EL PODCAST DIARIO DE OPINIÓN DE JUAN CARLOS TAFUR.

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Congreso, Oposición, Pedro Castillo

El Congreso viene cumpliendo hasta el momento de modo satisfactorio su rol de control y oposición del Ejecutivo. En base a la holgada mayoría del centro y la derecha han logrado hacerse de la Mesa Directiva y de las principales comisiones parlamentarias, y además, como corresponde, han empezado a ejercer control político del gobierno central citando a ministros a dar explicaciones.

De otro lado, la calle sigue movilizada. Hasta el momento, de un modo muy parcial, en base a la legítima y valiosa colaboración del empresario Erasmo Wong (lástima que se haya sumado a la estrategia golpista, pero, en fin, eso ya es hoja a la que se le debe dar vuelta, en términos de estrategia opositora), y deberá ampliarse a gremios que como el Sutep ya han expresado su malestar por la clara inconducta del régimen con los términos sindicales del magisterio.

Pero lo que falta es que surjan líderes políticos que galvanicen este estado de ánimo y lo conduzcan durante el periodo que dure este gobierno. No se entiende, por ejemplo, el silencio de Keiko Fujimori. Muy activa cuando se trataba de obstruir desde el saque al gobierno de PPK (cuando allí debió haberse promovido un pacto de derechas que hoy habría arrojado un desenlace inmensamente superior al que tenemos), y hoy silente y pasiva.

Ha hecho bien en abstenerse de aprovechar su número de parlamentarios para tener presencia en la Mesa Directiva. Aún tiene heridas que restañar ante la opinión pública por lo abominable que fue la conducta de su bancada en el periodo anterior. Pero fuera de las instancias congresales tendría mucho que decir y hacer.

Julio Guzmán salió muy mal parado en las elecciones. Puede perder, inclusive, la inscripción, pero no es un político muerto y más bien podría capitalizar la creciente decepción por la gestión de Castillo para recolocarse y retomar posiciones expectantes que antaño tuvo.

Y así por citar solo dos. Podrían surgir también nuevos liderazgos. La circunstancia lo amerita. Se viene una batalla larga para contener cualquier eventual arresto radical y autoritario de un régimen que alberga en su seno esta variante y que no se sabe, a ciencia cierta, cuánto tiempo convivirá con la tecnocracia del MEF (Francke) y del BCR (Velarde) sin patear el tablero populista.

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Julio Guzmán, Julio Velarde, Pedro Francke

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Amazon, Cristian Arens, Libros

Quienes han podido ver alguno de sus videos en Youtube, han escuchado su podcast “Invertir Joven” o han leído su libro “Código Dinero”, saben que Cristian Arens empezó a emprender desde muy joven, pero fue a los 19 años que su vida dio un giro, metiéndose a profundidad en las inversiones. Según explica, ese cambio de paradigma fue detonado por un encuentro con el multimillonario Warren Buffett, uno de los hombres más ricos del mundo.

“Vi que existían dos habilidades: la habilidad de generar dinero e ingresos, sea a través de un negocio o un trabajo, y la segunda habilidad era hacer que tu dinero trabaje por ti. De esta manera, tu tiempo no va directamente relacionado a tus ganancias. Si es que no aprendía esta habilidad, siempre iba a tener que trabajar por dinero, no importa cuánto ganase. En cambio, si aprendía a hacer que mi dinero trabaje por mí, podía tener más tiempo y energía para hacer las cosas que realmente me gustan y apasionan”, señala.

Invertir en uno mismo

Las ganas de hacer negocios siempre fueron parte de su vida. En un capítulo de su podcast recordó que cuando era niño se le ocurrió comprar varios recuerdos durante un viaje escolar y los vendió todos en el bus de vuelta a Lima, recuperando su inversión. Después del encuentro con Buffett, a esa voluntad de emprender se le sumó el interés por rentabilizar sus ganancias y ser libre financieramente.

Mientras se ocupaba de sus emprendimientos y terminaba la universidad, se le ocurrió compartir todo lo que había aprendido con otras personas. Al inicio, lo hizo a través de sus videos de Youtube y después, se animó a lanzar “Código Dinero: 4 pasos para hacer que tu dinero trabaje por ti”, libro que se convirtió dos veces en un best-seller de Amazon, primero a mediados de 2020 y la segunda vez a inicios de este año.

“Desde chico pensaba en escribir un libro y como hace cinco años me puse más serio con esto. Lo postergué y al final, en el 2019, comencé a escribirlo y a inicios de 2020 pude publicar la primera versión”, comenta.

Ahora que lleva unos meses estudiando una maestría en España está trabajando en una segunda versión que se publicaría a fines de agosto y que permitirá que su libro esté presente en todas las librerías. “Al final la idea es poder democratizar la información y que llegue a cada rincón del país. Vamos por ello”, agrega.

Además del tiempo que dedica a sus estudios y a grabar sus videos educativos, se da un espacio para jugar fútbol, leer o salir con sus amigos. Al momento de esta entrevista se encontraba de vacaciones, ¿cuál es su secreto? Revela que siempre invierte en cosas que conoce y eso le da suficiente tranquilidad para sentirse seguro.

“De nada te sirve tener una alta rentabilidad si estás viendo todos los días el celular, poniéndote nervioso y sacrificando la salud. La primera inversión que todos debemos hacer es invertir en nosotros mismos, en nuestra capacitación para justamente poder comenzar a entender las inversiones”, indica.

Oportunidades en medio de la incertidumbre

La inversión más grande de Cristian Arens, en este momento, es el MBA que está llevando en Madrid, pero también tiene la meta de llegar al millón de suscriptores en Youtube (actualmente, tiene unos 244 mil). Además, en uno de sus podcasts, confesó que le gustaría ser dueño alguna vez en la vida de un club de fútbol, ya que no pudo ser futbolista.

Este y todos los objetivos que se va trazando los suele compartir con frecuencia con sus seguidores porque asegura que, de esa manera, se obliga a cumplir sus sueños. “Siempre estoy tratando de crear cosas nuevas. Me considero un emprendedor, así que seguro vendrán más emprendimientos”, confía.

A pesar de las circunstancias de incertidumbre que se tienen en el país, Arens considera que sí es posible emprender y ahora más que nunca. “Cuando hay un problema, hay una oportunidad y cuando hay una oportunidad, debe aparecer un emprendedor para solucionarlo”, observa.

Independiente de la situación del país, considera que todos deberían empezar a emprender o nutrirse de la información adecuada para tener negocios no solo localmente, sino también de manera internacional. En su opinión, el principal reto que se tiene que afrontar al momento de lanzar un negocio es la paciencia porque muchas veces se buscan resultados rápidos.

“Muchas veces no se cosecha en el mismo año en el que se siembra. Hay que ser pacientes y salir adelante. A veces me ha pasado lo contrario, ser muy empeñado en una idea y que esa idea no sea tan buena, debí cambiarlo y no lo hice. Entonces, creo que un emprendedor siempre debe adaptarse a los cambios, aprender de ellos y seguir adelante”, anota.

Dato:

Pueden seguir a Cristian Arens en sus cuentas de Youtube, Facebook,e Instagram.

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Amazon, Cristian Arens, Emprendedor, Youtuber

El Presidente Castillo optó por comenzar su Gobierno con la designación de un Gabinete históricamente provocativo y controversial.  El frenesí de nombramientos completamente inapropiados en puestos clave del Estado que le siguió hizo inequívoco el mensaje: no habrá consenso, ni negociación – lo que se busca es la confrontación, y luego, la conquista.

Las consecuencias no se hicieron esperar. Se consolidó una sólida mayoría opositora del establishment político y económico del país en tiempo record, que estaría satisfecha de abortar al Gobierno ya mismo. Hasta figuras mesuradas, como Alberto Vergara, empezaron a hablar de vacancia

Pero el desenfreno inicial debe estrellarse con la realidad: remover al Presidente es harto difícil. Primero, está la aritmética: el oficialismo es la bancada más grande, y sumada a sus aliados de JPP tiene 42 votos – apenas dos menos de los necesarios para bloquear la temida vacancia.

Los 88 votos restantes ofrecen posibilidades – pero no dejan margen de error, lo que en sí actúa como desincentivo: impulsar una vacancia creyendo que se tienen los votos sólo para que uno o dos congresistas se echen para atrás al último minuto arriesga dejar al Congreso en una posición extremadamente vulnerable.

Eso es sin mencionar lo evidente: ¿saben lo lunático que debe sonarle al observador neutral hablar de vacar a un Presidente a las tres semanas?

El Presidente se ha ganado la enemistad de casi toda la clase política, pero no confundamos a los influencers con los influenciados: el electorado, como es usual, se está tomando su tiempo en llegar a una idea clara sobre su gobernante. En una encuesta reciente de Datum, el Presidente tiene una desaprobación neta de apenas -2%, con 20% esperando a ver qué más hace antes de emitir un juicio. CPI arrojó números similares.

Por otro lado, al Presidente Castillo tampoco le será nada fácil forzar la disolución del Congreso. Para empezar, sus principales aliados están enfrascados en serios problemas judiciales, en un país donde la Fiscalía colecciona prisiones preventivas para políticos. Por si fuera poco, existen serios problemas de convivencia entre el ala magisterial y el ala cerronista de su propia bancada. No suele ser sabio ir a la ofensiva con el flanco expuesto.

La oposición, además, cuenta con una sólida mayoría en el Congreso – una que, crucialmente, a diferencia de lo que ocurrió en 2016-2019, no depende de un solo partido. En un país de líderes impulsivos, eso es una desventaja para el Gobierno. El Presidente Vizcarra encontró fácil provocar al sanguíneo liderazgo de Fuerza Popular a cometer bravuconadas. Apretar los botones de diferentes bancadas decididas a sobrevivir, es bastante más difícil. La mejor defensa del Congreso contra pisar el palito está en su propia atomización.

Arrinconar al Congreso a aprobar un referendo constituyente mediante cuestión de confianza también es descabellado. Para empezar, el Congreso puede reformar la Constitución para limitar la cuestión de confianza – es más, ya lo están intentando, y hay Congresistas que siendo renuentes a vacar al Presidente, si ven apropiado contener el poder de un Mandatorio que ya ha dado gruñidos autoritarios.

Además, está el Tribunal Constitucional.  En la sentencia del caso Disolución del Congreso este ya aclaró que hay límites a las cuestiones de confianza, y que uno de ellos es “condicionar el sentido de una decisión (…) que sea competencia de otro órgano estatal”. Parece improbable que el Tribunal vea constitucional una arremetida tan indecorosa. Demás está decir que intentar arrinconar al Congreso sólo para que el Tribunal le enmiende la plana al Gobierno, bien podría convencer a varios Congresistas de inclinarse por la vacancia.

Todo esto lleva a entretener un escenario que muchos parecen despreciar, pero que yo veo bastante probable: uno de estancamiento, y guerra fría. No es descabellado concluir, a la luz de la distribución de poder entre Gobierno y Oposición, que nos podemos pasar los 4 años que necesita el Congreso para librarse de la amenaza de la disolución en este plan: con un Gobierno que hace guiños de dar golpes bruscos de timón hacia el autoritarismo, pero nunca consuma, y un Congreso que gruñe, fiscaliza, amenaza – pero nunca se siente confiado de tener los votos para dar la estocada final.

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Pedro Castillo

«Tenía carisma, era simpático, tocaba la flauta con la nariz, como un flautista de Hamelin, que atraía a los chavales. Te dejaba fumar en el despacho, con 13 ó 14 años, cuando ibas a verle». Así recuerda Eduardo Mendoza al P. Cesáreo Gabaráin cuando éste era capellán del Colegio de Chamberí de los Maristas en Madrid (España) en los años 70. Gabaráin era entonces un cura moderno, que vestía de civil pero con clergyman (alzacuello blanco distintivo de los sacerdotes católicos), que había introducido la guitarra eléctrica y la batería en las celebraciones litúrgicas, que era un gran deportista conocido como “el cura de los ciclistas” y amigo de varios futbolistas, que tenía llegada con los jóvenes y les presentaba una visión atrayente del mensaje cristiano.

Pero sobre todo se le recuerda como compositor de unas 500 canciones para la liturgia católica, varias de las cuales hemos cantado quienes somos católicos en las misas dominicales: “Pescador de hombres”, “Vienen con alegría”, “Juntos como hermanos”, “Iglesia peregrina de Dios”, “Una espiga dorada por el sol”, “La paz esté con nosotros”, entre otras. La venta de sus canciones en vinilo le llevaron incluso a obtener un Disco de Oro.

El pasaje central de su canción “La muerte no es el final” sería adoptado en 1981 por las Fuerzas Armadas Españolas como himno a quienes perdieron la vida en acto de servicio, interpretado en el marco del Ceremonial en Homenaje a los Caídos por España. En 1979 el Papa Juan Pablo II, quien consideraba “Pescador de hombres” en su versión polaca “Barka” como su canción preferida, lo nombró prelado personal de Su Santidad, honor que mantuvo hasta su muerte por cáncer en el año 1991.

Una vida ejemplar por donde se la mire. ¿Será cierta tanta maravilla? ¿O se cumple lo que alguna vez dijo el escritor alemán Johann Wolfgang Goethe: «Donde hay mucha luz, la sombra tiende a ser profunda»?

El mismo Eduardo Mendoza, ahora de 57 años, señala: «Era como el doctor Jekyll y mister Hyde, por un lado, un cura carismático, popular, amigo de deportistas famosos y del Papa, y por otro, un pederasta. Algo inimaginable para todos los que le admiran».

Efectivamente, según un informe reciente del diario El País (España), el P. Cesáreo Gabaráin habría abusado sexualmente de varios menores de edad durante el período de 12 años (de 1966 a 1978) que estuvo en el Colegio de Chamberí. Si bien las principales denuncias se refieren a hechos ocurridos en diciembre de 1978 durante un retiro para alumnos en Los Molinos, una residencia de los maristas en la sierra de Madrid, un testigo relata que ya a fines de los 60 el cura Gabaráin tenía prácticas inapropiadas, valiéndose de su puesto de autoridad y confianza para toquetear y manosear a los alumnos. Y para llegar incluso más lejos, a aquello que resulta difícil relatar.

Fue Eduardo Mendoza quien acusó al cura pederasta ante su tutor, el hermano marista Aniceto Abad, quien le creyó a él y a otros de sus compañeros que sabían de los hechos. Fue este religioso quien habría presionado para que expulsaran a Gabaráin del colegio. Pero el detonante parece ser que lo puso el Sr. Aguilera, cuyo hijo César habría sido víctima de un intento de abuso por parte del cura. El director del colegio, el hermano Aquileo Manciles, no obstante reconocer los hechos habría tratado de quitarles peso. Refiriéndose a las agresiones sexuales de Gabaráin, habría dicho: «Lo sabemos. Está muy arrepentido y quiere hablar con ustedes, porque lo ha pasado muy mal y dice que ha pensado en suicidarse». Pero el padre de familia se mantuvo en sus trece: «O este señor se va del colegio o yo me voy a hablar con Interviú (desparecida revista española de corte sensacionalista)». Esto selló la salida definitiva de Gabaráin del colegio de los maristas. El cura sería reubicado en 1980 en el Colegio San Fernando de los salesianos. Y ahí quedó el asunto. La provincia de los maristas no abrió ninguna investigación ni tampoco habría informado a la diócesis de San Sebastián (a la cual estaba adscrito el cura pederasta) ni a la arquidiócesis de Madrid (que es donde ejercía sus actividades pastorales). Se siguió en todo el nunca escrito pero sí fervientemente practicado manual del silencio de la Iglesia católica cuando había que abordar casos de pederastia dentro de sus filas clericales: encubrir los delitos y reubicar al criminal en otra localidad donde no se tuviera noticia de sus fechorías.

Carmelo González Velasco, un amigo de Gabaráin, decía lo siguiente sobre el cura:

«Vivió en constante captación de situaciones de necesidades humanas, que traducía en cantos de ayuda para los momentos de oración personal o comunitaria. Todos ellos son vehículos de acercamiento al mundo trascendente, manifestaciones de alabanza a Dios y a la Virgen, expresiones del celo litúrgico-musical que le consumía».

¿Es esto cierto en lo que se refiere a sus canciones? Un análisis somero nos muestra tonadillas ligeras fáciles de recordar y letras cargadas de clichés religiosos sin mayor profundidad. Son canciones que suenan bonito, pero que están alejadas de la profundidad de la música sacra de otros tiempos, capaz de suscitar experiencias religiosas que llevaran a los oyentes al encuentro de lo sagrado, de aquella belleza que resulta casi imposible expresar con palabras. Experiencia de lo sagrado y de lo trascendente que puede incluso conmover con su vena artística el corazón de no creyentes.

El P. Francesco Interdonato, ya fallecido, un jesuita que me impartía cursos de teología dogmática en la Facultad de Teología Pontifica y Civil de Lima, se quejaba de que, con la reforma litúrgica de los años 60, se hubiera abandonado la antigua música sacra, reemplazándola con cancioncillas religiosas sin mayor trascendencia. Decía que antes uno se elevaba con la música sacra, “pero después vino Gabaráin, y nos dejó toda su mierda”. Las canciones de Gabaráin no sin innovadoras y difícilmente podría decirse que alcanzan un nivel artístico. Parece que también tomó prestadas algunas ideas musicales ajenas, pues su canción “Juntos como hermanos” en el fondo no es otra cosa que una versión algo más acelerada de “My Lord What a Morning” del compositor afroamericano Henry Thacker Burleigh (1866-1949).

La pregunta que muchos se hacen es si estas canciones se deberían seguir cantando en las celebraciones litúrgicas de la Iglesia católica, dado que han acompañado la vida religiosa de varias generaciones de católicos. Por más penoso que sea, creo que deberían ser vetadas de toda ceremonia pública de la Iglesia católica. En caso de que esto no se haga, se estaría infligiendo dolor a las víctimas del cura Gabaráin y todos aquellos que son sensibles ante el problema de la pederastia eclesiástica y que quieren mantenerse como creyentes, pues se verían obligados a escuchar en eventos públicos las obras de un victimario de menores. Y, por otra parte, de proceder así, la Iglesia le estaría quitando peso a los delitos de pederastia. Pues ya no tendría mayor importancia que un sacerdote o religioso abuse de menores, si su presencia continúa a través de canciones que se siguen difundiendo. Si se han vetado los textos de abusadores como Marcial Maciel, Luis Fernando Figari y Germán Doig, por mencionar a algunos, aunque se trate de escritos espirituales edificantes, ¿por qué no hacer lo mismo con las mediocres canciones de Gabaráin, aunque sean populares?

Esta medida sólo abarcaría el ámbito público. En privado uno puede leer o escuchar lo que quiera. Y quizás meditar sobre esa frase que aparece en la canción “Madre, óyeme” de Gabaráin: «Madre, sálvame, mil peligros acechan mi vida». Sin olvidar que uno de los principales peligros para los jóvenes parece haber sido este cura pederasta.

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Cesáreo Gabaráin

Noviembre 2020. Llega por emergencia una paciente mujer joven, de hecho, más joven que yo, quien había convulsionado hace poco. El esposo, desesperado, no entendía qué pasaba con ella. En casa quedaron sus dos hijos a cargo de la abuela, que tenía el alma pendiendo de un hilo… Hay varias razones por las cuales una persona que nunca ha convulsionado lo hace por primera vez y, tras escuchar la historia narrada por su pareja, la causa se me hizo obvia, así como el pronóstico fatal si no actuábamos rápido y que, lamentablemente, no podríamos hacer mucho por ella en nuestro hospital.

Recuerdo también el caso de un paciente que estuvo varios meses en UCI y en el cual existía la sospecha de que se había formado una fístula, es decir, un conducto por el cual los alimentos podrían pasar del esófago a la vía aérea y poner su vida en riesgo. Por motivos poco usuales, el estudio con el que contábamos no nos permitía hacer el diagnóstico, por lo que era necesario hacer estudios más especializados. No, no contábamos con ellos en la ciudad ni en las ciudades más cercanas y al no poder descartar la presencia de la fístula, teníamos que continuar protegiendo su vía aérea, es decir, debía continuar alimentándose por una sonda y portando la traqueostomía (un dispositivo en la tráquea a través del cual respira). Estas dos cosas repercutían enormemente en su calidad de vida: ¿se imaginan pasar más de 3 meses de su vida sin poder saborear alimento alguno ni hablar? Él estaba frustrado y deprimido y, pese a que le dábamos fármacos y recibía terapia psicológica, no podíamos ayudarlo más: habíamos entrado en un círculo vicioso.

¿Qué tienen en común estos casos? Ambos requerían ser referidos a un establecimiento de mayor complejidad, donde podrían salvarle la vida (en el caso de ella) o mejorar su calidad (en el caso de él); pero pese a que la referencia se tramitó día tras día por más de un mes, en ninguno de los dos casos se efectivizó.

Para mí, el sistema de referencias en nuestro país es un mito. Funciona cuando se trata de referir un paciente de la posta al hospital, eso no lo niego; pero cuando se trata de casos que no son emergencia, requieren hospitalización y además de una atención especializada que solo se encuentra en Lima, el sistema es solo una pantalla, ya que solo se logra conseguir la aceptación del traslado de la forma en la que, lamentablemente, se consiguen muchas cosas en nuestro país: por contactos (solo que en este caso, son usados por algo a favor de la vida de una persona).

Pero no es desidia ni desinterés de los hospitales de Lima. Todos conocemos bien la realidad: Me atrevería a decir que todas las emergencias están llenas de pacientes en sillas de ruedas esperando por una camilla. Entonces, si a las justas tienen una para ofrecerle a los pacientes que ya están ahí, ¿no es avaricia solicitar que en la lista de espera de esa cama tenga prioridad alguien que se encuentra a 12 horas de ese hospital? Teniendo en cuenta eso, es muy lógico que la respuesta día tras día sea “no contamos con camas disponibles” y que por ende, ese paciente, nunca se refiera.

Por otro lado, hay un asunto que muchas veces pasa desapercibido. Cuando un paciente es trasladado a otra ciudad, lo acompaña como mínimo un familiar. Muchas veces esta persona debe dejar de lado su trabajo y otras personas bajo su cuidado para poder viajar con él y quedarse atento a lo que pueda necesitar estando ya en la capital. Ese familiar deja de percibir ingresos en el momento en el que probablemente con mayor razón los requiere, ya que a pesar de que su familiar esté asegurado al SIS, siempre hay algún medicamento o examen con el que no cuenta el hospital que el familiar debe costear de forma particular. Y lo peor, muchos de ellos no tienen dónde quedarse en Lima, aumentando los gastos no solo por una habitación (si es que llegan a tener dinero suficiente para alquilar una), si no también por pasajes y comida. Todo eso representa un estrés extra a la familia, que de por sí ya viene preocupada por “esa enfermedad que debe ser tan grave que necesitó que lleven a su familiar a la capital”.

¿Qué podríamos hacer al respecto? Es claro que nuestros hospitales no se dan abasto para atender la demanda de Lima y alrededores como para hacerlo con el resto de regiones, por lo que es necesario lo que siempre se ha solicitado al gobierno: descentralizar la salud. Pero esto no es tan sencillo y requiere años de trabajo. Construir la infraestructura quizás sea lo más sencillo, ya que conseguir recursos humanos que ejerzan en provincias siempre ha sido lo más complicado.

Se requieren incentivos y el más importante de ellos siempre será que el especialista pueda ejercer adecuadamente su especialidad a donde vaya. Díganme ustedes, ¿de qué serviría llevar a un neurocirujano a una ciudad donde no cuenta con las herramientas necesarias propias de su especialidad para operar? ¡Sería frustrante y no podría ayudar realmente al paciente! Y ojo, un neurocirujano podría salvar la vida de una persona si entra a operar de emergencia, pero sin las herramientas adecuadas, es como si prácticamente él no existiera en el momento que justamente más se le necesita.

  • Su hijo ha sufrido una lesión grave en el cerebro tras el accidente de tránsito, necesita ingresar a operarse de emergencia, pero lamentablemente no podremos ayudarle acá.
  • Pero hay un neurocirujano en la ciudad, ¿puedo hacer que venga de forma particular?
  • Él ya trabaja con nosotros, el problema es que no contamos con una herramienta que se necesita para la operación.
  • ¿Dónde puedo comprarlo?
  • Lamentablemente no es algo que pueda conseguirlo acá. Solo queda referirlo lo más pronto posible, antes de que el pronóstico empeore. Siento mucho no poder ayudarlo más.

En realidad, a pesar de que son pocos los que se animan a ejercer en provincia, ya se cuenta con algunos especialistas en regiones. No son muchos, pero la mayoría de ellos suelen estar atados de manos por diversas razones (exámenes de laboratorio, equipos, herramientas, etc), por lo que siempre estarán haciendo malabares con lo que cuentan. Varios de ellos trabajan en Lima, pero deciden ir a provincias quizás por familia o quizás por amor a esa tierra, pero principalmente por querer ayudar aunque sea en lo poco que se les permite.

He escuchado a algunos de ellos verse desanimados por no contar con lo necesario para ayudar y, basándose en ello, poner en consideración el seguir viniendo o no; por lo que creo que implementar bien los hospitales que están en regiones, teniendo en cuenta los especialistas con los que ya cuentan, es un buen punto desde el cual se podría empezar, para así poco a poco incentivar la llegada de más de ellos, poder descentralizar los servicios especializados y cumplir realmente con uno de los derechos principales de toda persona: acceso a salud de calidad.

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Covid-19, UCI

Que no los engañe su actual apariencia reposada, sus pelos y bigotes blancos, su hablar suave y reflexivo de abuelito bonachón. En sus años mozos fue considerado uno de los personajes más difíciles y contradictorios del rock. Figura clave del hippismo y la contracultura de los años sesenta y setenta, sus comportamientos extremos lo pusieron al mismo nivel de peligrosidad de Keith Richards (The Rolling Stones) o Jim Morrison (The Doors) mientras que, en paralelo, mostraba una sensibilidad musical superlativa y un talento único para los arreglos vocales que lo convirtieron en una de las columnas vertebrales de la escena californiana de aquellos años. Sobreviviente de mil y una batallas contra la adicción, la salud y una forma de ser díscola e intratable, David Crosby cumple hoy, sábado 14 de agosto, 80 años.

Y para celebrarlos lanzó, el 23 de julio pasado, su octavo álbum como solista, For free, un lánguido compendio de nuevas composiciones, a excepción del tema-título, un clásico de Joni Mitchell de 1970 –interpretada a dúo con una joven promesa del country lo-fi, Sarah Jarosz-, que exhiben a un David Crosby consciente de su fragilidad, ofreciendo su inspiración, algo afectada por los años, pero aún capaz de mostrarse auténtica y creíble, un rezago de lo que fue una carrera musical tan brillante como accidentada.

Las canciones de For free no tendrán el filo psicodélico ni el peso de antaño, pero son testimonio de un artista que busca, en los últimos tramos de su vida, la redención a través de la música tras años de alejar de sí a sus amigos, amores y compañeros de ruta, algunos de ellos tan molestos con él que no quieren ni dirigirle la palabra. Como él mismo declara en Remember my name (A. J. Eaton, 2019), el documental producido por el prestigioso cineasta y crítico musical Cameron Crowe (Singles, Almost famous, Jerry Maguire): «Le hice daño a muchas personas y no puedo repararlo. Lo que sí puedo hacer es música. Es lo único que tengo para ofrecer».

David Crosby fue miembro fundamental de la primera formación de The Byrds, entre 1964 y 1968, que definió el sonido de toda una época: Mr. Tambourine Man (compuesta y grabada originalmente por Bob Dylan), Turn! Turn! Turn!, Eight miles high. La luminosidad de The Byrds se ensombreció con los primeros chispazos de esa personalidad tanática y autodestructiva que harían célebre a «Croz». Roger McGuinn, líder factico del grupo, lo despidió luego de cinco exitosos álbumes debido, entre otras cosas, a unos comentarios políticos sobre el asesinato de John F. Kennedy que soltó, en pleno vuelo ácido, durante la actuación del quinteto en el Monterey Pop Festival (1967).

Luego llegó el megaestrellato, cuando se unió a Stephen Stills (ex Buffalo Springfield) y Graham Nash (ex The Hollies) -poco después se uniría también el canadiense Neil Young, también de Buffalo Springfield. Su segundo concierto oficial y debut masivo fue el último día del legendario Festival de Woodstock, la madrugada del lunes 18 de agosto, cuatro días después de su cumpleaños número 28. Los álbumes CSN (1969) y Déjà Vu (1970) condensan todo aquello de lo que se trataba el espíritu libre y bucólico de la generación hippie. Crosby, Stills, Nash & Young fue el primer supergrupo de la historia del rock norteamericano. Las voces combinadas y los potentes mensajes de sus canciones emocionaron a toda una generación: Teach your children, Ohio (single de 1974 acerca de la matanza policial a estudiantes de la universidad de Kent), Long time gone u Almost cut my hair, las dos últimas compuestas por Crosby.

En aquel pico de popularidad y éxito comercial, el desenfreno de Crosby fue resquebrajando, uno por uno, los muros de esa fortaleza de country rock y psicodelia. Un romance fallido con Joni Mitchell -que la encantadora chanteuse canadiense terminó con una de sus canciones, That song about the midway (álbum Clouds, 1969)-, peleas constantes con sus compañeros y luego, la trágica muerte de su novia Christine Hinton, apenas a los 21 años en un accidente de tránsito, fueron hechos que sumieron al músico en un profundo torbellino de depresión y drogas, del cual salió con un álbum brillante, titulado sugerentemente If I only could remember my name (Si tan solo pudiera recordar mi nombre, 1971). Acompañado de varios integrantes de The Grateful Dead, Jefferson Airplane y Santana, amigos entrañables de festivales, grabaciones e interminables juergas, Crosby dejó, para la posteridad, una obra maestra de profundo lirismo psicotrópico. Crosby, Stills, Nash & Young –a veces sin Young, a veces solo como Crosby & Nash- tuvieron, de 1974 en adelante, un camino intermitente hasta el año 2016 en que Graham Nash anunció que nunca más se reunirían con Crosby debido a sus insoportables actitudes. Su última producción oficial en estudio fue Looking forward (1999), que aun llegó a captar la magia de sus voces y guitarras.

Crosby pasó cinco meses en prisión estatal de Texas, en 1986, por posesión de drogas y armas (la condena real era a cinco años). A fines de los ochenta colaboró con Phil Collins en su exitoso álbum … But seriously (1989), haciendo armonías vocales en That’s just the way it is y Another day in paradise. También fue noticia a inicios del siglo 21 al revelarse que había donado esperma para que Julie Cypher, pareja de la cantante Melissa Etheridge –que consideraba a Crosby como una de sus principales inspiraciones- quedara embarazada. A través de un procedimiento de inseminación artificial, Cypher dio a luz a dos bebés, un hombre y una mujer. Beckett, que era el vivo retrato de su padre biológico, falleció en mayo del año pasado a los 21 años, por consumo excesivo de drogas.

For free parece ser un disco inocuo y fácil de escuchar, firmado por un tranquilo anciano que da consejos, rodeado de sus perros, gatos y caballos, sobre cómo vivir en paz con el universo. Pero en realidad se trata de un nuevo capítulo en esa rutina de exorcismo personal que Crosby viene ejecutando desde hace siete años, periodo en el cual ha lanzado cuatro discos –Croz (2014), Lighthouse (2016), Sky trails (2017) y Hear if you listen (2018). Cuando la mayoría de sus contemporáneos ya están muertos o viven de sus viejos éxitos, el cantante y guitarrista, cuyo característico bigote inspiró al personaje de Dennis Hopper en Easy rider (1969), se reinventó a los 72 años, asociándose a un grupo de músicos jóvenes entre quienes destacan su hijo James Raymond, el guitarrista Jeff Pevar (con quienes formó The CPR Band) y el talentoso bajista y compositor Michael League, líder de Snarky Puppy, la super banda de jazz, R&B y fusión fundada por él en el 2004.

Canciones como Boxes, The other side of midnight o I won’t stay for long son, claramente, testimonios de esa oscura búsqueda unipersonal por la redención. Crosby mantiene la frescura de su voz, aunque ahora la usa con menos agresividad que en sus años psicodélicos –por momentos recuerda a Barry Gibb de los Bee Gees-, lo cual resulta ser una proeza si tomamos en cuenta que ha sobrevivido a varios episodios de sobredosis –fue adicto a la cocaína y la heroína por años-, tiene ocho by-passes en el corazón y superó, con éxito, un trasplante de hígado que le hicieron a los 53 años. Por otro lado, los ángulos más optimistas del disco son las canciones que Crosby coescribió con dos celebridades del rock clásico: River rise con Michael McDonald, en que el ex integrante de los Doobie Brothers hace sentir su inconfundible voz; y Rodriguez for a night con Donald Fagen, que podría haber sido parte de alguno de los álbumes clásicos de Steely Dan. La ilustración de la carátula es un retrato hecho por Joan Baez, otra de las sobrevivientes de aquella época florida y lisérgica.

En tiempos de la contracultura, los músicos siempre tuvieron una conexión visceral y auténtica con los eventos que ocurrían a su alrededor. A diferencia de los escritores, siempre ensimismados y sumergidos en mundos paralelos de ficción; y los actores, que se pasaban la vida entera interpretando sentimientos y emociones ajenas; compositores e intérpretes de los estilos dominantes en aquella época mostraron al público, sin disfraces ni filtros, su realidad a tiempo completo, con toda la amplia gama de fortalezas y vulnerabilidades de las que es capaz un ser humano. Y, a veces, con un nivel de intensidad capaz de crear alucinantes bellezas sonoras mientras que, en simultáneo, iban destruyendo su vida y las de los demás, como ocurrió con David Crosby, quien se pregunta todo el tiempo cómo es que todavía sigue vivo después todos estos años.

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David Crosby, For free

Todos los días, de lunes a viernes, Alexandra Ames, David Rivera y Paolo Benza discuten los temas más importantes del día por Debate. En nuestro episodio número 196: ¿Se deben controlar precios en situaciones excepcionales? ¿Qué califica como una? Mineras pagan deudas tributarias, pero siguen litigándolas. Y Tacna: caso de éxito en vacunación.

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Lima – Perú

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Control de precios, Guido bellido, Pedro Castillo, Tacna, Vacunación
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