inseguridad

Le pregunto al verlo, “por qué hizo eso”, el de enfrentarse al “choro”, y me responde: “¿Te imaginas si hubieran muerto por mi despedida? ¿La carga que hubiera tenido que sobrellevar? Como la persona que soy, no podía permitirlo”. Escribo esta columna al terminar de oír su desafortunada experiencia, contándome también casos similares que se sufren a diario en Perú –me contó también lo que le había contado el encargado del hotel, los casos que se ven todos los días como muertes-. Si seguimos por ese derrotero, las personas comenzarán a hacer justicia a mansalva con sus propias manos, como ya se ve en muchos vídeos virales. Él pudo haber sido un número más de aquella trágica y larga lista de fallecidos por la demencial delincuencia que impera y campea Lima. Esta casita cartón cierra con tristeza e impotencia su columna, pero no sin antes invitar a los peruanos residentes en la “Ciudad de la Furia”, a presenciar de la Feria del Libro de Buenos Aires, en la Rural, donde tendré la dicha de presentar mi libro este viernes 5 a las 20 horas, en el stand 1712, Pabellón Amarillo. Y con la presentación de Pancho Casas, el mítico integrante de aquel movimiento artístico que revolucionara las calles de Santiago de Chile en plena dictadura de Pinochet, con el eternamente recordado, Pedro Lemebel, “Las Yeguas del Apocalipsis”, quien llegara recientemente del MoMA (Museo de Arte moderno de New York) donde fue condecorado. Hasta ese día.

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La seguridad ciudadana es fundamental para la democracia ya que permite a los ciudadanos ejercer sus derechos y libertades de manera efectiva y pacífica. La prevención del delito y la violencia garantiza la estabilidad social, el respeto al Estado de derecho y la confianza en las instituciones democráticas.

Súmele uno pésima salud pública, mediocre educación estatal y corrupción generalizada a un estado absoluto de inseguridad y entenderá por qué los gobiernos en el Perú son rápidamente desaprobados.

La del estribo: imprescindible el enjundioso último libro de Fernando Tuesta Soldevilla, La reforma política, ideas y debates para un mejor gobierno, que publica la editorial Debate. Incluye reflexiones sobre la reforma política del último quinquenio, el sistema de partidos, el sistema electoral, el de gobierno, el Parlamento, el financiamiento de la política y los mecanismos de democracia directa.

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Con respecto a los problemas sociales, el alcalde debe resolverlos, pues tienen gerencias sociales que velan por el bienestar de los vecinos. Prohibir la mendicidad o el trabajo ambulatorio no va a cambiar en nada la necesidad de mendigar de aquellos que no tienen hogar o de vender lo que pueden o de limpiar parabrisas o bailar bajo semáforos. Ellos y ellas son vecinos y vecinas que necesitan incluirse con servicios de calidad; si son jóvenes, buscarles estudios o trabajo y, si son personas con adicción, buscarles centros de salud. Prohibiendo su existencia no resuelve el gran problema de inseguridad de la ciudad ni los temas de fondo que la alimentan. 

Las grandes ciudades hoy tienen problemas parecidos de inseguridad, retos que avanzar, pero la óptica es desde una mejor calidad de vida para los vecinos y no con engaños o ideas poco sostenibles. Los limpiaparabrisas no son trabajadores ni emprendedores, sino vecinos que carecen de oportunidades y terminan en esa situación. La inseguridad no es solo un tema policial y judicial, tiene que ver con factores sociales que ponen en riesgo la calidad de vida de los ciudadanos. Las ciudades modernas llevan a retos constantes. En el caso de Austin y las personas en situación de calle se optó por agruparlas en un parque, llevarles comida y abrigo, pero eso afectó el barrio y bajaron los precios de los inmuebles. Las decisiones de nuestras autoridades deben pensar en el bien común, tanto del limpiaparabrisas como el de restos de ciudadanos. 

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Casos como el de Solsiret Rodríguez,cuyos agresores al pagar la caución saldrán en libertad; o como el de Marcela que es sancionada por defender a víctimas de acoso, son solo un ejemplo. 

Los agresores se apoyan en el orden de género, una estructura de poder que los sostiene y se resiste a ceder.  Cada caso que queda impune, es un mensaje claro de permisividad y es un triunfo del patriarcado, que le dice a las mujeres:  si te atreves a cuestionarme, te destruyo. Hasta cuándo?.

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En un contexto de crisis, desastre natural o incertidumbre, es natural que se reaccione con inseguridad o nerviosismo, pero estar en permanente estado de miedo o desconfianza, sí representa un problema para la toma de decisiones.

En un artículo de EAE Business School, la escuela de negocios indica que, carecer de confianza en nuestras capacidades es un claro obstáculo cuando se trata de desarrollar proyectos, generar nuevas ideas, tener un alto grado de autonomía y desarrollar las funciones delegadas.

Para resolverlo recomiendan mantener la mente activa y abierta a los cambios, lo que permitirá que los cambios sean menos difíciles de afrontar, enfrentar los miedos y desterrar la idea de la perfección, porque está bien tener expectativas, pero tampoco tomarlo tan en serio.

También aconsejan disminuir las necesidades. “Una buena parte de lo que necesitamos no es prioritario. Empiece por identificar aquellas cosas que no son relevantes y ocúpese de las que sí lo son. A veces la inseguridad se fundamenta en no poder dar respuesta a necesidades de segundo o tercer grado”, indican.

Ir al origen de las inseguridades

A través de su columna “The Mindful Self-Express” (la autoexpresión consciente) en Psychology Today, la psicóloga y coach Melanie Greenberg, considera que la inseguridad puede tener varias causas. Cuando el nerviosismo proviene de algún evento traumático como un fallecimiento o alguna ruptura amorosa, recomienda darse un tiempo para recuperarse, comunicarse con familiares y amigos, y estar dispuesto a probar nuevas estrategias.

En cambio, cuando se ha vuelto una sensación constante ante situaciones sociales, señala que es bueno prepararse con anticipación y para las reuniones, pensar en las cosas de las que se puede hablar en el encuentro. Si la inseguridad esconde un afán de perfeccionismo, sugirió pensar en qué tan diferente sería si su trabajo si llegara a lo que aspira o si valdría la pena el tiempo y la energía gastados.

“Los perfeccionistas a menudo tienen una autoestima condicional: se gustan a sí mismos cuando están en la cima y no se gustan cuando las cosas no salen como quieren”, refiere.

Otra forma de ver el tema es desde el punto de vista social. Svenja Weber y Gianpiero Petriglieri, profesores de comportamiento organizacional, precisan en un artículo para Harvard Business Review, que antes que un problema psicológico, es un problema social.

“La investigación sobre mujeres y minorías en entornos profesionales, por ejemplo, ha dejado en claro que la inseguridad es mucho más un problema social que psicológico. Si bien las mujeres son constitucionalmente tan seguras como los hombres, un cóctel de mensajes contradictorios y retroalimentación personal teñida de prejuicios (sea auténtico, pero menos emocional) las coloca en circunstancias que harían que cualquiera dudara”, explican.

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Evita compararte con la imagen que otras personas puedan proyectar en redes sociales.

El psicólogo Arturo Torres explica que la inseguridad tiene múltiples causas, aunque varias son comunes. Se trata de una visión distorsionada sobre las propias capacidades, desde un punto de vista pesimista. El hecho de tener expectativas muy bajas acerca de lo que uno mismo es capaz de hacer, hace que no se tengan gran iniciativas. Con el paso del tiempo, esta percepción refuerza otras inseguridades y mantiene el autoestima baja.

Para superar esto, Pilar Jericó, doctora en Organización de Empresas explica que si aprovechamos esa inseguridad, podemos convertirla en una aliada. Para que eso ocurra, el primer paso es la aceptación de esta inseguridad. Si revisamos nuestros pequeños o grandes éxitos, veremos que muchos de ellos comenzaron por un deseo de mejora de nuestra vida personal y profesional.

“La inseguridad que nos motiva a la acción de mejora es un buen aliado. Aquella que nos lleva a lamentarnos, que nos deja lamiéndonos las heridas y repitiendo lo desafortunados que somos, es paralizante”, indica la experta. “Necesitamos ponernos manos a la obra y aceptar que vamos a convivir con ella, como con el miedo, nuestra personalidad o nuestros gustos. Aceptarnos en todas nuestras dimensiones, incluyendo las que no nos gustan tanto, es un buen camino para la serenidad y la felicidad”, finaliza.

Superar la inseguridad

Anota tus fortalezas e inseguridades: Todas las personas, incluso las más inseguras, son capaces de reconocer ciertas cosas que se les dan bien. Por eso, un gran punto de partida es anotar una lista de debilidades y otra de fortalezas personales. Es importante que evites compararte con otras personas en este proceso. Destacar tus fortalezas te ayudará a centrarte más en lo bueno que tienes.

Revisa las tendencias a la paranoia: Muchas personas basan su inseguridad en pensamientos casi paranoicos, pensando en las supuestas intenciones de herirnos o de burlarse por parte de otros que se esconden tras una apariencia de normalidad. Por eso, es positivo dedicar unos cinco minutos, al final del día, a ver en retrospectiva si hemos caído en ese tipo de pensamientos de forma injustificada.

No te compares con personas desconocidas: Con el auge de las redes sociales, es fácil dar una imagen falsa. Esto es algo que facilita la aparición de inseguridades. Cada vez que te asalte un pensamiento de inferioridad frente a lo visto mediante Facebook, Instagram o similares, recuerda que se trata de un espejismo. No hay ningún motivo para pensar que esa persona sea perfecta.

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