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Alonso Rabí Do Carmo, autor en Sudaca - Periodismo libre y en profundidad | Página 5 de 16

En segundo término, hay autores que desconozco por completo o no he leído. Eso, naturalmente, no me convierte en miembro de una cofradía que quiere beneficiar a alguien ni en parte de una novela nostra que se parece mucho más a una fantasía conspirativa que a una realidad patente. Es cierto que entre las muchas novelas que se mencionan pocas o ninguna vienen del interior del país, aunque esto es relativo: si vemos el origen de los autores, muchos no son limeños; si nos guiamos por los datos editoriales, claro, la mayoría son libros impresos en Lima. Me queda en claro que se deben mejorar, en todo caso, los mecanismos de distribución y circulación de textos. Y también procurar que los espacios de crítica, mayormente digitales hoy, se ocupen de ellos en la medida de lo posible.

Que si la encuesta fue cerrada, que miren la lista de los invitados a responder, que si la metodología es la correcta, etc. Todo eso se puede discutir y no hay por qué escaldarse. Pero de ahí a lanzar acusaciones de favorecimiento hay un salto un poco temerario. Que nueve de los diez libros que encabezan la lista sean de una misma casa editorial es una circunstancia fuera de mi control: recuerdo haber leído País de Jauja en la edición de La Voz; conservo aún mi vieja edición de Crónica de San Gabriel en Tawantinsuyu; Redoble por Rancas de Scorza en Monte Ávila; Ximena de dos caminos en Peisa, en fin. No se me hubiera ocurrido votar pensando en quién es el editor o el sello. Solo en cada novela y en su importancia, según yo, mis lentes de paciente astigmático y mi almohada. Nada más por ahora, lectores.

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Literatura peruana, Novelas, Perú

El ensayista, por cierto, construye su propia imagen. No es gratuito por ejemplo que se refiera a Mozart en estos términos: “se esforzó por ser un artista libre, sin ninguna fatal subordinación, emancipado de la mansedumbre exigida por un jefe supremo (…) fue el primero entre todos los que se rebelaron frente a un destino de agobiante obediencia, y tercamente conquistó su autonomía” (p.114).

Destaco también el manejo de la ironía y el humor. El inicio de “El noble genio de Camus” es, en ese sentido, aleccionador: “La superficial creencia de que Albert Camus fue mejor periodista que ensayista, mejor ensayista que dramaturgo y mejor dramaturgo que novelista empezó a propagarse cuando su cadáver aún no se enterraba en Lourmarin. Incluso en los obituarios más elogiosos, sus detractores empezaron a reprocharle la extrema claridad de sus ideas, juzgando que tanta claridad no podía congeniarse con una profunda reflexión” (p.157).

No faltan observaciones igualmente perspicaces sobre la vida cotidiana así como tampoco una coda que contribuye a pensar el ensayo como híbrido: un puñado de ¿poemas? ¿apuntes? de carácter narrativo e impregnados de reflexividad. Termino diciendo que este es un libro brillante, acometido con falsa modestia, como se deduce del breve prefacio escrito por su autor: “A fin de cuentas, es el bloc de un hombre ocioso, echado a perder, que únicamente trabaja cuando tiene ganas y no se propone más que disfrutar soltando palabras como quien juega con naipes incompletos y dados que nunca dejan de rodar”. Si ese era el plan, lo cumplió con creces.

 

Bloc de viaje. César Silva Santisteban. Trujillo: Nectandra Ediciones, 2023.

Nájar describe con puntillosidad el contenido del fantasmal libro vallejiano. Y reflexiona con agudeza: “¿Qué aporta este primer libro fantasma? [se refiere a Nómina de huesos] En primer lugar, la hegemonía en Vallejo de la poesía sobre todas las otras exigencias de la vida. Además de lo que él mismo dejó anotado en una de sus libretas: ´No es poeta el que hoy pasa insensible a la tragedia obrera…´, estamos ante la confirmación de que en su obra plantea una de las poesías más intensas del siglo XX escrita por un bárbaro escapado de una aldea andina para venir a extraviarse en el río de las calles de la ciudad más cosmopolita en los días previos a la Segunda Guerra Mundial” (p.25).

A eso se añade que esta poesía, aunque mantiene lazos con Trilce, apunta a nuevos derroteros: la confrontación de la experiencia urbana, una reescritura de los vínculos materno-filiales, el relativo alivio de su angustia existencial por el entusiasmo que provoca el socialismo en el poeta y por supuesto la sutil construcción de una identidad que mira al universo sin descuidar la presencia andina. Según Wolfang Iser, en el vínculo entre el texto y el lector se halla la única posibilidad de vida del texto y para ello es necesario que el lector tenga una postura proactiva. Esta edición de Vallejo según Larrea y acometida con rigor por Jorge Nájar nos invita, justamente, a reavivar el fuego de la lectura.

 

Los poemarios fantasmas de César Vallejo. Jorge Nájar. Lima: Sinco Editores, 2022.

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César Vallejo, Literatura peruana, poesía peruana

Sí. El poder es en este libro el eje crucial. Sus ventajas, que son pocas; sus flaquezas, que son abundantes y muy riesgosas, son pasadas por el tamiz de la intimidad, por el filtro de pensamientos que se mantienen en el ámbito de lo privado (el mundo interior del personaje) y nunca se traducen en componente de su discurso político.

Sarmiento no está solo en la tradición latinoamericana. Ya el propio Caparrós nos entregó otro ejemplo brillante cuando publicó Echeverría, otra figura central en la historia argentina de mediados del siglo XIX. En la misma clave, recuerda también al Alejo Carpentier de El arpa y la sombra, donde teje y desteje a Cristóbal Colón. ¿Qué elemento guardan en común? Yo diría que algo de enorme importancia: darnos la posibilidad de derrumbar al mito en la lectura y quedarnos con una imagen más humana del personaje. Acaso demasiado humana.

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Historia, Literatura, Martín Caparrós

El arte, e incluyo a la literatura en él, es autónomo. Está abierto a permanente interpretación e incluso podría decir que es posible intervenir en ellos, por ejemplo, a través de operaciones de reescritura o por mecanismos de adaptación. Pero nada, ni en teoría el mejor propósito del mundo, puede justificar la mutilación o mudanzas de por sí cuestionables en textos que además de pertenecer a un autor, nos pertenecen a todos los lectores. Estoy seguro de que, por ejemplo, retirar las escenas de la Opa Marcelina en Los ríos profundos, de José María Arguedas, nos privaría de conocer una de las representaciones más intensas y conmovedoras de la precariedad humana. Descreo que su lectura nos convierta en misóginos o violadores. 

En fin. Hacer que la niña que lee a Joseph Conrad aparezca ahora leyendo a Jane Austen o eliminar alusiones a la gordura de un niño en los textos de Dahl es un insulto a la memoria. Y una puerta siniestra se abre. Mantengamos la cordura: No escuchemos el llamado de la hoguera.

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Roald Dahl

Es penoso tener que relatar estos hechos, que solo abonan el creciente desprestigio de un gobierno universitario. Espero que en los próximos días los medios den cuenta de este lamentable desconocimiento de un pacto entre dos instituciones y se enfoquen, sobre todo, en quienes sufrirán el perjuicio mayor: estudiantes, docentes y lectores, que siguen sin gozar de una presencialidad plena en su campus, sabe Dios por qué.

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UNMSM

No menos importancia reviste el papel que jugó Palma en la reconstrucción de la Biblioteca Nacional del Perú luego de la invasión de las huestes chilenas durante la Guerra del Pacífico. Que lo llamaran “bibliotecario mendigo” es parte del anecdotario escolar, mas relevante es imaginar al hombre en esa situación, levantando una biblioteca desde sus cenizas. Un condimento cívico y heroico que ningún perfil del tradicionista debe pasar por alto. 

El 7 de Febrero de 1833 nació Ricardo Palma. Han pasado 190 años y seguimos discutiendo su lugar en la literatura nacional. Palma vive en su lenguaje, en su inigualable sentido del humor: Es preciso no estar en sus cabales para que un hombre aspire ser poeta; Pero, en fin es sencilla la receta. Forme usted líneas de medida iguales, y luego en fila las coloca juntas poniendo consonantes en las puntas. ¿Y en el medio? ¿En el medio? ¡Ese es el cuento! Hay que poner talento”. 

Que los cumpla feliz, don Ricardo.

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Ricardo Palma

No he podido evitar, leyendo los poemas de este libro, ver surgir, en la dicción del poeta, algunos de los fantasmas que animan su diálogo con la tradición peruana: un afán sentencioso y crítico que remite a Wáshington Delgado y Juan Gonzalo Rose, un coloquialismo sobrio y contenido que hace pensar en el mejor Marco Martos y esa mirada sobre el mundo natural que tiende un vínculo con el universo de José Watanabe. Nada de esto desautoriza la autonomía de Sánchez en su lograda expresión, solo creo ver lecturas que consciente o inconscientemente pueden aflorar en la escritura para dar vida a un poemario sólido que, en su tramposa sencillez, muestra una construcción rigurosa.

Dejo al pie de estas notas este poema. 

SILENCIOSAMENTE

Hubo un tiempo en donde tú,

hermosa como una hoja, 

bailabas suspendida en el aire.

Arrojabas tu mirada 

a los suplicantes 

que revolvían sus cabellos 

al otro lado de la vereda 

para quebrar así la inocencia 

de las estrellas del otoño.

 

Hubo un tiempo en donde fuiste 

hermosa como una hoja, sí. 

Luego vine yo a posarme 

en tus rodillas, 

tembloroso como un suspiro 

-como la primera culpa- 

y, generosa, entregaste 

tu voz al viento 

que empezó a descorrer el infinito 

para que yo aprendiera a amar 

silenciosamente,

madre.

 

Diego Alonso Sánchez. Un sol líquido. Lima: 2023, Vallejo & Co.

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poemas

Para cerrar este comentario abro ahora el volumen al azar y caigo en la página 219, donde se lee: “Grande fue mi sorpresa y mi alegría cuando me enteré (…) que había ganado el concurso de poesía, otorgado por un jurado en el que estaban César Pacheco Vélez, profesor de historia (del prestigioso, derechista e hispanista Instituto Riva Agüero de la Universidad Católica), el padre Javier Cheesman (fina sensibilidad poética, quien había sido el primero en recopilar la obra poética de Abraham Valdelomar hasta entonces, 1858, dispersa en periódicos y revistas) y el propio José Ramón de Dolarea y Calvar, símbolo de la poesía en la universidad. La noticia salió en El Tiempo y en La Industria de Piura y hasta rebotó en El Comercio y La Prensa de Lima. Yo tenía diecisiete años y el tema significó un tremendo aliciente para mi entonces incipiente vocación poética. Fue una gran reafirmación sin duda. Lo gracioso es que –en el acta de premiación—el Opus Dei tuvo el cuidado de señalar por qué poemas del librito se daba el premio. Y, obviamente, no estaban considerados ciertos textos en los que había mencionado a Marx y otros que entrañaban una dimensión erótica”.

El sentido de la soledad organiza pues los momentos más reveladores de una trayectoria vital y creadora, navegando entre la ternura, el desarraigo, la sensación de abismo o la de plenitud, experiencias salpicadas tanto de elementos dramáticos como epifánicos. Pero nada de esto puede verbalizarse si uno no se interna antes en esta narración calidoscópica, tierna o descarnada en el recuerdo, iluminadora en sus más íntimos secretos. 

Roger Santiváñez. El sentido de la soledad Memorias (1961-2001). Lima: Penguin Random House, 2022.

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