[INFORMES] Hace unos días, un medio digital argentino recordaba que durante las crisis económicas que asolaron nuestra región en el último cuarto del siglo pasado proliferaron los estafadores de todos los pelajes y, sobre todo, de todas las nacionalidades posibles. La nacionalidad de más ingrata recordación es la de los nigerianos, quienes incursionaron en Sudamérica y algunas regiones de Estados Unidos con el cuento de la herencia millonaria de los ‘príncipes nigerianos’. Como muy pocos de los ciudadanos de estos lares conocían que Nigeria es un país rico en petróleo, es el epicentro de la industria cinematográfica de África y posee
tantas organizaciones criminales como delitos existen en los códigos penales, cientos de personas cayeron en el fraude llamado internacionalmente Timo 419, porque ese es el número del artículo del código penal nigeriano.
El Timo 419 consistía básicamente en el envío de una carta personalizada escrita y ensobrada en papel de la mejor calidad. En ella, el estafador le decía al destinatario que tenía una fortuna de varios millones de dólares en un banco suizo y necesitaba su ayuda para retirarla. El requisito para acceder a esa montaña de dólares era abonar 10 o 20 mil dólares, dependiendo del monto depositado en el banco. Por información del medio argentino, sabemos que los receptores de las cartas nigerianas fueron personas de alto perfil, quienes se sentían
halagados por ser reconocidos desde el extranjero como miembros de tan selecto grupo. Es decir, los huachafos de hace cuarenta años se sintieron importantes por estar en la lista de correos de los estafadores, depositando los 10 o 20 mil dólares pedidos y perdiéndolos como en la guerra.
Hoy, cuando nadie usa papel para comunicarse con sus congéneres, la ‘estafa nigeriana’ pasó a realizarse a través del teléfono fijo, primero, y el celular, después, hasta terminar en el ultra conocido whatsapp. Es a través de esa vía cibernética que los ‘herederos’ de los príncipes africanos vienen estafando a los incautos. Veamos cómo lo hacen:
“Me hackearon mi cuenta de whatsapp,” me cuenta Milagros, quien agrega que el viernes se quedó dormida revisando sus redes sociales en su teléfono y todo estaba bien, pero cuando despertó ya no tenía control sobre su whatsapp, y los delincuentes cibernéticos en el colmo de la audacia habían migrado su línea a otro operador. “Parece increíble, pero es real”.
“Agarro el celular para ver los mensajes y me doy cuenta que no podía ingresar a la aplicación (el whatsapp). En ese momento pensé que mi celular estaba fallando. Pero luego de unos minutos, recibo la llamada de un familiar preguntando qué estaba pasando, por qué estaba pidiendo que deposite dinero a una cuenta que no era mía ni tampoco la de mi esposo, tras lo cual quedé absolutamente y le dije que no deposite nada, pues no estoy pidiendo nada. Es solamente una estafa”.
“De pronto recibo otro llamada de una amiga que vive en el extranjero y me pregunta que si es verdad que necesito urgentemente el dinero solicitado y que sólo había podido transferir la mitad. Cuando me dijo eso, yo me asusté mucho y le dije que tenía problemas con el whatsapp y que no podía ingresar. Ella me dijo que primero había recibido una llamada mía y luego un mensaje de whatsapp que decía lo siguiente:
‘Amiga, tengo problemas de conexión. No puedo activar el token. Necesito tu ayuda, tengo que hacer un pago urgente de 4.000 dólares y no hay forma de hacerlo. ¿Podrías ayudarme?, por la tarde te devuelvo. Y le envían un número de cuenta a nombre de un tipo’.
Como nunca pido plata prestada, mi amiga se preocupó de que algo malo estuviera pasando y me timbró al celular. En ese momento entendí todo: me habían robado la cuenta de whatsapp y estaban estafando a mis amigos y familiares de la lista del teléfono”.
“Sentí rabia, impotencia. De inmediato mi esposo se puso a averiguar cómo podemos recuperar mi cuenta. Yo ingresé a mis otras redes para advertir a mis allegados que no depositen dinero en las cuentas de los delincuentes que me habían hackeado la aplicación. Hice todo lo que pude para avisarles a todos mis contactos para que no caigan en la estafa. Paralelamente, me preguntaba cómo me robaron, cómo accedieron a mi clave. Sólo sé que me fui a dormir y me desperté hackeada y debiendo los 20 mil soles que les habían robado a mis amigos.
Después de hacer todo lo anterior, fui a la empresa telefónica Claro para cancelar el número y preguntar qué podían hacer para mitigar el daño, y un ejecutivo de mando medio me dijo que Claro no podía hacer nada porque yo ya no pertenecía al operador mexicano, pues había migrado al operador chileno Entel. Y que la migración había sido realizada durante la noche, es decir, mientras dormía”.
Cómo se accede a una cuenta de whatsapp ajena
Los delincuentes tienen dos formas de adueñarse de nuestras cuentas de whatsapp: primero, comienzan por descargar la aplicación e ingresan al número telefónico de la víctima escogida; segundo, solicitan la verificación a través de mensaje de texto o por llamada de voz, entonces, como en la mayoría de veces nosotros no atendemos las llamadas de números desconocidos, ese código termina yendo al buzón de voz; es ahí cuando el ‘príncipe nigeriano’ del siglo XXI llega a nuestros datos. ¿Cómo así? Porque lo que no nos explica ningún operador telefónico es que cada uno de nosotros debe personalizar su buzón de voz y cambiar el código predeterminado por la compañía, que, por lo general, es muy simple y los ‘príncipes negros’ se aprovechan de eso para apropiarse de nuestras aplicaciones. Parece un proceso largo, pero los hackers que ‘vacacionan’ en los penales tienen todo el tiempo del mundo. Y sus cómplices en el instituto penitenciario y en las compañías telefónicas, también.