[REFLEXIONEMOS PERÚ]  Saludos estimados lectores, es grato nuevamente escribir para compartir ideas, desde este espacio de análisis, frente los nuevos escenarios políticos. Se abren nuevas ilusiones y esperanzas, para una Argentina “karmáticamente empobrecida en su economía”, por la casta política peronista. Después de 40 años de Democracia, y lucha contra el socialismo, Milei ganó la presidencia. ¡Ganó la libertad!

El economista liberal, libertario, más conocido como el “León”, se enfrentó al elefante Massa en el debate presidencial, y dejó claro un aprendizaje: No hay que tener miedo a decir la verdad. No hay que tener miedo a liberar la verdad y hacerle frente a la mentira. Atacar la mentira es un deber democrático sin embargo se enfrenta a una batalla que podría dejarlo solo sin respaldo.

Sin libertad no hay crecimiento ni desarrollo. Terminar con la pobreza, con la indigencia y con el cáncer de la inflación fueron sus banderas en su discurso final. Al mismo tiempo, responsabiliza a la gestión de esos funcionarios públicos del Estado que no ha sabido solucionar los problemas de la gente. Se enfrentó frontalmente a Massa al decirle: ¡Deja de mentirle a la gente!

Esto no es una guerra de discurso, esto es real. Recuperar la economía del Argentina no será tarea sencilla. ¿Cómo va privatizar las acciones del Estado? Por primera vez en la historia este triunfo de la libertad y de la democracia del siglo xxi ha sido una respuesta contra el “Kishneranismo”. El enojo mató al miedo. El enojo de Milei despertó a la ciudadanía y venció al miedo, y a la mentira.

El peronismo ¿qué reformas ha hecho? – Más que miseria. ¿Qué reformas o políticas de Estado haría Massa? Si lo único que ha hecho durante su ejercicio como Ministro de Economía es reventar los bolsillos de los argentinos con la mega inflación que altera los precios y la vida, día a día. Tampoco es verdad ni justo, mejorar la economía de un país, incrementando impuestos a los que más ganan. Tampoco es cierto que las reformas de las cuales hablaba Massa hubieran sido reales. Por otro lado, Massa en aras de ensalzar la política exterior, pidió abrir los brazos a los países de Latinoamérica para que den trabajo a los argentinos. ¿Acaso eximió al Estado su responsabilidad de generar empleo y competitividad? La política exterior se entiende mejor desde el impulso del libre mercado. No desde la generación del trabajo o esa educación pública – que expresó.

¿Qué hacemos con buenos profesionales competentes si la economía de un país vive de manera inflacionaria? De vuelta, mensajes tramposos, que dejan responsabilidad al gobierno de turno y que Milei supo leer muy bien.

Sergio Massa y toda la casta política de esa generación “kishnerismo” han quedado como traidores a la patria.

Los discursos socialistas o populistas con Milei han sido desenmascarados. Tanto así que Massa ya se dio de baja como político, a pesar de no haber culminado su período como Ministro. Lo que deja esta transición es una irresponsabilidad evidente. Tan descarada es la mentira encarnada de falsos políticos que evidencian lo que nunca les importa: la economía. Si queremos cambios, tenemos que cambiar la manera de cómo miramos la política y de esa forma de políticos que roban. Porque ¡es indignante! Latinoamérica y Argentina en especial, está harta y enojada de esos políticos que mienten para robarles a la población su futuro. – ¡Y yo también! – De esos políticos que abonan miedo para pegarle al contrincante. De esos políticos que no son políticos, ni líderes verdaderos.

Nueva etapa política, nuevas formas de ser políticos se abren para Latinoamérica.

“El fin de la decadencia argentina”- Javier Milei, discurso como presidente electo. No es más que el grito liberador de una democracia que debe evolucionar y liberarse de los discursos engañosos del socialismo – de esa izquierda popular que empobrece las economías de los países de Latinoamérica. Hoy, se abre una evolución de la democracia participativa, con la corriente libertaria, donde el papito Estado, o las Instituciones públicas no pueden ser los únicos garantes absolutos del desarrollo de los países. Porque la concentración del poder genera ambición, privilegios, botines “de amigos, grupos de interés”. Hoy, se encamina una esperanza hacia un nuevo modelo económico basado en la libertad, que busca democratizar los derechos de todos, para “ser un modelo de potencia mundial”.

En definitiva, necesitamos ciudadanías con más conscientes de sus derechos y libertades; que ordenen lo que la política a veces no puede ordenar. Necesitamos nuevos líderes, con vocación pública, que tengan valentía, y compromiso real de resolver los problemas sociales del que padecen los países de Latinoamérica. No pueden ser los mismos de siempre. Necesitamos desarrollar políticas de Estado y reformas orientadas al Bien Común.

La manera de hacer política desde el “buen discurso” caducó. Con Milei se inicia una nueva era de ser políticos viscerales, que pueden venir del sector privado o de la academia, para devolverle a la democracia institucional esa credibilidad que no tiene y que desde la participación de los ciudadanos en los medios digitales se puede lograr. Pero de nuevo, hay que tener coherencia de vida, integridad e interés –real- en la humanidad y en el desarrollo económico, social político con Visión País.  Por primera vez en la historia el triunfo de la libertad encarnada en Milei es la muerte de la mentira del peronismo. Realmente hay que ser valientes y no tener miedo a la verdad para liberar a la gente de ese lado oscuro tramposo del socialismo. Argentina hoy es libre y esto, se celebra desde Lima – Perú.  ¡Ganó la Libertad y la Verdad!

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[EL CORAZÓN DE LAS TINIEBLAS] Apenas ayer, la reconocida intelectual Irma del Águila, a través de su columna dominical, nos dio una buena nueva:  la película peruana KINRA había ganado el Astor Piazzolla de Oro en el festival de cine de Mar de Plata, evento muy prestigioso a nivel internacional.  Para la académica, el galardón obtenido por la ópera prima del director Marco Panatonic -de guion en quechua- no solo contradice los malos augurios del congresista Alejandro Cavero, quien ha señalado que el cine peruano es de baja calidad e interés, sino que pone sobre el tapete el controversial proyecto de su colega Adriana Tudela quien viene promoviendo en el Congreso Nacional, un proyecto cuya intención es disminuir drásticamente el apoyo del Estado al cine nacional.

El trasfondo de esta circunstancia es una guerra ideológica, la misma que se viene librando en el mundo, pero en su versión nacional. Vivimos una edad centrífuga, tanto a la derecha, ultraconservadora y adversa al diálogo democrático, como a la izquierda, desde su postura progresista radical, como marxista extremista. En este caso en particular, la que se ha expresado es la derecha peruana, o ultraderecha para ser más precisos, porque por derecha sigo evocando un sector liberal en lo económico y en lo político, lo que implica también la defensa de los derechos fundamentales, si acaso esa tendencia aún es representada por alguien en el Perú.

¿Qué hay detrás de Kinra?

Detrás de la cinta Kinra se discute un modelo de sociedad, o un modelo de inclusión democrática, de acuerdo como los describe Norbert Bilbeny en su texto Modelos de Inclusión Democrática (2002). En este artículo, Bilbeny propone cuatro modelos de inclusión democrática que van desde la segregación, que felizmente casi ya no existe, la agregación, en donde una sociedad puede admitir diversas culturas, pero otorgándoles concesiones a cada una en la legislación para que, en mayor o menor medida, se mantengan separadas; la asimilación, que es monocultural, pues la cultura dominante y sus leyes deben ser acatadas e incorporadas por grupos que eventualmente proceden de otros acervos culturales y, finalmente, la integración, en la que se busca que los diferentes componentes culturales de una sociedad dialoguen entre sí y compartan sus características. Este modelo parece más adecuado, aunque es cierto que con él se pueden perder valores autóctonos sacrificados en pro de una convivencia común.

La praxis supera siempre los esquemas a los que queremos reducir la realidad. Por ello, los cuatro modelos de inclusión democrática antes descritos difícilmente se presentan en estado puro. Lo que suele ofrecer la realidad es combinaciones entre estos. Por otro lado, es preciso también señalar que cada país presenta una realidad distinta por lo que la mejor política a aplicar depende de la sociedad que es objeto de estudio.

Según datos proporcionados por el diario El Peruano en 2021, 4´380,088 de peruanos, el 16.3 % de la población, tiene como lengua materna una originaria, es decir, distinta al español. Asimismo, en el Perú se habla más de 80 lenguas originarias, todas ellas vinculadas a culturas y tradiciones ancestrales. Si le damos al tema una mirada histórica, lo que debería sorprender no es que más de 3 de cada 20 peruanos tenga como materna a una lengua originaria, sino, al contrario, que solo queden 16.3 % de peruanos en dicha condición.

Me explico, hace solo cinco o seis décadas la mayoría de los peruanos hablaba lenguas originarias, en nuestra región andina se hablaba el quechua o el aimara. Eventualmente sus ciudades más importantes eran apenas bilingües y allí pararíamos de contar. Otro tanto, las etnias rurales de la Amazonía. Entonces, a lo que realmente asistimos es a un proceso sistemático de disminución de hablantes de lenguas originarias lo que evidencia el abandono del mundo rural por parte del Estado, no solo en lo que se refiere a los servicios básicos que debe brindar, sino a políticas culturales que promuevan, en tanto que patrimonio inmemorial, la conservación de nuestras lenguas originarias.

Una política en sentido inverso de su conservación solo puede catalogarse de segregacionista, cuando no de asimilacionista. El primer caso es inaceptable per se, el segundo lo es en un país como el nuestro, cuya historia nos habla de pueblos aborígenes sometidos al dominio español en el siglo XVI y que, hasta hoy, mantienen vigentes sus lenguas originarias, prácticamente sin apoyo del Estado.

Es verdad que el proceso de migración masiva de la segunda mitad del siglo XX contribuyó, mucho, y de manera espontánea, a la expansión del español por todo el país. El migrante comprendió que, en un país en cuyas ciudades costeras predominaba la lengua española, y que lo hacía desde una abierta postura de discriminación hacia el otro, aprender la lengua local constituía un mecanismo básico de adaptación y de supervivencia. Por eso no les trasmitió a sus hijos sus lenguas originarias y por ello estas se fueron perdiendo.

Pero estamos en 2023, ya hay políticas estatales -aunque insuficientes- de conservación y difusión de las lenguas originarias, inclusive en la escuela y en algunos organismos públicos. De hecho, la constitución de 1993 establece en su título acerca de los derechos fundamentales, en su artículo 19, lo siguiente:

Toda persona tiene derecho:

A su identidad étnica y cultural. El Estado reconoce y protege la pluralidad étnica y cultural de La Nación. Todo peruano tiene derecho a usar su propio idioma ante cualquier autoridad mediante un intérprete.

Asimismo, de acuerdo con el título acerca de los derechos sociales y económicos de todo peruano, el artículo 17 sostiene que El Estado (…) fomenta la educación bilingüe e intercultural, según las características de cada zona. Preserva las diversas manifestaciones culturales y lingüísticas del país. Promueve la integración nacional.

Es una pena pues (aunque democráticamente estén en su derecho. Con perdones, pero jamás abdicaré en mi defensa de la libertad de opinión y, en general, de todos los derechos fundamentales que derechas e izquierdas están tan dados a vulnerar en estos tiempos) que, a estas alturas del Bicentenario de la Independencia, algunos congresistas parezcan desconocer no solo lo más fundamental de nuestro texto constitucional, sino lo más fundamental de aquello en lo que consiste la nacionalidad peruana, si acaso existe, pluricultural a más no poder, inclusive desde antes de que a Francisco Pizarro se le ocurriese desembarcar en estas tierras.

Bien con Kinra, bien por un triunfo que es del quechua no en oposición al español -cuidado con los maniqueísmos- sino en su lucha por obtener un lugar junto al español, tanto en el nivel del habla y de la enseñanza, como en el de culturas que hace mucho deberíamos compartir y dialogar en el espacio armónico de una nación consciente de su historia, y, por lo tanto, de sí misma.

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Ganó la derecha las elecciones presidenciales en Argentina y eso es algo para celebrar. La república sudamericana ha roto con el funesto peronismo que la había postrado en la mayor crisis económica de su historia reciente y cuyo representante era justamente el candidato presentado, Sergio Massa.

Con Javier Milei volverá la racionalidad económica, la sensatez fiscal y monetaria, la apertura de los mercados, la libertad de cambios, la agenda proinversión, el fin de la barbarie económica que había llevado al 40% de argentinos a la pobreza. Votar por Massa se explica solo por la ciega lealtad peronista, porque el nivel de irracionalidad de sus seguidores era equivalente al de quienes votaron por Luis Alva Castro, en 1990, en el Perú, luego del apocalipsis económico que desplegó el primer alanismo.

Se ha votado por un loco outsider para salir de la locura económica peronista. Los millones de argentinos que han votado por Milei no son, claro está, libertarios, pero el hartazgo de la crisis que se incuba desde hace años en Argentina los ha llevado a patear el tablero y votar por un candidato excéntrico y radical que prometía incendiar la pradera.

Es menester sin embargo, estar atentos a que la ideología conservadora de Milei en asuntos sociales y morales, no termine de desmontar las indudables conquistas que al respecto ha logrado Argentina (políticas de género, derecho al aborto, salud y educación públicas: la UBA es la mejor universidad hispanoamericana del planeta).

Un liberal pleno no se puede comprar el combo completo de Milei, porque el mismo, de prosperar (cuestión difícil, porque no tiene mayoría en el Congreso), haría retroceder a Argentina en los temas referidos, que deberían ser caros a cualquiera que propugne las ideas de la libertad no solo en el ámbito económico sino también político y social.

Pero en el tema económico, que es esencial y quizás el más importante en estos momentos en Argentina, el triunfo de La Libertad Avanza, es una noticia que debe celebrarse por todo lo alto. Y hacer votos para que sirva de ejemplo continental que revierta la ola colorada que ya se ha visto en Brasil, Colombia y Chile en particular y que, de no desalinearse los astros, amenaza el futuro peruano.A

Milei asume el 10 de diciembre. Ojalá no cometa el error gradualista que llevó a Mauricio Macri al fracaso y al posterior regreso del peronismo por todo lo alto. Para romper con el populismo hay que ser radical, porque aquél es una plaga que se infiltra silenciosamente. Veamos nomás cómo en nuestro país se ha desmontado inadvertidamente gran parte del modelo de los 90 y hoy ya pagamos las consecuencias de ello. Aviso para los candidatos de la derecha peruana: nada de remilgos, las cosas claras y la toma de decisiones sin ambages.

 

 

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[MIGRANTE DE PASO] Tras pasar tres controles policiales uno llega a pies del estadio. Al entrar se tiene que subir varias escaleras para llegar a la tribuna de popular donde La 12, la barra brava de Boca, se sitúa. Me acomodé a un costado de las escalinatas sin numerar. Pensé que iba a mirar el partido sentado, pero estaba equivocado. Lo que comienza como grupos apartados termina siendo un grupo de miles de personas amontonadas. No puedes moverte más allá de lo que las barras y saltos te permiten. Estás completamente rodeado de personas. Felizmente soy alto. Alguien chato no podría ver nada del partido.

La mayoría de gente tatuada tenía uno o más diseños en honor al club. El ambiente se va convirtiendo. Estás rodeado de una locura desmedida que contagia. Recordé las palabras de mi amigo bodeguero que me decía “yo no necesito psicólogo sólo ir a la cancha”. No estoy de acuerdo, pero entendí a lo que se refería. Es catártico. Antes de entrar estaba nervioso, pero tras unos minutos de empezar el partido se me había ido cualquier rastro de intimidación. No me sabia ningún cántico, pero tarareaba. Luego me aprendí alguno y los seguí.

Era impresionante, no hubo ningún momento en silencio. Media hora antes del partido ya estaba parado, no había espacio para sentarse y las barras ya habían comenzado. Ya había visto un clásico argentino en la barra de River en el Monumental, pero no hay punto de comparación. Creo que por fin entendí a Argentina después de este partido. Ni en el Vaticano había visto semejante devoción.

Boca acababa de perder la final de la Copa libertadores y eso incentivó a que lo reciban con más aliento. Antes de empezar el partido prendieron humaredas azules y amarillas en la cancha para recibir al equipo. Yo estaba emocionado por ver a Advíncula, quien salió entre millones de aplausos por ser la figura del equipo. Lo aman. Más de una vez le dije a la gente a mi alrededor que era peruano como él. Si de algo no me arrepiento al migrar a otro país es de nunca ocultar mi nacionalidad ni adaptar mi forma de hablar o evitar que reconozcan mi extranjería. A pesar de la situación tormentosa en la que está mi país, estoy orgulloso de ser peruano.

Unos minutos después del pitido de inicio, extendieron una bandera a lo largo de toda la tribuna donde me encontraba. Ayudé a jalarla hasta estar cubierto por completo. La gente bailaba de un lado para el otro, empujando, siguiendo lo que la canción decía. Es un espectáculo más allá del partido. Entras en un trance compartido donde te olvidas de todo. Esta semana son las elecciones del país entre un psicópata y el fracasado actual ministro de Economía, que ya es mucho decir, pero a las personas dentro del estadio parece no importarles mientras siga existiendo Boca Juniors.

Estaba fumando y me pidieron encendedor, pensé que era alguien que quería prenderse un cigarro también. Sacó una bengala y la encendió. Casi me deja ciego el humo. Sólo había visto una en televisión y ahora estaba a mi costado. Me devolvió el encendedor y siguió moviendo la bengala de un lado para otro. Todo olía a pólvora mezclada con marihuana. Acabó el primer tiempo. El tiempo voló. Yo sentía que habían pasado cinco minutos. Salir de donde estaba para ir al baño fue todo un esfuerzo. No había espacio ni para salir. Me demoré entre pedir permiso y que me dejen algún espacio para poner el pie. Nunca más pude regresar a mi sitio. Me compré una Pepsi de litro y medio y la compartí con la gente que estaba alrededor mío, en mi nuevo sitio, un poco más atrás.

Ahora solo veía la mitad de la cancha, el techo me tapaba la otra mitad y tenía que agacharme para poder verla toda. Los niños más abajo se trepaban en las rejas y gritaban desaforados. Yo me esperé un ambiente violento, pero no lo era. Había niños y familias felices. No vi ni una sola pelea y la gente se abrazaba como si se conociera de toda la vida. Sí había personas que tenían apariencia intimidante, pero sonreían. Eran como una familia gigante. Seguían los cantos, la locura y el marcador seguía 0-0. Tenían que ganar para poder llegar a la Copa Libertadores del próximo año.

la BomboneraYa era el minuto 90 y cobran penal para Boca. Marcaron gol y sentí el famoso retumbar del estadio, parecía que se iba a caer. Era como si todo el mundo hubiera gritado gol. Las banderas de las tribunas seguían y la alegría que veías se apoderaba de ti. Era imposible no gritar con ellos. Entre los gritos me fui alejando y apenas sonó el pitido final bajé por las escaleras. Al salir del estadio es como si regresaras a la realidad. Tuve que caminar como 15 cuadras hasta encontrar un taxi disponible. Desde lejos se seguía escuchando el estadio. Cuando llegué a mi departamento seguía con la adrenalina disparada por la Bombonera.

 

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[INFORMES] El humo de las bombas lacrimógenas cubre los exteriores del edificio ubicado en el 801 de la Avenida Salaverry mientras las fuerzas de orden no escatiman gritos y empujones para ahuyentar a quienes se encontraban en la calle. El edificio es la sede del Ministerio de Salud y las personas contra las que se usaron las bombas lacrimógenas no son grupos extremistas que buscan generar disturbios ni integrantes de la barra brava de algún de equipo de fútbol en pleno enfrentamiento con sus rivales sino las enfermas que meses atrás eran las heroínas de una pandemia que había devastado al Perú.

En medio de este caos, Sudaca pudo conocer la historia detrás de este inesperado enfrentamiento que ha llevado a que las enfermeras peruanas vean al ministerio de su sector como un actor indiferente a sus necesidades y hasta dispuesto a exponerlas a la violencia de otros grupos.

EL ORIGEN DEL CONFLICTO

Seis años atrás, cuando el Ministerio de Salud se encontraba bajo la conducción de Patricia García, se firmó un acta sobre la escala remunerativa de los profesionales de la salud. En este documento, este ministerio de comprometía a reducir las brechas salariales entre los profesionales de la salud.

Este proceso comprendería varios tramos y tenía como objetivo llegar al 2021 con el objetivo cumplido. Sin embargo, la pandemia del Covid-19 cambió el panorama en 2020 debido a la emergencia sanitaria que concentró todo el esfuerzo del sector salud. Para 2022, las conversaciones para que se retome lo pactado en 2017 fueron retomadas, aunque con un desenlace inesperado.

Según relató a Sudaca, Judith Cabellos, presidenta de la Federación de Enfermeras del Ministerio de Salud del Perú (FEDEMINSAP), el Ministerio de Salud cometió un error con el presupuesto y optó por utilizar el dinero que estaba destinado para cumplir con la escala remunerativa pactada para repartirlo con otros trabajadores del sector salud.

“Como es político y quiere bañarse en popularidad con ese sector de los técnicos anuncia como iba a ser la distribución de dinero y nosotros íbamos a ser los afectados”, señala Cabello y agrega que el ministro César Vásquez Sánchez ha logrado que ella, como representante de las enfermeras, sea víctima de violencia verbal y física así como de acusaciones falsas.


“Nosotros no nos oponemos que les aumenten, pero no pueden coger un presupuesto que está destinado a un sector y dárselo a otros”, aclara Judith Cabellos y explica que, desde el Ministerio de Salud, se intentó generar un conflicto entre las enfermeras y otros trabajadores del sector al tratar de instalar una versión según la cual la Federación de Enfermeras del Minsa estaban en contra de aumentos para otros trabajadores.

EL ERROR DEL MINISTRO

“El ministro acepta que ha ocurrido una equivocación”, relata Cabellos sobre la reunión que pudieron sostener con el titular del Minsa semanas atrás. En este encuentro, que recién pudieron gestionar mediante la intervención de algunos congresistas, César Vásquez habría reconocido que el reclamo que hacían las enfermeras era justo.

Sin embargo, pese a reconocer que estaban exigiendo lo que les correspondía, el ministro Vásquez alegaba que no contaba con el presupuesto para cumplir con el tramo pendiente de la escala remunerativa en cuestión y no sabía cómo solucionarlo. “Él manifestaba que a una enfermera se la había aumentado un 176% y eso es falso”, cuestiona Judith Cabellos. La representante de las enfermeras comenta que, si fuese cierto lo dicho por el ministro, las enfermeras ganarían aproximadamente cinco mil soles cuando recién en 2013 lograron un aumento para ganar S/. 2239.

La cifra de enfermeras afectadas por este error del Ministerio de Salud es de cincuenta y siete mil y, a pocos días de someterse a aprobación el presupuesto para el sector salud, este grupo teme que el objetivo de la escala remunerativa pactada años atrás cumpla otro año sin cumplirse.

“Nosotros no vamos a descuidar a nuestros pacientes. No lo hemos hecho durante una pandemia y menos lo haremos en estos momentos. Nos debemos a nuestros pacientes”, agrega Judith Cabellos antes de terminar la entrevista y manifiesta su preocupación debido a  que, durante las jornadas de protesta pacífica en los exteriores del Ministerio de Salud, ha observado la presencia de obreros de construcción civil lo que las lleva a temer ante nuevos episodios de violencia.

 

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[PIE DERECHO] Es imperativo que la élite empresarial, académica y sindical reingrese a la arena política y recupere los fueros de un ámbito de acción que sido capturado por las mafias ilegales que pululan en nuestro país: el narcotráfico, la minería ilegal, la trata de personas, el tráfico de tierras, el transporte informal, el contrabando, etc.

El capitalismo delictivo ha capturado los partidos y prácticamente todos los poderes públicos (alcaldes, gobernadores, congresistas, ministros y hasta llegó a la Presidencia, bajo el mandato de Pedro Castillo), alejando de la política a los mejores cuadros técnicos y académicos. Con su capacidad de financiamiento ha logrado, además, asegurar su presencia dominante en cuanta campaña electoral se despliega.

La desafección política es un mal global, pero en el Perú alcanza ribetes mayúsculos por algunas razones particulares, y ello le abre las puertas a las mafias que aprovechan el vacío generado. La informalidad, que signa al 80% de la Población Económicamente Activa, genera ciudadanos inactivos por naturaleza, los aleja de la actividad política, porque el día a día les gana; la despolitización universitaria ha roto la cadena de transmisión generacional que antes la política tenía, recogiendo cuadros de renovación de las canteras estudiantiles; la crisis pavorosa de los medios de comunicación ha destruido una atmósfera de discusión política que de alguna manera complementaba a las calles como campo de acción de debates y polémica; la politización de la justicia ha hecho que los mejores se desanimen de ingresar a un terreno del que van a salir mal parados, con una mochila de juicios y persecuciones judiciales aplastantes.

Por eso la importancia de las reformas políticas que propendan a la ruptura de esta porosidad de la democracia respecto del capitalismo delictivo. La aprobación de la bicameralidad y la reelección es una gran noticia. Ahora toca complementar ello con otras reformas consecutivas, pero básicamente con la manutención de las primarias abiertas, simultáneas y obligatorias, las llamados PASO, que le otorguen a la ciudadanía poder sobre las cúpulas partidarias, que tienen incentivos perversos para permitir la influencia de dichas mafias. Las PASO le rompen el espinazo a los dineros mafiosos que se quieren perpetuar en la vida política.

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[MÚSICA MAESTRO] Durante años se rumoreó su llegada a nuestra capital, sin concretarse. Miles de fans de The Cure organizaban grupos en Facebook, lanzaban cartas abiertas a los promotores de conciertos pero nada. Problemas de agenda, problemas en la banda, problemas. En plena época de megaconciertos, la visita de The Cure seguía siendo una deuda pendiente para el público limeño. Sin embargo, la espera por la cura a tanta ansiedad llegó la noche del miércoles 17 de abril de hace una década, y con sabor a sobredosis.

Fueron más de tres horas de concierto, quizás el más largo que se haya producido -de un solo grupo- en Lima, suficientes para que The Cure demostrara, luego de 34 años de trayectoria hasta aquel 2013, por qué siempre fue considerado el buque insignia de ese volátil combo de subgéneros que incluye new wave, post-punk, shoegazing, dark rock, gothic rock, dream pop, dance pop, del cual muchísimos grupos no resistieron la prueba del tiempo. Y ¿cuál es el secreto? Ninguno, solo el talento de su líder, factótum y único miembro original Robert Smith. Su virtuosismo, originalidad y carisma han permitido que The Cure perpetúe su estatus de grupo leyenda del rock, no solo de los ochenta sino de todos los tiempos.

En la nota de contracarátula que Perú21 publicó la mañana siguiente mencionaron que, entre los temas que interpretó The Cure, destacó “To me”. Me pareció un ejemplo contundente para graficar el desdén y la ignorancia con los que la prensa convencional trata estos importantes eventos musicales. En televisión el resumen de noticias no podía ser más aburrido: los pleitos verbales entre Ollanta Humala y Nicolás Maduro, el funeral del líder aprista Armando Villanueva, la melindrosa Nadine Heredia y sus poses amplificadas en Canal 7, “el Canal del Estado y no del Gobierno” como suelen repetir a manera de cantaleta todos, cuando saben perfectamente que es del Gobierno y no del Estado, desde siempre. Pero del concierto ni una letra, ni una imagen, ni una mención en el cintillo de titulares. Las notas «más extensas» de los demás diarios -incluyendo la portada de la sección Luces de El Comercio- abundaron en lugares comunes y adolecieron de reseñas aburridas. Incluso hubo uno que tuvo la osadía de poner una foto de Carlos Alcántara viendo el concierto. ¿Ni siquiera la nombradía de esta banda merece que se olviden de las pachotadas de la farándula local? La respuesta es, por supuesto, no.

Dicho eso, hablemos de aquel show. Hubo dos teloneros, a quienes no vi (Kinder y Resplandor) y supongo que, más allá de lo mal o peor que hayan sonado, tuvieron la noche de sus vidas. Bien por ellos. Cuando llegué a mi ubicación en tribuna norte, como a las 9pm., el Estadio Nacional ya lucía casi lleno. Para la polémica quedará decidir si las casi 40 mil personas estaban realmente seguras del grupo que habían ido a ver o, como yo creo, un gran porcentaje habrá salido de allí con rostros somnolientos preguntándose “¿por qué habrán tocado tanto si solo tienen cuatro conocidas?”

En todo caso, Robert Smith (voz, guitarra y una ocasional zampoña), Simon Gallup (bajo), Roger O’Donnell (teclados), Jason Cooper (batería) y Reeves Gabrels (guitarra) prepararon para aquella primera visita al Perú un kilométrico setlist con el que se propusieron complacer a toda su gama de seguidores: desde los más fieles conocedores de su vasta discografía hasta los advenedizos que únicamente han escuchado las mismas tres o cuatro canciones que rotan en las radios desde hace 25 años, desde que se hicieran populares a partir del LP Standing on a beach: The singles (1986) -línea inicial de Killing an arab-, la primera recopilación oficial del grupo; y los videoclips que programaba Gerardo Manuel en Disco Club.

Casi media hora después de la hora anunciada, la música ochentera -en clave new wave del más duro- que se escuchaba de fondo se apagó y comenzó a sonar una inesperada e incomprensible ranchera. Un atisbo de papelón rondó mi mente por un momento: “¿Y si la banda creía que estaba en México?” En fin, nada grave pasó y cuando saltaron al escenario el estadio simplemente estalló. Y The Cure lanzó la primera parte de su concierto, de dos horas de duración, de corrido y sin respirar, intercalando los temas con escuetos «gracias» que a veces sonaban a estornudo. Por allí pasaron temas luminosos como Just like heaven, High, In between days, Friday I’m in love, viñetas mágicas como Open (que abrió la noche), Push, Lullaby, Pictures of you, Lovesong, Fascination street y bombazos oscuros como The end of the world, Play for today, Trust, A forest y One hundred years. Distintas épocas, distintos matices de una banda que llegó a nuestro país sonando mejor que nunca.

La prensa convencional, idiotizada por las cotidianas coberturas a programas y personajes intrascendentes, se fijó principalmente en el sobrepeso de Robert Smith y sus patillas canosas. Sin embargo, nadie apuntó que el cantante, compositor y guitarrista, a cinco días de cumplir 53 años -hoy tiene ya 64 cumplidos- conservaba su voz intacta, tal y como la escuchamos en míticos álbumes como Pornography (1982), The head on the door (1985), Kiss me kiss me kiss me (1987), Disintegration (1989) o Wish (1992), algunos de los discos que más contribuyeron al repertorio que estuvieron paseando, con algunas modificaciones, en esa gira del 2013 que marcó su retorno, después de 25 años, a Latinoamérica.

Simon Gallup, convertido en su lugarteniente desde la primera deserción de Lawrence Tolhurst en 1987, lanzó sus líneas de bajo profundas y muy bien tocadas, desde la distorsión hasta los quiebres jazzeros de The lovecats y la onda disco de Let’s go to bed. Roger O’Donnell, que reemplazó a Tolhurst y es ya parte de la historia de la banda, dominó todo desde sus teclados y aportó mucha emoción durante los temas más oscuros. El baterista Jason Cooper exhibió un pulso más duro que el de su antecesor Boris Williams y Reeves Gabrels, ex guitarrista de aquella banda Tin Machine que David Bowie formara a finales de los ocenta, hizo olvidar completamente a Porl Thompson, con una técnica y filo rockero que acrecentaba la tensión en los momentos más sombríos que ofreció The Cure durante el show, complementando el trabajo guitarrístico de Smith, pletórico en tonalidades graves y punteos aparentemente simples pero capaces de generar esa carga emocional tan característica del grupo.

Luego de esa monumental primera descarga de 25 canciones, el quinteto abandonó el escenario del Estadio Nacional por primera vez. Las noticias en internet ya habían puesto en sobreaviso al público (me refiero al público seguidor de la banda): “The Cure sigue con su costumbre de realizar shows extensos, que pueden llegar a las tres horas de duración”. De manera que era obvio que iban a salir otra vez. Los demás, un tanto aturdidos por tantas canciones «desconocidas», alistaban sus celulares y cámaras digitales para captar el momento en que la banda saliera a tocar Boys don’t cry.

Pero The Cure no hizo concesiones así, tan fácilmente. Como si el concierto comenzara de nuevo, la banda hizo seis canciones más, extraídas del más tenebroso baúl de sus posibilidades sónicas: The kiss, If only tonight we could sleep y Fight del disco Kiss me kiss me kiss me (1987); y Plainsong, Prayers for rain y Disintegration del álbum del mismo nombre pusieron a volar a los conocedores, a sorprender a los nuevos con sentido de la apreciación y a dormir a los poseros, con muros de sonido -cortesía de densas guitarras y teclados – y alaridos vocales que pusieron a prueba a aquel público que esperaba más hits radiales.

Segunda desaparición del grupo. Y aun faltaban canciones. El cierre vino con una colección de temas clásicos, todos en clave más optimista: The lovecats, The caterpillar, la esperadísima Close to me (la “To me” de Perú 21 ¿se acuerdan?) y las festivas Hot hot hot y Why can’t I be you? calentaron lo suficiente a la multitud antes de lanzarle a la cara lo que tanto estaba esperando: Boys don’t cry, ese gran éxito de 1980 que da título al primer-segundo álbum del grupo -en realidad fue un single que después se convirtió en disco-, tocada a un tiempo más acompasado, que hizo saltar a todo el estadio. Para finalizar, dos clásicos más: 10:15 Saturday night y Killing an arab -basada en la novela El extranjero de Albert Camus-, interpretados con furia desatada, algo alucinante si tomamos en cuenta que ya eran más de las doce de la noche y la banda llevaba tocando tres horas y veinte minutos. Una proeza de resistencia y entrega al público.

El sonido y las luces fueron de primera, además de los impresionantes equipos de filmación que la banda trajo, pues piensa elaborar un documental de esta gira. Detrás de los músicos, una inmensa pantalla LED proyectaba imágenes que iban desde referencias a las carátulas de sus álbumes hasta dantescas escenas en blanco y negro, de una resolución sorprendente. Todo un acontecimiento musical y artístico que, a pesar de no recibir el tratamiento debido por parte de la prensa, pudo ser disfrutado por los miles de personas devotas que esperaron tanto la llegada de esta icónica banda británica. Y por los miles de infiltrados que fueron a tomarse fotos para sus Facebook.

Este 22 de noviembre, The Cure nos caerá nuevamente con la misma formación que remeció el Estadio Nacional hace diez años: Robert Smith (voz, guitarra), Reeves Gabrels (guitarra), Simon Gallup (bajo), Roger O’ Donnell (teclados), Jason Cooper (batería) y un integrante más, Perry Bamonte (guitarra, teclados), músico asociado a la historia del grupo, primero como asistente de guitarras en los ochenta y, en la década siguiente, reemplazando por un breve lapso a O’Donnell. La gira, que recorrerá varios países de Latinoamérica, se titula Shows of a lost world, una variación del nombre del que vendría a ser su décimo cuarto álbum con material original, Songs of a lost world, cuyo lanzamiento se viene anunciando desde el año 2022 pero aun no se produce formalmente, a pesar de que vienen circulando canciones en diversas plataformas digitales. A esperar.

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Conciertos en Lima, Robert Smith, The Cure

[EL DEDO EN LA LLAGA] Según se cuenta en la página web de la rama peruana de la congregación, el P. Natili tuvo que dejar su tierra natal en 1870 debido a los vientos revolucionarios que soplaban en Italia, trasladándose a Múnich, donde en 1874 entraría a trabajar junto con Mons. Angelo Bianchi como secretario de la Nunciatura Apostólica.

«Más adelante en el año 1890 conmovido por la dura realidad que afrontaban los pobres y enfermos de Alemania en tiempos de pos-guerra [en referencia a la Guerra Franco-Prusiana de 1870 a 1871] fundará una congregación religiosa femenina que se dedicará completamente a manifestar a los enfermos y pobres la misericordia y el amor de Dios. […] El P. Natili, como buen conocedor de medicina y ejercitando su ministerio religioso, estuvo siempre al servicio de los enfermos pobres. Haciendo uso del ingenio que poseía, llegó a alcanzar buen prestigio, tanto así que la fama de sus curaciones, realizadas gracias a los medicamentos naturales, lo hizo familiar a muchos adinerados quienes recompensaban sus servicios».

Lo que no dice la página web es que Natili era seguidor de las ideas del conde Cesare Mattei (1806-1896), iniciador de la electrohomeopatía y elaborador de productos naturales de tan dudosa efectividad como su pseudociencia. “Vendedor de sebo de culebra”, se diría en el Perú.

«Por la popularidad adquirida y por su obra (habiendo también fundado casa para los pobres y las religiosas) el P. Natili se gana la envidia y la enemistad de los médicos y de los padres alemanes, los cuales basándose en calumnias abren un proceso donde lo acusan por abuso en el ejercicio de la medicina. Este proceso termina con el decreto de la expulsión del P. Pedro Natili de Baviera y por ende de Alemania. Es así como tiene que regresar a Italia, su tierra natal».

En 1900 lo encontramos de regreso en Roma.

«Fueron muchas las contradicciones que acompañaron el camino del P. Natili, pero lo más terrible y fuerte que él jamás hubiera podido esperar llegó de manos de su superior en el mes de agosto de 1904. Es mediante una carta en donde éste le dice con duras palabras que desde hace mucho tiempo está ya fuera de la orden. Esta cruda e incomprensible realidad sumirá su corazón en un profundo dolor, llevándolo a pasar noches enteras en medio de lágrimas y desconsuelos. La congregación a la que él había dedicado toda su vida, hoy después de 50 años lo echaba fuera sin explicación alguna de esta separación. […] A la mañana del 16 de febrero de 1914, contando Pedro Natili con 71 años, se fue apagando poco a poco su vida. Ésta fue la vida de un hombre que, respondiendo al llamado de Dios, sembró la semilla del Evangelio en muchos corazones; un hombre que, con su ejemplo de entrega y servicio, manifestó el amor misericordioso de Dios a sus hermanos, especialmente en los pobres y enfermos, en quienes descubrió el rostro de Cristo sufriente».

Hasta aquí los extractos de la biografía del P. Natili, que probablemente será modificada o eliminada de la página web en un futuro cercano, pues la verdad que ha salido a la luz es otra. Es la misma congregación la que ha tomado las riendas para conocer sin filtros el pasado de su fundador. Y esto por iniciativa de Regina Pröls, la superiora general residente en la sede en Alemania, donde las religiosas son conocidas como las Franziskusschwestern von Vierzehnheiligen (Hermanas Franciscanas de Vierzehnheiligen), en alusión a la Basílica Vierzehnheiligen (Catorce Santos) en Bad Staffelstein (Alta Franconia, Alemania), en cuyo terreno tienen su casa madre las hermanas de esta congregación de derecho diocesano del arzobispado de Bamberga, la cual cuenta no sólo con comunidades en el Perú sino también en la India.

La investigación de la historia de la congregación, sobre todo en su etapa fundacional, se realizó en colaboración con la Universidad de Ratisbona y con el acompañamiento de la teóloga Barbara Haslbeck, colaboradora académica del proyecto de investigación “Violencia contra mujeres en la Iglesia católica”. Y lo que salió a luz revela el lado oscuro del fundador, llenando de grietas la historia oficial que se mantenía sobre él. Pietro Natili había sido un abusador sexual, según hechos documentados ocurridos entre 1885 y 1899, y este habría sido el motivo por el cual fue expulsado en 1900 de Baviera.

Según declaraciones de la superiora general Regina Pröls al portal informativo katholisch.de, a partir de los archivos históricos se descubrió que el Padre Natili abusó sexualmente de tres religiosas y de otra mujer muy cercana a la congregación. Sin embargo, también se presume que habría un número desconocido de víctimas adicionales. Tal como consta en los registros judiciales, una mujer casada que fue a confesarse con él quedó embarazada. Según la denuncia, el P. Natili le administró una sustancia que provocó un aborto meses después. Posteriormente esta mujer tuvo otro hijo con él. Natili justificó su abuso mediante sus conocimientos médicos. Disfrazaba sus acciones como exámenes médicos. Dado que también era el confesor espiritual de la comunidad de hermanas, se ha de suponer una conexión entre el abuso espiritual y el abuso sexual.

El tribunal no pudo probarle ninguna de estas imputaciones y el caso fue archivado. Esto se debió a que, a juicio del tribunal, no había pruebas suficientes, además de los plazos de prescripción y el hecho de que la legislación de la época solo reconocía la violencia sexual contra las mujeres bajo ciertas condiciones. Eran acusaciones para las cuales no se tenían pruebas en el sentido legal. Nunca hubo una condena del sacerdote, ni por abuso sexual ni por sospecha de aborto. No hay escritos ni correspondencia de las hermanas al respecto. Lo que que se sabe hasta ahora proviene exclusivamente de los archivos judiciales. Sin embargo, se ha de notar que la Oficina Real del Distrito de Múnich escribió en ese momento que las mujeres víctimas eran dignas de fe y que se les creía.

Concluye Regina Pröls:

«Me horroriza el poder que debe haber tenido el Padre Natili, de modo que las afectadas, que tuvieron que pasar por todo esto, no pudieron liberarse de él y se quedaron en la comunidad. Debe haber existido una dependencia extrema para que esto sucediera. También debe de haber habido hermanas que encubrieron sus acciones y apoyaron así el sistema de abuso porque le eran leales. En aquel entonces, él era el confesor de las hermanas».

¿Qué sucedió con el Padre Natili después del juicio? Si bien penalmente no se le pudo probar nada, debido a su nacionalidad italiana finalmente fue «expulsado en consideración al bienestar público», según se indica en los documentos del Reino de Baviera. El Padre Natili luego se trasladó a Austria y posteriormente a Italia, donde fundó un seminario para muchachos y falleció en 1914. Incluso en las últimas semanas de su vida algunas hermanas de Múnich fueron a cuidarlo hasta su muerte.

La confrontación con sus orígenes ocupa a las Hermanas Franciscanas desde el año 2020. Es la primera vez en Alemania que una congregación religiosa toma la decisión de hurgar en el pasado para conocer la verdad, aunque ésta sea incómoda y vergonzosa. «Porque sólo quien conoce realmente su pasado tiene un futuro y puede configurarlo libre de violencia», ha recalcado la superiora general Regina Pröls.

«A pesar de todos los aspectos oscuros en la historia de nuestra comunidad, también existen aspectos luminosos. Sabemos que muchas cosas buenas sucedieron en los primeros días de nuestra historia religiosa gracias a nuestras hermanas. La comunidad de aquel entonces también podría haberse desmoronado. Hoy sabemos: ¡eran mujeres fuertes! No se rindieron y, a pesar de todo, se dedicaron al servicio de los enfermos y cultivaron su vida espiritual. Donde hay sombras, también debe haber luz, y viceversa».

No es la primera vez que la visión idílica de un fundador se derrumba ante evidencias históricas. Ocurrió con el P. Marcial Maciel (1920-2008), fundador de los Legionarios de Cristo, en los últimos años de su vida, a quien sus seguidores consideraban un santo y de quien también se decía que había tenido que pasar por sufrimientos e incomprensiones.

Algo semejante se dijo del P. Josef Kentenich (1885-1965), fundador del Movimiento Schönstatt, cuando el Vaticano le ordenó en 1951 separarse de su obra y abandonar Europa, exilio que cumplió en Milwaukee (Estados Unidos) de 1952 a 1965, cuando regresó a Alemania. Sin embargo, después de la apertura de los archivos de la época de Pío XII a principios de julio de 2020, se hizo público que las razones detrás del destierro de Kentenich no eran únicamente diferencias teológicas, sino que el Santo Oficio lo estaba sancionando por abuso sistemático de poder en perjuicio de las religiosas de Schönstatt. Según la historiadora de la Iglesia Alexandra von Teuffenbach, quien hizo pública esta información, estos abusos también incluían casos de abuso sexual.

Si la Iglesia católica ha canonizado a personajes tan cuestionados como Josemaría Escrivá de Balaguer (1902-1975), de cuyas pregonadas virtudes hay legítimas dudas, y al Papa Juan Pablo II (1920-2005), de cuyos actos encubridores de abusadores sexuales de menores van apareciendo cada vez más evidencias, la necesidad de investigar el pasado se hace cada vez más acuciante y necesaria. Pues el sistema eclesiástico que facilita y permite los abusos, y garantiza a los abusadores protección e impunidad, no es cosa sólo del siglo XX o del siglo XXI. Existe y se mantiene en pie desde hace siglos.

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