Jorge Yui - Sudaca.Pe

Borges por Mario Vargas Llosa: el cartógrafo y el explorador

A lo largo de la carrera literaria de Vargas Llosa, el ejercicio de la crítica literaria como celebración de la creatividad, la reflexión infatigable sobre el elusivo proceso de la escritura, la indagación sobre el origen insondable de la creación y la vocación misteriosa que obsesiona al escritor, han sido actividades tan importantes ─y felizmente productivas ─ cuanto la invención y escritura misma de sus grandes novelas.

 

Sus autores ─en algún momento considerados “de cabecera”─ a los que Vargas Llosa ha dedicado esos libros, ensayos, conferencias y extensos artículos ─Lezama Lima, Tirante el Blanco, George Bataille, Gustave Flaubert, Faulkner, Onetti, entre los  universales─; ─Arguedas, Eguren, Heraud, Oquendo de Amat, entre los peruanos─ cobran una doble importancia: por un lado, informan al lector del contexto cultural en que el escritor se sitúa en el momento en que se fraguaron las novelas, convirtiéndose así en una suerte de documentación para quizás una futura Biografía Intelectual del escritor; de otro lado, esos textos permiten al lector observar, de manera sesgada, al escritor Vargas Llosa en acción, mientras examina, analiza, reflexiona sobre ciertos elementos propios de la estrategia narrativa, y que casualmente también se hayan en las novelas de Vargas Llosa: el sentimiento de nostalgia por la memoria, los personajes narradores, las anécdotas que se entrelazan y que reverberan hasta convertirse en una voz narrativa coral.

 

Su relación con Borges ─a quien Vargas Llosa ha dedicado un volumen que compila entrevistas, ensayos y conferencias, y que asombrosamente empieza, a modo de homenaje, con un poema titulado “Borges o la casa de los juguetes” ─ impone, sin embargo, una reflexión especial.

 

Porque a diferencia del mano a mano minucioso al que Vargas Llosa se libró, en las 450 páginas de “Historia de un deicidio” (1970), en las cuales inspecciona y reconstruye con rigor académico el recorrido intelectual que Gabriel García Márquez realizó desde sus primeros cuentos hasta “Cien años de soledad”, “Medio siglo con Borges” se anuncia desde el inicio más bien como un testimonio intelectual, pero también personal. El poema inédito, y que abre el volumen, fue escrito en 2004, en Florencia, y el último ─de los once textos que componen este libro de poco más de un centenar de páginas─ fue escrito para El País en septiembre de 2014. Lleva como título El viaje en Globo, y reseña de manera íntima y nostálgica un álbum de fotografías escrito por Borges en colaboración con María Kodama, titulado Atlas.

 

Y tratándose de Vargas Llosa, porque no comenzar por ese artículo que cierra el libro. Podría sorprender que Vargas Llosa dedique una reseña a un proyecto editorial menor de Borges publicado tres décadas antes, “Lo encontré en una librería de lance”. En apariencia, un artículo de circunstancias, en realidad se revelará al lector como un fascinante juego de espejos: el casi octogenario Vargas Llosa ─y, víctima de una tardía pasión amorosa, está a punto de descalabrar su vida familiar y terminar escandalosamente con cinco décadas de matrimonio─, y, ─como solamente un escritor obsesionado por los demonios de la literatura puede hacerlo─ busca orientación y consejo en la biografía amorosa de otro. Ese otro resulta ser ese “octogenario invidente”, quien a escasos dos años de su muerte también decidió entregarse a una relación amorosa e insólita con su secretaria, María Kodama. Así, Vargas Llosa convierte el “Muchas cosas he leído y pocas he vivido” de Borges, en una suerte de “Vivo lo que he leído”. Ese texto que celebra y defiende con exaltación insospechada y anacrónica las aventuras románticas de esa improbable pareja literaria del pasado, se puede leer como un grito a voz en cuello de su propia condición sentimental y que busca proclamarse de manera cifrada ante el mundo.

 

Vargas Llosa conoce a Borges en noviembre de 1963, año clave, en la vida del recientemente estrenado novelista, quien unos meses antes finalmente ha visto publicada la que se convertirá en su primera famosa novela, La ciudad y los perros. Borges está de paso en París, donde Vargas Llosa reside desde hace ocho años. La excusa para encontrar personalmente a ese Borges ─ya ciego, que ha cumplido 65 años, y apenas comienza a cobrar fama internacional─ es una entrevista que no se publicará sino hasta un año después, en El Expreso de Lima y no será recogida en ninguno de los volúmenes de “Contra Viento y marea”.

 

Esa primera entrevista con Borges no ha envejecido bien, y aparece bastante convencional. Se nota una cierta rigidez y distanciamiento en la conversación. Hay, sin embargo, una pregunta que vale la pena rescatar: en relación con Flaubert, Vargas Llosa le pide a Borges que escoja entre el novelista folletinesco de Madame Bovary y el narrador de novela histórica de Salambó. Borges responde que prefiere Bouvard y Pécuchet. Lo interesante es que Madame Bovary se convertirá ─o quizá ya lo sea, en ese momento─ en una novela fetiche de Vargas Llosa, y a la que, años más tarde, dedicará un ensayo. Pero también hay allí una pista de como opera la lectura en la vida del escritor: Emma Bovary ─heroína de la novela─, aburrida de su vida burguesa y de su soso marido se abandona a un adulterio fugaz e infortunado que la conducirá al suicidio.

 

Es interesante señalar que de alguna manera esa pregunta a Borges esté ligada con la vida sentimental de Vargas Llosa, quien en esos momentos está envuelto en una suerte de vorágine sentimental y ha decidido separase de su esposa Julia Urquidi para poder vivir una pasión transgresiva y algo incestuosa con Patricia ─su prima hermana─. Los detalles de cómo se conocieron Vargas Llosa y Julia Urquidi serán reutilizadas, años más tarde, por el escritor durante la creación de la novela “La tía Julia y el escribidor”.

 

Vargas Llosa vuelve a encontrar a Borges en Buenos Aires en 1981. Borges es un octogenario, y la entrevista es quizá utilizada en un programa de televisión dominical que conduce en un canal de la televisión peruana. Vargas Llosa es un escritor consagrado, ha publicado sus grandes novelas peruanas y se ha lanzado con éxito a la ambiciosa conquista literaria del continente latinoamericano con su obra maestra, La guerra del fin del mundo.

 

La visita a la casa de Borges, se convierte más bien en una inspección de la realidad domestica más recóndita del escritor argentino. Guiado por el narrador de la crónica, el lector se adentra con impudicia en el dormitorio de Borges, y descubre esa “celda angosta, estrecha, con un catre tan frágil que se diría de un niño”. Los lectores más avezados de Vargas Llosa sienten que gracias a la magia de la escritura han sido transportados al cubículo de Pedro Camacho ─personaje mítico de La tía Julia y el escribidor, publicada en 1977. También le llama la atención el tigre de cerámica azul ─”el animal borgiano por excelencia” ─ que adorna el salón de Borges, y que podría ser comparado con la serie de Hipopótamos que Vargas Llosa ahora colecciona, y que aparecerán como personajes en una obra de teatro que se estrenará por aquellos meses, “Kathie y el hipopótamo”.

 

Pero lo más importante es la reflexión sobre esa relación de Borges con una cultura localista porteña: “es mentira que se criara en un Palermo criollo, con compadritos en las esquinas”, hay en esa afirmación un programa literario e ideológico que Vargas Llosa seguirá desarrollando en el futuro, si Borges inventó personajes de pampa y cuchillo, los protagonistas del universo ficcional de Vargas Llosa serán dictadores, opresores, figuras políticas con dimensión política latinoamericana.

 

En uno de sus escritos Borges habla de la posibilidad de crear un mapa tan detallado que termine cubriendo la geografía que intenta cartografiar, los once escritos que componen este volumen se pueden leer como la historia de un escritor que al intentar recorrer esos mapas fantásticos de Borges y poblarlos con sus propias creaciones biográficas y ficcionales, termina creando otro universo maravilloso que no distingue entre vida y ficción, y que conocemos modestamente con el nombre de literatura.

 

Medio Siglo con Borges, Mario Vargas Llosa, Alfaguara, Madrid, 2020, 112 páginas

 

Ginebra, 6 de febrero de 2021

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