos hacemos entonces es: ¿Por qué no se abre un marco legal para que estos hermanos peruanos no sigan siendo considerados ciudadanos de segunda clase, y puedan ejercer plenamente el derecho sobre su propiedad? Esto permitiría que nuestros comuneros campesinos y nativos puedan salir adelante gracias a ese titulo de propiedad. Y no solamente eso. En vez de solo producir para el autoconsumo, podrían acceder a créditos, a apoyo técnico, a mejores tecnologías y así asociarse para convertirse en verdaderos empresarios agropecuarios (tanto para el consumo interno o la exportación) e, inclusive, ¡en propietarios de empresas mineras, al poder vender o alquilar sus tierras y así adquirir acciones de una empresa minera! como sucede, por ejemplo en Estados Unidos, con las comunidades de indios americanos que son propietarios de grandes casinos e inclusive accionistas de empresas petroleras.

Al convertirse en accionistas de la empresa minera o petrolera, los comuneros serían los primeros interesados en que los proyectos mineros o energéticos -social y ambientalmente sostenibles- salgan adelante, trayendo bienestar y prosperidad a su comunidad y al país.

Dejamos el tema aquí, para soñar con ese país de empresarios, de propietarios, que encarnará el capitalismo popular y construirá ese país de progreso y libertad.

 

Muchas gracias. Nos vemos el próximo miércoles.

 

 

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Gobierno, sociedad

Si queremos que el Perú deje de ser una sociedad tan conservadora en temas como el respeto a los derechos sexuales y reproductivos (aborto, por ejemplo), despenalización de las drogas, matrimonio gay, equidad de género, debemos construir una sociedad capitalista liberal, el mejor poder disolvente del statu quo mercantilista, autoritario y conservador que nos rige.

Capitalismo es libertad y contestación. Está en su código genético revolucionarse desde dentro, si los Estados no lo coactan y le permiten explosionar sin ataduras, como no sean -las únicas aceptables- las que precisamente eviten que se distorsione su espíritu competitivo e igualitario de origen.

La del estribo: vale la pena visitar la experiencia “Beyond Van Gogh, The Inmersive Experience”, que se exhibe en la Videna. Ilustrativa, llamativa, propiciadora de interés por el genial artista, siempre es bienvenida cualquier brizna de globalización cultural en una ciudad al respecto tan provinciana como Lima. Entradas en Teleticket.

 

 

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capitalismo, Liberalismo, sociedad

Por eso, ellas, que llevan la carga más pesada de sus hogares, muchas veces sin una pareja que las apoye, sino haciendo malabares para llegar al final del día siquiera con un pan en la boca de sus hijos; ellas, las mujeres indígenas, mestizas, afrodescendientes, todas a las que eufemísticamente se llama «mujeres del pueblo»; ellas, las peruanas que peor la pasan, porque encima a veces tienen que soportar a un hombre que las maltrata; ellas, pues, las mujeres por las que sí tiene sentido conmemorar el 8 de marzo, merecen nuestro máximo respeto.

Por eso celebro el Día Internacional de las Mujeres, pero de las mujeres trabajadoras, no de las otras. Porque la lucha nunca debe ser solamente entre los géneros, sino sobre todo contra la discriminación de clase, raza y etnia. Y contra lo más despiadado del neoliberalismo, que deshumaniza a todas las personas, hombres y mujeres por igual.

Hay, hermanas, muchísimo que hacer.

 

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feminismo, sociedad

Afortunadamente, el P. Teullet no se dejó doblegar. Casi tres años después vuelve a la carga, esta vez con todo lo que había averiguado sobre Figari, y el 10 de mayo de 2012 le comunica a Baertl lo siguiente sobre el caso en cuestión:

«Para algunos, las autoridades no lo han abordado como se debe para que explique las cosas malas que hizo. Creo que de allí parte todo. Entonces creo que lo que debo pedir antes que nada (pues lo demás se dará por su propio peso) es una investigación formal y oficial de LFF [Luis Fernando Figari] en materia sexual, de actos ilegales, y de maltrato y abuso. Para todo ello hay ejemplos y hermanos que están dispuestos a firmar. Creo por lo menos, eso veo, ir a la verdad para bien de todos: de la verdad, de la Iglesia y el SCV [Sodalitium Christianae Vitae]».

Baertl le responde el mismo día, replicando que mida «bien esto de “muchos hermanos”… ¿¿¿cuántos son muchos??? ¿¿¿qué significa disgustados???» Asimismo, le indica al respecto:

“Estas denuncias formales lo único que hacen es enrarecer el ambiente… no es así como creo que se sanan las heridas, sino con más caridad y reconciliando con cariño a todos… eso de que la verdad sana y nos hace libres es verdad, pero hay que discernir, pues también la verdad dicha en un mal momento o en tal o cual circunstancia puede hacer mucho daño y tú lo sabes bien. […] Lo de Erwin yo estoy seguro de que no estará en el próximo consejo (si está en éste, ya te dije que yo soy el culpable, pues fui yo el que lo sugerí). Así que la investigación hará explícito lo que ya se sabe: que trató mal a tal o cual, que dividió, que chuponeó y ya… nada nuevo…”

Esto explicaría por qué las autoridades del Sodalicio nunca presentaron ninguna denuncia canónica contra Luis Fernando Figari ni contra ninguno de los abusadores que formaron o forman parte de la institución. Eso explicaría también por qué cuando comencé a publicar mis textos de denuncia del Sodalicio en noviembre de 2012 a través de mi blog Las Líneas Torcidas, me enviaron a una persona que trató de convencernos a mí y a mi mujer de que yo sufría de una forma de autismo —el síndrome de Asperger—, por lo cual poseía una inteligencia social disminuida y no era consciente del daño que hacía a muchas personas con mis escritos.

Eso explicaría también por qué los Informes sobre Abusos y Respuesta en el Sodalicio de Vida Cristiana (febrero de 2017) de los tres expertos internacionales (Ian Elliott, Kathleen McChesney y Monica Applewhite) buscaron lavarle la cara a los principales responsables de encubrimiento, afirmando que respecto a la conducta abusiva de Figari «sólo un pequeño número de sodálites, por ejemplo, Doig, Regal, el P. Jaime Baertl, y algunos de los secretarios más cercanos a Figari, se sintieron empoderados para confrontarlo sobre su conducta». Y eso tal vez explique por qué el actual Superior General del Sodalicio, el colombiano José David Correa, quien nunca ha salido públicamente a dar la cara como representante de la institución y tampoco ha accedido a dialogar con ninguna de las víctimas, parece una marioneta donde son otros los que jalan los hilos. Entre ellos probablemente el P. Jaime Baertl, quien sería actualmente el poder en la sombra, el titiritero en ese grand guignol de ilusiones que es el Sodalicio.

 

 

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sociedad, Sodalicio

En la última audiencia el juez del 4º Juzgado de Investigación Preparatoria del Callao, ha determinado que los imputados Andrea Aguirre, Kevin Villanueva, Yolanda Castillo y Bryan Villanueva pasen a la etapa de juzgamiento. La defensa de Solsiret, a cargo del CMP Flora Tristán, impulsa que el crimen sea juzgado como un feminicidio, exigiendo que las autoridades hagan una interpretación amplia del tipo penal, lo que no solo contribuiría a qué realmente se acceda a la justicia, sino además a sentar un precedente importante en materia de feminicidio, crimen que puede ser cometido tanto por varones como por mujeres en un contexto de violencia de género.

La madre y el padre de Sol esperan justicia; pero a la vez, se han convertido en activistas y defensores por los derechos de las mujeres, en medio de su dolor buscan que lo que le pasó a su hija no le pase a más mujeres: «Que no hayan más Sol», es lo que su madre constantemente señala, con una fuerza y entereza digna de admiración. No puedo negar que se me encoge el alma al pensar en su indescriptible sufrimiento.

Dicen que la justicia que tarda no es justicia, pero aun así hay que insistir en que esta llegué y por fin se supere la impunidad, aplicando la máxima sanción a los criminales, garantizando la reparación para sus familiares y exigiendo que el Estado aplique medidas concretas para que estos casos no vuelvan a repetirse.

Las desaparecidas importan y sus familiares también.

Con la colaboración de Cecibel Jiménez

 

 

[1] Corte IDH, Caso González y otras (“Campo Algodonero”) Vs. México, 2009, párr. 258.

[2]  Este es un formato emitido por la Policía Nacional del Perú posterior a la presentación de la denuncia por desaparición de una persona en situación de vulnerabilidad que contiene información de la denuncia y fotografía de la persona desaparecida y es difundida, entre otros medios, a través del Portal de Personas Desaparecidas. (D.L. Nº1428, “Decreto Legislativo que desarrolla medidas para la atención de casos de desaparición de personas en situación de vulnerabilidad”).

 

 

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Feminicidio, feminismo, sociedad

Toqué la puerta cinco minutos antes de la hora, Hernando me había citado a las cuatro de la tarde y yo quise ser puntual. No quería darle al famoso gurú de la economía un motivo extra para hablar de su educación europea y de cómo sus años en Suiza lo hacían un tipo realmente excepcional y admirable, mucho más que cualquiera que yo pudiera conocer.  Me abrió la puerta una empleada vestida con un uniforme impecable, de estilo francés y quien sin mirarme a los ojos me dijo que la siguiera, y que don Hernando me esperaba en su oficina.

  • Sr Ferraro, right on time! Parece usted educado en Europa como yo. ¿Quiere un trago?
  • No gracias
  • Madeleine está por llegar, a ella la cité unos minutos más tarde, pensé que sería mejor que nosotros conversemos un ratito antes, to be on the same page, usted sabe, para discutir algunas cositas between us gentlemen, sin tanta histeria.
  • Suena bien, pero aun no me queda claro para que dos personas tan renombradas como usted y Madeleine quisieran conversar conmigo.

Hernando tocó una campanilla de plata que tenía sobre la mesa. Segundos después entró al despacho otra de las empleadas con traje francés. Hernando golpeó con sus uñas el vaso de vidrio que estaba vacío encima de su mesa y se quedó en silencio mientras ella lo llenaba de agua con una jarra del bar que se encontraba a un par de metros del escritorio.

  • Es muy simple estimado Jaime, el país, nuestro país está en peligro.
  • ¿Con lo del comunismo y eso?
  • Bueno sí, en parte, lo del comunismo es malo, pero no me refiero específicamente a eso.
  • ¿A qué se refiere con esa parte? Hasta donde yo tengo entendido, el comunismo es malo siempre.
  • Me refiero a que el comunismo es malo porque ha traído mucho atraso y pobreza en todos los lugares donde se ha intentado, pero también debemos admitir que en ningún lugar ha habido verdadero comunismo, bien implementado.
  • Ese es un argumento de izquierda don Hernando.
  • No es de izquierda, es mío
  • ¿Usted cree que hay una manera de instaurar un verdadero régimen comunista que funcione?
  • Si, yo estoy seguro de que podría, no creo que sería fácil, pero creo que yo si podría manejar un régimen comunista sostenible, si quisiera, y le cambiaría el nombre, porque eso de comunismo es como muy corriente, tendría que ser especialismo o algo así especial…. Where was I?
  • Me estaba diciendo que me ha llamado porque nuestro país está en peligro, por lo del comunismo, pero no tanto, sino más por otras cosas, que usted si podría manejar un régimen comunista si quisiera y de manera especial.
  • Exacto Sr. Ferraro, 

En ese momento la conversación fue interrumpida por tres golpes sutiles en la puerta.

  • ¡Come in! – Dijo Hernando, la puerta se abrió.
  • Ya llegó la señora Madeleine – Dijo la empleada mientras entraba a la habitación sosteniendo una bandeja de plata sobre la cual descansaba un iPad Pro último modelo en cuya pantalla se podía ver a Madeleine a través de una videollamada.
  • Maddie! So glad you could join us! – Exclamó Hernando
  • Wouldn’t miss it for the world Ernie! Hola James!
  • Hola…
  • Bueno, ¿Shall we begin?.
  • Go ahead Maddie, Norka, sube el volumen por favor – La sirvienta subió dos puntos el volumen del iPad y Madeleine empezó.
  • James, los he citado porque cómo usted habrá notado la política se ha salido un tanto de control y eso está teniendo terribles consecuencias en lo social. Muchos de mis familiares y amigos , como supongo que muchos de los suyos, están realmente preocupados, la clase dirigente de este país está asustada, los valores clásicos de pituquismo están siendo difamados y ese status social que durante tanto tiempo ha sido fuente de orgullo, ejemplo e inspiración para los peruanos, hoy para muchos es objeto de criticas y ataques. Hay gente que teme salir a las calles exhibiendo su cabellera rubia ¿No lo has notado?.
  • He notado que hay una enorme polarización, eso es definitivamente un problema
  • Eso es verdad, – Continuó Madeleine – la polarización está aumentando muchísimo, pero yo la veo más como una solución, cinco de mis amigos me han comentado que van a ponerle vidrios polarizados a sus autos, y entiendo que es por motivos de seguridad, pero también intuyo que ese orgullo de ser pituco, de inspirar al resto, pues no se va a exhibir con la misma fuerza. La gente mirará esos autos y no sabrá quien los maneja, ya no sabrán si quién va en ese auto es un empresario acaudalado que pueda dar ilusión a quienes lo vean, o un narcotraficante tal por cual.
  • Terrible realmente… – Respondí – pero ¿Qué podemos hacer?
  • Pues por eso los he citado. Creo que Ernie y yo somos figuras muy representativas del pituquismo, somos un faro solitario, listos para guiar a nuestra clases medias aspiracionales a través del océano de su pobreza. Hoy se necesita unidad más que nunca, hoy debemos dejar de lado las divisiones y unirnos todos, sin importar nuestras diferencias. No importa si eres un pituco clásico de San Isidro, del malecón de Miraflores, del malecón de Barranco o si vives en una mansión de la Planicie. Hoy debemos estar todos unidos, debemos dejar de lado la división para defendernos del resto del país.
  • ¿Y yo cómo puedo ayudarlos?
  • Madeleine y yo hemos decidido que necesitamos alguien con llegada a los jóvenes, y si bien yo tengo muchísima, es más, me atrevería a decir que si no fuera por mi edad, yo mismo sería la mayor joven promesa de este país, pero hay quienes no entienden la relatividad del tiempo, así que hemos decidido convocarlo a usted. 
  • Pero don Hernando, yo no soy joven, tengo casi cuarenta años.
  • Eso no importa, si te digo que tengo más de ochenta e igual soy más joven que tú.
  • ok…
  • Y además hemos visto que eres muy popular en Instagram and Tiktok, y que das muy buenos mensajes inspiradores para los jóvenes pitucos, eso es justo lo que necesitamos, tú nos ayudarás a encontrar el camino hacia un pituquismo fuerte, unido.
  • No lo sé Don Hernando, no lo veo muy claro.
  • Por supuesto que por esto te pagaríamos una suma de acorde a tu reputación.
  • Encantado, para servirles entonces, pero ¿Cómo haremos? ¿Tiene ya una estrategia clara?
  •  Maddie tiene una idea regia
  • Si te fijas James, la gente que nos envidia y nos resiente suele ser gente que no nos conoce de cerca, que nunca han podido ver con sus propios ojos la cantidad de virtudes que tiene la gente bien, y por eso luego no saben como imitarnos y se comportan como animalitos. Pero hay gente que podría ser resentida pero no lo es, y no lo es porque nos conoce de cerca, porque trabaja con nosotros.
  • ¿Se refiere al servicio doméstico?
  • Si, pero yo prefiero no llamarles así, porque en realidad son casi como familia, yo prefiero llamarles mi familia doméstica. 
  • Yo también tengo familia doméstica, tengo varias, una en cada una de mis casas, i love them all just the same. 
  • Déjame terminar de explicarle a James su misión Ernie… La idea James es hacer un video para tus redes en el cual las chicas de mi familia doméstica te reciben en mi nueva casa y te muestran todas sus habitaciones mientras cuentan lo buena que soy con ellas.
  • ¿Y qué buscan conseguir con eso?
  • Que los pitucos jóvenes entiendan que uno puede aspirar a tener cosas lindas al mismo tiempo que se preocupa de ayudar a los pobres, como hago yo, porque no quiero que se confundan y sus buenas intenciones los terminen llevando al caviarismo. Incluso en alguna parte del video podría aparecer yo muy rapidamente, a manera de cameo, sin hablar mucho, para mantenerme a la vista, yet still unreachable.

Debo admitir que al comienzo la oferta me dejó un poco abrumado, no sabía si realmente merecía la enorme oportunidad que estos dos gigantes del pituquismo me estaban dando, así que decidí escuchar a mi corazón, y en el fondo de este, un sentimiento muy puro se asomó y pude oir como claramente me decía : “Cóbrales un culo de plata cojudo”. Y Decidí aceptar

  • Me gusta la idea, igual dependerá del presupuesto que me guste más, pero estoy dispuesto a ayudarlos, creo que hay varias formas de hacerlo, pero lo importante es mostrarle a la gente que existe un mundo mejor, el mundo de los pitucos, y si bien ellos no pueden vivir en el, pues pueden aspirar a hacerlo y esa motivación los podría llevar muy lejos. Let’s do it!.

To be continued

 

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Así, en plural. Me refiero a la vuelta a la oficina, a la vuelta a los salones de clase, a esa tan mentada nueva normalidad, cuando la pandemia amaina y parece enfilarse hacia la endemia.

Se supone que todos estamos saltando en un pie: madres y padres hartos de actuar varios guiones distintos en el mismo escenario, por fin exonerados de ser asistentes de aula impagos. Los chicos eximidos de esa cercanía sofocante —he escuchado a varios que juran “la siguiente epidemia no me agarra ni de a vainas en la casa de mis viejos”— que puso entre paréntesis las promesas de independencia y autonomía.

Pero no…, por lo menos no así de sencillo, ni unánime.

Acompañé a pacientes de todas las edades en los varios matices del encierro y las múltiples tonalidades del miedo. Ahora voy siguiendo los sentimientos encontrados camino a los espacios pre covídicos, no solo de individuos, sino también de grupos de ejecutivos que trabajan en organizaciones de todo tipo y en varios países.

Los hay claustrofóbicos y otros claustrofílicos, los hay que se sienten cómodos con colegas bidimensionales y otros que añoran la carne y el hueso de los pasillos. Pero si los mandamases en los directorios y quienes dirigen los departamentos de recursos humanos creen que se va a imponer una talla única, se equivocan groseramente.

Muchos la tienen clara: el contacto importa, pero la reunionitis compulsiva es una pérdida de tiempo y energías. Nada justifica desplazamientos que en algunas ciudades se miden en horas. La identidad organizacional no depende de una sede central llena de rituales y señales que tienen que ver más con jerarquía y control que con innovación y productividad. Se puede trabajar desde cualquier lugar, por lo menos parte del tiempo.

Todos saben que lo que se extraña de las empresas y colegios —encuentros casuales, intercambio de información interpersonal, vale decir, chismes y recreos de todo tipo— es justamente lo que estará fuera de límites y que el resto es, más o menos, lo que se hacía en casa o cualquier otro lugar, solo que… con mascarilla.

Pero, sobre todo, un número apreciable de quienes estudian y trabajan, han comenzado a redefinir lo que significan esas dos actividades y su contribución a la identidad de las personas y están llegando a la conclusión de que por lo menos algunos protocolos educacionales y profesionales no son más que estupideces consagradas por la tradición y la autoridad.

Ya se dieron cuenta.

Los más creativos y capaces ofrecerán sus talentos a organizaciones —públicas y privadas, con y sin fines de lucro— que acepten lo anterior y ofrezcan flexibilidad, así como reconocimiento a maneras distintas de hacer las cosas; que combinen lo presencial con lo remoto, la circulación de personas e ideas por espacios diversos sin que dejen, por ello, de pertenecer a culturas institucionales vigorosas.

El COVID-19 causa una enfermedad, SARS-CoV-2, que se volvió pandemia. Habíamos olvidado que las pestes nos han acompañado desde que se nos ocurrió erigir la torre de Babel, mítico emprendimiento bíblico, símbolo de nuestra soberbia.

Hemos podido más que nuestros ancestros cuando sufrieron los embates de las plagas ateniense, antonina, justiniana, la muerte negra, la gripe rusa y la española, para solo mencionar algunas. Con celeridad extraordinaria desarrollamos vacunas eficaces y las venimos aplicando a pesar de las dificultades —que han terminado siendo más ideológicas, basadas en ideas, que logísticas—, así como estrategias comportamentales individuales y colectivas que limitan los contagios.

Sin embargo, no hay bala de plata: todos los países, no importa el sistema político que los gobierna ni los perfiles culturales que los definen, han pasado por cimas y simas en sus indicadores pandémicos.

Independientemente de lo anterior, el estado de ánimo colectivo —que ya venía groggy desde 2008— ha cambiado para peor. Sin entender los nuevos sentidos del trabajo, lo que esperamos de la vida, lo que define a los individuos, la identidad colectiva, el significado de salud y enfermedad, el balance entre protección y libertad, la palabra regreso es una cáscara vacía.

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Covid-19, sociedad
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