Opinión

Si algo le debe quedar claro a la centroderecha peruana, urgida de armar alianzas y pactos para evitar la pavorosa fragmentación que actualmente exhibe, es evitar mezclar tendencias ideológicas en un afán absurdo de jalar votos del centro o la centroizquierda.

La izquierda moderada, bautizada como “caviar” en el Perú, tiene, entre sus especialidades, infiltrarse en movimientos de naturaleza ideológica distinta y luego cogobernar. Así ha ocurrido en los gobiernos de la transición (Toledo, García, inclusive PPK), cuando no habían sido ellos partícipes ni protagonistas del triunfo.

La gente va a votar esta vez por líneas ideológicas definidas, sin ambigüedades o mescolanzas. Que la izquierda vaya sola, dividida entre radicales enfebrecidos y presuntos moderados, y que la derecha haga lo propio, partida entre una derecha radical conservadora y atisbos nacientes de una derecha liberal moderna.

El elector va a premiar la consistencia ideológica y el carácter disruptivo de las candidaturas. Y para ello se necesita claridad programática, programas de gobierno coherentes e identidad ideológica definida.

En alguna medida, el fracaso de la transición democrática es que su variopinta conformación ideológica la contuvo de emprender las reformas que se requerían, en términos institucionales (salud y educación públicas, seguridad, ampliación de la economía de mercado, reforma del sistema fiscal y judicial, reforma político-electoral). Y supuestamente en muchos de esos temas, los cuadros de la izquierda aupados a los gobiernos respectivos eran especialistas. No ha sido útil ni siquiera para ello.

Se requieren una centroderecha y una derecha libres de infiltración ideológica. El país afronta una crisis tremenda, con debilitamiento pasmoso de la democracia y mediatización de la economía de mercado, con instituciones fallidas y nula voluntad reformista. Afrontar ese desafío requiere una maquinaria política afiatada y no menjunjes doctrinarios que por el tonto afán de ganar algunos pocos votos (porque no aporta más la izquierda moderada), se puede ir al tacho.

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Juan Carlos Tafur, Opinión

El panorama informativo de hoy es el siguiente: mucho contenido + poca rigurosidad. Buscar, confiar, aprender, y —principalmente— dialogar es difícil. Lo fácil es el odio, la emocionalidad, la intolerancia, la opinión, la discusión, la batalla, el debate, la tontería y la generosa ignorancia. Las redes sociales son la máxima ejemplificación de la perversión de la verdad y la autoridad. Hoy, es la masa, el mercado y el capital económico, quienes deciden a quién dar autoridad y, en consecuencia, a quién creer. Prueba de ello son los miles de seguidores que tienen los sujetos que muestran sus zapatillas, sus cuerpos, o lo maravillosa que es su vida. Pero no solo son seguidores que dan likes, sino receptores de mensajes y opiniones cuya única exigencia para evaluar la importancia de estos es si el personaje gusta o no en función de lo anteriormente mencionado. Es muy peligroso.

Quienes hemos trabajado en periodismo sabemos lo que esto significa y es inevitable no sentir desesperanza por el devenir de este fenómeno. Basta con el revisar superficialmente las redes sociales de cualquier medio local o sus mismas páginas web —incluso las de los medios más serios— para comprobar que la inversión de publicidad y producción está puesta directamente en ‘lo que vende’. ¿Qué es lo que vende? Lo mismo que siempre persiguió la prensa del corazón: sacadas de vuelta, farándula local y extranjera, escándalos políticos. En resumen: titulares, fotos, show. Rara vez, contenido, profundidad, investigación. Que no nos sorprenda el programa que cierto cacaseno ofrecía hasta hace poco en la televisión local…

El capitalismo obsceno que representan las redes sociales, defendido en un cuestionable discurso democrático de libertad de expresión, nos ha llevado a eliminar toda rigurosidad y respeto por la autoridad. Hoy los referentes y las autoridades no son otros que “los que venden”. X, Instagram y el ya más olvidado Facebook están repletos de opinólogos que para muchos de mi generación y la de mi madre son fuentes de “conocimiento” constante (información). El culto al individuo nunca se había visto más expuesto. La falacia de autoridad es cuestión todos los días. Cualquier crítica al usuario como autoridad será aplastada —tanto por derechas como por izquierdas— bajo el precario argumento famoso entre los peruanos de ‘es mi opinión’ y el reclamo será tildado inmediatamente de elitista. Adjetivo que se ha vuelto sumamente negativo, ignorando que —como bien señalaba Luis Jaime Cisneros— toda institución que se respete debe estar dirigida por una élite. ¿O acaso confiaríamos nuestras inversiones a opiniones y no a estudios financieros? ¿O confiaríamos en la opinión del vecino antes que en la de un cirujano cuando se trate de operarnos el corazón? ¿O recurriríamos a un piloto cuando tengamos que diseñarnos una casa? Quiero creer que no hemos llegado tan lejos (no aún). Pero cuando hablamos de cultura o de política, toda autoridad se anula…

El culto al individuo, exacerbado por las redes, vive mucho de la discusión y de la aprobación masiva (no del reconocimiento por la rigurosidad). Si bien Husserl, entendió que la intersubjetividad es lo que más nos acerca a la verdad, es difícil creer en la masa cuando está no está preparada sobre el tema, y es emocional y no racional. Las verdades, así como los diálogos, son ajenas a las opiniones. Bien entendió Platón que el conocimiento verdadero (episteme) nada tenía que ver con las meras opiniones. El conocimiento verdadero, decía Platón, es objetivo, universal y solo se alcanza a través del razonamiento filosófico y la dialéctica. Mientras que la opinión (doxa) es la percepción subjetiva y mutable de la realidad sensible, es decir, del mundo material y cambiante que nos rodea. Así para el autor de La República, las opiniones se basan en las apariencias y son influenciadas por los sentidos, por lo tanto, son inconsistentes y relativas. Platón critica la forma en que las opiniones afectan el gobierno y la justicia. Al igual que quien escribe, argumenta que la mayoría de las personas, incluidos los gobernantes en las democracias, operan basándose en opiniones en lugar de en el conocimiento. Esta dependencia en opiniones lleva a decisiones irracionales y corruptas. Por eso, Platón propone que los filósofos, que buscan y alcanzan el conocimiento verdadero, sean los gobernantes.

Nunca me ha gustado la vocación antidemocrática de Platón, pero sí creo importante la distinción que hace. Si bien jamás apostaría por una política autoritaria, creo que la autoridad y la meritocracia son cuestiones esenciales para mantenernos en una sociedad que no pervierta la realidad (algo que sucede en nuestros días todo el tiempo). 

A veces pienso que, precisamiente, el mal entendimiento de lo que es una democracia nos lleva a tal situación. Que exista la libertad de expresión no implica que se otorgue el mismo valor y que no se filtre rigurosamente los actos y enunciados de todas las personas. Es democrático en tanto las exigencias deben ser las mismas independientemente de quién sea el individuo. Pareciese que las opiniones hubiesen empezado a ser consideradas como verdades y he ahí el problema. Jean Paul Sartre (pensador al que no suelo volver) explica con claridad lo inútiles que resultan las discusiones cuando recuerda las que solía mantener con Raymond Aron cuando joven. Y, sí, es lo que tenemos en los medios y en las redes. Discusiones, no diálogos. La discusión sigue el modelo del idealismo clásico que busca arrinconar a alguien en el momento en que su pensamiento falquea. Se trata de quien gana. Una pelea de egos. En ese sentido, no aporta nada. No acerca a la verdad. No construye. 

Por el contrario, los diálogos, constuyen en tanto buscan trabajar en conjunto y presuponen la posibilidad de equivocarse. Ya decía Gadamer en Verdad y método, que solo es posible ampliar tu horizonte si es que aceptas que el del otro debe tener algo de verdadero que, de momento, te es invisible. Así, explica que el entendimiento no es un proceso aislado, sino un diálogo continuo en el que el horizonte del intérprete se fusiona con el horizonte del otro, permitiendo una comprensión más profunda y matizada.  Esta fusión de horizontes implica una apertura a lo nuevo y un reconocimiento de la historicidad y la influencia mutua en el proceso de interpretación. 

Es todo lo contrario a los embistes retóricos que vemos en televisión y en redes. Los usuarios que participan en ellos solo persiguen la sensación del triunfo (como los participantes de los clubes de debate) y olvidan la resolución del problema en cuestión. Se trata de individuos defendiendo sus opiniones para alcanzar la validación social. 

Como bien explicaba Sarte, no deja de ser interesante escuchar lo que la gente puede decirle. Pero, claro, —y esta es la cuestión— siempre sin olvidar que son meramente comentarios, opiniones. Craso error sería entrar en la discusión cuando de opiniones se trata, pues estás se construyen en base a impresiones y preferencias subjetivas. De ahí a que tanto oigamos el dicho de los gustos y colores… Los diálogos constructivos son relaciones lingüísticas que implican una acción en común para decidir algo en conjunto. En resumen, una búsqueda o pretensión de acercarse a la verdad con respecto a algo. Y, para acercarse a la verdad o al conocimiento, las opiniones no nos sirven de nada. 

Pero no me tomen en cuenta. Finalmente, esta es solo una opinión más.

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Cultura, discusiones, Gadamer, Opinión, opinólogos, Periodismo, Platón, redes, Sartre

Por supuesto, la intimidación no va a surtir efecto. Ya bastante curtidos en
lides mayores son los periodistas de IDL-Reporteros, pero ello no es óbice
para no solidarizarse con su quehacer, reconocerle el valor democrático y
profiláctico que cumplen, y, en consecuencia, su aporte a la construcción de
una democracia más sólida, más aún en momentos como en los actuales
donde la precariedad institucional avanza a pasos agigantados.

La democracia se juega en la sociedad civil, sobre todo cuando la clase
política claudica de sus obligaciones al respecto. La labor de la prensa crítica y
seria es un factor de apuntalamiento de las instituciones democráticas, y
debe ser respetada en sus fueros de acción sin ninguna cortapisa, como no
sean los límites legales propios que le corresponden A ver si lo entienden en
el Ejecutivo y en el Congreso, poderes que últimamente se han dedicado con
esmero digno de mejor causa, a diseñar proyectos y acciones que la mellan.

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corrupción, Democracia, Libertad de prensa, Opinión, política peruana

La Fábrica Cassinelli era enorme. La curtiembre ocupaba el mayor espacio. Lo demás, estaba dividido entre oficinas y talleres.

Don Málaga era el jefe del taller de carteras y correas. Había un subjefe de la sección de carteras. Un voluminoso cincuentón de tez blanca y bigote mexicano. Se referían a él como Maestro Zuta. Ambos jefes, elaboraban las plantillas de los modelos, que los dueños le traían de revistas de moda. Eran sumamente diestros dibujando.

Mi trabajo consistía en pintar el borde de las correas con una maquina verde y que tenía sus años. Trataba de poder realizar mi labor sin el menor perjuicio posible, lo lograba a duras penas. Era intrínsecamente torpe para dichas labores.

Ahí conocí a Watanabe, inconfundible personaje del taller. Conspicuo bebedor y jodón de primera línea. Era una de aquellas personas que tenía la precisa en la punta de la lengua. De un metro sesenta cinco, ojos achinados, pelo negro, bordeaba la treintena y de complexión fuerte. Lunes era típico que llegara tarde. Irremediablemente. En más de una ocasión recibió reprimendas. Sin embargo, todo cambio cuando pasó a trabajar a destajo. Si bien, no llegaba a primera hora, trabajaba hasta bien tarde, para cumplir con el objetivo. Le convenía.

CUATRO

El Apra, tanto había esperado para estar en el poder, que se acostumbró a ser oposición. Y si eso significaba arruinar al gobierno de turno, no había problemas. Sucedió con Bustamante y con el primer gobierno de Belaunde. Al segundo, le llegaron a censurar 5 gabinetes. Si, el propósito era joder a FBT. Nunca les importó que así –también- jodían al país. Tal como haría Keiko con PPK, décadas después.

Cuando le tocó gobernar, pues no estaba preparada para tal efecto. Increíble.

El año 87 fue el inicio del fin. Alan García se propuso privatizar los bancos y financieras, ante el asombro de todos (incluidos izquierdistas). Nunca pensó que esto ocasionaría una crisis mayúscula.

La economía es el imperio de las realidades. Tarde o temprano. Ante la decisión –demagoga- de solo pagar el 10% de la deuda externa, pues el FMI declaró al país como inelegible. Para 1987 las reservas se estaban agotando. Y la Hiperinflación esperaba agazapada.

CINCO

En una ocasión se organizó un torneo de fulbito en la fábrica. El taller participó y ganamos. Fue la única vez que salí campeón de algo. No, no era el 9 del equipo, era el arquero. Incluso, para mi suerte, llegué atajar un penal decisivo. Teníamos buenos players: Apaza era uno de los mejores: calladito y flaco, pero fino con la pelota y diestro con la cuchilla para cortar el cuero. Otro llamado Fajardo, junto a Watanabe eran los puntales en la ofensiva. Empero, el ídolo era Joselo, el hijo mayor del compadre Málaga.

Muchas veces al salir del trabajo, pasaba por la calle Francisco Pizarro. Y era un universo en sí mismo. Llenas de bullicio, tugurios y huariques.  Donde la reina y señora era la música criolla. Miraba muchos veces curioso e intrigado al proletariado, caminar presuroso; o a las prostitutas pintarrajeadas y viejas rondar, siendo vigiladas por sus cafichos; o gente de a pie, sin apuros discutiendo o compartiendo un vaso de cerveza y jugando cartas. Los huariques ofrecían comida de lo más diversa y para todos los bolsillos.

Siempre pensé que ese 85 fue un año olvidable y dolorosamente grisáceo. Ese microcosmos terminó en mayo de 1986, cuando renuncié y tomé otros rumbos. Me costó tiempo entender que era el inicio de un aprendizaje. Estaba empezando mi vida adulta. Las vivencias iban a ser de lo más diversas. En eso consiste la vida, ¿no? Cuanto mayores experiencias tiene uno, es mucho mejor. Tu aprendizaje es más completo. De ahí mi agradecimiento a Don Eduardo Málaga, por darme la oportunidad de trabajar junto a él. Si bien no le serví de mucha ayuda.

En ese ínterin, el país iniciaba una crisis, la cual tendría su punto más deprimente en los años 89-90.  Pero el que suscribe estaba transitando – una impostergable – etapa de madurez.

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Apra, Casinelli, Opinión

¿Ya se olvidaron ambos de los acosos del agilito en las reuniones literarias de los años 90? Ahí la sororidad brilla por su ausencia. 

Ah, me olvidaba mencionar su nombre: 

nahhhhh….. sería hacerlo más famoso, que es lo que en el fondo quiere. Que siga el agilito paseando a su perro “Mantequilla” por las bien mantenidas orillas de su pueblo en Nueva Jersey, que es adonde van a parar algunas almas como la suya desquiciadas por la verdad.

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Opinión, sociedad

“La asociatividad es una característica clave para el desarrollo”

En el Perú, un alto porcentaje realiza trabajo independiente de manera autónoma, artesanos, productores, comerciantes, en general personas que prestan un servicio diario y no están asentados mayormente en las estadísticas; por lo general a ellos se les llama informales, y como en artículos anteriores yo los califico como autoempleados por necesidad, situación que se ha visto agudizada por este nuevo orden social y económico en un contexto de crisis en el que estamos viviendo actualmente producto de la pandemia mundial COVID-19.

 

Si sumamos a los que si están registrados en las micro y pequeñas empresas se incrementa sustancialmente el número de agentes que tienen el mismo rumbo económico; afirmándose de esta manera una suerte de incertidumbre sobre los efectos socioeconómicos en los ciudadanos, en este contexto de posible recesión global y un posible devastador efecto en el empleo.

Este trabajador independiente informal (autónomo o trabajador por cuenta propia) es más vulnerable a las situaciones de pobreza, por lo que requiere recuperar sus iniciativas y reactivar su negocio, ya sea en una reinvención o en un fortalecimiento del mismo, todo esto asociado a un bagaje actitudinal y competencial que siempre va a ser más atractivo para lo que se emprende. Entonces el trasfondo nos llevaría a adentrarnos en el mundo del marketing personal o grupal y de cómo poder ser capaces de competir mejor para lograr el objetivo, no decaer y hasta no desaparecer.

En artículos precedentes he enfatizado en características que tienen que ver mucho con los condicionantes culturales, con las experiencias comunales, con los sentidos de adaptación o el enfoque de la utilización de las redes sociales como una clave muy utilizada y aprovechada. Y esto último va cobrando bastante relevancia en la actualidad.

No es difícil darse cuenta de que este fenómeno de las redes sociales, articuladas y necesarias para salir adelante en esta nueva convivencia socioeconómica, se convierten en fuertes redes económicas de intercambio y ayuda en el crecimiento y desarrollo de quienes las ponen en funcionamiento, y en el Perú esto es algo muy recurrente y de mucho valer, pero quizás desapercibido, por la mayoría. Como fenómeno social, nos acerca a un desarrollo fructífero en lo económico a mediano plazo.

La muestra de lo que expongo, se da, por ejemplo, en la mayoría de los distritos de Lima, donde estamos siendo testigos de inauguraciones de markets o tiendas bien acondicionadas que prestan el servicio que antes eran de exclusividad de grandes cadenas comerciales, y que por asociatividad se permiten entrar en franca competencia comercial y de servicios, pequeñas tiendas se juntan, cruzan capitales y crecen, “modernizan” su atención y le da otro aire al barrio, las farmacias y/o boticas se han multiplicado, y con ya experiencia anterior han encontrado en la obvia situación que vivimos, la sociedades que requieren para hacer frente a las grandes cadenas, y los cafés a modo de relax post pandémico están causando furor, existen restaurantes que van convirtiéndose en pequeñas cadenas. En un análisis rápido social, consideraríamos el cambio de rostro de los barrios y todo lo que conlleva este pequeño cambio. Tema interesante para otro análisis.

Los negocios individuales ven la necesidad de crecimiento y de ubicación, en un espacio que la gran empresa por historia siempre ha dominado, pero que, esta nueva convivencia, le permite tener estas oportunidades y no las están desaprovechando.

Existe todo un cambio perceptivo, en la población, la comodidad obligada del trabajo remoto genera oportunidades al emprendedor, a aquel individuo que ve la oportunidad mayor en la asociatividad para crecer.

La pequeña empresa también, luego de ser golpeada está surgiendo rápidamente, se va transformando, va dando oportunidades, va generando redes socioeconómicas y va brindando las condiciones necesarias para que surjan nuevas pequeñas empresas, pues se va incidiendo en los negocios grupales y por ende en el espíritu asociativo.

Este es un tema, que debe ser analizado a profundidad, al margen de ver lo informal o no, el surgimiento de estas nuevas empresas populares, con un reflejo de espíritu comunal y con un sentido competitivo con códigos distintos, están convirtiéndose en una interesante fuente de empleo, que ayuda a sobrellevar los avatares propios de una crisis tendiente a generalizarse.

He allí, nuevamente la importancia de las Ciencias Sociales en general, con ella se pueden advertir estos cambios y conllevar a que la mirada de nuestro entorno no solo se dé por investigaciones tomadas prestadas de otras sociedades, sino de nuestro mismo campo de estudio. Nuestra sociedad.

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Emprende, Hans Behr, Opinión

Hace algunas décadas, un niño de 10 años filmaba sus cortometrajes con la cámara que le regalaron sus padres. En su barrio de Los Ángeles, uno de sus vecinos realizaba su segundo largometraje. Cuando salía rumbo a la escuela, habitualmente observaba al director de cine en las mañanas recoger su periódico. Ese niño era David Fincher, director de Seven y Fight Club y su vecino George Lucas. 

Lucas marcó a toda una generación con la saga de Star Wars y se convirtió en el fundador de una compañía líder en efectos especiales. Aquel niño que llevaba en sus manos una cámara 8mm, hoy ya cumplió 59 años, lleva 29 de ellos dirigiendo films sin que alguno siquiera haya pasado desapercibido y es, además, uno de los grandes referentes del cine mundial. 

David Fincher dejó su pequeña cámara para iniciar una carrera con la animación y publicidad, aunque todos lo conozcan por las películas que vinieron después como Seven, The Game, Fight Club, La habitación del pánico, Zodiac, El curioso caso de Benjamin Button, Facebook, La chica con el dragón tatuado, Pérdida y Mank. Films, que en su mayoría han sido reconocidos por la crítica internacional. 

“Mucha gente odia Alien 3, pero nadie más que yo”. El cineasta juró nunca más dirigir una película después de esta experiencia. La intervención de los productores hollywoodenses la convirtió en una pesadilla. Si hubiera cumplido su palabra, su ópera prima se hubiera convertido en la última y nos hubiéramos quedado sin ver Seven. En 1995, Fincher se hizo de un nombre por llevar a la pantalla la historia de dos detectives tras los pasos de un asesino en serie guiado por los 7 pecados capitales. Brad Pitt y Morgan Freeman fueron los protagonistas del primer film de culto del director. 

Seven se convirtió en un enorme éxito de taquilla y recaudó 327,3 millones de dólares. Los siete pecados capitales fue filmado cuando Fincher tenía la edad de Cristo. Dos años después presentó The Game con Michael Douglas y Sean Penn, que también logró un éxito considerable en taquilla y que quizás es de las películas que menos se menciona del director, pero no por alguna deficiencia en su calidad. Sin embargo, la obra que vino después ha marcado un antes y después no solo en la vida del cineasta, sino en la de toda una generación: Fight Club.  

La adaptación cinematográfica del libro de Chuck Palahniuk convocó nuevamente a Brad Pitt, esta vez acompañado de Helena Bonham Carter y Edward Norton, quien venía de mover mucho polvo con el film American History X. Hace 22 años se estrenó Fight Club. Nunca tuvo en su momento el éxito de taquilla que obtuvieron Seven y The Game, pero las reproducciones que vinieron en los siguientes años lo convirtieron en el símbolo de toda una generación relacionada con la cultura grunge y el desencanto que un sistema social consumista, había empezado a despertar. 

Fincher ha logrado que en la memoria colectiva prevalezcan frases como: 

“La primera regla del club de la pelea es: nadie habla sobre el club de la pelea. 

La segunda regla del club de la pelea es: ningún miembro habla sobre el club de la pelea”.

Como también: 

«Me conociste en un momento muy extraño de mi vida».

El inicio del siglo XXI vino de la mano de un referente cinematográfico de la cultura pop como lo es Fight Club. Mucho se ha hablado si es una apología a la violencia o no, el director ha declarado que mientras más se detalle el dolor, más horrible debe parecer al espectador, aunque, “nunca se sabe lo que la gente hará con los personajes”.

Una pequeña Kristen Stewart de la mano de Jodie Foster personifican el único film en donde las mujeres adquieren un real protagonismo fuera de los estereotipos femeninos: La habitación del pánico. Para el año 2002 ya todos querían grabar con el cineasta. De aquí en adelante todas las cintas de Fincher han sido nominadas, aplaudidas por la crítica y reconocidas en el mundo. 

A pesar de todo, La Academia de Artes y Ciencias Cinematográficas no concede hasta la fecha ningún Oscar al director americano dentro de las principales categorías. Esta conflictiva relación se traduce en nominaciones, tras nominaciones. Facebook y El curioso caso de Benjamin Button en cambio con tres estatuillas cada una, son a las que mejor les ha ido con la Academia. 

El último 28 de agosto Fincher celebró un año más de vida. Este año además, estrenó por primera vez en Netflix y logró 10 nominaciones a los premios Oscar con su última película: Mank. Historia del guionista del film Ciudadano Kane de Orson Welles, realizado en blanco y negro, con las actuaciones de Gary OIdman y Amanda Seyfried. Se llevó dos estatuillas  a casa, más de lo que consiguió El Ciudadano Kane en su momento. Pero el Oscar a mejor director sigue siendo aún esquivo. 

Lucas no solo fue una inspiración, también intervino directamente en su carrera al colocarlo como asistente de cámara en El Retorno del Jedi en 1983. Pero la ciencia ficción nunca lo cautivó, ya que años después rechazó la propuesta para continuar con la saga de Star Wars como director. 

Aquel pequeño que soñaba estrenar una película como lo hacía su vecino George Lucas en Hollywood, se dispuso a trabajar en todas las áreas que comprenden la realización cinematográfica. Dirigió videoclips para figuras como Madonna y Michael Jackson. Fue capaz de realizar 17 repeticiones por toma y 200 horas de grabación por hora editada. Su cine caracterizado por sombras, contrastes de colores y personajes desquiciados se complementa con una obsesión por el detalle y su deseo por capturar la atención del espectador. 

Hoy, David Fincher prepara su próximo film The Killer que llegará por la plataforma de Netflix y también contará la historia de un asesino. Seguirá buscando impactar a su audiencia como a él lo impactó Tiburón cuando decidió no volver a entrar al mar. Buscará contar historias como las que escuchó de pequeño a su madre, que era enfermera en un hospital psiquiátrico.

 

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59 años, Cine, David Fincher, Fight Club, Fincher, Opinión, Series de tv

Querida Manuela:

Nací en 1973, durante uno de los tantos regímenes militares de nuestra historia. En ese momento, las mujeres teníamos el derecho a votar y postular a cargo político, pero debíamos ser educadas, casadas y mayores de 21. Desde las elecciones del Congreso Constituyente del Perú de 1822, en las que no pudiste votar Manuela, solo varones educados pudieron hacerlo.

Fuimos el penúltimo país en Sudamérica en otorgarnos ese derecho. El 7 de setiembre de 1955, durante el ochenio de Manuel Odría, se promulgó la Ley N° 12391 que otorgaba a las mujeres el derecho al voto con las condiciones mencionadas. Mi abuelo paterno, Alberto Arispe, fue senador de la República en ese periodo, sin saber que hijas y nietas ibamos a gozar de este beneficio; pero quizá pensando en eso, como él, muchos apoyaron la decisión. Luego de algunos años, con la Constitución de 1979, se da el derecho al voto para todos y todas, así como a la educación universal.  Es decir, todos los ciudadanos y ciudadanas, sin condiciones, podíamos votar. Yo tenía seis años.

Los primeros debates por el voto de las mujeres comenzaron en 1931. Las discusiones de los políticos se centraban en el derecho al voto en los comicios municipales. Fue en ese año cuando el poder presidencial cambió cinco veces en un año: Leguía, Ponce, Sánchez Cerro, Elías y Jiménez; por ello, el tema quedó relegado. Sin embargo, los primeros debates ya habían empezado con las primeras sufragistas peruanas a fines del siglo XIX. Las sufragistas destacadas fueron las escritoras María Jesús Alvarado, Zoila Aurora Cáceres, Adela Montesinos, Elvira García y García y Magda Portal. Hace unas semanas se cumplieron 50 años de la muerte de María Jesús Alvarado, la primera peruana en plantear en 1911 la igualdad de derechos y, con ello, el voto femenino. Por esto y diversas reivindicaciones a favor de las mujeres se dio su deportación dictaminada por el gobierno de Leguía. Parece que el exilio o la deportación era el futuro de las mujeres luchadoras.

Pero te tengo buenas noticias, Manuela. Las cosas han cambiado, en junio de 2021, las mujeres no solo decidimos sino somos la mayor fuerza electoral: 50.4% (12 745 409) contra un 49.6% de hombres (12 542 545). Somos más de 12 millones de ciudadanas que podemos escoger y decidir lo que es mejor para nosotras.

Actualmente tenemos dos candidatos que se presentan a la presidencia de la República, ambos machistas, llenos de prejuicios y con un grave desconocimiento de la institucionalidad. Son parte de la sociedad que no reconoce a la mujeres como tú, como María Alvarado y todas las hermanas sufragistas. Es momento de exigirles que cumplan con las leyes, políticas y planes de Estado vigentes (algunos ejemplos son: DS N° 005-2017-MIMP, que dispone un mecanismo para la igualdad de género en las entidades del gobierno nacional y de los gobiernos regionales; DS N° 068-2017-PCM, que dispone la realización del diagnóstico de la desigualdad salarial en el Estado; DS N° 056-2018-PCM, que aprueba la política general del gobierno; DS N° 004-2018-MINEDU, lineamientos para la gestión de la convivencia escolar, la prevención y la atención de la violencia contra niñas, niños y adolescentes; y, el más importante, el DS N° 008-2019-MIMP, que aprueba la política nacional de igualdad de género). No debemos depender solo de congresistas o presidentes mujeres, sino de todos aquellos demócratas que reconocen las leyes y sus derechos. Debemos exigir a las autoridades que elegimos que las hagan cumplir. Llegó la hora de marcar la agenda pública desde una visión de igualdad y equidad de género con el uniforme de Húsares, como tú.

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Elecciones 2021, Opinión, Perú

En estos días, en que las palabras “socialismo” y “Cuba”, entre otras, vienen siendo asociadas a lo más parecido al infierno en la tierra, se me antojó reconectarme con una de las producciones musicales más bonitas y simbólicamente importantes que hayan brotado de la vieja isla, gracias a la conjunción de la voluntad integradora de dos artistas foráneos –un músico norteamericano y un cineasta alemán- que, como siempre ocurre, ven más allá de las mezquindades e intereses retorcidos de la política y revaloran las manifestaciones orgánicas nacidas de la tradición y el talento, la idiosincrasia verdadera del siempre manoseado y abusado “pueblo” (yo prefiero usar el término “población”), manoseado y abusado por dictadores, autoridades y eternos candidatos ávidos de poder. 

Después de casi 25 años de su lanzamiento original, Buena Vista Social Club –tanto el álbum como el documental, aparecidos uno detrás del otro entre 1997 y 1999- supera largamente la prueba del tiempo para convertirse en un clásico moderno, un rescate auténtico y bien intencionado de la riqueza musical de la Cuba que conquistó al mundo en las décadas previas a la llegada de Fidel Castro. Como siempre, la música funcionó en esa época como catalizador del sentir popular –la alegría, el ritmo, la sensualidad, el romance- ante una situación patética: el entreguismo absoluto por parte de la administración de Fulgencio Batista, que convirtió a La Habana en el patio de juegos de los Estados Unidos, motivo central de la irrupción de los barbudos, con las consecuencias que todos conocemos: la crisis de 1961-1963, la gesta del Che, el bloqueo, la corrupción en el eterno reinado de los uniformes verde olivo.

Escuchando las canciones de Buena Vista Social Club uno puede llegar a sentir que está caminando por las calles de La Habana Vieja, aun sin haber pisado nunca la capital isleña. Este efecto, que también consigue Wim Wenders (Düsseldorf, 1945) con su extraordinario documental, es mérito del trabajo acucioso y, sobre todo, lleno de respeto, del guitarrista Ry Cooder (Los Angeles, 1947), instigador principal de esta reunión de artistas de la Cuba pre-revolucionaria que, tras ser muy conocidos en la isla y en el resto de Latinoamérica en los años cuarenta y cincuenta, habían caído en un injusto retiro y olvido. 

La mayoría de ellos en plena tercera edad –y, en el caso de Compay Segundo, del legendario dúo Los Compadres, rozando la cuarta- fueron redescubiertos gracias a Cooder y su cómplice cubano, el músico Juan de Marcos González, director de Sierra Maestra, una agrupación que recogió el legado y tradición musical de aquella Cuba con una mezcla de boleros, guajiras, sones, guarachas y descargas. 

De Marcos ayudó a Cooder –inquieto y recorrido músico que trabaja desde los años setenta con estrellas del rock y blues experimental como, por ejemplo, Taj Mahal, Santana, Captain Beefheart, Ali Farka Touré, entre otros, además de tener él mismo una muy estimable discografía personal de blues, country, world music y banda sonoras para cine y TV que supera la veintena de títulos- a juntar a todas estas leyendas vivas de la música cubana para grabar este disco titulado Buena Vista Social Club, nombre original de un nightclub habanero en donde muchos de estos artistas fueron aplaudidos en sus años juveniles. 

La atmósfera sonora es profundamente tradicionalista, con un par de ventajas: la alta fidelidad alcanzada gracias a las modernas técnicas de grabación existentes a finales de los noventa -algo imposible en las épocas en que estos intérpretes trabajaban-; y los arreglos preciosistas de Cooder y De Marcos, con el primero de ellos introduciendo los característicos «soundscapes» de su guitarra slide, sutiles ventarrones de electricidad en medio de un ensamble 100% acústico. 

En contraste, Compay Segundo (nombre real: Francisco Repilado), a sus 89 años al momento de las sesiones, demuestra vitalidad e inspiración con magistrales interpretaciones en voz y tres, el instrumento cubano de tres pares de cuerdas que dio origen al cuatro portorriqueño (difundido ampliamente por Yomo Toro con la Fania All Stars durante su época dorada), en canciones como Chan Chan (son escrito por él en 1987), y dos boleros: Veinte años, cantado a dúo con Omara Portuondo, vocalista de suave registro que, al momento de ingresar a los estudios EGREM de La Habana para este álbum, tenía ya 66 años de edad y una trayectoria amplísima en su país, que incluye una curiosa anécdota, conocida por pocos: fue ella quien presentó a Silvio Rodríguez y Pablo Milanés, cuando ambos apenas pasaban los 20 años de edad, en una de las jornadas previas a la formación del Grupo de Experimentación Sonora del Instituto Cubano de Artes e Industrias Cinematográficas (ICAIC), que daría nacimiento al movimiento de la Nueva Trova Cubana. 

Para el tema ¿Y tú qué has hecho?, compuesto en los años veinte por el trovador cubano Eusebio Delfín, Compay graba ambas voces, primera y segunda, y realiza hermosos arpegios de tres, acompañado por la slide de Cooder. Elíades Ochoa, ligeramente más joven, interpreta una cadenciosa versión de El carretero, clásico de Guillermo Portabales, e impone su presencia como vocalista y guitarrista a lo largo del disco. El álbum termina con La bayamesa, de Sindo Garay, el trovador cubano más representativo de finales del siglo 19 e inicios del siglo 20.

Los otros dos casos emblemáticos son los de Ibrahim Ferrer (voz, percusiones) y Rubén González (piano), de 70 y 77 años respectivamente, en aquel lejano 1996. Escuchar a Ferrer en clásicos como Dos gardenias o Murmullo son muestras de cómo se canta realmente el bolero; o sus fraseos en descargas como De camino a la vereda, Candela o El cuarto de Tula, simplemente fantásticos. Y en cuanto a González, pues se trata de un eximio pianista que había trabajado junto a Beny Moré y Arsenio Rodríguez, dos íconos de la música cubana, y era descrito como «el Thelonious Monk de Cuba». Gonzáles derrocha energía y sabor en los instrumentales Pueblo nuevo y Buena Vista Social Club, la primera escrita por él y la segunda por Orestes López, hermano de Israel «Cachao» López y padre de Orlando «Cachaíto» López, quien es el contrabajista en este disco. El patriarca de esta familia de contrabajistas es considerado uno de los creadores del mambo y el danzón, géneros cubanos por excelencia. 

Otros músicos de la misma generación que fueron convocados para estas sesiones -de las cuales también salió el disco A toda Cuba le gusta (1997), bajo el nombre Afro-Cuban All Stars, dirigidos también por Juan de Marcos-, fueron el trompetista Manuel «Guajiro» Mirabal, los vocalistas Pío Leyva y Manuel «Puntillita» Licea y el timbalero Amadito Valdés. Los músicos más jóvenes del ensamble son, precisamente, Juan de Marcos González y el laudista Barbarito Torres, quien se luce en El cuarto de Tula, los cuarentones del disco. Y, por supuesto, el hijo de Ry Cooder, Joachim, de solo 18 años, quien participa como percusionista. 

Varios de los integrantes de Buena Vista Social Club se hicieron muy famosos entre el público mundial después de esta exitosa aventura –el film recibió varios premios internacionales y una nominación al Oscar el año 2000- e incluso revitalizaron sus carreras con posteriores lanzamientos enmarcados en la onda comercial de la «world music». El 2008 se lanzó el disco doble At Carnegie Hall que recoge la actuación del grupo en la prestigiosa casa de conciertos de New York, ocurrida diez años antes. En este enlace pueden ver la versión de Chan Chan de aquel show, incluida en el documental de Wenders. En 2017 se estrenó otro documental, Buena Vista Social Club: Adiós!, en el que se cuenta la saga del proyecto en su vigésimo aniversario. 

Lamentablemente, los fallecimientos de Manuel «Puntillita» Licea (2000, 79 años), Compay Segundo (2003, 96), Rubén González (2003, 84), Ibrahim Ferrer (2005, 78), Pío Leyva (2006, 89) y Orlando «Cachaíto» López (2009, 76); aunque comprensibles por sus avanzadas edades, dejaron nuevamente huérfana a la música latina, que quedó a merced de la timba, la bachata y el reggaetón. 

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