Ojalá la llegada del primer lote de vacunas y el compromiso firme de que llegarán pronto más, suponga un envión anímico para el país y le sirva de reenganche político al gobierno de Sagasti, que no ha hecho méritos para el duro castigo que las encuestas le han propinado luego de tres meses de gestión.

Lo del IEP suena a descalabro. Caer en los niveles de aprobación de 58% a 21% es un cataclismo. No hay antecedente en la historia política peruana -desde que se hacen encuestas- de un desplome semejante. Lo mismo sucede con la desaprobación. Pasa de 35% a 67% entre diciembre y enero.

Para ser justos, no lo merece Sagasti. Ha logrado conformar un gabinete solvente. Con pocas excepciones, son ministros capacitados para el cargo que desempeñan. Hay algunos morados a su alrededor pero no se le puede acusar de haber constituido un gabinete partidarizado. Por el contrario, es un consejo de ministros de ancha base y convocatoria amplia.

Lo que resalta son errores de comunicación severos. Dichos y desdichos, seguramente de buena voluntad, pero letales a la hora de construir confianza ciudadana. Falta de timing en muchos casos, expresiones desafortunadas en otros, pueden ayudarnos a explicar de algún modo el desenlace comentado.

Pero, sin lugar a dudas, la mayor factura que está pagando el régimen es el inmenso pasivo dejado por un gobernante mediocre y taimado como Martín Vizcarra, quien junto a sus ministros de Salud (Pilar Mazzetti incluida), se desentendieron puniblemente del tema de las vacunas, de la provisión de oxígeno, de la habilitación de camas UCI, de todos los problemas sanitarios con los que su sucesor hoy tiene que lidiar con la premura feroz de la segunda ola.

Vizcarra tiene el cuajo encima de criticar al gobierno o de atribuirse los logros. No ha encontrado respuesta del gobierno y quizás sea mejor así. Lo último que el país requiere en estos momentos es el fuego cruzado de Sagasti con Vizcarra y a lo mejor es algo que el segundo busca, cínico como es, para reforzar una candidatura que hasta el momento no prende.

Hacemos votos porque continúe fluidamente la llegada de vacunas, amaine la irritación ciudadana, se reestablezca la confianza con el gobierno y éste pueda llegar en buen pie a julio y entregar la posta a quien resulte electo, evitando así el asalto que la mafiosa coalición vacadora seguramente prepara so pretexto del problema pandémico que nos asola.

Rafael López Aliaga no lo comprendía. Si él era defensor de la familia y fundador de un colegio y hasta de un nido, ¿por qué le temían los niños? ¿Por qué huyen cuando lo ven? ¿Por qué gritan cuando sonríe?

 

-Es que tienes cara de jeje -le dijo Castañeda Lossio una vez.

 

-¿De qué? -preguntó López Aliaga

 

-De jeje.

 

Los focus groups tampoco le fueron favorables. ¿Saben quién es Rafael López Aliaga? No, señor, quién será. Esta es su foto, ¿qué les parece? Qué horror, señor, parece el abuelo de Chucky, es un Cicciobello inflado, creo que se llama Clarence y tiene un programa en Cartoon Networks.

 

Una de las participantes (Luzmila, 49 años, Rímac) fue un poco más allá:

 

-Quién va a votar por ese care’mañoso.

 

Pero López Aliaga no tenía otra opción.

 

*

 

A fines del 2019, López Aliaga tuvo la brillante idea de convertir a Solidaridad Nacional en el procesador de residuos orgánicos del fujimorismo. Todo aquello que botaban, López Aliaga lo recogía, le pasaba un poco de alcohol, le sacaba las moscas y le ponía polo amarillo.

 

Se sentía un genio. Creía que llenaba un vacío. El fujimorismo se iba al centro y le dejaban la derecha. ¿Pero qué derecha? El Perú no quería técnicos neoliberales que hablasen solo de la inversión privada: esa es la derecha elitista. El Perú quería religiosos acusados de lavado de activos y mafiosos mediocres que van a insultarte en la calle: esa es la derecha popular.

 

Se sentía un genio. López Aliaga se creía Steve Bannon. Expreso era su Breitbart. La Resistencia usaría la bandera de la Confederación.

 

Por supuesto, se equivocó.

 

En enero del 2020, el partido de Rafael Bannon obtuvo 221 mil votos a nivel nacional.

 

1.49%

 

Una mierda.

 

Cuando le dijeron que Alberto de Belaúnde había sacado 45 mil votos más que toda su lista casi se mata.

 

Le dio una depresión tonta.

 

Lloró cuatro días seguidos.

 

Se estriñó.

 

La última noche de aquel cálido enero, después de comulgar, López Aliaga se quedó horas sentando en su cama mirándose al espejo. Buscaba una respuesta. Si había hecho todo bien, ¿por qué le iba tan mal? Eli, Eli, ¿lama sabachtani?

 

De pronto, sintió que una súbita sabiduría se apoderó de él. “Debe ser el cuerpo de Cristo”, pensó, “comulgué hace horas pero llevo días con la digestión lenta”.

 

Tuvo una revelación.

 

Había pasado gran parte del 2019 buscando al Bolsonaro peruano.

 

Qué tonto. No se había dado cuenta de que lo tenía al frente.

El Bolsonaro peruano era él.

El país anhelaba un líder violento y masculino dispuesto a defender los valores tradicionales. Un líder como él. Sí, Bolsonaro parece el jefe de un escuadrón paramilitar y él parecía un Teletubbie, pero no importaba. Su error había sido jugar al Steve Bannon cuando su verdadero rol era ser Rafael Bolsonaro.

 

Se paró de la cama, alegre. Se secó las lágrimas y salió del cuarto tarareando una de esas canciones que estaban de moda y que escuchaba a escondidas, dice que por otro man no llora, no.

 

A mitad de camino dobló hacia el baño. Había vuelto la digestión.

 

*

 

Aunque los focus group salieron mal, las encuestas consolaron a López Aliaga. Según una de ellas, el 47% de peruanos cree que el candidato ideal de derecha es un blanco pelado. Así las cosas, la pelea estaba entre De Soto y él.

 

No estaba tan difícil, pensó, pero había que prepararse para la batalla.

 

Lo primero fue cambiarle el nombre al partido: de Solidaridad Nacional a uno que nadie recuerda y a nadie le importa. Lo segundo fue cambiar el color: del amarillo patito a un celeste pitufo. Lo tercero fue crear recordación: se mandó a hacer veinte polos celestes con cuello, sin darse cuenta que parecía un Squirtle.

 

Ahora faltaba lo central: llamar la atención de la prensa.

 

López Aliaga sabía que la prensa televisiva está necesitada de noticias estrambóticas, demenciales, cojudas. Justamente por eso había reclutado antes a Yeni Vilcatoma y Rosa Bartra. Y aunque con ellas aprendió que mucha exposición no se traduce necesariamente en votos, de todas modos necesitaba aparecer en cámaras, volverse conocido, que la gente recuerde su nombre.

 

Para eso, la noticia estrambótica tenía que ser él.

 

Ya disfrazado de Squirtle, López Aliaga fue tras su objetivo: alojamiento en un hotel cinco estrellas con piscina para las víctimas de violación, desacato a la cuarentena e ivermectina gratis para todos, no a las vacunas porque modifican nuestro ADN pero si vienen las Pfizer vacúnenme a mí también, por favor.

 

Y la prensa, necesitada de noticias, mordió el anzuelo: les presentamos al Bolsonaro peruano, el candidato de derecha que parece Hernando de Soto pero no es Hernando de Soto, conozca al hombre que se lleva todas las sobras de Keiko Fujimori.

 

Pero aún así, Rafael López Aliaga no subía. Vio la encuesta del IEP con ansías infantiles y se topó con la dura realidad. Aparecía en “Otros”. Le ganaba Ollanta Humala y estaba empatado con Pedro Castillo.

 

La última noche de este frío enero, después de rezar el rosario, López Aliaga se quedó horas sentando en su cama, mirándose nuevamente al espejo.

 

¿Qué más debía hacer para subir su intención de voto? ¿Pelearse con Hernando de Soto por haberle quitado a Eugenio D’Medina? ¿Proponer matar a los delincuentes como hace Keiko para que la gente crea que él es el verdadero Keiko? ¿Aliarse con un puñado de apristas sin madriguera electoral? ¿Aparecer por quinta vez con Chibolín? ¿Pagarle a Agustín Laje para que lo entreviste 15 minutos?

 

¿Negarse a usar mascarillas en televisión nacional, como Bolsonaro?

 

¿Subir fotos suyas portando armas largas, como Bolsonaro?

 

¿Armar un atentado en su contra, como Bolsonaro?

 

Se paró de la cama, con pena. Se secó las lágrimas y salió del cuarto repitiéndose que no debía llorar no debía llorar no debía llorar. Él era el hombre fuerte que impondría la mano dura que necesita el país. No debía caer en esa depresión tonta.

Tags:

Carlos León Moya

En sectores como la logística y minería la transformación digital se ha vuelto indispensable. El uso de tecnología para crear nuevos modelos de negocio, en contexto de covid-19, además, viene modificando la forma en que vivimos, trabajamos y nos relacionamos

La crisis sanitaria obligó a muchas empresas peruanas a digitalizar sus operaciones, llevar sus negocios en línea, incursionar en el comercio electrónico y adaptarse al teletrabajo. En este contexto, según datos de Movistar, las herramientas de teletrabajo multiplicaron su compra por 10 desde que inició la pandemia, el e-commerce o chatbots de atención se volvieron más populares y las ventas por internet se incrementaron en 900%. El objetivo de este proceso -aseguran los expertos consultados- es mejorar la competitividad de los negocios, a través de la innovación.

Entre los sectores que pudieron reaccionar más rápido a la digitalización se encuentran: Telecomunicaciones, banca, retail, así como consumo masivo y servicios; construcción y actividades extractivas.

“La transformación digital se trata de un modelo de adaptación, de cambio o de adecuación hacia la cuarta revolución industrial y que se debe hacer lo antes y más rápido posible, porque las empresas que no lo incorporen estarán en riesgo de desaparecer en el tiempo”, explica Juan Flores, CEO y fundador de Ynnovadores, plataforma de emprendimientos que busca descubrir, difundir y conectar a jóvenes emprendedores con diferentes personas y organizaciones que aporten en su aceleramiento.

Y agrega: “Se trata de un proceso que utiliza la tecnología para crear nuevos modelos de negocio, además de atender la digitalización de los procesos, nuevos procesos que modificarán la forma en que vivimos, trabajamos y nos relacionamos. El concepto es fácil de entender, pero para muchas empresas, sin importar el tamaño, les es difícil llevarlo a cabo”, indica Flores.

Un mini boom

La cuarentena y la pandemia en el Perú aceleraron el proceso de digitalización de las empresas en tres años. Para lograrlo, utilizaron empíricamente sus conocimientos y su experiencia para intentar salir adelante. El desempleo originó un mini-boom del emprendimiento que ha tenido que buscar la digitalización inmediata. “Vender productos en plataformas sociales y canales digitales de delivery ha sido un salvavidas para muchas familias”, explica Flores.

En tanto, para la gran empresa -señala el experto- entiende que dicho proceso de transformación digital debe verse como una oportunidad de aprender y cocrear con startups y emprendimientos de alto impacto, como una de las formas de acelerar este proceso.

“A esto le llamamos innovación abierta. En los últimos meses, tanto en México como en Chile se han abierto convocatorias de grandes transnacionales para desarrollar soluciones a problemas concretos y generando posibilidades de conectar empresas grandes, con medianas, pequeñas y con startups para buscar colaborar y ganar todos juntos”, señala el CEO de Ynnovadores.

Aún nos falta mucho

Un estudio del PAD-Estudio de Dirección, menciona que se le reconoce una altísima importancia (94%) a la Transformación Digital, pero aún hay mucho por trabajar y corregir, sólo 17% de los altos ejecutivos encuestados señala que tiene resultados muy satisfechos con su avance y logros.

“El mundo es digital, debemos adaptar nuestros sectores y proyectarnos a la búsqueda de la generación de data para ofrecer valor. Uno piensa en Amazon, Facebook, Google, Alibaba, Microsoft, Apple como si fuera algo inalcanzable; yo pienso que si seguimos con esa actitud, jamás lograremos nada transcendental. Seguiremos celebrando a las marcas de siempre y los medianos, pequeños y micro empresarios no podrán crecer hacia algo valioso. Es en tiempos de crisis en donde muchos dan saltos cuánticos, ojalá que sea el turno de nuestro país”, sentencia.

Logística digital

Uno de los sectores donde la digitalización viene jugando un rol importante es en el área logística. Le consultamos a Alberto Porras, subgerente de Consultoría de GS1 ¿Cómo se viene desarrollando este proceso en dicho sector?

Para digitalizar- indica- lo primero que se debe realizar es un diagnóstico de la situación actual. “Es prioritario realizar primero una evaluación de los procesos en curso, las tecnologías disponibles y los perfiles de las personas involucradas, investigando qué es lo que se desea mejorar. La transformación tecnológica, por sí sola, no va a efectuar mejoras "por arte de magia"”, señala.

Partiendo de la pregunta ¿Cómo se pueden usar los datos y las capacidades digitales para crear nuevo valor a los clientes?, Porras señala que es importante tener en cuenta qué están haciendo los competidores para tratar de satisfacer a los clientes agregando valor a sus servicios, en este contexto digital.

Por otro lado, señala, debe darse una mirada a las plataformas disponibles (realidad aumentada para el caso de almacenes, sistemas de última milla, RFID para control de activos fijos e inventarios, software WMS que actualmente significan una inversión mucho menor a la tradicional, etc.), tener por objetivo crear soluciones ad-hoc que obliguen a los clientes a "adaptarse".  

Teniendo en cuenta que, en el terreno de la transformación digital, la infabilidad no existe. Se debe tomar decisiones, y algunas no serán perfectas, pero los errores deben tomarse como una inversión que permitirá, finalmente, alcanzar los objetivos trazados. Por ello -Afirma el vocero de GS1- la información y la educación ejecutiva es imprescindible para tener actualizadas las competencias personales y apoyar el cambio cultural.

Para Porras, uno de los sectores ‘más beneficiados’ por esta nueva situación ha sido el retail, puesto que muchas personas se han volcado a las compras por internet. “Antes de marzo del 2020, el sector retail había comenzado a realizar incursiones en los canales digitales. Actualmente, es una obligación. Si bien todavía hay personas que prefieren el método tradicional (ir físicamente a las tiendas), es muy probable que, conforme se afine y mejore las ofertas por canales digitales, la brecha existente disminuya. Uno de los ejemplos más claros a nivel mundial, es el crecimiento experimentado por Amazon en estos meses”.

Amazon, el gigante del comercio electrónico, cerró su año fiscal 2020 con unas ganancias netas de 21.331 millones de dólares, casi el doble de los 11.588 millones facturados en 2019, gracias al gran impulso de las compras por internet a consecuencia de la pandemia.

Sin embargo, en nuestro país, una de las desventajas en el proceso de compra por internet es el proceso de entrega. ¿Cómo hacerlo más eficiente? “Sí, de hecho, es una de las principales desventajas, pero está mejorando”, afirma Porras. “Existen ya en Perú (para ciertos artículos y según determinado horario) "entregas para el mismo día"”. 

Para lograr mayor eficiencia, asegura, influyen diversas variables, pero una de las más críticas es el tener un adecuado manejo de la data y la calidad de la misma, que permita un flujo más rápido de los pedidos a través de todos los procesos y áreas involucradas.

¿Mina de oro?

Un sector donde la digitalización y las soluciones tecnológicas se han vuelto indispensables, es en las operaciones mineras, que les ha permitido ahorro en el gasto de sus proyectos, con la llegada de la pandemia ¿qué sucedió en el sector?

Según Miguel Cardozo, vicepresidente del Instituto de Ingenieros de Minas del Perú, el desarrollo tecnológico del sector minero a nivel mundial ha estado liderado por el desarrollo de equipos y procesos para sus operaciones, tanto en el tema de la extracción y transporte de los minerales, como en su procesamiento.

“Gran parte de esto avanzó hacia el desarrollo de maquinarias y equipos autónomos que redujeron los niveles de riesgo operativo y seguridad industrial, pero la necesidad actual está en optimizar el uso de estas ventajas mediante la digitalización, lo cual permitirá a los mineros ser más eficientes y reducir costos mediante la optimización en tiempo real de los procesos y la integración de datos”, señaló Cardozo.

El uso de tecnología de punta que permite mayores volúmenes de producción -asegura- ha sido una enorme ventaja. Australia ya tiene una mina de hierro totalmente autónoma, otros países mineros como Canadá y Chile ya están en camino.

“Y el Perú no podrá quedarse atrás, pero la digitalización dará un salto cualitativo de tal importancia que ha tomado una gran prioridad para las empresas mineras”. La principal dificultad -agrega Miguel Cardozo- es que se debe avanzar muy rápido para poder aprovechar el crecimiento de la demanda de metales conocidos y de nuevos metales requeridos por el violento desarrollo tecnológico del mundo.

Este desarrollo viene acompañado, además, por la necesidad de aportar nuevos avances tecnológicos que permitan enfrentar con mayor solvencia los retos del desarrollo sostenible y la gestión de temas socio-ambientales, climáticos, reducción de emisión de carbono mediante energías limpias, cierre sostenible de minas, entre otras demandas por venir.

“La pandemia forzó el trabajo a distancia y aceleró inversiones adicionales en los procesos de digitalización, pero abrió también las puertas a nuevos conceptos de eficiencia en la organización del trabajo y reforzó la tendencia hacia el uso de procesos autónomos”, sentenció.

Dice que cree en un «Estado pitbull’ y argumenta que «si la izquierda quiere crear Estado-adictos, es su tema». El jefe del plan de gobierno y candidato al Congreso de Fuerza Popular detalla, además, que su filosofía del ‘emprendedurismo’ implica que los peruanos avancen solos, «por su cuenta y riesgo».

¿El Perú que asumiría un eventual gobierno de Keiko Fujimori está en una situación más crítica que el que asumió su padre en 1990?

Creo que sí. Tenemos a lo económico, que quizás era tan crítico como ahora, pero también el tema de salud, con una precariedad total. Vamos a estar vacunados solo un tercio de la población, con suerte. Eso significa que dos tercios de tu economía tendrá que estar cojeando. Escucho a los otros políticos que, con un populismo simple, van diciendo «vamos a crear esto, hacer esto». No hay dinero, es así de simple.

 

¿Cuánto de esa precariedad en salud se debe al gobierno de Alberto Fujimori, como aseguró el candidato de Juntos por el Perú, Sergio Tejada?

Esa es una falacia que he escuchado mucho. Leí la entrevista que le hicieron a Tejada [quien dijo a Sudaca que el ingreso del “mercado de la salud” frenó la posibilidad de ampliar el servicio público]. Es una grosera mentira que esconde la ineficiencia con la que hemos gobernado la salud. Lo mismo ocurre en educación. Si la gente no hubiese tenido la opción de atenderse en clínicas, hubiéramos copado aún más los precarios hospitales nacionales. Lo que hizo el gobierno de Fujimori es aliviar al Estado. Si tengo que atender a diez y dos deciden atenderse por su cuenta, [me] quedan ocho. ¡Debería dar gracias! Igual con las vacunas. Si alguien quiere vacunarse por su cuenta, en buena hora. Me está dejando un sitio libre y está dando plata por su vacuna.

 

¿Un gobierno de Fuerza Popular promovería que los privados comercialicen la vacuna?

Mira, lo primero que haríamos es asegurar que se puedan vacunar todos. Lo que no puedes hacer es promover que exista un mercado cuando no tienes asegurado que llegue la vacuna a todos. Pero si ya las tengo aseguradas, por supuesto que debería abrirse [la venta privada de la vacuna]. Mientras más acceso haya a la vacuna, menos carga tendrá el Estado. Aquél que quiere vacunarse en una clínica súper privada, me está dejando pagado su sitio para otro.

 

¿No se estaría creando allí a dos tipos de ciudadanos: el que puede pagar, que se vacuna cuando quiere, y el que no puede, que debe esperar al lento paso del Estado?

¿Cuál es el objetivo? ¿Mirar si hay ciudadanos de categoría 1, 2, o salvar vidas? Con una decisión así no creas categorías. Los ciudadanos ya tienen diferencias. Hay grandes inequidades que nos preocupan y que quisiéramos que no sean así. Pero las inequidades no las creamos en el momento en que vas a vacunar a alguien.

 

Me hablaste de educación. ¿Crees que el sistema universitario con fines de lucro creado por Fujimori, que parió universidades como Alas Peruanas o Telesup fue bueno?

Tengo un pensamiento que comparto con Fuerza Popular: tú no tienes que decirle a nadie dónde puede escoger educarse ni cómo hacerlo. El que quiera ir y no sienta que es malo, que lo pague. ¿Qué debe preocuparnos? Si tuviésemos una universidad pública eficiente, la gente no escogería esas universidades. A mí no me gustan las universidades con fines de lucro, me parece que sus exoneraciones deben acabar rápidamente. Pero si alguien quiere llevar a su hijo a una universidad [con fines] de lucro buenísima, bien; y malísima, bien [también].

 

¿Así lo que vaya a escoger sea una estafa?

¿Quién va a decidir si es estafa o no? ¿El legislador, el Estado? ¿Somos más inteligentes que la gente para decirle «no compres ese que es Sublime y compra ese otro chocolate? Es una mentalidad que yo no tengo. A la gente déjenle escoger libremente. De repente hay gente que te dirá que la universidad nacional es una estafa.

 

¿En un eventual gobierno de Fuerza Popular se apoyará a la Sunedu, entonces?

Sí. Hemos tenido una capacitación hace poco con todos nuestros candidatos al Congreso. Les hemos dicho que a nosotros Sunedu nos parece una institución respetable, que debe mantenerse y que irá mejorando la calidad. Lo que hizo el gobierno de Fujimori es abrir la posibilidad de que pueda entrar el sector privado, que felizmente ha entrado.

 

¿Pero cómo encajas la idea de que «el Estado no es más inteligente que el ciudadano para decirle dónde puede estudiar» con que la Sunedu haga exactamente eso: decidir que una universidad no es buena y cerrarla?

Lo que pasa allí es que son criterios mucho más específicos. No es una sola elección: escoger una universidad u otra. Sí hay formas de intervenir en el mercado y ver calidad. Es como si dijéramos que no queremos que exista Indecopi, Digesa, Digemid. Hacen las funciones de ese organismo [Sunedu].

 

Postulaste a la Cámara de Diputados en el 90 por la izquierda socialista. Después has estado como precandidato en Fuerza Social y ahora estás en Fuerza Popular. ¿Cómo te defines políticamente? Cuando hago esta pregunta, muchos candidatos me responden «no soy ni de izquierda, ni derecha, porque eso ya no aplica». 

Claro, esa es la clásica. Mira, cuando postulé por la izquierda socialista era un joven de izquierda. Milité ocho años de mi vida en el Partido Socialista Revolucionario (PSR), de lo cual no me arrepiento. Creo que tuve una excelente formación, por la cual tengo amigos que me duran hasta ahora.

 

¿Qué líder de izquierda todavía es tu amigo, ahora que estás en Fuerza Popular?

Alfredo Filomeno, que fue mi secretario general, es mi amigo y mi consejero; Fernando Sánchez Albavera, que fue diputado; Enrique Bernales fue siempre mi maestro; el ‘Chema’ Salcedo. Luego hay mucha gente a la que respeté, como el general Leonidas Rodríguez Figueroa. Pero tengo un punto de quiebre: en el 90 me voy a Rusia [después de la caída del Muro de Berlín] y ahí veo la mentira. La veo, la experimento, me la dicen los dirigentes. Regreso y renuncio. Ahí acabé con mis ideas de izquierda. Nunca fui un marxista, era más bien socialista. Luego, poco a poco, voy entrando a conocer el mundo de las mypes. Digo: este es el mundo del futuro. El emprendimiento, no la gran empresa ni la corporación. De allí he ido gestando mi pensamiento.

 

Diste una vuelta, realmente, de 180 grados. 

No fue tan así, ni tan rápido. Conservaba algunas ideas socialdemócratas en los noventa. Pero viendo lo que hacía el fujimorismo dije “acá está el tema [correcto]”. Las privatizaciones, etc. Luego me voy a lo que llamamos «el emprendedurismo», algo que para mí es una ideología con un pensamiento político, una ética, una forma de ver el mundo. Y es lo que comienzo a desarrollar. Tenía mi alianza de emprendedores, ANDE, y por eso me invitaron a Fuerza Social.

 

¿No te sentías parte de la ideología que exhibía Fuerza Social?

No, y lo tenían claro. Ellos necesitaban a alguien que les diera un lado competitivo. Ganaron y no me invitaron ni a la juramentación. De ahí nos quedamos con la idea de hacer un movimiento político. En ese intento nos encontramos con Yehude [Simon], que nos dejó plantados, y luego con UPP, donde el acercamiento fue porque mi padre conocía a ‘Pepe’ Vega. Pero nunca he militado. Ahora sí quiero hacerlo [en Fuerza Popular], porque no soy una persona, como pareciera, que voy de un lado al otro.

 

¿El gobierno de Alberto Fujimori fue dictatorial?

No. Si uno ha leído ciencia política, las definiciones del gobierno de Fujimori que dan politólogos no peruanos dicen que fue un gobierno de corte autoritario, pero no dictatorial. En una dictadura, no tienes congresistas de oposición, partidos de izquierda legitimados, prensa que te ataca. Que la compraste [a la prensa], etc… pero eso no es una dictadura. Políticamente hablando, es un gobierno autoritario, autocrático, pero los politólogos serios no lo califican como una dictadura.

 

¿Tú cómo lo calificas? 

Como un gobierno que tuvo un corte autoritario.

 

¿A qué exactamente se refieren con «un corte autoritario»?

Por ejemplo, a la disolución del Congreso. Eso es salirte de las reglas en un contexto complicadísimo, de mucha oposición, de boicot. Era un boicot muy parecido al que [Martín] Vizcarra alude para disolver el Congreso, también ilegalmente.

 

Ya, pero Fujimori sacó tanques a la calle y los metió [también] a los medios. 

Bueno, eso serán formas. Vizcarra se tomó la foto con el Comando Conjunto [de las Fuerzas Armadas]. Claro, no ocupó la primera plana de la prensa. Habrá que preguntarnos en qué momento había más libertad de prensa.

 

Compraron diarios. ¿Eso es cierto o es mentira?

Hay una condena sobre eso. Fujimori la ha aceptado [la condena fue anulada en el 2016 por una sala de la Corte Suprema presidida por Javier Villa Stein]. Fueron prácticas hechas por un funcionario del gobierno de Fujimori. No vamos a tapar el sol con un dedo, pues, sí fue una mala práctica.

 

¿Sigues convencido de que fue una práctica montesinista y no fujimorista?

Sí. Siempre he tenido el convencimiento y la información de que hubo un lado fujimorista y otro montesinista oscuro. Que si se permitió o no, es otra cosa. Pero sí hay personas muy valiosas que estuvieron [en el gobierno de Alberto Fujimori]. Vamos a llamarle el lado bueno y el lado oscuro.

 

¿El fujimorismo hoy, investigado por lavar aportes de Odebrecht, ya no tiene ese lado oscuro montesinista?

No, porque el lavado de Odebrecht es el [caso] que menos ha avanzado. Cuando el fiscal ya no tiene claro Odebrecht se va a los aportes de [Dionisio] Romero. Y el fujimorismo no ha gobernado. Si hubiese habido aportes, son a [una] campaña, [lo] que no estaba legislado. No es correcto, pero no creo que sea el equivalente al montesinismo, de ninguna manera. Hasta ahora el fiscal no acusa, han pasado cuatro años. Pérez no le ha podido mostrar nada a Keiko, está desesperado. ¿Cuál es la otra hipótesis? ¿Que acá hay toda una exageración, no?

 

El sobrino de Yoshiyama ha sido claro en que se lavaron aportes ilegales.

Cuando es lavado de activos, el origen de los fondos es ilegal. Por ejemplo, en el caso de Dionisio Romero no es lavado de activos. ¿Es un aporte irregular? Sí. ¿Era delito? No.

 

Háblame de emprendedurismo. ¿Qué es para ti?

Emprender es avanzar por tu cuenta y riesgo. Significa que no tienes que esperar a que otros te ayuden. Desde el punto de vista moral, si valoras al otro, no puedes pedir ni que el Estado ni ningún otro se sacrifique por ti. Avanzarás por tu cuenta. Si te quieren ayudar, enhorabuena, pero no es moral que los demás se sacrifiquen por mi. Si te quito tus audífonos para dárselos a otro que no tiene, eso tampoco es moral. El emprendedurismo tiene una base: el intercambio de un valor por otro. Y no hay nada más digno que dar algo y recibir algo a cambio. La relación comercial no es perversa.

 

¿Los ciudadanos de un país no tienen derecho, entonces, a un Estado que los asista, les sirva, en algunas cosas?

Los estados dicen que les dan esos derechos. Para mí, desde el punto de vista moral, uno debería avanzar [solo]. El Estado debería dejarme avanzar. El primer derecho que tengo es que no me pongan obstáculos. Con eso es suficiente para un emprendedor. En general, el pueblo peruano quiere eso: déjenos avanzar, solitos [nos] arreglamos. ¿Qué me tienes que dar? Dame seguridad, hermanito, para eso te pago. Dame educación. Y listo.

 

¿Esa no es la causa de la enorme informalidad del país? La retórica de que cada uno ve cómo hace. El Estado por su lado y los ciudadanos por otro. 

No te estoy diciendo que el Estado por su lado. Si el Estado me diera seguridad, no me estaría estafando. Yo le daría mis recursos feliz, porque no temería salir con mi dinero y que un marca me meta un balazo. Feliz le doy recursos para educación, infraestructura. Es un contrato. Si le entrego mis recursos al Estado y este no hace lo que debe, ¿dónde se rompió el contrato?

 

¿No se ha usado la retórica del ‘emprendedor’ para justificar la precariedad del pobre? Es decir, como no lo ayuda nadie, hay que aplaudirlo porque sale adelante solo. 

A mí me encanta que se diga eso. Primero, porque significa que el paradigma del emprendimiento ha avanzado. Segundo, porque significa que ha tocado fibras en quienes se oponen a que la gente avance por su cuenta. ¿Qué le debo decir, entonces, a la gente? No, no te esfuerces, no avances. ¿A tu hijo lo vas a criar así? «Hijo, no te esfuerces». ¿De cuando acá esforzarse, avanzar por tu cuenta, querer sacar a tus hijos adelante es malo? ¿De cuándo acá tener es malo?

 

Una acotación: para ti es fácil decirlo porque no has tenido el origen y las condiciones de precariedad que tiene un ‘emprendedor’ que sale de la pobreza, ¿no?

Mira, yo he pasado los últimos 15 años de mi vida entrevistando, conociendo y haciéndome amigo de gente que avanzó en la precariedad. De la nada. Que debió tener cero. Podrás decirme «son excepciones». Son ejemplos. Esos son los ejemplos que necesitamos, no el del que dice «necesito que me ayudes». Perdóname: de la precariedad se sale. Hay quienes nos quieren hacer creer que, para salir de la precariedad, de la pobreza y la miseria, necesitas que el político o el Estado te ayuden. Yo no lo creo. La gente tiene la capacidad para hacerlo. Obviamente, hay que emparejar un poco la cancha.

 

¿Un Estado gobernado por Fuerza Popular no pensaría que debe ayudar a sus ciudadanos?

Yo no estoy diciendo que no ayude. Tú me estás diciendo «es fácil decirlo por la precariedad». No. Yo estoy diciendo que la gente tiene la capacidad para avanzar. ¿Qué tenemos que darles nosotros? Que no los asalten, que tenga luz y agua, una educación básica.

 

El plan de gobierno de Fuerza Popular toma en cuenta varios programas sociales. Por ejemplo, habla de Qali Warma, que reemplazó al Pronaa. ¿Los programas sociales no vendrían a ser lo opuesto de lo que me estás hablando?

Mira, los programas [sociales] deben seguir existiendo. Yo te he hablado de mi ideal del mundo del emprendedurismo. Eso, obviamente, se tiene que matizar cuando estás en una organización, haces un plan de gobierno y vas a proponer cosas. ¿Qué pasa con los programas sociales? Normalmente no tienen el impulso adecuado para tener un gran efecto, son mal administrados, comienzan a tener gastos corrientes [salarios] y terminan siendo burocracia. Programas hay que tener, pero hay que cambiarles el enfoque. Hay que buscar que ahorren, darles plazos y que tengan un enfoque de resultados. Y que puedan ejecutarse de manera rápida. Los programas [sociales] en el gobierno de Fujimori tuvieron esa característica: resultados rápidos.

 

Otro programas, como el del control de la natalidad, las esterilizaciones forzadas, no fueron tan buenos, ¿no? Hay programas y programas. 

Que un programa haya tenido una mala práctica, que también se ha reconocido… Es como que te dijera que en Cuna Más se intoxicaron. Sí pues, hay malas prácticas, pero eso no desnaturaliza el programa.

 

¿Cuál es el ‘paquetazo’ que un gobierno fujimorista tendría que dar para el Rescate 2021 [así se llama el plan de gobierno] del Perú? Medidas urgentes. 

Antes quisiera decirte esto: nosotros no creemos que el Estado deba desaparecer. Creemos en un Estado fuerte, pero más pequeño. Yo creo en un Estado pitbull. ¿Medidas rápidas? Creemos en un empuje rapidísimo del empleo. Empleo, empleo, empleo. ¿Por qué? Cuando hay empleo, hay ingreso. Y cuando hay ingreso, hay consumo. Esa es la fórmula. ¿Cómo creamos empleo masivo rápidamente? Con muchas, muchísimas pequeñas obras.

 

¿Obra pública?

Muchas pequeñas obras públicas, rápidas.

 

Me estás hablando de un esquema keynesiano. 

Exactamente. En este momento, tenemos que tener un esquema más keynesiano. Uno como el del New Deal. Es la única manera de salir ahora. Salvo que quieras emitir. No podemos emitir. ¿Qué hay que hacer? Mucha obra pública, pequeña, rápida, administrada bajo sistemas público-privados, dirigida sobre todo a la sierra y a las áreas marginales. El fujimorismo ya lo hizo.

 

¿Mucha obra pública a pequeña escala es compatible con un Estado más chico, un Estado pitbull?

No lo tiene que hacer el Estado, sí hay que centralizarlo. Nosotros no le daríamos dinero a los municipios para que reactiven la economía. Necesitas crear entidades desde las que se construya mucha obra pública, rápido. Eso no es un modelo súper liberal, es parecido al keynesiano, pero es lo que necesitamos ahora. Por lo menos, dos años. Una vez que tengamos el empleo, pasaremos a las segundas reformas que necesita nuestra economía: profundizar en la reforma del sistema financiero, el sistema de pensiones, laboral, tributario. Pero no puedes hacer nada de eso si el paciente se te muere ahora. Lo otro urgente es la salud. Hay que perseguir al virus con pruebas moleculares. No entiendo cómo Sagasti mantiene a Pilar Mazzetti con la misma política de Vizcarra.

 

¿Tú no hubieras dictado la cuarentena?

En un gobierno nuestro no nos hubiese sorprendido la cuarentena como nos sorprendió. Dicen «todos podemos ser generales después de la batalla». No, Ernesto Bustamante lo dijo. Desde febrero debimos comprar las pruebas [moleculares]. Obviamente, en ese pellejo, cuando me doy cuenta que mi ministra no ha hecho nada, lo único que queda es cerrar. No hubiese hecho una cuarentena tan estricta.

 

¿Y ahora, hubieses vuelto a dictar cuarentena, como Sagasti?

Si hubiese estado en el pellejo de él, sí. Esta es la circunstancia que le ha tocado a Sagasti. Keiko ha dicho «no nos podemos poner en contra de lo que está haciendo el presidente». Este es el momento en el que hay que tener unión. No podemos decir “que abran los negocios”. Eso es demagógico e irresponsable. Después nos juzgaremos.

 

¿Haces, entonces, un mea culpa por el actuar del fujimorismo en el Congreso disuelto, obstruyendo al gobierno?

 

Sí, por supuesto. Además, lo hemos conversado. Hubo un obstruccionismo. Creo que en algunos casos se exagera la foto. La oposición es así en cualquier lado del mundo. Los ingleses le llaman «la leal oposición». Pero hay que entender algunas cosas: Keiko estuvo en prisión buena parte. Y cuando tú no puedes comunicarte con tu bancada, no puedes controlarla. Pero sí se salió, como dice Lucho Galarreta, con un cuchillo entre los dientes. Eso no estuvo bien. Igual, a todos los gabinetes se les dio la confianza.

 

Cayó el Gabinete Zavala después de que se le negó una cuestión de confianza. 

Bueno, cayó después, pero se les dio [inicialmente]. Cuando tú eres un obstruccionista, ni siquiera les das la confianza. Vamos a ver la película correcta. .

 

¿Acaso Keiko no tenía ganas de molestar al Ejecutivo?

Mira, yo te contesto sinceramente: no he hablado a ese nivel. Sí creo que hubo un fastidio. Cuando pierdes por 40 mil votos y sabes de qué cojea tu rival… A ti te están diciendo que eres el corrupto y sabes que el otro es el lobbista. Puedes tener un fastidio que no creo que pueda ser justificable, sino la razón para comprender.

 

Tú, que has estado en la izquierda, ¿podrías dialogar con Juntos por el Perú?

Ayer Keiko en una convención de candidatos dijo «no estamos para enfrentarnos». No son nuestros enemigos, sino nuestros adversarios ahora. Si ves nuestro actuar, en general, la descalificación no viene de nosotros. Por lo menos, inicialmente. Cuando te vienen con el golpeo, de repente alguien sale con el ‘terruqueo’. Pero no es nuestro ánimo. Cuando comenzamos a trabajar lineamientos de campaña, Keiko dijo «vamos a delimitar: hay una izquierda con la que se puede conversar, una izquierda democrática, conversable, amiga, con la que hemos tenido buenas relaciones».

 

¿Cuál es esa izquierda?

No habla de un sector, sino de personas. Ella citó a varias personas, a las que no voy a citar. Creo que Keiko no divide el mundo entre izquierda y derecha. Menos después de haber estado en prisión.

 

Si ustedes pasan a segunda vuelta con Verónika Mendoza, ¿puedes asegurar que no van a ‘terruquear’ a Juntos por el Perú?

Mira, no creo que lo necesitemos. Va a ser mucho más fácil el contraste con una posición que no entiende de economía. No los sentimos ‘terrucos’. Nosotros nos hemos enfrentado al terrorismo, sabemos qué es, dónde se esconde. Una izquierda confundida no es terrorista. Es confundida, nada más.

 

¿Por qué dices que no entienden de economía?

Porque si tuvieran idea sobre el tema económico, se darían cuenta de que no hay recursos. Si tú dices que lo que hay que hacer es dar bonos y bonos y bonos, ¿de dónde va a salir el dinero? ¿De la emisión? Ya lo comenzaron a insinuar. Eso es no entender la economía, olvidarse lo que nos pasó. Nosotros queremos empleo formal y productivo. A la gente no tienes que regalarle el dinero, porque no lo quiere. La gente en el Perú tiene la capacidad de hacer cosas.

 

Si le preguntas a un vendedor ambulante si quiere un bono, ¿diría que no?

Creo que si le preguntas a una persona si quiere que le des capital para que compre más cosas y pueda trabajar y crecer, te va a decir que eso quiere antes que le regales el dinero. Eso es lo que les hace sentir bien, les da orgullo. Si la izquierda quiere crear Estado-adictos, es su tema.

 

En el 2016 dijiste «qué bueno que Julio Guzmán salió del closet». ¿Estás a favor del matrimonio igualitario o no?

Se me acusó de homofóbico porque usé palabras, de repente mal empleadas en ese momento. Lo dije porque él había revelado que su esposa era la que le paraba la olla. Lo dije con esas palabras, pero no porque haya pensado que [Julio Guzmán] sea [homosexual] o no. Ni me va ni me viene. Soy absolutamente respetuoso de las opciones sexuales. Lo que la gente haga con su cuerpo es su tema. En Fuerza Popular estamos en contra de toda forma de discriminación y lo tenemos en nuestro decálogo. Inclusive, de la discriminación política que muchas veces nosotros sufrimos. Hay gente que te dice «tú eres homofóbico» y es «fujifóbica». Entre una y otra cosa, es lo mismo. Denigras a la persona o porque piensa de alguna manera, porque se siente de una manera, o porque se viste de una manera.

 

¿Es realmente lo mismo? ¿La aversión política frente es igual a la discriminación por opción sexual?

Tú tendrías que preguntarle eso a quien recibe esa ofensa. No somos nosotros los que podemos contestar si es lo mismo. Respondiendo concretamente: en el plan de gobierno de Fuerza Popular hemos abierto el espacio para la discusión de los temas LGTB. Lo estamos poniendo así, es la primera vez. Creemos que el matrimonio es una institución, diferente a una unión patrimonial. No hay una posición más hacia allá. Yo respeto esa posición y es la que tenemos oficialmente.

 

Fidel Ramírez denunció y hostigó a tu padre [Nano es hijo de Roger Guerra-García, excongresista que combatió la creación de universidades ‘garage’ desde la antigua CONAFU, casi en solitario]. El sobrino de Fidel Ramírez, Joaquín, fue secretario general de Fuerza Popular. Los Ramírez han estado bien metidos en el partido. ¿Cómo concilias eso?

Yo no lo tenía así de claro. Sin embargo, creo que las enemistades, las discrepancias, no se heredan. Yo defenderé siempre la labor de mi padre. La canallada se puede aprender, pero no se hereda.

 

¿Keiko ha heredado de su padre el afán autoritario del que me hablabas que caracterizó a su primer gobierno?

Mira, si algo le admiro a Keiko, es que es una persona muy cuidadosa en las formas con la gente. Muy cuidadosa. Si te llama, te va a preguntar «¿te estoy interrumpiendo?». Siempre que puede te va a pedir disculpas. Siempre se está preocupando por los otros. Eso no sé si lo sacó del papá, de la mamá, pero es una virtud que aprecio.

Recortes salariales, depósitos de sueldo de apenas S/2, retraso en los pagos. Muchos internos tienen que comprar sus propias mascarillas y equipos de protección. Uno está en UCI por contagio de Covid-19

“Nos consideran la mano de obra barata”, así describe la estudiante del séptimo año de la carrera de medicina humana de la Universidad Nacional Federico Villarreal, Karin Llanos (26), la penosa realidad por la que atraviesan ella y otros compañeros que realizan sus prácticas pre-profesionales. Razones para estar angustiada no le faltan: hace cuatro meses que no le pagan su sueldo, que equivale al salario mínimo, y el centro de salud San Sebastián, del Ministerio de Salud (Minsa), no le entrega su equipo completo de protección personal.

La joven tiene que dirigirse, una vez a la semana, a las galerías de la avenida Emancipación en el Cercado de Lima para comprar una mascarilla N95 color verde, mandilones, gorros, botas y una botella de alcohol. Debe cuidar su salud y la de su familia. Vive con sus padres.

A la semana, su centro de salud solo le entrega EPP, según su testimonio, “cada dos o tres días”. Ella asiste seis. ¿Le hace falta? Sí.

“Voy a Emancipación porque es lo más económico, Una mascarilla N95 de 3M, marca americana, que es la más segura, ahorita está costando [allí] entre S/60 y S/95. Por la segunda ola, [el precio] ha subido, cuando normalmente una mascarilla [de ese tipo, antes del inicio de la pandemia] costaba S/5”, explica la estudiante a Sudaca.

Llanos puede hacer ese gasto extra porque tiene el apoyo económico de sus padres. Por semana, desembolsa entre S/100 y S/150. Cada mes, esas compras significan un gasto que fluctúa entre S/400 y S/600. “Este dinero que nos están negando [los sueldos] nos ayudaría a que nosotros mismos podamos protegernos, [con] nuestro EPP”, añade la joven.

 

 

 

 

Karin Llanos Chávez es estudiante de medicina humana de la Universidad Nacional Federico Villarreal. Le deben cuatro meses de sueldo y no posee activo los seguros de Essalud ni de vida (ver imagen de abajo). La futura doctora compra sus mascarillas e indumentaria de protección en la avenida Emancipación, en el Cercado de Lima.

 

 

 

“No voy a usar un EPP [dos veces], que de repente [antes] he utilizado con los pacientes Covid que llegan con diarrea, que pierden el olfato o el gusto, a los que se les hace la prueba, salen positivos y ya sé que he tenido contacto [con ellos]”, dice Llanos. Además, indica que no está afiliada al seguro social de EsSalud ni posee seguro de vida, dos cosas a las que debería acceder según su contrato con el Minsa.

 

Cara a cara con el virus 

¿Los practicantes atienden pacientes Covid-19?Sudaca le hizo esta pregunta a Jazmín Sánchez (26), quien también es estudiante del séptimo año de la carrera de medicina, pero en la universidad San Marcos. Ella también realiza sus prácticas en el centro de salud San Sebastián, en el Centro de Lima

 

 

 

 

Jazmín Sánchez es secretaria de Internado de la Federación Peruana de Estudiantes de Medicina Humana (Fepemh) y cursa el séptimo año de medicina en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos.  Tampoco posee activo su seguro de EsSalud (ver imagen de abajo) al igual que su compañera, Karin Llanos, y también le deben cuatro meses de sueldo.

 

 

La estudiante explica que, según la resolución directorial N° 022-2021, publicada el pasado 19 de enero por el Ministerio de Salud, los practicantes pre-profesionales de ciencias de la salud (medicina, enfermería, psicología, etc.) no deben atender en áreas Covid-19 de los hospitales ni establecimientos de salud. Asegura, sin embargo, que en los hechos atienden constantemente pacientes asintomáticos.

¿Cómo? La joven sanmarquina, quien también ocupa el cargo de secretaria de Internado de la Federación Peruana Estudiantes de Medicina Humana (Fepemh), explica que a su área llegan pacientes con Covid-19 porque no existe “un buen filtro”. “Nosotros, según decreto, debemos atender en áreas no Covid. Pero eso, al final, es difícil de cumplir porque hay pacientes que no saben que tienen la sintomatología clara”, precisa.

En San Sebastián, donde realiza prácticas desde octubre del año pasado, existe un consultorio especializado para pacientes con síntomas de haber estado expuestos al nuevo coronavirus. Aparte, hay otra área para las consultas médicas, como medicina general y vacunación. La joven atiende en medicina general.

Sin embargo, cuando un paciente se acerca al establecimiento, muchas veces saca una cita directa para su área. Recién después de la entrevista que tiene con la paciente, Sánchez se entera que ese “resfriadito”, esa “diarrea” y ese “dolor de cabeza con diarrea”, eran síntomas de la Covid-19.

“Hay bastante desinformación en las personas. Y cuando llegan a nosotros [a medicina general, sin haber pasado antes por el consultorio especializado de Covid-19], los recibimos, los atendemos, los mandamos a hacerse la prueba y salen positivos”, añade con preocupación. De esa forma, Karin, Jazmín y muchos más practicantes de medicina están en contacto con pacientes asintomáticos, por más que en su contrato esté escrito que no lo estarán.

El riesgo se agrava porque las dos jóvenes, hasta el cierre de esta edición, no sólo no reciben sus sueldos desde hace cuatro meses sino que ni siquiera tienen la afiliación al seguro social de EsSalud activa. Tampoco poseen un seguro de vida. Ambos son derechos que le corresponden, según el contrato de los internos publicado por el Minsa.

Karin Llanos no se ha contagiado de Covid-19, pero Jazmín Sánchez sí ha tenido la enfermedad. La también dirigente del Fepemh estuvo infectada en agosto del año pasado, aunque en ese momento los servicios de internado estaban suspendidos y no realizaba sus prácticas. Su salud continúa en riesgo. ¿Por qué? El pasado 3 de febrero, el propio EsSalud publicó un comunicado en el que informa que un paciente que ha tenido el coronavirus “puede reinfectarse”. La severidad de la enfermedad dependerá de la carga viral, el estado inmunológico del paciente y las mutaciones que existan del virus.

Por lo pronto, en su centro de labores, dos médicos y dos internos –que, si bien no son de la carrera de medicina, estuvieron en contacto con el personal– están en cuarentena porque dieron positivo al Covid-19. Si las dos estudiantes no tienen el seguro de EsSalud ni el seguro de vida activos, ¿cómo podrían trabajar con tranquilidad?

Yelicsa Altamirano (27), al igual que Jazmín Sánchez, también estudia en la San Marcos. Ella empezó a trabajar en noviembre pasado en el centro de salud Materno Infantil San Fernando, en Yerbateros, distrito de San Luis, y tampoco posee el servicio activo de EsSalud ni el seguro de vida.

 

 

 

 

Yelicsa Altamirano, al igual que Jazmín Sánchez, estudia en la San Marcos. El pasado 26 de enero recibió S/2, en su cuenta del Banco de la Nación, por el pago del mes de noviembre del año pasado. Tampoco posee el servicio activo de EsSalud ni el seguro de vida (ver imagen de abajo).

 

En su centro de salud también le dotan de equipos de protección personal que son insuficientes para su labor diaria. “Para no estar exponiéndome cada semana, compré 45 mandilones: 20 con un grupo de compañeros, al por mayor; y, otros 25, por mi cuenta. Además, una caja de 100 unidades de gorritos, una de 100 pares de botitas y una caja de mascarillas simples de triple capa” sostiene. Ella también tiene que comprarse su propia indumentaria para estar protegida. La tienen que ayudar sus padres.

“La mascarilla N95 no puedo encontrar, por eso no me compro. En mi centro me dan una mascarilla N95 a la semana. Me pongo una mascarilla de triple capa [que compro] abajo [de la N95] y otra encima, para estar protegida. [La mascarilla N95 que me dan] tengo que cuidarla bien y guardarla en un táper para que esté bien conservada”, agrega.

Sobre el pago de sueldos atrasados, el 26 de enero recibió en su cuenta del Banco de la Nación un depósito de S/2 (sí, dos soles). Según la boleta de pago que entregó a Sudaca, del mes de noviembre, le realizaron un descuento de S/ 928. Allí aparece un descuento por EsSalud de S/83,70, pese a que todavía no está afiliada. Esto se puede confirmar en la página web de ese servicio.

La resolución directorial N°022-2021 del Ministerio de Salud, publicada el pasado 19 de enero, es clara: los practicantes pre-profesionales de medicina tendrán un sueldo mínimo (S/930) y los seguros de EsSalud y de vida. Sudaca ha confirmado que en varios casos ese documento está escrito solo en el papel y no se está cumpliendo. 

Hace cuatro días le abonaron otros S/1.860 a la misma cuenta por los meses de diciembre y enero. Esta vez no le realizaron descuentos. Ella pide que el Minsa explique si en los meses posteriores les realizarán más descuentos y si les pagarán puntualmente.

 

Otro vía crucis

El mismo calvario lo vive el estudiante de medicina de la universidad San Martín de Porres Pablo La Serna (28). El futuro médico realiza sus prácticas pre-profesionales en el centro de salud Santiago de Surco, pero su caso es más dramático porque todavía no se ha dado a conocer el documento de la renovación de su contrato. El pasado 19 de enero, el Minsa publicó la resolución directorial N° 022-2021 con la renovación de los contratos de 7.480 estudiantes de las carreras de ciencias de la salud, pero su nombre no aparece en esa lista. Está a la espera de la publicación de una nueva resolución que lo incluya.

 

 

 

 

Pablo La Serna, estudiante de la universidad San Martín de Porres, ha recibido el pasado 26 de enero el primer depósito de su sueldo en el Banco de la Nación. Pero no fueron los S/930 que le prometieron pagar, sino también solo S/2.  No tiene seguro de EsSalud ni de vida.

 

 

 

La secretaria de Internado del Fepemh, Jazmín Sánchez, calculó para Sudaca que un aproximado de “500 estudiantes” a nivel nacional −la cifra es extraoficial− estarían en la misma situación que Pablo La Serna. “Son estudiantes que continúan realizando sus prácticas pre profesionales sin tener su renovación de contrato”, señaló.

Por el momento, al igual que Yelicsa Altamirano, Pablo La Serna ha recibido el pasado 26 de enero el primer depósito de su sueldo en el Banco de la Nación. Pero no fueron los S/930 que le prometieron pagar, sino también solo S/2. Él no puede asegurar a qué corresponden los descuentos, porque no ha podido acceder a su boleta de pago. Tampoco está afiliado a EsSalud y no tiene seguro de vida.

Hasta el 23 de enero La Serna estuvo realizando sus prácticas pre-profesionales, que comenzaron en octubre del año pasado, en el Hospital de Emergencias de Villa El Salvador. Estas quedaron suspendidas debido a que, según su testimonio, dicho establecimiento no quiso asumir más responsabilidades cuando un compañero suyo salió positivo al nuevo coronavirus.

De forma preventiva, Pablo La Serna y Yelicsa Altamirano han sido afiliados al Sistema Integral de Salud (SIS), que normalmente se destina a personas que no tienen un trabajo formal. En el caso de Jazmín Sánchez y Karin Llanos, ellas poseen SIS desde antes de realizar sus prácticas. No obstante, todos ellos reclaman tener activa su afiliación a EsSalud, porque es su derecho y porque tiene mejor cobertura.

El caso del estudiante de medicina de la universidad Federico Villarreal César Augusto Dávila Arainga (26), quien en la mañana de hoy será trasladado al Hospital Sabogal de EsSalud, es un claro ejemplo de la necesidad de contar con un seguro de amplia cobertura. Los médicos tuvieron que ayudar a la familia del joven universitario para que pueda conseguir una cama en la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI) de dicho hospital, pues tiene Covid-19 y la salud muy deteriorada desde hace 12 días. El joven cumplía su internado en el centro de salud materno infantil Tambo Viejo de Cieneguilla desde octubre del año pasado.

 

 

El estudiante de la universidad Federico Villarreal, César Augusto Dávila Arainga, será trasladado a una cama UCI del Hospital Sabogal de EsSalud. Los compañeros del joven han organizado una colecta para que su madre, Luzmila Arainga, quien es enfermera de EsSalud, pueda solventar los gastos. No posee el seguro de EsSalud y los médicos le han ayudado para que pueda salvar su vida.

 

 

Su madre, Luzmila Arainga, quien es enfermera de EsSalud, lo llevó ayer a la Villa Mongrut del seguro social. Le pudo conseguir una cama porque tenía una amiga que trabaja allí. “Si no hubiera tenido a mi amiga, no sé qué hubiera hecho”, señaló a Sudaca. Recién esta madrugada se le pudo conseguir la cama UCI en el Sabogal, para que pueda ser trasladado. 

 

Los descuentos

 

Jazmín Sánchez dijo a Sudaca que, a nivel nacional, podrían ser hasta 2.000 los estudiantes afectados por los retrasos y recortes de sueldos, por no contar con el servicio activo de EsSalud y el seguro de vida, y por la entrega incompleta de equipos de protección personal. No obstante, precisó que esa cifra es extraoficial. Muchos de los internos no tienen el contrato renovado y no se quejan.

 

La dirigenta estudiantil explicó que poco a poco se están organizando. En diciembre enviaron una comunicación al Ministerio de Salud. Están alistando una nueva con más denuncias. Allí piden que se cumpla con el pago puntual y completo de sus sueldos, y con activar sus afiliaciones a los seguros de EsSalud y de vida.

Según Sánchez, desde que en agosto del año pasado se dio el decreto de urgencia N°090-2020, que reincorpora a los estudiantes de ciencias de la salud a sus prácticas pre-profesionales –suspendidas el 15 de marzo del año pasado por el inicio de la pandemia–, “sabíamos que no se iba a cumplir [con los pagos] porque ni siquiera se está cumpliendo con el pago a los médicos, no se les está dando EPP a todos. Sabíamos que siendo internos, iba a ser difícil”.

“Hemos mandado documento tras documento [al Minsa] –añadió la dirigente del Fepemh– diciendo que se tiene que hacer fiscalización, que hay internos cuyos contratos no salen, y esto es algo que se viene arrastrando desde el inicio. [Nos aseguraron en el MINSA que] se iba a pagar todo junto; eso nos dijeron en diciembre. No pasó. Llegó enero y nos dijeron que iban a pagar los cuatro meses, y tampoco pasó. Eso fue la gota que derramó el vaso, eso nos hizo tomar la decisión de hacer todo esto visible”.

Cuando las prácticas pre-profesionales fueron suspendidas el 15 de marzo del año pasado, a la mayoría de estudiantes se les continuó la  propina de S/400 hasta el mes agosto. Lo que entienden ellos es que se estaría descontando los pagos que realizaron a los practicantes por los meses no trabajados.

No obstante, para la representante estudiantil esos descuentos son injustos. Ese dinero les sirvió para afrontar el periodo de pandemia y ellos siempre pidieron continuar con sus prácticas pre profesionales.

 

Con la cabeza

 

¿Cuál es la solución? Lo que exigen los estudiantes, señala Sánchez, es una reunión con “la cabeza”. Es decir, con la ministra de Salud, Pilar Mazzetti. Además, que se publique una resolución ministerial explicando si habrá o no descuentos a los sueldos de los estudiantes y que se regularicen los contratos a quienes no se les ha renovado. “Papelito manda”, añade.

El Minsa publicó el pasado 30 de enero un comunicado de prensa que no es del todo claro. Allí señala algo similar a lo que los estudiantes intuyen: que el problema de descuentos se debería a que un “grupo de estudiantes tuvo que regularizar su situación administrativa por los meses en que recibieron los abonos por actividades que no realizaron por estar suspendidas. Este procedimiento se está llevando a cabo actualmente y culminará en enero del 2021”. Es decir, que la ‘propina’ que recibieron entre marzo y agosto estaría siendo descontada de sus salarios mínimos ahora. ¿Y los retrasos?

Sudaca envió un pliego de preguntas, por separado, al MINSA y EsSalud, pero hasta el cierre de esta edición, no hubo respuesta.

Para la dirigente del Fepemh, esto es “un aprovechamiento” del Minsa porque saben que, al ser su último año de estudios, solo tienen tiempo hasta abril para terminar sus prácticas y graduarse.

Sin embargo, para la estudiante de la universidad Federico Villarreal, Karin Llanos, se trata de un maltrato histórico que siempre han sufrido los estudiantes de medicina. “Hasta nosotros mismos nos burlamos de nuestra propia realidad diciendo que somos como los esclavos, los esclavos mal pagados”.

En un artículo de El Comercio, publicado en el 2015, la lingüista Martha Hildebrandt dice que la frase “cholo barato” es “una expresión nominal que expresa o representa la explotación del indio por el blanco desde la llegada de Pizarro hasta nuestros días”. “Aunque ya no sea tan barata –añade–, nuestra mano de obra sigue siendo hoy subvalorada”. Esta historia, en la era del Covid-19, podría reforzar el desarrollo de su tesis.

El pasado 3 de febrero, la directora del hospital psiquiátrico Víctor Larco Herrera, Elizabeth Rivera Chávez, envió una carta al periodista Juan Carlos Chamorro, de Sudaca. En la misiva, Rivera solicita que este medio haga aclaraciones o correcciones al artículos que publicó el 31 de enero, titulado “Los hospitales psiquiátricos, la (otra) grave crisis que ha desatado la pandemia”, que el lector puede revisar en el siguiente link.

El citado artículo aborda la precaria situación en la que ha caído la atención de los tres principales hospitales psiquiátricos de Lima luego de que el Covid-19 aterrizara en el país. Se abordan primero -y con mayor énfasis- los casos del Instituto Nacional de Salud Mental Honorio Delgado – Hideyo Noguchi y del Hospital Hermilio Valdizán. Finalmente, se menciona al Víctor Larco Herrera en base a un caso puntual de un paciente que se escapó y hoy vive en la calle.

A continuación, Sudaca publica la carta enviada por la directora del Larco Herrera y, más abajo, responde a sus cuatro puntos relevantes:

 

3) Consultas externas: Sobre este punto, Sudaca informó que el Larco Herrera no atiende consultas externas de forma virtual ni presencial de pacientes nuevos. Vale decir que, si una persona que no se ha atendido antes en el hospital llama por teléfono, no podrá sacar una consulta externa porque no tiene historial clínico. Tampoco lo podrá hacer vía chat porque ese servicio solo es para los pacientes antiguos, o “continuadores”.

Como dice la carta enviada a este medio, en el Larco Herrera las atenciones a los pacientes antiguos, con historial clínico, sí se realizan. Todo paciente nuevo, en cambio, es obligado a pasar antes por su red de salud local (“comunitaria”), las cuales -la mayoría de las veces- no tienen en la práctica la capacidad operativa ni humana para recibirlos y derivarlos.

Efectivamente, en la primera versión del artículo publicado por Sudaca no quedaba del todo claro que este medio se refería a las consultas con pacientes nuevos. La precisión, sin embargo, fue realizada por este medio varios días antes de que la directora del Larco Herrera enviara su carta y de motu proprio. Sin embargo, por trabajos técnicos en nuestra web -que empezaron a realizarse al día siguiente de publicado el artículo-, el cambio no fue actualizado en la nueva web. Hemos vuelto a realizar la precisión correspondiente.

4) La fuga del señor Arce: El pasado sábado 30 de enero, el reportero a cargo de la nota encontró al paciente Richard Arce caminando sin mascarilla por las calles de Magdalena, muy cerca al Larco Herrera. Este medio reafirma lo escrito sobre este paciente: se escapó de dicho hospital psiquiátrico. Incluso, la propia directora lo afirma en su carta: “egresó de nuestro hospital de manera subrepticia, dado que pudo burlar nuestra seguridad porque su comportamiento es de una persona normal”.

El hospital afirma que luego se le dio el alta médica al señor Arce, algo que no se opone en ningún extremo a lo publicado por este medio. Asimismo, Sudaca ha vuelto a comprobar tras la publicación del reportaje que el paciente habita actualmente en la calle, cerca del lugar donde lo encontramos (cruce de avenidas Brasil y jirón Inclán).

Es importante recordar que nos encontramos en un periodo de pandemia por el Covid-19 y que el señor Arce no usa mascarilla dada la precariedad de la condición en la que vive. Su salud, fuera del Larco Herrera, corre un alto riesgo.

5) ¿Preocupación o calidez?: El quinto punto de la carta del Larco Herrera es confuso, pues no busca desmentir hechos o información fáctica, sino percepciones y sentimientos. Dicen que “no hay preocupación” por los pacientes que han enfermado de Covid-19 -los que son tratados allí desde antes de la pandemia. En cambio, la carta asegura que “hay calidez”. Este medio ha solicitado entrar al hospital psiquiátrico para poder comprobar lo que dice la misiva, pero su ingreso fue negado. Mientras tanto, no queda mucho que responder a este punto.

6) Empleados muertos por Covid-19: El médico psiquiatra Óscar Villanueva ha informado a Sudaca que el año pasado murieron 10 personas en el Larco Herrera y en lo que va de este año, otras 12. Estas son cifras extraoficiales y Sudaca ha confirmado que son las que maneja el personal médico, que tenía trato directo con el personal fallecido.

No existe una cifra oficial por parte de la dirección del Larco Herrera y, precisamente, el personal médico está a la espera de que se transparente la información al respecto. La directora del Larco Herrera le dice a Sudaca que ese número “no es preciso”, pero omite precisar un número de fallecidos.

¿Cuál es el número preciso de muertos por Covid-19 y quiénes son? Extendemos nuevamente la pregunta al hospital. Cabe agregar que antes de la publicación del artículo, Sudaca envió un completo pliego de preguntas al Ministerio de Salud, cartera a la que está adscrito el Larco Herrera. Estas fueron recibidas pero se optó por no responder. Por transparencia, se debería comunicar -a trabajadores y a la opinión pública- cómo se está enfrentando la pandemia dentro del nosocomio.

Tags:

Cartas, Lectores

Tiene 28 años, nació en Tarma y en redes sociales lo llaman “Tío Free” por la marca de ropa urbana que creo e hizo crecer durante la pandemia: Free. A través de su Instagram (con más de 33 mil seguidores) da tips a emprendedores y su filosofía es apostar por productos de extrema calidad.

“Tío Free, lánzate una ‘promo’”. “¿Para cuando un sorteíto, Tio Free?”. Los mensajes llegan a través del chat del Instagram Live. Es viernes por la noche y Fernando Magno Nuñez Cordero (28), realiza un “Vivo”. No es para promocionar Free, la marca de ropa urbana que hizo crecer durante la pandemia. Tampoco es -como le piden- para hacer un sorteo de sus prendas, que produce en el corazón de Gamarra. La sesión es para dar tips e inspirar a quienes quieren emprender.

Fernando, entonces, habla frente a la pantalla de su celular. Le cuenta a los “conectados” sobre sus fracasos, de sus pequeños triunfos, el diario aprendizaje. Mientras que ellos le hacen preguntas sobre cómo hacer crecer una empresa. Y él contesta  -con la tranquilidad de un negociante- con claves que van desde darle importancia a la contabilidad, hasta como armar la estrategia digital o, incluso, el cómo su pasión lo hizo pasar de vender 10 prendas por semana a más de 10 mil polos, poleras, pantalones o shorts durante la pandemia, usando una fórmula mágica: vender ropa de calidad por internet, enviar sus productos a Lima y regiones a través del courrier y explotar al máximo sus redes sociales para comunicarse con sus clientes y ofrecerles “promociones” al punto de fidelizarlos y que le agarren cariño a su marca. Cariño que se ve traducido en el apelativo, Tío Free, muy sonado durante sus sesiones de Instagram Live.

“Free es por mi nombre, Fernando, y porque traducido del inglés al castellano, significa libre”, explica Nuñez, en un alto a sus funciones como emprendedor de la moda urbana. “Yo solo quería vender y crear mi propia ropa con una visión: hacer prendas que me gusten mucho y que yo mismo pueda usar”, cuenta, a través del Zoom, y nos muestra el polo que lleva puesto. Es uno blanco con cuadrados plomo y negro. “Yo uso mi propia ropa”, enfatiza, con el orgullo de los apasionados, y sugiriendo que él, exigente ingeniero industrial, no podría usar algo que odie por su mala calidad y, por lo tanto, no podría ofrecerles a sus seguidores un producto bajo, chato, que solo le generaría ganancias, mas no respeto. El siempre, dice, quiere lo mejor.

La confusión y el progreso

Fernando Magno tiene 28 años. Nació en Tarma y desde los 17 vive en Lima. Terminó la secundaria y llegó a la capital del Perú para estudiar en la universidad. Pretendía postular a la Universidad Católica. Estudiaría Ingeniería mecánica, como su padre. Fernando alucinaba que, escogiendo la misma carrera de su viejo, el camino laboral sería más fácil. Podría trabajar con papá, aunque la idea no lo terminaba de convencer.

Postuló a la PUCP, cuatro veces. Nunca la cogió. Era el año 2011 y Fernando -adolescente flaco y conflictuado- no entendía por qué las cosas no le salían. Era buen estudiante. Incluso en la academia preuniversitaria les enseñaba a sus compañeros, pero al momento del examen, la cachetada del primer fracaso en la vida juvenil era constante: “No ingresó”, se convertía en una frase común para él.

“¿Qué es lo que pasa?, ¿Me autosaboteaba?, me preguntaba”. Fernando se analizaba y un día se sinceró: por qué estudiar algo que no quería. Pero ¿Qué quería? Tampoco lo sabía.

La casualidad del YouTube

Existen momentos en la vida que resultan claves y aparecen de champazo. Fernando en uno de sus tantos días de confusión encendió la computadora y puso música en YouTube. En el video vio al cantante usar un polo que le gustó. Lo quiso tener pero supuso que no lo hallaría. No tenía nociones del mundo textil, ni cómo cortar una tela, pero la curiosidad estaba instalada. Buscó en internet “cómo estampar polos”, aparecieron tutoriales y luego anuncios invitándolo a que se inscriba en talleres de serigrafía. Se anotó en uno que duró cinco días. Fue el tiempo que necesitó para darse cuenta de que, lo que quería en la vida, era diseñar su propia ropa.

Bueno. Decisión tomada. Ahora el tema era convencer a sus padres, señores tradicionales que seguramente oirían espantados la posibilidad de que el hijo, futuro ingeniero mecánico, eligiera el camino de fabricante de polos al menudeo.

Antes de viajar y contarles la decisión, allá en Tarma, Fernando fue a un confesionario. Habló con un sacerdote a quien le pidió un consejo y fuerza para enfrentar el momento. “No quería decepcionar a mi familia. No quería que me dijeran que no. Conecté mi fe con el trabajo y fui a hablar”. Y sus padres lo oyeron. La conversación terminó con un: “Te apoyamos, hijo”. Pero la aprobación vino con una sugerencia. Por qué no estudiar la carrera de ingeniería textil. Le daría una visión más amplia del asunto. Ahí comenzó todo. Era el Jueves Santo del 2011. La aventura estaba por comenzar.

Para resumir la historia Fernando analizó mallas curriculares de diferentes universidades, postuló e ingresó. Estaba en su mundo. Mientras estudiaba, consiguió trabajo en una empresa de ropa, pero sintió que aprendía muy poco y renunció. Consiguió otro empleo en la fábrica de una marca de ropa ecuatoriana. Allí estuvo cinco meses. En la cancha, aprendió de corte y confección, control de calidad, almacén y logística. Así como a reconocer una buena calidad de tela y hasta conoció proveedores. “Sentía que estaba preparado para hacerlo. Renuncié para crear mi propia marca”, cuenta. Así nació Hope, una tienda de ropa con temática de amor y amistad. El primer emprendimiento de Fernando Magno.

La esperanza Hope

Hope es el gran antecedente de Free y es la marca a la que Fernando le debe todo. Su característica es ofrecer ropa para enamorados. Por ejemplo, si el polo del hombre dice “LO”, el de la mujer dice: “VE”. Unida la pareja para una foto, se leerá “LOVE”. Lo mismo sucede con los polos o poleras. Si en una dice “Nigth” en el otro dice “Day”. O “King” y el otro “Queen”.  El efecto es el mismo. Unir mensajes de pareja a través de sus prendas. Ropa hecha con amor.

Los primeros polos de Fernando con la marca Hope, los vendía a través de Facebook. Pegó tanto en redes sociales que pasó de vender 5 polo a vender decenas y luego cientos y después -con los años- miles. Eso obligó a Fernando a pensar en poner tiendas. Las colocó en San Miguel, Surco e Independencia. De pronto el hacedor de polos para el amor gestionaba tiendas y pensaba en expandirse más.

Para evitar que sus proveedores le den tela de mala calidad. Decidió él mismo abastecerse de los insumos. Elegía las telas, las compraba y luego las transformaba en ropa. Es decir: abrió su propio taller en Gamarra. Había alquilado un local, comprado máquinas y había contratado gente. Su negocio siguió creciendo y lo expandió a un más. Para el 2019, creó Textiles Hope, donde vendía poleras para que otras empresas le pongan sus propios estampados. Le iba tan bien que hasta le tiraban sal en la puerta de sus locales para que la vida deje de sonreírle.

Su visión de diseñador de ropa había cambiado. Ahora gestionaba su propia compañía. Se había convertido en un exitoso empresario gamarrino siendo tan joven. Era el año 2019. Pero el trajín, el manejo de dinero, el sentir que no estaba cumpliendo su sueño de diseñar su propia ropa lo hizo caer en depresión. Llegó la tristeza, la ruptura con su novia, las terapias, el alcohol, y otra vez el camino a hallarse.

En ese hoyo nos cayó la pandemia. La crisis económica, el desempleo, que Gamarra permaneciera cerrado. Sin embargo, él encontró en el caos una oportunidad. Volver a sus inicios.

A la par de Hope y pese a tener que cerrar alguna de sus tiendas por la pandemia, decidió abrir una línea de ropa que calce en lo que él quería: diseñar sus propios modelos, como al inicio lo había hecho con Hope. Tenían que ser modelos urbanos. Tal vez poleras tipo oversize, polos básicos que tengan cortes perfectos para que la caída sea natural y se vea estilizada en el cuerpo de quien la use. Volver a su pasión. El origen de todo.

Así nació Free

Free nace en respuesta a la adversidad. Fernando lo tomó como un proyecto personal. Comenzó a contar sobre su idea en sus redes sociales. Y hubo gente que lo escuchó. Comenzó a vender la ropa que él mismo creaba y los pedidos comenzaron a llegar. Al inicio los clientes tuvieron que esperar hasta mes y medio para que le lleguen sus pedidos. Las restricciones de la cuarentena impedían mayor eficacia. Pero cuando comenzaron a llegar los pedidos -vía Courier- a las casas de sus clientes. Sucedió algo maravilloso. Los clientes satisfechos comenzaron a grabarse videos abriendo la cajita donde venía su prenda, lo subían a sus redes personales, y etiquetaban y agradecían a Free, por la buena calidad de su ropa. Fernando -de inmediato- compartía en el Instagram de Free las “historias” donde lo etiquetaban. Eso generó que más gente etiquete a Free. Y logró la mejor publicidad, el boca a boca a través de las redes. Golazo.

Free comenzó vendiendo cinco polos, hoy ya vendió más de 10 mil prendas, cifra que puede sonar a poco para un gamarrino, pero en realidad no lo es. Hope vende miles, Free es el emprendimiento que nació de las ganas de hacer lo que Fernando soñaba, su línea exclusiva de ropa que captaba clientes vendiendo poleras a 2×89, o tres polos por S/.69. O Polos más short a S/. 59. Además, ha creado un lote de prendas Premium con la marca Free, que vende a precios razonables y que sus clientes deben comprar en preventa antes de su lanzamiento.

Con esta interacción en redes, no solo crecieron las ventas de Free, también sus seguidores. Hoy solo en Instagram tiene más de 33 mil atentos a las ya famosas “promos” del "Tío Free". Y que pueden acabar lotes de prendas recién salidas del taller en cuestión de horas o en escasos días.

Como proyectos Fernando seguirá vendiendo online y enviando sus productos por courier. No quiere colocar una tienda física, para seguir con el “feeling” de fabricar poco y vender ese poco de una manera casi artesanal. Sin embargo, piensa en abrir un almacén con el espíritu de la marca. Uno donde los seguidores le pidan una cita el "Tío Free" y éste los guíe a este espacio para que ellos mismos vean -en almacén- los productos en venta. Puedan retirarlos e irse habiendo vivido una experiencia diferente. Pero para eso tendrá que pasar la cuarentena.

Mientras tanto, Fernando Magno Nuñez Cordero, ya lo sabe. Es el emprendedor que creció en medio de una pandemia.

A lo largo de la carrera literaria de Vargas Llosa, el ejercicio de la crítica literaria como celebración de la creatividad, la reflexión infatigable sobre el elusivo proceso de la escritura, la indagación sobre el origen insondable de la creación y la vocación misteriosa que obsesiona al escritor, han sido actividades tan importantes ─y felizmente productivas ─ cuanto la invención y escritura misma de sus grandes novelas.

 

Sus autores ─en algún momento considerados “de cabecera”─ a los que Vargas Llosa ha dedicado esos libros, ensayos, conferencias y extensos artículos ─Lezama Lima, Tirante el Blanco, George Bataille, Gustave Flaubert, Faulkner, Onetti, entre los  universales─; ─Arguedas, Eguren, Heraud, Oquendo de Amat, entre los peruanos─ cobran una doble importancia: por un lado, informan al lector del contexto cultural en que el escritor se sitúa en el momento en que se fraguaron las novelas, convirtiéndose así en una suerte de documentación para quizás una futura Biografía Intelectual del escritor; de otro lado, esos textos permiten al lector observar, de manera sesgada, al escritor Vargas Llosa en acción, mientras examina, analiza, reflexiona sobre ciertos elementos propios de la estrategia narrativa, y que casualmente también se hayan en las novelas de Vargas Llosa: el sentimiento de nostalgia por la memoria, los personajes narradores, las anécdotas que se entrelazan y que reverberan hasta convertirse en una voz narrativa coral.

 

Su relación con Borges ─a quien Vargas Llosa ha dedicado un volumen que compila entrevistas, ensayos y conferencias, y que asombrosamente empieza, a modo de homenaje, con un poema titulado “Borges o la casa de los juguetes” ─ impone, sin embargo, una reflexión especial.

 

Porque a diferencia del mano a mano minucioso al que Vargas Llosa se libró, en las 450 páginas de “Historia de un deicidio” (1970), en las cuales inspecciona y reconstruye con rigor académico el recorrido intelectual que Gabriel García Márquez realizó desde sus primeros cuentos hasta “Cien años de soledad”, “Medio siglo con Borges” se anuncia desde el inicio más bien como un testimonio intelectual, pero también personal. El poema inédito, y que abre el volumen, fue escrito en 2004, en Florencia, y el último ─de los once textos que componen este libro de poco más de un centenar de páginas─ fue escrito para El País en septiembre de 2014. Lleva como título El viaje en Globo, y reseña de manera íntima y nostálgica un álbum de fotografías escrito por Borges en colaboración con María Kodama, titulado Atlas.

 

Y tratándose de Vargas Llosa, porque no comenzar por ese artículo que cierra el libro. Podría sorprender que Vargas Llosa dedique una reseña a un proyecto editorial menor de Borges publicado tres décadas antes, “Lo encontré en una librería de lance”. En apariencia, un artículo de circunstancias, en realidad se revelará al lector como un fascinante juego de espejos: el casi octogenario Vargas Llosa ─y, víctima de una tardía pasión amorosa, está a punto de descalabrar su vida familiar y terminar escandalosamente con cinco décadas de matrimonio─, y, ─como solamente un escritor obsesionado por los demonios de la literatura puede hacerlo─ busca orientación y consejo en la biografía amorosa de otro. Ese otro resulta ser ese “octogenario invidente”, quien a escasos dos años de su muerte también decidió entregarse a una relación amorosa e insólita con su secretaria, María Kodama. Así, Vargas Llosa convierte el “Muchas cosas he leído y pocas he vivido” de Borges, en una suerte de “Vivo lo que he leído”. Ese texto que celebra y defiende con exaltación insospechada y anacrónica las aventuras románticas de esa improbable pareja literaria del pasado, se puede leer como un grito a voz en cuello de su propia condición sentimental y que busca proclamarse de manera cifrada ante el mundo.

 

Vargas Llosa conoce a Borges en noviembre de 1963, año clave, en la vida del recientemente estrenado novelista, quien unos meses antes finalmente ha visto publicada la que se convertirá en su primera famosa novela, La ciudad y los perros. Borges está de paso en París, donde Vargas Llosa reside desde hace ocho años. La excusa para encontrar personalmente a ese Borges ─ya ciego, que ha cumplido 65 años, y apenas comienza a cobrar fama internacional─ es una entrevista que no se publicará sino hasta un año después, en El Expreso de Lima y no será recogida en ninguno de los volúmenes de “Contra Viento y marea”.

 

Esa primera entrevista con Borges no ha envejecido bien, y aparece bastante convencional. Se nota una cierta rigidez y distanciamiento en la conversación. Hay, sin embargo, una pregunta que vale la pena rescatar: en relación con Flaubert, Vargas Llosa le pide a Borges que escoja entre el novelista folletinesco de Madame Bovary y el narrador de novela histórica de Salambó. Borges responde que prefiere Bouvard y Pécuchet. Lo interesante es que Madame Bovary se convertirá ─o quizá ya lo sea, en ese momento─ en una novela fetiche de Vargas Llosa, y a la que, años más tarde, dedicará un ensayo. Pero también hay allí una pista de como opera la lectura en la vida del escritor: Emma Bovary ─heroína de la novela─, aburrida de su vida burguesa y de su soso marido se abandona a un adulterio fugaz e infortunado que la conducirá al suicidio.

 

Es interesante señalar que de alguna manera esa pregunta a Borges esté ligada con la vida sentimental de Vargas Llosa, quien en esos momentos está envuelto en una suerte de vorágine sentimental y ha decidido separase de su esposa Julia Urquidi para poder vivir una pasión transgresiva y algo incestuosa con Patricia ─su prima hermana─. Los detalles de cómo se conocieron Vargas Llosa y Julia Urquidi serán reutilizadas, años más tarde, por el escritor durante la creación de la novela “La tía Julia y el escribidor”.

 

Vargas Llosa vuelve a encontrar a Borges en Buenos Aires en 1981. Borges es un octogenario, y la entrevista es quizá utilizada en un programa de televisión dominical que conduce en un canal de la televisión peruana. Vargas Llosa es un escritor consagrado, ha publicado sus grandes novelas peruanas y se ha lanzado con éxito a la ambiciosa conquista literaria del continente latinoamericano con su obra maestra, La guerra del fin del mundo.

 

La visita a la casa de Borges, se convierte más bien en una inspección de la realidad domestica más recóndita del escritor argentino. Guiado por el narrador de la crónica, el lector se adentra con impudicia en el dormitorio de Borges, y descubre esa “celda angosta, estrecha, con un catre tan frágil que se diría de un niño”. Los lectores más avezados de Vargas Llosa sienten que gracias a la magia de la escritura han sido transportados al cubículo de Pedro Camacho ─personaje mítico de La tía Julia y el escribidor, publicada en 1977. También le llama la atención el tigre de cerámica azul ─”el animal borgiano por excelencia” ─ que adorna el salón de Borges, y que podría ser comparado con la serie de Hipopótamos que Vargas Llosa ahora colecciona, y que aparecerán como personajes en una obra de teatro que se estrenará por aquellos meses, “Kathie y el hipopótamo”.

 

Pero lo más importante es la reflexión sobre esa relación de Borges con una cultura localista porteña: “es mentira que se criara en un Palermo criollo, con compadritos en las esquinas”, hay en esa afirmación un programa literario e ideológico que Vargas Llosa seguirá desarrollando en el futuro, si Borges inventó personajes de pampa y cuchillo, los protagonistas del universo ficcional de Vargas Llosa serán dictadores, opresores, figuras políticas con dimensión política latinoamericana.

 

En uno de sus escritos Borges habla de la posibilidad de crear un mapa tan detallado que termine cubriendo la geografía que intenta cartografiar, los once escritos que componen este volumen se pueden leer como la historia de un escritor que al intentar recorrer esos mapas fantásticos de Borges y poblarlos con sus propias creaciones biográficas y ficcionales, termina creando otro universo maravilloso que no distingue entre vida y ficción, y que conocemos modestamente con el nombre de literatura.

 

Medio Siglo con Borges, Mario Vargas Llosa, Alfaguara, Madrid, 2020, 112 páginas

 

Ginebra, 6 de febrero de 2021

Los derechos políticos de las mujeres, que nos pueden parecer tan elementales hoy en día, se consiguieron, en el Perú y en el mundo, a través de un largo y sostenido periodo de luchas. El reconocimiento de cada uno de ellos en la política pública, fue una conquista histórica del mundo contemporáneo y sin duda uno de los mayores logros democráticos del siglo XX.

 

A puertas de las nuevas elecciones, y las conmemoraciones del bicentenario de nuestra independencia, se hace necesario recordar a las pioneras de la política peruana, aquellas que incursionaron en cargos que hasta entonces solo habían ejercido varones, su paso por la política no estuvo exento de dificultades y prejuicios, ellas fueron un ejemplo para sus contemporáneas, así como para las nuevas generaciones y con su ejemplo fue posible imaginar, que había un mundo más allá para las mujeres que el corset de las buenas esposas y las buenas madres.

 

Cabe señalar como antecedente, la participación de las mujeres en las Sociedades de Beneficencia Pública en 1914, primera función pública a la que tuvieron acceso. Este triunfo en la legislatura peruana fue impulsado por “Evolución femenina”, primera organización feminista, que posteriormente conformó el Consejo Nacional de Mujeres del Perú, institución que luchó por el voto femenino en el país durante muchos años.

 

Las primeras funciones públicas de facto, sin embargo, se ejercieron en los municipios en 1945. En octubre de ese año fueron elegidas las primeras regidoras de las juntas municipales de Lima, Miraflores y Surco, destacan entre ellas; María Jesús Alvarado como regidora de la Municipalidad de Lima, Alicia Cox de Larco, Luisa Benavides de Porras en el municipio de Miraflores; y Ana Chiappo, viuda de Mariátegui en el distrito de Surco. También incursionan en sus funciones, las primeras tenientes alcaldesas, las señoras; Eva Morales en Arequipa y Susana León en Matucana.

 

No obstante, un hito histórico poco reconocido, fue la elección de las primeras alcaldesas peruanas también en 1945, Dora Madueño elegida por Huancané en octubre y Angelica Zambrano en Urubamba algunas semanas después.

 

Luego de largos debates, en 1955 se aprueba en dos legislaturas el sufragio femenino para alfabetizadas y mayores de edad, el Perú fue el penúltimo país de la región en otorgar este derecho y la ley promulgada, no solo permitió a las mujeres elegir, sino también ser elegidas y es así que, en 1956, inician sus funciones las primeras congresistas del Perú.

 

El primer cuerpo parlamentario femenino estuvo conformado por una senadora y ocho diputadas; Irene Silva de Santolalla (Senadora por Cajamarca), Lola Blanco (Áncash), Alicia Blanco (Junín), María Eleonora Silva y Silva (Junín), María M. Colina (La Libertad), Manuela C. Billinghurst López (Lima), Matilde Pérez Palacio (Lima), Juana Ubilluz (Loreto) y Carlota Ramos (Piura).

 

La mayoría de las parlamentarias electas eran casadas, representaban a las provincias y provenían de diferentes agrupaciones políticas, la incorporación de ellas al Congreso, rompió con los esquemas de representación política masculina y esto se tradujo en las dificultades y prejuicios que tuvieron que enfrentar, tanto en el ámbito laboral como personal, en el texto La ampliación del cuerpo electoral, Roisida Aguilar recoge las experiencias de Juana Ubilluz y María Colina de Gotuzzo.

 

Ubilluz cuenta que tuvo el apoyo de su familia y de los militantes de su partido durante su labor de parlamentaria, sin embargo, no la de su esposo, esto fue clave dentro de su carrera política y fue el motivo que la hizo desistir de postularse para un segundo periodo, en un testimonio recogido por Roisida Aguilar, Ubilluz señala:

 

“En Loreto me pedían que continúe, para terminar las obras que habíamos comenzado, pero el que se oponía era mi esposo […] no le gustó mucho [decía]: ‘No, no porque la mujer no puede estar allí metida con hombres en el Congreso, no puede ser, quién va a ver a los hijos, las sesiones demoran hasta la noche’; pero, en cambio, el pueblo me pedía que haga esto, que hago lo otro, que ayude y que termine lo que había empezado”

 

Por otro lado, María Colina de Gotuzzo, como mujer casada y madre, tuvo que repartir su tiempo entre el trabajo y la familia al igual que Juana Ubilluz.

 

“…hasta las 8 de la mañana yo era la señora María Colina de Gotuzzo, madre de familia, de esa hora hacia delante, sabe Dios hasta qué hora porque no sabía a qué hora iba a terminar, era congresista”.

 

El testimonio de ambas pone de manifiesto, las tensiones e inequidades entre el ámbito público y privado. Las desigualdades en las responsabilidades domésticas asumidas entre hombres y mujeres, sigue siendo un desafío hasta el día de hoy para muchas de las mujeres que ejercen cargos públicos.

 

En las décadas que siguieron, las mujeres siguieron abriéndose paso en la política, sin embargo, los logros fueron dándose a cuenta gotas. Es recién en 1985, que una mujer imagina la posibilidad de ser presidenta del Perú, se trató de María Cabredo de Castillo, quien postuló a la presidencia de la República por el Partido Socialista.

 

Mercedes Cabanillas, se convierte en la primera mujer ministra en 1987 y durante la década del 90, contadas mujeres siguen sus pasos ocupando puestos en el Ejecutivo, cabe destacar entre ellas a Beatriz Merino, quien en el año 2003 se convierte en la primera mujer en ocupar el cargo de primera ministra, no solo en el Perú, sino en toda la región.

 

Es quizá, la incursión de liderazgos indígenas y de la comunidad LGTBQ uno de los hitos de la participación política de las mujeres en el siglo XXI, pues transforman el rostro de la política peruana y generan tensiones que abren al debate público, las taras y los prejuicios de una sociedad que hasta el día de hoy es poco inclusiva y sumamente machista; Paulina Arpasi, se convirtió en la primera mujer aymara electa para ejercer el cargo de congresista por el departamento de Puno en el año 2001, y en el  2006,  Hilaria Supa y María Sumire fueron las primeras congresistas en la historia del Perú en juramentar en sus lenguas originarias; el quechua cusqueño. Luisa Revilla Urcia por otro lado, se convirtió en la primera regidora transexual del Perú por Trujillo en el 2014.

 

Las mujeres, no obtuvieron sus derechos políticos esperando que una sociedad conservadora y patriarcal fuera iluminada por el chispazo de la igualdad, cada batalla, a veces minuciosa y otras veces ruidosa, ha sido y es, inherente al ejercicio político de las mujeres, y si ayer fue por el derecho a elegir y ser elegidas, hoy es por la paridad, la alternancia y por ejercer los derechos políticos sin acoso.

 

Estas batallas, sin duda, empujan los límites de la época, todas fueron y son trascendentales, porque abren un camino un poquito más justo a las que vienen, las mujeres han pasado por un largo y lento recorrido, de electoras a elegibles y de militantes a líderes y aunque falta aún mucho por recorrer, este bicentenario tendrá el rostro de las mujeres pioneras que rompen esquemas.

Página 18 de 23 1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12 13 14 15 16 17 18 19 20 21 22 23
x