Detrás de la inmensa multa municipal a la empresa Granja Azul, hay cutra de todas maneras. Como la hay cuando se clausura un centro comercial como Larcomar, por “gravísimas irregularidades” y luego se le otorga la reapertura a las pocas horas.

Se ha vuelto un negocio mafioso de muchos municipios clausurar y luego extorsionar con coimas a los establecimientos formales que deben soportar onerosos cierres de operaciones, muchas veces por detalles nimios fácilmente resolubles en cuestión de horas.

Los municipios distritales compiten con las mafias extorsivas en ver quién sangra más a los empresarios formales. Llegan las clausuras ostentosas, con letreros llamativos pegados en las puertas de los locales, a la par aparecen los sobres intimidatorios o las llamadas amenazantes de los mafiosos delictivos que piden cupos para dejar funcionar al negocio en “paz”.

Y ni hablar del aún más lucrativo negocio de las licencias de construcción, donde, en complicidad con la alcaldía provincial, se permiten alturas de edificios cuya propia normativa prohíbe, pero que el cabo del tiempo, o del ingreso de un nuevo alcalde, terminan siempre regularizadas. Entre tanto, los alcaldes capitalizan y se enriquecen (no conozco casi exalcalde distrital que no haya terminado siendo millonario luego de su gestión y después se les ve años sin trabajar, y sin oficio conocido, dándose la gran vida; les bastó un periodo edil para lograrlo).

En mi distrito, Barranco, he tenido suerte con la anterior administración y con la actual, pero otros distritos sufren y son víctimas de alcaldes corruptos que llenan sus arcas en paraísos fiscales a costa del bienestar de sus contribuyentes.

Y la Contraloría bien gracias. Si ni siquiera es capaz de revisar el irregular contrato de limpieza pública que tiene el Municipio de Lima con Innova Ambiental (ex Relima, la de Comunicore), sobre el cual hemos decidido hacer campaña sostenida en Sudaca hasta que el señor López Aliaga cumpla su promesa de campaña y convoque a una licitación pública internacional para el recojo y procesamiento de los residuos sólidos de la circunscripción metropolitana. Huele feo este tema.

La corrupción se ha enseñoreado en toda la administración pública, pero ha agarrado especial carne en los municipios, que merecen por ello la mayor fiscalización de los organismos competentes y de la opinión pública, que debe mostrar sana suspicacia sobre todos los actos ediles aparentemente administrativos que se toman.

 

 

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[EN EL PUNTO DE MIRA] Lo acusan de populista de derechas, de extremista, de querer disolver cualquier resquicio estatal, de conservador, pero quien ha investigado sobre Javier Milei, se dará cuenta que el pregona y hace política en función a lo que hicieron anteriores liberales a través de la historia, con el agregado de que ha dividido la arena política argentina entre la casta peronista que se ha enriquecido con el Estado y el trabajador argentino que se ha empobrecido a causa de las malas de decisiones de los primeros.

Dicho esto, ¿es factible que un liberal use esas divisiones populistas? Para la real politik es importante usar las armas que te permita la contienda política. En ese sentido, es importante el uso que hace Milei de la división entre buenos (argentino trabajador) y malos (la casta peronista) para posicionar una agenda liberal en un país tradicionalmente hacia la izquierda.

Ahora bien, a medida que vaya pasando el tiempo político, tendrá que negociar algunas propuestas de campaña dado que, en sociedades complejas como la Argentina, es necesario llegar a acuerdos para poder tener gobernabilidad y poder tener así cierta posibilidad de gobernar. Recordemos que una elección no es la toma del poder; es solo ganar una posición en la Casa Rosada y recordemos también que el peronismo tiene mucha experiencia en movilizar gente. En ese sentido, es válido que modere su postura política, como en su momento lo hizo el radical español Pablo Iglesias al pactar con el Partido Socialista Obrero Español de Pedro Sánchez para ser coalición de gobierno. Solo de esa manera podrá desmovilizar a los argentinos y generar sentidos comunes en la batalla cultural que se ha propuesto Javier Milei contra el avance que ha tenido el peronismo en torno al Estado.

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Acción Popular es un partido que merece desaparecer. Los dos gobiernos de Belaunde fueron un desastre y el segundo, a la par de incompetente, corrupto. No tiene la solera democrática que se le atribuye, conspiró en el golpe militar del 62 para evitar el triunfo de Haya de la Torre, saboteó la Constituyente del 79 solo por afanes electorales de Belaunde, y una gestión eficaz y pulcra como la de Valentín Paniagua, en la transición post Fujimori, no salva la heredad nefasta de ese partido.

Últimamente, sus parlamentarios se han visto envueltos en deleznables actos de corrupción al haberse vendido al gobierno de Pedro Castillo a cambio de puestos a familiares y allegados, obras públicas o dinero contante y sonante. El partido los acaba de sancionar y ha pedido a los renunciantes a la bancada que regresen a la misma para no desaparecer, pero el problema, en su caso, es de fondo y no de formas.

Ya no debería haber cabida en el Perú para partidos tan amorfos como Acción Popular, sin una ideología definida, sin ubicación topográfica en el espectro ideológico nacional, con aventureros recolectados a última hora para tratar de llegar al poder (Jorge Muñóz, Alfredo Barnechea, que al poco tiempo renuncian al partido).

Se necesitan partidos sólidos, con cuadros tecnocráticos (¿quién es el economista principal de Acción Popular?, ¿quién su experto en seguridad?, ¿quién su gestor de reformas políticas?) y con doctrina algo menos gaseosa que la fórmula ya risible de “El Perú como doctrina”, como si la nación exudará una fórmula ideológica intrínseca, natural e insoslayable.

“Los Niños” son solo un síntoma del proceso de degradación política de un partido que otrora fuera importante y que últimamente pareció reverdecer. No merece otra oportunidad. Ya tiene, además, reemplazo. Hoy Alianza para el Progreso, con su estructura disforme, es el Acción Popular del presente, sin banderías ni principios.

Líderes con solera democrática y gran capacidad política como Víctor Andrés García Belaunde, Mesías Guevara, o predicamento como Jonhy Lescano, deberían buscar otra nave en la cual navegar en las agitadas aguas de la actividad política nacional. El barco acciopopulista se ha infestado de piratas a los cuales es imposible sacar.

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[MIGRANTE DE PASO] En el sinfín de misterios que ocupan dentro del imaginario colectivo, los libros y bibliotecas están incrustados con mitos y representaciones que atraen a toda mente curiosa. Tuve la suerte de tener como padres y abuela a lectores empedernidos. Mi madre más. Nuestra casa tenía biblioteca, que fuera “la oficina de mi viejo”, en algún momento. Fue un privilegio y suerte que amerita agradecimiento eterno.

Recuerdo cómo la imaginación guiaba mis pasos a ese salón que ocultaba cosas aun incomprendidas; invadía mis sueños infantiles. Definitivamente la dimensión más apartada y oscura se centraba en ese lugar de mi hogar. Para llegar ahí, tenías que cruzar el cuarto de mis padres. Mi mente, como niño aventurero, sentía que eran guardianes de la puerta hacia lo desconocido. La verdad era todo lo contrario. Esa puerta siempre estuvo abierta.

No me parece inverosímil que en algún anaquel del universo haya un libro total; ruego a los dioses ignorados que un hombre. ¡Uno solo, aunque sea, hace miles de años! Lo haya examinado y leído. Si el honor, la sabiduría y la felicidad no son para mí, que sean para otros. Que el cielo exista, aunque mi lugar sea el infierno.

Jorge Luis Borges – La Biblioteca de Babel

Conversando con Jerónimo Pimentel, director de la editorial Penguin Perú, y lector de por vida, me comentó que vive a la espalda de la casa de mis padres. De vez en cuando, paseando a su perro, pasa por ahí y logra ver por la ventana atisbos de biblioteca. Siempre es simpático conversar con alguien que tiene vasto conocimiento y está dispuesto a compartirlo.

“Yo suelo pensar en una biblioteca como en una suerte de gabinete de curiosidades y siento que la gran belleza de eso está relacionada a cuánto exprese los intereses, las orientaciones, los sesgos y los impulsos de una persona. Si entendemos la creación de una biblioteca como un arte, para mí la manera de valorarla sería en cuanto expresa una sensibilidad pura. Esa sensibilidad tiene ramas: la curiosidad, la excentricidad, incluso el conservadurismo, el gusto o la dispersión. Yo cuando tengo la oportunidad de estar ante una biblioteca, lo primero que trato de encontrar son esos patrones. Es una delicia. Mi madre y mis tías son bibliotecarias entonces para mí es un espacio santificado, un espacio santuario. Lo tengo muy romantizado”, me lo menciona emocionado.

Soy de las últimas generaciones que tuvo que usar fuentes físicas para los trabajos escolares. Búsquedas en diccionarios y enciclopedias. Para mi suerte, todos los libros del plan lector del colegio y los que necesitaba para investigar ya se encontraban en casa. Era un santuario de conocimiento esa biblioteca. O tal vez todas lo son. Puede ser desde una institución enorme que se encarga de conservar, adquirir y estudiar los documentos; a una pequeña estantería o montículo de libros en un cuarto. El poder de la información y ficción es sorprendente en el desarrollo de la humanidad. Me atrevería a decir que es la mayor herramienta del progreso.

Durante las últimas décadas, con el desarrollo de la globalización y las tecnologías que la soportan, suele hablarse de un desplazamiento del libro físico al digital. Pero han pasado años y siguen existiendo más librerías y editoriales del objeto tangible. Jerónimo me esclarece con datos y opiniones al respecto:

“No, yo creo que siempre va a existir. Cuando monitoreas el desarrollo del libro electrónico en los mercados más desarrollados, que son el norteamericano y el europeo, ves que alcanzó hasta el 25% y disminuyó a 20%. En ese porcentaje se ha estabilizado. No hay solapamiento sino complementariedad, la posibilidad de llegar a lectores diferentes, con un hábito distinto de lectura. Ahora también está rompiendo el formato de audiolibro. Su consumo ha tenido repuntes muy fuertes marcados por la pandemia. Aun no llega mucho al español. Pero mi impresión es que la vieja tecnología aún tiene para rato. Yo creo que pasa como las tecnologías de la comunicación. La invención de la radio no desplazó a la prensa escrita. La televisión no lo hizo tampoco con la radio, más bien conviven. El internet tal vez transforme el periódico impreso, pero en general se tiende a complementar y convivir, a seguir progresando”. Es esperanzador pensar en múltiples afluyentes de conocimiento lector uniéndose para llegar a casi todos los rincones del planeta, de ser posible.

Jerónimo Pimentel

“Ya escuché 100 mil veces el anuncio de la muerte del libro. Desde hace 20 años, me vienen con la maldita muerte del papel. Ahora hay más”, me dice Guillermo Rivas, entre renegando y sonriendo. Algo bastante común en los argentinos.

Es librero de profesión, trabaja en Book Vivant, es gestor cultural de 111Libros y presidente de la Asociación Peruana de Librerías Independientes. Aparte de eso es un luchador contra las tecnologías de comunicación; nos demoramos 20 minutos de puteadas y carcajadas en poder comunicarnos idóneamente. El deseo de conversar mantuvo la espera amena.

Defiende la prevalencia del libro generalizado, como le llaman: “se requiere de un momento de introspección y no hay apuro ni prisa para leerlo. No hay una necesidad de solo placer. Como objeto cultural resiste por una necesidad de felicidad y satisfacción. Todavía está dentro de nuestras aspiraciones humanas”.

El librero es un agente fundamental en el mundo de los textos. Ellos son los que buscan lo que queremos y también quienes gestionan las llegadas de esos textos. “También me gana el gremio, soy un librero, y quiero que las librerías prosperen. Entonces si llega un libro que se vende mucho, es una noticia excelente”, se ríe y para él un libro malo que da dinero es lo que permite libros extraordinarios en los anaqueles.  La definición que me dio de su oficio me dejó sorprendido. Tan impecable como poética:

“Es una mezcla de navaja suiza con tres personajes: Frank Doel, Mendel y el Quijote. La navaja porque debe estar lleno de pequeños y simples recursos para afrontar todas las adversidades de una profesión y negocio que rompe con las reglas del mercado y marketing. Casi nada es previsible en el oficio desde que tenemos memoria. Frank Doel, el librero de 84 Charing Cross, porque buscar el libro que nos piden es una vocación casi religiosa. Mendel, el memorioso librero del cuento de Zweig, porque toca acordarse siempre de libros, autores e historias, aunque tenga la computadora al costado. Por último, el Quijote, porque hablar y hablar, soñar y delirar hacen que no abandonemos nunca esta pasión.” Me quede en silencio unos segundos.

Guillermo Rivas

Diez mil libros en mi casa. De los primeros que saqué para leer en conjunto con mi madre, fueron los libros de Julio Verne y adaptaciones de Drácula, Frankenstein y demás historias de horror. Ya cuando crecí, leí las obras maestras, las que no son modificadas para niños. La crítica a la razón pura de Immanuel Kant; El segundo sexo de Simone de Beauvoir; Fausto de Johann Wolfgang Goethe; El origen de las especies de Charles Darwin; La biblia; Las mil noches y una noche; La República de Platón, son algunos de varios ejemplos de libros que rompieron paradigmas y potenciaron los distintos senderos del conocimiento: la ciencia, filosofía, arte, religión y la historia.

El hecho de crecer rodeado de libros despertó mi interés en ellos y sus rincones más oscuros. De niño creía que cualquier escrito o canción tenía que ser hecho con bondad y cariño, claramente estaba equivocado: Hitler escribió Mi Lucha y no se me ocurre ser más repugnante y malvado. También me despierta un interés casi arqueológico por bibliotecas antiguas y legendarias. ¿Qué pasó en la biblioteca de Alejandría cuando se quemó? ¿Qué decía el grimorio que Mefisto le da a Fausto? ¿Qué secretos se ocultarán en los archivos del Vaticano? ¿Existirá La Comedia de Aristóteles de la abadía en El nombre de la rosa? Son motores de curiosidad e incentivo.

“Las he añorado toda mi vida. Uno a veces tiende a pensar en sus propias bibliotecas fantásticas. Todo libro puede ser parte de una biblioteca que esté en mi cabeza. Donde voy visito bibliotecas particulares y las uno como una quimera con mi propia fantasía”, me responde Jerónimo con mirada infantil, cuando le pregunté sobre las bibliotecas metafísicas.

¿Cuál fue el último libro que leíste?, le pregunté por curiosidad.

“Uy, yo tengo que leer un montón por trabajo y separar entre dos tipos de lectura. Lo más difícil para mí es poder diferenciar la lectura de oficio y la que es por placer. Para una se requiere una atención particular que identifique aspectos editoriales y literarios. En la otra busco una relajación, es un texto en el que no puedo intervenir, y no es que tenga un interruptor para cambiar de modo de lectura. El último fue A Contraluz de Rachel Cusk, sobre una escritora que se va a dar clases a Atenas.”

El mío fue La Rebelión de Atlas de Ayn Rand, interrumpí con risas nerviosas.

“Bueno desde el punto de vista editorial, ella ha tenido un resurgimiento bien importante en los últimos años. Sobre todo, en español. Pensaría que está relacionado con los nuevos liberales, anarco liberales o libertarios, pero ha tenido un nuevo empuje. Esa dificultad en discernir tipo de lectura nos pasa a todos los editores. Cuando uno lee profesionalmente tiene una predisposición distinta al lector neutro, puro, ingenuo que simplemente se lleva por una corazonada. Cuando un corrector lee, que no es mi caso, tiene una visión más especifica que busca el error y encuentra un placer profesional en ello. Cuando se lee para valorar la idoneidad para la publicación de un libro y su pertinencia, se está buscando probablemente factores tipo cómo repercute eso en una sociedad especifica, en un momento y tiempo particular. A partir de eso estableces una valoración. Añoro recuperar la pureza de leer por satisfacción.”

Sin querer, hablando de libros llegamos a discutir sobre distintas formas de lectura y cómo cada uno tiene una función y objetivo diferente. Los libros parecen tomar vida propia cuando se habla de ellos y la conversación se ramifica hasta lugares inimaginables.

El escritor genera el escrito, luego pasa por la edición y editorial que produce el libro. Finalmente, el librero se ocupa de venderlo. No es un proceso tan simple e individual. Se transforma en una especie de trabajo colectivo.

A lo largo de la historia, al ser el máximo vehículo de conocimiento, han ocurrido incontables atentados contra los textos e incluso algunos catalogados como prohibidos. Galileo pasó sus últimos años en prisión por conocimientos contradictorios a los de la iglesia. Rebelión en la granja, de George Orwell fue censurado en muchos países por su critica a las élites de poder. En el 2010 quisieron vetar Las Mil Noches y Una Noches por dañar la decencia pública. El diario de Ana Frank está prohibido en algunas escuelas de EEUU. Persépolis, de Marjane Satrapi, está vetado en Irán. Esos casos abundan más de lo que quisiéramos. Desde quemas de libros por los romanos y el régimen nazi; persecución de “libros malditos” de parte de la Santa Inquisición; hasta ahora en Florida con DeSantis.

Siguiendo la conversación con Jerónimo Pimentel, quien es un erudito de los textos, pasamos a hablar de la Feria del Libro de Lima. Es el evento cultural más atendido. Dentro de todas las artes el libro es el que más convoca, me afirma. Es un evento muy democrático, muy transversal y tiene más de 200 expositores. Registra asistencias de cientos de miles esta fiesta del libro. El último dato es de casi 500 mil asistentes en 17 días. A pesar de todo esto existe una profunda impresión de que en el Perú no se lee.

“Hay muchos dichos y decires al respecto porque la lectura es muy difícil de discernir. Hay la lectura de libros en su formato tradicional, pero también hay una lectura que es académica, universitaria, escolar, digitales, conversaciones de whatsapp, hay muchos tipos. Entonces, a qué nos referimos. Enfocado en lo tradicional, leemos comparativamente poco en la región, pero cada vez más si medimos la lectura por la compra, que es un salto, pero es el único dato duro que tenemos. Aun no se descubre cómo medir la lectura digital. Podemos decir, desde el punto de vista editorial, que leemos poco comparativamente. En Argentina la sociedad de autores y editoriales comenzó en los años 30s. La construcción de ese mundo tiene 100 años. En Colombia nace a partir de la década de los 60s. En México es una industria que tiene un espaldarazo estatal enorme con librerías en comparación a la mayoría de países de Latinoamérica. En el siglo 20 muchos países tuvieron una historia con condiciones para generar industrias editoriales fuertes. Este siglo el Perú no tenía un marco legal, recién desde el 2003, de fomento de lectura. Sin ese marco es difícil que se asiente y prospere el libro. Hemos llegado tarde a la fiesta, pero estamos avanzando. Ya tenemos editoriales establecidas, transnacionales e independientes. Hemos empezado a jugar el juego.”

Luego de hablar con dos personas, cuyo aprendizaje recibí, solo queda agradecer. El movimiento que gira en torno a los libros, su difusión, venta, producción, es compleja y vasta. Miles de personas se encargan de que continúe el flujo de libros. Es gracias a ellos que el progresismo del conocimiento continúa. Para terminar, dejo una esplendida respuesta sobre la importancia de la ficción en el desarrollo humano que me dio Jerónimo. Luego de esto, fui inmediatamente a comprar el libro que me había recomendado.

“La lectura te permite dos cosas. Una, es educar tu sensibilidad y construir tu mundo interior. Es un acto espiritual. Le doy la importancia que las religiones le dan al rezo o a la plegaria. A través del estímulo de la escritura elevas tu espíritu y lo transformas en imaginación. A partir de ese acto mágico e íntimo logras sentir, escuchar, saborear y ver cosas a las que de otra manera no tendrías acceso. Por otro lado, tiene un aspecto profundamente republicano, en el sentido de que salir de ti por la sensibilidad ajena te permite imaginar al otro, ser otro. Estoy convencido en que es una educación para la empatía. No siempre ocurre. Hay varios bribones lectores y escritores en la historia. Hay muchas malas personas que son muy buenos escritores. Es el vehículo idóneo para transmitir conocimiento. De lo que sea”.

En cuanto a la biblioteca de mi viejo, planeo cuidarla todo el tiempo que mi vida lo permita. Ampliarla y seguir sus planes de una casa con paredes de libros. También, ayudaré en lo que esté al alcance de mi poder en proteger a los textos de cualquier amenaza inminente.

 

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[EL CANCERBERO] Recientemente se publicó un artículo llamado “¿De Guatemala a GuatePerú?” (https://revistafal.com/descarga/22049/) en la revista “Foreign Affairs Latinoamérica”. Este hace un paralelo entre el proceso político guatemalteco y el peruano.

Este fue escrito por Alberto Vergara, doctor en ciencias políticas de la Universidad de Montreal y profesor de la Universidad del Pacífico y Aarón Quiñón, licenciado en ciencias políticas de la Pontificia Universidad Católica del Perú.

Si bien coincido con gran parte de lo planteado en el artículo, considero que este resalta episodios de la política peruana que validan una narrativa y silencia otros que la contradicen, critica ácidamente procesos que no han sido favorables a una posición política pero no hace lo mismo con otros igualmente criticables.

El artículo describe la situación política actual en el Perú como una de “vaciamiento democrático” en la cual, a diferencia del pasado, ya no existen partidos con programa y los políticos no tienen ni experiencia ni capacidad. En este punto coincidimos plenamente.

Menciona la importancia del proceso de lucha contra la corrupción que se inició a partir del escándalo Lava Jato y el efecto que este tuvo sobre los principales políticos del país. Se resalta dos hechos que se entiende fueron la reacción de las fuerzas políticas afectadas por la lucha contra la corrupción:

1) El intento del ex Fiscal de la Nación Pedro Chavarry de destituir arbitrariamente a los fiscales del caso Lava Jato y 2) La vacancia del expresidente Martin Vizcarra y la toma de mando de la presidencia por parte de Manuel Merino (expresidente del Congreso).

Sin embargo, no se mencionan otros hechos que son igualmente relevantes para entender la reacción de otros actores también relacionados con casos de corrupción:

1) La disolución del Congreso por parte del gobierno de Vizcarra utilizando el precario argumento de la “denegación fáctica” y 2) Que el Congreso que se eligió posterior a esa disolución decidió vacar a Vizcarra basado en indicios de corrupción.

El artículo es especialmente descriptivo cuando se refiere al proceso de vacancia de Vizcarra: “asaltaron el ejecutivo”, “clara voluntad restauradora y reaccionaria”, “coalición de ultraconservadores y ultra interesados”, “actores adversos a la democratización” entre otras frases.

Pero respecto de la disolución del Congreso por parte de Vizcarra no se observa crítica alguna.

El artículo critica a la derecha peruana por su comportamiento antidemocrático y tramposo al utilizar el falso argumento del fraude para descalificar la elección de Pedro Castillo. En este punto estamos de acuerdo.

Posteriormente explica que Castillo es vacado como fruto del golpe de estado que trato de cometer, asumiendo la presidencia Dina Boluarte, su vicepresidenta. Pero, a este proceso constitucionalmente correcto lo califica de “lotería presidencial”. ¿Corresponde esa calificación?

El articulo prosigue: “Mas del 70% de peruanos demandaban elecciones anticipadas, pero ni a ella ni al Congreso les importó”, “En la democracia peruana ya no quedan políticos ni demócratas con interés en rendir cuentas a la ciudadanía”, “Boluarte es la versión exitosa del fallido experimento de Merino, logra mantenerse en el poder a sangre y fuego”.

¿Sugiere el artículo que Boluarte no debía haber defendido la constitucionalidad de su mandato? ¿Boluarte necesariamente debía ceder a las protestas que intentaban forzar su renuncia?

¿Sugiere el artículo que el proceso democrático peruano debería ir por la ruta de la democracia directa? ¿Se debe hacer lo que la población demanda más allá de lo que la Constitución determina?

¿Qué tipo de precedente nos dejaría un adelanto de elecciones? ¿Cuándo, en el futuro, un candidato gane una elección presidencial, bastaría que la población demande su salida para que corresponda un adelanto de elecciones?

¿El Republicanismo que propone Vergara, es respetuoso de la Constitución?

El artículo continua: “Boluarte ha llevado la degradación peruana a nuevos sótanos”. Si se refiere a los más de sesenta fallecidos durante las protestas post golpe de Castillo, estamos de acuerdo en que estas muertes son inaceptables, un atentado contra los derechos humanos y que requieren ser investigadas y sancionadas de acuerdo a ley.

También es cierto que Boluarte ha sido tibia en su crítica y sanción a los actores del Estado que han sido responsables tanto directos como políticos.

Lo que no hace el artículo, que creo es indispensable para ser balanceado, es describir el contexto en el que se dieron las protestas y la represión. No solo había un Estado Peruano reprimiendo, también había un multitudinario movimiento de protesta que incluía grupos violentos y que tenía como objetivo restituir a Castillo en el poder y cerrar el Congreso.

El artículo se pregunta por qué, a pesar de compartir niveles de rechazo similares, cayo Merino, pero Boluarte no.

Explica que: 1) La represión a desanimado a muchos, 2) El gobierno de Castillo destruyo la representación de muchos sectores democráticos y 3) El bloque antifujimorista perdió legitimidad al no denunciar la corrupción de Castillo y su entorno durante su gobierno. Coincido en estos puntos.

Sin embargo, le falto añadir dos razones importantes: 1) La mayoría de peruanos no desea restituir a Castillo como proponen los líderes de las protestas y 2) La población intuye que una nueva elección no asegura ni un Congreso ni una Presidencia mejor a la actual, solo implica tirar los dados una vez más.

El articulo concluye que es necesario formar una plataforma de defensa del Estado de derecho, algo en lo cual coincido. Sin embargo, considero que ser laxo en el respeto de las reglas constitucionales es contradictorio con el objetivo de defender la democracia.

¿Qué sucede cuando el politólogo se convierte en político? Es probable que la falta de lideres políticos en el Perú deje un vacío que los politólogos estén tentados de llenar, pero eso no implica que deje de ser necesario diferenciar entre un análisis político objetivo e imparcial y otro que tenga como prioridad favorecer a una posición política particular. Y esto aplica, aunque se tenga la mejor de las intenciones.

Si bien la tesis que plantea el artículo es correcta, el diagnóstico es parcial. Estamos en un proceso de descomposición política y social, que en la posición actual del péndulo se inclina hacia la derecha, pero no es solo corrupción de un sector: afecta a la izquierda (Castillo, Villarán, Humala), al centro (PPK, Vizcarra, Toledo) y sin duda alguna, a la derecha (Fujimori, García). Todos deben ser criticados por igual.

¿Qué queda? La sociedad civil. Construir de nuevo.

@rafaelletts

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La presidenta de Ositran, Verónica Zambrano, ha señalado que le ha pedido a Lima Airport Partners, LAP, concesionaria del aeropuerto Jorge Chávez, que retire los carteles inclusivos en los baños del terminal, que permiten que la gente, de acuerdo a su identidad de género, elija qué servicio emplear. Puntualmente, que una mujer trans pueda usar el baño femenino.

“Puede dar lugar a confusión porque a partir de ese anuncio podrían entrar hombres vestidos de mujeres a baños de mujeres y ese no es el sentido que se le está dando actualmente a todas esas normas y declaraciones que hemos mencionado. [Con carteles inclusivos] alguien como Arnold Schwarzenegger puede entrar al baño de damas”, ha berreado la titular del organismo supervisor.

Lo que la presidenta de Ositran pone de manifiesto es transfobia y afán violatorio de derechos consagrados en diversos documentos internacionales, como la Convención Americana de Derechos Humanos.

Es una tragedia realmente la existencia de un espíritu conservador tan arraigado en el Perú. En todo lo que tenga que ver con lucha de derechos, salen sujetos de las cavernas a tratar de frenar todo avance y hacer que el Perú se quede encerrado en el establishment más segregacionista posible.

Así, se oponen al aborto, inclusive al terapéutico (el comunicado de la Conferencia Episcopal sobre el caso MILA es de una bestialidad brutal), al matrimonio gay, a la educación con políticas de equidad de género, a la tolerancia, en suma, a los vientos modernos que ya en otros países -muchos, inclusive, de la región- vienen recogiéndose y adoptándose.

Desde Locke y su Ensayo sobre la tolerancia, se identificó al liberalismo con ánimos respetuosos de la diversidad. En nuestro país, hay, sin embargo, “liberales” que se autodenominan conservadores, al mismo tiempo, como si fuera normal, cuando lo que en verdad son es libertarios en lo económico y conservadores en lo moral, no son liberales, y harían bien en señalarlo así y no ensuciar un término que arrastra siglos de acompañamiento a las libertades económicas, políticas y morales.

Ojalá LAP insista en su postura inicial y no haga caso de la monserga conservadora de la jefa del Ositran, cuyo nivel de indigencia intelectual nos llama la atención respecto de su idoneidad para ocupar el cargo que ocupa. La lucha por la libertad es permanente y desde todos los ámbitos que se pueda, se debe ir librando a diario.

La del estribo: muy recomendable una joya bibliográfica recientemente publicada. Cajamarca, belleza, soledad y coraje, un libro de fotografías de la bella ciudad andina tomadas durante los tiempos de la pandemia, efectuadas por el pintor cajamarquino José Luis Chávez Tejada. Los textos son de Alonso Rabi y la calidad gráfica es de primer orden. El libro se alinea con el pedido, que compartimos, de que la UNESCO declare a Cajamarca, cuyo centro histórico es una maravilla y su historia es icónica en nuestro país, como Patrimonio Cultural de la Humanidad. Lo encuentran en la librería El Virrey.

 

 

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[EL DEDO EN LA LLAGA  «Nel più alto dei cieli” es una obra claustrofóbica que llega a extremos de brutalidad insoportable con una temática que podría parecer ajena a estos excesos: la sociedad católica italiana. Y es una de las primeras películas cuya acción transcurre casi en su totalidad dentro de un ascensor.

Es un escenario que sería explorado posteriormente en la película alemana “Abwärts” (Carl Schenkel, 1984), la cual cuenta como un viernes por la tarde cuatro personas quedan encerradas en el ascensor de un edificio de oficinas: un estafador, un joven y una pareja a punto de romper su relación. Sus esfuerzos por escapar de esa situación sacará a relucir su lado más oscuro, generando conflictos que desembocarán en la violencia.

Otro ejemplo muy posterior sería el thriller estadounidense “Elevator” (Stig Svendsen, 2011), que sigue a nueve desconocidos atrapados en un ascensor de Wall Street, a 49 pisos sobre Manhattan, camino a una fiesta de la empresa, siendo que uno de los integrantes del grupo tiene una bomba. En los intentos del grupo por escapar y sobrevivir surgirán luchas y conflictos, con elementos claves como el racismo, la avaricia y la venganza.

También se puede mencionar la desconocida película italiana “The Elevator” (Massimo Coglitore, 2014), que cuenta con la participación magistral de los actores británicos Caroline Goodall y James Parks. El film narra cómo el exitoso presentador de un concurso televisivo de preguntas, Jack Tramell, llega a casa después de un largo día de trabajo. En el ascensor es atacado y dopado por una mujer aparentemente desquiciada. Dentro del ascensor detenido, Jack recupera la conciencia estando atado y se tendrá que enfrentar a un siniestro juego basado en las reglas del concurso “3 Minutos” que él solía moderar, orquestado esta vez por su secuestradora. La mujer, que se hace llamar Kathryn, persigue su objetivo de manera calculadora, cruel y despiadada, torturando a su presa. Pero ¿es ella realmente una persona desequilibrada y Jack la inocente víctima, como él insiste repetidamente en medio de su terror a la muerte? ¿O está Jack ocultando hábilmente un oscuro secreto que lo convierte en el verdadero victimario, objeto ahora de una sádica venganza?

En todo caso, el ascensor como espacio cerrado del cual es casi imposible escapar, sirve de escenario único a muestras de cierto cine independiente y se revela como un catalizador que saca a relucir las sombras y resquicios que oculta la naturaleza humana detrás de una fachada de buenas costumbres sustentada en relaciones amables y cordiales, pero que surgen de una hipocresía casi connatural a las personas de moral burguesa. Muy lejos se hallan estas puestas en escena de aquello a lo que nos tiene acostumbrados el cine comercial modelado según Hollywood, donde generalmente quienes se ven atrapados en un espacio cerrado sin salida actúan solidariamente y algunos se sacrifican por los demás miembros del grupo, aunque tampoco suele faltar uno que otro villano consumido por su egoísmo que termina muriendo ineludiblemente al final de la trama.

En la película de Silvano Agosti no ocurre esto, y los personajes, cristianos comprometidos de moral socialmente aceptada en la Iglesia católica, terminarán envileciéndose sin excepción, de una manera brutal y descarnada.

La historia nos muestra a un grupo de personajes que se dirigen a una audiencia con el Papa y quedan encerrados en un amplio ascensor de los edificios vaticanos, el cual sube y sube sin detenerse, con un contador de pisos que muestra números irreales y absurdos, tan absurdos como la situación que se nos plantea. En el grupo hay dos sacerdotes, tres religiosas, un político, un sindicalista, un periodista, un médico cirujano, un director médico, una señora de la alta sociedad y su hermana discapacitada mental, y finalmente un chico y una chica adolescentes. Aunque con diferentes aproximaciones a la vida, los une su catolicismo y su fidelidad y reverencia hacia el Sumo Pontífice. Al principio, reina un clima de cordialidad entre los participantes del grupo, mientras el altavoz del ascensor transmite continuamente la señal de Radio Vaticana: música coral de tonos celestiales, asépticas alocuciones desgranando el mensaje de la Iglesia, sermones clericales, melodías celestiales relajantes, el himno pontificio, etc.

Pero a medida que pasa el tiempo y el ascensor no llega a ninguna parte, comienzan a surgir los conflictos, que escalan cuando al sindicalista le da un ataque de claustrofobia, comienza a golpear las puertas del ascensor y casi estrangula a una de las religiosas, lo cual lleva al político a darle un golpe en la cabeza con el objeto envuelto que transportaba uno de los curas, que no era otra cosa que una custodia, un objeto sagrado que se utiliza para hacer exposiciones litúrgicas del Santísimo Sacramento. El sindicalista morirá poco después ante la absoluta indiferencia de los demás integrantes del grupo. A partir de este homicidio accidental y a medida que va pasando el tiempo, donde las horas parecen convertirse en días, las barreras morales de todos irán cayendo en su afán por sobrevivir. Al desconcierto inicial seguirán la incertidumbre, la angustia, el miedo, la resignación indiferente, el hambre y la violencia. Habrá un intento de violación de la adolescente por el cura más joven, canibalismo, asesinato premeditado, tortura del cura de mayor edad por ser un comunista, rompimiento del voto de castidad de parte de las dos religiosas más jóvenes, eutanasia —el joven adolescente ahoga por compasión a la joven adolescente—, suicidio, en medio de un ambiente de degradación humana y suciedad física y moral. ¿Cómo no pensar en eso cuando el único acto de colaboración de todo el grupo consiste en decidir a quién van a matar para poder comer y seguir viviendo?

Asimismo, los objetos litúrgicos que portan los curas pierden todo su significado sagrado y terminan siendo utilizados de manera indigna. La custodia es el arma que se utiliza en el primer homicidio y luego será utilizada como herramienta para golpear el panel y la puerta del ascensor, buscando desesperadamente una vía de escape. Uno de los integrantes se comerá las hostias para poder sobrevivir. Los vasos y recipientes litúrgicos son utilizados para orinar. Y todos, incluidos los curas y las religiosas, serán arrastrados por sus pasiones como cualquier ser humano común y corriente en una situación límite. Y en todos los integrantes del grupo se percibirá la mirada cansada, indiferente y condescendiente ante una situación de la cual no hay escapatoria.

El film no deja títere con cabeza. La joven víctima de la agresión sexual del cura alimentará bondadosamente a su agresor —ahora atado y sin las manos libres— con pedacitos de carne humana de unos de los cadáveres. El cura de mayor edad, partidario de las teorías marxistas, posee una edición de “El Capital”, obra cumbre de Karl Marx, con toda la apariencia de una Biblia de valor: edición de lujo con tipografía ornamentada. Y si bien despierta cierta simpatía por su conciencia social y porque es torturado por los conservadores del grupo que lo acusan de comunista —e incluso profiere palabras de Jesús en la cruz— también se hunde en la degradación cuando abusa sexualmente de la discapacitada y junto con otro sobreviviente, la mata para comérsela. Literalmente.

Cuando el ascensor llega finalmente a lo que parece ser el cielo, la puerta se abre y, rodeado de un aura de luminosidad, entra el Papa para impartir su bendición a la única sobreviviente de la masacre, mientras ésta agoniza pidiendo ayuda. Y de manera irónica, la música celestial y los mensajes invitando a vivir una vida en consonancia con los valores cristianos no han dejado nunca de sonar a través del altavoz del ascensor.

Evidentemente, nada de lo que se ve en el film ocurre en la realidad, pues estamos ante una metáfora despiadada de lo que ocurre entre los miembros de la Iglesia católica, muchos de los cuales, bajo una apariencia benevolente de compromiso cristiano, estarían dispuestos a despedazarse unos a otros, siguiendo actitudes ajenas al mensaje del Jesús de los Evangelios.

Silvano Agosti, con esta película lamentablemente desconocida, nos ha dejado una obra maestra del cine en la línea de “Saló o los 120 días de Sodoma” (1975) de Pier Paolo Pasolini, quien denunciaba con imágenes brutales y crueles los males del fascismo. De ese fascismo que parece ser actualmente la ideología de tantos católicos conservadores.

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[MÚSICA MAESTRO] Rock In Rio, Lollapalooza, Glastonbury, Pinkpop, Bonnaroo. Todos estos festivales le deben algo a Woodstock y, ahora, que acaba de cumplirse su aniversario 54, vale la pena recordar algunas cosas acerca de este evento contracultural que marcó la historia del rock y la vida de las casi 500,000 personas que allí estuvieron. En plena efervescencia del movimiento hippie, cuatro empresarios norteamericanos -John Roberts, Joel Rosenman, Artie Kornfeld y Michael Lang (fallecido en enero del año pasado, a los 77 años)- unieron sus esfuerzos y capitales para realizar un festival que reuniera a los mejores artistas del momento y que sirviera además como plataforma para que aquel contingente de jóvenes que, sobre la base de la filosofía pacifista, antibélica y prodrogas que servía de trasfondo ideológico del hippismo, pudiera demostrarle al establishment que eran capaces de asistir a un multitudinario concierto sin problemas. Y en buena parte lo consiguieron, aunque jamás imaginaron el impacto social y cultural que tendría su aventura.

Dos años antes, en 1967, el Monterey Pop Festival, célebre por el ritual pirómano de Jimi Hendrix y la electrizante actuación de Otis Redding, entre otros grandes artistas, había congregado a casi 60,000 personas. Tras una fuerte campaña publicitaria y habiéndose asegurado un lugar lo suficientemente grande -la hacienda de Bethel, propiedad de Max Yasgur (1919-1973), tenía un área de aproximadamente 600 acres (equivalentes a 240 hectáreas o 2.4 kilómetros cuadrados)- los organizadores habían calculado una asistencia máxima de 200,000 personas. Pero la enorme expectativa generada por los conciertos hizo que la cantidad proyectada terminara duplicándose, ocasionando una serie de problemas logísticos y, entre otras cosas, obligó a los organizadores a declarar el ingreso gratuito, debido a los cientos de miles de jóvenes que llegaban de diversos estados, trasladándose en caravanas. Esta situación se salió por completo de las manos de los encargados que vieron cómo se rebalsaban, literalmente, todas sus previsiones en cuanto a seguridad, orden, servicios higiénicos, etc.

Aun así, haciendo honor al slogan del festival, fueron tres días de paz, amor y música, que pasarían a la historia como la expresión más completa de lo que significó el movimiento hippie. Los saldos son conocidos: dos nacimientos, tres muertes, uno de los congestionamientos vehiculares más increíbles, líneas telefónicas colapsadas… y un conjunto de actuaciones memorables que quedaron registradas en el clásico documental, estrenado un año después y un excelente álbum triple, el de la famosa carátula que muestra a una joven pareja envuelta en una frazada, al amanecer del segundo día (foto del legendario reportero gráfico de la revista Life, Burk Uzzle, hoy de 85 años). Bobbi Kelly y N. Ercoline, los protagonistas de aquella icónica imagen se habían conocido tres meses antes del festival y, dos años después, se casaron. Estuvieron juntos 54 años, hasta el 19 de marzo de este año, en que Bobbi falleció a los 74 (aquí la historia contada a detalle por el periodista peruano Ricardo Hinojosa).

En esta época de rebuznadores urbanos, bataclanas disforzadas, personajes andróginos y sumamente homogeneizados, es revitalizador ver y escuchar, por ejemplo, a un descosido, desdentado y frenético Richie Havens (1941-2013), con su ronca voz y su golpeada guitarra de palo, estremeciendo el escenario con sus lamentos Freedom y Sometimes I feel like a motherless child. Una de las imágenes que siempre me han fascinado de ese primer día es ver cómo Havens se aleja del micrófono, encorvado y con la espalda bañada en sudor, inmerso en su rasgueo incansable, a pesar de haber roto una cuerda, cantando sin importarle si el público lo escucha o no.

O por ejemplo la encantadora voz de Joan Baez, embarazada, entonando a capella Swing low sweet chariot, himno de lucha por los derechos civiles, que se cantaba en las reservas amerindias del siglo XIX. O esa joyita de Arlo Guthrie -hijo de Woody Guthrie (1912-1967), el padre musical de Bob Dylan, autor de otro himno del folk norteamericano, This land is your land (1940)- titulada Coming into Los Angeles. Además de los mencionados, aquel viernes 15 de agosto, desde las 5:17pm, desfilaron otros grandes trovadores como Melanie, Tim Hardin y The Incredible String Band, así como el maestro Ravi Shankar (1920-2012), quien ya había cautivado a los rockers de la época con sus enigmáticos sitares, traídas desde la India, en el festival de Monterey.

El sábado 16, desde el mediodía, la electricidad se fue apoderando del escenario y el mar humano se aprestaba a ver en vivo a algunos de los artistas que marcaron a fuego el desarrollo del rock, expresión artística de enorme carga emocional y poder de convocatoria. Ese día, un cantautor folk poco conocido, líder comunitario y activista político, Country Joe McDonald (líder del combo psicodélico The Fish), hizo cantar a todo el mundo su I-feel-like-I’m-fixin’-to-die rag, una de las proclamas anti-Guerra de Vietnam más directas del festival.

Posteriormente, el filosófico recital de John Sebastian, dio paso a una ráfaga desconocida para los norteamericanos, un sonido que los hizo enloquecer. Las congas y ritmos caribeños del guitarrista mexicano Carlos Santana -en aquel entonces un desconocido inmigrante de apenas 21 años- deben haberse escuchado como traídos del espacio (o del infierno) en los oídos de los miles y miles de jóvenes, que, trepados en LSD y marihuana, sentían que cada nota les estremecía el alma y sacudía el cuerpo en un éxtasis (casi) sexual no muy difícil de imaginar. Esa versión de Soul sacrifice es una descarga de energía chamánica y talento musical indescriptible.

En la versión oficial del documental destacan, del segundo día de festival -que se extendió hasta el amanecer del tercero- las actuaciones de Santana, Sly & The Familiy Stone, un combo negro de soul y funk que alborotó al público con su frenética rendición de I want to take you higher; y el cuarteto británico The Who, que cerró con el excelente tema de la ópera Tommy, See me feel me. Lamentablemente, diversos problemas nos impidieron apreciar en aquella clásica primera versión de la película dirigida por Michael Wadleigh, algunas presentaciones capitales, que fueron reveladas décadas después. En el caso de Janis Joplin, según cuenta la editora y camarógrafa Thelma Schoonmaker, hubo unos inconvenientes con la cinta que contenía el concierto de la extraordinaria intérprete, quien fallecería al año siguiente, a los 27 años. Tampoco fue incluido en el largometraje la tocada de C. C. Revival, esta vez por cuestiones contractuales que no permitieron a los realizadores incluir canciones del cuarteto californiano liderado por el cantante y guitarrista John Fogerty. Uno de los casos más notorios fue el de The Grateful Dead, animadores del festival y de la subcultura hippie, cuyo concierto sufrió una serie de accidentes debido a la lluvia. El sonido falló permanentemente e incluso Jerry García y Bob Weir, líderes del grupo, recibieron descargas eléctricas de sus guitarras y micrófonos.

Aunque el programa oficial de conciertos anunciaba a los Jefferson Airplane para «cerrar la noche» del sábado, lo que hizo la banda psicodélica de San Francisco fue abrir el domingo con sus alucinadas canciones, viñetas sonoras de la movida de la Costa Oeste. Grace Slick recibe al público con un saludo en el que anuncia las “música maniaca matutina” tras los latigazos de electricidad que había lanzado The Who un par de horas antes (otro de mis momentos favoritos). Eran las 6 de la mañana. Luego del receso, en el que los asistentes aprovechaban para dormir, comer, bañarse en el río o divertirse jugando en el lodo, llegó el turno de otro británico, el cantante Joe Cocker y su grupo, The Grease Band. Ninguna de las versiones que el inglés ha cantado en años posteriores supera a su reinterpretación, esa tarde, de With a little help from my friends, tema original del LP Sgt. Pepper’s Lonely Hearts Club Band (1967) de los Beatles y que, en nuestro medio, se hizo muy conocida como cortina de la recordada serie Los Años Maravillosos.

Después de Cocker, una fuerte tormenta interrumpió brevemente el desarrollo del evento. Tras el escampe, unas horas después, vino otra tormenta, esta vez generada por la guitarra de Alvin Lee y su grupo Ten Years After. I’m going home es un arrebatado rock and roll a mil por hora, que Lee interpreta en estado de catarsis, aferrado a su Gibson ES-335, solo frente al mundo. Esa noche pasaron por la arena importantes grupos como The Band, Blood Sweat & Tears, Paul Butterfield y Johnny Winter, cuyas actuaciones tampoco figuraron en la película. Otra de las máximas atracciones del festival, los debutantes Crosby Stills & Nash, con intermitentes apariciones de Neil Young -quien solicitó expresamente no ser filmado-, saltaron a la tarima como portadores del nuevo sonido del folk norteamericano, casi a las 3 de la mañana. Armados solo con sus guitarras y sus voces, (David) Crosby, (Stephen) Stills y (Graham) Nash interpretan su Suite Judy blue eyes. Finalmente, Jimi Hendrix irrumpió ante un público ya disminuido -la gente había comenzado a irse durante la madrugada- y su concierto, que incluye la famosa interpretación del himno nacional de los Estados Unidos, en que el extraordinario guitarrista zurdo realiza una intensa alegoría acerca de los horrores de la guerra, imitando bombardeos y vuelo de aviones de combate con su electrizada Fender Stratocaster fue visto por una pequeña multitud exhausta, incapaz de percibir el valor artístico de lo que, en ese preciso momento, estaba ocurriendo.

El anecdotario acerca de aquellos artistas que no llegaron a actuar en el Festival de Woodstock es inmenso. Por ejemplo, The Jeff Beck Group -Jeff Beck (guitarra), Rod Stewart (voz), Ron Wood (bajo) y Aynsley Dunbar (batería)-, estuvo programado, pero se separaron una semana antes. El manager de Joni Mitchell decidió no aceptar la invitación, porque pensó que solo asistirían 500 personas. La compositora canadiense compuso, poco después, una canción dedicada al festival, que se hizo famosa en la versión de Crosby, Stills & Nash. Chicago Transit Authority -luego conocidos mundialmente como Chicago, habían estado en la lista original. Sin embargo, tenían un contrato previo con Bill Graham, por lo que en su lugar entró Santana, banda a la que también manejaba en ese entonces. Según el cantante y bajista Peter Cetera “estábamos molestos con él por hacernos eso”.

Los organizadores llamaron a John Lennon para pedir que The Beatles tocaran, pero Lennon exigió que incluyeran a su nuevo grupo The Plastic Ono Band, en la que cantaba su esposa, Yoko Ono. No lo volvieron a llamar. Para George Harrison, asistir a Woodstock tras pelearse con Paul McCartney durante las grabaciones del álbum Let It Be, fue un escape de aquella tensa situación. The Rolling Stones no fueron invitados, por dos razones: la primera, cobraban mucho más de lo presupuestado. La segunda, en ese momento tenían un éxito llamado Street fightin’ man, que podría haber dañado la onda pacífica del festival. Jethro Tull, que para 1969 había lanzado dos alucinantes discos -This was y Stand up! rechazó la invitación. Su líder, Ian Anderson, dijo: «no quiero pasar todo mi fin de semana en un campo repleto de hippies que no se han bañado». The Mothers Of Invention también recibió la oferta, pero Frank Zappa no aceptó: «Hay mucho barro en Woodstock». La participación de The Doors se canceló a último momento. Según el guitarrista Robbie Krieger, desistieron porque creyeron que sería una “repetición de segunda clase del Festival de Monterey”, pero después se arrepintieron de esa decisión.

Hoy abundan los análisis acerca de las verdaderas motivaciones del festival, así como los debates con respecto a la real trascendencia del hippismo y su significado: ¿Eran verdaderos ideólogos juveniles protestando contra la insensatez de los «mayores» o simplemente se trató de la masiva manifestación egocéntrica y hedonista de una generación ansiosa por validar sus comportamientos al margen de lo socialmente aceptado? Lo más probable es que haya tenido de ambas cosas, pero más allá de cualquier opinión personal o de estudios descontextualizados, resulta evidente que en el mundo actual, mientras que asuntos como la paz y el amor están cada vez más alejados de convertirse en insumos de una convivencia armónica, derrotados por la guerra, las ambiciones por poder y dinero, la comercialización del amor, la imagen y sus diversas manifestaciones, la delincuencia pistolera y la corrupción política- la música, sobre todo la que se hizo en aquellos tres días de agosto de 1969, aun vive entre nosotros, aun emociona, aun sorprende. En el 2019, por los 50 años de Woodstock, se estrenó el documental Woodstock: Three days that defined a generation (Barak Goodman), que recoge el espíritu libre y despeinado de aquel “verano del amor”.

 

 

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Contracultura, rock clásico, Woodstock 1969

En cuanto a su carácter disruptivo, como el que exhibe el candidato argentino Javier Milei, sí hay posibilidades de que surja algún símil peruano. Es más, ya ha ocurrido antes en nuestra historia, empezando con Alberto Fujimori y terminando con Pedro Castillo.

Lo que resulta improbable es que sea uno libertario conservador como el economista bonaerense, porque acá hay mucho por andar en materia de reformas económicas, pero no estamos, ni por asomo, cerca del desastre ocasionado por los peronistas en Argentina. Un discurso radical centrado en lo económico solo podría pegar si rompiese los cánones del mercantilismo imperante y se atreviese a proponer ideas contra el statu quo vigente, pero es difícil porque no tiene mucha capacidad de enganche con las preocupaciones ciudadanas.

Más bien, lamentablemente, la narrativa que sí podría tener arraigo disruptivo es aquella que va contra el sistema económico vigente. Lo demostraron las elecciones del 2021 y el fenómeno podría repetirse el 2026, sobre todo si la centroderecha y el gobierno no hacen algo relevante para impulsar la economía y, por ende, asentar positivamente las actitudes hacia la inversión privada y el libre mercado.

Según la encuesta de Ipsos que hemos referido en varias ocasiones, las principales inquietudes cívicas van por el lado de la inseguridad ciudadana y la corrupción. En base a ello, es más probable que surja un Bukele antes que un Milei. Y si lo combina con un discurso económico izquierdista, puede explicar, por ese lado, la aparición de un antiestablishment (siendo, hasta el momento, alguien como Antauro Humala el que más tramo ha recorrido en esa perspectiva).

Lo cierto es que un Milei o un Bukele de izquierda (el mandatario salvadoreño ya lo es) es el escenario más probable en el futuro electoral peruano. Y mientras avanzamos hacia ello, la prensa mayoritaria, la clase empresarial y los políticos de derecha, creen que la estabilidad mediocre de Dina Boluarte, merece contemplaciones y espíritu acrítico, dejándole servida a la mesa a quienes construyen su narrativa en base a la hipótesis de que Boluarte-Otárola y la derecha son lo mismo y es el orden establecido al que hay que derrotar en el siguiente proceso en las urnas.

 

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Argentina, Bukele, centroderecha, Dina Boluarte, Javier Milei
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