No se cierra un círculo, al contrario. El prologuista de la antología, el poeta Cayre Alfaro señala con acierto: “La escritura poética de Rocío es un viaje y, como tal, busca diversos registros, distintas avenidas. En ese sentido, el verso y la prosa alternan generando tanto diálogo como tensión textual. Además, dicha búsqueda por nuevos caminos lleva al poema a dialogar con diversos formatos como la fotografía, el teatro y la música” (p.8).

Es decir, no estamos frente a una poesía que se escribe con una voluntad de amplitud, con un ansia de incorporar elementos que contribuyan a sus fines: explorar la realidad no con un fin documental, sino como un espacio que invita a los lectores a reflexionar sobre diversos ámbitos de la experiencia histórica y social: la memoria, las tragedias cotidianas que enlutan al país y ese drama sin final previsto aún que significa ser mujer en el Perú. Recomiendo recorrer las páginas de Una herida menor, título que resulta irónico e incluso autoindulgente, dados los problemas que mira con osadía y, sobre todo, sin olvidar el aliento poético, ese trabajo con el lenguaje que saca al discurso de la comodidad o el mecanicismo noticioso, poesía al fin.

Rocío Silva Santisteban

Una herida menor. Antología poética 1983-2022. Rocío Silva Santisteban. Lima: Animal de Invierno, 2022.

Y aunque los temas que desfilan por esta especie de cuaderno de escritor son variados: la amistad, el cine, el jazz, el recuerdo de personajes de diversas épocas, la remembranza de lecturas y autores, son sin duda los momentos dedicados al oficio de escribir los que cobran mayor relevancia, en la medida en que esos apuntes podrían representar una proyección del autor en relación con su propia escritura, es decir, hablando de otros o preguntando a los otros, posiblemente encuentra respuestas para sí mismo.

En ese sentido, uno de los pasajes más reveladores es una pregunta hecha por Niño de Guzmán a Ray Bardbury. Cito: “La única vez que tuve la oportunidad de hablar con Ray Bradbury (…) le pregunté si sentía placer cuando escribía. Su primera reacción fue estallar carcajadas, lo que hizo que me diera cuenta de mi desatino. ¿Cómo diablos le preguntaba eso a un narrador al que parecían adorar las musas, quienes le susurraban en el oído una historia tras otra apenas despertaba cada mañana? Luego, al percatarse de mi incomodidad, el autor de Remedio para melancólicos se puso serio y me dijo, muy rotundo: ´Si no fuera así, pues simplemente no lo haría´” (p.197).

La pregunta pro el placer de escribir, siempre presente. En un mundo que se cae a pedazos, víctima de la estupidez, el odio y la incongruencia, preguntarse por el placer de escribir podría parecer ofensivo e incluso contradictorio. Por más que el ejercicio literario sea hecho en condiciones adversas debe haber, intuyo, momentos de iluminación y liberación que permiten al escritor seguir escuchando sus latidos. Me resisto a creer que no hubo nunca placer en estos apuntes de Niño de Guzmán, apuntes que son, sin duda, la mejor invitación a su universo personal y narrativo.

Guillermo Niño de Guzmán. Hasta perder el aliento. Cuaderno de letraherido 1. Lima: Tusquets, 2022.Guillermo Núñez de Guzman

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Una memoria híbrida. Prosa y poesía se dan cita sin conflicto. El tránsito de las convenciones narrativas a los destellos de la poesía ocurre de modo natural y fluido. Mención aparte para el silencio: varias páginas en blanco asoman entre las letras del diccionario personal de Tokeshi. Le pregunté en una entrevista reciente y aun inédita qué significaba eso y él me respondió que los lectores debían usar ese espacio para dialogar con Sanzu, anotando quizá una pequeña historia suya.

Terminado el diccionario, pasamos a una sección titulada “La otra orilla”, en la que la experiencia se vuelca al terreno de los versos. Poemas de aliento epigramático casi todos, dan cuenta también de la experiencia vital pasada por el tamiz de la memoria. Las ilustraciones, a cual más primorosa, siguen. Dejo una muestra del hermoso poema “Casa”: “La casa donde crecí no tenía ventanas/ era de adobe y en cada terremoto se rajaba una de/ sus altas paredes // Fui el último en abandonarla // dos meses después/ un muro se desplomó/ mató a ocho personas // la muerte era su llamado” (p.145).

En pocas palabras Sanzu nos invita a un viaje, realista en relación con la historia familiar –en ocasiones cercana a un contenido dramatismo sentimental (ver como ejemplo la libresca historia de amor de los padres del artista)– y simbólico en relación con la poesía que sirve para expresar el transcurrir de la vida entre el asombro, la nostalgia y la construcción identitaria del autor. La verdad que asoma finalmente es que como Sanzu, la vida es también un río donde navegan la melancolía y la memoria.

Alonso Rabí

Eduardo Tokeshi. Sanzu. Lima: Reservoir Books, 2022.    

Por eso celebro que la Feria del Libro Ricardo Palma cumpla 50 años, un ejemplo de constancia que ni siquiera la pandemia pudo frenar. No tengo cifras actualizadas de los índices de lectoría actuales en nuestro país, pero sospecho que hay un crecimiento, si no considerable, al menos auspicioso. Más editoriales, más librerías, más ferias y eventos vinculados al libro parecen decir eso.

Es un buen momento también para que los dirigentes piensen alguna vez en el libro y en todo lo que significa. Para que, por ejemplo, cumplan de una vez con la devolución del IGV a las editoriales pequeñas. Para que dejen de mirar la actividad editorial como algo menor. Para que al fin exista la voluntad permanente de construir, implementar y poner en todo lo alto a las bibliotecas públicas, en especial a las distritales, muchas de ellas un verdadero páramo. 

Felicito desde este modesto espacio a la Cámara Peruana del Libro, que hoy, justamente, inaugura la “edición oro” de la Feria del Libro Ricardo Palma. No es para menos. Fiesta para el libro y para los lectores. Vaya, asista a las actividades, lea. Usted mismo se lo va a agradecer.Alonso Rabí

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Alonso RabíNo faltan reflexiones sobre los diarios, género que Ribeyro cultivó con rigor y constancia para construir quizá el proyecto más ambicioso de esta especie en nuestra lengua: La tentación del fracaso. En un momento se lee: “Aparte de la cotidianidad y de la veracidad de los diarios íntimos, hay un tercer elemento que los caracteriza y al cual debe asignársele una importancia capital: la libertad de la composición o, en otras palabras, la casi inexistencia de una técnica específica del diario íntimo” (p.253). La anotación nos hace volver a las páginas de La tentación del fracaso para comprobar allí mismo la validez de su afirmación. Fragmentos, carnets, microrrelatos, anécdotas cotidianas, comentarios de lectura o de escritura, incluso micro ensayos –además de algunos notorios intercambios con Prosas apátridas– confirman una postura reflexiva ante la escritura.

Solo me queda saludar la aparición de esta edición que recoge 76 textos publicados entre 1953 y 1994, que amplían la primera edición de 1976 y otras posteriores, que incluye las fuentes de procedencia de los textos y algunas sorpresas como Proverbiales, un libro de no ficción que el autor no pudo terminar. Así las cosas, podemos sopesar un magnífico libro que, junto a Paisajes peruanos, de Riva Agüero, El sol de Lima, de Luis Loayza o La verdad de las mentiras, de Mario Vargas Llosa, constituye una de las cumbres del ensayo en el Perú. Que empiece la caza.

Julio Ramón Ribeyro. La caza sutil. Lima: Alfaguara, 2022.

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Julio Ramón Ribeyro, Literatura

Los perros del paraíso, en cambio, parece ceñirse más a los patrones de una novela histórica convencional –aunque cuestiona y a veces ignora la historia canónica sobre el tema– desarrollando de esta forma un relato lineal y que nos hace ver, desde el inicio, el férreo convencimiento de Colón respecto de su empresa, las intrigas palaciegas, los requiebros de diversos personajillos que merodean la corte de los reyes católicos e incluso se desliza la posibilidad de un lance entre el almirante y la reina Isabel.

La novela se divide en cuatro partes, correspondientes a los elementos presentes en la cosmovisión de los nativos americanos: aire, fugo, agua y tierra. Su propósito es sin duda desmitificador, la novela no parece desear tanto establecer verdades inamovibles sobre la conquista como sí invitar a repensarla. Su lenguaje, que llamaré “poco argentino” es decididamente barroco, algo no muy frecuente entre novelistas rioplatenses, hecha la excepción de Mujica Láinez.

Ambas novelas tienen en común inscribirse en un proyecto que desde la ficción revisa los hechos históricos y trata de colocarlos a una dimensión creativa, es verdad, pero también plenamente crítica. Quizá el valor de estas narraciones no es el mismo que puede tener una fuente histórica, de acuerdo, pero sus retratos suelen ser poderosos y convincentes y eso no es poco decir. Captar el espíritu de una época, trazar las oscuras líneas que conforman el temperamento de un personaje como Colón, así como resaltar sus luces, son retos que a mi parecer cumple mejor una novela que un texto de historia, sin desmerecer a nadie. Vale la pena internarse en las páginas de El arpa y la sombra y Los perros del paraíso. Si su visión de la historia no cambia, querido lector, al menos se enriquecerá.

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Colón, Crítica, ficción, Historia

Solemos pensar en Ribeyro fundamentalmente como cuentista. No debemos olvidar que en otros géneros ha dejado huellas muy perdurables, como el teatro en el caso que nos ocupa. Ribeyro emplea aquí una idea fundamental de su cuentística: dar voz a quienes no la tienen, a esos personajes grises y pequeños que a pesar de estar fuera de los radares del poder no están impedidos de tener, a su modo, un perfil heroico. Santiago, el pajarero es un texto atesorable porque, entre otras cosas, nos regala a un personaje que pertenece a la estirpe maravillosa de los hacedores de quimeras, de esos que nos dejan inimitables lecciones de vida. Y eso se agradece.

Mención aparte para las ilustraciones de Julio Granados, que dan al texto no solo un adecuado ritmo visual al pasar las páginas, sino también un espíritu lúdico que acompaña a la perfección el carácter soñador de De Cárdenas. Recomendado sin reservas.

Alonso-RabíJulio Ramón Ribeyro. Santiago, el pajarero. Ilustraciones de Julio Granados. Lima: Revuelta Editores, 2022. 

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Literatura

El humor y el ludismo tienen en la poesía peruana referentes ineludibles, como Carlos Oquendo de Amat, cuyo Cinco metros de poemas (1927) incluye un “Intermedio” que resuena en Alfaro Fonseca a través del poema cartel “Poema publicitario”; o Luis Hernández, muy presente en “Diálogo” (p.40) o “Joven de cuarenta años dirige videoclip” (pp. 41). Lecciones que el joven autor de estos poemas, por lo que se ve, ha aprovechado bastante bien. 

A estos elementos hay que sumar el poema “Palabras falsas (ensayo por corregir)” y la sección (o libro inserto) Bonus Track: ambos apelan a modales aforísticos y a una fragmentación intencional para internarse en temáticas apenas insinuadas antes, entre ellas una puesta a prueba del lenguaje (de su propio lenguaje) y un examen autocrítico de las posibilidades de los propios textos para internarse en la realidad y juzgarla. Aquí nos quedamos, esperando (tarde o temprano) más de Alfaro Fonseca. 

Quince minutos de receso. Cayre Alfaro Fonseca. Lima: Personaje Secundario / El Laboratorio. Lima, 2022. 

Quince-AlonsoRabí

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Literatura, poesía

Sobre el costumbrismo pesa también el estigma del aburrimiento o la extrema simplicidad, pero aguzando el ojo se puede advertir la enorme tensión que existe entre los discursos de dos de sus representantes más destacados: Manuel Ascensio Segura, de mirada liberal y empática hacia los sectores populares y Pardo y Aliaga, en su tiempo un monárquico que no hizo nunca un esfuerzo por ocultar dicha filiación y que hoy sería todo un señorón conservador.

Claro, me dirán, no hay un Dickens, ni un Thackeray, mucho menos un Balzac o un Flaubert. A cambio de eso, hay un corpus de textos que permite acercarse a un mundo que, como el nuestro de hoy, vive la crispación propia de la búsqueda de definiciones, más aún, la frustración de dicha búsqueda.

No pondré más ejemplos. Un esfuerzo editorial como el de MYL es una aventura a través de los distintos derroteros que configuran nuestra historia intelectual y cultural. No se trata solo de ver pasar escuelas, vertientes y representantes con la falsa suficiencia de un diccionario. Se trata de contar con textos cuya edición cuidada permite finalmente una lectura de todos los elementos que se dan cita para dar vida y forma –nunca definitiva– a nuestra propia tradición. Esto es algo que como lector agradezco. Y mucho.

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el padre Horán

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