El problema para todos es que, como ya lo hemos advertido, por debajo de las categorías de derecha e izquierda, anida subterráneamente en el país un ánimo antiestablishment que desborda cualquier distinción ideológica y que podría volver a manifestarse con fuerza, dado el panorama desalentador que se aprecia en el espectro del statu quo político y dado el colapso del Estado y la crisis económica que este gobierno perpetra, y que va a llevar a la gente a votar el 2026 con mayor irritación que el 2021.
El campo de la economía familiar, que enfatiza las interacciones de diferentes individuos dentro de una familia, ha demostrado que tampoco es necesario irse a los extremos, y que mínimas diferencias de género pueden ocasionar grandes diferencias en los resultados entre hombres y mujeres. Por ejemplo, la alta concentración de hombres en trabajos de mayor riesgo podría explicarse como resultado de la toma de decisiones familiares. Al igual que en la elección de un portafolio financiero, una familia podría querer tener una inversión riesgosa y rentable cubierta por una que esté relativamente libre de riesgos. Entonces, incluso diferencias de género mínimas en la aversión al riesgo llevarían a los hombres a trabajar consistentemente en trabajos más riesgosos, como el ejército y la minería. Las políticas familiares y laborales en el Perú mejorarían su efectividad en el campo socioeconómico si estas abarcaran los desafíos de la heterogeneidad y diversidad psicológica, dentro de, y entre ambos géneros.
“En el Perú tenemos la mala costumbre de apropiarnos de elementos identitarios de marcas ajenas y nos parece absolutamente natural. Pero esto obvia que la razón por la que se hace es porque alguien ya se tomó el trabajo de construir esa marca. Si no, no tendríamos ningún objetivo para robárnosla”, dice Carlos Zuñiga, presidente de la asociación Elegir.
“Uno se apropia de la marca porque la gente asocia cierto tipo de valores y criterios. Ese es el razonamiento detrás del robo. El único objetivo es el de confundir al consumidor final, porque estás tratando de transferir esta identidad de marca a una cosa nueva que no la tiene. Y sin pagar nada por beneficiarse de eso. Al final, lo más gracioso de todo es que esto también es plagio, están plagiando a una marca”, agrega el especialista en defensa del consumidor.
Hoy el colegio ha adoptado un nuevo nombre, aunque mantiene el espíritu anglosajón: UCV College. Así nos lo confirmaron cuando llamamos a pedir una entrevista con su directora, quien no aceptó la solicitud. En el área de comunicaciones de la universidad tampoco quisieron atendernos.
Recientemente, un grupo de padres y madres de familia protestó en el frontis de la institución para que las clases vuelvan a ser por las mañanas y no por las tardes, como viene siendo desde inicios de año. Señalaban que sus hijos se exponían a la delincuencia de la zona. Tras presentar su reclamo ante las autoridades del centro educativo, “estas les recomendaron cambiar de colegio a sus hijos si no están de acuerdo con el cambio de horario”, señala una nota del diario La Hora, de Piura.
Fiel a su nulo respeto por la libertad de expresión, el colegio de la UCV les recordó a los tutores de los alumnos que, según su reglamento, tienen prohibido “hacer comentarios a través de diferentes medios que generen divisiones, afecten el prestigio y la buena imagen de la comunidad educativa”. Así se lee en un comunicado dirigido a ellos. La empresa Universidad César Vallejo SAC figura en el puesto cinco de las casas de estudio más sancionadas por el Indecopi.
Protesta de los padres de familia contra la UCV College. Recibieron una bravuconada como respuesta.
Sudaca también pudo acceder el récord de denuncias contra Luis Girón, quien ahora reclama la titularidad del terreno de la señora Reusche. Él está imputado en un caso que sigue la Fiscalía bajo los delitos de estafa, lavado de activos y fraude en la administración de personas jurídicas. Lo más llamativo de este caso, que aún se encuentra en etapa preliminar, es su coinvestigado: Max Leigh García, un empresario de Piura dedicado al rubro inmobiliario, quien ha sido vinculado a un mediático caso de presunto tráfico de terrenos en la región.
Max Leigh, empresario que comparte proceso penal con Luis Girón (foto: Facebook)»
Leigh fue uno de los beneficiados de una venta de más de 200 hectáreas por parte de un proyecto del Gobierno Regional de Piura. Según una nota del diario Correo, una ciudadana denunció haber sido despojada del terreno donde habitaba años atrás por parte de los funcionarios de este proyecto. Ellos le solicitaban que abandone el terreno, pues habían vendido “14 hectáreas del predio al ciudadano Max Leigh García.”
Actualmente, Leigh García es gerente general de Urbana Constructora Inmobiliaria y Constructora Inmobiliaria Sausalito, según información de SUNAT. También ocupó el mismo cargo en Global Constructora Inmobiliaria, una empresa que fue dada de baja en 2017. Según su página de Facebook, Girón reconoce haber trabajado un tiempo con Leigh, siendo administrador y contador de la primera empresa mencionada.
Intentamos comunicarnos con Girón y Leigh, les escribimos a sus redes sociales y llamamos a los teléfonos de sus respectivas empresas, pero no obtuvimos respuesta. Sólo contestó el celular una de las compañías donde Girón asegura ser gerente, pero el interlocutor aseguró no conocerlo. La jueza Ingrid Díaz, por su parte, tampoco respondió el correo en el que le solicitamos sus descargos.
Las civilizaciones siempre han tenido un marco ético y moral para establecer las reglas en que las relaciones humanas se desarrollan y que han evolucionado a través de la historia. Los diez mandamientos de la Iglesia Católica y las reglas de conducta precolombinas que sancionaban la mentira, el robo y la envidia, que forman parte de nuestro legado histórico y cultural, son en el Perú contemporáneo violados día a día. Los Códigos Civil y Penal han pasado a ser letra muerta, con autoridades que en lugar de hacer cumplir la Ley delinquen frente a nuestros ojos.
No es momento de quedarse callado. No podemos mirar al techo frente a esta escalada de mediocridad, trampa y mentira. Es momento de gritar nuestra indignación y vergüenza, a voz en cuello, sin medias tintas. Tenemos el deber de enfrentar al estiércol de la ineptitud y la amoralidad. No podemos ser tibios ni menos quedarnos callados. El silencio es cómplice y hay una vergüenza mayor: la vergüenza de tu silencio.
Según las cifras oficiales, en el Perú se generan 21 mil toneladas de residuos diariamente (equivalente a 3 estadios nacionales llenos). Esto equivale a 0.8 kilogramos de generación de residuos por persona al día. ¡Esto es casi 300 kilos por persona al año! Una cifra bastante alta. ¿Y cuánto reciclamos? De acuerdo con información del Minam, las cifras están en 1% de reciclaje formal.
En el Perú el caso es más grave, pues con un 75% de economía informal, los derechos, ya no laborales, sino humanos de cientos de miles de trabajadores quedan en completo desamparo. ¿Cómo desear un Feliz Día de los Trabajadores a quienes son tratados sistemáticamente como máquinas y no como personas?
Y sin embargo no se pierde la esperanza. El trabajo es la verdadera fuente de riqueza y los obreros de todo tipo, formales e informales, amas de casas y trabajadoras domésticas, vendedores ambulantes y barrenderos, todos los que sostienen nuestra economía, algún día volverán a ganar sus derechos. De otro modo, nos seguimos encaminando al precipicio de una sociedad salvaje en la que la ley del más fuerte puede derivar en reacciones como las de los obreros de Chicago. Que Dios nos coja confesados.
En suma, el perdón histórico y reivindicador a los mundos andino y amazónico secularmente explotados, su reparación e integración de pleno derecho al proyecto nacional, lo que implica la dotación de los servicios del Estado en condiciones de igualdad que al resto de los ciudadanos, deben constituirse en la base de una sociedad en la que la multiculturalidad y el multilingüismo no representen muros que nos separan sino riquezas que compartimos y nos proyectan hacia el mundo, y que hemos sabido hacer nuestros tendiendo puentes interregionales e interculturales a través de la escuela y potentes programas de intercambio infantiles y juveniles. Desde estas bases podemos comenzar a construir una sociedad libre y justa, que aprendió de su pasado, que maduró a pesar de él y que se enorgullece del entendimiento entre todos sus ciudadanos y ciudadanas sin importar su origen, raza, género o religión, habiendo desterrado el racismo en todas sus formas.
La utopía del centro es una nación que hoy no somos, pero resulta que hoy no somos ninguna y hay que comenzar por imaginarnos aquella que queremos ser.
P.S. Mi agradecimiento a mi amigo y filósofo Atilio Castro Gargurevich por su expertiz en temas de reconciliación y amazónicos, y por compartirla conmigo.